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Arquitectura y Urbanismo

versão On-line ISSN 1815-5898

Arquitectura y Urbanismo vol.35 no.2 La Habana maio.-ago. 2014

 

CON CRITERIO

 

Arquitectura moderna y patrimonio industrial en el municipio Rancho Boyeros, La Habana

 

Modern architecture and industrial heritage in the Havana municipality of Rancho Boyeros

 

 

Arq. Ruslan Muñoz Hernández, Lic. Florencia Peñate Díaz

Instituto Superior Politécnico José Antonio Echeverría. Facultad de Arquitectura. La Habana, Cuba.

 

 


RESUMEN

Este trabajo se propone identificar las industrias establecidas en la Avenida Rancho Boyeros en la segunda mitad del siglo XX, y ponerlas en valor como expresión de un patrimonio industrial del Movimiento Moderno. El tema, escasamente tratado en la bibliografía, resultó motivo suficiente para la presente investigación, que contribuirá a la formación de una conciencia ciudadana que valore este patrimonio industrial de significado local y nacional. Entre las fuentes consultadas estuvieron revistas especializadas, libros, directorios, entrevistas, materiales de archivo y de Internet, y entre los métodos el análisis y la síntesis, el histórico-lógico, la observación y el trabajo de campo, todo lo que ha permitido develar la importancia de un patrimonio industrial moderno y llamar la atención sobre la necesidad de protegerlo y conservarlo. Esta investigación aporta elementos importantes para la identificación de las industrias modernas a lo largo del eje Rancho Boyeros en la segunda mitad del siglo XX, sus autores, sus valores como patrimonio y su divulgación para que se reconozca y se proteja.

Palabras clave: arquitectura industrial, movimiento moderno, valor patrimonial, eje vial Rancho Boyeros.


ABSTRACT

This paper is concerned with the industries established in the second half of the twentieth century, along Avenida Rancho Boyeros, as an expression of the industrial heritage of the Modern Movement in Cuba. The theme, scarcely addressed in the literature, was a motivation for the development of this inquiry whose results can help in the formation of a national public awareness that values the industrial heritage and its local significance. For the development of this work numerous documentary sources were consulted, both bibliographic and archival. Interviews were also conducted as well as in situ observations, combining empirical and theoretical methods for processing and discussing the results. The findings allowed the identification of modern industries along the axis of Rancho Boyeros in the second half of the twentieth century, its authors and its heritage values, which can serve as an important reference for its recognition and protection.

Keywords: industrial architecture, modern movement, heritage value, Rancho Boyeros Avenue.


 

 

INTRODUCCIÓN

Este trabajo presenta un estudio de las industrias pertenecientes al Movimiento Moderno que se establecieron en el eje Rancho Boyeros a partir de la segunda mitad del siglo XX, las que por sus valores, forman parte del patrimonio industrial de dicho municipio y de la nación.El tema ha sido escasamente tratado en la bibliografía. En el 2003, Ivette Villaescusa Padrón escribió el texto titulado Desarrollo industrial del municipio de Boyeros, y desde su visión de historiadora aportó un primer acercamiento al tema.

La industria en el municipio Boyeros ha desempeñado un importante papel como dinamizadora en la conformación de diferentes urbanizaciones que se establecieron en el municipio, al ser estas fuentes de empleo, incluso para otros territorios. Estas obras, de alta calidad arquitectónica, en su gran mayoría conservan la función para las que fueron creadas, a pesar de lo cual, sus autores han sido poco divulgados. Todos estos elementos fueron una motivación suficiente para emprender la investigación, que se planteó como objetivos identificar las industrias modernas establecidas en el eje Rancho Boyeros en la segunda mitad del siglo XX y ponerlas en valor como expresión de un patrimonio industrial del Movimiento Moderno. Para esto se tuvieron en cuenta sus valores formales, sus códigos modernos, su función actual, su estado de conservación y el grado de transformación. El aporte fundamental de la presente investigación radica en la identificación de las industrias modernas establecidas a lo largo del eje Rancho Boyeros en la segunda la mitad del siglo XX, sus autores, sus valores como patrimonio industrial del Movimiento Moderno del municipio y de la nación, y su divulgación como requisito para lograr que se tome conciencia de la necesidad de protegerlo y salvaguardarlo.

 

MATERIALES Y MÉTODOS

Antecedentes.Aparición del tema de la industria

Con el fenómeno de la Revolución Industrial se transformaron los cimientos de la sociedad, y en la escala arquitectónica se comenzaron a emplear los novedosos materiales, así en el tema de la industria aparecieron nuevos edificios, que daban respuesta a los nuevos y complejos procesos productivos, que exigían cambios de tipología. Aparecieron así en el siglo XIX edificios largos y estrechos de planta rectangular, estrictamente funcionales y bastante sobrios, algunos más compactos de varios pisos, con fachadas simples que seguían los criterios aplicados al tema residencial con una línea homogénea de ventanas para facilitar la entrada de luz (figura 1).

En el siglo XX, el edificio de la fábrica pasó a convertirse en un símbolo del progreso de la civilización industrial en un período de formación de nuevas naciones industrializadas que luchaban con las potencias tradicionales por la conquista de los mercados. Comenzó una preocupación por la estética para la expresión de las nuevas fábricas, la que sirvió para mostrar el poderío de la empresa propietaria o de su dueño. Este programa, hasta entonces era visto con desdén y dejado a ingenieros y constructores por su supuesto escaso valor estético. Surgieron así las primeras fábricas diseñadas por arquitectos europeos de prestigio [1] (figura 2).

Preocupación por la conservación del patrimonio industrial

En la década de los setenta del siglo XX la comunidad internacional acometió acciones para la conservación del patrimonio construido. La creación del Centro del Patrimonio Mundial de la UNESCO contribuyó al reconocimiento y a brindar protección legal a todo lo que la humanidad había heredado y transformado. Paralelo a esto, el pasado industrial se comenzó a ver con respeto, incluyendo el proceso de industrialización y todo lo relacionado con este. En 1978 se fundó el Comité Internacional para la Conservación del Patrimonio Industrial (TICCIH), organización que en el 2003 aprobó la Carta de NizhnyTagil para el Patrimonio Industrial. Esta institución concibe el concepto de Patrimonio Industrial en un sentido amplio, pues considera que este:

…se compone de los restos de la cultura industrial que poseen un valor histórico, tecnológico, social, arquitectónico o científico. Estos restos consisten en edificios y maquinaria, talleres, molinos y fábricas, minas y sitios para procesar y refinar, almacenes y depósitos, lugares donde se genera, se transmite y se usa energía, medios de transporte y toda su infraestructura, así como los sitios donde se desarrollan las actividades sociales relacionadas con la industria, tales como la vivienda, el culto religioso o la educación y, en última instancia, abarca los propios paisajes modificados por la actividad extractiva e industrial. [2]

Como puede verse, no se consideran solo los aspectos intrínsecos a la edificación, sino también a la documentación y a los registros intangibles de la memoria y las costumbres de las personas. Pero a pesar de los esfuerzos por la divulgación y preservación de estos bienes no solo por su integración a la tecnología, sino también por su calidad estética y por ser distintivo de la modernidad, es insuficiente la conciencia de su conservación y aún su representatividad es escasa en la lista del Patrimonio Mundial. Anteriormente, documentos como la Carta de Venecia de 1964 [3] se pronunciaron por la preservación de la herencia cultural amenazada por la obsolescencia de muchas instalaciones. Por otra parte, el hecho de que mantuvieran un determinado valor económico condicionaba un relativo estado de conservación aunque muy maltratados en su imagen por no considerarse el valor social que se incrementaba con el tiempo. En las últimas tres décadas, varias naciones han llevado a cabo proyectos de refuncionalización de importantes edificios industriales (figura 3).

El Manifiesto de Eindhoven de 1990 dejó constituido el DoCoMoMo Internacional, cuya misión era la de preservar y conservar la documentación de edificios, sitios y conjuntos urbanos, construidos a partir de los códigos del Movimiento Moderno [4] e incluyó además, el tema de la industria en su programa de trabajo. En diciembre del 2013 el DoCoMo-Cuba celebró su IV Seminario Nacional titulado “Las industrias del Movimiento Moderno. Revelación, valoración y conservación de un patrimonio relegado”, que trató la significación y los valores de las obras industriales del Movimiento Moderno cubano y las distintas experiencias en el campo de la conservación de estas obras.

El trabajo se dividió en tres etapas. En la primera, se hizo la definición de los objetivos, del alcance, la estructura del objeto de estudio, así como la identificación y caracterización de las industrias, para lo cual se emplearon los métodos teóricos de análisis y la síntesis. En la segunda, se hizo una valoración del desarrollo histórico y geográfico de la industria en el territorio, su transformación, su existencia o desaparición, su cambio de funciones o de tipo de producción, así como para realizar una periodización de estas y establecer relaciones con aspectos económicos, políticos, sociales y culturales del período estudiado, se empleó el método histórico–lógico. En la última, se hizo el procesamiento de toda la información gráfica recogida en publicaciones periódicas, documentos de archivo y en el trabajo de campo, imprescindible para precisar los códigos empleados en el diseño, la ubicación y el estado de conservación de las obras arquitectónicas.

Para lograr los objetivos de la investigación se consultaron fuentes diversas; libros sobre el tema de la industria, publicaciones periódicas especializadas de arquitectura, directorios, sitios digitales y materiales del Archivo Nacional y de la Universidad de La Habana. Se realizaron además, entrevistas a especialistas del Departamento de Planificación Física del municipio Boyeros. Para ver la evolución de la industria en Cuba hasta el período republicano resultaron de especial interés el artículo “Bosquejo del desarrollo industrial en Cuba” de Burke Hedges, presidente de la Asociación de Industriales de Cuba, en el Libro de Cuba, de 1954 [5], quien hace un análisis profundo de la evolución de la economía y la industria cubana desde los tiempos de la colonia hasta la década de los años cincuenta del siglo XX. En dicho libro aparecen reflejadas otros artículos sobre la temática industrial desde una perspectiva histórica y económica. Para precisar la relación del tema de la industria con el medio ambiente y con el Movimiento Moderno resultaron importantes, “La arquitectura de la industrialización” de Ignacio Casado Galván (2009) que recoge el impacto de la industrialización en el paisaje y su relación con la arquitectura industrial, y La revolución industrial y el paradigma del movimiento moderno de Karen Lehmann [6] quien enfoca el fenómeno industrial asociado a los nuevos conceptos formales tecnológicos y expresivos del Movimiento Moderno.

 

RESULTADOS

En Cuba el desarrollo de la industria estuvo vinculado inicialmente con la producción de materias primas para la exportación a España y después a los Estados Unidos: maderas, cueros, azúcar, café, tabaco. Durante el siglo XIX se produjo un desarrollo notable de la industria azucarera, la que se convirtió en nuestra principal fuente de exportación, además de formar parte de la cultura e identidad nacionales (figura 4). En La Habana a partir del siglo XIX comenzaron a aparecer instalaciones fabriles, las cuales formaron parte del paisaje urbano y arquitectónico de entonces. La distribución de las industrias en el territorio se vinculó a las potencialidades de estos: existencia de materias primas, fuentes de abasto de agua y vías de comunicaciones. Así, comenzaron a instalarse al sur de la bahía, en el centro de la ciudad, en el reparto Las Murallas, en El Cerro y a lo largo de determinados ejes viales, integradas de un modo armónico a la trama urbana y a la imagen neoclásica y académica de la ciudad (figura 5).

Las industrias alejadas de la ciudad se desarrollaron en instalaciones con cierto carácter provisorio, con una expresión formal que respondía más a necesidades funcionales, tales como las de la construcción, los tejares y otros (figura 6). En general, eran amplias naves rectangulares, de un solo nivel y grandes luces, cuya volumetría primaba sobre el carácter de las fachadas. Por sus características, los territorios de Guanabacoa por el este y Calabazar y Santiago de Las Vegas por el sur, fueron zonas históricamente de fuerte vocación industrial, que contribuyeron al desarrollo de la capital con producciones diversas que fomentaron la prosperidad de dichos territorios y trascendieron, en ocasiones, a nivel nacional.

La dependencia del comercio exterior, primero del español y luego durante el siglo XX del norteamericano, fueron causas del pobre desarrollo sistemático y coherente de la industria local de inicios del siglo. Esto frenó el comercio con otros países y el desarrollo de una industria nacional, pues Cuba importaba productos con los que la industria local no podía competir ni en calidad ni en precio.

En el siglo XX el progreso económico de la capital impulsó nuevas ramas de la industria, como la producción de bienes de consumo, y servicios, para lo cual fue necesaria la construcción de instalaciones productivas y de almacenaje. A partir de 1927, con la promulgación de los primeros Aranceles de Aduana cubanos, junto a la existente industria tabacalera y cigarrera, comenzó el fomento de otras producciones, tales como la cervecera, la jabonera, la textilera, la de calzado, la de cerámica y otras, fundadas en su mayoría por empresarios cubanos. Así, a las ya existentes cervecería La Tropical y la Papelera Cubana se sumó Crusellas y Sabatés, SA que inauguró su fábrica de jabones en 1931 [7] (figura 7).

En las décadas del 40 y 50 del siglo XX, se establecieron importantes fábricas de notable diversidad productiva a lo largo de la avenida Rancho Boyeros, como la Compañía Kli-Per SA, Productos Fibrocem, SA, Embotelladora Compañía Cawy del Oeste SA, Laboratorios Warner Lambert SA, Medias Casino, fábrica de cigarros El Cuño, fábrica de pastas La Pasiega y Cosméticos AVON, a las que la Comisión Municipal de Monumentos de Boyeros les ha propuesto diferentes grados de protección.

Durante la segunda posguerra comenzó la etapa de mayor auge industrial cubano, con un papel más activo del Estado en la conducción de una política económica de lineamientos nacionalistas bien definidos, demostrada en el orden financiero por la creación del Banco Nacional y del Banco de Fomento Agrícola e Industrial (BANFAIC) en 1950, con el interés de promover la industrialización del país, aspiración recogida en la Constitución del 40. En los decretos de fundación de estos bancos se concedían privilegios arancelarios para la importación de maquinarias, equipos y materias primas, así como otras ventajas fiscales, para la creación de nuevas industrias, la innovación y mejoramiento de los sistemas de producción en las ya existentes, y en el orden internacional, para la participación de Cuba en las conferencias internacionales de comercio. [8] Entre 1940 y 1958 se desarrollaron importantes producciones de pinturas, cemento, ladrillos, tejas y otros artículos empleados en la construcción, además de papel, cartón, jabonería y perfumería, refrescos, aguas minerales, muebles y enseres de metal y la industria farmacéutica.

A inicios de los años 50 del siglo XX, la capital concentraba casi el 52,8 % del valor de la producción industrial nacional, de un total de 3 182 industrias de todos los tipos [9] en toda la nación, más de 1 200 se ubicaron en La Habana [10] (figura 8). Además, esta absorbía el 60 % de los bienes de consumo y por su puerto entraba el 80 % de las importaciones, todo para satisfacer una demanda que iba en aumento con una población de 1 361 000 habitantes en la Gran Habana.[11] Para sostener las grandes producciones, en la ciudad se levantaron importantes instalaciones que se convirtieron en hitos de la arquitectura industrial.

Los arquitectos cubanos y la arquitectura industrial moderna

Durante las tres primeras décadas del siglo XX la influencia del eclecticismo dominó el panorama arquitectónico. En ese período, fueron construidas numerosas instalaciones industriales que asimilaron estos elementos estilísticos, tras cuyo ropaje enmascaraba la nueva función. Las corrientes estilísticas que sucedieron al eclecticismo, tanto en los edificios públicos como en las viviendas, también fueron asimiladas por la arquitectura industrial. De igual forma, entre los años treinta y los cuarenta, la estética fabril se valió de los recursos compositivos del Art Decó, y del llamado Streamline, en un progresivo proceso de simplificación hasta llegar al abandono total de la decoración. En Cuba a estas nuevas expresiones arquitectónicas desarrolladas a partir de 1930 se las denominó como corrientes modernas, influencias que se profundizaron a fines de los años 40 del siglo XX y que en los años 50 e inicio de los 60, se consolidaron no solo en la arquitectura industrial, sino en general, como Movimiento Moderno, caracterizado por el empleo de códigos internacionales adaptados al clima del país, un heterodoxo de materiales nuevos y tradicionales que aportaron excelentes exponentes a la altura, y en ocasiones superior, al de sus semejantes foráneos.

El nuevo lenguaje se adaptó armónicamente a las exigencias funcionales de los temas industriales sin minimizar la significación arquitectónica del edificio. Varios de los arquitectos de vanguardia asumieron el diseño de muchas de estas instalaciones fabriles, caracterizadas por una libertad compositiva que les permitió crear grandes superficies de ventanas, transparencia, dinamismo volumétrico, y otras soluciones de diseño acordes con la función. Ejemplo de ello son la planta embotelladora de la compañía de refrescos Canada Dry del arquitecto Walter M. Cory de 1939, ubicada en la Calzada de Infanta esquina a Amenidad, en El Cerro. En esta fábrica se combinaron las bandas horizontales de vanos de influencia mendelssohniana con reminiscencias academicistas influidas por el Streamline. Sus grandes paños de bloques de vidrio facilitaban la entrada de luz natural y a la vez permitían la visualización del proceso productivo. La arquitectura industrial se presentaba así con una nueva estética.

Son muchas las industrias emplazadas en puntos urbanos de gran visualidad en La Habana que fueron divulgadas en las publicaciones periódicas de la época. Entre estas se destacan la Industria Mennen, hoy Suchel, de 1949 en la Calzada de Buenos Aires no. 353 esquina a Durege Oeste en el Cerro del arquitecto Horacio Navarrete. En Centro Habana, el arquitecto José Canavés Ugalde construyó el edificio de la Compañía Nacional de Espejos en Espada y Valle. En 1957 se levantó la planta embotelladora de la Coca-Cola en Santa Catalina esquina a Calzada de Palatino en El Cerro, del arquitecto Jorge Mantilla Alesson junto al ingeniero José A. Vila. En ese año la firma de arquitectos diseñó el Centro de Distribución de la Cerveza Hatuey para la Compañía Bacardí, en la Vía Blanca. En 1958 el arquitecto Zenón Martín proyectó el Centro técnico de la General Motors, en la Vía Blanca próxima al Paso Superior, en Luyanó. Una de la firmas de arquitectos más importantes de la época, Mira y Rosich1 trabajó en varias ocasiones el tema industrial, de su autoría son la Cervecería Modelo del Cotorro asociados al arquitecto Enrique Luis Varela, de 1948 [12], y la planta embotelladora de la Coca-Cola de Santa Clara del mismo año. Todas estas instalaciones presentan códigos del racionalismo, materiales novedosos a vista combinados con los tradicionales. Grandes planos, fachadas continuas que destacan la horizontalidad, una volumetría dinámica y la transparencia aportada por el vidrio y las celosías. Cualquiera de estas fábricas es un exponente singular de la arquitectura industrial, por sus concepciones volumétricas, por su tecnología constructiva o por su funcionalidad (figuras 9 A, B y C).

La complejidad estructural que exigían muchas de estas instalaciones determinó que algunas fueran proyectadas en equipos de arquitectos e ingenieros, como la fábrica de pinturas Du Pont, en el km 39 de la Carretera Central, en San José de las Lajas, obra de la firma de arquitectos Raúl Álvarez y Enrique Gutiérrez junto al estudio de ingenieros Sáenz, Cancio, Martín (figura 10).

Boyeros: un municipio industrial

Ubicado al sur de La Habana, Boyeros es el segundo municipio en extensión territorial con 134,2 km². Formaba parte desde el siglo XVII del antiguo término municipal de Santiago de las Vegas, tierra de vegueros, reconocida como villa en 1725 y como ciudad en 1824. Su desarrollo industrial se remonta al período de dominación colonial española, con la producción de azúcar, café y tabaco, este último cultivo de gran impacto económico para la zona el cual propició el desarrollo de numerosas tabaquerías que más tarde a principios del siglo XX decayeron y emigraron del territorio dando paso a otras producciones locales. En la segunda mitad del siglo XIX despuntó la alfarería, principalmente en Calabazar, renglón económico importante a partir de los años 30 del siglo XX. En 1892 se fundó la “Unión Alfarera Cubana”, dedicada a la producción de cerámica roja, ladrillos, tejas y losas de barro. Más tarde, se convirtió en la Industrial Alfarera Cubana, SA y finalmente en 1959, fábrica de Cerámica René Bedia Morales [13].

A lo largo del siglo XX se establecieron en el territorio numerosas industrias, pues los hombres de negocios supieron valorar y aprovechar las bondades de esta zona por la extensión de su superficie, la presencia de fuentes de abasto de agua como la del río Almendares, sus afluentes y manantiales2. Además de vías de comunicación como el Camino Real del Sur, el Ferrocarril de Oeste, el Aeropuerto y la Avenida de Rancho Boyeros que conectaba el territorio con el centro de la ciudad. Precisamente, a lo largo de esta vía, se ubicaron importantes fábricas, sobre todo en los años 50, en que se hizo notable su diversidad industrial: materiales de la construcción, calzado, tejidos, refrescos, envases de cartón, fósforos, muebles, herrería, tejares, entre otras. Las fábricas que aún continúan activas fueron construidas entre finales de la década de los años 20 y mediados de los 50, están concentradas en las zonas de Rancho Boyeros, reparto Lutgardita, Capdevila, Calabazar y Santiago de las Vegas (figura 11).

Fábricas del eje Boyeros. Industrias de la construcción

Paralelo al proceso de urbanización que tuvo lugar en las inmediaciones de la Avenida de Rancho Boyeros a lo largo del siglo XX, se produjo el asentamiento de nuevas industrias, almacenes y oficinas comerciales. En este contexto de boom constructivo en la capital no es de extrañar que las primeras en aparecer fueran las industrias vinculadas a la construcción. Por los efectos negativos como el polvo y el ruido generados por este tipo de industria no era conveniente, ni saludable ubicarlas en el centro de la ciudad, por lo que la lejanía de estos terrenos era lo más adecuado para ubicarlas, más aún si estos estaban perfectamente comunicados por diferentes vías.

La Fábrica de Ladrillos de Capdevila [11] establecida 1911 por el alfarero catalán Vicente Capdevila, fue una de las primeras industrias en el territorio. Inicialmente, en 1890 fue una modesta instalación en la finca “Beatriz”, y con el tiempo adquirió importancia nacional. El ladrillo rojo de Capdevila se caracterizó por su notable resistencia a la compresión 65 kg/cm2 más que la piedra de buena calidad. Diversas obras de La Habana se llevaron a cabo con estos ladrillos, entre ellas están el canal de Albear, la fábricas de cervezas de Palatino, La Tropical, la Manzana de Gómez, La Universidad Nacional y otras. En este último año, surgió otra industria similar, la Alfarería de Vento de José B. Alemán y Manuel Luciano Díaz, Secretario de Obras Públicas del presidente Tomas Estrada Palma. Esta fábrica producía los ladrillos de mayor tamaño en el país 3 x 5 x 11”, incombustibles debido a la alta temperatura a que se cocían e impermeables, por tener un coeficiente de absorción de un 12 % [14].

La década de los años 40 fue un segundo momento de auge en la instalación de industrias en el territorio. En 1948 se construyó la Panam Products Company en el km 3½ de la Avenida, que importaba el duro-aluminio de la empresa norteamericana Aluminium Corporation of América, ALCOA de Pittsburgh, para producir ventanas marquesinas, con tablillas de cristal, puertas de garajes, tubos para soporte de placas y otros. La fábrica fue modernizándose e incorporó una planta de anodización, un proceso para, niquelar el aluminio. Esta era la única fábrica de su tipo en Cuba y en Hispanoamérica.[15]

En 1934, el señor Lucas Francisco Calvo Viera fundó una fábrica de pintura asociado con G. Symington que en 1940 se convirtió en la Compañía Kli-Per SA, [16] segunda de las cinco existentes en el país, que también manufacturaba la línea completa de productos, incluyendo los sintéticos, las resinas alcohólicas utilizadas al elaborar las pinturas y barnices. Dichos señores también eran dueños de la fábrica de Cerámicas Kli-Per SA en el km 7½ de la Avenida Rancho Boyeros que en 1956 comenzó la producción de objetos cerámicos y azulejos. [17]

Entre 1948 y 1949 la firma Productos Fibrocem, S.A. estableció una fábrica de tejas acanaladas en la Avenida de Rancho Boyeros y Crucero Armada, la más antigua de las cuatro existentes en el país que empleaba maquinarias de tecnología francesa de los años 30 y 50. En 1957 se le sumó la Compañía de Productos de Asbesto Cemento, SA, conocida como la Perdurit [18] ubicada en el km 6½ en la misma avenida con una producción de tejas acanaladas, tubos sanitarios, tubos para acueducto, tanques de agua, conexiones para tubos y otras producciones. En 1960, cuando el Estado cubano nacionalizó las dos plantas, Fibrocem y Perdurit, las unificó en el sitio de la segunda, bajo el nombre de esta [19]. Otras industrias vinculadas a la construcción que se ubicaron en la avenida fueron en 1952 la fábrica de Prefabricado de Terrazo en Capdevila, Hormigón Cubano, SA en el km 2, Hormigón Prefundido, SA en el km 2½, Industria Concresac, SA en el km 3½, Industrial Cementblock, SA y los Talleres Ornacem en el km 7, entre otros.

La nueva imagen industrial en los años 50 del siglo XX

Las industrias que surgieron en la década de los años 50 en el eje Boyeros fueron las llamadas industrias limpias, respondiendo a la imagen de progreso que debía proyectar la ciudad para los inversionistas extranjeros, fundamentalmente. Este proceso coincidió con la consolidación del Movimiento Moderno en todos los temas arquitectónicos.

En el eje Boyeros, desde mediados de los años 40 ya se habían construido las primeras edificaciones modernas, como la Terminal de Ómnibus Nacionales de la firma Moenk y Quintana, pero la ferviente actividad constructiva alrededor de la avenida se produjo una vez concluido el Centro Cívico de la República, hoy Plaza de la Revolución, estimulando la revalorización de los terrenos aledaños. El conjunto fue concebido bajo los criterios urbanísticos racionalistas difundidos por los CIAM, resultado que hasta hoy, muestra un gran espacio inacabado y agresivo a la escala humana. Algunos de los edificios públicos que rodearon el conjunto se movieron dentro de un clasicismo monumental, otros adoptaron el lenguaje de vanguardia del Movimiento Moderno como el Tribunal de Cuentas, el Ministerio de Comunicaciones y el Teatro Nacional.

En los años siguientes, a lo largo de la Avenida Boyeros se levantaron edificios de oficinas, de apartamentos, centros educacionales y hospitalarios. Momento importante fue la inauguración del Palacio de los Deportes de la firma Arroyo y Menéndez en 1958, un moderno coliseo con capacidad para acoger hasta 15 000 espectadores, techado por un gran domo de 88 m de diámetro perforado por claraboyas para facilitar la iluminación. Estas construcciones impulsaron el desarrollo en torno al eje Boyeros. En esos años se establecieron algunas oficinas comerciales y almacenes de varias firmas nacionales y extranjeras como las oficinas de la Cía. Pintec, SA de los arquitectos Manuel Labandero y Humberto Santo Tomás, próxima a la Calzada de Santa Catalina, o las oficinas y almacenes de la Firestone Interamericana Company proyectado por el arquitecto Agustín Sorhegui en 1953 en la Avenida Boyeros y Crucero Armada.

En la Avenida Boyeros, en la confluencia con la Calzada de Managua, y próxima a la Feria Agropecuaria, en 1952 el arquitecto Roberto R. Franklyn diseñó la nueva embotelladora de La Compañía Cawy del Oeste SA, hoy Otto Barroso, fundada por Vicente Cossío3, por un valor de $30 0004. El proyecto de la fábrica siguió los lineamientos del Movimiento Moderno. La edificación en el tiempo ha acogido distintas actividades, no siempre industriales, pero no ha sufrido transformaciones en el exterior que la devalúen. Sin embargo, actualmente al estar en desuso, se ha perdido la totalidad de la carpintería y se ha deteriorado su imagen. Si se tiene en cuenta su ubicación privilegiada y el buen estado de conservación, tiene excelentes posibilidades de ser rehabilitada y asumir la misma producción con nueva tecnología, o ser refuncionalizada (figura 12).

En la zona de Altahabana-Capdevila surgieron importantes instalaciones en solo unos pocos años. En 1955, el arquitecto Agustín Sorhegui Vázquez proyectó la nueva sede de los Laboratorios Warner Lambert SA [20] en la Avenida Boyeros y calle Sur, Altahabana para la producción de medicamentos y perfumería, hoy Laboratorios Gutiérrez, solo para productos farmacéuticos. Un año después y muy cerca de esta planta se fundó la fábrica de Medias Casino por los españoles José Manuel y Ángel Ramos y Rómulo Díaz, en el mismo lugar que hoy ocupa la instalación en Avenida Boyeros No. 11127 entre Vento y calle 8. En esta fábrica aún hoy se confeccionan calcetines, nilón, filamento y poliaminatexturada [21]. Casi al frente de esta industria se construyó en 1957 la fábrica de Galletas Gilda, [22] en la Avenida Boyeros no. 11125 entre Norte y Sur que había sido fundada en Santiago de Cuba en 1953, por Otto Baró, español y por Luis y José Antonio Llama, ambos de Santiago de Cuba, con sucursal en Holguín. En 1955 se trasladaron para San Indalecio, Santos Suárez, La Habana, y se ampliaron en 1957 en los terrenos donde construyeron la actual fábrica. La empresa tenía como elemento identitario un anuncio lumínico con una Muñeca sentada sobre una lata de galletas. En 1957, en el no. 3525 de la misma avenida y Capdevila, se construyó la fábrica de pastas alimenticias La Pasiega, hoy Jacinto García Espinosa. Fundada en El Cerro en el año 1924 por la sociedad de cubanos y españoles Hoyo y Fernández, se trasladó a su actual ubicación. Esta obra la diseñó el arquitecto Gerardo Cowley Van der Gucht [23]. De fines de los 50 es también la fábrica Cosméticos AVON de 1958, hoy Suchel; Regalo, en calle Primera y M, Altahabana; y la Shulton, Cía. de Cuba, hoy Suchel Fragancia en Carretera de Varona, Capdevila (figuras 13, 14, 15,16, 17, 18).

Próxima a la Avenida 100, se estableció la nueva fábrica de cigarros El Cuño5 entre 1956 y 1958 en Avenida de Rancho Boyeros no. 2,501 y 3ra., Altahabana (figura 19). Esta nueva sede fue proyectada por la afamada firma de arquitectos cubanos Ricardo Mira y Miguel Rosich asociados con los arquitectos Ricardo Galbis y Vicente Llarena. Después de la nacionalización de 1961 adoptó el nombre de Miguel Saavedra y posteriormente, el de Segundo Quincosa, perteneciente al Grupo Empresarial de Tabaco de Cuba, TABACUBA. Producía los cigarros “El Cuño”5, súper royal con filtros largos y cortos, cigarros ligeros Hupmann largos y cortos y Popular.[24]

Posterior a 1959 continuó la vocación industrial del Municipio y de su eje vial que abarcó distintas ramas, desde la electrónica hasta la farmacéutica. De los 1 226 objetivos económicos de Boyeros, el 70 % son industrias. [25] También, algunas de las fábricas preexistentes han sido objeto de ampliaciones y transformaciones para adaptarse a nuevas tecnologías, tipos de producciones y niveles productivos.

 

DISCUSIÓN

El establecimiento de la industria en Cuba estuvo condicionado por la condición dependiente del país, primero de España y después de los Estados Unidos. La ubicación de la industria estaba en dependencia de la potencialidad de cada territorio, por lo que el mayor porcentaje de la industria estaba en la capital del país. Una industria como el azúcar y el tabaco, al tener una fase agrícola se distribuía a lo largo del país y en el caso del tabaco las tabaquerías y cigarrerías tenían una presencia urbana en los pueblos, pero era en la capital donde se establecieron decenas de estos establecimientos que hacían una distribución en planta, según las necesidades del programa, y en sus fachadas y decoración seguían la tendencia estilística del momento. Estas obras eran diseñadas por los mismos maestros de obras y arquitectos que hacían el resto de las obras de la ciudad. Esta fue la realidad en los primeros treinta años del siglo XX, pero a partir de los años cuarenta del siglo XX, asumieron el tema de la industria arquitectos y firmas de renombre como Agustín Sorhegui, Arroyo y Menéndez, Mira y Rosich, o Manuel Álvarez y Enrique Gutiérrez, asociados con Sáenz, Cancio y Martín. El establecimiento de la industria en Cuba estuvo condicionado por la condición dependiente del país, primero de España y después de los Estados Unidos. La ubicación de la industria estaba en dependencia de la potencialidad de cada territorio, por lo que el mayor porcentaje de la industria estaba en la capital del país. Una industria como el azúcar y el tabaco, al tener una fase agrícola se distribuía a lo largo del país y en el caso del tabaco las tabaquerías y cigarrerías tenían una presencia urbana en los pueblos, pero era en la capital donde se establecieron decenas de estos establecimientos que hacían una distribución en planta, según las necesidades del programa, y en sus fachadas y decoración seguían la tendencia estilística del momento. Estas obras eran diseñadas por los mismos maestros de obras y arquitectos que hacían el resto de las obras de la ciudad. Esta fue la realidad en los primeros treinta años del siglo XX, pero a partir de los años cuarenta del siglo XX, asumieron el tema de la industria arquitectos y firmas de renombre como Agustín Sorhegui, Arroyo y Menéndez, Mira y Rosich, o Manuel Álvarez y Enrique Gutiérrez, asociados con Sáenz, Cancio y Martín.

Dentro de los territorios de la capital, Boyeros siempre tuvo una vocación industrial desde tiempos de la colonia, favorecida esta por sus fuentes de agua, sus vías de conexión, primero el Camino Real del Sur y después la Avenida Rancho Boyeros, a lo largo de cuyo eje se establecieron en diferentes momentos, importantes industrias de gran variedad productiva que condicionaron el crecimiento urbano, económico, demográfico y social de dicho territorio (figura 20).

En el municipio Boyeros existe un importante patrimonio industrial distribuido en el eje Boyeros, vinculado a los repartos Lutgardita, Capdevila, Altahabana, Calabazar y Santiago de las Vegas. En este patrimonio se destacan las industrias del Movimiento Moderno.

Las fábricas, levantadas fundamentalmente en la década del cincuenta, asumieron de forma sobria y elegante las líneas modernas adaptadas al contexto. Las plantas y volumetrías de estas industrias son limpias y abiertas con predominio de la horizontalidad, cubiertas planas, amplios vanos de cristales, estructuras de hormigón armado, pisos de losas o granito, celosías, amplios aleros o brise soleil para la protección solar. Sus fachadas se alejaron de la simetría, incorporando marquesinas voladas y diferentes materiales a vista para jerarquizar los accesos. En ellas se resume la maduración de lenguaje del Movimiento Moderno reflejado en la nueva estética fabril, la cual se desprendió de lo académico y buscó expresar nuevas formas, ajustadas a los avances tecnológicos que iban asociados a ella. Junto a los espacios propiamente productivos aparecieron otros locales para funciones administrativas y comerciales, generalmente próximas a los accesos, que determinaron las zonas de mayor elegancia dentro de las instalaciones.

En la adopción del lenguaje moderno de estas industrias influyó el hecho de que se ubicaron en una zona de la ciudad de franca expansión, donde no existía una herencia construida consolidada, ni un panorama arquitectónico definido que pudiera comprometer el diseño. Además, el movimiento moderno, ampliamente difundido por esos años, fue asimilado sin prejuicios por los arquitectos de vanguardia para el tema de la industria. De esta forma, la imagen de la empresa concebida para competir en el mercado, reflejó el poder de la compañía, y cada una de ellas tuvo características particulares, algunas con una mayor prestancia por sus dimensiones, lugar de emplazamiento y tratamiento formal.

La relación de estas industrias con el territorio debe verse integralmente, desde su diálogo con el paisaje urbano, su importancia social y económica, hasta su impacto ambiental, pues, aunque muchas eran producciones “limpias” eso no implicaba no afectar el ambiente. La mayoría de ellas estaban ubicadas muy próximas, o sobre la Cuenca de Vento, principal fuente acuífera que alimentaba la capital, por lo que futuros estudios ambientales permitirán dictar lineamientos y contribuir a la pertinencia de las decisiones a tomar para mejorar el medio ambiente, y garantizar la sostenibilidad en todas sus dimensiones.

Aunque no todas las industrias modernas de Boyeros alcanzan la categoría de altos exponentes del Movimiento Moderno, como conjunto integran de una manera armónica y elegante los códigos de este lenguaje expresivo al tema industrial. Su valor histórico se debe ver en un espacio temporal corto, ya que fueron construidas en un período de diez años, digamos entonces, aplicando el concepto de Ángela Rojas e Isabel Rigol que pueden considerarse “bienes en serie” por haber sido concebidas todas con los códigos del Movimiento Moderno en un mismo margen temporal y espacial. [26]

Su valor social radica en el hecho de que durante varias décadas han constituido una fuente de empleo, sobre todo para los pobladores locales. En cuanto a la integridad física y a su autenticidad se mantienen, a pesar de que hoy no tienen la edificación original. Según el Documento de Nara, la “autenticidad” estaría dada por forma y diseño, materiales y sustancia, uso y función, tradiciones, técnicas y sistemas de gestión, emplazamiento y contexto, patrimonio inmaterial, espíritu, sentimientos y otros factores internos y externos; pero, en el caso del patrimonio industrial, es importante destacar la continuidad funcional como rasgo de autenticidad”.[27] Estas industrias, a su vez incidieron en el desarrollo económico, urbano y demográfico del territorio, y con el devenir del tiempo ya forman parte del paisaje urbano, de la memoria colectiva, y de la herencia industrial de una ciudad que creció bajo la cobertura de su desarrollo fabril. Hoy además, cuentan con el valor agregado de que muchas de ellas conservan su imagen y sus mismas líneas productivas.

 

CONCLUSIONES

Como todo país subdesarrollado, en Cuba el peso de la industria se concentró en la capital. El edificio de la industria siguió en su expresión la tendencia estilística dominante del momento, así al ser asumida la industria por arquitectos de la vanguardia, la industria asimiló los códigos modernos. Estas nuevas industrias se concentraron en el municipio Boyeros debido a la presencia de abundante agua y excelentes vías de comunicación. A lo largo de la Avenida de Rancho Boyeros, se ubicaron importantes fábricas que fueron el punto de partida de las nuevas urbanizaciones, y ejemplos significativos del Movimiento Moderno, que emplearon el hormigón armado, el acero y el vidrio, junto a materiales tradicionales con los que se consiguió la riqueza visual de la textura y el color. Se abandonó la decoración y la simetría; se adaptaron las nuevas formas expresivas a la función. Los volúmenes se dispusieron de una forma dinámica y sencilla, las grandes luces acogieron las nuevas tecnologías. En suma, se dejó atrás el edificio industrial tradicional de planta compacta de varios pisos.

Estas fábricas constituyen un patrimonio industrial, por su calidad arquitectónica, sus valores sociales y su alto grado de integridad e identidad, pues en su mayoría conservan las funciones para las que fueron construidas con un mínimo de transformación, forman parte de una herencia cultural y han seguido el desarrollo urbano y demográfico del municipio, son una parte inseparable del imaginario del pueblo y del paisaje, por tanto son un patrimonio indiscutible no solo local sino de la Nación.

Notas

1 Mira y Rosich, fundada por los arquitectos Ricardo Mira y Miguel Rosich, en los años veinte del siglo XX. Trabajaron el tema residencial, edificios públicos de oficinas, alojamiento y también industrias, en ocasiones trabajaron asociados con los ingenieros Ricardo Galbis y Vicente Llarena.

2 En el municipio de Boyeros se hayan los famosos manantiales de Vento los que el notable ingeniero cubano Francisco de Albear y Lara canalizó en la segunda mitad del siglo XIX, para abastecer la ciudad. Parte de esta infraestructura corría paralela a la que después fuera la Avenida de Rancho Boyeros.

3 Vicente Cossío (Villa Clara 1927- Miami 2011) l estableció en Miami en 1964 las embotelladoras Cawy y produjo otras bebidas gaseosas como la Malta Cawy y Malta Rica, Coco Solo, Cola Champaña, Melón, Fruti-Cola y Rica Naranja- Mandarina. Actualmente Cawy Bottling es de las compañías latinas con más éxito en Estados Unidos.(http://www.mombu.com “Estampas de la otra Cuba”.) consultado en junio del 2013).

4 Los terrenos fueron adquiridos por la firma por $35 403.00 más otros $1000 de indemnización al ocupante de los mismos.(En: Expediente científico de la fábrica de rerfrescos Otto Barroso”, Museo Municipal, boyeros. Código 031- 3004).

5 Fundada en 1916 en Cárdenas no. 115 por Rodríguez Méndez, continuada por sus sucesores Domingo Méndez e hijos. Después se amplió y ocupó el edificio en Gloria y Economía. En 1945 se trasladó parte de sus instalaciones para el edificio de la calle Clavel no. 13. En 1958 se terminó el actual edificio. (En: Expediente científico de la fábrica de cigarros Regalías El Cuño. Museo Municipal, Boyeros,. Código 031-3007).

 

 

REFERENCIAS BIBLIOGRÁFICAS

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7. CUEVAS TORAYA, Juan de las. 500 años de construcciones en Cuba. La Habana: Chavín Servicios Gráficos y Editoriales, 2001, p. 226.

8. HEDGES, Burke. "La industria. Bosquejo del Desarrollo Industrial de Cuba". En: ROIG DE LEUSECHSERING, Emilio (Dir. Lit.). Libro de Cuba. Edición conmemorativa del Cincuentenario de la Independencia 1902-1952. La Habana: Artes Gráficas, 1954. p. 753.

9. HEDGES, Burke. "La industria. Bosquejo del Desarrollo Industrial de Cuba". En: ROIG DE LEUSECHSERING, Emilio (Dir. Lit.). Libro de Cuba. Ed. conmemorativa del Cincuentenario de la Independencia 1902-1952. La Habana: Artes Gráficas., 1954. p. 753.

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18. JIMÉNEZ SOLER, Guillermo. Los propietarios de Cuba, 1958. La Habana: Editorial Ciencias Sociales, 2007, p.107.

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20. CUEVAS TORAYA, Juan de las. 500 años de construcciones en Cuba. La Habana: Chavín Servicios Gráficos y Editoriales, 2001, pp. 253-254.

21. COMISIÓN MUNICIPAL DE MONUMENTOS. Expediente científico Laboratorio Reinaldo Gutiérrez. La Habana: Comisión Municipal de Monumentos de Boyeros, 2010. Código: 03130006. Grado de Protección I.

22. COMISIÓN MUNICIPAL DE MONUMENTOS. Expediente científico Fábrica de Medias Casino. La Habana: Comisión Municipal de Monumentos de Boyeros, 2010. Código: 0313005. Grado de Protección II.

23. COMISIÓN MUNICIPAL DE MONUMENTOS. Expediente científico de la Fábrica de galletas Gilda. La Habana: Comisión Municipal de Monumentos de Boyeros, 2010. Grado de Protección II.

24. COMISIÓN MUNICIPAL DE MONUMENTOS. Expediente científico de la Fábrica La Pasiega. La Habana: Comisión Municipal de Monumentos de Boyeros, 2010. Código: 03130015. Grado de Protección II.

25. COMISIÓN MUNICIPAL DE MONUMENTOS. Expediente científico de la Fábrica de Cigarros Regalías El Cuño, en Avenida Boyeros entre 3ra y 100, Altahabana, Boyeros. La Habana: Comisión Municipal de Monumentos. Boyeros, 2006. Código 0313007.

26. OLMO PÉREZ, Idalmis. "Transformación del ambiente urbano. Espacios públicos del reparto Abel Santamaría". Tesis en opción al grado de Máster en Ordenamiento Territorial y Urbanismo. Tutora: Dra. Arq. Tania Gutiérrez Rodríguez. Instituto Superior Politécnico José Antonio Echeverría (ISPJAE) e Instituto de Planificación Física (IPF), La Habana, 2013.

27. ROJAS, Ángela: "Incursión sobre el patrimonio de la ingeniería". En: ROJAS, Ángela e Isabel RIGOL. Conservación patrimonial: teoría y crítica. La Habana: Ed. UH, 2012, p. 380.

 

 

Recibido: 23 de enero de 2014.
Aprobado: 9 abril 2014.

 

 

Ruslan Muñoz Hernández. Instituto Superior Politécnico José Antonio Echeverría. Facultad de Arquitectura. Correo electrónico: ruslan@arquitectura.cujae.edu.cu