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Humanidades Médicas

versión On-line ISSN 1727-8120

Rev Hum Med vol.11 no.2 Ciudad de Camaguey mayo-ago. 2011

 

COMENTARIO

 

La proyección oratoria de Ernesto Guevara de la Serna

 

Ernesto Guevara de la Serna’s oratorical projection

 

Zenaida Vicente Portales

Licenciada en Educación especialidad Español y Literatura, Máster en Cultura Latinoamericana, Profesora Asistente, Universidad de Ciencias Médicas de Camagüey, Departamento de Extensión Universitaria, Carretera Central Oeste Km 4½, Camagüey, Cuba, CP. 70 700. zvp@iscmc.cmw.sld.cu


 

RESUMEN

Es incuestionable el legado de la oratoria de Ernesto Guevara de la Serna para la construcción del socialismo en Cuba. Ello se confirma en este trabajo que ofrece un acercamiento a la proyección del Che como orador político: el carácter histórico, reflexivo y didáctico de los discursos pronunciados por él en diferentes escenarios, fundamentalmente de los dirigidos al pueblo en la etapa que reclamaba el contacto y el diálogo de los dirigentes con la masa, ávida de compenetrarse con la nueva ideología revolucionaria.

Palabras clave: ORATORIA; POLÍTICA; IDEOLOGÍA.


 

ABSTRACT

Ernesto Guevara de la Serna’s oratorical legacy is unquestionable to build socialism in Cuba. This paper confirms this statement by approaching Che’s projection as political orator: the historical, reflexive, didactical character of his speeches given to the people in diverse sceneries, especially in a period demanding contact between leaders and masses eager to identify closely with the new revolutionary ideology in power.

Keywords: ORATORY; POLITICS; IDEOLOGY.


 

INTRODUCCIÓN

A partir del triunfo revolucionario en Cuba, la oratoria política logró un acercamiento de los dirigentes con la masa; los discursos públicos poseían el carácter de las grandes charlas populares, los problemas eran planteados y discutidos para que el auditorio-pueblo participase en el ejercicio del poder político. Esta proximidad se logró mediante el contacto directo de emisores con receptores y sobre todo, a través de la fuerza de irradiación de los oradores que conocían a fondo la materia de sus intervenciones; exponentes de ello han sido Fidel Castro y Ernesto Guevara, quienes posibilitaron que en Cuba la comunicación oral fuese un factor esencial para la labor ideológica.

El estudio de la oratoria de Ernesto Guevara de la Serna (1928- 1967) ha sido una inquietud de escritores e investigadores, que han referido sus consideraciones acerca de las peculiaridades esenciales de su estilo, así como de los elementos pedagógico-educativos que empleaba para dirigirse al auditorio. Hasta el momento se ha profundizado más en el análisis de artículos, ensayos, narraciones y otros escritos que de los discursos públicos pronunciados por él en los primeros años de la Revolución y no existen suficientes trabajos que valoren su proyección tribunicia.

Como orador político, el Che se preocupó constantemente por educar a las masas; su voluntad de comunicación de ideas le permitió intervenir ante diferentes auditorios dentro y fuera de Cuba; fue indiscutible su capacidad para comunicar los más diversos matices del pensamiento, expresarse con vastedad de acuerdo con los objetivos de sus intervenciones, así como apelar a los procesos de la conciencia.

 

DESARROLLO

Manuel Sanguily, cuyas cualidades oratorias resumió Renée Méndez Capote al catalogarlo como “[…] orador portentoso, el orador de combate por antonomasia,”1 enunció en Los oradores de Cuba: “Si para algo noble debe servir en este mundo la palabra, después del ministerio sublime de enseñar la verdad, haciéndola hermosa y amable por los encantos de la forma, es sin duda para levantar los espíritus a la dignidad moral más alta que pueda alcanzar nuestra especie. Enseñar, dignificar, eso sí es grande, y bueno, bello y útil.”2 El Che conocía las obras del cubano Manuel Sanguily (1848- 1925), considerado en su época un hombre polémico e intransigente, cuyos discursos y documentos enfrentan, con el patriotismo más impoluto, a la metrópoli española primero y a la voracidad imperialista norteamericana después, representada en el Tratado de Reciprocidad Comercial, la Enmienda Platt y demás manifestaciones de injerencia de Estados Unidos en Cuba.3

En el discurso del 2 de marzo de 1960 en la Universidad de La Habana, Guevara alude tanto al documento donde Sanguily se opuso a la venta de tierras a extranjeros como al proyecto de ley de la República, este último presentado el 3 de marzo de 1903, para impedir las inversiones en Cuba;3 en esta intervención el Che expresa: “Hay una vieja Ley de la época del Gobierno norteamericano en Cuba, que prohibía a todo norteamericano poseer tierras en la Isla. Así expresa la Ley; a pesar de eso rápidamente se violó, no pudo prosperar la ponencia de Sanguily, para que se impidiera tener tierra a los extranjeros y poco a poco se fueron posesionando de los latifundios cañeros y creando esa poderosa industria […].”4

Precisamente, el desarrollo histórico de Cuba fue un tema de permanente interés para el Che: consultó los mejores exponentes de la literatura histórica y buscó testimonios sobre aquellos procesos, que, por ser recientes, aún no habían sido elaborados; los conocimientos adquiridos por él cristalizaron en muy claras concepciones y valoraciones de las personalidades del pasado; en sus discursos, abordó el problema social y su contextualización ideológica, política, económica y cultural en el más amplio sentido. Luis Toledo Sande particulariza en este aspecto cuando manifiesta que: “A lo largo de su peculiar experiencia cubana –durante la cual se fraguó su imagen distintiva: en una epopeya que da sustento a los pasajes más estimulantes de su biografía, junto a los que recrean el trabajo de su protagonista en responsabilidades de dirección en Cuba a partir del triunfo revolucionario– el Che se preocupó por estudiar la historia del país que lo acogió como al hijo extraordinario que era, que es.”5

En el Primer Encuentro Internacional de Estudiantes y Profesores de Arquitectura el 29 de septiembre de 1963, Guevara expone que pronunciará un discurso político y puntualiza en la formación del arquitecto hombre político, como resultado de la cultura que ha podido adquirir hasta ese momento. Partiendo de que el discurso político desempeña un rol significativo en la vida sociocultural de cualquier nación, sobre todo en épocas de profundos cambios revolucionarios cuando se trata de estrechar el vínculo con las masas populares, en la oratoria de Ernesto Guevara se evidencia la función ideológica de la lengua en la comunicación oral, si: “[...] entendemos por ideología, el universo del saber del destinatario y del grupo al que pertenece, sus sistemas de expectativas psicológicas, sus condiciones mentales, su experiencia adquirida, sus principios morales (diríamos su cultura, en el sentido antropológico del término, si de la cultura así entendida no formaran parte también los sistemas retóricos).”6

José Martí, cuyos textos oratorios y concepciones retóricas constituyen una fuente de conocimiento para el estudio de discursos de otros autores, fue, según el investigador Luis Álvarez Álvarez, “[…] sin discusión posible, uno de los más grandes oradores en lengua española, en quien la palabra viva estaba respaldada por la meditación amante.”7 El Apóstol, al referirse a la elocuencia en el discurso de un joven pensador francés, precisó: “No hay como pensar firmemente para hablar elocuentemente. Lo que está definido en el juicio será de seguro bien puesto en los labios.”8 Tales reflexiones permiten ahondar aún más en la proyección del Che como orador, quien, a pocos días del triunfo de la Revolución, el 27 de enero de 1959, en la Sociedad Cultural “Nuestro Tiempo”, pronunció una charla en la cual abordó las proyecciones del Ejército Rebelde. Aleida March asevera que esta intervención “[…] fue el preámbulo de lo que más tarde conformaría su legado teórico.”9 Allí evoca a Martí y realiza un esbozo del proceso revolucionario desde la expedición del Granma hasta la culminación de la etapa insurreccional, a la vez que argumenta la evolución del pensamiento nacido con el Movimiento 26 de Julio y los cambios en las diferentes etapas de la lucha revolucionaria. En el cierre del discurso reclama “[…] una unión espiritual de todos nuestros países […]”4 y convoca al pueblo de Cuba a mantenerse en pie de lucha para enfrentar cualquier agresión.

En el discurso pronunciado en El Pedrero, en la concentración popular el 8 de febrero de 1959, el Che enfoca también el llamado a la unidad, junto al reconocimiento hacia el campesinado que apoyó a la guerrilla en su paso por toda la isla de Cuba; así expresó en el cierre de esta intervención: “[…] quería pedirles que mediten sobre el peligro de dividir, dividir en las entrañas mismas de un central a la clase obrera, en obreros de este tipo, y obreros de aquel otro tipo; porque la gran palabra de orden para toda la nación, que es la unión, debe ir aplicándose también a todas las fases de la vida cubana.”4

En sus escritos y discursos de la primera etapa de la Revolución (desde 1959 hasta la primera mitad de 1961) reiteraba la idea de eliminar el individualismo mediante un proceso de autoeducación consciente, de perfeccionamiento diario, y partía de la necesidad de preservar el legado histórico de las luchas insurrectas y de los últimos acontecimientos de la Revolución en el poder, así como el legado de los mártires y revolucionarios del mundo, para modelar un nuevo tipo humano, exponente de la nueva Cuba. Se destacan en este periodo casi cincuenta intervenciones públicas, muchas de ellas dirigidas a estudiantes y jóvenes, así como a obreros y milicianos.

Los discursos de la segunda mitad del año 1961 se caracterizaron por esclarecer algunos aspectos aún débiles en cuanto a las responsabilidades de los sindicatos, y en una veintena de discursos, insiste en el desarrollo de una nueva actitud ante el trabajo mediante el esfuerzo cotidiano; iguales propósitos se delinean en sus intervenciones de 1962 ante grupos de trabajadores de diversos centros productivos, y en más de cincuenta intervenciones entre 1963 y 1964, los temas abordados en mayor grado fueron: el trabajo como un deber social, la jerarquización del estímulo moral para incentivar las actitudes de los individuos y los colectivos obreros y los problemas económicos, abordados en correspondencia con sus funciones de gobierno.

De 1961 a 1964 pronunció también discursos en diferentes países donde asistió a conferencias, seminarios y otros foros de carácter internacional: en la Universidad Nacional de Montevideo y en la Conferencia del Consejo Interamericano Económico y Social de la OEA, en Punta del Este, Uruguay (1961), donde se vio obligado a desentrañar las artimañas del gobierno norteamericano en su Alianza para el Progreso; en la Conferencia Mundial de Comercio y Desarrollo en Ginebra y en la XIX Asamblea General de Naciones Unidas (1964), donde pronuncia un discurso y además usa el derecho de réplica: enfrenta a un representante de la Nicaragua de Somoza, que aludió a su acento argentino para desautorizar su voz en nombre de Cuba. Ya en 1961 había declarado en una conferencia de prensa en Montevideo, Uruguay: “Yo nací en Argentina, permítame que sea un poquito pretencioso al decirle que, Martí nació en Cuba y Martí es americano, Fidel nació en Cuba y Fidel es americano: yo nací en Argentina, no reniego de mi patria de ninguna manera, tengo el sustrato cultural de la Argentina, me siento también tan cubano como el que más y soy capaz de sentir en mí, el hambre y los sufrimientos de cualquier pueblo de América, fundamentalmente, pero además de cualquier pueblo del mundo.”10

Aunque en 1963 había asistido a un seminario sobre planificación económica en Argelia, donde realizó declaraciones acerca de la historia del desarrollo económico cubano, en 1965, intervino en el Seminario de Solidaridad Afroasiática, celebrado en Argel, donde deja sentada su posición y la de Cuba sobre la realidad revolucionaria y el contexto internacional relacionado con el intercambio desigual y la deuda externa.

En sus intervenciones, construidas a partir de la recuperación de las funciones plenas del discurso político como texto de carácter ideológico- cultural, estimulaba la cognición y la actividad consciente de los receptores, mediante la exposición y argumentación necesarias de acuerdo con el tema y las características de los receptores, y de esta forma, “[…] disuadir o aconsejar conforme a la norma de lo honesto,”12 como precisara Alfonso Reyes, al referirse a que el deliberativo “[…] es el género retórico por excelencia […] procura la utilidad política […] se dirige al porvenir.”12

Además de un perfecto estudio de las cuestiones de política general y conocimientos teóricos en las diversas y complicadas ramas de las ciencias administrativas, el Che conocía el modo de ser y sentir del pueblo al que le dirigía la palabra, todo ello porque reunía “[…] un ingenio penetrante y vivo, extensa cultura, criterio de óptimo pensador, inflexiva lógica, entusiasmo y fantasía de poeta, virtud y patriotismo: los recursos todos y las variadas gracias de la correcta dicción oratoria […]”12, como expresara Mariano Gómez en su estudio preliminar a Grandes discursos. Estas cualidades, que hasta ahora se han venido delineando no dejan dudas de las habilidades discursivas del emisor Che.

La lectura cuidadosa de algunas intervenciones, desprovistas de los elementos paralingüísticos y translingüísticos, nos lleva a un análisis más particularizado de su oratoria, en la que afloraba el inmenso caudal de vivencias y la preparación de Ernesto Guevara a la hora de dirigirse a un auditorio. Al referirse a este aspecto, el destacado investigador Luis Álvarez Álvarez apuntó: “Una observación detenida de los discursos del Che arroja un resultado sorprendente: bajo la aparente ausencia de bruñido de la expresión, bajo un supuesto desaliño y la impresión de que no se pondera el proceder discursivo, el Che orador era, por el contrario, un emisor muy reflexivo y atento a conseguir el más alto grado de receptividad conceptual y anímica.”13

Para lograrlo, Guevara, de acuerdo con su intención comunicativa, seleccionaba los materiales adecuados y ordenaba su exposición según el auditorio y la situación, a la vez que estimulaba de forma creadora el pensamiento de los oyentes con el propósito de educarlos de acuerdo con sus concepciones ideológicas. De hecho, al caracterizar su obra discursiva, Luis Álvarez Álvarez precisó: “[…] fue la suya una oratoria centralmente comunicativa y didáctica, en la que siempre latía esa auscultación del porvenir […].”13

Al referirse al carácter dialógico de la oratoria, Luis Álvarez apuntó: “Algunos oradores acostumbran a establecer un diálogo –directo e indirecto– con el público o con su equipo de trabajo, en el cual el primero, incluso, puede responder como un ente colectivo. Ejemplo de ello son Ernesto Guevara y Fidel Castro.”14 El propio Che, en el ensayo El socialismo y el hombre en Cuba, se refirió a la oratoria del líder de la Revolución cubana: “Maestro de ello es Fidel, cuyo particular modo de integración con el pueblo solo puede apreciarse viéndolo actuar. En las grandes concentraciones públicas se observa algo así como el diálogo de dos diapasones cuyas vibraciones provocan nuevas en el interlocutor. Fidel y la masa comienzan a vibrar en un diálogo de intensidad creciente hasta alcanzar el clímax en un final abrupto, coronado por nuestro grito de lucha y de victoria.”15

En esta valoración acerca del “[…] más acabado exponente de la nueva oratoria instalada con el triunfo de la Revolución […]”13 se manifiesta no solo el elogio a Fidel Castro, sino que advierte sobre la nueva proyección estilística del discurso revolucionario en un sentido dialógico, de comunicación participante, estilísticamente configurada, con el auditorio. Asimismo, el Che respondió a esa peculiar voluntad de forma y a ese modo de expresión sociocomunicativa que desplazó a la oratoria dominante de la seudorrepública, carente de vínculos con el pueblo.13

En los discursos del Che se aprecia el carácter dialógico desde el exordio; allí se manifiesta lo planteado en la Teoría de los actos del habla de AustinI como locución, ilocución y perlocución.16 Véase como en ocasiones, el orador, se dirige de forma directa al auditorio: “[…] he escuchado hace unos momentos: ¡Viva el Che Guevara! pero a ninguno de ustedes se les ocurrió decir: ¡Viva Martí! … eso no está bien”4 (locución e ilocución), y de inmediato, los receptores le responden con aplausos y gritos de “¡Viva Martí!” (perlocución); más adelante, en la peroración, el orador confirma el carácter de diálogo de su discurso en el que se establecen nexos participativos entre el orador y el auditorio: “Si de esta conversación entre ustedes y nosotros quedara algo, si no se esfumara, como se van las palabras, me gustaría que todos ustedes en el día de hoy […] pensaran en Martí.”4

Asimismo, el carácter didáctico de su oratoria se observa en todos los discursos: ofrece las explicaciones y los argumentos precisos para informar y a la vez educar al auditorio; recurre a sus experiencias para insistir en la cooperación revolucionaria en el camino hacia el socialismo; una muestra fehaciente de esa capacidad aglutinadora es el discurso dirigido a estudiantes y trabajadores de la salud cuando expone: “De nada sirve el esfuerzo aislado, el esfuerzo individual, la pureza de ideales, el afán de sacrificar toda una vida […] si ese esfuerzo se hace solo, solitario en algún rincón de América, luchando contra los gobiernos adversos y las condiciones sociales que no permiten avanzar. Para hacer Revolución se necesita esto que hay en Cuba: que todo un pueblo se movilice y aprenda […]”4

Al valorar la proyección oratoria del Che, es indiscutible la definición de Jean Paul Sartre, al considerarlo, el hombre más completo de su tiempo,17 que supo vincular la teoría con la praxis social y asumir las más ricas tradiciones y los valores espirituales de nuestra América hasta convertirse, según Armando Hart, en uno de los símbolos éticos más elevados de la historia de las civilizaciones.18

 

CONCLUSIONES

Durante los años que Ernesto Guevara de la Serna desempeñó varias responsabilidades en Cuba, pronunció más de un centenar de discursos públicos y numerosas intervenciones a nivel internacional cuando participó en representación de la isla. Su oratoria política ha constituido una fuente nutricia para el trabajo de las organizaciones políticas, de masas y del Estado cubano.

La oratoria del Che se caracterizó por la historicidad y el dialogismo, así como por el carácter reflexivo y didáctico para dirigirse al pueblo que estaba viviendo una nueva etapa y aún no estaba preparado culturalmente para interpretar la ideología y el proceso de transformaciones revolucionarias en Cuba.

 

REFERENCIAS BIBLIOGRÁFICAS

1. Méndez Capote R. Oratoria cubana. La Habana: Imprenta Editorial Hermes; [s. f. ].

2. Sanguily Garritte M. Oradores de Cuba. La Habana: Editorial Letras Cubanas; 1981.

3. Cepeda R. Compilador. La múltiple voz de Manuel Sanguily. La Habana: Editorial Ciencias Sociales; 1988.

4. Guevara de la Serna E. Escritos y Discursos. Tomo 4. La Habana: Editorial Ciencias Sociales; 1997.

5. Toledo Sande L. Acerca del Che conocido como Ernesto Guevara. Revista Casa de las Américas. Jul- Ago 1987;XXXVII(206):118.

6. Eco H. Retórica e ideología. Textos y contextos. Tomo I. La Habana: Editorial Arte y Literatura; 1986.

7. Álvarez Álvarez L. Estrofa, imagen, fundación: La oratoria de José Martí. La Habana: Ediciones Casa de las Américas; 1995.

8. Martí J. Obras Completas. Tomo 14. La Habana: Editorial de Ciencias Sociales; 1975.

9. March A. Evocación. La Habana: Fondo Editorial Casa de las Américas; 2008.

10. Guevara de la Serna E. Escritos y Discursos. Tomo 9. La Habana: Editorial Ciencias Sociales; 1997.

11. Reyes A. La antigua retórica. Ciudad de México, DF: Fondo de Cultura Económica; 1942.

12. Gómez M [compilador]. Grandes discursos. Buenos Aires: W. M. Jackson Inc.; 1950.

13. Álvarez Álvarez L. Che: palabra nueva para tiempos nuevos. Conversar con el otro. La Habana: Ediciones Unión; 1990.

14.- Álvarez Álvarez L [compilador]. Hablar y persuadir: El arte de la oratoria. La Habana: Ediciones Abril; 2007.

15. Guevara de la Serna E. Escritos y discursos. Tomo 8. La Habana: Editorial Ciencias Sociales; 1997.

16- Knauer G. El análisis de textos políticos cubanos desde puntos de vista sociolingüísticos y de la lingüística de textos. Revista Islas. Abr 1984;(77):120.

17.- Sartre JP. El hombre más completo de su tiempo. Revista Bohemia. Dic 1967;59(51):45.

18.- Hart Dávalos A. El Che: una cultura de la liberación. Revista Casa de las Américas. Ene-Mar 1997;XXXVII(206):9.

 

Notas

I. En 1962 se publicó esta teoría del filósofo inglés J. L. Austin, en la cual propuso que los actos de habla van más allá de la simple trasmisión de mensajes y están compuestos de tres niveles: locutivo (expresión de una serie de sonidos o enunciado verbal), ilocutivo (que el locutor argumente, prometa, advierta, llame, etc.) y perlocutivo (que el locutor trate de estimular, convencer, influir para obtener una reacción en el receptor).

 

Recibido: 31/03/2011

Aprobado: 15/06/2011

 

 

Zenaida Vicente Portales. Licenciada en Educación especialidad Español y Literatura, Máster en Cultura Latinoamericana, Profesora Asistente, Universidad de Ciencias Médicas de Camagüey, Departamento de Extensión Universitaria, Carretera Central Oeste Km 4½, Camagüey, Cuba, CP. 70 700. zvp@iscmc.cmw.sld.cu