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Introducción
La educación en Cuba constituye una prioridad desde el triunfo de la Revolución hasta la actualidad y ha llegado de igual forma a toda la población, como una meta necesaria y posible de alcanzar, pues esta tiene como propósito la formación de las nuevas generaciones en la concepción científica del mundo, el desarrollo de habilidades y capacidades, así como la adquisición consciente del conocimiento por parte del colectivo estudiantil.
Atendiendo a lo anterior el sistema educacional cubano se perfecciona constantemente y crea condiciones que permiten elevar la calidad del proceso de enseñanza-aprendizaje, pero todavía es necesario continuar transformando determinadas concepciones y métodos de trabajo de los docentes.
La Enseñanza Superior no está ajena a estos procesos de cambios, por lo que se han originado nuevas transformaciones encaminadas a su perfeccionamiento, con el fin de que la enseñanza avance acorde con el desarrollo de la ciencia contemporánea, por lo que demandan de la formación de profesionales de perfil amplio, que sean cada vez más creativos, competentes, cultos, solidarios, patriotas e internacionalistas, además de asumir un pensamiento crítico y reflexivo.
José Martí uno de los más grandes pensadores americanos de su tiempo, es la expresión del bien, del altruismo y de la máxima consagración a lucha por la libertad, conocido e identificado en el mundo, en toda su grandeza, por su inmensa entrega a la causa humana, su vocación total de sacrificio, su extraordinaria inteligencia, su vasta cultura, su capacidad de organizar, reunir hombres y sus extraordinarias dotes para la acción, todo ello forjado por una indoblegable voluntad creadora y humanista.
Este genio de la política, de la literatura y del pensamiento universal constituye un paradigma de la emancipación humana, concibe el conocimiento, la cultura y los valores como unidad indisoluble, por lo que constituye un componente esencial en la formación de los estudiantes universitarios.
Su pensamiento y quehacer, plasmados en un proyecto de profundo sentido humanista y de extraordinaria amplitud, le otorgan trascendencia indiscutible para nuestro presente y lo convierten en paradigma de la transformación social y humana en nuestro continente.
Desarrollo
Es un mérito indiscutible de José Martí, el que desde la visión independentista mirara más allá y reflexionara en torno a elementos claves, para obtener lo que sabía indispensable, la soberanía de nuestras repúblicas con un sentido diferente y donde primara la fuerza y dignidad del hombre americano, como el portador de la plena liberación espiritual, socio política, económica, verdaderamente justa y solidaria, que defienda sus raíces, su identidad y su cultura con dignidad y con una participación comprometida, para que aprenda cómo ser soberano, aprenda a ser independiente y practique la solidaridad como garantía de la libertad.
Desde una perspectiva latinoamericanista, observa y analiza el desarrollo de las naciones hispanoamericanas y nos revela aciertos y errores, luces y sombras, de un proceso emancipatorio que se revela incompleto e inconcluso. Martí piensa a América como proyecto; una América liberada de la subordinación externa, de ahí que la independencia de Cuba sea su objetivo supremo y a la vez libre en su genuinidad, entendiéndose por tal al colectivo de naciones hispanoamericanas, afirmadas en una organización basada en el equilibrio de los elementos intrínsecos que las constituyen.
Martí investiga los fenómenos de acción y reacción fáctica y arriba a conclusiones tanto explicativas como prescriptivas, partiendo de los componentes específicos de cada uno de los países, analiza, explora las condiciones de cada realidad y arriba a elementos en común, sobre los cuales va elaborando sus conocimientos sobre el progreso autónomo y autóctono, como bases para alcanzar la emancipación continental.
El proyecto emancipatorio de José Martí revela principios que nos lleva recurrentemente a una convicción reflexiva, a buscar respuestas que nos lleven por el camino de la verdad, de la solución a los problemas que enfrenta hoy el continente americano.
El equilibrio de los elementos naturales” o “autoctonía de los elementos”; lógica que se revela estructuradora del carácter emancipador de su proyecto cubano y continental. No somos aún bastante americanos -sentencia- todo continente debe tener su expresión propia (…). Hay en América hombres perfectos en la literatura europea; pero no tenemos un literato exclusivamente americano. (…) Ha de haber un historiador más digno de Bolívar que de Washington (…). Los indígenas nos traen un sistema nuevo de vida. Nosotros estudiamos lo que nos traen de Francia; pero ellos nos revelarán lo que tomen de la naturaleza. De esas caras cobrizas brotará nueva luz. La enseñanza va a revelarnos a sí mismos. (Martí, 1991, t4, p 124).
Para Martí, el camino hacia escalones superiores por parte de nuestros pueblos, debía centrarse en el crecimiento espiritual y cultural de ese hombre ingenuo e ignorado para construir y alcanzar una América propia. Esto determina su gran visión dialéctica en la creación y diseño de un hombre nuevo que conciba el conocimiento, la cultura y los valores como unidad indisoluble.
Asume, con lúcida visión, el impacto enriquecedor en el ser humano de lo creado, desde la posición de respeto hacia las mejores tradiciones, no como algo detenido en el ayer sino en su influencia directa en el presente. De forma sintética señalaba: “…Recordar es rehacerse…” (Martí, 1991, t 3, p 302). De ahí, la importancia que le otorga a la memoria histórica como caudal inapreciable para el cultivo de la espiritualidad, de los sentimientos y las virtudes. Y es que comprende lo importante de habituar el alma al trato heroico de los que han sabido vivir para conservar al pueblo o morir por su defensa. (Martí, 1991, t 12, p 207).
Por lo que las interpretaciones de lo que significa la historia han quedado plasmadas en sus múltiples valoraciones en torno a las diversas sociedades, épocas, figuras y hechos históricos, lo que adquiere gran repercusión para nuestro accionar, en tanto nos ofrece una visión integral del desarrollo histórico cultural de los pueblos. Así en 1887, al valorar grandes figuras norteamericanas distinguía lo que significaba el estudio de la literatura para la comprensión de las diversas fases de la historia de los pueblos, como lo que repercutía cada sacudida de la historia de un pueblo en su Olimpo. Ello nos dice, su visión de la historia y el desarrollo social desde la cultura.
El acceso al placer que brinda el conocimiento funda la libertad de todo ser humano, en tanto posibilita la elección. La educación, basada en la razón, en la ciencia, en la práctica del trabajo, debe alimentar los valores, recuperando la integridad de la persona. Martí le daba mucha importancia a la necesidad de una buena educación, sobre todo en los primeros años de vida, para el conocimiento general del hombre
A eso ha de súmanse otro hecho atesorar conocimientos implicaba para Martí el deber de usarlos al servicio del bien, sobre la base de una civilidad que garantizara las relaciones de cordialidad y respeto indispensables para mantener lo que él tenía como un pilar de la existencia, la dignidad humana y el decoro.
En la defensa de lo autóctono, de lo verdadero y permanente defensa de la cultura autóctona americana advierte la necesidad de entender lo que representa el concepto de lo propio, de apreciar el problema de la identidad latinoamericana, de conocernos sobre la base del respeto mutuo, del reconocimiento del otro al expresar: “Los pueblos que no se conocen han de darse prisa por conocerse, como quienes van a pelear juntos. Los que se enseñan los puños, como hermanos celosos, que quieren los dos la misma tierra, o el de la casa chica, que le tiene envidia al de casa mejor, han de encajar, de modo que sean una, las dos manos”. (Martí, 1991, t6, p 15)
Capta con visión aguda la diversidad cultural y que resume en fructífero producto la inteligencia latina, la Mente latina y con singular pasión se acerca a las verdaderas entrañas de la cultura de Nuestra América (Rodríguez, 2015), sondea en sus raíces, asume como propio lo auténtico aportado por los ancestros indígenas y reivindica la obra creada tanto en el orden material como espiritual en el contexto de la cultura universal, al expresar : “ Se abren campañas por la libertad política; debieran abrirse con mayor vigor por la libertad espiritual; por la acomodación del hombre a la tierra en que ha de vivir “ ; de ahí que advierte la necesidad de entender lo que representa el concepto de lo propio, de apreciar el problema de la identidad latinoamericana” (Martí, 1991, t6, p 25).
De igual forma, insiste en la necesidad de profundizar en el estudio de la Historia de América: “La universidad europea ha de ceder a la universidad americana. La historia de América, de los incas de acá, ha de enseñarse al dedillo, aunque no se enseñe la de los arcontes de Grecia. Nuestra Grecia es preferible a la Grecia que no es nuestra. Nos es más necesaria”. (Martí, 1991, t6, p21)
Al patentizar la estrategia que debía seguirse para lograr la defensa de la cultura e historia de los pueblos latinoamericanos afirma: “Injértese en nuestras repúblicas el mundo; pero el tronco ha de ser el de nuestras repúblicas”. (Martí, 1991, t6, p20)
Para Martí, quien postula como primer elemento que el problema de la independencia no era un cambio de formas, sino un cambio de espíritu y donde advierte, además, que «urge decir, porque es la verdad, que ha llegado para la América española la hora de declarar su segunda independencia», es lógico entender su concepción precisa acerca del camino que debía seguir la política y la estrategia a seguir en nuestras naciones.
Cuando define que en la política, lo real es lo que no se ve y que es el arte de combinar, para el bienestar creciente interior, los factores diversos u opuestos de un país, y de salvar al país de la enemistad abierta o la amistad codiciosa de los demás pueblos, están presentes argumentos pensados y expuestos teniendo en cuenta su vasta experiencia y conocimiento directo de los Estados Unidos y el significado de su amenaza permanente, realizando un retrato fiel de su composición y estructura, como característica de su ambición política, rapaz y atrevida.
En ello encuentra razones suficientes para mirar, desde la independencia real no alcanzada aún, el peligro de la dominación de un pueblo que mira con codicia a los pueblos menores. Con visión íntegra precisó que si dos naciones no tienen intereses comunes no pueden juntarse, porque «si se juntan chocan».
Sobre el proyecto emancipatorio martiano en relación con la dignidad, existen cuatro rasgos fundamentales como emancipación humana: carácter entero de cada uno de los hijos de la república como moral individual; pensar por sí mismo en el apartado gnoseológico; hábito de trabajar con las propias manos el ser autónomo y, ejercicio íntegro de sí y respeto al ejercicio íntegro de los demás como respeto a la voluntad ajena y ética colectiva. Así lo refleja en su oratoria Con todos y para el bien de todos, cuando dice, “(…) o la república tiene por base el carácter entero de cada uno de sus hijos, el hábito de trabajar con sus manos y pensar por sí propio, el ejercicio íntegro de sí y el respeto, como de honor de familia, al ejercicio íntegro de los demás; la pasión, en fin, por el decoro del hombre, o la república no vale una lágrima de nuestras mujeres ni una sola gota de sangre de nuestros bravos” (Martí, 1991, t. 4, p. 270).
Martí insiste en la unidad para poder enfrentar los peligros que tienen frente a ellos los pueblos latinoamericanos: “Los árboles se han de poner en fila, para que no pase el gigante de las siete leguas. Es la hora del recuento, y de la marcha unida, y hemos de andar en cuadro apretado, como la plata en las raíces de los Andes.” (Martí, 1991, t6, p 19)
Quedan pendientes hoy las advertencias martianas cuando llamaba a inquirir sobre cuáles eran las fuerzas políticas del país que convidaba y los intereses de los partidos y de sus hombres, además de insistir en la necesidad de indagar e investigar a qué unión nos convocaban, porque de lo contrario haría mal a América en seguirlos.
Conclusiones
Se pudo comprobar que con la utilización del pensamiento emancipatorio de José Martí para la formación de profesionales universitarios, se logró acercar a los estudiantes a las enseñanzas martianas, motivar el interés por el estudio de la Historia, desarrollar una enseñanza activa y desarrolladora, el fortalecimiento de valores, potenciar el pensamiento lógico, el alto nivel de cientificidad en las clases, elevar la cultura general integral, desarrollar habilidades intelectuales y docentes, potenciar la labor investigativa, mayor preparación en la realización del trabajo independiente ,desarrollar un espíritu crítico y autocrítico así como mayor solidez de los conocimientos.
