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Revista Habanera de Ciencias Médicas
versión On-line ISSN 1729-519X
Rev haban cienc méd vol.14 no.6 La Habana nov.-dic. 2015
HISTÓRICO
Universidad de Ciencias Médicas de La Habana. Facultad de Ciencias Médicas "Victoria de Girón".
Dr. Julio Martínez Páez: paradigma de médico, revolucionario y artista
Dr. Julio Martinez Páez: Paradigm of physician, revolutionary and artist
Marlene Fernández Arias
Doctora en Medicina. Especialista Segundo Grado en Fisiología Normal y Patológica. Investigador Agregado y Profesora Auxiliar. gimar@infomed.sld.cu
RESUMEN
En la conmemoración del XV Aniversario de su muerte, la Dra. Marlene Fernández Arias pronunció un discurso en el que destacó los principales méritos científicos del notable médico, considerado "Padre de la Ortopedia" en nuestro país, así como su vocación investigadora, pedagógica y extraordinario amor por las artes en general. A su destacada trayectoria profesional, se aunó su total entrega a la causa revolucionaria, razón por la cual marcha a la Sierra Maestra e integra la Columna No.1"José Martí", bajo el mando del Comandante en Jefe, Fidel Castro, y asume con responsabilidad y entrega la tarea que se le propuso: la Dirección de los Servicios de la Sanidad Militar. Fue ascendido a Comandante, grado máximo del Ejército Rebelde con el que concluyó los días gloriosos de la guerra. El Dr. Martínez Páez dirigió durante décadas el Hospital Ortopédico "Fructuoso Rodríguez"; representó a Cuba en numerosos eventos internacionales de su especialidad y fue autor de un número importante de investigaciones. El 1ro de abril de 2000 en La Habana, a los 92 años de edad, dejaba de existir el hombre en quien se hermanaron con brillantez, tantas facetas disímiles; un hombre que, sin dudas, dio gloria a la época que le tocó vivir.
(Discurso conmemorativo en el XV Aniversario de la muerte del Dr. Julio Martínez Páez, pronunciado
por la Dra. Marlene Fernández Arias)
(Aula Magna Universidad de Ciencias Médicas de La Habana, 9 de abril de 2015)
En julio de 1957, se une al pequeño grupo de guerrilleros de la Sierra Maestra un hombre de casi 50 años. No trae otra carga que su instrumental de cirujano y el anhelo de vincular su destino a aquellos que sueñan con construir una patria nueva. No ha vacilado en trocar la seguridad y el bienestar socioeconómico de que goza por la sencillez de la vida guerrillera, no exenta de riesgos y privaciones. Así comienza un capítulo relevante en la vida de la figura paradigmática que nos honra evocar en el marco del Primer Encuentro de Música de Concierto de nuestra Universidad: el Dr. Julio Martínez Páez.
Nacido en Bolondrón, Matanzas, el 15 de enero de 1908, no sin sacrificios había venido a estudiar a La Habana, donde cursó el bachillerato y después la carrera de Medicina, en años políticamente convulsos. La multifacética sensibilidad humana que lo caracterizaría lo había hecho vibrar con rebeldía ante las injusticias desde la época de estudiante en el machadato, por lo cual sufrió detenciones, pero, a su vez, esa misma sensibilidad lo acerca indisolublemente a toda manifestación del arte: hombre de sólida cultura, pinta y toca el piano con maestría y disfruta sobremanera de la danza, sobre todo, la clásica. No es de extrañar tal comunión de pasiones disímiles en seres excepcionales. Otros que lo precedieron, supieron igualmente posponer el deleite del espíritu cuando el momento demandaba renuncias; hombres como José Martí, Carlos Manuel de Céspedes, Rubén Martínez Villena.
Desde su graduación como médico, en 1934, su vida no sería más que una sucesión de éxitos que matizarían la brillantez de su carrera profesional. Desde 1936, ocupa la plaza de cirujano en el Hospital "General Calixto García" y a su vez de cirujano-ortopédico en el Centro Médico-Quirúrgico de la capital. Es indiscutiblemente, una de las figuras más prestigiosas de la Medicina cubana.
Siempre vinculado a lo más radical de la juventud cubana, se incorpora en los años 50 al movimiento integrado por jóvenes ortodoxos, cuya dirección nacional era llevada a cabo por Fidel Castro. Su compromiso político lo vincula a la atención médica de jóvenes, quienes, como Camilo Cienfuegos, fueron heridos en encuentros con la tiranía o torturados en el Castillo del Príncipe.
Su concurrida consulta de 19 y C, en El Vedado, sirvió de seguro refugio a jóvenes valiosos como Haydée Santamaría y Armando Hart, con quienes trabaja en la clandestinidad, amparado en su condición de médico. Pero las tareas profesionales y revolucionarias a las cuales se consagra de lleno, no le impiden dedicar su entusiasmo a otro de sus grandes sueños: el ballet. El mundo del arte sería siempre uno de los tres pilares sobre los que se asienta esta personalidad excepcional. La tarea de crear la primera compañía profesional en el país, lo vincula estrechamente a Alicia y Fernando Alonso, con quienes comparte además, comunión de ideales. Es así como, en la década del 50, fue profesor de Anatomía y Kinesiología en la Academia de Ballet Alicia Alonso y participa en la creación de la Comisión de Defensa del Ballet en Cuba, organización que tuvo un papel determinante en la denuncia de los desmanes cometidos por instituciones oficiales de la época. En el Homenaje Nacional de Desagravio a Alicia Alonso, histórica función que organiza la Federación Estudiantil Universitaria (FEU) en el Estadio Universitario, estaría presente, muy cerca de los líderes eternos de la magna organización universitaria que la han convocado.
El apoyo decisivo que brindaba como miembro activo del Movimiento 26 de Julio no le bastaba; a su vez, su compromiso con la causa había tornado más difícil e insegura su situación en la capital, al punto de que su consultorio y su vivienda habían sido allanados por las fuerzas del régimen y detenido unos días junto a Armando Hart. La solución fue partir hacia la zona de operaciones de la Sierra Maestra. Ante el reclamo de Fidel, en carta a Haydée, de conseguir con apremio un cirujano, determinó sin vacilaciones que ese hombre sería él, y el cumplimiento de tal propósito lo llamó a convertirse en el primer médico, después del Che, quien uniría su suerte a aquellos hombres que se jugaban la vida bajo los cielos de la gran cordillera oriental. Así, transcurriría un año y medio de su vida, época de incertidumbre y a la vez de optimismo, como el mismo la describiera años después.
Al Guerrillero Heroico, de quien heredó su instrumental médico, lo unió una estrecha amistad, nacida de coincidencias no solo profesionales sino sobre todo políticas y una cercana sensibilidad artística que afloraría aun en aquellas circunstancias tan poco favorables: "Un día de marcha aparece la visión del majestuoso Turquino", nos relata Martínez Páez en su libro Un médico en la Sierra. A toda velocidad, tiene tiempo de dibujar el paisaje hasta en los mínimos detalles, e incluso de anotar el color. Cuando cierra su cuaderno dispuesto a continuar la marcha, le sorprende ver al Che retratando el mismo escenario: los dos artistas han tenido una misma inspiración: "Si salimos con vida de aquí, regálame una de esas fotos porque en cuanto termine esta guerra, lo primero que haré será un cuadro de este Turquino que pocas personas pueden contemplar ".
Ubicado en la Columna Número 1 "José Martí", bajo el mando del Comandante en Jefe, asume la dirección de los Servicios de la Sanidad Militar del Ejército Rebelde. En aquella agreste Naturaleza, su creatividad de médico se pone a prueba ante cada circunstancia adversa; echa mano a su fértil imaginación para suplir múltiples carencias de instrumental y medicamentos, opera bajo el fragor de las batallas y dirige el grupo de colegas que se ha ido sumando, entre ellos están compañeros valiosos como Sergio del Valle, Ramón Machado Ventura, Ramón Balaguer, René Vallejo y Manuel Piti Fajardo. Realiza innumerables intervenciones quirúrgicas que salvan vidas valiosas como la del comandante Camilo Cienfuegos y de Faustino Pérez, cuida de Juan Almeida, y acompaña en los últimos instantes a aquellos combatientes que mueren. La crudeza de la guerra que a veces muestra el peor de los rostros se dulcifica en "la tarde cuando canta el ruiseñor, un canto precioso que -nos refiere- lo extasía tanto como la música de Bach".
Seguros de la victoria, planea junto a Fidel, muchas de las reformas que habrían de producirse en el país luego del triunfo revolucionario, premisa necesaria para desarrollar la cultura, alma de la Nación. Por increíble que parezca, en los días difíciles de la Sierra, expone al líder el proyecto de reorganizar una compañía de ballet que redundaría en la fundación del Ballet Nacional de Cuba, institución insigne a la que entregó durante años su apoyo profesional.
Martínez Páez mira siempre hacia el futuro; no ha dejado de estudiar el voluminoso volumen de Ortopedia, que le ha acompañado en cada una de sus peregrinaciones. Como un soldado más y vestido con la única muda de ropa que cuida con pulcritud, el ilustre ortopédico ha participado en todos los combates, desde el primero en Palma Mocha, donde recibió su bautismo de fuego hasta el final. Demostró su valentía en las batallas de El Salto, Veguitas, Guisa, Jiguaní, Baire, Maffo y La Plata, donde fue ascendido a Comandante, grado máximo del Ejército Rebelde, con el que concluyó los días memorables de la guerra. Su sentido del deber lo hace escribir: "Para no olvidar, la gloria cotidiana de un tiempo que ha de quedar indeleble en nuestra Historia".
Una nueva etapa comienza tras el triunfo revolucionario. Al sesionar la primera reunión del Consejo de Ministros, el 3 de enero de 1959, el cargo de Ministro de Salubridad y Asistencia Social del Gobierno Revolucionario, a propuestas de Fidel, sería asignado al primer médico de la Sierra, cargo que ostenta hasta el 11 de junio del propio año. En corto tiempo, el nuevo Ministro dejaría su impronta. Durante su mandato, Cuba se incorpora a la Organización Mundial de la Salud y se inicia la preparación de las campañas sanitarias que se llevarían a cabo en el país al firmarse convenios para ejecutar los Programas de Erradicación del paludismo, la polio y el control del aedes aegypti.
El 23 de febrero de ese año, se dictó por el Gobierno Revolucionario la ley por la cual se creaba el Departamento de Asistencia Técnica, Material y Cultural del Ejército Rebelde. En su cumplimiento, envía la primera asistencia médica a los campesinos de las montañas de la Sierra Maestra, hecho que constituye el precursor del Servicio Médico Rural, formado meses después, el 22 de enero de 1960. La Sierra Maestra y otras zonas rurales inhóspitas se pueblan ahora de un nuevo ejército, esta vez de batas blancas.
El 18 de agosto también de ese año, un nutrido grupo de galenos revolucionarios, junto a unos pocos profesores y médicos que habían renunciado a sus consultas, se reúnen para constituir en el anfiteatro del Hospital Universitario "General Calixto García" el Partido Médico de la Revolución. En este nuevo escenario, se reúnen nuevamente los médicos de la Sierra: Julio Martínez Páez, Ramón Machado Ventura y José Ramón Balaguer.
No le podían ser ajenos, como médico y revolucionario, los acontecimientos dramáticos que se viven en aquellos primeros años del triunfo de la Revolución: atendió heridos del sabotaje de "La Coubre", convirtió el Hospital "Fructuoso Rodríguez" en Hospital Militar de Base durante el ataque a Playa Girón, fue Jefe-Médico de la provincia de Oriente durante la Crisis de Octubre. Tampoco podía estar ausente, y al lado de Fidel, asiste a la primera graduación de médicos cubanos formados en la Revolución, celebrada en el Turquino en 1965, hace ya medio siglo.
Su ingreso en las filas de nuestro Partido es colofón a los méritos acumulados a lo largo de su larga vida de revolucionario. Desde 1960 y por más de 40 años asumió la dirección del Hospital Ortopédico "Fructuoso Rodríguez", año en que también es nombrado Profesor, cargo que desempeñaba a título honorífico, desde 1940. Durante esas décadas desarrolló y aportó a la Ortopedia y Traumatología todos sus conocimientos y experiencias, y legó a la especialidad el primer libro de texto. Líder indiscutible del desarrollo de la misma, es con justeza considerado "Padre de la Ortopedia" en Cuba. Su participación activa como docente a lo largo de su vida, permitió influir significativamente en la formación de los estudiantes de pregrado y postgrado, y liderar el desarrollo de la especialidad en el país durante tres décadas.
Me cuento entre aquellos alumnos que tuvimos la dicha de disfrutar sus clases magistrales, desde las cuales nos enseñaba arte, en aquella suerte de atmósfera mágica que solo él sabía crear para introducir un tema árido de Ortopedia, y luego al término de la misma, desaparecer rápidamente, y subir los escalones del anfiteatro del "Fructuoso Rodríguez" de dos en dos, a la manera martiana, porque el tiempo siempre le apremiaba.
A pesar de la alta preparación científica de que gozaba, no descuidó su superación y actualización, consolidando así aún más su prestigio como extraordinario ortopédico y profesor. Visitó la República Árabe de Siria, en 1973, en cumplimiento de una misión internacionalista para asistir a los heridos de guerra, y participó directamente en el frente de batalla.
Su sentido del rigor, sumado a la vasta sabiduría médica que le fue proverbial, le hizo merecedor de reconocimientos y nombramientos a lo largo de su vida, entre los cuales sobresalen:
-Especialista de Segundo Grado, 1967.
-Profesor Titular de su especialidad, 1976.
-Jefe del Grupo Nacional de Ortopedia.
-Presidente de la Sociedad Cubana de Ortopedia y Traumatología.
-Miembro de la Sociedad Internacional de Cirugía.
-Delegado en Cuba de la Sociedad Internacional de Cirugía Ortopédica.
-Medalla Antonio Guiteras.
-Medalla XX Aniversario.
-Orden Carlos J. Finlay.
-Doctor en Ciencias, 1981.
-Profesor Consultante 1995.
-Profesor de Mérito, 1998.
-Diploma en ocasión de conmemorarse el 270 Aniversario de la Fundación de la Docencia Médica en Cuba, 1999.
-Medalla de Combatiente de la Columna Núm 1 "José Martí", que le fuera entregada por el Comandante en Jefe Fidel Castro.
El Dr. Julio Martínez Páez representó a Cuba en numerosos eventos internacionales de su especialidad, donde expuso trabajos de reconocido valor; fue autor de un número importante de investigaciones, cuyos resultados tuvieron aplicación clínica, así como de más de un centenar de monografías y artículos publicados en revistas nacionales y extranjeras, que lo consagran como autor científico.
Estimados compañeros que nos acompañan en esta tarde:
Imposible resulta condensar en pocos minutos una vida tan larga y tan plena. La brillantez de su ejecutoria rebasa cualquier intento de atrapar en palabras su dimensión como profesional, revolucionario y artista.
Cuando conocimos por sus organizadores, la feliz idea de realizar el Primer Encuentro de Música de Concierto en nuestra Universidad, no tuvimos dudas en sugerir su nombre. Su celebración en este solemne recinto, presidido por los rostros de preceptores ilustres de la Medicina cubana, tiene el significado de hermanar, como lo fue en su vida: ciencia y arte, y constituye el mejor homenaje a su memoria, tras cumplirse el pasado 1ro de abril, 15 años de su desaparición física.
Aquel 1ro de abril de 2000, en La Habana, a los 92 años de edad, dejaba de existir el hombre en quien se aunaron con brillantez, tantas facetas disímiles: eminente cirujano ortopédico, destacado profesor, revolucionario internacionalista, el guerrillero, virtuoso pianista y pintor. "Una criatura del Renacimiento", al decir del poeta, Roberto Fernández Retamar.
Los restos del Comandante Médico de la Columna Núm 1 "José Martí" del Ejército Rebelde, descansan desde entonces en el Panteón de las Fuerzas Armadas Revolucionarias; su impecable trayectoria se hizo historia, esa historia que necesitamos revivir como savia que sustenta nuestro presente y futuro.
Su recuerdo pervivirá en el cariño de todos los alumnos, en los que sembró su impronta pedagógica, en la vigencia de su legado científico, revolucionario y humano, en cada triunfo del ballet cubano, en el canto de los ruiseñores que inundarán para siempre el paisaje majestuoso del Turquino
Recibido: 1 de junio 2015.
Aprobado: 1 de octubre de 2015.