Introducción
La educación se orienta a la formación de un hombre más humanista, al perfeccionamiento y consolidación de la esencia del hombre como expresión del conjunto de relaciones sociales. No hay nada más alejado de la realidad que pretender preparar a un hombre para la vida solo trasmitiéndole información sobre dicha realidad y no llevándole con sus propios pasos a vivir en ella y transformarla a partir de su propia aprehensión.
Aunque los procesos galopantes de la globalización Neoliberal restrinjan y resten importancia a los entornos locales y comunitarios, estos constituyen el marco ideal, para el desarrollo socializante del individuo, lugar ideal donde puede lograr plena realización, afirme su identidad, constituya la sabia de su cultura y se fomente sus valores.
La comunidad, es por tanto, aquel espacio territorial social, constituye una estructura importante de la sociedad y permite la realización de relaciones e interacciones entre los grupos humanos que la conforman, por lo que se requiere de fomentar entre sus miembros determinados valores que los cohesionen para lograr la convivencia estable, así como la solución de los problemas derivados de la vida cotidiana.
Por otro lado, en sociedades como en Cuba y Venezuela, que como resultado de su propio desarrollo y producto del proyecto social que asumieron, estos se consolidan cuando predomine la respuesta social comunitaria a las diferentes actividades, estableciéndose esta como una fuerza con que cuenta la dirección del país, por lo que se le está prestando especial atención.
En el presente trabajo se hace una aproximación a la problemática del trabajo comunitario integrado como fenómeno social en el que se puede y debe asumir el reto de formación profesional en salud, a la importancia que tiene el fomento de los mismos en una comunidad como estructura socializadora del individuo y del grupo a partir de su organización e integración en su área de residencia, convirtiéndolos en hacedores de una nueva realidad.
Desarrollo
En Cuba las investigaciones relacionadas sobre el trabajo comunitario han sido demandadas desde la política del Estado y aplicadas por investigadores de diferentes áreas del saber, se sustentan en metodologías participativas y tienen como propósito la atención a sectores en condiciones socioeconómicas desfavorables y exhiben sus resultados desde la década de los años ochenta del siglo XX.1
Las investigaciones han estado dirigidas a estimular e impulsar el protagonismo de la población en la transformación de su comunidad por medio de procesos continuos y su importancia radica en la posibilidad de conocer profundamente los problemas, organizar mejor los recursos disponibles y lograr mayor eficiencia en la atención a sus necesidades.
Para que el trabajo comunitario cumpla sus expectativas educativas, debe lograr la activa participación de la población en la transformación de su entorno y ello no se puede reducir a la realización de cambios espontáneos, sino que debe desarrollarse como un proceso de mejoramiento de la calidad de vida de la población y de formación de valores que tienen su base en la propia vida comunitaria.2
Se clama hoy, aplicar las herramientas validadas por una correcta concepción científica, con una sólida base teórica, sustentada en los principios del Materialismo Dialéctico, de la Pedagogía y otras ciencias afines como la Psicología y la Sociología, para la comprensión del problema y su solución.
Este hecho responde a una serie de condicionantes actuales entre las que figuran con más fuerza, en que en el TCI se expresan las relaciones más directas del individuo, el colectivo y la sociedad. Expresan la relación directa entre ciencia, tecnología y las necesidades sociales, la necesidad de elevarse por encima de la “crisis social” que ha engendrado la Globalización Neoliberal en el mundo contemporáneo. A estas condicionantes generales se pueden añadir la necesidad y aspiración más elevada, de educar a las nuevas generaciones de tal manera que garanticen la continuidad del proyecto social socialista asumido 2
La Educación como proceso relacionado con el trabajo comunitario, tiene su precedente en un documento emitido en 1960 por el Departamento de Asuntos Económicos y Sociales de la ONU titulado: "Desarrollo de la comunidad y servicios conexos". Considera el desarrollo comunitario como un proceso educativo, no por sus beneficios materiales, sino por los cambios cualitativos que provocan en la conducta, las actitudes y los valores de sus habitantes.3
Así al TCI le es necesario e importante el andamiaje teórico y metodológico científicamente argumentado para lograr sus propósitos en correspondencia con el encargo social de cada generación en un momento histórico concreto y bajo determinadas condiciones socio económica y político culturales.
Él no se logra de manera espontánea ni por iniciativas aisladas, por lo que se hace necesario el conocimiento efectivo de esta labor y la preparación de sus ejecutores y sobre todo de un proyecto de intervención que involucre a todos los factores con responsabilidad, nivel y capacidad de influencia y solución en la comunidad. El trabajo comunitario pierde su esencia educativa y se hace insuficiente al darse mediante campañas, lemas y no logra lo vivencial, el convencimiento, el alcanzar las fibras más profundas del ser humano.
Los requerimientos para la instrumentación de un proyecto de trabajo comunitario o de transformación en una comunidad parte de conceptualizar qué se entiende por comunidad, ya que su correcta comprensión es la base sobre la cual se ha de emprender el proceso a desarrollar.
Existen muchas definiciones de comunidad pero es aplicable aquella que señala de modo especial su existencia como grupo humano con relaciones e interacciones mantenidas en el tiempo de convivencia en un espacio territorialmente determinado, con vínculos estables entre sus miembros, asociados a los problemas de la vida cotidiana, lo que les desarrolla un conjunto de intereses, necesidades, aspiraciones, y valores comunes, con una memoria histórica compartida y con sentido de pertenencia variable que se sustenta en tareas y acciones comunes. Además esta unidad posee un marco sociopolítico que la estructura y organiza y que, al mismo tiempo la vincula con sistemas organizativos superiores.4
La operacionalización de este concepto en el marco de las funciones del actor que desarrolla acciones encaminadas al progreso y transformación de las comunidades conduce a precisar cuatro dimensiones a tener en cuenta: población, territorio, demandas y recursos y debe constituir objetivo de toda propuesta de trabajo comunitario y es el establecer las condiciones que propicien la participación, asociadas al: saber, querer y poder participar y precisa de motivaciones que puedan tener los individuos en relación con su involucramiento en el proceso.1
Es importante, por tanto, no despreciar ese escenario protector, íntimo e indispensable en el cual todo sujeto adquiere su cultura, sus raíces, su identidad y un modo peculiarmente cercano de solidarizarse con sus semejantes, por el alto costo que ello representa para la cohesión de la estructura social y para la adecuada socialización de las futuras generaciones.
Hoy se gestan, con carácter de necesidad, múltiples iniciativas en el ámbito comunitario, se fomentan los proyectos de intervención en las comunidades, en función de las transformaciones desde el interior de las mismas y con una real participación con carácter resolutivo de los pobladores y con las instituciones y organizaciones sociales, que aúnan esfuerzos en aras de minimizar los efectos negativos de la guerra económica, de las intentonas de desestabilizar al gobierno chavista, entre otras.
Se está trasmitiendo a diario una sensación en el plano de las emociones sociales de falta de productos de toda índole, el aumento exorbitante de los precios, la escasez de recursos, entre otras, que provocan el descontento social y la pérdida de confianza en las direcciones a todos los niveles, sume a todo esto que es una sociedad que de por siglos fue educada por la oligarquía en el consumismo desmedido, aunque casi el 80 % de la población no alcanzaba a consumir lo mínimo indispensable.
El trabajo comunitario es hoy a escala internacional, un obligado proceso alrededor del cual se tejen innumerables reflexiones, debates y discusiones. Con el triunfo de la Revolución Bolivariana surgieron positivas posibilidades para su extensión y desarrollo, sin embargo, es en estos momentos en los que se evidencia el papel del trabajo comunitario como necesidad vital y objetivo estratégico.
El Trabajo Comunitario Integrado puede entenderse como aquel que realizan todos los actores formales e informales en una comunidad determinada a partir de identificar las necesidades sentidas de la población. Es aquel en que se involucra a todos aquellas organizaciones políticas, sociales, etc., con el interés de aunar voluntades para el mejor desenvolvimiento de la comunidad, no es el trabajo para la comunidad, ni en la comunidad, ni siquiera con la comunidad, es un proceso de transformación desde la comunidad, soñado, planificado, conducido, ejecutado y evaluado por la propia comunidad.4
El trabajo comunitario integrado se caracteriza por:
Organizar y movilizar a la comunidad lo cual propicia su participación en la identificación, toma de decisiones, elaboración y ejecución de soluciones a problemas, en la medida en que se responden las necesidades de la propia comunidad y se potencia el mejoramiento de la calidad de vida, a partir de sus propios recursos humanos, materiales, físicos y espirituales.
Desarrollar relaciones de colaboración y ayuda mutua entre sus miembros; entre distintas comunidades y entre la comunidad y la sociedad en general.
Reforzar el sentimiento de identidad cultural como vía de valoración y apropiación de lo universal, lo nacional y lo local frente a las tendencias globalizadoras.
Propiciar la expresión e intercambio de ideas y opiniones entre los miembros de la comunidad, así como favorecer la comprensión y explicación crítica de la situación actual y perspectiva de su comunidad y del país, así como la importancia de cada uno en su desarrollo.
Crear expectativas objetivas y positivas de desarrollo social y personal que contribuyan al bienestar y equilibrio emocional de las personas que viven en la comunidad como factor que impulse su participación social activa.4)
Los objetivos, tanto educativos como instructivos, del Programa Nacional de Formación de Medicina Integral Comunitaria, apuntan a preparar a los futuros galenos en el orden de asumir con conocimiento de causa la necesidad de realizar de manera sistémica y sistematizada, científica y educativa el trabajo comunitario en la esfera de la salud.5
En lo educativo, en primer lugar, es imprescindible reconocer el TCI en las condiciones del PNFMIC como una forma de organización de la enseñanza y en segundo lugar, como escenario potencial para motivar al trabajo científico estudiantil y profesional, desde los problemas de la comunidad.
Desde lo educativo se señala:
La motivación, planificación, dirección y control por parte del profesor.
Es un medio para incluir a los alumnos en la actividad cognoscitiva independiente, no como un conjunto de tareas aisladas, sino como parte de un sistema didáctico integral.
La existencia de un problema profesional de salud, planteado por el profesor o por iniciativa del alumno, cuya solución se convierta en una necesidad interiorizada.
Crear una plataforma teórico - práctica en el estudiante que le permita comprender el problema planteado y encaminarse a la solución.
La existencia de condiciones materiales, por lo menos mínimas, para la ejecución de la tarea planteada.
Un control correcto del trabajo de los estudiantes y la justa estimulación a los resultados más sobresalientes.
El predominio del carácter productivo de las tareas que desarrolle sus habilidades y capacidades, que lo incite a la reflexión, que despierte intereses y actitudes favorables para crear.6,7
La actividad como escenario para el fortalecimiento de valores humanos que deben caracterizar al profesional de la salud.
En el aspecto organizacional hay algunos elementos a tener presente:
El análisis de la situación de salud por determinantes: Biología humana, Medio ambiente, Estilos de vida y Organización de la asistencia sanitaria.
Planificación de la intervención a través de un marco progresivo.
Vigilancia y evaluación para la garantía de la sostenibilidad.
Desde lo didáctico el trabajo comunitario integrado tiene por obligación que cumplir con principios esenciales:
Principio del carácter educativo de la enseñanza.
Principio del carácter científico de la enseñanza.
Principio de la asequibilidad.
Principio de la sistematización de la enseñanza.
Principio de la relación entre la teoría y la práctica.
Principio del carácter consciente y activo de los alumnos bajo la gula del profesor.
Principio de la solidez en la asimilación de los conocimientos, habilidades y hábitos,
Principio de la atención a las diferencias individuales dentro del carácter colectivo del proceso docente-educativo, implica diálogo, intercambio y colaboración.
Principio del carácter audiovisual de la enseñanza: unión de lo concreto y lo abstracto.
En un trabajo publicado en la revista Humanidades Médicas del Centro para el Desarrollo de las Ciencias Sociales y Humanísticas en Salud (Cendecsa) se da tratamiento a la concepción de Respuesta Social, en ese caso al programa del control del Aedes aegypti y se defiende como el conjunto de acciones que se implementan por la sociedad para la prevención y solución de la infestación del vector, aspecto que integra y compromete a los diferentes sectores sociales. Parte de una visión holista del problema que incluye la visión política del fenómeno, así como el desempeño de las instituciones participantes de la solución y los modos de actuación de la población ante la problemática. En este sentido, la respuesta social presenta las dimensiones: política, institucional y poblacional, y perfectamente se puede asumir para el desarrollo del Trabajo Comunitario Integrado en las condiciones de Venezuela en un sentido riguroso.
La dimensión política se manifiesta fundamentalmente en la voluntad política para la solución de los problemas de salud, y expresa el seguimiento y control por parte de las organizaciones políticas de las diferentes acciones implementadas, así como el financiamiento, orientación y organización de los actores que expresan su importancia como elemento integrador de los distintos sectores de la sociedad.
La dimensión institucional se refiere a las instituciones encargadas de la solución de la problemática existente a partir de la implementación de la política de salud, que organiza, planifica y ejecuta acciones, así como la valoración de la eficacia de las acciones, a partir de bases conceptuales y criterios evaluativos acordes con la realidad social, que incluyen análisis del trabajo realizado, de los objetivos, de las metas, de los mecanismos de control social y de las concepciones teórico-prácticas por las que se organizan los programas de salud. Una concepción importante es que no se refiere solamente a las instituciones encargadas directamente del problema sino permite estudiar desde un enfoque integral otras instituciones que participan o deben participar, y que se conceptualiza como intersectorialidad en la teoría salubrista.
La dimensión poblacional describe al entramado de significaciones que se construye por los diversos actores sociales, la manera que responden socialmente a partir de sus conocimientos, actitudes, representaciones ante un fenómeno determinado o ante las acciones de las diferentes instituciones, un aspecto importante es la valoración y explicación que hacen de la realidad social y de sus actos. Elemento imprescindible para la implementación de cualquier programa de transformación social.8
Por tanto, el trabajo comunitario integrado se muestra como una tecnología social, entendida esta como el conjunto de conocimientos tecnológicos, normas y procedimientos para la conducción de procesos sociales, no necesariamente vinculados a la esfera productiva, tales como los relacionados, entre otros, con la orientación vocacional, la prevención de delitos, la movilización de la población ante desastres naturales y las actividades sindicales y políticas., insertada esta en la concepción más amplia de tecnología.9
La deconstrucción de la realidad de una comunidad o sociedad determinada a partir de sus propias concepciones, representaciones, valoraciones y respuestas sociales es un principio necesario para cumplir con los objetivos propuestos en cualquier investigación de carácter social. Entender cómo las personas organizan sus vidas, interaccionan ante una problemática determinada, la influencia de sus costumbres, sus formas de hacer y pensar y todo lo que lo condiciona como un actor social cargado de significados es un enfoque necesario para la solución de problemas sociales incluidos los problemas de salud.9
Conclusiones
El trabajo comunitario integrado es un proceso que tiene grandes posibilidades de materializarse hacía la colectividad por lo que debe erigirse como una forma organizativa de la enseñanza en el proceso de formación del médico integral comunitario y recibir un tratamiento teórico y metodológico que lo fundamente como tal dentro del proceso docente-educativo
El Trabajo Comunitario Integrado expresa sus potencialidades como escenario docente para el Programa Nacional de Formación de Medicina Integral Comunitaria, el accionar de los profesionales y estudiantes en formación hacia la comunidad contribuye a elevar la autoestima y la calidad de vida y el sentirse útil a personas excluidas socialmente al demostrarse a sí mismo que pueden y deben contribuir con el desarrollo espiritual de su sociedad, a respetarse entre sí, a dar opiniones y escuchar al otro, entre otras.
La respuesta social en su dimensión poblacional condiciona el cambio material y espiritual de los miembros de una comunidad y a su vez reimpone a la dimensión política e institucional respuestas concretas y objetivas.