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El artículo “Pesquisa activa de pacientes sintomáticos respiratorios: esencia de la prevención de la covid-19”, de Arístides García Herrera y otros,1) nos resultó interesante y motivó una reflexión desde la docencia médica, teniendo en cuenta que, como expresa dicho texto, esta actividad se declaró por los rectores de las universidades de Ciencias Médicas cubanas, mediante resolución, como parte del Trabajo Comunitario Integral, y se controla por los directivos de la universidad, siendo los estudiantes de las carreras de Ciencias Médicas los principales participantes.
Son irrefutables los resultados de Cuba en el enfrentamiento a la pandemia del nuevo coronavirus SARS-CoV-2, que ha tenido como base un sistema de salud con orientación a la Atención Primaria. Numerosos han sido los estudiantes de las carreras de Ciencias Médicas que han participado, de modo organizado y responsable, en el control de la emergencia sanitaria mundial de mayor magnitud de la era contemporánea, con la realización de la pesquisa activa, que permite implementar estrategias de prevención de enfermedades y promoción de salud.2
El artículo en cuestión1 plantea la necesidad de una capacitación del personal involucrado, que incluye a los estudiantes, por lo que sería importante resaltar los aspectos más esenciales del proceso de la comunicación en salud. Cabe recordar que algunos estudiantes, por el año que cursan, no es posible que muestren dominio de habilidades comunicativas, pero esta situación sanitaria podría ser un buen marco para acercarse a los problemas de salud que deberán resolver en el futuro.
Otro aspecto que motivó nuestra reflexión es el referido a que en la acción sanitaria de los estudiantes no existe interacción médico-paciente, aunque ellos deben indagar para conocer si existen personas con manifestaciones respiratorias y sus contactos, y se les orienta mantener una estrecha relación con los líderes de la comunidad, lo que les facilitará el cumplimiento de la tarea y la realización de la labor educativa cuando sea necesario. A pesar de que los estudiantes no se encuentran en los escenarios docentes habituales, la formación y el adiestramiento académico no se detienen. El reordenamiento del proceso docente-educativo da salida a las estrategias curriculares y sistemas de conocimientos necesarios para la formación, al tomar como base el modelo del egresado.2
En situaciones estresantes como las generadas por la covid-19, la capacidad de expresarse, las dudas y el miedo a preguntar las consecuencias reales del proceso, están enmascarados por preocupaciones. Por ello, hay que profundizar en la interacción comunicativa con las personas declaradas vulnerables en la estrategia sanitaria del país, algunas de las cuales viven solas, o con deterioro cognitivo u otros problemas de salud.
La comunicación resulta verdaderamente humana cuando es concebida como una alianza, respetuosa de la dignidad y los derechos humanos, en un ambiente de confianza y empatía, con escucha atenta, activa y afectiva; sin contradicciones entre el lenguaje verbal y el extraverbal, como observación para obtener y brindar la información necesaria para dar solución al problema de salud; para aprender a situarse psicológicamente en el lugar del otro, pensar siempre en no hacer daño y evitar mensajes incomprensibles; no interrumpir, sancionar ni juzgar a las personas; y evitar las preguntas cerradas y escribir, mirar el reloj y evidenciar que no se tiene todo el tiempo para el proceso comunicativo. Todo esto hace posible que en la acción sanitaria estén unidos indisolublemente el arte y la ciencia, para lograr la verdadera sanación, que no se logra solo con la alta competencia científico-tecnológica del médico.3-5
Por último, y a manera de resumen, la publicación es satisfactoria,1) ya que aborda un tema esencial y urgente de salud. Y es que en nuestro país, donde esta es un derecho del pueblo y una responsabilidad del Estado, es obligatorio mostrar profesionalismo en la actuación médica, cuya base son las relaciones interpersonales.
