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Humanidades Médicas

versión On-line ISSN 1727-8120

Rev Hum Med v.6 n.1 Ciudad de Camaguey ene.-abr. 2006

 

 

Artículo

 

La ideología en el debate filosófico de lo moderno y lo postmoderno.

Ideology in Modern and Postmodern phylosophic discussion.

 

Autor

 

Fidel Martínez Álvarez. Profesor de Filosofía y de Estudios Sociales de la Ciencia y la Tecnología del Instituto Superior de Ciencias Médicas Carlos J. Finlay de Camagüey, Cuba. E-mail: fidema@finlay.cmw.sld.cu, fidema59@yahoo.es

 

Resumen

El debate filosófico sobre los temas centrales de la relación modernidad – postmodernidad no ha perdido vigencia y más bien se ha desplazado hacia sus connotaciones gnoseológica y epistemológica, es decir, hacia las polémicas referidas a la relación Filosofía – Ciencia, dentro de la cual ocupa un lugar especial el tema de la ideología. En esta primera década del tercer milenio se recrudece la labor desideologizadora del imperialismo como parte de su política hegemónica fundada en la globalización neoliberal. Ante la desenfrenada carrera por el dominio del mundo y las crecientes calamidades sociales y ambientales generadas por el capitalismo salvaje, se precisa de una verdadera y profunda revolución en las ideas, Como modesta contribución a esta batalla se presenta este trabajo con el objetivo de sistematizar los diversos enfoques del concepto de ideología y su expresión en el contexto del debate filosófico de lo moderno y lo postmoderno.

Palabras Clave: FILOSOFIA

Introducción

Desde lo más general analizar el concepto de ideología implica un enorme reto y lleva, ante todo, a una circunstancia muy compleja. Se precisa de la comparación de este término con otros comunes o parecidos que se hayan establecido en la historia del pensamiento filosófico, lógico y científico.

En sentido general, esclarecer las bases conceptuales, especialmente de carácter gnoseológico, que subyacen en el nuevo enfoque filosófico que aquí se pretende proponer sobre la ideología, constituye una divisa muy importante para la solución de cualquier interrogante sobre este tema, pues de la comprensión que se tenga de estas premisas filosóficas, dependerá la interpretación que se obtendrá de su contenido.

Con el derrumbe del socialismo en la Unión Soviética y en los países de Europa del Este, así como con la euforia triunfalista del imperialismo y, en consecuencia, con sus intentos de globalizar el neoliberalismo, el postmodernismo y la desideologización, la humanidad se enfrenta a nuevos y enormes retos para la supervivencia. Es por ello que en el plano de las ideas se deben librar duras batallas para contrarrestar los embates de las teorías reaccionarias que pretenden acabar con los mejores y más nobles valores e ideales del movimiento progresista internacional.

En estos tiempos uno de los conceptos más fustigados por la demagogia imperialista ha sido el de ideología, (i) el cual se ha pretendido eliminar no sólo de la filosofía, sino del lenguaje y la cultura de los pueblos en general. No obstante, en Cuba en las últimas décadas, se ha consolidado una trinchera de combate en defensa de nuestra ideología que, saliendo con gallardía de la crisis espiritual de estos tiempos de transición, va dejando atrás las trifulcas teóricas generadas por mercenarios de las ideas de la globalización neoliberal, del postmodernismo aberrado y de las demás doctrinas desideologizadoras del imperialismo.

Estas son trifulcas que, en honor a la verdad, no dejaron de estar motivadas también por el dogmatismo de unos y las insatisfacciones de otros, en tiempos de amenazas, limitaciones y sacrificios propios de los períodos de crisis. El desprecio a las ideologías, a las utopías y a la historia es una práctica propia de los mercaderes de las ideas o de miopes que no perciben las oportunidades de las crisis y mucho menos el vigor y las oportunidades que proporcionan a los revolucionarios.

En los círculos académicos de la Cuba que se recupera de los avatares del Período Especial ya se comparte el criterio de que: "... parece haber quedado atrás los tiempos en que los sepultureros de la ciencia – parientes de los que hoy amontonan tierra sobre las categorías de progreso, ley, totalidad o necesidad – fabricaron un ataúd ideológico para el concepto de ideología y proclamaron, junto al feliz advenimiento de sociedades postindustriales y postburguesas, el fin de las ideologías, en medio de una ideologización virtualmente absoluta de los medios de información masiva y, en general, de todos los canales de comunicación entre los hombres" (1).

Ante tal situación se precisa del uso del concepto de ideología en su sentido más amplio, pues ella, como sistema de presupuestos teóricos más generales, constituye la base de toda estrategia social en cualquier esfera de la actividad humana. En sí, los presupuestos ideológicos son premisas de la aplicación sistemática de las ideas referidas a un ámbito específico de la realidad; constituye, en síntesis, los fundamentos gnoseológicos y valorativos de las formas particulares de la conciencia social, tales como: política, jurídica, moral, científico-tecnológica, etc.

No obstante al esfuerzo de varios filósofos e investigadores sociales, todavía no se ha realizado un estudio del concepto de ideología en el sentido y con la finalidad que aquí se intenta. Históricamente, cuando este concepto ha sido tratado desde la filosofía y la política, se ha efectuado en un marcado espíritu disciplinar o parcelario. Algo parecido ha sucedido en el plano de otras ciencias sociales y humanísticas, donde se ha puesto el énfasis en los intereses de una o pocas disciplinas. A su vez, es muy significativo el hecho de que en el ámbito específico de la Filosofía de la tecnología y de la Sociología del conocimiento pocos autores le han prestado especial atención al estudio de la dimensión ideológica de los problemas que tratan. Mucho más crítica es la situación en la Filosofía de la ciencia, en la cual el tema de la ideología ha sido casi excluido, pues ha predominado el mito de la pretendida "neutralidad ideológica".

El hecho de que exista gran cantidad de enfoques sobre el concepto de ideología y que haya sido tratado desde tantas disciplinas ha proporcionado un rico pero complicado espectro de interpretaciones. Por ello resulta de gran interés sistematizar los diversos enfoques del concepto de ideología y su expresión en el contexto del debate filosófico de lo moderno y lo postmoderno.

Desarrollo

Hoy se puede percibir que todavía existe un reconocido apremio de discutir los llamados "problemas teóricos de la ideología. No cabe duda de que lo más urgente en este momento del desarrollo de las ciencias sociales es el estudio de las formas concretas de producción, circulación y consumo de ideología" (1).

Desde una primera mirada general abstracta, ideología es un concepto que posee una “enfermedad polisémica crónica”, la cual puede ser caracterizada desde una serie de grandes tendencias de interpretación sin agotar, ni mucho menos, su riqueza semántica.

Napoleón Bonaparte (1769-1821), influido por el sensualismo de Étienne Bonnot de Condillac (1715-1780), fue quien popularizó el calificativo de "ideólogo", a quien se le consideraba privado de sentido político y asumía posiciones demagógicas y apologéticas. Aquí nace precisamente una de las primeras deformaciones del concepto de ideología, al ser tomado en su forma despectiva y calificar así a quien tergiversa la realidad a favor de sus intereses y fines personales.

Ante tal deformación del concepto se necesita realizar una breve caracterización de otros términos similares y concomitantes con éste, algo que servirá para definir el punto de partida y trazar una ruta en el análisis. Por supuesto que ello conducirá a muchas interrogantes. Sin embargo, esto es muy útil, pues las dudas mismas llevarán hacia una mejor comprensión del concepto de ideología.

En el plano más simple y abstracto posible, como punto de partida en el análisis del concepto, se precisa tomar la tesis de Antoine Louis Claude Desttut de Tracy (1754-1836), quien consideraba a la ideología, en su significado más amplio, como teoría de las ideas. También, más o menos en este mismo sentido es que, Pierre-Jean Georges Cabanis (1757-1808) desarrolla su doctrina al respecto. Es significativo el hecho de que ambos fueron continuadores del pensamiento de Condillac.

Con esta definición abstracta general a la usanza griega antigua, Desttut de Tracy se convierte en uno de los fundadores de la teoría sobre la Ideología. En su concepción destaca como premisa el rasgo más general que asemeja este concepto con otros muy generales también, tales como: filosofía y lógica, pues, ante todo y precisamente, ambos términos significan: teorías de las ideas. No por casualidad en la Época Moderna, especialmente en el iluminismo europeo y latinoamericano, se difundió mucho una asignatura que se denominaba precisamente así: Ideología. Por ejemplo, Sucre, (ii) introduce en todos los colegios de Venezuela la enseñanza de esta como asignatura.

De hecho, el origen etimológico del término ideología denota explícitamente su esencia misma, sin embargo, ha sido desnaturalizado a lo largo de su historia semántica, pues otros términos han ocupado su lugar, por ejemplo, los ya mencionados términos, lógica y filosofía, de manera que incluso hoy nadie pone en duda que por su esencia sean teorías de las ideas. Esta confusión o tautología involuntaria codificada en la historia debe ser de alguna manera esclarecida. Por tanto, se precisa revelar la inconsistencia semántico-conceptual del término griego antiguo Filosofía, ya que su significado etimológico-psicológico de “amor a la sabiduría” no revela, ni siquiera se acerca a su verdadera esencia semántica y mucho menos expresa la especificidad de esta milenaria y universal forma del saber.

Es cierto que la Filosofía debe asumirse, ante todo, como teoría de las ideas, pero la propia etimología del término conspira contra la comprensión tanto de su objeto de estudio, como de sus funciones sociales. Parecería como que el término ideología fuese el ideal para revelar el verdadero significado de lo que hoy ha de entenderse como filosofía. Aunque estos desvaríos no son una regularidad en la historia de la cultura humana, ningún caprichoso “rigor lógico” en los conceptos puede borrar de un plumazo esta milenaria historia semántica de los términos codificados en el lenguaje.

A pesar de que la etimología de la palabra filosofía no la define como teoría de las ideas, su objeto real si lo testifica, por lo que el término filosofía también pudiera tomarse como sinónimo de ideología.

Algo parecido ocurre con el término Lógica, concebido desde los antiguos como tratado de las ideas, (iii) En esencia puede afirmarse que éste revela también el mismo significado etimológico que ideología. Las diferencias cualitativas más significativas entre estos términos sólo se pueden determinar al profundizar en los demás componentes constitutivos de la riqueza real de estos conceptos, es decir, cuando se penetra en la historia de su evolución, en la sus aspectos genético, estructural y funcional que en verdad le pueden caracterizar plenamente.

En el siglo XIX fueron Carlos Marx (1818-1883) y Federico Engels (1820-1895), quienes asumieron el concepto de ideología en un doble carácter: como “formas de conciencia” o conjunto de representaciones o ideas, en general, así como “falsa conciencia” en particular.

Es muy significativo el hecho de que no le dedicaran una obra filosófica especial al tema de la ideología,(iv) más bien dejaron cierta ambigüedad semántica en el manejo del término, algo que posteriormente se prestó para disímiles interpretaciones.

Según Eugenio Trías, en realidad Marx utilizó el concepto de ideología en esos dos sentidos, porque partió, por un lado de la perspectiva filosófica al considerarla como “formas de conciencia”, mientras que por el otro, asumió una comprensión sociológico-particular al definirla como “conciencia deformada” en tanto expresión de la génesis de la ideología burguesa en particular.

Una de las premisas gnoseológicas de Marx y Engels en el tratamiento del concepto se evidencia cuando expresan que:

“... en todos estos casos dichas ideas son una expresión consciente –efectiva o ilusoria- de sus verdaderas relaciones y actividad, de su producción, de sus contactos, de su organización social y política” (2)

Cuando Marx precisa que la ideología puede ser: efectiva o ilusoria (correcta o falsa) subraya que ello depende de la manera en que se reflejen las tres relaciones fundamentales del hombre con la realidad, es decir, 1) las relaciones del hombre con la naturaleza, 2) las relaciones entre sí, y, además, 3) acerca de lo que son con respecto a ellos mismos (3).

No obstante a las históricas veleidades en las interpretaciones, de pasajes como este de la obra clásica del Marxismo La Ideología alemana, se precisa una necesaria salvedad: no existen dos teorías marxistas de la ideología, sino una concepción dialéctico-materialista en desarrollo que caracteriza sociológicamente a la ideología y sus formas particulares de manifestación en el capitalismo de su época.

A su vez, Eugenio Trías afirma que en su uso actual el concepto de ideología denota un conjunto de representaciones mentales y connota una deformación de tales representaciones, así también, subraya sus momentos sustantivo y adjetivo para delimitar la diferencia entre las formas de conciencia científica y no-científica y correctas e incorrectas, etc. (3)

La tendencia racionalista en la Modernidad considera a la ideología como teoría no-científica o no lógico-experimental. Particularmente en l os debates en torno a este concepto en el proceso de formación de la Sociología clásica del conocimiento,(v) (finales del siglo XIX – inicios del XX) se ha perpetuado un prejuicio que todavía hoy no ha sido superado. La ideología es tomada solo en su forma concreta, esa que adopta en las condiciones propias de las sociedades divididas en clases descrita por Marx, es decir, como “falsa conciencia” o como la “forma política en sí” y esta es solo una de sus múltiples manifestaciones.

Precisamente, esta interpretación limitada, que se le ha dado a la concepción marxista, en la que se ha exagerado su naturaleza engañosa, es la que ha santificado la naturaleza política del concepto de ideología.

Incluso todavía hoy se subraya el siguiente postulado: la ideología es falsa conciencia en tanto que "… no es el sujeto quien se engaña a través de sus prejuicios o quien engaña a otros –consciente o inconscientemente--, sino que es la propia realidad la que engaña al presentarse con formas engañosas. La apariencia de los fenómenos engaña al sujeto y lo mistifica, lo fechitiza" (4)

En consecuencia, para estos autores, la ideología, según Marx, es sólo el medio teórico en que la clase dominante falsifica sin querer la realidad. Con esta caricaturesca interpretación de Marx, se pretende justificar la necesidad de la existencia del dominio de una clase sobre las otras. Esto es algo muy cínico, pues, de hecho, “este fenómeno engañoso” coincide con los intereses económicos de la burguesía en el capitalismo. En esencia, en semejante interpretación queda reducido el concepto de ideología a una de sus formas histórico-concretas, es decir, a la política.

Por otro lado, estos autores mucho menos comprendieron la esencia de lo que quiso decir en su tiempo el luchador húngaro Georgy Lukcács en "Historia y conciencia de clase":

"No es sólo que la realidad se oculta para engañarnos, pues ella misma se estructura también para su desvelamiento y, del mismo modo que engaña con formas fetichizadas a la burguesía, se presenta nítida y transparente ante el proletariado. De modo que es la propia realidad social la que, de una parte, nos mistifica y, de otra, genera al sujeto que puede eventualmente trascender la ilusión." (4).

En este contradictorio segundo postulado los autores no aclaran cómo "puede el sujeto trascender la ilusión", aunque reconocen que la interpretación de Lukcács de la tesis de Marx esclarece otra arista del problema. En verdad, este problema quedará resuelto solo cuando se reconozca que la ideología del proletariado no es “falsa conciencia”, sino una efectiva conciencia capaz de desvanecer la naturaleza engañosa de la realidad. A su vez, se precisa identificar la naturaleza engañosa de la falsa conciencia (ideología) de la clase dominante y reaccionaria en las condiciones de explotación y alienación propias del capitalismo.

Estas reflexiones nos llevan a reconocer, desde las posiciones de la concepción dialéctico-materialista de la historia, que para la Marx la ideología es algo más que falsa conciencia, pues ella puede y tiene que alcanzar como esfera del nivel teórico de la conciencia , en las condiciones favorables para ello, un carácter científico que descubra la naturaleza engañosa de las ideologías anti-científicas en todas y cada unas de las formas concretas de la conciencia social (moral, arte, religión, filosofía, derecho, ciencia) y no solo en la política como frecuentemente se hace.

Al asumir esta tesis se precisa hacer un énfasis especial en la naturaleza ideológica de la ciencia, la cual por cierto se está cuestionando en los últimos tiempos.

"Verdad, racionalidad, progreso, método científico, son temas que han llenado volúmenes y son parte de una concepción de la ciencia que hacia fines del Siglo XX es puesta en duda" (5)

Esta reflexión sobre la relación entre ciencia e ideología nos obliga a revisar la historia del debate sobre lo moderno y lo postmoderno, pues de hecho se están cuestionando los propios conceptos de ideología, filosofía y ciencia, es decir, son objeto del más despiadado ataque de las corrientes postmodernas.

Es incuestionable la necesidad de reflexionar sobre las concepciones postmodernas, (vi) tanto progresistas como reaccionarias sobre la racionalidad. Se precisa crear un punto firme para cimentar el edificio teórico del concepto de ideología que aquí se pretende replantear.

La postmodernidad nos alerta que están en juego no sólo tesis, postulados o categorías filosóficas y conceptos científico-particulares, sino la existencia misma de la propia filosofía, la lógica, la ideología y la ciencia. Esta sentencia, nacida hace ya 30 años,(vii) impone la necesidad de valorar críticamente, en el espíritu dialéctico hegeliano y marxista (no ortdodoxo, sino renovado), la relación modernidad - postmodernidad, para luego replantear todo lo restante (filosofía, ideología, racionalidad, objetividad, ciencia, tecnología, teoría, lógica, etc.).

Ante todo se exige definir el concepto de Modernidad, el cual se comprende como una larga época histórica que tiene sus orígenes en el Renacimiento. Esta época comienza con el propio proceso de génesis del modo capitalista de producción, cuando el trabajo asalariado se convierte en estímulo para satisfacer las necesidades mundanas del hombre, de manera que genera un giro en su concepción del mundo, la cual le sugiere una mirada hacia sí mismo, en lugar de seguir mirando a los cielos prístinos y divinos.

En la Modernidad para el hombre lo esencial es la comprensión de sus problemas sociales, es decir, su preocupación por lo histórico a través de la racionalidad objetiva que comienza a promover el pujante conocimiento científico y tecnológico. Tanto, los pensadores más avanzados del iluminismo del siglo XVIII, primero, como los genios del XIX (E. Durkheim, M. Weber y K. Marx), después, se esforzaron por establecer las bases teóricas del estudio de:

"Un nuevo objeto, la sociedad,... el primero no dejará de enfatizar la legitimidad de la nueva ciencia partiendo del hecho de que la misma, a diferencia de la especulación metafísica, aplica el método objetivante consagrado por los éxitos de las ciencias naturales; el segundo, disintiendo con este planteo, defenderá la idea de que el método de la sociología es un método propio, diferente del mencionado, pues reserva un papel a la subjetividad del investigador sin que, no obstante, esto afecte la objetividad y la neutralidad que caracterizan al conocimiento científico; el tercero, a diferencia de uno y de otro, tendrá a la vista una concepción de la objetividad científica que no pretenderá representar la realidad social sino poner de relieve la contrariedad, su carácter conflictivo, proporcionando un conocimiento que sirva a los fines críticos y emancipatorios de los que en ella sufren sometimiento y explotación" (6)

Así también, para la cultura occidental, la Modernidad es “… espacio y tiempo a dominar, conquistar, disponer, transformar e intervenir, y los usos de la razón para tal empeño serían la formalización, la sistematización, la experimentación, la contrastación empírica, la crítica especializada. Es este espíritu de vocación racionalista el que va a cualificar a la modernidad europea capitalista y sus procesos de expansión (cultural y social) progresiva sobre sí misma, y más allá también de sus fronteras en su imperialista empresa de dominación del mundo" (7)

Por otro lado, todavía en pleno esplendor de la Modernidad, V.I. Lenin (1870-1924) comprende y asume los conceptos de racionalidad e ideología con el mismo optimismo, pero con una especial manera de matizarlos, pues ante todo reconoce la necesidad de tomar en consideración el contexto histórico-concreto en el proceso mismo de definición de cualquier concepto, es decir, revelar la dialéctica de sus momentos universal, particular e individual. El genio ruso puso énfasis en el carácter científico de la Ideología marxista frente a la falacia oportunista de la ideología de los pseudorevolucionarios y en oposición radical ante el contenido reaccionario de la ideología burguesa.

En esta misma línea y precisamente como ejemplo de sistematización y racionalización (rasgos distintivos de la Modernidad) son muy representativas las ideas y reflexiones de Adam Schaff, marxista polaco que diferencia dos problemas en la definición del concepto de ideología:

1. La elaboración misma del concepto de ideología que puede realizarse teniendo en cuenta sus aspectos genético, estructural y funcional, de aquí su naturaleza compleja y polisemántica.

2. El razonamiento mediante una valoración gnoseológica de dicho concepto.

Para Schaff la ideología debe definirse a través de su momento genético-funcional (no toma en consideración su determinación estructural) como: "… el sistema de opiniones que, fundándose en el sistema de valores admitidos, determina las actitudes y los comportamientos de los hombres con relación a los objetivos deseados del desarrollo de la sociedad, del grupo social o del individuo" (8)

Schaff introduce una interpretación muy lineal del concepto de ideología, al punto de contraponerlo de forma muy absoluta con otras formas de conciencia, tales como la ciencia, la religión y el arte, entre otras. Sin embargo, indicó que con Lenin el concepto de ideología no es peyorativo e introduce la idea de clasificar a la ideología como:

1. científica.

2. no-científica.

3. anti-científica.

Adam Schaff tiene otras ideas muy interesantes, considera que las ciencias ideológicas por antonomasia son la filosofía, la economía y la sociología. A su vez, asevera que la ideología puede alcanzar un estatus científico apoyado en los datos empíricos que, en última instancia, son los que confirman su objetividad y justeza.

De hecho se percibe, según M.A. Quintanilla, que A. Schaff presenta limitaciones en su concepto de Ideología, pues:

•  Restringe la ideología sólo a aquellas formas de pensamiento referidas a los objetivos del desarrollo de la sociedad.

•  Reduce la ideología a sus aspectos político y moral.

Adam Schaff considera, además, que lo valorativo en la ideología limita la objetividad y por tanto su cientificidad. En consecuencia, es dogmático en la interpretación del carácter científico de la ideología, pues no lo demuestra ni teórica ni prácticamente; además, Quintanilla alega que Schaff oculta el problema más importante de la ideología, el cual se refiere a la génesis de su deformación.

Sin embargo, en honor a la verdad, A. Schaff dejó una idea muy aguda: “no toda Ideología es pensamiento deformado, pues existen ideologías gnoseológicamente correctas” (9).

Un destacado sociólogo de la ciencia que introduce algunos elementos subversivos en la visión moderna y racionalista de la ideología fue Karl Mannheim (1893-1947), emigrado húngaro, sociólogo del conocimiento. Aunque en su obra "Ideología y utopía", publicada en 1929, este pensador concibe a la ideología como visión del mundo peculiar de cada grupo humano que defiende sus intereses y valores histórico-culturales, sin embargo, hace énfasis en el carácter relativo del conocimiento y su veracidad (10).

Para Mannheim, tanto el conocimiento como su veracidad resultan siempre socialmente condicionados por las limitaciones propias de la época histórica y por el segmento social que la sustenta. De aquí la deformación y falsedad de toda ideología, lo cual sólo puede atenuarse, según Mannheim, recurriendo al "escepticismo honrado", algo que permite la diferenciación entre ideología total y particular:

•  Ideología total: es la estructura general del pensamiento de una época o grupo social, con trascendencia epistemológica como resultado necesario de una posición social histórico-concreta.

•  Ideología particular: es una parte del pensamiento del adversario (en su nivel individual y psicológico) que no tiene trascendencia epistemológica, vulnerable a las influencias de otros individuos que tratan de convencer al adversario de su "error" ideológico, el cual ha sido fruto de la apología a sus intereses individuales por encima de los grupales y de clase.

Según Mannheim la ideología puede ser:

•  Epistemológica (valorativa).

•  Empírico-descriptiva (no-valorativa).

Para Mannheim la ideología es a la vez:

•  Pensamiento práctico, porque responde a los objetivos de la acción humana (Política).

•  Conciencia deformada, pues es determinada por la estructura social y sus intereses clasistas, grupales e individuales (desvalorizada en el plano epistemológico).

En la teoría de este autor la ideología es sustituida por el concepto de "Perspectiva" como visión total del sujeto históricamente insertado en la sociedad concreta de su época. Aquí nos recuerda la definición abstracta y general de ideología realizada por Desttut de Tracy. En resumen, Mannheim realiza una manipulación liberal y positivista de la ideología desde su Sociología del conocimiento científico.

Para valorar una interpretación algo diferente tomemos las ideas fundamentales de un pensador francés que asume posiciones muy controvertidas en la comprensión de la modernidad y la racionalidad en general, y de la ideología de la ciencia en particular. Louis Althusser introduce una complicada teoría sobre la "naturaleza deformada" de la ideología, al considerar que la deformación ideológica de la conciencia no tiene su origen en la lucha de clases, sino en la "opacidad" necesaria de la estructura social.

Para Althusser el pensamiento social no es ideológico, sino científico. Por este camino se justifica el calificativo que le dio M.A. Quintanilla de "revisionista", pues para Althusser el pensamiento práctico no tiene carácter ideológico. Esto lo lleva a afirmar que el pensamiento social puede ser científico, pero no ideológico, lo cual justifica su concepción de la neutralidad científica, en la que le suprime la ideología a la ciencia (9).

Luego de realizar una valoración histórica sobre la evolución del término y tomar algunos de los autores más conocidos en la década del 60 sobre este tema, M. A. Quintanilla, sintetiza lo siguiente:

“Ideología: en el uso actual, denota un conjunto de representaciones mentales y connota una deformación de tales representaciones". Además, puede entenderse como: ¨...el sistema más o menos coherente, de ideas, por las que un hombre o un grupo de hombres se orienta en su práctica (ideología como concepción del mundo, frente a la ciencia como conocimiento parcial y preciso), entonces nos sentiremos inclinados a pensar que la deformaciòn ideológica es inherente a toda forma de conciencia científica y consiste, por lo tanto, en la falta de precisión o algo así” (9)

Para este autor es preciso esclarecer dos problemas para alcanzar una definición adecuada de este concepto: primero, determinar la naturaleza de la ideología y, segundo, explicar sus formas de producción espiritual.

Para determinar la naturaleza de dicho concepto se precisa concretarlo a partir de sus tres ejes definitorios básicos:

•  Genético (condiciones histórico-sociales de su aparición).

•  Estructural (por oposición a otras formas de conciencia: ciencia, religión, arte, etc.)

•  Funcional (por su papel en la vida de los individuos, grupos y sociedades histórico- concretas de una época).

M. A. Quintanilla, subraya la necesidad de no ceñirse sólo a una definición, sino concretarla a partir de sus tres ejes fundamentales y desplegar su caracterización a través de los siguientes momentos:

•  Todas las formas de conciencia están determinadas por las condiciones sociales de existencia (entre ellas la ideología).

•  Algunas formas de conciencia están ideológicamente deformadas.

•  La deformación ideológica consiste en la negación del carácter socialmente determinado e históricamente contingente de los contenidos y/o formas de conciencia.

•  La deformación ideológica de la conciencia está determinada por la división social clasista del trabajo (en trabajo intelectual y físico):

•  En cualquier forma de conciencia puede haber deformación "ideológica" (falsa o errónea ideología).

•  Las ciencias son "ideológicas" (asumir posiciones erróneas en la interpretación de la realidad concreta al defenderse solo los intereses de la clase explotadora), susceptibles de este tipo de deformación (a pesar de L. Althusser o de A. Schaff)

•  Ninguna forma particular de pensamiento puede ser considerada, de por sí necesariamente, deformada ideológicamente (las teorías y las formas de pensamiento pueden ser acertadas o erróneas).

•  La deformación no es una característica de una teoría en sí, sino de la interpretación y valoración metateórica de ella.

•  El simbolismo de los niños o de las "culturas primitivas" no son ideologías deformadas, sino en formación, pues existen ideologías desarrolladas y limitadas, correctas e incorrectas, científicas, no-científicas y anti-científicas, etc.

•  La Teología es ideología deformada por su carácter idealista y dogmático.

No obstante a la riqueza de esta caracterización de M.A. Quintanilla sobre el concepto de ideología, no ha sido favorecida por la divulgación, esto se debe a la hegemonía de la maquinaria mediática del Imperio. Aunque no se esté plenamente de acuerdo con todas sus tesis se precisa buscar nuevas alternativas para elevar su difusión en los textos, enciclopedias y manuales.

En concreto la batalla es muy difícil, porque en manuales, libros de textos, enciclopedias y diccionarios predominan definiciones de ideología muy ambiguas que enfatizan significados tan abstractos como el de "sistema de ideas" y también, reducen su concepto a su dimensión solo política, cuando definen la ideología como “... el conjunto de concepciones que expresan los intereses económicos de estados, organizaciones, clases y grupos sociales históricamente determinados".

Afortunadamente, en otros textos, aunque menos difundidos, se pueden encontrar definiciones más plausibles, ideología: “… es el sistema de ideas, creencias, juicios de valor, actitudes y opciones respecto a fines y objetivos, que se halla en el fondo, y que a la vez es el origen, de las opiniones, decisiones y actuaciones que los individuos adoptan en los asuntos sociales y políticos. Por motivos históricos, se ha adherido al término una connotación peyorativa de autoritarismo de las ideas, dominio sobre todo de una clase social sobre otra, y hasta de un género (o sexo) sobre otro (11)

Salvando las distancias entre la enorme profusión de textos populares que existen en el mundo y sin la posibilidad de poder matizar algunas de las definiciones que se distinguen sustancialmente entre sí sobre el concepto de ideología, se toma a continuación un ejemplo concreto, que no obstante a su fama y popularidad y utilizando una amplia explicación, no solo no llega a revelar la esencia real de este concepto, sino incluso tergiversa la concepción marxista del mismo:

"Ideología, amplio sistema de conceptos y creencias, muchas veces de naturaleza política, que defiende un grupo o un individuo. El término fue acuñado por el filósofo Antoine Destutt de Tracy, uno de los llamados ideólogos que intentó reformar la sociedad posrevolucionaria mediante una "ciencia de las ideas" pragmática.

Orígenes modernos

El concepto moderno nació con los escritos de Karl Marx, que pensaba que las ideologías eran sistemas teóricos erróneos formados por conceptos políticos, sociales y morales desarrollados y protegidos por las clases dirigentes en su propio beneficio. Para Marx las jerarquías religiosas, por ejemplo, intentan perpetuar sistemas de fe que en el fondo protegen el bienestar económico de los que están en el poder. Corregida por pensadores sociales posteriores, esta definición peyorativa de la ideología acabó por dominar el uso moderno del término. Siguiendo a Marx, los defensores de un sistema sociopolítico concreto se sentían libres para rechazar los argumentos de sus oponentes por estar fundamentados en alguna ideología, es decir, por ser falsos al fundamentarse en preferencias ideológicas del oponente más que en la situación real. Dado que esta táctica puede orientarse contra cualquier ideología, la confrontación de los sistemas doctrinales modernos se convirtió en un asunto estridente y apasionado dominado más por la propaganda que por argumentos racionales" (12)

Aunque el autor de tales líneas, en tan afamada enciclopedia (o quizás los autores, pues no aparece referencia alguna), se esfuerza por remarcar su “neutralidad ideológica”, no logra escapar de una determinada postura ideológica. Esto es evidente ya que la valoración teórica que realiza del concepto está cargada de compromisos ideológicos insoslayables, presupuestos en la concepción del mundo en que se ha formado. A su vez, esto queda patente también en la intencionada ausencia de un estudio serio de la evolución histórica del concepto de ideología.

Por otro lado, se revela en semejante caracterización un gran desconocimiento de la esencia de la concepción marxista de la ideología, pues se le atribuye a Marx determinadas tesis y valoraciones que nunca realizó. Además, la pobre síntesis, en la que el autor pretende atrapar la riqueza polisemántica del término ideología, constituye el principal delator de sus posiciones ideológicas.

Para ilustrar mejor como se globalizan las corrientes teóricas anticientíficas, dogmáticas y burguesas sobre el concepto de ideología sólo basta echar mano a cualquier manual o enciclopedia. En fin, es más fácil encontrar una aguja en un pajar que lograr adquirir un texto serio sobre este tema.

Es lógico que por su afán de lucro los monopolios de la transculturación no se interesen por publicar textos que revelen su propia naturaleza mezquina, manipuladora y expoliadora de los pueblos. Mucho menos les motiva publicar trabajos de quienes no están en sintonía con sus verdaderos intereses económicos e ideológicos. De hecho, se sabe que estas no son las únicas causas de la escasez de trabajos de autores comprometidos con los intereses de las grandes masas desposeídas. También, existen otros males que limitan la divulgación de obras serias sobre estos temas. Por ejemplo la gerontocracia y otras calamidades reveladas en los estudios sobre el Ethos de la ciencia (Anexo-1)

En toda la evolución histórica del concepto de ideología, antes y después de Marx, no se ha revelado plenamente la dialéctica de los momentos: absoluto y relativo, universal e individual, objetivo y subjetivo en su especificidad filosófica, como teoría general de las ideas y modos concretos de manifestación de las demás formas de saber (ciencia, arte, religión, etc.)

Que existan quienes auguran una salida reaccionaria de la Modernidad hacia el posmodernismo tiene su fundamento en las condiciones dramáticas que hoy vive el mundo en calidad de aldea global hegemónicamente sometida por el neoliberalismo imperialista y los caprichos del libre mercado, fuente de enormes riquezas para unos pocos y causa de las más inimaginables miserias humanas para la mayoría. Estos antagonismos tan irracionales provocan efectos desestabilizadores cargados de pesimismo en los círculos académicos, no sólo de occidente, sino frecuentemente y con gran fuerza en pensadores de nuestras latitudes y hasta entre nuestros compatriotas.

Por tal razón, aunque el boom del postmodernismo en las discusiones académicas ya está languideciendo, todavía toma cuerpo y se esconde en diferentes corrientes de pensamiento, manifestaciones de la cultura y ramas particulares del saber. Por ello se justifican esfuerzos como este de esclarecer las interioridades de este debate.

“La Postmodernidad tiene un carácter multidimensional… se trata de un pensamiento problematizador y problemático que teoriza sobre una presunta "condición posmoderna" (J.F. Lyotard) o "situación posmoderna" (J. Arac) a que ha arribado la cultura (las artes, las letras, las ciencias, la filosofía también), después de haber sufrido esta un schok paralizante a manos de los dispositivos de la modernización que la modernidad pone en curso. Los efectos exacerbados de ese proceso han hecho preñar a la cultura de otra, o de una nueva "sensibilidad" (S. Sonntag, A. Huyssen) o "emocionalidad" (F. Jameson), y se carga de impulsos cuestionadores y transgresores respecto a todo canon o valor establecido por ella misma.

El prefijo "post" parecería indicar algo que surge nuevo, un después, un estar más allá de... respecto a algo que ha envejecido o agotado su misión a cumplir, o que ha llegado a su final, y por ende, indicaría el principio de otra cosa, pero aún imprecisable e inatrapable: la Posmodernidad - grito de rebelión y contesta que no sabe a dónde orientarse- la cual viene a dar por concluida la Modernidad... En todo caso se trata de una relación de engarce como continuidad/discontinuidad, clausura/apertura que tiene como punto de referencia, y de la que no puede desligarse, a la tradición, el pasado (la Modernidad). Se trata, a su vez - y este sería su principal rasgo- de un enjuiciamiento del éxito o fracaso de su proyecto de realización histórica: el proyecto de modernidad (de la ilustración dieciochesca, del marxismo, de la vanguardia estética) y su ideal de racionalidad" (7)

En verdad es muy significativo reconocer la contrariedad que entraña la dinámica de la realidad, pues:

"La modernidad de toda época, sea como realidad histórica o como modo de "organización" de lo discursivo en el pensamiento, es incomprensible sin sus sucesivas crisis de auto-destrucción" (7)

Esto significa que la postura postmoderna hace énfasis en un aspecto de la realidad, en la que el DiaMat .(viii) la ortodoxia y demás formas del dogmatismo filosófico no han reparado, o mejor dicho, no han querido aceptar, debido, quizás, al carácter amenazador y demoledor de la reflexión postmoderna contra la precaria estabilidad de las teorías sostenidas en el paradigma del dogmatismo "moderno".

El temor a las crisis no es nuevo ni mucho menos en la historia de la filosofía, muchos pensadores han visto en la coherencia lógica y la estabilidad conceptual de sus teorías la garantía de su cientificidad, por ello se han dedicado afanosamente a apuntalar sus sistemas filosóficos con una pretendida perfección lógica inconmovible ante las teorías opuestas.

Por tanto, la aceptación de esa otra forma de manifestación de la naturaleza: tan imprevisible, engañosa, compleja, variable, caótica, casual, contradictoria, antagónica, etc. en oposición a aquella que la hace regularmente comprensible (estabilidad, armonía, coherencia, identidad, etc.), ha llevado a algunos filósofos y científicos a ser tildados de relativistas, especuladores, eclécticos, pseudocientíficos, y quien sabe que otros calificativos.

Pueden ser inaceptables tales calificativos si se reconoce que el dilema en el período clásico griego de la primacía del "Caos" o el "Cosmos", en el Medioevo de la inmortalidad o no del alma, en la Época Moderna entre la inducción y la deducción, etc. sólo han servido para confirmar la naturaleza aproximadamente acertada de las teorías creadas por el hombre y, a su vez, lo suficientemente imprecisas y desacertadas para que se reconozca que todas las teorías son también por su naturaleza perfectibles, es decir, tienen que ser lo suficientemente flexibles como para que puedan ser superadas, sustituidas y enriquecidas. Estos son atributos del universo, por tanto también de las teorías, que nadie les puede quitar. Tales atributos de la realidad encierran una riqueza y complejidad tan deslumbrantes que han atormentado a casi todos los filósofos, científicos, profetas, teólogos y artistas en la historia.

En esencia, la noción de crisis presupone ir más allá de la idea de perturbación, de prueba, de ruptura del equilibrio, “… es preciso concebir la sociedad como un sistema capaz de sufrir crisis, es decir, proponer tres órdenes de principios, el primero sistémico, el segundo cibernético, el tercero negaentrópico, sin los cuales la teoría de la sociedad es insuficiente y la noción de crisis inconcebible” (13)

Además, al enfatizar sobre la oportunidad creadora que proporcionan las condiciones de crisis, se puede afirmar que:

“El principio de que «no hay organización sin anti-organización» muestra que antagonismo y complementariedad son dos polos de una misma realidad compleja. El antagonismo, cuando va más allá de ciertos umbrales y procesos, da lugar a la desorganización; pero, incluso al volverse desorganizacional, puede constituir la condición de reorganizaciones transformadoras” (13)

Hoy la práctica demuestra, con una infinidad de casos, tanto la certeza de la noción de Morín como del concepto chino de crisis, pues en la milenaria cultura asiática se ha fijado el significado contradictorio y de complementariedad del término, al expresarse la palabra crisis en dos trazos, los cuales situados uno encima del otro, revelan, nada más y nada menos, que dos caras de una misma moneda: crisis significa a la vez amenaza y oportunidad.

Por ejemplo, en otra manifestación de la cultura humana, en la literatura, un destacado poeta brasileño, Mauricio Gois sintetiza, con elocuencia sin par, la riqueza semántica del concepto de crisis. La idea central del poema gira en torno a la naturaleza contradictoria del fenómeno como premisa y raíz de su movimiento hacia la autosuperación, pero para ello se exige de la toma de conciencia inmediata del papel de la propia crisis en la resolución del conflicto.

Al concebir de esta manera el concepto de crisis, se están estableciendo las bases de una renovada reflexión sobre los conceptos de ideológica, racionalidad, ciencia, etc., los cuales exigen ser reinterpretados con fundamentos gnoseológicos flexibles y dinámicos, bien atemperados a los nuevos tiempos marcados por la impetuosa revolución del saber.

Hasta aquí percibimos lo más positivo de la reflexión posmoderna. Con ella debemos asistir a una reinterpretación creadora de la historia, las artes, la filosofía, la ciencia y la tecnología; así como, de la ideología y de las demás formas de la cultura humana. En síntesis esta interpretación se distingue sustancialmente de la actitud reaccionaria que pretende desmontar las bases conceptuales de toda actitud racional del hombre. En semejante acto de incredulidad se domicilia el pesimismo, la anarquía, la desesperanza, la irracionalidad y demás miserias humanas, propias del existencialismo, del pragmatismo y restantes ismos, reliquias que pretenden resucitar con nuevos ropajes de postmodernidad.

Antecesores y pioneros, del controvertido debate filosófico y sociológico sobre la relación entre lo moderno y lo postmoderno, fueron los representantes de la Escuela de Frankfurt (Adorno, M. Horkheimer, Herbert Marcuse, Jürgen Habermas, entre otros).

Todos estos pensadores partieron del concepto de racionalidad, desde el cual se puede lograr una especial comprensión de la realidad social, algo, que a su vez, les permitió revelar la naturaleza ideológica de la ciencia y la tecnología, concretamente en su aspecto político como dominio del hombre sobre la naturaleza y de unos hombres sobre otros.

Según Marcase, la ideología como racionalidad científico-técnica se convierte en una seria amenaza para la libertad del hombre, pues revela la opresión y enajenación propias del "Confort" y del "Bienestar" en la vida moderna, algo que a su vez, legitima la opresión de la autonomía y la toma de decisión del hombre, justifica el totalitarismo de base racional, así como el sometimiento, la explotación y hasta la transculturación globalizadora de hoy.

Evidentemente en la propia Escuela de Frankfurt han existido posturas tanto pesimistas como optimistas con respecto a la Ideología en general, como con sus formas científica y tecnológica en particular. Por ejemplo, no obstante, a que Marcuse ve en la ideología científico-tecnológica racionalista una seria amenaza al futuro de la humanidad, trata de proponer un necesario "… cambio en la dirección del progreso, con capacidad para torcer ese fatal destino, tendría que influir también en la estructura de la ciencia misma, en el proyecto de la ciencia. Sin perder su carácter racional, sus hipótesis se desarrollarán en un contexto experimental esencialmente distinto (en un mundo pacificado); a consecuencia de lo cual, la ciencia llegaría a unos conceptos, sobre la naturaleza, esencialmente distintos y constataría hechos esencialmente distintos." (14)

En este mismo espíritu, el contenido social de la ciencia en general y de la epistemología en particular es enfatizado por M. Horkheimer al considerar que: “... separada de una teoría particular de la sociedad, toda teoría del conocimiento permanece formalista y abstracta. No sólo expresiones como vida y producción, sino también términos que aparentemente son específicos de la teoría del conocimiento tales como verificación, confirmación, prueba, etc., permanecen vagos e indefinidos a pesar de las más escrupulosas definiciones y traducciones al lenguaje de las matemáticas, si no están en relación con la historia real y son definidos como parte de una unidad teórica comprehensiva” (15)

También en esta posición optimista está Jürgen Habermas, quien cifra las esperanzas de una salida de la crisis actual de la Modernidad en la “acción comunicativa” de los hombres, mediante la racionalidad científico-tecnológica, y, para ello, se precisa de una síntesis del conocimiento basada en la historia de la cultura y de la ciencia, la cual es posible lograr a través del desmontaje de las teorías y su recomposición en forma nueva con arreglo a las nuevas circunstancias históricas que hoy vive el mundo. Es sabido que para la mayoría de los pensadores de la Escuela de Frankfurt el concepto de ideología es comprendido en su naturaleza polisemántica, pero hacen énfasis (utilizando el concepto de racionalidad) en sus formas sociológica, política y ética concretas (16).

Por otro lado se pudiera formular la siguiente tesis: La actividad científico-tecnológica es una forma particular de manifestación de la actividad social y posee un contenido ideológico específico para cada contexto histórico-cultural, el cual está determinado por las formas concretas que adoptan los nexos y relaciones existentes entre la ciencia y la tecnología con todos los componentes del entramado social propio de cada época y lugar.

En consecuencia, si se acepta esta manera específica de reconocer la dialéctica de los conceptos aquí involucrados, es decir: Ideología, Ciencia y Tecnología, se reconoce una de las más importantes premisas de la racionalidad filosófica en general y de su forma científica en particular, es decir, que estos conceptos poseen simultáneamente dos atributos universales constitutivos que se expresan en su objetividad (de racional aprehensión) y en su indiscutible carácter social complejo, revelador de su subjetividad y relatividad intrínsecas, pero que, a su vez, desborda la propia objetividad de la racionalidad y conducen hasta lo que se ha dado en llamar "factores no-epistémicos" (entidades extra-cognitivas, "consenso" entre los actores sociales, "matrices disciplinarias", etc.).

Si hasta aquí se ha caracterizado varias tendencias de interpretación del concepto de ideología en el plano internacional, ahora se presenta la necesidad de sistematizar las ideas más representativas de la visión nacional que sobre este concepto se ha alcanzado.

Afortunadamente se pueden encontrar algunos autores que trabajan seriamente el tema de la ideología y ya están siendo divulgados en nuestras revistas especializadas de las ciencias sociales (Anexo-2) . Entre los autores cubanos que más han profundizado en el concepto de ideología desde el punto de vista filosófico se destaca Rubén Zardoya Laureda, (ix) quien analiza la ideología a través de los conceptos de idealidad e ideales, los cuales permiten esclarecer mucho más la polisemia del término. A su vez, el autor caracteriza el concepto mediante un grupo de rasgos fundamentales que le son inherentes, así como las formas concretas de producción que en general se desarrollan.

Sin embargo, otros momentos de la ideología como fenómeno social (muy valiosos para el análisis aquí en este trabajo) no son tratados por el autor en su artículo: "Idealidad, ideales e ideología". Esto se debe a la naturaleza compleja de la temática, la cual no puede ser desarrollada plenamente en las pocas cuartillas de un artículo y, por tanto, no todos los aspectos del concepto de ideología pudieron ser objeto de análisis allí. (1).

Para ser justo con el autor se precisa retomar sus propias palabras:

“Intentaré ofrecer una respuesta a la interrogante: ¿qué es la ideología?... lo haré desde las posiciones de la concepción marxista de la historia, o, al menos, desde la forma en que yo asumo esta concepción. Aunque lo aclaro desde el inicio –no utilizo el término ideología en el mismo sentido en que lo utilizaron Marx y Engels, sobre todo en la “Ideología Alemana”... el marxismo es, en buena medida, una crítica de las ideologías y constituye en sí mismo una ideología” (1)

En el esquema general de la producción social se representan de inmediato sus formas material y espiritual, así como en la reflexión filosófica sobre la actividad humana se nos dan sus formas prácticas e ideales (ideológicas entre ellas). De lo que resulta la correspondiente comparación entre los conceptos más genéricos de las formas ideales de actividad humana.

En concreto Zardoya propone establecer las relaciones que se manifiestan entre los conceptos de idealidad, lo ideal, (x) ideología; así se conduce a una reflexión mucho más rica de los mismos, a través de diversos rasgos de la ideología que afloran en el proceso de comparación con los demás conceptos concomitantes a él. Esto es algo nuevo incorporado en su análisis que no ha estado presente en otros autores, tanto foráneos como nacionales. En síntesis el autor caracteriza y compara estos conceptos así:

“Idealidad: es el conjunto de las formas universales de actividad (muy genérico) que termina como finalidad y como ley la voluntad del hombre, es esquema objetivo y la determinación social de la actividad. Comprende como momentos suyos tanto a lo ideal como a la ideología.

Lo ideal: son las formas y normas universales socio-históricas y objetivas de la cultura humana hacia las cuales tiende la actividad progresista de los pueblos. Por tanto, no debe entenderse como lo subjetivo que verifica los fenómenos psíquicos, sino como algo mucho más rico y concreto que establece los valores más elevados del género humano (1)

El autor establece la comparación de estos conceptos con el de ideología sin utilizar una definición de turno, sino desplegando los diversos rasgos fundamentales que le caracterizan, por ello comienza por lo más general: “… no toda forma o figura ideal es ideológica, pero toda ideología constituye una forma de idealidad”. Esto se puede ilustrar parafraseando el convincente ejemplo que pone el autor:

“Figuras ideales son: el triángulo, la rosa, la tela, las cuales por sí solas no representan ninguna ideología, pero colgadas en un asta con un significado de valores concretos (propios de una cultura, país, organización, etc.) sí constituyen un fenómeno ideológico” (1).

Seguidamente se relacionan una serie de rasgos que caracterizan el concepto de ideología, tales como:

  • La ideología tiene relación directa con los ideales sociales.
  • Es reflejo de una situación socio-histórica contradictoria, preñada de necesidades insatisfechas de grupos, clases sociales y comunidades históricas.
  • Es génesis, realización, confrontación y lucha de ideales sociales.
  • Es un proceso dinámico del desarrollo de dichos ideales.
  • Es la formación misma de la subjetividad humana y de la socialización de los individuos, de sus capacidades para la acción en una organización en determinadas relaciones sociales y es aquí donde radican sus funciones sociales.
  • Se expresa de diversas formas como ideal social: Realizado, Realizable, Irrealizable, Por realizar.
  • Es una forma concreta de fijar valores absolutos universales (o como pretensión para toda la sociedad).
  • Constituye una forma especial de legitimación o condena del orden social existente, con el fin de modelar la identidad de la esencia humana (grupo, clase, nación, etc.) y el sentido de la vida.
  • Es una forma concreta opuesta a otras formas ideológicas.
  • Las oposiciones pueden ser de: Clases, Genero, Raza, Religión, Nacionalidad, Nación, Otras.

En este punto el autor se detiene a esclarecer algunas de las causas ideológicas de la llamada “crisis del marxismo” y algunas de sus consecuencias. Entre ellas destaca las referidas a las posiciones dogmática y ecléctica en la interpretación de los factores que condicionan cualquier análisis sobre los fenómenos sociales, es decir, el aferramiento al carácter determinante de las relaciones de clases y el menosprecio de las restantes en nombre del “marxismo clásico” o viceversa.

De pasada, analizando dichas tendencias de interpretación se aproxima a una sintética caracterización transitoria del concepto de ideología al afirmar que:

“… No se circunscribe, pues, en una esfera independiente o relativamente independiente de la conciencia social, ni constituye una forma específica de producción de ideas, que puede ser clasificada y dispuesta en una misma serie de conjunto con la ciencia, el arte, la filosofía, la política o la mitología. Constituye más bien una determinación sustancial de todos los modos de producción espiritual existentes en los marcos de las formaciones sociales antagónicas: globalmente hablando, estos modos de producción de ideas y correspondientes formas de conciencia son esencialmente ideológicos, apuntan implícita o explícitamente y con independencia de toda intencionalidad, a la fundamentación o descalificación de uno u otro ideal, capacitan o incapacitan a los sujetos sociales para la acción socialmente significativa, en correspondencia con los imperativos que dimanan de aquel.

En virtud de esta omnipresencia, la Ideología: constituye un factor determinante de todas las formas de actividad humana, de todas las instituciones sociales, y de todas las modalidades de la cultura, un medio poderoso del proceso de producción social” (Las negritas y cursivas son nuestras al igual que el apartado número 10; Ibid., p. 36).

En este sentido la ideología es, también, el proceso social de producción, distribución, cambio y consumo de ideales que penetra todos los tejidos del organismo social considerado como una totalidad.

En cuanto a las formas que adopta la ideología se debe somete a crítica la tendencia a reducir la ideología a su forma concretamente política. A su vez, se debe reconocer la existencia de la ideología científica, al definirla como: “… un modo específico de construcción ideológica que tiene por fundamento la ciencia” (1)

Zardoya define el concepto de producción de ideología: es el proceso que traspasa los límites de la profesionalización, pues la ideología se produce y reproduce gracias a la actividad del artista, del mitólogo, del jurista, del religioso, así como gracias a la creación colectiva de las clases, capas y grupos sociales.

El autor cierra su artículo con una relación de temáticas poco estudiadas dentro del tema de la ideología, proponiendo con ello la realización inmediata de investigaciones que desarrollen las teorías filosóficas sobre este concepto y busquen las soluciones prácticas a los problemas que se generan en nuestra compleja realidad social actual.

Temáticas poco estudiadas.

  • Vida de la ideología.
  • Gestión y diferenciación de la ideología.
  • Institucionalización.
  • Articulación con los mecanismos del poder.
  • Desarrollo y metamorfosis.
  • Interiorización de los sujetos y su conversión en móviles ideales de la actividad en el antagonismo social.
  • Fuerzas hegemónicas o contrahegemónicas.

En mayor o menor medida estas recomendaciones de Zardoya están siendo tomadas en consideración por varios investigadores cubanos que llevan adelante los debates actuales sobre este tema en las publicaciones periódicas más importantes de las ciencias sociales en el país.

Conclusiones

Los diferentes enfoques y formas de interpretación del concepto de ideología o lo que se denominó inicialmente como patología polisemántica del término no limita la coherencia histórica en que se asume el término en la academia progresista de nivel mundial y mucho menos descalifica la interpretación cubana de dicho concepto. Por el contrario, este controvertido y maltratado término, que se ha arraigado en el argot popular en su sentido político, ha permanecido esencialmente claro en la conciencia de los cubanos y nos permite afirmar que la labor ideológica de nuestro pueblo en la actual batalla de ideas no ha sido afectada significativamente por las resbaladizas interpretaciones que se han disparado en las tertulias de la intelectualidad cubana en las dos últimas décadas.

En resumen, se puede afirmar que las tendencias de interpretación actuales se están moviendo hacia una reivindicación del concepto de ideología en una fecunda polidimensionalidad, la cual se expresa en las siguientes vertientes que deben ser objeto de impostergables estudios:

•  La ideología en su relación con los ideales de los diversos grupos y estratos sociales, en los cuales la participación democrática reste espacio a los excesivos “estados de dominación” generados por la centralización, fenómeno que limita constantemente el progreso social hacia el bienestar de la mayoría.

•  Su relación con los valores desde los enfoques de la complejidad, de la diversidad y de la interdisciplinariedad, en los cuales la aprehensión del sentido personal de la ideología se convierta en el valor y la fuerza creadora que genera y aglutina los ideales colectivos gracias a los nuevos espacios de participación que urgen ser creados.

•  Su relación con las estrategias y prioridades políticas en tanto estas pueden bien beneficiar a unos grupos y estratos sociales y perjudicar a otros, de manera que generan desigualdades en el acceso a las oportunidades en los diferentes sectores sociales.

•  Su relación (compleja imbricación en el tejido social) con los demás componentes de la cultura, entre ellos la Ciencia, el Arte, la Religión, etc.

Estas complejas relaciones de la ideología en la trama social pueden estar afectadas, porque la ideología constituye un inmenso poder espiritual de unos hombres sobre otros. Por supuesto que este poder asume formas de manifestación muy diversas, las cuales van: desde la violencia directa y abierta hasta las más refinadas formas de “estados de dominación” (utilizando en el mejor sentido estos términos de Michael Foucault) presentes en las diversas formas de la política y la cultura, en el uso de la ciencia y la tecnología, en todas las artes, en la recreación, en la moda, en el deporte, etc. Y precisamente, todos estos ámbitos deben ser objeto de impostergables estudios y reconceptualización en las complejas condiciones históricas que vive hoy nuestro pueblo.

Summary

The philosophical debate on the central topics of the relationship modernity - post modernity has not lost validity and rather it has moved toward its epistemologically connotations, that is to say, toward the polemics referred to the relationship Philosophy - Science, inside which occupies a special place the topic of the ideology. In this first decade of the third millennium the imperialism recrudesces their political has been founded in the neoliberal globalization. Before the wild career for the domain of the world and the growing social and environmental calamities generated by the wild capitalism, it is necessary of a true and deep revolution in the ideas, As modest contribution to this battle this work is presented with the objective of systematizing the diverse focuses of the ideology concept and its expression in the context of the philosophical debate of the modern thing and the postmodern thing.

Key words: PHILOSOPHY

Recibido: 23/12/05 Aprobado: 20/3/06

Referencias bibliográficas

1 Zardoya Laureda R. Idealidad, ideales e ideología. Contracorriente 1996; 5.

2 Marx C, Engels F. La Ideología Alemana. Obras escogidas en tres tomos, t. 1. Moscú: Editorial Progreso; 1976. p 11-81.

3 Trías E. Teoría de las ideologías. Barcelona, España: Editorial AKAL; 1971.

4 Lamo de Espinosa E, González García JM, Torres Albero C. La sociología del conocimiento y de la ciencia. Madrid, España: Alianza Editorial; 1994. p. 54-61.

5 Núñez Jover J. La ciencia y la tecnología como proceso sociales. La Habana, Cuba: Editorial Félix Varela; 1999. p 245.

6 Díaz E. Figuras epistemológicas: Validación, Historicidad, Complejidad. Acerca de la razón crítica y de la crítica de la razón. Diosa Episteme 1998; VI (5): 75-87.

7 Rabelo P. Modernidad, Posmodernidad y Posmodernismo en América Latina. En: Guadarrama Pablo; et. al. Filosofía en América Latina. La Habana: Editorial Félix Varela; 1998. p 420-432.

8 Schaff A. Sociología e ideología. Barcelona: Editorial AKAL; 1969.

9 Quintanilla MA. Ideología y ciencia. Valencia, España: Fernando Torres Editora; 1976. p 155.

10 Mannheim K. Ideología y utopía. Madrid; 1966.

11 Diccionario Herder de Filosofía. Barcelona: Cortés Morató J; Martínez Riu A; 1999. Empresa Editorial Herder S.A. [ en CD-ROM ]

12 Enciclopedia Encarta. Microsoft Corporation; 2005.

13 Morín Edgar. Ciencia con conciencia. Barcelona, España: Anthropos ; 1984

14 Marcuse H. El hombre unidimensional. Barcelona: Editorial Ariel; 1954.

15 Horkheimer. 1994. p. 32

16 Habermas Jürgen. La lógica de las ciencias sociales. Madrid: Editoriales Tecnos;1984.

Notas

I  Ideología es un concepto que se pretende eliminar hoy en la denominada postmodernidad por “ideólogos” como Francis Fukuyama (Fukuyama, F., 1992, El fin de la historia y el último hombre. Editorial Planeta), quien declara el fin de la historia y de las ideologías. Pero, no obstante a estos fallidos intentos de desacreditar el significado social de tan utilizado término, todavía este concepto conserva vigencia y actualidad, aunque precise una reconceptualización y redimensionamiento gnoseológico.

II  Esta interesante referencia es de Isabel Monal en: Guadarrama, Pablo; Monal, Isabel; Núñez, Jorge; et. al., 1998, p, 20.

III  El concepto de Lógica y las diversas expresiones del término en la historia de este conjunto de disciplinas se puede encontrar de manera resumida en: Martínez Álvarez, Fidel, 1996, Significación histórico-social de la Lógica, 22 p. Artículo elaborado en 1988, luego mejorado y completado en 1996, inédito y solo utilizado en la enseñanza de Postgrado en el curso de Estudio sociales de la Ciencia y la Tecnología (CTS), impartido por el autor durante más de una década.

IV  La Ideología alemana, aunque es una obra donde se establecen ciertos fundamentos de la concepción marxista de la ideología en la crítica al pensamiento socio-político alemán, no se puede calificar de un trabajo especial en el que se desarrolla una teoría gnoseológica sobre ideología.

V  En el libro “La Sociología del conocimiento y de la ciencia” (Lamo de Espinosa, et. al., 1994, p. 50, 175-204, 313-348), se realiza indirectamente un extenso, controvertido pero interesante análisis del concepto de ideología a propósito del estudio de la evolución histórica de la Sociología del conocimiento y de la ciencia.

VI  Es oportuno reconocer que aquí se asume la visión sistematizada del Postmodernismo que nos da Paul Rabelo en sus textos, en especial, en su libro titulado: "El debate de lo moderno-postmoderno (La Postmodernidad de J.F. Lyotard)". Editorial de Ciencias Sociales, La Habana, 1996.

VII  Ver: Rabelo, Paul. (1998): Modernidad, Postmodernidad y Postmodernismo en América Latina. En: Guadarrama, Pablo; et. al. Filosofía en América Latina. Editorial Félix Varela, La Habana, p. 421.

VIII  DiaMat: Variante solapada del neopositivismo que subyacía en la postura dogmática y conservadora de muchos cultivadores de la enseñanza manualística del Materialismo dialéctico en las condiciones históricas del socialismo euro-soviético, que tuvo también su impacto negativo en la academia cubana hasta la segunda mitad de la década del noventa del pasado siglo, cuando se logró afortunadamente superar las disputas intelectuales sobre la denominada “Crisis del Marxismo ”.

IX  Decano de la Facultad de Filosofía de la Universidad de la Habana, quien ha publicado un interesante artículo al respecto titulado: Idealidad, ideales e ideología. Revista Contracorriente. (La Habana), No. 5, 1996. -- 32-39, el cual es un resumen de su intervención en el Ciclo de debates “Los problemas teóricos del concepto de ideología” en la Universidad de la Habana. Aquí se hacen varias referencias al artículo.

X  En los siguientes trabajos de E. V. Ilienkov se tratan estos conceptos, más directamente en unos que otros, pero con gran profundidad y con ejemplos muy convincentes de su riqueza, complejidad y significación social: “Lenin y la concepción hegeliana del pensamiento”. Academia de Ciencias de la URSS. Serie Problemas del mundo contemporáneo (Moscú) No. 32, 1979, p. 162-178; “El problema de lo ideal”. Revista Voprosi Filosofii. (Moscú) No. 6, 1979, p. 128-140 (en ruso).; “Lógica Dialéctica”. Editorial de Ciencias Sociales, La Habana, 1984, 286 p; “Hegel y el objeto de estudio de la Lógica” (fotocopia, traducción de Eduardo de los Santos Albert) La Habana, 1984, 18 p.; “De ídolos e ideales”. Revista Contracorriente (La Habana) Año 3, No. 10, 1997, p. 72-92.

Anexos

Anexo – 1: “Ethos de la Ciencia”

En cuanto al tema del Ethos de la Ciencia se ha escrito mucho en torno a lo debido y lo indebido en el desarrollo del joven científico. Sin embargo, la situación es más compleja cuando la referencia se hace sobre los autores que o bien no son ideológicamente aceptados por la comunidad científica de cada país, o bien que estos no comparten el paradigma predominante de la época en que la ha tocado vivir. Ejemplos lamentables en la historia de la Ciencia ha habido muchos: autores que no han visto publicados sus trabajos, otras víctimas de plagios a manos de una “autoridad” o “vaca sagrada” de la ciencia, etc.

Sobre estos problemas éticos “Merton identificó diferentes hechos que atentan contra el Universalismo y condicionan que el proceso de distribución de recompensas no se base exclusivamente en él. Estos hechos son:

•  “El fenómeno del sillón 41”: sólo 40 personas pueden formar parte de la Academia francesa y por tanto hay muchas personas que independientemente de sus méritos nunca accederán a ese puesto.

•  “Efecto trinquete”: cuando los científicos ya han alcanzado un grado determinado de reconocimiento y recompensas ya no van a caer por debajo de ese nivel, aunque los jóvenes los aventajen. Como se suele decir, un Premio Nóbel siempre será un Premio Nóbel.

•  “Efecto Mateo”. Este nombre se debe a un pasaje del Evangelio según Mateo que indica “pues al que tenga se le dará, y tendrá abundancia; pero al que no tenga se le quitará hasta lo poco que tenga”. El efecto Mateo se muestra en los siguientes ejemplos: acumulación de recompensas en personas distinguidas y negación de éstas a los emergentes; en la diferencia en la distribución y acceso a recursos, donde personas y centros con más prestigio logran mejores dividendos y también se aprecia en las comunicaciones científicas donde son más “visibles” las contribuciones de los que ya tienen una reputación alcanzada: los científicos tienden a prestar atención a los nombres ya conocidos.

Esto implica que el reconocimiento tiende a acumularse y la falta de reconocimiento a autoreforzarse negativamente. El rango y la autoridad se adquieren por realizaciones pasadas y se adscriben a las personas por tiempo indeterminado. Los juicios acerca de los aportes de los científicos también resultan sesgados por estos factores. Los que están etiquetados como autoridades suelen recibir juicios sesgados favorables, ya sea por el temor a enfrentarse a ellos, el sentido de inferioridad u otras razones.

Todos estos argumentos terminan por relativizar el valor de las contribuciones como fuente de reconocimiento frente a otros factores.

Un trabajo de Merton y Zuckerman “Edad, envejecimiento y estructura de edades en la ciencia” centrado en el estudio de los árbitros de la Phisical Review, cuya edad promedio es mayor que la de los autores que evalúan, le permite concluir la existencia de una gerontocracia en la vida científica.

Zuckerman, en un estudio sobre los premios Nóbel en los Estados Unidos encuentra que la mitad de los laureados han estudiado con científicos que previamente habían recibido ese premio. A esto se suma que sólo cinco universidades acogen a la mitad de los premios Nóbel que trabajan en ese país. Esto sugiere que existe cierta discriminación como resultado de la socialización y el reclutamiento selectivo.

Esto lleva a decir que en la ciencia está presente un continuo de desigualdades que permite la existencia de elites, gerontocracias, las cuales tienen un papel decisivo en la distribución de recompensas, recursos y otros reconocimientos” (5:83-85).

En este punto merece una reflexión la afirmación siguiente: Una de las más despiadadas desigualdades en la ciencia actual se revela en el tema de las publicaciones, pues los jóvenes autores o los que no gozan del reconocimiento oficial de los Consejos editoriales, (relacionado con el manido tema del papel de los expertos en la ciencia) por tales o más cuales razones (fundamentalmente ideológicas), no pueden publicar sus trabajos ni con celeridad ni con la calidad que merecen sus resultados. Si en el Primer Mundo la situación es difícil que decir de tal situación en los países periféricos.

Anexo – 2: “Estudios filosóficos sobre Ideología en Cuba y en el Mundo”.

En la literatura nacional no existe una fuerte tradición en los estudios teórico-filosóficos del concepto de ideología. Sin embargo, esto no significa que no se hayan realizado tales estudios (Zardoya, Laureda, R., 1996), pues ya se están apareciendo tesis de diploma, maestría y doctorado sobre el tema en algunas universidades del país. Además, es justo reconocer los esfuerzos que, desde la política fundamentalmente, se vienen concretando en los trabajos de Limia, Miguel; Machado, Darío; Pupo, Pupo, Rigoberto; et. al., 1997, Machado, Darío; Limia, Miguel; Márquez, René; et. al., 1997a y b. Además, en otros artículos de Damián Fernández, Jorge Domínguez, Rafael Hernández, Luís Suárez, entre otros.

En el ámbito internacional se destacan los trabajos de los autores:

•  Naess, Arne. (1964): Historia del término 'ideología' desde Destutt de Tracy hasta Karl Marx. En: Irving L. Horowitz (edit.): Historia y elementos de la sociología del conocimiento. Vol. I. Buenos Aires.

•  Lenk, Kurt. (1974): Las etapas esenciales en la concepción de la ideología. En: El concepto de ideología. Amorrortu, Buenos Aires.

•  Quintanilla, Miguel, Ángel. (1976): Ideología y ciencia. Fernando Torres – Editor, Valencia.

•  Therborn, Göran. (1980): La ideología del poder y el poder de la ideología. Editorial Siglo XXI de España, Madrid.

•  Kapcia, Antoni. (1997): Cuba: 40 años de una idea centenaria de nación. Continuidades en el proceso revolucionario cubano. Revista Contracorriente (La Habana) No. 10, noviembre-diciembre, p. 39-55.

No obstante, a la existencia de estos textos todavía hoy se presentan muchas dificultades a la hora de asumir el concepto de ideología, pues las posibles acepciones del término son tantas que ha adquirido en los círculos académicos una expresión polisemántica que lleva a una ambigüedad inaudita. Se presenta, a su vez, un hecho contradictorio, pues en el plano popular, cotidiano y, no pocas veces, en el plano profesional, administrativo, político, institucional, etc. el significado del término ideología se identifica inmediatamente con la conciencia política o más exactamente con la forma específicamente política que la ideología adopta como sistema teórico que fundamenta y protege los intereses económicos de una clase social determinada.