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Estimado Director:
El envejecimiento poblacional como parte de la realidad demográfica ha devenido preocupación de los sistemas de salud más exitosos y las sociedades más desarrolladas. De igual forma está influenciado por el desarrollo económico y el nivel de equidad que las caracterice; lo que demanda nuevos enfoques: en el sector salud, intersectoriales y una visión antropológica del tema.1
En relación a la respuesta de los sistemas de salud ante la demanda de atención que se incrementa, se generan preocupaciones sobre la capacidad para enfrentar estos cambios, así como retos sobre los mecanismos para lograr una atención de calidad a la creciente cantidad de adultos mayores con problemas de salud crecientes.2,3
La formación de los recursos humanos ha ganado en contenidos de geriatría desde pregrado por recomendaciones realizadas mediante la utilización de diversas estrategias educacionales, ejemplificado en los nuevos planes de estudios en la carrera de medicina.4 Incluso se ha propuesto un modelo pedagógico para formar una cultura del envejecimiento y la longevidad activa en la formación médica.5
En la formación de profesionales médicos para la atención especializada, las alternativas se presentan a los extremos del dilema esbozado en el título de esta misiva, o sea centrar la formación en especialistas en Gerontología y Geriatría o capacitar en los aspectos propios del manejo de este grupo de edades no solo a los generalistas -entiéndase especialistas en Medicina General Integral y Medicina Interna- sino a un número cada vez más amplio de especialidades médicas y extenderse a otras profesiones de cuyos profesionales y técnicos que se demandan competencias específicas en la atención al adulto mayor.
Existen investigadores que se pronuncian sobre la ética de la atención al adulto mayor, los autores comparten la necesidad de prestar especial atención a los aspectos éticos y bioéticos tanto en la atención clínica a estas personas, como en la promoción de salud y las decisiones del sector, pero opinan que se impone continuar gestionando una atención con pertinencia, calidad y su mejora continua como atributos éticos primigenios de la misma.6
La especialidad de Geriatría y Gerontología en 2018 contaba en Cuba con 566 médicos dedicados y 379 especializados y se ofrecieron 6,9 y 7,7 consultas por cada 100 habitantes en los años 2017 y 2018 respectivamente. Este número de consultas significó, el 2,5% en comparación con las consultas de Medicina General Integral y es equivalente al 50 % de las consultas de Medicina Interna.7
La población cubana mayor de 60 años representa hoy el 20,4% de los habitantes del país y merece, como todos, una atención de calidad.7
Los autores se posicionan a favor de la consolidación de la estrategia de formación de geriatras para desempeñarse en todos los ámbitos de la salud pública, así como la geriatrización del resto de la especialidades que inciden en la atención de la tercera edad (ortopédicos, cirujanos, cardiólogos; internistas y especialistas en Medicina General Integral), y otras profesiones del sector como, por ejemplo: enfermería y rehabilitación.
La geriatrización de los servicios médicos debe ser una línea de desarrollo clara en los planes de formación y en la gestión por competencias en salud.
