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Humanidades Médicas

versión On-line ISSN 1727-8120

Rev Hum Med vol.24 no.1 Ciudad de Camaguey ene.-abr. 2024  Epub 24-Ene-2024

 

Artículo original

La narratividad como perspectiva transdiscursiva para la formación ético-profesional del universitario

Narrativity as a transdiscursive perspective for ethical-professional training of the university students

Elizeth Lafita Vázquez1  * 
http://orcid.org/0000-0001-9479-7257

José Emilio Hernández Sánchez1 
http://orcid.org/0000-0001-8885-0445

1Universidad de Camagüey. Camagüey. Cuba.

RESUMEN

El artículo tiene como objetivo caracterizar las potencialidades formativas de la narratividad como criterio y práctica para la educación ético - profesional del estudiante universitario. Entre los resultados se destacó la propuesta de valores formativos transdisciplinares desde la narratividad y de acciones prácticas con una perspectiva transdisciplinar que permite pasar de los presupuestos de la narración a la narratividad como eje transdiscursivo en la formación ético-profesional de las diversas carreras.

Palabras clave: narratividad; transdiciplinar; ético; profesional

ABSTRACT

The article aims to characterize the formative potential of narrativity as a criterion and practice for the ethical-professional education of the university student. Among the results, the proposal of transdisciplinary training values ​​from narrativity and practical actions with a transdisciplinary perspective that allows moving from the assumptions of narration to narrativity as a transdiscursive axis in the ethical-professional training of the various careers stood out.

Keywords: narrativity; transdisciplinary; ethical; profesional

INTRODUCCIÓN

La formación es un concepto abordado por disciplinas con campos de estudio interrelacionados como la filosofía, la sicología, la pedagogía, la estética y la ética. La formación de un profesional universitario, para que conviva de acuerdo con su tiempo, requiere la búsqueda de vías transformadoras desde el conocimiento propio de cada especialidad, lo cual constituye una realidad que coloca a la educación universitaria ante un gran reto, tomando en consideración que su objetivo es la formación de profesionales que sean capaces de incursionar en el vasto mundo del conocimiento, con sensibilidad y creatividad, poseedores de suficiente cultura para su desempeño en el eslabón de base con un alto compromiso social.

Las nuevas generaciones revelan como problemática la necesidad de una formación ético-profesional que encamine su crecimiento cultural y espiritual desde el vínculo de sus materias de estudio con sus contextos de actuación profesional, para que adquieran una actitud investigativa, reflexionen, establezcan asociaciones entre las ideas, conceptos y valores éticos recreados en las disciplinas de estudio y sus propios proyectos personales y profesionales, con un clima de respeto ante la diversidad de opiniones; la generación de criterios valorativos con agudeza; la extrapolación de significados al contexto de recepción y la toma de una postura ética en la que se respete y se defienda el sistema de valores morales que debe caracterizar su perfil profesional.

Sobre la formación ética desde el trabajo social se ha reflexionado,1 y destacan dimensiones actitudinales como el compromiso y la ética profesional en el docente;2 se aborda la ética profesional como una responsabilidad humanística3 y valora el comportamiento investigativo de los estudiantes para alcanzar una formación integral y un desarrollo profesional con una ética adecuada según las exigencias epocales.4 Otros afrontan la formación ético-profesional como componente integral del proceso formativo del estudiante de Medicina.5

Es evidente el interés por la ética profesional desde diferentes disciplinas como vía para establecer pautas idóneas en la actuación profesional en correspondencia con las capacidades, tanto cognitivas como emocionales y los valores morales, elementos que se construyen desde las relaciones interpersonales y el contexto social en el que están inmersos. La formación ético-profesional atiende el vínculo de lo moral y lo profesional desde las responsabilidades y acciones necesarias para el ejercicio de una profesión, sin obviar el comportamiento individual y social que debe distinguir a un profesional como ser íntegro.

En el modelo del profesional de cada especialidad la comunicación constituye un eje central por cuanto todos los tipos de actividad: cognoscitiva, práctica y valorativa, se realizan en estrecha unidad con la comunicación. La comunicación favorece, construye y garantiza las relaciones de grupo y se realiza gracias al texto como su unidad básica de expresión. Tan importante es el texto que muchos semiólogos han definido una teoría de la cultura desde la concepción del texto como nuez de significación y sentido.6

Ninguna asignatura, especialidad, disciplina o carrera puede desarrollarse sin el concurso del texto. La diversidad de textos en el proceso comunicativo universitario es un ejemplo de la complejidad y riqueza de este proceso, pues a través de su estudio se realizan e integran las funciones comunicativas: referencial, expresiva, apelativa, axiológica y estética o poética.

En general el valor de la literatura para robustecer el sentido ético de la existencia y favorecer la formación en valores perdurables para la adecuada convivencia humana ha sido reconocido; este aspecto parece indicar una línea de pensamiento establecida; valoraciones al respecto encontramos en estudios que revelan el significado de la literatura en el ámbito del desarrollo humano; sintetizan razonamientos y ofrecen patrones desde diferentes perspectivas para renovar la apreciación literaria como experiencia estética con énfasis en la educación emocional y la sensibilidad.7,8,9

Sin embargo, no es ese el interés reflexivo de este artículo, pues, como ya se esbozó, abundantemente se han referido otros autores a esa capacidad conformadora, transformadora y reformadora de la literatura. En las indagaciones realizadas por los autores se considera que hay aristas no suficientemente explotadas, que tienen que ver con las potencialidades de la literatura como discurso que trasciende los marcos de su autoanálisis y valoración. Es este precisamente el punto de reflexión de este artículo: cómo los mecanismos de discursividad y especialmente de la narración, pueden insertarse en el proceso educativo de diversas carreras para fortalecer la formación de valores, se defiende una perspectiva transdisciplinar que permita pasar de los presupuestos de la narración a la narratividad como eje transdiscursivo en la formación ético-profesional de las diversas carreras y destacar así la contribución que desde su estructura discursiva y teórico-explicativa podría brindarse para apoyar la formación ética en otras disciplinas.

Esta intención permite trazar una ruta conceptual integradora en torno a la formación, la formación ético-profesional, la transdisciplinariedad y la narratividad como eje transdiscursivo. Se define entonces como objetivo caracterizar las potencialidades formativas de la narratividad como criterio y práctica para la educación ético-profesional del universitario.

Para el alcance del objetivo propuesto, los métodos propios del nivel teórico, como el analítico-sintético y el inductivo-deductivo, favorecieron el estudio de fuentes bibliográficas sobre la formación, la formación ético-profesional, la transdisciplinariedad y la narratividad. Del nivel empírico el criterio de especialistas consultados al respecto y la experiencia de los autores en la formación de profesionales favoreció la propuesta de valores formativos transdisciplinares desde la narratividad y la instrumentación de prácticas de enseñanza transdisciplinares que revelen a la narratividad como eje transdiscursivo en la formación ético-profesional de diversas especialidades.

DESARROLLO

El término formación es concepto constituyente del Humanismo; se infiere que la formación implica que la persona cumpla las normas institucionales existentes; se apropie de la cultura de su tiempo, y se configure como sujeto al crear y recrear la cultura y los preceptos sociales.10 Desde esta perspectiva el hombre es un ser incompleto, que comienza existiendo como naturaleza y precisa por la vía educativa alcanzar su verdadera realización. Solo la formación y la educación hacen al hombre tal como debe ser.

Se destaca, por tanto, que la formación es un proceso de mediaciones múltiples donde el individuo va transitando de forma en forma, entre esas mediaciones están en primer lugar las desarrolladas por los docentes. El papel del formador es dirigir, a través de mediaciones, el proceso mediante el cual el sujeto en formación se desarrolla actuando sobre sí mismo. Pero, para ello, el docente debe planificar adecuadamente tres condiciones esenciales: el tiempo, el lugar y la relación con la realidad en el proceso formativo.

Otras mediaciones fundamentales son las circunstancias, los accidentes de la vida, la relación con los otros, y muy en especial los textos y sus lecturas, mediación de la que se ocupa especialmente este trabajo. La lectura constituye una de las operaciones básicas de la cultura, se vale de la contextualización, lo que posibilita la utilización de las significaciones obtenidas en nuevas situaciones cognitivo-afectivas que conducen a un re-conocimiento, un inter-conocimiento y un auto-conocimiento, productor de motivos, intereses, autovaloración e ideales a partir de la selección y la polémica. El valor de la lectura, es, por tanto, universalmente reconocido.

Dentro de los modelos textuales más importantes en la cultura universal están las narraciones, no hay cultura que pueda prescindir de ella. La narración es aquella forma donde un narrador presenta hechos ya acontecidos, por eso recapitula la experiencia pasada. Tiene la finalidad de mostrar la imagen de un objeto en su desarrollo, en la sucesión de sus estados, de proponer la visualización de un proceso. Su esencia consiste en expresar la manifestación de un cambio: la transformación, conformación, formación o deformación de algo o alguien. Los cambios ocurren en una secuencia temporal, por eso el tiempo es un aspecto inherente.9

La narración no es solo sucesión de cualquier tipo de acciones, sino de acciones de avanzada, de riesgo, de búsqueda, donde se entrecruzan, en el camino de los personajes, la incertidumbre, el éxito y hasta el fracaso. La narración implica la travesía, la búsqueda de un desenlace; porque toda proyección humana genera movimiento. Esa conclusión de la historia es el polo de atracción de todo el proceso narrativo.

El valor de la narración para la formación ética es evidente:

  • Contiene una secuencia de experiencias y acciones, realizadas por un sistema de personajes enmarcados en situaciones que cambian y ante las cuales ellos reaccionan transformándose también dialécticamente.

  • En esos procesos de cambios, de traslado de una situación a otra, se revelan aspectos esenciales del contexto que generan nuevas pruebas para los personajes y que les permiten manifestar sus potencialidades cognoscitivas, afectivas y sus aptitudes y actitudes morales para la acción. Muchas veces el personaje se orienta en circunstancias que él no ha creado y cuyas consecuencias deplora, lo cual provoca contradicciones entre el orden del mundo y su querer, saber y poder hacer: el personaje intenta hacer lo que sabe, quiere y puede en la situación donde se desenvuelve; por esa razón, la oposición y las relaciones de causa-efecto, son esenciales.

  • Es preciso que se convide a centrar la atención en esos cambios, por qué ocurren, cuáles son sus causas, a dónde conducen, cuál es su naturaleza ética y humana.

Narrar, en síntesis, es dar constancia de una transformación, por eso la coherencia del orden narrativo está íntimamente relacionada con los cambios que acontecen en la historia entre su inicio y su final.

La narración es además una forma integradora, es capaz de reunir las restantes, como la descripción, pues siempre que se narra se describe. La descripción se diferencia de la narración en que no presenta una sucesión de acontecimientos; no se habla de cambios, sino de los aspectos, propiedades, elementos y partes que constituyen el objeto de la descripción. Describir significa dar imagen de un ser animado o inanimado, un fenómeno, un escenario. La descripción despliega espacios, tiene la intención de mostrar el objeto como imagen, lo convierte en un espectáculo, en la acepción de cosa que se ofrece a la contemplación.

Estructuralmente la descripción se basa en relaciones del todo y las partes, su organización está formada por:

  • Un tema introductor o todo, expresado por un sustantivo.

  • Un núcleo formado por una enumeración de partes que también estaría conformado por sustantivos.

  • Un predicado equivalente a la información complementaria, con una serie de cualidades de las partes, que es función básicamente del adjetivo o estructuras similares.

Esta breve caracterización ilustra brevemente las potencialidades de la narración para el trabajo formativo. Resulta conveniente destacar que el perfil de un profesional está condicionado históricamente por: época, modelo educativo, institucional, legislativo y social del proceso docente que pautan cuál es el profesional que se desea. Actualmente ese rol exige un desempeño sistémico e interdisciplinar, donde la docencia, la investigación, el saber, saber hacer y querer hacer conformen su desempeño.

Es idea bastante generalizada que un verdadero desempeño profesional conlleva asumir de manera armónica y orgánica la interdisciplinariedad.11 Lo interdisciplinar y lo profesional son un par de inagotable unidad, porque permite abrir el pensamiento a la complejidad de la realidad circundante y de la que forma parte ineludible y ayuda a superar el pensamiento de la simplicidad y la actuación estereotipada y mecánica.

Las clasificaciones sobre interdisciplinariedad contemplan diversos grados que van desde las formas más simples de existencia hasta las más complejas, y dentro de estos grados se encuentra la transdisciplinariedad, como una forma superior.12,13 Una de las formas para lograr la transdisciplinariedad son los ejes transversales que desempeñan un papel fundamental como contenidos culturales relevantes y valiosos, necesarios para la vida y la convivencia.14

Estas reflexiones conducen a conjeturar que la narratividad puede asumirse como un recurso transdiscursivo que posibilita potenciar el tratamiento de ejes transversales como la educación ambiental, la educación moral y cívica; educación vial; educación para la salud; educación audiovisual y tecnológica; educación para los derechos humanos; educación para la paz; educación sexual; educación para la igualdad; educación del consumidor; educación para el desarrollo; educación intercultural.

El mapa cultural actual en las ciencias sociales y humanísticas exige a la escuela reconfiguraciones comunicativas y la posibilidad de atender o no desatender nuevas variantes textuales, como son las narrativas de la identidad cotidiana y popular: los cuentos de miedo y de violencia, la narración autobiográfica, el refrán popular, el chisme y el chiste; los relatos de la radio, el cine y la televisión; los videoclip, la música en su extensa variedad genérica: la trova, la nueva trova, el punto guajiro, las controversias, la salsa, el corrido mexicano, el tango, el vallenato, la música llanera, son todos textos por donde circulan las más diversas formas de información y contrainformación; de experiencias y cosmovisiones.15

Toda esta pluralidad tiene un influjo enorme no solo en la diversidad temática, sino en las formas de asumir la visualidad cultural y en la construcción del espacio. La transformación de la visualidad cultural producida por la televisión y más recientemente internet ha desdibujado las fronteras entre lo privado y lo público, entre el ocio y el trabajo.15

La teoría literaria ha desarrollado con amplitud las ideas de cómo funciona el discurso narrativo y estas ideas pueden hallar un fértil cauce en otras disciplinas para atender en su proceso formativo la narratividad como conglomerado sistémico de las dinámicas narrativas.

La narratividad más que una forma de representación textual vendría a ser un instrumento humano para la construcción de la realidad y la representación de su identidad. La narratividad en las ciencias humanísticas es una mediación para comprender al hombre. Por eso, puede hablarse más que lectura de textos narrativos, de lectura de procesos narrativos. La narratividad o proceso narrativo atraviesa por diversos géneros o formas genéricas: testimonio, diario, carta, comedia, farsa, melodrama, telenovela, canción, romances, décimas, elegías, odas, drama, novela, cuento, anécdota, leyenda, patakines, estos últimos son narraciones orales de origen africano que son seminales en los rituales de la liturgia sagrada afro-cubana, la biomitografía (género híbrido literario que representa una persona y su historia de vida con elementos de la biografía, la historia y el mito, propuesto y practicado por feministas como reacción a las definiciones de historia, mitología, autobiografía y ficción basadas en valores androcéntricos).16

Valores formativos transdisciplinares que tiene la narratividad:

  • Capacidad de abordar diversos elementos referenciales de interés formativo integral, no solo cognoscitivos, sino también emotivos, y morales, pues muestra en los contextos qué se piensa, se dice y se hace.

  • Ofrece una cantidad de textos variados, abiertos y flexibles, donde se pueden incorporar o sustraer nuevos textos según las exigencias del contexto educativo y la calidad narrativa.

  • Trabajo intencional con o sobre textos para resaltar contenidos, mensajes, significaciones y nuevos sentidos.

  • Propicia una educación en valores universales: justicia, prudencia, hermandad, voluntad, sacrificio, amor, respeto, libertad, solidaridad.

La narratividad se relaciona específicamente con la comprensión humana del tiempo. El tiempo se hace humano solo en la medida en que se articula en un modo narrativo, la única forma de acercarse a la cuestión del tiempo, es a través de la narración;17 porque en ella es reconfigurado y se hace asequible al hombre, quien puede interpretarse a partir del relato histórico y del relato de ficción. Por consiguiente, existen dos tipos fundamentales de narratividad: la histórica y la ficción. Un punto de articulación entre ambas formas se da en la similitud estructural entre personaje y persona. Haciendo abstracción de sus diferencias, pueden anotarse como semejanzas:

  • No son una transferencia o traslado mecánico de la vida social al discurso.

  • Constituyen el hilo conductor en el sistema de acontecimientos.

  • Encarnan un valor o un sistema de valores o disvalores.

  • Reúnen una serie de atributos o características.

  • La característica es aquel motivo que define el carácter del personaje y la

  • persona.

  • La presencia de características facilita la atención del lector.

  • Las características pueden aparecer de forma continua o discontinua en el

  • texto.

  • El nombre es un atributo designativo y su característica más simple.

  • Se reconocen a través de la caracterización.

Desde la narratividad podría entonces armonizarse el sistema operacional para la caracterización de personas y personajes entre asignaturas diversas como las que estudian la historia, el periodismo, la sicología, la atención médica y en relación con la literatura y las artes.

La caracterización básicamente se reconstruye por el lector en el proceso de interpretación e involucra acciones como:

  • Observar: la que permite examinar el sujeto y sus relaciones.

  • Identificar: reconocer elementos constituyentes.

  • Describir: configurar al sujeto como imagen por Prosopografía (se detiene en los aspectos físicos), Etopeya (muestra cualidades interiores), Retrato (se integran los rasgos físicos y los sicológicos).

  • Comparar: establecer relaciones de semejanzas y diferencias con otros sujetos, con su espacio, con su secuencia temporal, con el mensaje.

  • Ordenar: Formar secuencias y series.

  • Clasificar: Determinar tipos humanos.

  • Definir: Establecer lo esencial del sujeto.

  • Explicar: Desplegar significados de los comportamientos.

  • Ejemplificar: Concretar las ideas con acciones específicas.

  • Valorar: Significar y relacionar con el contexto.

En suma, puede señalarse que el personaje y la persona son sujetos de las acciones, (del relato de ficción o del relato histórico) revestidos de un nombre, un sistema de características que los distinguen, una historia y un entorno, y son portadores de un sistema de significados que se van implicando en el contexto de la comunicación, la empatía y la reflexión en la identidad profesional.

CONCLUSIONES

La narratividad como recurso transdiscursivo favorece la formación de una actuación ético-profesional idónea por cuanto mejora la implicación del sujeto al conocer modelos, conflictos y soluciones de otros en tiempos y espacios que los ayudan a reconstruir y perfeccionar sus experiencias en su propio contexto; desarrolla una actitud crítica para saber afrontar los deberes y dilemas éticos de la profesión y construir un ejercicio desde la capacidad de observación y reflexión. Asimismo, potencia las dinámicas comportamentales e incentiva procesos de transformación que valorizan los influjos dialógicos, desarrollan el sentido de la responsabilidad, el humanismo y gestionan reglas de vida en común, referentes a la profesión. Igualmente activa la reflexividad, sobre la base de que pensar es establecer múltiples relaciones para resolver problemas de manera diferente a lo usual con respuestas innovadoras. Además, robustece la esteticidad, pues conforma marcos que crean un ambiente formativo con miras al desarrollo de la espiritualidad, orientado a reconocer la cultura del diálogo, el respeto al otro, la comprensión de las emociones, y la apertura a nuevos mundos. Forma ciudadanos sensibles, respetuosos, responsables, críticos e interculturales.

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Recibido: 13 de Julio de 2023; Aprobado: 19 de Enero de 2024

* Autora para la correspondencia: elizeth.lafita@reduc.edu.cu

Los autores declaran que no poseen conflictos de intereses respecto al presente texto.

Conceptualización: Elizeth Lafita Vázquez.

Curación de datos: Elizeth Lafita Vázquez.

Análisis formal: Elizeth Lafita Vázquez, José Emilio Hernández Sánchez.

Adquisición de fondos: --

Investigación: Elizeth Lafita Vázquez, José Emilio Hernández Sánchez.

Metodología: Elizeth Lafita Vázquez, José Emilio Hernández Sánchez.

Administración del proyecto: --

Recursos: --

Software: --

Supervisión: Elizeth Lafita Vázquez, José Emilio Hernández Sánchez.

Validación - Verificación: Elizeth Lafita Vázquez, José Emilio Hernández Sánchez.

Visualización: Elizeth Lafita Vázquez.

Redacción - borrador original: Elizeth Lafita Vázquez.

Redacción - revisión y edición: Elizeth Lafita Vázquez, José Emilio Hernández Sánchez.

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