SciELO - Scientific Electronic Library Online

 
vol.43 número4Médica, 100 años despuésCorrelación de índice PO2/FiO2 con parámetros inflamatorios y de coagulación en pacientes críticos con covid-19. Lombardía, 2020 índice de autoresíndice de materiabúsqueda de artículos
Home Pagelista alfabética de revistas  

Servicios Personalizados

Revista

Articulo

Indicadores

  • No hay articulos citadosCitado por SciELO

Links relacionados

  • No hay articulos similaresSimilares en SciELO

Compartir


Revista Médica Electrónica

versión On-line ISSN 1684-1824

Rev.Med.Electrón. vol.43 no.4 Matanzas jul.-ago. 2021  Epub 31-Ago-2021

 

Artículo original

Centenario de Médica, el legado mayor del Dr. Mario E. Dihigo

The centenary of Medica, the biggest legacy of Dr. Mario E. Dihigo

Dr Víctor G Ferreira Moreno1  * 
http://orcid.org/0000-0002-5106-013X

Dr. C Joaquín García Dihigo2 
http://orcid.org/0000-0002-8791-5830

Dra. C Teresita de Jesús Calvo Oliva3 
http://orcid.org/0000-0001-6950-8142

Dra. C Yairis Arencibia Fleitas2 
http://orcid.org/0000-0003-0754-9197

Dr. C Alfredo Lauzurica González1 
http://orcid.org/0000-0001-7849-6390

1 Universidad de Ciencias Médicas de Matanzas. Matanzas, Cuba.

2 Universidad de Matanzas. Matanzas, Cuba.

3 Universidad de Ciencias Médicas de Matanzas. Hospital Pediátrico Docente Provincial Eliseo Noel Caamaño. Matanzas, Cuba.

RESUMEN

Introducción:

el Dr. Mario E. Dihigo Llanos, junto a un grupo de colegas emprendedores, fundó en Matanzas, en 1921, la revista Médica (devenida Revista Médica Electrónica en 1997).

Objetivos:

resaltar el centenario de la publicación y contribuir a la preservación de la memoria del eximio pedagogo.

Materiales y métodos:

fueron utilizados métodos de la investigación histórica, como el analítico-sintético y el deductivo-inductivo, así como los submétodos cronológico y geográfico. Se realizaron entrevistas y se revisó el legado documental del Dr. Dihigo. La información fue triangulada con las fuentes referenciadas y con otras bibliografías y documentos consultados.

Resultados:

se resaltaron algunos de los aspectos más significativos relacionados con la vida y la obra del Dr. Dihigo, y se realizó una caracterización de las primeras etapas de la revista, donde se abordan su significación histórica y científica.

Conclusiones:

sus aportes en Medicina y Pedagogía, así como sus esfuerzos por establecer la revista Médica, son los mayores legados de Dihigo.

Palabras clave: Dihigo Llanos, Mario; revista Médica; medicina; pedagogía; radiología; historia de la medicina; Escuela Normal para Maestros; Matanzas.

ABSTRACT

Introduction:

Dr. Mario E. Dihigo Llanos, and a group of colleagues-enterprisers, founded the journal Medica (renamed Revista Medica Electronica in 1997) in Matanzas, in 1921.

Objectives:

to highlight the centenary of the journal and to contribute to keep the memory of the prominent pedagogue up.

Materials and methods:

methods of the historical research were used like the analytic-synthetic and the deductive-inductive ones, and also the chronological and geographic sub-methods. Interviews were made and the documental legacy of Dr. Mario Dihigo was reviewed. The information was compared with the referenced sources and the other referred bibliography and documents.

Results:

some of the most significant features of Dr. Dihigo’s life and work were emphasized. A characterization of the first stages of the journal was carried out, approaching its historical and scientific significance.

Conclusions:

the main Dihigo’s legacies were his contributions to Medicine and Pedagogy, and his efforts for founding the journal Medica.

Key words: Dihigo Llanos, Mario; journal Medica; medicine; pedagogy; radiology; medicine history; Government School for Teachers; Matanzas

INTRODUCCIÓN

“Mario legó su humanidad”. Así culminó su remembranza sobre el viejo radiólogo, el profesor Manuel García Suárez, en conversación con uno de los autores, un día cualquiera.

La revista Médica nació el 1 de julio de 1921,1 y aunque ya centenaria, los pensamientos y reflexiones de sus gestores, llegados a nuestros días a través de sus páginas, continúan vigentes. Sus hacedores se convirtieron en cronistas que lograron establecer lazos empáticos con generaciones más jóvenes.

Se pretende realizar un recorrido por el legado del Dr. Mario E. Dihigo Llanos. Por ello mismo se conceptualizará “legado”, diferenciándolo brevemente de “herencia”. Estos son términos entremezclados, incluso en derecho, y con diferencias también entre códigos, según el ordenamiento jurídico en cada país. Son dos tipos de sucesiones que pueden parecer similares. Aunque sinónimos,2) es en el acto donde más fácilmente se pueden distinguir: el que hereda recibe (heredar) y quien lega, entrega o transmite (legar). El legatario -quien recibe lo legado- sucederá al fallecido solo en lo que le ha sido asignado y no con carácter general. En la herencia se accede a todo el patrimonio. El legado solo existe si hay testamento, proviene únicamente de la voluntad del fallecido, mientras que la herencia existe por voluntad o por ley. El punto medular de distinción es la voluntad de la persona que realizará su testamento. El heredero tiene responsabilidad tanto en los bienes como en las deudas, mientras que el legatario no responde de las deudas de la herencia, excepto en casos especiales.3

El término “legado”, procedente del latín legātum, en su segunda acepción, significa “aquello que se deja o transmite a los sucesores, sea cosa material o inmaterial”.4

Así, de manera similar a “herencia”, designa aquello que una persona, una organización o comunidad, puede recibir de aquellos que estuvieron antes, y que puede ser transmisor a las generaciones futuras de valores, símbolos, ideas y pensamientos; pero proviene únicamente de la voluntad, sin fuerza de ley, sin la carga de las deudas y, por tanto, sin obligaciones. Es en este sentido en el que es utilizado el término por los autores.

El objetivo del trabajo es resaltar el centenario de la revista Médica y contribuir a la preservación de la memoria del Dr. Dihigo.

MATERIALES Y MÉTODOS

Se realizó una investigación histórica que incluyó un estudio del legado del Dr. Dihigo y una caracterización de las primeras etapas de Médica, donde se abordan su significación histórica y científica. Fueron utilizados los métodos analítico-sintético y deductivo-inductivo, así como los submétodos cronológico y geográfico. Se realizaron varias sesiones de entrevistas -estructuradas primero y conversacionales después-, y revisiones de la bibliografía activa y pasiva del Dr. Dihigo. La información fue triangulada con las fuentes referenciadas y con otras no incluidas en el manuscrito y documentos consultados.

RESULTADO

Mario E. Dihigo Llanos

Hablar de Mario Dihigo (fig. 1) es hablar de un médico y pedagogo cuyo accionar ético, científico, formativo y cívico nutrió la educación y la ciencia del siglo XX. Por ello, su memoria se redimensiona y su legado ofrece material de análisis, reflexión y polémica, que enriquecen en primera instancia la cultura, así como el acervo de médicos y pedagogos actuales. Había nacido en el ingenio “Magdalena”, Santa Ana de Matanzas (Cidra) -hoy perteneciente a Limonar-, el 8 de agosto de 1895, y falleció en Matanzas el 27 de febrero de 1978.5,6

Fig. 1 El Dr. Dihigo Llanos en la época de la fundación de la revista Médica

Desde muy joven, fue el arquetipo de hombre dotado de inquietud intelectual sobresaliente y actitud dominante y emprendedora. Debido a su extraordinaria curiosidad intelectual y a su capacidad de trabajo, Dihigo se hizo presente en los más distintos ámbitos de la vida social y del conocimiento. Influyó tanto en la escena médica como en la pedagógica y la social. Fue, tal vez, el matancero con mayor peso científico, médico, pedagógico y de más alta proyección pública a mediados del siglo XX. Aunque pueda pensarse, desde luego, en otras personalidades, cuya obra se prefiera a la de Dihigo, nadie como él tuvo la gravitación simultánea que poseyó en esos campos.

Al decir del Dr. Ismael Clark,7 es de los hombres en cuya vida y obra existe una contribución que trasciende sus campos de desarrollo en particular, y se proyecta en la conceptualización de la ciencia como sólido puntal del desarrollo de la nación. Fundamento más que suficiente lo constituye su inclusión entre los once matanceros reseñados en Cien figuras de la ciencia en Cuba,8 quienes, según el coordinador de la obra, constituyen parte fundamental de la historia del movimiento científico cubano, y devienen ejemplos de consagración a la profesión.

La trayectoria personal, intelectual y política del Dr. Mario Dihigo, puede mostrar uno de los derroteros a través de los cuales han discurrido las ciencias médicas y pedagógicas en Matanzas. De igual forma, debe ser recordada su dimensión ética: la del hombre de ciencia que aprende de la experiencia diaria -sin olvidar la responsabilidad moral de comunicarla- e inherente a su condición de sujeto moral que reflexiona sobre las normas y valores que rigen la sociedad en que vive.

Si bien es estimable la marca física o material a través de los objetos en los legados, la referencia al suyo no estará centrada solo en los elementos tangibles y materiales (salvo en uno, la revista Médica) que integran también su legado, como su biblioteca particular, la propiedad intelectual, sus libros -que rompieron cualquier estructura y abordaron, como su personalidad, múltiples aristas-, los lugares y objetos asociados a su memoria, su archivo documental -incluyendo correspondencia, fotografías, libros de otros autores aunque suyos también, reseñas, manuscritos, primeras ediciones, certificados, premios, papeles curiosos-, pinturas, esculturas, objetos cotidianos y domésticos, y en general todos los documentos que ayudan a entender su vida y obra y su relación con la sociedad; también en la imagen proyectada (científica, literaria, política, social, moral y en las relaciones personales con otros profesionales). Sus libros de textos, editados y utilizados en múltiples países, constituyen también un gran legado.

Es realmente difícil deslindar los componentes del legado social del Dr. Dihigo, quien perteneció y aportó a múltiples organizaciones, pero es oportuno destacar su decisiva labor organizativa y/o fundacional en organizaciones médicas, sociales y, sobre todo, en la Escuela Normal para Maestros.

En el espectro social cubano, la clase media -con su composición heterogénea-, y dentro de ella la intelectualidad, tuvo un papel significativo en la preservación y desarrollo de la conciencia e identidad nacional, aunque no siempre comprendiera -al menos en profundidad- el nuevo fenómeno socioeconómico que se desarrollaba y no siempre aportara soluciones maduras; pero fue la alternativa de la cultura como vía de formación de la conciencia, una de las que se sucedieron como solución al problema nacional. Ese análisis de López Civeira,9) puede ser particularizado perfectamente en la figura del Dr. Dihigo, contextualizándola y ubicándola adecuadamente en el horizonte sociocultural cubano.

Por un lado, fue miembro fundador del Grupo Índice, y con toda seguridad de la Asociación de Artistas y Escritores Matanceros y del Grupo Daduco, que fueron sucesores de Índice.10 Fue también miembro del Liceo de Matanzas, del Club de la Victoria y de la asociación Amigos de la Cultura Cubana. En 1923 era presidente del Club Rotario de Matanzas (Rotary International),11 institución dedicada a desarrollar una labor social en colaboración con instituciones educativas, públicas y privadas, primando la defensa de la nacionalidad cubana mediante la cultura, la literatura y enseñanza de la historia nacional y local.12) Entre 1935 y 1936, fue el Gobernador Rotario del Distrito No. 25 (Cuba). Estuvo afiliado inicialmente al Partido Revolucionario Cubano (Auténtico), por donde es electo para participar en la constituyente de 1940, y posteriormente a la Ortodoxia (Partido del Pueblo Cubano, Ortodoxos), por donde estuvo nominado a la Alcaldía de Matanzas.

Fue miembro de la Academia de Ciencias Médicas, Físicas y Naturales de La Habana, de la Sociedad de Estudios Clínicos de La Habana, Presidente de la Sociedad de Medicina y Cirugía de Matanzas, así como miembro Titular del Colegio Interamericano de Radiología y de diferentes sociedades radiológicas extranjeras. Fundó la Federación Médica de Cuba y el Colegio Médico de Matanzas, donde ocupó varias responsabilidades, y fue electo en varias oportunidades delegado a la Asamblea Nacional de dicha agrupación. Perteneció también al Ateneo de Matanzas, donde presidió su Sección de Ciencias. En todas las asociaciones estableció su impronta formadora, de eticidad y civismo.

Crítico acérrimo de la política de entonces, con sus posturas que, más allá de lo controversial, nunca eran previsibles y respondían tanto al sentido común como a un irredento manejo de la ironía, enfrentó a politiqueros, a quienes incomodaba con sus ideas, vertidas en verbo o texto. Logró hacer una suerte de resistencia contra la miseria moral y material: su encarcelamiento durante el gobierno del dictador Gerardo Machado -presidente de la República de 1925 a 1933-, cuando por demás estuvo sin empleo y salario;7 su postura y planteamientos durante la huelga médica de 1932;13 su idea convertida en debate internacional sobre la necesidad de socializar la Medicina;14 sus propuestas de enmienda a la constitución del 40: supresión de la Lotería Nacional, supresión de la inmunidad parlamentaria y la devolución de la Ciénaga de Zapata a Matanzas, restableciendo sus límites con Las Villas; sus críticas y posición hacia y ante varias figuras de la vida política y social; así como sus mensajes en su corta carrera política, lo atestiguan. He aquí otro de sus legados, herencia a su vez de su padre, Emilio Dihigo Mestre, capitán del Ejército Libertador y miembro del reconocido Regimiento de Infantería “Betances” del Departamento occidental, 5to Cuerpo, 3ra Brigada.15 Este fue también amante de su nacionalidad y defensor de la doctrina finlaísta.16

En un principio, Dihigo se sintió inclinado a la especialidad de garganta, nariz y oídos, pero luego se dedicó a enfermedades de la piel, sífilis y vías urinarias y, definitivamente, a la Radiología, donde sin duda marcó, en Matanzas, un antes y un después en el estudio y desempeño de esta especialidad médica. En 1923, el Dr. Tamargo le había ofrecido la plaza de radiólogo de su clínica, ubicada en la esquina suroeste de las calles Río y Jovellanos, en la ciudad de Matanzas.

Para prepararse pasó una temporada en La Habana con su compañero de curso y excelente amigo, el Dr. Pedro Leandro Fariñas Mayo, figura emblemática de la medicina cubana y una de las máximas autoridades de la Radiología de todos los tiempos, quien aun antes de terminar sus estudios de Medicina, ya se había vinculado a esa especialidad. Prueba de la amistad y el respeto que se profesaron, lo constituye el hecho de que el Dr. Fariñas, en su condición de presidente del Congreso del Colegio Interamericano de Radiología Habana 1946, le encargara la clausura del mismo; la apertura había corrido a cargo del presidente de la República.13) Al Dr. Fariñas Mayo lo reconoció como amigo y maestro.17 Tras su entrenamiento con el Dr. Fariñas, pasó en Chicago un curso de técnica y otro de interpretación radiológica.13

Fue médico interno del hospital civil (Santa Isabel). En 1926 obtuvo, por concurso, la primera plaza de radiólogo en el Sanatorio de la Colonia Española. En 1927 fue nombrado radiólogo del hospital Santa Isabel, en 1930 del Hospital de Homicultura, y en 1936 médico de la Colonia Infantil de Matanzas.

En 1937 instaló su gabinete radiológico en la calle Byrne (Contreras) no. 98½. Continuó atendiendo el gabinete de la clínica Tamargo hasta que se efectuó su adquisición por el grupo que fundó el Centro Médico. En agosto de 1945, trasladó su consulta a la casa marcada con el número 85 de la propia calle Byrne,13) desde donde también dirigió Médica en los últimos años de su segunda etapa. Allí permaneció hasta su jubilación en 1953.

El legado familiar corresponde a aquel conjunto de bienes materiales o inmateriales (cultura, creencias, idiomas, valores, tradiciones, religiones, ideologías, patrimonio emocional, etc.) que una persona cede a otra u otras, quienes a su vez deben mantener, conservar o transmitir esos mismos bienes a lo largo de la historia familiar a futuras generaciones y sucederlos a los demás legatarios cuando sea el momento adecuado.18) Este se transmite a las generaciones o miembros de una familia, mientras que los demás tipos de legado se transmiten a los ciudadanos pertenecientes a una determinada comunidad. Los hijos nacen con una importante herencia genética, pero sus vidas son modeladas por la interacción con el entorno familiar y la cultura a la que pertenecen. De modo que el legado de los padres empieza en el momento mismo en que nacen los hijos; de cualquier manera, se construye día a día. Por ello, el auténtico legado familiar empieza en vida. Para los autores, los hijos son, individualidades aparte, el legado mejor. Y ese fue otro de sus grandes legados: creó una familia que tuvo entre sus virtudes decidir sus propios derroteros, libres de pensar y de sentir acorde a sus vivencias, incluso para con él. De modo que, aunque indiscutiblemente básico, el legado biológico tiene que competir en él con el social y cultural.

Por otra parte, su inmenso legado pedagógico no está unido exclusivamente a su obra de formación, que incluye sus libros de texto y otros medios de enseñanza. La afirmación está basada en hechos como su incorporación, con 66 años, a la Campaña de Alfabetización; o que asumiera más tarde la enseñanza de Anatomía, Fisiología e Higiene en Minas de Frío, en las montañas de la Sierra Maestra, a 800 km del hogar -al que se había retirado diez años antes por un desprendimiento de retina, aunque mantenía el contacto con la Escuela Normal-; o la donación de los ingresos por derechos de autor de uno de sus textos para la compra de materiales de enseñanza.

Pensaba instalarse con quien sería su esposa, Antonia Garrigó -compañera también, en la Escuela Normal, en despidos y suspensiones de salario-, en Bejucal, donde en definitiva comenzó a trabajar como médico; sin embargo, un hecho cambió el curso de sus vidas y repercutió en la de muchos: se proyectaba la fundación en Matanzas de la Escuela Normal para Maestros.13

Aunque excelsa fue también su enseñanza en el colegio Arturo Echemendía y en la Academia de Artes Plásticas -donde de un modo innovador impartió Anatomía Artística, preparando los materiales didácticos necesarios-, la simbiosis que se estableció entre la Escuela Normal para Maestros y el Dr. Dihigo fue simplemente magna.

Las escuelas Normales -como luego otras formas de enseñanza pedagógica- merecen un reconocimiento social superior por su labor en la siembra del saber. En el caso particular de Cuba, sus profesores formaron a generaciones de educadores, dando continuidad con ello a la herencia pedagógica recibida desde Varela, a la vez que su obra se convertía en legítimo precedente de lo logrado en los años subsiguientes. Amén de sus objetivos y la sabiduría de sus claustros, la lucha social del estudiantado, de donde emanaron nombres como Frank País y René Fraga, las singulariza.

Cuando fue necesario, sus estudiantes marcharon junto a sus hermanos del Instituto de Segunda Enseñanza y a sus hermanos mayores de la Universidad, para derribar dictaduras y en busca de la reconstrucción político-social de la nación. Entonces, el apoyo de sectores del profesorado estuvo presente también en figuras como Medardo Vitier y el Dr. Dihigo -junto a otros-, quienes fueron blancos de represalias. Por mandato de ley, surgió la Escuela Normal de Matanzas; en el transcurso de 1918 se buscó y acondicionó el local donde nacería. También en ese año, el Dr. Francisco Domínguez Roldán, secretario de Instrucción Pública y Bellas Artes, convocó a oposición para cubrir las cátedras de dicha escuela. El Dr. Dihigo, quien apenas once años atrás había sido reconocido como alumno eminente del Colegio La Luz por su director y fundador Eduardo Meireles, se convertía ahora en el más joven de los maestros que conformaron aquel primer claustro de la Escuela Normal. El acto oficial de apertura se celebró el 15 de noviembre de 1918, con la asistencia de su fundador, el Dr. Domínguez Roldán.19

Mario Emilio Dihigo Llanos amaba por igual la práctica de la Medicina y de la docencia. La reconocida pedagoga Consuelo Miranda atestigua -en palabras por el 70 aniversario de la graduación del Dr. Dihigo como médico-,20) que brindaba a ambas, idéntica devoción. Estaba dotado maravillosamente para enseñar. Todos sus alumnos admiraban sus cualidades de profesor y le respetaban en grado superlativo, y este respeto no emanaba solo del dominio absoluto de la ciencia que impartía, sino del todo armónico que integraban su saber, su calidad humana y el enorme prestigio que le acompañaba. Fue, sin discusión, uno de los más eminentes profesores de Matanzas. Como radiólogo gozó de una gran reputación; tanto en Cuba como fuera de ella recibió honores y distinciones. Amplió sus conocimientos médicos tomando cursos relativos a su especialización en universidades estadounidenses y en París. Colaboró en revistas médicas, aportando información sobre los resultados en el tratamiento de numerosos casos. Establecía entre la función educacional y la médica una estrecha vinculación y las señalaba como dos direcciones de una misma fuerza.

Para estos autores, el legado más significativo de Mario Dihigo, amén de su familia y su inconformidad con el estatismo, es la revista Médica -predecesora de la actual Revista Médica Electrónica-, donde definitivamente se funden medicina y enseñanza.

Médica, la revista

Con relación a la revista en sí, dos puntos principales deben ser considerados: su contenido y su significación histórica.

Recorriendo con atención la historia inicial de la publicación, puede observarse que guarda en sus páginas trabajos científicos, actualizaciones terapéuticas, cartas, caricaturas, editoriales especiales, fotos, cuentos, homenajes a personalidades e instituciones y toda una historia de eventos médicos que tuvieron lugar en la Atenas de Cuba, haciéndola material de referencia obligada para médicos e historiadores (fig. 2). En todos aquellos números, siempre Médica fue escuela.21

Fig. 2 Índice del primer número de Médica

La creación de la revista constituyó un acontecimiento de gran valentía y responsabilidad. Respondió a la necesidad de expresar los conocimientos e inquietudes de sus creadores, a la vez que estableció una fuente de información y de difusión científica indispensable entre la comunidad médica, en especial de Matanzas.

Uno de sus ideales fue demostrar la fortaleza científica de la colectividad médica. Como componente del movimiento científico de entonces, constituyó vehículo de transmisión y almacenamiento del conocimiento, a la vez que pretendía estimular la investigación y favorecer el flujo de información, constituyendo, además, un medio de divulgación de la historia. Tuvo también una destacada función social como difusora de la ciencia, y en la creación y funcionamiento de distintas instituciones y actividades.

La revista es fruto de un esfuerzo colectivo. Sus fundadores fueron: Mario E. Dihigo, director; Oscar Forest Díaz -cirujano eminente y también radiólogo-, subdirector; el Dr. Jorge A. Trelles como secretario de redacción, y Ramón Buiga como administrador. A ellos se unió un cuerpo de redacción de lujo: veintinueve redactores1) a los que se fueron sumando otros valiosos compañeros en las distintas etapas de la revista y que, entregando conocimientos y buena parte de sus vidas desinteresadamente a la investigación y a la docencia, contribuyeron a la formación de discípulos, quienes a su vez formaron a los que hoy engrandecen y aseguran la medicina en Matanzas. Médica radicó en sus primeras épocas en Milanés 22, 19, 81 y luego en Byrne 85.1,16,22,23

Si bien un grupo grande de entusiastas se embarcó en la génesis, aquella tuvo, sin duda, como principal promotor, al multifacético Dr. Dihigo, aunque también hay que reconocer en el Dr. Oscar Forest a otra columna durante las primeras etapas. Mario lanzaba la revista con apenas 25 años, solo cuatro después de haber obtenido su título de Doctor en Medicina por la Universidad de La Habana (julio 4 de 1917), y a cinco días de haber realizado los ejercicios de grado en el Hospital Mercedes y en la Escuela de Medicina. En esta ocasión obtuvo sobresaliente ante un tribunal conformado por grandes figuras de la ciencia cubana, tales como Diego Tamayo, Emilio Martínez y Gabriel Casuso, habiendo sido autorizado y remitido el expediente al Presidente, Dr. Tamayo, por el Dr. Francisco Domínguez Roldán, a la sazón decano de la Escuela de Medicina.5

Constituyen un legado en sí mismas las presentaciones de la revista en 1921, y la del número que inició una nueva la etapa en 1942. Son memorables las palabras de Dihigo en aquel primer número, y luego las del primer número de 1942 (fig. 3), ahora veinte años más maduro, pero llamando de igual manera a la unión y a la concordia.22

Fig. 3 Primer número de 1942. Nuevamente llamando a la unidad y la concordia. 

Una revista científica representa el registro público que organiza y sistematiza los conocimientos acumulados, y constituye canal indirecto y formal del mensaje científico, pues se inserta en un proceso comunicacional que se inicia con la información creada por los autores, perfeccionada por editores, difundida y recibida por los usuarios, ya sea para integrarla y aplicarla a su actividad práctica o para generar nuevos conocimientos.24 Eso ha hecho Médica desde sus orígenes: registró y difundió los avances médicos, constituyendo una herramienta de intercambio y construcción colectiva del conocimiento, con lo que favoreció el desarrollo profesional y académico de autores y lectores, a la vez que emergía como memoria de la ciencia en Matanzas. Y en este último sentido, la revista trasciende también en la configuración de la historia de la literatura científica matancera.

Ahora bien, mantener en circulación una revista científica puede ser insostenible, y así les ocurrió al equipo iniciador; pero la construcción de un patrimonio intelectual regional propio, que mostrara el aporte de la comunidad médica, constituía un acicate para enfrentar los desafíos que imponía el complejo proceso de comunicar la ciencia. Hasta un 150 % llegaron a crecer los gastos por impresión, mientras que los anuncios -fuentes de sustento- permanecían casi inamovibles. Llegados a ese punto, Médica tuvo que ser rescatada por el Colegio Médico, convirtiéndose en el órgano oficial de dicha corporación.23) Hasta el día de hoy, poner en circulación una revista científica es una decisión responsable, pues el grupo profesional que la sostenga debe considerar el costo económico que tiene la empresa, las fuentes financieras que se requieren, la idoneidad profesional y el compromiso que debe tener el grupo editorial. Lo contrario significaría perecer en poco tiempo y contribuir irresponsablemente a invisibilizar el trabajo que quedó en sus ejemplares y frenar el avance de un campo del conocimiento.

Otro de los aciertos de la revista, y que en definitiva la caracterizó, fue el uso de la caricatura (fig. 4). Para comprender mejor su importancia es necesario entender su definición. La caricatura es una representación artística, un recurso periodístico y un vehículo de humor. Es un arte gráfico, literario y una expresión artística del pensamiento. Al igual que los documentos escritos, constituye fuente para la comprensión del hombre a través del tiempo. Su propósito no radica solo en producir un efecto risible, sino también la reflexión. Es una fuente histórica de tipo testimonial y cultural. Se utiliza para rendir homenaje, hacer reconocimiento, adular, felicitar o festejar, cualidades muchas veces pasadas por alto.25 No se expresa solo por el dibujo, sino también a través de lo satírico y lo burlesco. Sin embargo, ha sido por medio del dibujo que ha tenido mayor difusión. A través de ella, también se emite una opinión.26 Llegados a este punto, habría que volver a destacar a Oskar (Oscar Forest), sin duda el más destacado en ese sentido, aunque no el único que las trabajó. En la segunda etapa, Daniel Torres jugó el rol principal como caricaturista, amén de que otro Forest -en este caso Enrique Narciso- y otros vertieron opiniones y caricaturizaron también en diferentes números. No obstante, el que sí se mantuvo a lo largo de las dos primeras etapas fue el Dr. Dihigo, con sus escritos mordaces y divertidos.

Fig. 4 Primera caricatura publicada en Médica, homenaje al Dr. Julio Ortiz Coffigny. 

Por todo lo anterior, es justo y necesario que Médica esté presente en bibliotecas, al menos del Sistema de Salud, y en cualquier otra general o de carácter provincial y nacional, como patrimonio documental resguardado. En Matanzas, si bien muchos de los números que se conservan han sido donados desde bibliotecas personales, no existe una colección completa; de modo que la digitalización de sus números, con la que pudiera accederse a la revista cien años después de iniciada su publicación, sería prueba, además, de la importancia que se le concede a la memoria científica. Una suerte similar deberían correr -de ser encontrados- los números de la, predecesora de Médica, la Revista de la Asociación de Estudiantes de Medicina, obra también fundada y dirigida por Dihigo y Forest, a los que acompañó, en este caso, Francisco Rabassa, cuando el primero era presidente de la Asociación de Estudiantes de Medicina.13

CONCLUSIONES

Mario Dihigo fue todo un artesano: moldeó medicina y pedagogía para bien de muchos. Amó su trabajo, al que imprimió su impronta. En ese devenir perseverante y diletante, creó su obra y, sin proponérselo, un modo de vivir su tiempo. Como parte de las instituciones y asociaciones socioculturales a las que perteneció, desarrolló una intensa actividad que ayudó al crecimiento cultural y educativo, así como al mantenimiento y defensa de la identidad nacional. Como hombre de ciencia, se hizo perdurable en el tiempo. Su práctica encierra en sí misma lo amplio y diverso de su profesión.

Médica, por su parte, como difusora del conocimiento científico, contribuyó a la adquisición de prestigio y credibilidad de la comunidad médica, facilitando además su integración. Favoreció también la construcción de una memoria colectiva del progreso científico de Matanzas. En la revista convergen las dos grandes vertientes del legado de Mario Dihigo: pedagogía y medicina, de ahí que los autores vean en ella su legado mayor. Esta fue, por demás, uno de los soportes esenciales del campo intelectual de Matanzas y, a su vez, la raíz de la Revista Médica Electrónica. Sus números son escasos, de difícil acceso, y la colección está incompleta en Matanzas. A los efectos de facilitar su acceso y consulta, es menester digitalizar los volúmenes impresos de sus diferentes épocas, priorizando lógicamente las etapas más antiguas.

REFERENCIAS BIBLIOGRÁFICAS

1. Dihigo Llanos ME. Profesión de fe. Médica. 1921;1(1):1. [ Links ]

2. Sainz de Robles FC. Ensayo de un diccionario español de sinónimos y antónimos. La Habana: Edición Revolucionaria; 1968. p. 573, 675. [ Links ]

3. Fernández Domingo JI. Derecho de sucesiones. Madrid: Editorial Reus, S. A.; 2010. p. 10-12. [ Links ]

4. Real Academia Española. Diccionario de la lengua española [Internet]. Madrid: Real Academia Española; 2020 [citado 10/01/2021]. Disponible en: Disponible en: https://dle.rae.es/legadoLinks ]

5. Universidad de la Habana.Expediente del Sr. Mario E. Dihigo y Llanos. 1912. La Habana: Universidad de La Habana, Archivo Histórico, Secretaría General, La Habana; 2020 legajo 111, no. 913, nueva numeración 5226. [ Links ]

6. Ferreira Moreno VG. El Dr. Domínguez Roldán visto por el estudiante Mario Dihigo. Rev Méd Electrón [Internet]. 2016 [citado 20/11/2020];38(5). Disponible en: Disponible en: http://scielo.sld.cu/scielo.php?script=sci_arttext&pid=S1684-18242016000500017&Ing=esLinks ]

7. Clark Arxer I. Prólogo. En: García Blanco R (coord.-ed.). Cien figuras de la ciencia en Cuba. La Habana: Editorial Científico-Técnica; 2002. p. 21. [ Links ]

8. García Blanco R. Panorama de la historia de la ciencia en Cuba. En: García Blanco R (coord.-ed.). Cien figuras de la ciencia en Cuba. La Habana: Editorial Científico-Técnica ; 2002. p. 24. [ Links ]

9. López Civeira F, Loyola Vega O, Silva León A. Cuba y su historia. La Habana: Editorial Félix Varela; 2005. [ Links ]

10. Ruiz Santoyo HD. Contribución del Grupo Índice a la divulgación de la Historia [Internet]. Matanzas: Sede Universitaria Medardo Vitier Guanche; 2007 [citado 20/11/2020]. Disponible en: Disponible en: http://monografias.umcc.cu/monos/2007/sum_matanzas/m07289.pdfLinks ]

11. Magazine La Lucha. Matanzas. La Habana: La Lucha; 1926. p. 160. [ Links ]

12. Diago López IM. Impronta de la mujer en Rotary: sus acciones en pro del desarrollo educacional matancero durante la primera mitad del siglo XX [Internet]. Matanzas: Universidad de Matanzas; 2019 [citado 20/11/2020]. Disponible en: Disponible en: http://cict.umcc.cu/repositorio/directorio_eventos/Humanistica%202019/res/Ileana_Diagoo__Jueves.pdfLinks ]

13. Dihigo Llanos ME. Recuerdos de una larga vida. Cuad Hist Salud Pública. 1974;60(3):89-94. [ Links ]

14. Perry CR. Annual report of the Board of Directors. En: The 1940 convention. Proceedings book. Chicago: Rotary International; 1940. p. 348. [ Links ]

15. Roloff Mialofsky C, Forrest Vélez G. Índice alfabético y defunciones del Ejército Libertador de Cuba, Guerra de Independencia, iniciada el 24 de febrero de 1895 y terminada oficialmente el 24 de agosto de 1898. Habana: Impr. de Rambla y Bouza; 1901. p. 249. [ Links ]

16. Dihigo Llanos ME. Por los fueros de la verdad histórica. Médica. 1948;7(1):122-4. [ Links ]

17. Dihigo Llanos ME. Dr. Pedro L. Fariñas Mayo. In memoriam. Médica. 1951;10(2):18-20. [ Links ]

18. Baldwin M, Molina LE, Naemi P. Exploring the influence of family legacy on self and identity. Self and Identity [Internet]. 2018 [citado 10/01/2021];19(1):1-21. DOI: 10.1080/15298868.2018.1526820. [ Links ]

19. Ramírez Mendoza PR. Una historia del desenvolvimiento íntegro de la Escuela Normal de Matanzas. La Habana: Editorial Lex; 1947. [ Links ]

20. Miranda Miravet C. Testimonio leído en el acto en memoria de Mario E. Dihigo Llanos, con motivo del 70 aniversario de su graduación como médico. Matanzas: Museo Provincial Palacio de Junco; 29 jun. 1987. [ Links ]

21. Pérez Ortiz L. La Revista “Médica”. Apuntes para su historia. Rev Méd Electrón [Internet]. 2006 [citado 10/06/2020];28(3). Disponible en: Disponible en: http://www.revmedicaelectronica.sld.cu/index.php/rme/article/view/284Links ]

22. Dihigo Llanos ME. Nuestro saludo. Médica. 1942;1(1):1. [ Links ]

23. Dihigo Llanos ME. Nuestro retraso. Médica. 1953;12(1):1. [ Links ]

24. Mendoza S, Paravic T. Origen, clasificación y desafíos de las revistas científicas. Investigación y postgrado [Internet]. 2006 [citado 10/01/2021];21(1). Disponible en: Disponible en: http://ve.scielo.org/scielo.php?script=sci_arttext&pid=S1316-008720060001000&lng=es&nrm=isoLinks ]

25. Borregales Y. Importancia de la caricatura como fuente de conocimiento histórico. Tiempo y Espacio [Internet]. 2017 [citado 10/01/2021];27(68). Disponible en: Disponible en: http://ve.scielo.org/scielo.php?script=sci_arttext&pid=S1315-949620170002000&lng=es&nrm=isoLinks ]

26. Ramírez Sánchez MC. La caricatura como fuente en el estudio de la historia. HistoriAgenda [Internet]. 2017 [citado 10/01/2021];(35):55-62. Disponible en: Disponible en: https://www.cch.unam.mx/comunicacion/sites/ www.cch.unam.mx.comunicacion/files/subidas/Historiagenda35.pdf [ Links ]

Recibido: 23 de Junio de 2021; Aprobado: 29 de Junio de 2021

*Autor para la correspondencia: victorf.mtz@infomed.sld.cu

Los autores declaran la no existencia de subvención institucional, así como la ausencia de conflictos de intereses. Igualmente, asumen la responsabilidad frente a todos los aspectos del manuscrito

Víctor G. Ferreira Moreno: conceptualización, análisis formal, investigación, metodología, administración del proyecto, supervisión, suministro de materiales de estudio, validación, visualización, redacción, revisión y edición.

Joaquín García Dihigo: análisis formal, investigación, metodología, supervisión, suministro de materiales de estudio, validación, revisión y edición.

Teresita de J. Calvo Oliva: investigación, metodología, visualización, redacción, revisión y edición.

Yairis Arencibia Fleitas: suministro de materiales de estudio, redacción, revisión y edición.

Alfredo Lauzurica González: metodología, validación, visualización, redacción, revisión y edición

Creative Commons License Este es un artículo publicado en acceso abierto bajo una licencia Creative Commons