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Arquitectura y Urbanismo

versión On-line ISSN 1815-5898

Arquitectura y Urbanismo vol.35 no.3 La Habana sep.-dic. 2014

 

DEL REINO DE ESTE MUNDO

 

Último adiós a Mayito Coyula, un habanero ilustre

 

Last farewell to Mayito Coyula, an illustrious habanero

 

 

Lic. Florencia Peñate Díaz

Instituto Superior Politécnico José Antonio Echeverría. Facultad de Arquitectura. La Habana, Cuba.

 

 


RESUMEN

Mario Coyula Cowley no es solo una de las figuras más importantes de la arquitectura y el urbanismo cubanos de la segunda mitad del siglo XX, sino una personalidad de la cultura nacional. Lo anterior lo avalan su labor al frente de importantes tareas en el país y los libros y artículos donde dejó reflejado su pensamiento sobre la arquitectura y el urbanismo como una parte de la cultura, sobre el patrimonio construido como algo vivo vinculado al hombre y a la vida. El siguiente trabajo se propone rendir homenaje a esta personalidad regia de nuestra cultura. El texto se ha apoyado fundamentalmente en sus escritos y en material de archivo que aporta datos exactos sobre su vida y obra.

Palabras clave: Mario Coyula, arquitectura cubana, patrimonio arquitectónico y urbano.


ABSTRACT

Mario Coyula Cowley is not only one of the most important figures of Cuban architecture and urbanism in the second half of the twentieth century, but a personality of national culture. We can say the above for his work as head of important tasks in Cuba, for his many books and articles, which reflected his thinking about architecture and urbanism as a part of culture and his ideas about the built heritage as linked to a living man and life. The following paper aims to pay tribute to this regal personality of our culture. His written papers and books and archive material that provides accurate data on his live and work has supported the text.

Key words: Mario Coyula, cuban architecture, architectural and urban heritage.


 

 

Mayito, un profesional habanero consagrado a la arquitectura y el urbanismo

A pesar de que era algo esperado, fue conmovedora la noticia de la muerte el día 7 de julio del presente año, de Mario Coyula Cowley, una personalidad de la cultura cubana, arquitecto, diseñador urbano, teórico de la arquitectura y el urbanismo. Su fructífera obra le hizo merecedor de numerosos premios, entre ellos: Premio Nacional Arquitectura 2001 y de Hábitat 2004. Premio de Crítica “Joaquín Weiss”; Premio Choice para Libros Académicos Relevantes en los Estados Unidos; Premio Ensayo del capítulo cubano de la Asociación Internacional de Críticos de Arte; Maestro de Juventudes, Premio otorgado por la Asociación Hermanos Saíz, 2013. Profesor de Mérito de la Facultad de Arquitectura de la Cujae. Miembro del Consejo Nacional de la Unión Nacional de Escritores y Artistas(UNEAC). En el 2002 profesor invitado en la Universidad de Harvard, Estados Unidos y de la Universidad de Artes Aplicadas de Viena en el 2006. Autor de libros, de una novela y de casi doscientos artículos publicados en revistas nacionales y extranjeras. Pero sobre todo, intelectual de una vasta cultura, hombre de exquisita sensibilidad, cubano con un gracejo singular y una manera peculiar de nombrar las cosas y caracterizar situaciones.

Mario Antonio Coyula Cowley, “Mayito”, nació en La Habana, el 16 de junio de 1935. Su abuelo fue Miguel Coyula, combatiente por la independencia de Cuba en la Guerra del 95. Hizo el bachillerato en ciencias en el Instituto de Segunda Enseñanza de Marianao. Ingresó en la Universidad en el curso 1952-1953. Durante su carrera obtuvo Premio Ordinario en Dibujo a mano alzada segundo curso y se graduó en 1962, pues en 1956, ante la crisis política existente en el país, la Universidad cerró sus puertas.

Perteneció al Directorio Revolucionario, organización estudiantil que agrupaba a los que en la Universidad se oponían a la dictadura de Fulgencio Batista. Al igual que otros estudiantes de arquitectura, trabajó en oficinas de arquitectos reconocidos como una forma de fogueo para la futura vida profesional, o en el caso de los que disponían de pocos recursos para afrontar matrículas y otros gastos. En su caso, se vinculó a la oficina del arquitecto Oscar Fernández Tauler. Con este arquitecto, con quien aprendió mucho, según ha expresado, participó en varios proyectos de vivienda, pero el más importante fue el edificio de apartamentos en calle 23 no. 655 entre D y E, Vedado (1958-1961), hoy Hermanas Giralt.

Obra como diseñador

Con el triunfo de la Revolución Cubana en 1959, tras el éxodo de profesionales, Mayito, se incorporó al proceso de cambios radicales acontecidos en el país. Proyectó su primera obra entre 1961-1962, una escuela primaria con vivienda para maestros en Fontanar, Boyeros. También trabajó diseñando viviendas campesinas. En la Ciudad Escolar Camilo Cienfuegos diseñó viviendas en tiras y una vivienda dúplex en 1963, y frente a las Escuelas de Arte, un conjunto de treinta viviendas.

En 1968 junto con Mario González Sedeño, hizo el Plan General del poblado de Valle Grande en la Autopista del Mediodía en La Habana, además la Escuela, el Centro Comercial y de Servicios y los espacios públicos. En 1968 diseñó una urbanización lineal, la más importante del llamado “Cordón de La Habana”, en el Valle del Perú con 120 viviendas, en las que empleó la supermanzana, y pasos peatonales, con escuela y tienda. En 1970 con Rodolfo Fernández (Fofi) y Julio César Séneca hizo otra urbanización entre dos valles mirando hacia una presa en Ceiba del Agua.

En 1967 participó con Roberto Gottardi y Joaquín Rallo en la refuncionalización para Centro Cultural de la antigua Funeraria Caballero en 23 y M, Vedado, un trabajo más de diseño interior de espacios y mobiliario, que de remodelación arquitectónica, pues el edificio conservó intacta su volumetría y su imagen exterior con una planta rectangular, dos niveles y sótano (figura 1). El cambio de la función fúnebre a la recreativa se logró sobre todo, con el uso de colores saturados a base de magenta, turquesa violeta y verde manzana. Este centro que fue muy concurrido en los años 60 del siglo XX, en breve tiempo cerró sus puertas, pues la concurrencia de los llamados hippies, hizo que se entregara al Instituto Cubano de Radio y Televisión para estudios de animación [1].

Coyula no tuvo una obra arquitectónica personal amplia, pero ganó dos importantes concursos de monumentos, tema que prefería porque en un espacio finito podían decirse muchas cosas. Así obtuvo el primer premio en el concurso nacional con el Proyecto Parque Monumento de los Mártires Universitarios (1965-1967) [2], junto con Emilio Escobar, Armando Hernández y Sonia Domínguez, que se ubicó en la calles Infanta y San Lázaro, lugar histórico de encuentros y revueltas estudiantiles (figura 2). Resultó un monumento innovador respecto a la larga tradición colonial y republicana de obras con escala monumental y formas piramidales, hechas casi siempre por escultores extranjeros. Primeramente dentro de la escultura constituía una tipología nueva en el país, un parque monumento. La escultura no se veía, en sentido tradicional como objeto de tres dimensiones, sino como espacio que forma parte del monumento en sí. Se empleó el hormigón en vez del mármol, las formas abstractas en vez de las realistas, en este caso, relieves realizados por los mismos arquitectos, alusivos no a la mitología griega o latina sino a hechos relacionados con las luchas estudiantiles. La obra anticipó un importante monumento hecho por Coyula y otros colegas, así como los cuestionamientos hechos por la generación contestataria de los años 80 sobre la necesidad de buscar nuevos horizontes para la escultura, con soluciones artísticas de un lenguaje contemporáneo y la integración de diferentes manifestaciones plásticas.

El Mausoleo a los Mártires del 13 de Marzo en el Cementerio de Colón, (1981-1982), fue resultado de otro concurso, ganado de nuevo junto con el arquitecto Emilio Escobar, compañero y amigo desde la infancia. Esta vez, durante el proceso de ejecución se incorporó el escultor José Villa quien participó en el elemento escultórico principal: un grupo de banderas de acero inoxidable que funcionaban como un reloj solar al proyectar su sombra sobre una franja de mármol verde que marcaba cada 13 de marzo las horas del día, hasta las 3 pm, hora del asalto al Palacio Presidencial (figura 3). El espacio donde se ubicó el monumento fue un gran reto para los diseñadores, por ser un espacio muy comprometido, extenso y abierto, con obras de una excelente factura de estilos diversos con un predominio de lo clásico. No obstante, el resultado fue una obra muy contemporánea donde el espectador debía buscar más allá de lo aparente, con lo que dejaba de ser un ente pasivo.

Responsabilidades como arquitecto y ciudadano

Además de su obra como arquitecto, Coyula asumió diversas responsabilidades. En el 2001 dirigió el Grupo para el Desarrollo Integral de la Capital, fundado por la arquitecta Gina Rey en 1988, después sería su consultor. Director de Arquitectura y Urbanismo Provincial, cuando radicaba en la Avenida del Prado 120 y Refugio, lugar donde nucleó a su alrededor a jóvenes arquitectos como Eduardo Luis Rodríguez, Rafael Fornés, Victor Marín y María Elena Martín, entre otros. Isabel Rigol recordó esta época como momento en que se hicieron buenas cosas y con buen gusto, así lo expresó en el encuentro con el arquitecto en la Casa de las Tejas Verdes el 17 de febrero del año actual. Coordinó además el ciclo de conversatorios “La Habana que va conmigo”. Pero entre todas sus responsabilidades, un lugar especial ocupó la de profesor a partir de 1964 en la Escuela de Arquitectura de la Universidad de La Habana, donde impartió docencia en pregrado y posgrado, asesoró Trabajos de Diploma, Tesis de Maestría y Doctorados, dirigió Talleres Internacionales y sobre todo, fue un ejemplo para los cientos de estudiantes que se enriquecieron con su saber y ejemplo personales.

Otra labor importantísima desarrollada por Coyula fue la de escritor y teórico de la arquitectura y el urbanismo. Escribió libros como Diseño Urbano junto con Julio César Séneca (1985), La Habana que va conmigo (2011), Los pintores escriben (2012). La Habana, dos caras de la metrópoli antillana (Havana. Two Faces of the Antillean Metropolis) en colaboración con Joseph Scarpaci, profesor norteamericano de la Universidad de Virginia y Roberto Segre, arquitecto y profesor argentino que trabajó en Cuba entre 1963 y mediados de los años 90 del siglo XX, autor de libros importantes sobre la arquitectura cubana de la República y la Revoloción. Por último, en el 2013 incursionó en la novela, un género que no había trabajado antes, al escribir con éxito Catalina, editada por Ediciones Unión.

Son innumerables sus artículos publicados dentro y fuera del país sobre la arquitectura y el urbanismo como fenómeno de la cultura, sobre La Habana y su pérdida de valores arquitectónicos y urbanos. El deterioro y tugurización, la alteración del ritmo y la textura de la lotificación original de barrios como Miramar con su desarrollo hotelero, la mala calidad del diseño, la necesidad de eliminar asentamientos precarios, de rescatar el río Almendares y sus potencialidades paisajísticas, entre otros aspectos no resueltos, fueron una herida abierta en el corazón de Mario Coyula. Esto se aprecia en toda su obra, en entrevistas como “Mis amores con La Habana” (1999)[3] donde critica errores urbanísticos como la agresión a Monte Barreto, y los edificios horribles que nunca debieron haberse construido, y aboga no solo por salvar la ciudad, sino su espíritu y rescatar el sentido de pertenencia para acabar con el saqueo indiscriminado del paisaje.

En el pensamiento de Coyula está presente la valorización del patrimonio y del pasado. Cuando en 1989 se declaró Monumento Nacional a la Quinta de los Molinos [4], analizó el valor de la obra por ser un testigo de toda la historia de Cuba, y la importancia de estos monumentos para el hombre contemporáneo. Para él el pasado era la fuente de la que había que aprender, en este sentido, señaló la significación cultural de los extensos sectores urbanos no tan antiguos y legitimados como La Habana, ya fueran coloniales, o del “eclecticismo menor”, incluso vernáculos, porque daban lecciones de sustentabilidad, flexibilidad y participación y constituían parte de la memoria, de la identidad por los valores de su trazado, su expresión formal, su escala y su coherencia como conjunto. Además, vinculó la conservación de esos espacios con las relaciones sociales de sus habitantes para evitar el fenómeno de la gentrificación, frecuente en muchas ciudades del mundo en las condiciones de la globalización, provocada por el proceso de reanimación de zonas tugurizadas.

El problema de la calidad del diseño en Cuba para Coyula estaba fundamentado sobre todo en el divorcio entre el proyectista y el constructor,[5] práctica sistemática de la construcción durante muchos años. La arquitectura no es solo construcción, también es arte, pero sobre todo es diseño, y el arquitecto debía en su obra resolver diferentes problemas funcionales y técnicos, de adecuación al clima, al contexto, a la cultura sedimentada a lo largo del tiempo, tanto nacional como internacional. Resuelto esto, si además el arquitecto conseguía un estilo identificador de su obra, se estaría en presencia de una arquitectura capaz de trascender en el tiempo y dejar una huella. Esto se vinculaba estrechamente con lo que consideraba una arquitectura cubana que no significaba repetir elementos aislados, fuera de contexto sino lograr una metabolización de esencias vinculadas con la escala, las proporciones, el aire, la luz, la sombra, el color.

El amor y la preocupación por su ciudad están también presentes en su última obra, la novela Catalina [6], un pretexto para meditar sobre la historia de Cuba, una doble historia de amor, la de Pedro y Catalina y la de Mayito y La Habana quintaesenciada en Catalina. El arquitecto, que a veces se torna impertinente, se siente atraído por Catalina, muerta antes que él naciera, pero al igual que la ciudad, víctima de agresiones, en su caso, de unos suegros intolerantes y de una sociedad hipócrita y más intolerante aún, y después de su muerte, de los depredadores de tumbas que no le permitían disfrutar del eterno descanso. Esta novela, escrita con la pluma fácil y amena, y la frase precisa de Mayito, será con la decantación del tiempo, no solo una joya de la literatura y la cultura cubanas por su excelencia formal, sino un testimonio de una larga época de encuentros, desencuentros y contradicciones.

Mayito, perdón, quisiera traerte de vuelta, pero no puedo regresarte, porque no soy demiurgo para inventar la realidad y evitar lo ineludible, tampoco puedo ofrecerte una ciudad sin heridas, ni un aroma de rosas amarillas, ni a Catalina atendiendo tus reclamos imposibles. Tampoco perderé el tiempo diciendo esa manida frase: “Descansa en paz”, eso sería como pedirle peras a la luna. Pero nada de eso importa, porque sé que siempre tú serás el eterno duende travieso que en el ocaso de cada día, se deslizará sigiloso y vigilante por los jardines, los patios y las calles bordeadas de árboles, anchas y rectas, acariciado por la brisa del mar de tu Vedado.

BIBLIOGRAFÍA CONSULTADA

1. COYULA COWLEY, Mario. “Un congreso, un salón, un pabellón…y un leve pulsar en la memoria.” Revolución y Cultura, La Habana, no. 1, 2014, pp. 38-51.

2. COYULA COWLEY, Mario. “La Toma de la Gran Ciudad Blanca* (I) Galerías Cubanas.com, Boletín digital, La Habana, Año 8, no. 20, septiembre 2009.

3. COYULA COWLEY, Mario. “La Toma de la Gran Ciudad Blanca* (II y final) Galerías Cubanas.com, Boletín digital, La Habana, Año 8, no. 21, octubre 2009.

4. COYULA COWLEY, Mario. “La ciudad rampante. Cuando éramos jóvenes y hermosos”. Revolución y Cultura, La Habana, No. 4, 2003, pp. 14-27.

5. COYULA COWLEY, Mario. “Playa frente al espejo: desafíos del XXI”. Revolución y Cultura, La Habana, no. 2, marzo-abril 2001, pp. 4-11.

6. COYULA COWLEY, Mario. “Para aprender del pasado”. Revolución y Cultura, La Habana no. 1, enero-febrero 1995, pp. 20-24.

7. COYULA COWLEY, Mario. “En defensa del Vedado”. Revolución y Cultura, La Habana, Época IV, no 5, septiembre-octubre 1999, pp. 21-25.

8. PEREIRA, María de los Ángeles. “La monumentaria conmemorativa en Cuba”. Arte cubano, La Habana, no. 1, 1997, pp. 8-16.

9. COYULA COWLEY, Mario y SÉNECA, Julio César. Diseño urbano, La Habana, Empresa Nacional de Servicios y Producción del Ministerio de Educación Superior, 1985.

10. UNIVERSIDAD DE LA HABANA. Archivo Central. Expediente de estudios de CoyulaCowley, Mario. No. 75, 544.

11. ZITO, Míriam. “Entrevista con Mario CoyulaCowley. Artífice de la Arquitectura”. http://www.lajiribilla.cu/2005/n226_09/226_02.html (Consulta: 2008-03-25)

 

 

REFERENCIAS BIBLIOGRÁFICAS

1. GONZÁLEZ BEJAR, Carmen Lidia. "La obra del arquitecto Roberto GottardiFolín en Cuba entre 1960 y el 2005". Tesis de Diploma. Tutora Lic. Florencia Peñate Díaz. Departamento de Historia del Arte, Facultad de Artes y Letras, Universidad de La Habana, La Habana, 2014, pp. 62-64.

2. COYULA COWLEY, Mario. "Treinta años después. El Parque Monumento de los Mártires Universitarios". La Gaceta de Cuba, La Habana, año 36, no. 3, mayo-junio 1998, pp. 46-99.

3. VENEGAS, Camilo."Mis amores con La Habana. Entrevista a Mario Coyula". La Gaceta de Cuba, La Habana, marzo-abril, 1999, pp. 18-21.

4. COYULA COWLEY, Mario. "Reseña. La quinta recobrada". Arquitectura y Urbanismo. Facultad de Arquitectura, La Habana, volumen 10, no. 2, 1989, p. 80.

5. COYULA COWLEY, Mario. "Arquitectura y ciudad en la cultura cubana contemporánea". Revolución y Cultura, La Habana, Época 4, no. 6, noviembre-diciembre 1998, pp. 6-9.

6. COYULA COWLEY, Mario. Catalina. La Habana: Ediciones Unión, 2013, ISBN 978-959-308-144-3.

 

 

Recibido: 25 de mayo de 2014.
Aprobado: 10 de junio de 2014.

 

 

Florencia Peñate Díaz. Instituto Superior Politécnico José Antonio Echeverría. Facultad de Arquitectura. La Habana, Cuba. Correo electrónico: flor@arquitectura.cujae.edu.cu