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Señor Director:
En el proceso de formación, el educador, por sus principios básicos, trae consigo el deseo de trasmitir por medio de la palabra, de un gesto o un hecho, actitudes que contribuyan al desarrollo y a mejorar la posibilidad de la respuesta a un problema de la sociedad.
El sistema de enseñanza para la formación en Cuba se apoya en el principio de vincular al hombre con la vida y la educación en el trabajo, donde el papel del profesor y el alumno difieren de las formas tradicionales de la enseñanza. El profesor deja de ser fuente básica del saber y del hacer y su función es orientar y organizar las condiciones que favorecen el aprendizaje. Por otra parte, el alumno se convierte en objeto de su propio aprendizaje, al aprender con las tareas que se proponen.1
En las actividades prácticas es donde el estudiante se apropia de las habilidades generales, las intelectuales y las específicas que necesitan para su desempeño. Estas últimas deben formarse acorde con el sistema o nivel de atención en que trabajará el egresado, con las necesidades de los pacientes. En las consultas ambulatorias que se realizan por los profesores, estos pueden constatar el nivel adquirido en dichas habilidades y emitir un juicio de la evaluación realizada.
En este proceso de educación en el trabajo, en Oftalmología, los estudiantes culminan con un examen práctico que se ha venido realizando desde el curso 2009 mediante una guía de evaluación[a] aplicada por los profesores en la realización de dicho examen práctico, que constituyó, en su momento, un instrumento válido, factible y pertinente como herramienta para mejorar el sistema evaluativo de la asignatura y la calidad del proceso docente educativo en esta. Sin embargo la práctica pedagógica y un análisis realizado por la autora de esta carta, ha mostrado que dicha guía incluye la medición de habilidades que no son las que el futuro profesional deberá poner en práctica en la Atención Primaria de Salud.
El programa de estudio y las habilidades declaradas no deben ser cambiadas, pero la autora entiende que se debe hacer más énfasis, tanto en el proceso docente como en su evaluación, en el desarrollo de la habilidad
fondo de ojo, la cual sí debe ser aplicada en la APS. Esto mejoraría la atención oftalmológica en dicho nivel de atención y se producirían adecuadamente las remisiones hacia la atención secundaria, garantizando un mejor servicio al paciente.
En ese sentido, tanto en la guía, como en el accionar de profesores y estudiantes, se debe profundizar e intencionar el trabajo para que el alumno egrese con aquellas habilidades que debe poner en práctica, mayoritariamente, en el nivel de atención para el que se forma. De ninguna forma esto quiere decir que se cercenen los conocimientos generales y habilidades que debe poseer, pero es más práctico que las habilidades más necesarias no se pierdan entre las demás, sin que se les dé el mayor peso en su formación y evaluación.
Por otra parte, el proceso de diagnóstico utilizando para ello se sustenta en el método clínico que, por sus bases científicas de observación y el proceso mental de razonamiento que conlleva para resolver un problema de salud, requiere menos tiempo y costo que otras pruebas. Por tanto haber desarrollado esta habilidad y utilizarla adecuadamente reporta mayor beneficio para el paciente pues el médico podrá interpretar certeramente los hallazgos que encontró y podrá plantear el diagnóstico y tratar la entidad identificada de manera correcta.
