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Arquitectura y Urbanismo

versión On-line ISSN 1815-5898

Arquitectura y Urbanismo vol.34 no.2 La Habana mayo-ago. 2013

 

DEL REINO DE ESTE MUNDO/ ENTREVISTA

 

Entrevista al profesor Mario Coyula Cowley*

 

Interview to professor Mario Coyula Cowley

 

 

Dania González Couret

Dirección de Posgrado. Instituto Superior Politécnico José Antonio Echeverría (Cujae), La Habana, Cuba.

 

 


 

 

En acto solemne celebrado en el Palacio de Convenciones de La Habana durante la realización de la 16 Convención Científica de Arquitectura e Ingeniería que tuvo lugar del 16 al 30 de noviembre de 2012, le fue otorgada al Prof. Mario Coyula Cowley la condición de Doctor Honoris Causa del Instituto Superior Politécnico José Antonio Echeverría (Cujae).

El profesor Coyula se incorporó a la docencia universitaria a inicios de la Revolución, cuando una buena parte de los arquitectos y académicos abandonaron el país, y fue uno de los primeros directores de la Escuela de Arquitectura de La Habana en la década de los años 60. Como resultado de su destacada trayectoria profesional y académica, ostenta desde el año 2001 la condición de Profesor de Mérito de esta universidad y en 2011 le fue otorgada la condición de Académico de Mérito de la Academia de Ciencias de Cuba.

Este momento de reconocimiento ha sido una ocasión propicia para el recuento, y la revista Arquitectura y Urbanismo ha querido recoger mediante una breve entrevista, el mensaje de este excepcional profesor a las nuevas generaciones de arquitectos cubanos, particularmente, a aquellos que se forman en la Cujae.

Preguntas

¿Cuáles son los mejores recuerdos de su experiencia como profesor de la Cujae?

Son muchos, y como generalmente sucede, los primeros son los más memorables. Empecé a enseñar en 1964, el curso en que se inauguró la Cujae, trabajando con Joaquín Rallo y Roberto Gottardi en dos asignaturas inolvidables de 1er año, Fundamentos de la Arquitectura, y Plástica –que después se convertiría en Diseño Básico–. Era impresionante lo que podían dar esos muchachos en sus primeros ejercicios creativos. El rigor científico de Rallo y la exuberante cultura visual de Roberto me marcaron. Roberto Segre me inoculó el virus de escribir, aunque él lo hacía con diarreas y yo constipado… Siempre he tratado de decir más con menos, tanto en los escritos como en los proyectos. Mario González era un maestro del minimalismo, me impresionaba por la seguridad conque enfocaba desde el inicio el centro del problema; en cambio Salinas era un volcán de ideas e imágenes. Pero aprendí no solo de mis mayores, sino de mis contemporáneos, como Emilio Escobar, Fofi Fernández o Luis Lápidus. Por cierto, llama la atención que 4-5 años de diferencia podían ser determinantes para ubicarse en una generación. Sobre esa primera década en la Cujae escribí un texto titulado Mis primeros Diez. También pude aplicar algunas innovaciones cuando fui director, como el retorno a los Trabajos de Diploma, y un experimento que llamamos la Unidad Lógica de 4º Año, con una programación integrada de Historia, Teoría del Urbanismo y Proyectos que resultó interesante pero muy difícil a la hora de evaluar… Recuerdo con gusto la cantidad de proyectos reales que hicimos para la producción, aunque algunos de los mejores quedaron truncos, como el Plan Caña, Ceiba del Agua o Valle del Perú, y la desarticulación por casi todo el país de grupos de estudiantes y docentes, sin que llegásemos a hacer un balance… También he aprendido de mis alumnos, y eso no es demagogia –a veces descubres posibilidades que están allí y el estudiante no las ha visto. Claro que es triste en casos en que sabes que ni aún dándole la idea podrá hacer algo que sirva. Lo mejor de enseñar es que te pagan por aprender.

¿Cuál ha sido el momento más difícil?

Los procesos de depuración en la Universidad. Traté de autoconvencerme de que aquella persecución estaba justificada, pero esos circos romanos eran tan abusivos que no me pasaba por la garganta. Lo que supuestamente se buscaba —decantar para quedarse con lo mejor— se convirtió en un cursillo rápido de oportunismo y miserias humanas. Al menos sirvió para decir: ¡Nunca más! También me sentí agredido cuando un bufón patético recién llegado a la Escuela anunció que su misión era plantar las banderas del MiCons. Es por eso que le cambié el nombre al Quinquenio Gris, y le llamé Trinquenio Amargo, porque el dogmatismo anticultural y la homofobia duraron más de un quinquenio, y amargo es peor que gris1

¿Qué diferencia a los estudiantes de la Facultad de Arquitectura de la Cujae de los de otras universidades… por ejemplo, Harvard?

Aparte de participaciones en eventos, conferencias o revisiones cortas, he sido profesor en la GSD de Harvard, la Angewandte de Viena, la TTU de Darmstadt y la Universidad de Cataluña. En estancias largas se pueden construir opiniones más confiables, menos superficiales. El nivel cultural general de los estudiantes en esos centros docentes es más alto, han nacido y vivido en un medio favorable para ello; son más independientes, tienen conciencia de que sus estudios son costosos y alguien paga por eso, y están mucho mejor informados que los cubanos. Hacen vida en colectivo, en Taller, por lo que pueden seguir el avance de los proyectos de sus compañeros y los de años superiores; pero disponen de su propio espacio individual de trabajo. Tienen razonablemente resueltas sus necesidades vitales —alimentación, transportación, comunicaciones, laptops, Internet, biblioteca, revistas, conferencias magistrales, seminarios, profesores invitados. Asisten a conciertos, cine-clubs, teatros, exposiciones, lecturas y presentaciones de libros…. Estudiar Arquitectura ha sido siempre caro y demanda tiempo completo. Hay actualmente el peligro de una elitización en el estudiantado de Arquitectura en Cuba, no solo por la diferencia de recursos y posibilidades de las familias, sino por las ventajas de crecer en un medio familiar culturalmente favorable. Eso ya se refleja en el color de la piel: hay menos negros estudiando, porque viven en peores condiciones que los blancos. En la Cujae se perdió hace tiempo el espíritu de Taller y solo quedaron revisiones y a veces consultas. Los estudiantes siempre han aprendido más de otros estudiantes que del profesor, pero eso nace del roce natural, del contacto continuo. No hay ambiente de trabajo, nadie se queda en grupos por la noche. Es un lugar que desde el momento en que llegas empiezas a pensar en cómo irte… Otra cosa: en los años Cincuenta casi todos trabajábamos, a pesar de tener clases mañana y tarde. No era solo por el dinero, sino porque muchos nos dábamos el lujo de escoger con quién trabajar, para aprender directamente de los mejores. Pienso que esa fue una razón para que el éxodo de los mejores arquitectos cubanos a principios de los años Sesenta no tuviera peores consecuencias: había una masa de arquitectos jóvenes y estudiantes que evitaron que la pelota cayera al suelo. Por cierto, esa masa de estudiantes con preocupaciones profesionales, que estaba a la vanguardia arquitectónica, también coincidía con la vanguardia política en la lucha contra la dictadura de Batista. Era vanguardia en todo, y sin necesidad de consignas.

¿Cómo usar la arquitectura cubana para enseñar, en el proceso de formación del arquitecto?

Hay que poner en contacto a los estudiantes con los arquitectos practicantes y sus obras, hacer muchas visitas a obras. Habrá que evitar que vayan a visitar malas soluciones arquitectónicas y las confundan como buenas… Hay que romper el mito de lo antiguo y dejar claro que en todas las épocas hubo obras buenas, malas y sobre todo insulsas. Lo importante del patrimonio construido cubano no es la obra singular, sino la masa coherente con un nivel decoroso de diseño. Yo no recuerdo discusiones espontáneas entre estudiantes de ahora sobre las principales obras y arquitectos contemporáneos. No hay crítica, no hay pasión. Eso queda para la pelota.

¿Cuáles son los principales problemas actuales en la arquitectura, el urbanismo y la formación profesional en La Habana?

La pérdida de autoridad del arquitecto, el culto nacional a la improvisación y consiguiente tolerancia con la chapucería, la sobrevaloración del impacto político y social de una obra por encima de su valor arquitectónico y cultural en general; la conversión de la Arquitectura en Construcción, con la paradoja de que terminó siendo también mala construcción; los recelos sobre la variedad, diversidad y vías múltiples para alcanzar un objetivo; el poco reconocimiento público del papel del arquitecto en la sociedad, y su no aceptación como otro creador más en el mundo de la cultura y las artes; la pérdida de paradigmas y modelos de referencia con alta calidad, la pobreza generalizada que empieza por la vivienda infraestándar; la inversión de la pirámide social, la pobreza y fealdad de la escuela y el marco urbano diario de vida, que repercute inevitablemente en la pobreza de la Arquitectura; la falta de fogueo internacional de arquitectos cubanos que trabajen en oficinas de arquitectos mundiales importantes contemporáneos; la destrucción de los valores burgueses, sin que hayan sido sustituidos por nuevos valores interiorizados por la población; la ruralización, la marginalización progresiva de la sociedad cubana, sobre todo en las ciudades; el empobrecimiento del gusto, la confusión entre popular y populista, la pérdida de valores ciudadanos, y de valores éticos y morales en general. La realidad no es estimulante para un joven que va a estudiar Arquitectura.

¿Qué mensaje enviaría a los jóvenes profesores de Arquitectura en la Cujae?

El mismo que para todos los arquitectos: ustedes son jóvenes, pueden esperar a que la situación se encarrile y ser arquitecto vuelva a ser importante y bien remunerado. Pero, ¡ojo! Para entonces, no habrá lugar para los malos arquitectos… ¡así que traten de ser buenos! Y entonces, ser profesor no será solamente una posición que un revolucionario acepta por deber, sino la culminación natural de una carrera profesional destacada y muy reconocida. Y una observación final a este cuestionario: por favor, no llamen profesor a un joven instructor recién graduado… esperen a que se gane paso a paso esa categoría.

*Profesor de Mérito y Doctor Honoris Causa del ISPJAE

 

1 Se refiere a la conferencia impartida por Mario Coyula en el ciclo de conferencias sobre el “Quinquenio Gris” en la Política Cultural de la Revolución, organizada por el Centro Cultural Criterios a inicios del 2007.

 

 

Diciembre 2012

 

 

Dania González Couret. Arquitecta, Doctora en Ciencias, Profesora Titular de la Facultad de Arquitectura y Directora de Posgrado del Instituto Superior Politécnico José Antonio Echeverría, E-mail: dania@arquitectura.cujae.edu.cu

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