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Humanidades Médicas

On-line version ISSN 1727-8120

Rev Hum Med vol.15 no.1 Ciudad de Camaguey Jan.-Apr. 2015

 

ARTÍCULO

 

Trascendencia del ideario educativo de Félix Varela en Cartas a Elpidio

 

Transcendence of educative ideology of Felix Varela in Letters to Elpidio

 

 

Irma Niurka Falcón Fariñas

Máster en Cultura Latinoamericana. Licenciada en Letras. Profesor Instructor. Aspirante a Investigador. Universidad de Ciencias Médicas "Carlos J. Finlay". Centro de Desarrollo de las Ciencias Sociales y Humanísticas en Salud (CENDECSA). Carretera Central Oeste Km 4½, Camagüey, Cuba. C.P. 70100. irmaf@iscmc.cmw.sld.cu

 

 


RESUMEN

En este trabajo se analiza la vigencia del pensamiento educativo de Félix Varela en Cartas a Elpidio. En particular se estudian sus ideas acerca del método científico en la enseñanza y de la subordinación del bien individual al bien común. Asimismo se toman en consideración las condiciones y el momento histórico en que fue escrita, su alcance local, nacional y latinoamericano en correspondencia con el actual ámbito de la Universidad de Ciencias Médicas y otras personalidades de la cultura. Mediante la revisión bibliográfica de diversas fuentes utilizadas se obtuvieron datos favorables para este análisis.

Palabras clave: pensamiento, filosofía, valores sociales.


ABSTRACT

The validity of Felix Varela´s educative thought in Letters to Elpidio was analyzed in this work. His ideas about the scientific method in teaching and the subordination of individual good to common good were particularly studied. The conditions and the historical moment in which it was written, its local, national and Latin-American repercussion in regards to the updated field of the University of Medical Sciences and other personalities of the cultural field were taken into consideration. Favorable data for this analysis were obtained through bibliographic revision of different sources.

Keywords: thinking, philosophy, social values.


 

 

INTRODUCCIÓN

En el proceso docente educativo de profesionales competentes, la política cultural y educacional contemporánea de Cuba en el nivel superior, debe asegurar en los educandos conocimientos, motivaciones y recursos personológicos. A estos últimos les corresponde resolver problemas en diferentes contextos, con vistas a transformar la realidad sobre la base de una actuación acorde con los requerimientos de su tiempo.

El padre Félix Varela aspiró a tales características en la juventud cubana, en ella depositó su confianza y le dirigió el texto Cartas a Elpidio. Las reflexiones allí expresadas validan la opinión del Dr. C. Eduardo Torres Cuevas: "Nuestras ideas, armas de siempre, deben verse tales cuales fueron, la síntesis de un pensamiento singular-universal propio, que no fue jamás, en su expresión más avanzada-emancipatoria, imitación, sino creación para la liberación humana, social y nacional. Reside ahí nuestra definición mayor como cubanos".1 Este último juicio reafirma además la condición de Félix Varela en el proceso de identidad nacional.

Con la fundación del Seminario de San Carlos y San Ambrosio en 1774 comenzó la renegación de la escolástica al colocarse la enseñanza sobre la base de la experiencia y el conocimiento de la naturaleza. Los profesores tenían libertad para redactar los textos e impartir su propia doctrina, por ello se abrió el camino a la revolución gnoseológica, filosófica y pedagógica que desde las aulas del Seminario llevarían a cabo José Agustín Caballero, Juan Bernardo O'Gavan, Félix Varela, Justo Vélez, José Antonio Saco y otros, bajo la dirección del obispo De Espada.

La llegada a Cuba del gobernador Luis de las Casas y Aragorri en 1790, hombre culto y muy identificado con las necesidades de los productores criollos, le dio un fuerte impulso a las reformas. Bajo su gobierno (1790-1796) se hicieron tres grandes fundaciones: el Papel Periódico de La Havana en 1790, la Sociedad Económica de Amigos del País en 1793 y el Real Consulado en 1795. Estas constituyeron las principales instituciones que junto al San Carlos llevaron el peso de la renovación intelectual que incorporó a la Isla al pensamiento moderno.

Félix Varela desde que oficiaba en la Catedral y en la Iglesia del Espíritu Santo en La Habana, 1818, redactó por encargo de la Sociedad Económica Amigos del País un grupo de sentencias, de reglas de urbanidad, fábulas morales y literarias para uso social. Cartas a Elpidio marcó la completa madurez de su pensamiento político-social. Disímiles son las páginas que se han dedicado a su ideario, sin embargo, por muchas razones que no es propósito exponer en este trabajo, las Cartas a Elpidio han permanecido casi olvidadas.

Entre los textos dedicados al estudio de esta obra merecen especial consideración el ensayo de Emilia Gallegos No hay Patria sin virtud, el prólogo a las obras de Félix Varela, de Eduardo Torres-Cuevas y su visión general de Cartas a Elpidio recogida en uno de los capítulos de su libro, el Cuaderno de Historia Habanera Nro. 26 (I, II y III) compilado por el reconocido historiador de La Habana Emilio Roig de Leuchsenring, así como artículos publicados acerca de su concepción humanista en revistas electrónicas.2-3

Las Cartas a Elpidio fueron escritas cuando su autor residía, a consecuencia del exilio, en los Estados Unidos.I En 1835 vio la luz el primer tomo que trata sobre la impiedad, el segundo dedicado a la superstición se publicó en el año 1838 y el tercero, que debía referirse al fanatismo quedó pendiente, pues la indiferencia primero y la mala acogida que tuvieron los dos tomos iniciales de la obra disuadieron a Varela de la entrega a la imprenta del último.

Las circunstancias en Cuba eran muy adversas por el dominio colonial, a pesar de los esfuerzos de algunos interesados y amigos del presbítero, no podía germinar aquella semilla de gran valor cognoscitivo. El surgimiento de la nacionalidad cubana en la primera mitad decimonónica ocurrió dentro de una amplia gama de posiciones de clases, las cuales expresaban la complejidad del desarrollo económico-social de la Isla y su enmarañado sistema de contradicciones.

José Antonio Portuondo asevera: "Varela fue, esencialmente, un hombre de transición, plantado entre dos épocas históricas, entre dispares mundividencias: el siglo XVIII criticista y neoclásico y el siglo XIX apasionado y romántico [...]. Situado entre una edad de fríos pensadores y un tiempo de artistas apasionados, él fue un pensador apasionado [...]"4

Se opuso al escolasticismo imperante en el ambiente filosófico de su tiempo e introdujo la filosofía cartesiana y empirista de John Locke y Étienne Bonnot de Condillac. En sus Instituciones de filosofía ecléctica (2 volúmenes, 1812), propone un tipo peculiar de filosofía, fundamentada en la razón y en la experiencia. Además de este texto entre sus obras más importantes se consideran: Observaciones sobre la Constitución política de la monarquía española (Habana, 1821); Miscelánea filosófica (Nueva York, tercera edición, 1823); Lecciones de filosofía (Nueva York, segunda edición, 1824) y la colección de Cartas a Elpidio (Nueva York, 1835-1838).

Este artículo tiene como objetivo general analizar la vigencia de las ideas pedagógicas de Félix Varela en el sistema educacional cubano. Satisface necesidades pedagógicas y de carácter social por estar dirigido a ampliar el nivel cultural sobre el pensamiento educativo de Varela y su relación con otras personalidades de la cultura Latinoamericana.

Para ello se estudiaron las seis cartas incluidas en el primer libro dedicado a la impiedad. Se revisó los fondos bibliográficos del Museo Provincial Ignacio Agramonte, la Sala de Lectura del Centro de Estudios en Ciencias Sociales y Humanísticas para la salud (Cendecsa) y sala General y de Literatura de la Biblioteca Provincial Julio A. Mella. Además de las búsquedas en repositorios y sitios digitales.

Los resultados fueron positivos pues las experiencias teóricas responden a los elementos que brindan conocimientos generales sobre el pensamiento filosófico de Varela, así como la constatación en publicaciones periódicas cubanas impresas y digitales de su ideario educativo.

Graziela Pogolotti escribió: "Los pensadores cubanos del siglo XIX, en intento por formular un proyecto de nación[...] encontraron soluciones prácticas para influir en la opinión pública, de limitado alcance en el contexto colonial y esclavista, libraron batallas en el seno de las instituciones, impulsaron conceptos avanzados de educación. [...]".5

Este juicio pondera a uno de los más grandes hombres de la centuria decimonónica para quien la educación constituyó un baluarte innegable de cada ser humano, fruto de la voluntad personal y el ejercicio de la mente a fin de construir el conocimiento con buena conducta en bien de la sociedad.

 

DESARROLLO

El título del libro analizado ha suscitado disímiles discusiones, pero la mayoría de los investigadores de la obra de Félix Varela reconoce la elección del término Elpidio por su significado etimológico de esperanza, cuyo origen proviene del griego y latín.6

Varela convencido de que la juventud era la esperanza de Cuba, de su salvación patriótica, le dedica a ella sus cartas. La historia demostró que el filósofo no estaba errado y las generaciones sucesoras que llevaron a cabo las luchas emancipadoras tomaron como bandera su ideal de justicia social.

Cartas a Elpidio contiene la substancia de su ideario y contribuye al discernimiento de los valores en un tono polémico entre otras aristas de las ciencias sociales: "De aquí la urgencia del diálogo de la que son hijas las Cartas a Elpidio. La epístola constituyó siempre un intento de diálogo a distancia, es el esfuerzo desesperado del monólogo por superar su esencial soledad. Varela se dirige en Elpidio, a toda la juventud de su patria, de quien, con emoción, se sabe recordado."4 Emilia Gallegos en su ensayo No hay Patria sin virtud subraya la valía del pensamiento de Varela al situarse en un nivel de producción conceptual y axiológica que no tiene paralelo hasta la presencia del martiano.

Cada texto genera una enseñanza para preparar la inteligencia y el carácter del futuro hombre en la sociedad. Pretende ejercitar los sentidos, la sensibilidad o el gusto a fin de distinguir lo bueno o malo o lo que no tiene valor. Le aportó a la joven generación de intelectuales cubanos un arma metódica para romper con los sofismas escolásticos, al fomentar tanto la racionalidad de la cavilación como la necesidad del experimento para lograr el verdadero saber científico.

José Martí expresó: "Quien dice educar, ya dice querer",II sobre ello se sustenta el pensamiento educativo de Varela, primero subyace el amor hacia los jóvenes, un sentimiento nacido con sinceridad y sapiencia, por ello resalta la manera indistinta en que se dirige a Elpidio cuando enfatiza sus instrucciones en las seis cartas estudiadas: "[...] mi caro Elpidio...; [...] querido...; mi amado...; [...] Observa, mi amigo,...; Medita...; [...] Reflexiona...; Oye,...; [...] Advierte, amigo mío, [...]"7

En el autor prevalece la conciencia de que en los jóvenes está la fuerza, el ímpetu hacia el cambio necesario para crecer como seres humanos con virtud. Destaca su visión: "[...]. Observa, Elpidio, que la juventud propende a la justicia, por más que se empeñen en probar lo contrario algunos alucinados o irreflexivos; y así es que por más entregado que esté un joven a los placeres y a la impiedad, siempre da signos de gratitud por los esfuerzos que se hacen para mejorar su estado, si percibe que no hay intención de oprimirle".7

Las ideas ofrecidas colocan en un lugar importante a este grupo etario dentro de la sociedad, mayoritariamente listo a aprehender y aprender con energías sin imposición, aunque en ocasiones emerja la inmadurez bajo la necesidad de la justicia. En la actualidad frases como "la juventud está perdida" o "qué se creen estos jóvenes", desarticulan la esencia de sus entrañas ?dispuestas a lo nuevo, a lo que quieren? sin evaluar de manera individual cada comportamiento y la urgencia de su corrección en el caso requerido.

Varela acota: "[...]. La juventud es ingenua y así se resiente más que otra edad alguna de cualquiera tentativa que se haga para engañarla, y por consiguiente, recela de cuantos quieran después satisfacerla."7 Evitar el daño de su espíritu es una herramienta muy necesaria implícita en estas líneas tan profundas del maestro, quien agudiza su ideario pedagógico al representar una exquisita imagen de cómo son y sus máximos anhelos en cómo tratarlos:

Yo desearía, mi amado Elpidio, que los que dirigen a los jóvenes no olvidasen una debilidad, en que casi todos incurren y de que debemos prevalernos para beneficio de ellos mismos. No hay niño que no quiera ser grande en cuerpo y no hay joven que no quiera serlo en ideas y sentimientos. De aquí proviene que así como los niños procuran todas las ocasiones de levantar pesos que ellos consideran enormes y de ostentar de todos modos que se van aproximando al estado perfecto de la naturaleza, cuando ya todas las facultades físicas han adquirido su entero vigor; así los jóvenes que ya consideran haber llegado o no distar mucho de ese estado de perfección, aspiran a manifestar que también han llegado al de las perfecciones intelectuales; y así es que siempre emprenden cosas arduas y se creen capaces de cualquier trabajo científico.7

Con una expresión criolla matizada por el choteo los denomina viejitos lampiños y confirma su utilidad social. Prepondera el carácter feliz de la sociedad cuando existen en abundancia, porque al llegar el momento de la madurez también se entrelazan aquellas orientaciones e improntas acumuladas en el nuevo ser. "La Juventud es levadura moral de los pueblos. Cada generación anuncia una aurora nueva, la arranca de la sombra, la enciende en su anhelar inquieto".8

El maestro califica de peligrosa la edad de entre quince a dieciocho años, por lo cual denota que esta etapa exige mayor atención y prudencia por parte de sus educadores. Sostiene la imperiosa necesidad del estudio de programas académicos basados en la práctica, donde no se disocien con la moral ni la religión. Evadir las cuestiones especulativas y dedicarle tiempo a la música, el dibujo, las matemáticas, la física y la química.

La hora de la clase, el ambiente del centro universitario requiere hoy de atinadas reflexiones vinculadas con el procedimiento para formar al joven:

El gran secreto de manejar la juventud, sacando partido de sus talentos y buenas disposiciones, consiste en estudiar el carácter individual de cada joven y arreglar por él nuestra conducta. La oposición que se hace a un joven, si queremos que produzca buen efecto, debe ser casi insensible, y es preciso procurar que él mismo sea su corrector. Tiene la naturaleza toda su fuerza en la primera edad y las pasiones son muy vivas; la razón está muy poco ejercitada, y la experiencia, siendo casi nula, no ha podido producir el hábito de moderación que suele conseguirse en la mayor edad. Resulta, pues, que un joven se deleita en toda lucha, sea de la clase que fuere, y que la resistencia sólo sirve para aumentar sus esfuerzos, pero nunca para conquistar sus inclinaciones. [...]7

El método científico es el principal éxito introducido por Varela en la enseñanza, ejemplifica la práctica médica en el texto estudiado; los resultados actuales en el ámbito universitario de las Ciencias Médicas cubanas son motivo de elogio a nivel mundial. Los educandos desde el primer año se vinculan a la asistencia médica y de enfermería en cada policlínico asignado, realizan guardia de conjunto con los galenos como parte del Programa de Formación del Médico General Integral y también se insertan en el Programa de Sostenibilidad asociado a la Campaña Antivectorial. La relación directa con el paciente y su observación clínica constituye una exigencia académica desde el tercer año hasta el sexto, momento en que permanecen internos en los hospitales junto a especialistas.

Enrique José Varona en las postrimerías del siglo XIX expresa la aplicación de esta perspectiva educacional al referir el panorama didáctico en la Isla:

Nuestra época se caracteriza por el predominio del método científico; y este método descansa sobre dos sólidos sillares: la observación y experiencia. Podemos, por tanto, sentar como principio inconcuso que la enseñanza moderna ha de ser científica en todos sus grados. Y dando un paso más debemos decir que, en todos sus grados, debe poner al alumno en condiciones de observar y experimentar.9

La mirada del prestigioso educador ahonda en el mismo texto acerca del concepto de educación y enseñanza, lo cual ajusta con la doctrina estudiada: "La educación se propone evitar en lo posible la adaptación imperfecta; y la enseñanza es una de las grandes palancas de la educación".9

José Martí, continuador de este ideario, plasma la unidad de lo sensible y lo racional como principio del conocimiento humano en el texto "Filosofía" del tomo XIX de sus Obras Completas, allí expresa la necesidad de examinar para adquirir sabiduría con mayor seguridad unida a la reflexión.

Del periódico investigado La Escuela Moderna otro trabajo acopla con las consideraciones de Varela. El título designado por el pedagogo e historiador Rodolfo Menéndez de la Peña: "La ignorancia de las ciencias causa innumerables males" puntualiza diferentes aristas del tópico: "Cuando en la formación de las costumbres, de la voluntad, de la inteligencia, de la conducta social, no ha presidido ningún régimen, ni principio racional que contenga los ímpetus irreflexivos del hombre, [...]; [...] resulta la perdición del mismo".10

Fortalece estas posturas educativas la medular tesis detallada por los autores Homero Calixto Fuentes-Gonzáles y Jorge Montoya-Rivera: "Para Varela el saber no consiste, pues, en repetir frases, sino en ser capaz de formar el conocimiento de nuevo por sí mismo [...]"11

Paralelamente a esto Varela aprecia la ejercitación del espíritu del joven como un aspecto ineludible en su formación, unido a un buen corazón libre de resentimientos inclinado a las emociones pacíficas generadoras de la contemplación de la naturaleza. Responder a esas virtudes significa tener mayor capacidad de lograr progresos y ganarse el afecto, lo cual repercute en el bien social.

Rosalía de Castro entroniza las mencionadas razones cuando publica: "Hay en el ser dos elementos que luchan sin cesar: uno de carácter esencialmente humano y otro que pudiéramos llamar espiritual. [...]. Esto nos induce a creer que aquellos individuos en los cuales ese elemento espiritual alcance un grado de exquisito refinamiento, lograrán también una moralidad más sana y depurada."12

La experiencia en esta dirección de la Universidad de las Ciencias Médicas Carlos J. Finlay apunta hacia una labor sistemática en la dimensión de Trabajo Educativo de Extensión Universitaria con proyectos a nivel inter y extrauniversitario, esto último tiene frutos muy halagüeños mediante un convenio de trabajo con la Casa Natal de Carlos J. Finlay de la Oficina del Historiador de la Ciudad: Tertulia cultural del mismo nombre, la cual rebasa más de diez años, así como el desarrollo de la Firma del Código de Ética Médica por los alumnos de primer año de la carrera de Medicina, entre otras.

En el orden interno se ha mantenido una proyección satisfactoria del Movimiento de Artistas Aficionados durante décadas con la obtención de premios y menciones en cada Festival Provincial.

El Programa Director para la Educación en el Sistema de Valores de la Revolución Cubana del Partido Comunista de Cuba13 ha influido en la preparación humanística de los estudiantes y profesores de la Universidad de Ciencias Médicas Carlos J. Finlay a través de la implementación del fortalecimiento de la educación en valores éticos-profesionales.14 Además la creación de la Maestría en Humanidades Médicas en el año 2006, coordinada por el Centro para el desarrollo de las Ciencias Sociales y Humanísticas en salud, ha proporcionado estudios novedosos relacionados con este perfil, tal es el caso del tema reciente de la máster Olga Lidia Barreras López: Estrategia Educativa para fortalecer la formación humanista de tutores de la carrera de Medicina.15

En las cartas investigadas las ideas educativas manifiestas al joven cubano revelan un sinnúmero de aristas en el proceso educacional tanto del conocimiento científico como del cívico. El autor ofrece su perspectiva de la impiedad, los impíos, la manera de afrontar este mal y aspectos de la memoria cultural de la humanidad, particularmente destacan el ámbito cubano y de los Estados Unidos del siglo XIX.

En la primera carta titulada "La impiedad es causa del descontento individual y social" expresa la imparcialidad de los impíos a la hora de tomar partido en la vida. Solo actúan por pasiones desenfrenadas sin juicios atinados que respondan a un análisis práctico para alcanzar una meta. Repara en llamar doctrinas destructoras de la libertad humana a sus diferentes ideologías. Pide tratarlos con caridad sin abandonar la firmeza de ideales. Para él la impiedad destruye la confianza de los pueblos al servir de apoyo al despotismo.

Ante tanta devoción por precaver estados negativos en el comportamiento civil de la juventud cubana, se detiene de forma muy profunda en el concepto de impiedad y afirma: " [...] es más una corrupción que una ignorancia".7 También añade: "[...] la relajación está, casi siempre, unida a la impiedad.[...]"7 A través de su lenguaje claro y preciso se adentra en el interior de la sociedad al referir cómo está presente lo maléfico de esas actitudes: "[...] Hay, sí, una clase, o, mejor dicho, una multitud dispersa de hombres más perversos que ignorantes, cuyo placer es la discordia, cuya ciencia es el engaño y cuyo objeto es la destrucción; [...]"7 Apoyándose en el estilo enfático devela las acciones de los impíos: "Una y mil veces lo repito, Elpidio: los impíos que con una ignorancia sólo igualada por su perversidad, han procurado y procuran ridiculizar la religión y retraer a los hombres de la lectura de las obras de los maestros de la virtud y de la ciencia de la felicidad, no han hecho ni hacen más que favorecer la tiranía. [...]"7

Persuade:

Vivamos con los impíos de un modo que pueda inducirlos a dejar de serlo. Este remedio, que tú siempre has aplicado con tanto acierto, es el que yo quisiera ver difundido por todo el orbe y especialmente por el país que ambos queremos y donde tú, cual Títiro bajo la sombra de los árboles de una eterna primavera, seguramente no olvidas a tu Melibeo que, lejos de la patria, espera los rigores de un severo invierno.7

Varela menciona dos personajes de la literatura clásica creados por el gran poeta romano Publio Virgilio Marón en las Bucólicas.III El diálogo sustenta la condición espiritual de uno y otro ante una adversa realidad pastoril. En el párrafo citado le otorga el lugar de Títiro al joven cubano: paciente y apasionado, permeado de esperanzas y aliento por un futuro mejor gracias a la unidad entre los hombres.

Resalta la posición individual como motor impulsor de la unión para que nada externo penetre y acabe por suplantar el anhelo desde lo más interior del ser humano llevado por el sentimiento de justicia, sensatez y honor. Cualidades evaluadas con frecuencia en la actualidad en el proceso docente educativo de los futuros galenos, dada la necesaria exquisitez de su actitud diaria para con el paciente, la comunidad científica y estudiantil, así como la adquisición de una ideología antiimperialista acorde al Modelo del Profesional (Universidad de Ciencias Médicas de La Habana)16 en el cual se plantea los tres perfiles incluidos: ético humanista, profesional y ocupacional.

En el primero de los mencionados conviene subrayarse las cualidades que debe tener el médico cubano, cuyo contenido se entremezcla con los valores mencionados por el maestro: espíritu de abnegación y sacrificio; sensibilidad ante el dolor ajeno; elevado sentido de la responsabilidad, actitud crítica y autocrítica; modestia, sencillez, desinterés, altruismo, honradez y austeridad.

El artículo de Oscar Cañizares y Nélida Sarasa presenta una revisión bibliográfica y documental en el ámbito nacional y regional acerca de la educación actual en valores. Se resalta la importancia del ejemplo del profesor, el perfeccionamiento microcurricular, la evaluación formativa y certificativa relacionada con la formación ético moral de los estudiantes de medicina, el trabajo educativo curricular y el trabajo metodológico de los colectivos docentes.17

Entre las alocuciones de Varela recalca la orientación a su interlocutor: "[...], procura vivir en continua observación, fruto de una justa desconfianza."7 Estas letras poseen gran valía para el joven, quien carece de la acumulada experiencia y no detiene su mirada en gestos, actitudes, circunstancias y otros elementos propiciadores de información con el fin de llevar a cabo sus proyectos diarios.

Apoyado en la fe cristiana asevera: "[...]; y nada hay más ridículo ni más contrario al espíritu del Evangelio, que el mortificar a un individuo en sociedad cuando no da motivo alguno. [...] ''7 Con matiz singular devela la importancia del silencio en momentos donde solo hace falta callar, aunque aparentemente este no diga nada.

Hace hincapié: "[...]. Siempre que se conoce que un individuo está dispuesto a admitir la verdad y que la busca sinceramente, debemos manifestársela y sacarle de su error, si somos capaces de hacerlo; pero si no lo somos, dicta la misma prudencia que nos contentemos con dirigirlo a personas competentes o le suministremos libros que puedan ilustrarlo."7

Con pericia el autor introduce en su texto una panorámica de la sociedad decimonónica y coloca en el papel parte de la memoria cultural latente hoy, apoyado en términos muy creativos que sintetizan la sicología de personalidades abominables:

Interrumpamos estas serias reflexiones para divertirnos un poco recordando las monadas, los gestos y torneos de los sabios de tertulia, que tantas veces habrás observado. Figúrate uno de estos farsantes filosóficos entrando en una gran concurrencia, tan hinchado de orgullo, que éste lo eleva del suelo, [...] Habla de las contradicciones de la Biblia, que jamás ha abierto, y declama contra clérigos y frailes ociosos, siendo él mismo un tipo de ociosidad. Ridiculiza a todo el mundo, sin advertir que él es un dechado del ridículo. Fijan los concurrentes la vista sobre este necio refinado, y él, tomando las burlas delicadas por justos elogios, continúa vomitando sublimes sandeces; y después de haber malgastado el tiempo, sale ufano del concurso, creyendo haber descubierto los arcanos de la más profunda filosofía y hecho un gran servicio a la causa de la libertad.7

Asimismo asemeja al impío con el mármol y la fiera a fin de dar una idea exacta de su personalidad. Sobresale aquí la frialdad y la violencia señal del mal estado del espíritu, por lo cual este ser se aleja de la piedad y la ciencia. Especifica la necesidad de purificar las costumbres, difundir la ilustración, evitar los errores. En su perspectiva tuvo en cuenta a un hombre universal de las letras: "[...]. Siempre se ha dicho que Cervantes escribió una obra adaptada a todos los tiempos y condiciones, si bien tomó por objeto la caballería andante; y créeme, amigo mío, que cada vez estoy más persuadido de que este elogio es muy justo y que aquel genio extraordinario consideró al hombre en todas sus condiciones. [...]"7 Afirma Varela que la barrera para detener la impiedad está formada por tres materiales: la verdadera ilustración, la caridad y la franqueza.

Subraya la importancia de proceder con cortesía y prudencia en favor de la paz y armonía sociales. Mucho exige el ámbito académico de esta postura a diario para la búsqueda fehaciente del conocimiento. El proceso docente educativo actual llamado a la participación recíproca entre el profesor y el estudiante debe sustentarse por sumo respeto de ambas partes.

Cabe acotar que en la Facultad de Medicina de las Universidades de Ciencias Médicas cubanas el programa de estudio de pregrado incluye entre varias materias en los dos primeros años Morfofisiología I, II, III, IV, V y VI. Esta asignatura abarca la bioquímica, anatomía, embriología, fisiología e histología, se desarrolla mediante clases prácticas semanales y el examen final práctico y teórico. Asimismo Inglés, Historia, Filosofía, Psicología, Anatomía Patológica, Genética y Microbiología. Además se imparte Medicina General Integral en los policlínicos.

Surgen así proyectos de investigación concebidos por profesores y alumnos donde se prioriza el desarrollo pleno del talento del educando a partir de sus propios intereses científicos y emocionales. Por ello resultan fórum científicos cada vez más sólidos en cuanto a trabajos que aportan interesantes resultados en campos como la formación de valores y la práctica médica.

Con respecto a la postura de los jóvenes ante la vida social Varela habla por experiencia y explica el disfrute del amor por estos hacia las personas que le tributan ese mismo sentimiento. Conseguir esa correspondencia significa manejarlos sin dificultad, ya que abren las puertas del entendimiento y son capaces de examinar cuanta información se les proporcione.

Repara en el deber de la obediencia en determinados marcos, atendiendo a la importancia de cumplir reglas, leyes, mando, dado el sentido del orden alcanzado cuando existe disciplina en un determinado lugar, pero al mismo tiempo evalúa la garantía de estas según la actitud y el talento de los líderes del Estado en comparación con una ciencia arte: "[...]. Un sistema de gobierno es como un plano en arquitectura, que bien ejecutado forma un hermoso edificio; mas supone la solidez de las piedras, pues si éstas se deshacen la magnificencia de la obra sólo sirve para hacer más espantosa su ruina.[...]".7

La buena actitud y capacidad creativa reclamada en cada ser por el maestro se palpa en la Carta Segunda al leer valores relacionados por este a manera de código especial para la vida cotidiana: actuar con franqueza, generosidad, despreciar los bienes temporales, mostrar sincera amistad, amor puro, paz, alegría, obedecer sin bajeza, superioridad sin orgullo, hacer ciencia con humildad, tener riqueza sin avaricia, pobreza sin envidia, sufrimiento con heroísmo, grandeza de alma y elevación de ideas. Otros manifiestos en el Código de Ética Médica referido anteriormente enriquecen esta lista al comprometerse el futuro médico a ser altruista, internacionalista, leal a la patria.

Enrique J. Varona en la segunda década del siglo XX comenta con precisión el ejemplo de una de las figuras más emblemáticas de la medicina cubana, latinoamericana y mundial el doctor Carlos J. Finlay, quien llevó con su conducta a una elevada expresión el civismo soñado por Varela:

"A mí, durante varios años cliente suyo, sólo me corresponde decir algo del hombre sencillo, ni seco ni efusivo, que nunca hizo ingrato el camino de su clínica. Al aproximarse a Finlay sentía uno deshacerse la espesa capa de prevenciones que va acumulando sobre nosotros el trato social. Se estaba en presencia de un hombre sin afeites, y nos parecía resurgir junto a él nuestra humanidad. No se creía él obligado a la melosidad del charlatán, ni a la esperanza repulsiva del que sólo ve un caso más en el paciente que se le entrega temeroso.18

En la actualidad para contribuir a resultados prácticos en esta labor la Resolución Ministerial de Salud Pública Nro. 71 de 201319 que puso en vigor el reglamento especial de los estudiantes del Destacamento de Ciencias Médicas Carlos J. Finlay, establece en su conformación a los ciudadanos cubanos residentes en el país que decidan cursar las carreras universitarias de las Ciencias Médicas en los cursos regulares diurnos con vocación revolucionaria; probadas cualidades humanas, intelectuales, académicas y político morales, que cumplan el Reglamento, y una vez graduados las funciones correspondientes a los profesionales revolucionarios del Sistema Nacional de Salud.

Un acercamiento a ello presupone de antemano tener en cuenta lo expuesto por María Isabel Rauber, quien coincide en torno a la toma de conciencia social con el fin de lograr el bienestar de la patria y ahonda en la posición actual: "Una ética humano-social solidaria resulta vertebradora de una nueva (inter) subjetividad revolucionario-liberadora [...]. Se trata de un proceso consciente y colectivo de articulación-constitución de los actores sociales en sujeto popular, proceso que ?por ello? es de autoconstitución."20

Posterior a este análisis cabe apuntar resultados científicos correspondientes a Estrategia metodológica para el trabajo educativo del profesor guía en la carrera de Medicina de la Universidad de Ciencias Médicas Carlos J. Finlay donde se analiza la periodización de las experiencias sobre este ámbito en la educación médica superior y queda evidenciado la prioridad en la política educacional cubana de la atención personalizada a los estudiantes y su vínculo con actividades sociales y laborales.

Sonia Socarrás en este aporte refiere dificultades en el proceso docente-educativo que exigen un perfeccionamiento inmediato en torno a la labor educativa del profesor guía: "se es del criterio que su desempeño profesional como orientador, con funciones docentes específicas en su labor, aún es insuficiente, lo que se muestra en la no explotación al máximo de las potencialidades del contexto formativo y de las estructuras docentes creadas con este fin."21 Aparece por ejemplo deficiencias vinculadas con la asignatura de Morfofisiología porque no se logra la integración sistemática en las dimensiones del proceso con los problemas sanitarios y las misiones del Destacamento Carlos J. Finlay.

El capítulo 2 de la mencionada tesis contiene la concepción metodológica para llevar a cabo esta labor en cuyas premisas se recogen las pedagógicas, las cuales están fundamentadas en el pensamiento pedagógico universal y cubano heredado de los siglos XVI-XIX. Esta nueva propuesta asume la educación como motor desarrollador del trabajo del profesor guía con el grupo y el estudiante debido a que: "[...] las diferentes funciones psíquicas superiores se forman y desarrollan en el proceso de interrelación con los demás, solo después se construyen individualmente."21

Otra arista de las cartas en avenencia con el asunto interpretado demuestra la importancia del diálogo y la necesidad del análisis en la comunicación interpersonal dándole ventaja al que está seguro en la materia y siempre pretende ilustrarse: "[...]. Advierte, amigo mío, que los hombres, cuando quieren instruirse y no vencer y ridiculizar a los que llaman sus contrarios, disputan muy poco y sólo hacen algunas preguntas, oyendo con tranquilidad sus respuestas."7

Antes de pensar que es un problema propio de las reconocidas ciencias naturales, exactas y aplicadas es de índole humanista la mejoría constante de la vida cotidiana, llamada hoy a la salvaguarda de nuestra especie. Cuáles son nuestras carencias y cuáles, las expectativas; en qué ideal de hombres y mujeres nos reconocemos debe constituir una herramienta a mano en cada paso.22

El encargo del maestro en la parte final del primer libro de las Cartas a Elpidio resume el valor que tenía para él cada página expresada, pues vuelve a sentirse en sus palabras ese amor sincero al joven y la urgencia de su correcta educación en bien de la patria:

[...].Te encargo, pues, que seas el órgano de mis sentimientos y que procures, de todos modos, separarlas del escollo de la irreligiosidad. Si mi experiencia puede dar algún peso a mis razones, diles que un hombre, de cuya ingenuidad no creo que dudan, y que por desgracia o por fortuna conoce a fondo a los impíos, puede asegurarles que son unos desgraciados y les advierte y suplica que eviten tan funesto precipicio. Diles que ellos son la dulce esperanza de la patria, y que no hay patria sin virtud, ni virtud con impiedad.7

A lo cual Martí desde sus versos en el destierro enfatiza el lugar de la virtud en las circunstancias cubanas decimonónicas, cuyo mensaje posee gran vigencia:

[VA SIENDO LA VIRTUD ENTRE LA GENTE]

Va siendo la virtud entre la gente

A la moderna usanza, gran delito:

¡Salud a la gallarda delincuente!

Del muerto en nombre, gracias da el proscrito!

[Ms. en CEM]23

El referido educador Rodolfo Menéndez enaltece el postulado al consignar: "[...]; si no se prepara á la juventud para la lucha de la historia,[...]¿cuál será nuestro porvenir?[...]. El alma de los pueblos libres es la instrucción, es la educación en todos sus órdenes, es el conocimiento de esa gran fuerza moral: el deber, y de esa augusta majestad: el derecho."24

En torno al valor de los conceptos de Varela resalta de forma original cómo él concibe la simpatía en contraste con la impiedad: "[...]. Sufrimiento, virtud y ciencia, estos tres resortes de la simpatía, son insignificantes para un hombre cuyo bárbaro placer consiste en ser temido".7

De igual manera enuncia: "Sabes que una ciencia no es un conjunto de conocimientos varios, y aun opuestos, sin orden ni enlace; antes bien, debe formar un hermosísimo cuadro, donde la verdad está representada con colores vivos y durables, que causan gran placer sin atormentar la vista.[...]"7 Lúcido razonamiento visualizador del significado de hacer ciencia, cuyo prisma pone a relieve su lugar de vanguardia en los enfoques académicos que se proyectan desde la perspectiva de Problemas Sociales de la Ciencia Tecnología y Sociedad: "Varela, sin pretenderlo, construyó para la reflexión CTS actual cimientos con materiales de la realidad cubana de su época. El resultado de su labor científica y educativa, dirigida en primer lugar a la juventud, es una comprensión dialéctica de las relaciones entre patria y ciencia. [...]"25 De allí la importancia otorgada a la determinación social del conocimiento y su influencia en la sociedad.

El marco actual de una parte del campo de las humanidades médicas incluye la Bioética, la cual representa gran acierto en el énfasis de las relaciones morales, los conflictos, deberes y principios éticos que deben favorecer y caracterizar el avance científico-tecnológico. Con ello el terreno de conocimientos ha ido vertebrándose mediante la denominación de Ciencias Sociales aplicadas a la salud y Medicina Social. Aquí también es pertinente argumentar la especificidad del pensamiento que fue avanzando en la región latinoamericana impulsada por sus características específicas y la representación de los organismos como la Organización Panamericana de la Salud y la Asociación Latinoamericana de Medicina Social (Alames).

Valiosos nombres han multiplicado las ansias de libertad bajo esta filosofía renovadora escrita en el buen ensayo que constituye la obra estudiada, donde hay un intento por la búsqueda de alternativas que mejoraran las condiciones de vida de los pueblos latinoamericanos, en especial el de Cuba, del cual se dignifica su cultura y se contribuye a la emancipación.

María M. Hernández acota: "A pesar de que reduce la causa de todos los males que aquejan a la sociedad al fenómeno de la impiedad, [...],"3 lo cual limitó la capacidad transformadora del resto de las personas, especialmente de los jóvenes que no respondieran a la doctrina defendida.

Emilio A. Barreto señala "La humildad editorial de El Habanero aglutina la sumatoria educacional de Félix Varela; precisamente en estas páginas y en las de Cartas a Elpidio se puede hallar el corpus que llevó a José Martí a llamarlo el patriota entero que nos enseñó primero en pensar, es decir, en el arte del discernimiento."26 La mayor parte del texto investigado constituye un baluarte de su filosofía educativa, él supo distinguir la urgencia de llegar a la joven generación cubana desde una vasta cultura que le permitió tocar zonas desprotegidas ligadas particularmente a la esencia del ser individual y su relación con el universo circundante.

 

CONCLUSIONES

Estudiar una obra tan profunda como Cartas a Elpidio exige de una relectura constante para discernir lo valioso de cada texto. En esta aproximación al pensamiento educativo de Varela en las seis cartas del primer libro sobresale la elaboración de una filosofía basada en la realidad cubana del siglo XIX; insistencia en la labor formadora del hombre, del patriota y del ciudadano; reclamo de la moral acrisolada en la vida de acuerdo a una ideología individual patriótica; la aspiración de una sociedad libre y justa desde una conciencia colectiva.

Resalta su concepto de educación en armonía con la naturaleza, cimentado en la comprensión, al mismo tiempo que reconoce el crecimiento del ser humano en lo cognitivo y espiritual mediante el método científico apoyado en la experiencia práctica, la explicación y la necesaria meditación. A ello responden sus palabras al referirse a Elpidio: oye, observa, advierte, medita, reflexiona.

El objetivo del texto revela la causa por la que está dirigido a la juventud cubana: la situación moral, social, cultural y política de Cuba en las primeras décadas del siglo XIX. Las cartas analizadas constituyen exponentes valiosos de valores morales y patrióticos a tomar en cuenta por la actual juventud cubana y sus educadores, cuyos razonamientos sincronizan con el pensamiento de algunas figuras relevantes de la cultura nacional y latinoamericana.

 

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NOTAS


I. Al estallar en la península el movimiento revolucionario del año 1820 era el padre Varela catedrático de filosofía en el colegio de San Carlos. Restablecida la Constitución de 1812, que daba representación en las Cortes a las provincias de Ultramar, este fue elegido diputado y salió de La Habana para trasladarse a Madrid el día 29 de abril de 1821. Por tener ideas liberales, cuando llegó la reacción absolutista de 1823 tuvo que buscar refugio en el extranjero, y desde esta época fijó su residencia en los Estados Unidos, donde llegó a ejercer el cargo de vicario general de Nueva York, y en esta ciudad murió el día 25 de febrero de 1853, siendo enterrado en el cementerio católico de San Agustín de la Florida.

II. Debe destacarse que este aforismo apareció en uno de los cabezales de la Revista Acción Cívica Camagüeyana. Junio de1959; XVI (VI): 5.

III. En latín Bucólica, también conocidas como Églogas, Eclogae, las cuales constituyen la primera de sus grandes obras escritas entre el año 42 a. C. y el 39 a. C.

 

 

Recibido: 03/09/2014
Aprobado: 05/11/2014

 

 

Irma Niurka Falcón Fariñas. Máster en Cultura Latinoamericana. Licenciada en Letras. Profesor Instructor. Aspirante a Investigador. Universidad de Ciencias Médicas "Carlos J. Finlay". Centro de Desarrollo de las Ciencias Sociales y Humanísticas en Salud (CENDECSA). Carretera Central Oeste Km 4½, Camagüey, Cuba. C.P. 70100. irmaf@iscmc.cmw.sld.cu

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