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Humanidades Médicas

versión On-line ISSN 1727-8120

Rev Hum Med v.9 n.2 Ciudad de Camaguey Mayo-ago. 2009

 

ARTÍCULO

 

El discurso literario caribeño, baluarte identitario de la cultura latinoamericana

 

The Caribbean literary discourse, identity bholds of Latin American culture

 

Beatriz Goenaga Conde,(I) Elsa Ronquillo Hernández(II)

 

I. Licenciada en lengua inglesa. Profesora Auxiliar. Instituto Superior de Ciencias Médicas “Carlos J. Finlay” Camagüey. Carretera Central Oeste, CP 70100, AP 144, Camagüey, Cuba. E-mail: vermas@pprincipe.cult.cu

II. Licenciada en lengua inglesa. Profesora Auxiliar. Instituto Superior de Ciencias Médicas “Carlos J. Finlay” Camagüey. Carretera Central Oeste, CP 70100, AP 144, Camagüey, Cuba. E-mail: rhelsa@iscmc.cmw.sld.cu


RESUMEN

La literatura caribeña, por filiación histórico – cultural, pertenece a y es fiel exponente de la cultura latinoamericana. Su literariedad se ha construido sobre la base de un discurso identitario de defensa de su cultura única y, a la vez plural, que la distingue de los referentes occidentales preestablecidos por los centros de poder socioeconómico. El siguiente trabajo muestra los momentos y fases fundamentales de la evolución y desarrollo de la expresión identitaria caribeña a través de una selección cuidadosa de ejemplos de su discurso literario, con vistas a promover una cabal comprensión de los valores extra literarios de esta literatura.

Puesto que este discurso literario se alza sobre un supuesto ideoestético de profunda raigambre ontológica, aproximarse a él presupone penetrar en la esencia de la historia y del patrimonio cultural de esta área. Por ello, dado el valor de este tema, se recomienda su estudio por la importancia que tiene para la formación sociocultural de los docentes cubanos, especialmente aquellos que laboran en entornos multiculturales.

Palabras clave: Literatura caribeña, cultura latinoamericana, identidad cultural, patrimonio cultural.


ABSTRACT

Due to historical and cultural filiations, the Caribbean literature is part and a true example of the Latin American culture. Its literary particularities are based on an identity discourse, which defends a unique and, at the same time, plural culture that distinguishes it from western referents pre-established by socioeconomic power centers. This paper presents the fundamental evolution and development phases of the Caribbean identity expression. Some examples of this literary discourse were carefully selected to further an accurate understanding of its extra literary values. Since this literary discourse is based on an aesthetic ideal of deeply ontological roots, an approach to it means penetrating the essence of the region’s history and cultural patrimony. The study of the topic is important to form Cuban professors socioculturally, particularly those who work in multicultural environments.

Keywords: Caribbean literature, Latin American culture, cultural identity, cultural patrimony.


INTRODUCCIÓN

El complejo fenómeno que es la literatura caribeña, con rasgos y discursos nacientes desde lo más íntimo de su diversa realidad sociocultural, se muestra, a primera mirada, como un poliedro de voces de directrices divergentes a las del macrofenómeno literario generado en el resto de la América Latina. La multitud de vértices culturales que caracterizan esta fragmentada área geográfica, su identidad fraccionaria y, a pesar de ello, su autosemejanza, ha hecho pensar en la idea de fractal como modelo para entender la gorgónea faz del Caribe y su cultura, “donde cada uno de sus componentes expresa su totalidad.”1

Unen al Caribe con Latinoamérica nexos seculares, vasos comunicantes sumergidos en el pasado indígena y colonial: el oprobio de la esclavitud, semejantes modelos económicos y políticos, sus luchas de liberación nacional.

Esta cuestión ha generado un interés creciente en el ámbito de los estudios socioculturales latinoamericanos. En las últimas décadas forma parte de la agenda de foros y congresos dentro y fuera del continente americano. Afortunadamente se observan ya aportes investigativos que van clarificando las neblinas que aún cubren, a causa de tantas herencias coloniales o eurocéntricas, la verdadera definición y valorización de la cultura del Caribe y sus nexos con las del resto de Hispanoamérica. Así, la investigadora chilena Ana Pizarro, desde una perspectiva integradora, nos aclara:

El Caribe tiene su unidad (plural) en sí mismo y en esa medida cabe también considerarlo adscrito como tal al desarrollo histórico de la cultura de América Latina. Y es importante en ese sentido percibir en ambos los rasgos de un desarrollo que con diferentes actores ha pasado por las mismas etapas enfrentando los mismos colonizadores, reformulando en términos similares su proceso cultural.2

La indagación y meditación en la estructura y funcionamiento de las culturas del Caribe demuestra sus vínculos, sus identidades con Latinoamérica. Por ello, al comprender el micromundo caribeño estaremos abriéndonos a un entendimiento más coherente de la compleja realidad americana, en particular de sus letras.

Identidad, en el contexto de este trabajo, entendida como “un conjunto de significaciones y representaciones relativamente estables a través del tiempo, que permite a los miembros de un grupo social que comparte una historia y un territorio común, así como otros elementos culturales, reconocerse como relacionados los unos con los otros biográficamente”.3 Identidad cultural concebida en Latinoamérica y el Caribe como forma de praxis política que se hace aparente por la afirmación y reivindicación de una cierta sustancialidad primordial que, afincada en la memoria y en la práctica de la vida social y en el caso de las culturas subalternas, (I) opera como un dispositivo ideológico de resistencia.3

El tema ontológico es el horizonte compartido por las letras caribeñas, por ello gran parte del discurso literario producido en el Caribe ha tenido una función ancilar. El espacio letrado se ha convertido en tribuna desde la cual se han realizado los más patrióticos reclamos de unidad, justicia y libertad.(II) Esta literatura es heredera y exponente en sí, de los más excelsos ideales antirracistas, de integración y de reafirmación del ser.

Del mismo modo que las letras de la región representan documentos donde constatar la tradición de lucha y resistencia del hombre caribeño, asimismo constituyen archivo histórico de la ritualidad, la mitología, las leyendas y costumbres, expresiones del acervo cultural de los pueblos que componen esta magna cultura. En este sentido, el discurso literario no sólo transparenta la identidad cultural de Latinoamérica y sus islas, sino también es en sí mismo marca identitaria de la región.

Una manifestación de identidad cultural insoslayable por su indudable repercusión de carácter identitario, es la medicina natural o también llamada medicina tradicional. El folklore médico popular, producto híbrido como la propia cultura que le da la vida, se expresa en prácticas ancestrales como la medicina verde o la sabiduría transmitida oralmente de generación en generación, del curandero que “cura empachos”, reza oraciones y conjuros contra mal de ojos y verrugas.

Todo este patrimonio histórico-cultural encuentra eco en la literatura producida en esta región. Es por ello que ante la incapacidad de abarcar en tan breve espacio un tópico tan extraordinario como lo es la identidad cultural latinoamericana y caribeña, nos detendremos en el discurso literario, en tanto manifestación cultural que se caracteriza por recoger y recrear, de una manera u otra, muchas de las diferentes expresiones del universo identitario de nuestros pueblos.

Es por ello que el objetivo fundamental de este trabajo es mostrar los momentos y fases fundamentales de la evolución y desarrollo de la expresión identitaria caribeña, través de una selección cuidadosa de ejemplos de su discurso literario, con vistas a promover una cabal comprensión de los valores extraliterarios de esta literatura.

DESARROLLO

La cultura caribeña es plurilingüe y multiétnica, intensamente híbrida, sincrética y transculturada, matizada con desiguales grados de desarrollo social-económico y político. Tan variopinta mezcla de ingredientes promueve controversias en los predios académicos y críticos pues por una parte, este discurso literario se percibe como literaturas inconexas escritas en francés, inglés, español, lenguas criollas y, por otra, como expresión literaria de una unidad sociohistórica y cultural de diversos y entrelazados factores. Este último criterio, de carácter conciliatorio, tiende a prevalecer en los debates actuales, porque se sustenta en el reconocimiento a la especificidad cultural distintiva de unos países y de otros, así como la atención a la subyacente unidad sociohistórica y cultural de la región, que en el caso específico del texto literario se enlaza en la tríada conceptual de religión, lenguaje e historia.

Sobre la unidad del corpus literario caribeño, Andrés Bansart esboza lo siguiente: “Los escritores caribeños componen sus textos en español, holandés, inglés y francés, en creóle o papiamento. Las lenguas son diferentes pero el lenguaje es el mismo. Todos se alimentan de la fuente de la oralidad. […] Se expresan en diferentes idiomas pero cuentan la misma Historia nunca contada.”4

Tal como señala Bansart, esta literatura encuentra en la oralidad la primigenia expresión de literariedad de las sociedades ágrafas de la región. Gracias a la tradición oral, han pervivido en la memoria cultural caribeña un conglomerado de lenguas autóctonas, criollas: las lenguas maternas de estos pueblos por medio de los cuales nos ha llegado ese mundo otro rico en acertijos, mitos, leyendas y costumbres del peregrino bracero haitiano, o del guajiro cubano, por sólo citar dos ejemplos.

Dentro de las costumbres ancestrales transmitidas de manera oral lo están las prácticas ancestrales de curación del cuerpo y el espíritu del lugareño de estas comarcas. La medicina verde, medicina indígena, los métodos curativos de las tradiciones africanas, se funden en el crisol civilizatorio Caribe para dar paso a ese patrimonio espiritual, en ocasiones esotérico; pero vivo, que se cohesiona en la llamada medicina tradicional latinoamericana. Las profundas contradicciones culturales caribeñas también se revelan en este campo. Así tenemos la lucha simbólica entre la tradición (medicina tradicional) y la modernidad (hospital), entre dos maneras de concebir la enfermedad y las formas de tratarla, mundo ambivalente, marca identitaria de los pueblos de la región. Estas expresiones de la cosmovisión de los pueblos latinoamericanos y caribeños, que portan con ellos a cualquier latitud donde emigren, han sido en definitiva el sustento de la literatura escrita de la cuenca, enriqueciéndola y legitimándola.

Siguiendo la línea de pensamiento de Bansart añadiremos que las letras caribeñas se consolidan en el lenguaje común, así como en el compartir una historia marcada por la expoliación, el desarraigo, el exilio, la búsqueda de sí. Es por ello que la literatura latinoamericana, a la cual por filiación histórico- cultural la literatura caribeña pertenece, encuentra unidad temática en la búsqueda a la respuesta a la pregunta ontológica que ya en sus tiempos Bolívar se formulara precisamente en tierras bañadas por el Caribe. Ese pequeño género humano al que aludía El Libertador, se ha empeñado en forjar su identidad literaria justamente como resultado de su identidad histórica y cultural.

Dentro de los estudios literarios centrados en el tratamiento de la identidad del sujeto caribeño, tienen relieve aquellos dedicados al hombre negro. Gran número de investigadores concuerdan en señalar como hitos trascendentales en la historia literaria los movimientos de la negritud, el negrismo y el back to Africa. Aunque es el afrocaribeño su eje temático, estos movimientos estético-literarios se diferencian en ciertos matices. El negrismo, como bien apuntan Luis Alvarez y Margarita Mateo: “constituyó un mayor acercamiento al hecho artístico, aspiró a un tratamiento literario del tema”.1 En la estética negrista, por ejemplo, se aprecia gran expresividad musical estimulada por la influencia de ritmos locales (la rumba sobre todo); los poetas hispanohablantes Zacarías Tallet, Nicolás Guillén, Emilio Ballagas y Luis Palés Matos son auténticos representantes de este movimiento. La práctica aleatoria de música- poesía- prosa, como marca identitaria es mantenida por muchos escritores simultáneos y posteriores al movimiento negrista. En la poética de artistas como León Gontran Damas (Pigments) y Roger Mais (The Hills Were Joyful Together y Brother Man), por ejemplo, se abren paso sonoridades como el jazz. Miguel James favorece al reggae (Reggae para Marilyn), y la poetisa Una Marson, por su parte, evoca cadencias del blues en Tropic Reveries y en otras colecciones de poesía.

En el Caribe anglófono la máxima back to Africa, esgrimida por el intelectual jamaicano Marcus Garvey sintetiza una corriente de reivindicación africanista aglutinadora de una serie de creadores identificados con el mensaje humanista, descolonizador y de emancipación de la esclavitud mental (III), promulgada por este movimiento. Los aires nacionalistas que desata, el reencuentro con lo popular, propiciaron la semilla para que floreciera la estética de destacados poetas, Claude Mc Key, y Sthephen Nathaniel Cobham son dos de los más representativos.

La negritud, por su parte, significó un movimiento intelectual internacional asumido como esencia del ser negro, como estilo estético, y en el Caribe, al decir de René Depestre, expresa también una forma de cimarronaje del intelectual caribeño.5 Específicamente en el campo literario, de manera especial en la poesía, dejó profundas huellas: Leon Damas (Pigments), Aimé Césaire (Cahier d'un retour au pays natal), Frantz Fanon (Peau noir masques blancs) cuentan entre sus fundadores y más ilustres representantes. En las actuales circunstancias histórico-sociales, investigadores de la expresión literaria del área traen a debate crítico la continuidad y representatividad de dicho concepto en las letras caribeñas. En nuestros días se esgrimen nociones tales como la identificación,1 criterio desde el cual, venciendo las barreras nacionales y raciales, se ha resignificado la noción de negritud. Las muy pertinentes palabras de la destacada académica y escritora Maryse Condé, resumen el sentir reinante acerca de la negritud y la forma en que la identidad es percibida en los tiempos presentes:

Elle nous a aidés à apprécier notre noirceur. Dans le passé être noir, c’était une malédiction. Après la Négritude notre noirceur est devenue quelque chose que nous pouvions supporter et accepter. Même nous pouvons en être fiers. Possédant une identité propre selon nos différents pays d’origine, cela nous a aidés à confronter le monde qui nous entoure. Sans la Négritude, nous serions peut-être toujours honteux de ce que nous sommes. II n’y a cependant aucune une raison d’être fier d’appartenir à telle ou telle race. Je remets en question le fait que la Négritude perpétue la notion, que tous les noirs sont pareils. C’est une attitude totalement raciste héritée en fait des blancs qui croient que tous les nègres se ressemblent et que tous les nègres sont égaux. C’est faux. Chaque société notre est différente des autres. Les partisans de la Négritude ont fait une grave erreur et ont causé beaucoup de torts aux Antillais aussi bien qu’aux Américains noirs. Nous avons été amenés à croire que l’Afrique était la source. C’est la source mais nous avons cru que nous trouverions une patrie alors que ce n’est pas une patrie. Sans la négritude nous n’aurions pas subi un tel degré de désillusion. La question de «ressemblance», de «similitude» est une fausse question même aux Antilles. La Guadeloupe est très différente de la Martinique. Nous sommes soeurs mai chaque île a sa propre identité et nous ne pouvons pas divorcer notre présent du leur. Diversité au sein de l’unité, telle est la définition de nos objectifs communs en vue d’une autonomie nationale et d’une coopération au sein des Caraïbes prises dans leur ensemble.6

En sus palabras, la Condé redunda en la inmanencia de las nociones de unidad y diversidad en la realidad cultural del Caribe. Por ello, la literatura caribeña, reflejo de esa cultura, modelo de “espacio identitario diferente, en movimiento, en instancias de negociación, de aceptación, rechazo y transformación entre dos y a veces más culturas”, 7 no se debe encasillar en patrones metodológicos de investigación tradicionales, mucho menos desde una mirada eurocéntrica restringida. Se hace necesaria una revaloración justipreciadora de este discurso desde un punto de vista teórico- metodológico que trascienda los límites de la crítica tradicional y resulte eficaz para interpretar sus complejidades.

Se propone entonces que los estudios de identidad, leitmotiv de las letras caribeñas y uno de los principios vitales de unidad, sean enfocados con criterios abarcadores de la experiencia y sentir de todos sus grupos componentes (lingüísticos, raciales y étnicos). La presencia del afrocaribeño, aunque de gran peso en la cultura del área, no es el único a tener en cuenta. Se deben escuchar otras voces que componen esta polifonía (criollos blancos, asiáticos, etc.), cuyas aportaciones culturales han enriquecido el complejo entramado de la heterogénea cultura antillana.

Una de las vertientes que los estudios literarios han asumido, se asienta en la obra de exponentes del mosaico literario caribeño como el trinitario Samuel Selvon, cuya novela Brigther Sun, es una muestra trascendente dentro de la expresión angloantillana, de la integración progresiva a la sociedad criolla caribeña del componente hindú. Sobre esta obra, otro grande, George Lamming ha expresado: “No es posible imaginar en la actualidad una identidad cultural caribeña sin la presencia seminal y la ilustrativa influencia del indio Tigre y de sus descendientes.”8 V. S. Naipaul es uno de los grandes continuadores de esta línea temática, que alcanza su máximo esplendor expresivo en su emblemática obra A House for Mr. Biswas (1961). Tanto Selvon como Naipaul han escrito sus obras fundamentalmente fuera de sus tierras natales; esta característica es compartida asimismo por numerosos creadores del entorno caribeño, que movidos por circunstancias diversas han emigrado hacia otros países. De esta manera se abre otro capítulo dentro del paradójico tomo de los estudios de la literatura caribeña: el exilio.

Señala Claudio Guillén, que el exilio en la modernidad significa “maduración y regreso, novedad y repetición”,9 y aunque no es tema nuevo ni privativo de nuestras letras, esta definición metafórica bien puede serle atribuida al corpus literario escrito fuera de las playas caribeñas. El exilio, constante regional, provoca en los creadores nostalgia y desarraigo; pero no renuncia. La lejanía física de la cultura materna impulsa al autor caribeño a examinarse en su propia esencia y buscar su autodefinición a partir del reconocimiento de su diferencia. El mal du pays que lleva el emigrado consigo, en el caso de la diáspora caribeña, se revierte en una abundante producción literaria intensamente referencial, en diálogo permanente con su pasado ancestral y su experiencia presente.

La creciente literarización del exilio ha impulsado, además, el estudio crítico de categorías asociadas a él, tales como las migraciones, el viaje, (IV) y la literatura de infancia. Numerosos investigadores de este corpus satisfacen sus inquietudes teóricas en la obra canónica de escritores tales como: Saint-John Perse, Alejo Carpentier, García Márquez, Jean Rhys, Maryse Condé, Dulce María Loynaz, Wilson Harris, George Lamming, Edgar Mittelholzer, Kamau Brathwaite, Jan Carew, Derek Walcott, por mencionar algunos eminentes escritores.

En el campo de la crítica cultural y literaria, la teoría post-colonial, que analiza el presente mundo post y neo-colonial, ha reivindicado las voces de segmentos de la sociedad silenciados por los discursos coloniales hegemónicos. Un significativo ejemplo de reinterpretación de una figura de la cultura europea en nuestras tierras es Calibán, personaje extraído de la gran comedia de Shakespeare, La tempestad, y que en el contexto latinoamericano, revisitado como dirá Retamar, 10 cobra un valor simbólico de hibridez cultural, de rebeldía de la mujer y hombre caribeños. El caso específico de la isla de Puerto Rico, resalta por su obstinado empeño calibanesco de salvaguarda de su lengua nacional. (V) Dentro del discurso literario de corte identitario de esta isla sobresale, en los últimos tiempos, el producido por Luis López Nieves. En especial, a partir de su controvertida creación Seva, este autor desencadena toda una reacción académica y popular. Seva se ha convertido en un texto en expansión que ha conmovido la sensibilidad antimperialista, patriótica e idealista de su pueblo.

Asociado a la teoría postcolonial se construye el discurso de género. Las letras femeninas caribeñas abarcan un nutrido grupo de escritoras que desde su condición de sujeto subalterno y periférico han reclamado su derecho, a través de una desafiante revisión del canon literario patriarcal, a un lugar dentro del espacio letrado de la región. “El resultado es un nuevo canon en la literatura: una imagen de la realidad captada con ojos de mujer y plasmada con discurso hémbrico”. 11 Sin embargo, la ginocrítica indica como insuficientes los estudios acerca de la presencia femenina en las letras del área, apelan entonces a un replanteo de las historias literarias, conminándolas a proponer una visión holística e integradora de la identidad, razonada desde “la diferencia y complementariedad de las partes”.12

Inseparables de la percepción de identidad literaria caribeña se encuentran conceptos tales como la insularidad, lo real maravilloso, barroco y neobarroco; nociones desde los cuales se legitima el modus escribendi de la poética caribeña. La insularidad, que por supuesto rebasa los límites conceptuales de la geografía, se revela en las letras antillanas como un elemento ontológico de gran relevancia. Ella se manifiesta como un modo peculiar de enfrentar la existencia y el cosmos.1 Diversos intelectuales han disertado acerca de esta constante temática, y han aportado presupuestos teóricos relevantes. Estos presupuestos oscilan entre la perspectiva conceptual de insularidad como incomunicación, claustro geográfico - psicológico o depauperación social y la representación de la isla como generadora de una cultura sinuosa, de utopías, la isla como edén, como mito. De igual manera se le identifica con el flujo y reflujo de mareas, personas, palabras 13 o con el criterio de la ínsula como proveedora de una teleología y sensibilidad propias. 14 De obligada referencia son los textos escritos a propósito de este tema por María Zambrano, José Lezama Lima, Antonio Pradeira y Benítez Rojo, fundamentalmente.

La teoría de la literatura latinoamericana, única y heterogénea como su cultura, siempre al tanto de sus especificidades frente al referente europeo, ha encontrado un campo fértil de investigación en el barroco histórico y su expresión moderna el neobarroco. El ‘señor barroco’, como diría Lezama Lima,15 en el entorno Caribe se convierte en espíritu más que en estilo; una manifestación cultural de estos pueblos desafiante de la tradición sociocultural impuesta o heredada. El barroco como forma de percibir el mundo, como una cosmovisión que se refleja en destino, obra y pensamiento de los creadores latinoamericanos y caribeños. Para Lezama y Carpentier el barroco es un arte natural de América, él hiende sus raíces en el gongorismo de su espacio y en el mestizaje de sus habitantes. A propósito de ello, argumentará Carpentier: “Nuestro arte fue siempre barroco: desde la espléndida escultura precolombina y el de los Códices, hasta la mejor novelística actual, pasándose por las catedrales y monasterios coloniales de nuestro continente."16

Para Severo Sarduy, el otro gran exponente del neobarroco, la cornucopia barroca se aprecia desde una “mirada esencialmente culturológica […] un discurso teórico, donde la reflexión semiótica y culturológica se mantiene en primer plano por encima de la vivencia del poeta o el entusiasmo del narrador.” 17

La esencia del ser caribeño y sus letras también ha estado estrechamente relacionada con los problemas de investigación planteados por la historiografía en los últimos tiempos. A continuación se expondrán ciertas consideraciones al respecto.

El ilustre comparatista Claudio Guillén en su obra Múltiples Moradas, confiesa que aunque su ocupación es la historia literaria su preocupación real es la forma de pensarla. 9 En el caso de Latinoamérica y el Caribe, repensar la historia de su literatura ha mantenido muy atareados a muchos acuciosos y preclaros investigadores. Así, por ejemplo, Ana Pizarro en su medular ensayo ¿Diseñar la Historia literaria hoy? trae a colación una serie de interrogantes que constituyen, a la vez, desafíos para los estudios de la historia y teoría de nuestro continente.

Inicialmente se trata, “no solo de escribir otra historia literaria, sino de elaborar una reflexión histórica sobre los procesos de transformación de nuestro tradicional objeto de estudio”.18 Los deslindes teóricos para la investigación de dicho objeto de estudio están sujetos a una serie de elementos contextuales insoslayables, tales como: una creciente emigración, la coexistencia de discursos teóricos y literarios otros como el de género, el etnográfico, el homosexual, etc., los imperativos de la demanda editorial y su repercusión en la creación y recepción literaria, y sobre todo, el dialogismo que las letras del entorno cultural latinoamericano y en especial, el caribeño, ha entablado con su pasado y con las culturas impuestas.

Dentro de los estudios historiográficos actuales coexisten ciertas tendencias que van desde las aproximaciones culturológicas y multidisciplinarias(V) a otras que se sustentan principalmente en el método generacional.(VI) Ahora bien, los criterios investigativos fundamentales están encaminados a refutar los preceptos historicistas, lineales y tendenciosos de la historiografía tradicional y proponer una mirada descolonizada hacia la historia y crítica de esta literatura19 atendiendo a la dinámica particular del desarrollo sociohistórico de la literatura y sus géneros, así como a insertar las nociones de ‘literatura nacional’ o ‘regional’ –escuchando a sus especificidades- en conceptos más abarcadores como literatura latinoamericana.

Una vía factible para enfrentar tales desafíos, lo ofrece sin lugar a dudas, la literatura comparada, puesto que “el crítico comparatista debe plantearse […] tensiones entre ‘lo local’, ‘lo local’ y ‘lo universal’ y ‘lo uno y lo diverso’, estableciéndose un diálogo entre la unidad y la diversidad”.20. Esta disciplina provee de instrumentos metodológicos eficaces para efectuar periodizaciones de la literatura caribeña y sobre todo para atender a su dialogismo característico. Françoise Perus resume en las siguientes reflexiones las líneas investigativas para el corpus literario caribeño al esbozar que dichos estudios, deben responder a enfoques comparatistas “de la literatura caribeña entre sí, y de éstas con las formas y categorías mal llamadas universales.” 21

En la actualidad los estudios comparatísticos se revitalizan y enriquecen al incorporárseles el enfoque intertextual; este posibilita eludir los restrictivos estudios de fuentes e influencias tradicionales, y propicia el poner a relieve el entretejido textual que, en el caso de la literatura caribeña, moldea su identidad. La teoría de la intertextualidad aplicada específicamente al texto literario Caribe, permite atender a la hibridez de su naturaleza, al igual que escuchar los ecos de todo el entramado textual que lo sustentan.

CONCLUSIONES

El discurso literario caribeño, en tanto cuerpo representativo de la cultura latinoamericana, está cimentado sobre un supuesto ideoestético de profunda raigambre ontológica. Su estudio presupone adentrarnos en la esencia de la historia y del patrimonio cultural de esta área.

En la actualidad, a pesar del embate globalizante de las culturas de los centros de poder económico, nuevos aires integradores refrescan el tenso panorama sociopolítico del continente y sus islas. La creación y fomento de instituciones y organizaciones socioeconómicas, políticas y culturales – por ejemplo, la comunidad de países caribeños (CARICOM), la Alternativa Bolivariana para las Américas (ALBA) y la Escuela Latinoamericana de Medicina (ELAM)- portadoras de objetivos concretamente delineados, encaminados a promover el sueño martiano de ‘unidad tácita del alma continental’ son muestras fehacientes de ello. Este marco sociohistórico, de manera especial, ha repercutido positivamente en la comprensión, recepción y difusión de la literatura caribeña, que como se ha venido expresando en este trabajo, es un fragmento más del mosaico cultural latinoamericano.

A modo de conclusión se puede afirmar que la cultura de América Latina y el Caribe ha sido honrosamente enunciada, construida y defendida por sus letras. Se exhorta entonces, a penetrar en el fecundo universo literario caribeño para así poder comprender mejor el doloroso alumbramiento, crecimiento y fortalecimiento de su identidad. Se recomienda, además, adentrarse en su estudio dado su gran valor para la formación sociocultural de los docentes cubanos, especialmente aquellos que laboran en entornos multiculturales.

REFERENCIAS BIBLIOGRÁFICAS

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7. Apud Vercesi G. Identidad cultural vs. Identidad nacional en la poesía postcolonial del Caribe hispánico. 2008; Disponible en: URL: http://www.geocities.com/aularama/ponencias/rstz/vercesi.htm. Consultado Diciembre 28, 2008.

8. Apud Cortez J. Notas sobre Brigther Sun de Samuel Selvon. En Emeterio R, Di Donato D. El Caribe en su lit. Caracas, Venezuela: Asociación venezolana de estudios del Caribe (AVECA); 1999. p 69

9. Guillén C. Múltiples Moradas. Barcelona, España: Tusqets Ed, 1998. p.15 – 73.

10. Cfr Fernández R. Todo Calibán. La Habana, Cuba: Fondo Cultural del ALBA, 2006. p. 86-116.

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16. Carpentier A. Ensayos. La Habana, Cuba: Ed Letras Cubanas, 1987. p.37

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19. Fernández R. Para una teoría de la literatura hispanoamericana y otras aproximaciones. La Habana, Cuba: Cuadernos Casa 16,1975. p. 53-78.

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21. Perus F. Acercamiento metodológico a la literatura caribeña. En Emeterio R, Di Donato D. El Caribe en su lit. Caracas, Venezuela: Asociación venezolana de estudios del Caribe (AVECA); 1999. p 47.

NOTAS

I. Se toma en cuenta el concepto de culturas subalternas dada por Ranajit Guha

.

II. El ensayo Nuestra América y el discurso Madre América de José Martí son ejemplos de ello.

III. Dentro de la bibliografía revisada encontramos referencia a varios estudios centrados en estos aspectos. Por su relevancia, resalta la llevada a cabo por Luis Álvarez y Margarita Mateo, los cuales por medio de un viaje por el espacio letrado caribeño exponen, a través de una selección variada y armónica de ejemplos, la forma en que la escritura ha modelado esos temas en el quehacer poético de la región. Otra muestra digna de ser citada es el estudio “Cocolos, emigración y narrativa dominicana” realizada por Lancelot Colwie el cual, desde una cuidadosa selección de novelas de autores dominicanos, se propone reivindicar literariamente la vida de los negros emigrantes que arribaban a República Dominicana y en especial la imagen e impronta cultural de grupos marginados como la de los emigrantes de St. Kitts, Nevys y Antigua despectivamente llamados ‘cocolos’.

IV. Emancipation from mental slavery, como reza en una de las canciones de Bob Marley.

V. Al pueblo de Puerto Rico le fue otorgado el premio Príncipe de Asturias por su defensa del español como lengua nacional.

VI. Sobresalen, fundamentalmente, las planteadas por Ana Pizarro, Benítez Rojo y Torres-Seillant.

VII. En este acápite se encuentra el investigador chileno Cedomil Goig.

 

 

Entrada 13/7/09

Aprobado 10/7/09

 

 

Beatriz Goenaga Conde. Licenciada en lengua inglesa. Profesora Auxiliar. Instituto Superior de Ciencias Médicas “Carlos J. Finlay” Camagüey. Carretera Central Oeste, CP 70100, AP 144, Camagüey, Cuba. E-mail: vermas@pprincipe.cult.cu