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Revista Novedades en Población

versión On-line ISSN 1817-4078

Rev Nov Pob vol.10 no.20 La Habana jul.-dic. 2014

 

ARTÍCULO ORIGINAL

 

La Comunicación en Población en el contexto de los problemas sociales de la ciencia y la tecnología

 

The Communication in Population in the context of the social problems of science and technology

 

 

Dixie Edith Trinquete

Centro de Estudios Demográficos (CEDEM). Universidad de La Habana.Cuba

 

 


 

RESUMEN

Los Medios de Comunicación Masiva (MCM), identificados como órganos culturales que pueden ejercer impacto intelectual y de cambio comportamental en las audiencias, deben ser considerados parte invaluable de ese posible abanico de interrelaciones desde el cual se promueve y articula la democratización y divulgación del conocimiento científico.  En el caso específico de la producción de conocimientos acerca de la dinámica demográfica, los MCM suelen estar integrados a las estrategias dirigidas a elevar la cultura demográfica, con el fin de crear en los sujetos conciencia de su rol en los procesos sociales; y que ayuden a generar, en consecuencia, actitudes conscientes ante ellos. Sin embargo, es evidente que actualmente los medios de comunicación no están cumpliendo esos roles. En general, los estudios científicos sobre demografía resultan insuficientemente socializados. Existe una fractura entre la generación de conocimiento científico en el ámbito demográfico -muy avanzado en Cuba según la opinión de múltiples organismos internacionales- y su amplificación a otros entornos sociales. El país no cuenta con un marco comunicativo institucional, sistemático y oportuno, para que la prensa conozca con precisión los retos que en materia de población enfrenta, los informe y haga razonar al pueblo sobre ellos. La carencia informativa es también una seria limitante mediática ante cualquier intento de educar a la población en temas que involucran cambios de comportamientos y toma de responsabilidades.

Palabras Clave: población, medios de comunicación masiva, comunicación en población


 

Abstract:

The Massive Communication Media (MCM), identified as cultural organs that can exert intellectual impact and behavioral change in the audiences, they should be considered an invaluable part of that possible group of interrelations options from which is promoted and it articulates the democratization and popularization of the scientific knowledge.  In the specific case of the production of knowledge about the demographic dynamics, MCM are usually integrated to the strategies directed to elevate the demographic culture, with the purpose of creating in people, conscience of their role in social processes; and in consequence, they help to generate conscious attitudes. However, it is evident that at the moment media are not completing those roles. In general, scientific studies on demography are insufficiently socialized. A fracture exists among the generation of scientific knowledge in the demographic field - very advanced in Cuba according to the opinion of multiple international organisms - and its amplification to other social environments. The country doesn't have a communicative institutional framework, systematic and opportune, so that the press knows with accuracy the population challenges, report them and make people to reason about them. The lack of information is also a serious restriction for any intent of educating the population in topics that involve behavioral changes and taking of responsibilities.

Key Words: population, massive media, communication in population


 

INTRODUCCION

En tanto construcciones sociales, los conocimientos científicos, en general, deben servir para explicar procesos, predecir contextos y educar a las poblaciones (Hernández, 2010). Pero para ello precisan estar, ante todo, fuertemente anclados a la realidad (Núñez, 1999). Luego se debe propiciar un marco transdisciplinar desde donde estructurar influencias sobre públicos diversos, en función de los, también diferentes, temas que abordan.

Los Medios de Comunicación Masiva (MCM), identificados como órganos culturales que pueden ejercer impacto intelectual y de cambio comportamental en las audiencias, deben ser considerados, a su vez, parte invaluable de ese posible abanico de interrelaciones desde el cual se promueve y articula la democratización y divulgación del conocimiento científico.

En 1986, el académico e investigador español Manuel Martín Serrano expuso en La producción social de comunicación su Teoría Social de la Comunicación. En ella enfatizó en cómo los MCM son aparatos mediadores de la sociedad y proporcionó, en consecuencia, un referente esencial para valorar su justo papel como entidades que, articulando procesos referenciales y cognitivos, intervienen en la representación de la realidad, en paralelo a otras instituciones mediadoras que "administran la producción y la oferta de información" (Martín Serrano, 1986), como la escuela, la iglesia, la familia, entre otras. En esa lista también pueden incluirse los centros de investigación científica, las universidades y, en general, los espacios donde se generan propuestas docentes y académicas.

En el caso específico de la producción de conocimientos acerca de la dinámica demográfica, los MCM suelen estar integrados a las estrategias dirigidas a elevar la llamada cultura demográfica1, con el fin de crear en los sujetos conciencia de su rol en los procesos sociales; y que ayuden a generar, en consecuencia, actitudes conscientes ante ellos.

Y no ha sido una decisión ociosa. Los estudios sociales acerca de la ciencia y sus impactos, desarrollados desde el pasado siglo XX, han puesto de manifiesto la naturaleza social de la práctica científica y su comprometimiento con los valores, prioridades e intereses propios de la estructura y los agentes sociales (Núñez, 1989).

Las metas sociales, está demostrado, son intrínsecas a los procesos de conocimiento y las matrices que las definen: proyectos, programas, políticas de investigación, están condicionadas por el contexto histórico social (Núñez, 2009; Díaz-Balart, 2004), en el cual los MCM se han ganado su propio espacio (Martín-Barbero, 1987; Martín Serrano, 2004; García, 2013)

Cuba experimenta los efectos de una transición demográfica iniciada de manera temprana en el contexto regional, y ya completa, por haber alcanzado desde la década del 70 del pasado siglo XX indicadores muy bajos de mortalidad y fecundidad. Más de treinta años con la fecundidad por debajo del nivel de reemplazo poblacional han impactado directamente en la estructura de la población y en su acelerado. Cualquier proceso de comunicación vinculado con estos temas requiere ser concebido de manera holística, a partir del despliegue de todos los espacios que intervienen en la construcción de saberes, incluidas la producción de investigación demográfica y, por supuesto, la comunicación masiva.

A los MCM les correspondería, en particular, desarrollar la temática mediante un trabajo informativo y de diálogo con el público, que debe partir de un conocimiento eficiente de los contenidos por parte de los emisores; pero también del estudio de las características y de las necesidades de los grupos receptores (Tuirán, 1996). Nos hallamos ante un contexto en el que los retos que la población plantea ya han comenzado a hacerse socialmente visibles, más allá del dominio de la demografía y los estudios de población (Albizu-Campos, 2013).

Sin embargo, es evidente que actualmente los medios de comunicación no están cumpliendo esos roles. Problemas como el difícil acceso de los periodistas a la información científica en función de la demografía, en primer lugar por su falta de preparación y entrenamiento; la poco sistemática relación que mantienen con las fuentes de información y producción científica -institucionales, académicas-; y la ausencia de políticas de población y de prensa en el país, están impactando directamente en la ineficacia de los productos comunicativos en temas vinculados a las dinámicas demográficas, vitales para el funcionamiento de la sociedad cubana actual, como la fecundidad, las migraciones o el envejecimiento de la población, por solo citar algunos.

En general, los estudios científicos sobre demografía resultan insuficientemente socializados. En otras palabras, existe una fractura entre la generación de conocimiento científico en el ámbito demográfico -muy avanzado en Cuba según la opinión de múltiples organismos internacionales2 - y su amplificación a otros entornos sociales. El país no cuenta con un marco comunicativo institucional, sistemático y oportuno, para que la prensa conozca con precisión los retos que en materia de población enfrenta, los informe y haga razonar al pueblo sobre ellos. La carencia informativa es también una seria limitante mediática ante cualquier intento de educar a la población en temas que involucran cambios de comportamientos y toma de responsabilidades

En primer lugar, porque la información no equivale al conocimiento. Suministrada en   exceso, o mal dirigida, tiende a la saturación y puede generar más confusión que claridad, si no existen en el proceso de comunicación marcos teóricos, conceptuales y organizativos que le den sentido. Una clara evidencia de esta afirmación es la relación que se produce en Cuba entre el índice declarado de conocimiento de métodos anticonceptivos -por encima del 70 por ciento, según estadísticas del Ministerio de Salud Pública-; y el pobre y desestructurado proceso de planificación familiar, que conlleva a que la decisión de tener hijos ocurre, mayoritariamente, cuando el embarazo ya es un hecho, y no antes (Rodríguez, 2006). Resultados de encuestas diversas reflejan carencias importantes en materia de cultura científica asociada, por ejemplo, a la percepción de riesgos (Núñez, 1999).

Por tanto, para que la producción científica se convierta en conocimiento que permita cambiar conductas, requiere de soportes conceptuales que den sentido a ese proceso (Morín, 1984). Y de estructurarse sobre el entramado de los MCM, entonces también resulta imprescindible conocer las mediaciones3 que actúan en la comunicación, y a través de qué mecanismos lo hacen.

El presente ejercicio observa a la investigación demográfica como un proceso necesariamente social, a cuya comprensión pudieran contribuir acciones comunicológicas especializadas, en tanto se conciban desde una perspectiva transdisciplinar, y se conozca la manera en que las mediaciones diversas desde los emisores –y desde las políticas y el funcionamiento del entramado social- estructuran decisiones y comportamientos que constriñen o habilitan la construcción de la agenda de los MCM.

En ese sentido, el objetivo general de este trabajo referativo sería fundamentar la importancia de la Comunicación en Población en el contexto de los problemas sociales de la ciencia y la tecnología.

Para ello, nos proponemos desarrollar los siguientes aspectos o temáticas fundamentales:

  • El conocimiento científico vinculado a la Demografía como mediación para establecer procesos de Comunicación en Población.
  • Antecedentes y evolución de la Comunicación en Población en el contexto de los problemas sociales de la ciencia y la tecnología. Apuntes epistemológicos y éticos.
  • La Comunicación en Población como propuesta transdisciplinar.

 

DESARROLLO

El conocimiento científico vinculado a la Demografía como mediación para la Comunicación en Población

¿Qué son las mediaciones? Resulta difícil obtener una conceptualización exacta del término, al ser extensivo a distintas disciplinas científicas, y porque su amplia polisemia no sólo da cuenta de los componentes de una relación mediadora, sino también de la manera en que los elementos integradores están vinculados, además de ofrecer interpretaciones sobre el sentido y la configuración resultante de la articulación. 

Las mediaciones suelen originarse en la cultura, la ciencia, la política, la economía, la clase social, el género, la edad, la etnicidad, los MCM, las condiciones situacionales y contextuales, las instituciones, los movimientos sociales, en la mente de los sujetos, en la ideología, y otras fuentes. De ahí que, en su lógica vinculante, cada una de estas matrices pueda recibir o irradiar mediaciones.

Son identificadas como filtros, factores intermediarios, obstáculos; sin embargo, pueden ser también espacios necesarios y positivos. Incluso, han recibido aproximaciones conceptuales más complejas en las cuales la idea de una influencia simple o función instrumental e intencional, resulta reemplazada por la de condiciones o procesos que dificultan o habilitan en contextos variados (Vidal, 2002).

Este último concepto apunta a que no tienen un andamiaje rígido e inamovible, sino que existe la posibilidad de actuar sobre su estructura.

Varios corpus teóricos han abordado a la comunicación como un todo, de manera integradora, y justo entre ellos se inserta la teoría de la Mediación Social y la Teoría Social de la Comunicación de Manuel Martín Serrano (1977, 1986). Desde la Demografía, Tuirán defiende una tesis con asideros en estos postulados, que se asienta en la construcción base de la Comunicación en Población. Para él, comunicar "implica la transmisión de mensajes de un emisor a un receptor con la intención de obtener ciertos efectos deseados". Pero advierte que para que estos contenidos puedan ser útiles, es necesario que lleguen a la población a la cual van destinados, algo que no está ocurriendo de manera generalizada, lo cual refleja la "persistencia de múltiples obstáculos socioeconómicos, culturales e institucionales" (Tuirán, 1996); o sea, de mediaciones.   

Como es lógico, los Medios de Comunicación no pueden abarcar en sus relatos todo el acontecer existente; es decir, que en su papel mediado-mediador deben ser capaces de realizar una selección y tomar del contexto una agenda a tenor de necesidades sociales. Y justo en el acto de ejecutar esa selección, el acceso al conocimiento científico de los emisores (editores, comunicadores, directivos, etcétera) se alza como mediación inevitable.

Sin dudas, la comunicación y el periodismo enfocados hacia determinadas ramas especializadas requieren de una elevada instrucción. El profesional de estas disciplinas ha de convertirse en un verdadero especialista con capacidad para seleccionar, valorar y comunicar con rapidez el contingente de informaciones generadas en las diferentes áreas de conocimiento de la realidad social, y a la par, necesita dominar técnicas y géneros periodísticos que contribuyan a que sus productos comunicativos susciten la atención de los receptores. Pero debe partir de la comprensión de que todo ese conocimiento imprescindible no es una variable independiente de la sociedad; sino que la dinámica demográfica, cultural, económica, política, etcétera, lo condicionan constantemente y determinan su significado social (Núñez, 2013).

La preparación y el estudio sistemático se tornan aún más arduos para comunicadores que se interesen por las dinámicas poblacionales, tanto para poder conseguir informaciones entre fuentes generalmente poco accesibles, como para lograr la estrecha colaboración de científicos que le ayuden en la explicación de los fenómenos, acontecimientos y categorías demográficas abstractas. Fenómenos, acontecimientos y categorías que, dicho sea de paso, entroncan con conocimientos con los que no suelen relacionarse durante su preparación profesional de pregrado, pues en la mayoría de los casos no están contenidos en sus planes de estudio. Una vez más los estancos entre disciplinas varias -no ya en los entornos de la producción científica, sino también durante el proceso académico que transcurre en los marcos universitarios (Núñez, 2013)- se alzan también como mediación para la adquisición de competencias profesionales.  

Si periodistas y comunicadores no tienen identificadas las fuentes necesarias para acceder a conocimientos científicos e informaciones válidas -y por otra parte no reciben en sus currículum docentes disciplinas imprescindibles para interpretar indicadores demográficos, pero que se consideran parte de "otras especializaciones"-, el proceso comunicativo no será efectivo, en tanto el procesamiento de las informaciones es una práctica naturalizada e intuitiva, fundada en una experiencia individual, aunque socializada.

Y aún logradas las exigencias profesionales en los emisores, la Comunicación en Población, en particular, debe sortear los factores externos a los MCM, con sus vínculos y obligaciones; así como los procesos organizativos, normativos, y las rutinas productivas.

El proceso de construcción de conocimientos en la actualidad, en cualquier disciplina, demanda entonces también de un enfoque multi, inter y transdisciplinar. La acción individual, en el marco de una sola disciplina, no basta ya para garantizar acceso a un solo cuerpo permanente de conocimiento; depende también de los recursos cognoscitivos disponibles y de las habilidades múltiples que se creen para explotar dichos recursos (Núñez, 2013). En el caso de la Comunicación en Población, se requiere de una construcción de saberes que involucra a la Comunicación y la Demografía, pero también al Periodismo, a la Estadística, la Sociología, las Teorías de Género, a la gestión de aplicaciones informáticas varias, entre otros.

La producción y adquisición de saberes puede y debe ser concebido como un proceso de construcción social que supone un diálogo, una relación de múltiples tráficos que se cruzan entre sí y producen nuevas verdades científicas. Esta formulación subraya la complejidad epistemológica, sociológica y ética, inherente al proceso de conocimiento (Núñez, 1999).

 

La Comunicación en Población en el contexto de los problemas sociales de la ciencia y la tecnología. Apuntes epistemológicos y éticos.

La importancia de promover una cultura demográfica entre la población del planeta es una necesidad reconocida -de forma implícita o explícita- prácticamente desde la segunda mitad del siglo XX. Las preocupaciones en torno al crecimiento demográfico global impulsaron a la Organización de las Naciones Unidas (ONU) a convocar a la comunidad internacional a una serie de conferencias mundiales sobre población:

  • Roma, Italia, 1954 (31 agosto - 10 septiembre) Primera Conferencia Mundial de Población organizada por la Organización de las Naciones Unidas Naciones Unidas.
  • Belgrado, Yugoslavia, 1965 (30 agosto - 10 septiembre) II Conferencia Mundial de Población de las Naciones Unidas.
  • Bucarest, Rumanía, 1974 (19 – 30 agosto) III Conferencia Mundial de Población de las Naciones Unidas.
  • Ciudad de México, México, 1984 (6 - 14 agosto) IV Conferencia Mundial de Población de las Naciones Unidas.
  • El Cairo, Egipto, 1994 (5- 13 septiembre) Conferencia Internacional de Población y Desarrollo (CIPD).

Las dos primeras reuniones globales –Roma y Belgrado- fueron fundamentalmente de naturaleza científica (Miró, 1999), entendidas desde una postura más bien positivista que redujo los debates y sus respectivas conclusiones a una mirada muy estadística de las complejas dinámicas demográficas globales. Entonces los análisis en torno a las dinámicas demográficas estaban influenciados por el enfoque de las teorías maltusianas4 de la amenaza de la sobrepoblación. Se hablaba de que la población mundial, en franco crecimiento, era una bomba de tiempo a punto de estallar.

Pero ya los cónclaves siguientes (Bucarest, México y sobre todo El Cairo) tuvieron un carácter político, y comenzó a apreciarse una visión de la producción de investigación científica en Demografía más vinculada al desarrollo humano; una postura cercana a la comprensión de que la ciencia, como proceso social, funciona en indisoluble relación con el contexto social que la envuelve y condiciona (Núñez, 1999).

La Conferencia de Bucarest marcó un hito en el reconocimiento por los Gobiernos miembros de las Naciones Unidas de la importancia de la influencia de los factores demográficos en los esfuerzos por mejorar la calidad de vida de las poblaciones (Miró, 1999). En otras palabras, avanzó en la comprensión de que no basta plantearse metas cognitivas, en este caso con relación al comportamiento de variables demográficas como la fecundidad, la mortalidad o las migraciones, entre otras, sino que resulta imprescindible enlazarlas con otras de carácter social y humano. La selección de problemas y las estrategias para resolverlos deben tener en cuenta intereses humanos más amplios. (Núñez, 1999).

Y de alguna manera ese reconocimiento incluyó la comprensión de la necesidad de que las poblaciones tuvieran acceso a información y conocimientos sobre las dinámicas demográficas, sobre todo encaminadas a comprender y ejercer procesos de planificación familiar, aunque aún en aquellos momentos no se reconoció de forma abierta y explícita.

Finalmente en El Cairo, Egipto, en septiembre de 1994, se consideró que el mensaje esencial del Programa de Acción emanado de la CIPD "fue que los temas de población son asuntos de desarrollo" (Benítez, 1999), una definición que implica la visión plena del carácter social de la ciencia demográfica, pero también una impronta en procesos asociados de educación y comunicación para el desarrollo. Así, esta interpretación comprende no sólo los factores sociales y económicos vinculados al desarrollo, sino también los culturales, la estructura familiar, los recursos y los derechos humanos: en El Cairo, en resumen, se posicionó al ser humano –y no a la producción de estadísticas- en el centro de los análisis de las ciencias de la población.

En el contexto del estudio de los problemas sociales de la ciencia podríamos concluir que El Cairo aportó a la investigación demográfica una mirada "más humanista, más centrada en el hombre, su felicidad y sus valores" (Núñez, 1999).

Justo en ese Programa de Acción de El Cairo (1994), la educación en población5 aparece, aún de manera indirecta y sin una conceptualización clara, como parte de un conjunto de actividades de información, educación y comunicación en materia de población, identificados por las siglas IEC; "con lo cual se puso por delante una categoría meramente instrumental como es la IEC, frente a lo que sería un concepto educativo integral y articulado" (Arriaga, 1997).

Es interesante señalar que este reconocimiento de la necesidad de informar, educar y comunicar en materia de población estuvo sesgado por las ya citadas teorías demográficas de la época, muy vinculadas al temor del excesivo crecimiento de la población. En este sentido, la necesidad de educar y comunicar trasciende no como concepto integrador, sistémico, sino dirigido casi exclusivamente a la divulgación de aquellos conocimientos necesarios la planificación familiar y el control de la natalidad.

Sin embargo, veinte años después, en momentos en que se revisan a nivel internacional los acuerdos de la CIPD, la educación y comunicación en población han evolucionado y abarcan campos de pensamiento y acción más amplios, ya que apuntan hacia procesos "dirigidos a capacitar a las personas para la mejor comprensión de la naturaleza, las causas y las implicaciones de los fenómenos poblacionales a nivel individual, comunitario, nacional y global, comprendiendo el desarrollo de conocimientos científicos, valores y actitudes en aspectos de población y desarrollo, sexualidad, género, familia, derechos humanos, medio ambiente y otros" (Arriaga, 1997).

Por ello, no deben separase la discusión sobre las perspectivas y necesidades en ambos aspectos del quehacer educativo, y también comunicacional, en el contexto de las políticas de población, en tanto que la comunicación en población "forma parte de los esfuerzos de educación en población y de promoción de una nueva cultura demográfica" (Tuirán, 1996), siempre que sea concebida como un proceso permanente, planificado y sistemático.

En este sentido, la emergente teoría de la Comunicación en Población, que articula los ejes de información y educación, pero partiendo de una línea de base sostenida en la producción científica de la Demografía, se va construyendo como una propuesta transdisciplinar apoyada en la capacidad de usar los conocimientos científicos para promover la toma de decisiones personales o sociales (Núñez, 2006).

Definida como el conjunto de acciones de comunicación pública que "impulsan la construcción de una cultura demográfica6 que actúe a nivel personal y tenga vigencia en seno de toda la población" (Conapo, 2004), la propuesta de la Comunicación en Población, según Tuirán (1996), nace de la relación básica, lineal, esencia de los postulados básicos de las teorías comunicológicas, que establece que el acto de comunicar implica la transmisión de mensajes de un emisor a un receptor, a través de canales definidos y con la ocurrencia de mediaciones diversas. Sin embargo, el demógrafo precisa que "esa transmisión de contenidos tiene la intención de obtener ciertos efectos deseados, que pueden consistir en una alteración del conocimiento que el receptor tiene acerca de alguna idea, en un cambio en su actitud hacia la misma y/o en un cambio en sus prácticas o conductas manifiestas" (Tuirán, 1996).

Aunque la mayoría de los teóricos de la comunicación, sobre todo en épocas recientes, observan los cambios de comportamiento como un fin -generalmente a muy largo plazo- del acto de comunicar, no suele asumirse esta como una condición intrínseca, indispensable, para que ocurra el proceso comunicativo (Vidal, 2002).

Tuirán, entonces, está señalando en su definición conceptual un elemento definitorio de la Comunicación en Población: la concibe como un proceso social que nace de la investigación científica, propone una mirada más abarcadora a las dinámicas demográficas, pero también a la subjetividad presente tras las decisiones individuales que las impactan.

En ese sentido, los postulados de Tuirán coinciden de alguna manera con los defendidos luego por Núñez (2006) acerca de que en la búsqueda del conocimiento existen estrategias generales, pero no reglas algorítmicas infalibles y apela a concebir la investigación científica como un proceso siempre en construcción, donde el investigador, a cada paso, tiene que ir perfilando y ajustando decisiones sobre lo que va estudiar y cómo lo va a estudiar.

En ese sentido, para gestar una cultura demográfica es preciso hacer uso de la educación formal e informal, así como de la que imparten los medios de comunicación, evitando manipulaciones innecesarias y buscando la apropiación profunda del sentido de los procesos demográficos ligados a la vida cotidiana de los individuos (Benítez, 1999).

La ciencia avanza a través de la construcción de consensos comunitarios. La naturaleza, la realidad, proporcionan respuestas, hechos, a las preguntas que se formulan a través de experimentos y observaciones. Pero son los investigadores y otros profesionales quienes deben interpretar, evaluar y adoptar conclusiones respecto a esa información. Luego ese conocimiento obtenido debe ser compartido. En la medida en que la ciencia es una empresa colectiva, la construcción de consensos, a través del debate, la polémica y las controversias, se convierte en un asunto de suma importancia (Núñez, 1999)

Según los postulados de la Comunicación en Población, los MCM resultan herramientas básicas para la construcción de esos consensos. Pero en este caso, periodistas y comunicadores deben ser preparados para comprender el proceso de adquisición de conocimientos y luego devolverlo a otras audiencias para incidir en la construcción de saberes compartidos. Aquí intervienen elementos múltiples que van desde el acceso a las fuentes de información científica vinculadas a los temas de la población, sus pericias profesionales y formación académica, hasta los marcos teóricos utilizados para interpretar los procesos demográficos.

El reto es complejo, pues los procesos de Comunicación en Población deben ser holísticos e integrales en tanto suponen explicar las funciones del cuerpo humano, las relaciones sexuales y sus consecuencias; propiciar la planificación de la familia y facilitar el acceso a los métodos anticonceptivos, pero también difundir la historia de la población desde sus primeros asentamientos, su distribución, los factores demográficos que han determinado su crecimiento y eventos del curso de la vida como la edad en que las parejas se casan, los desplazamientos migratorios, el envejecimiento de las personas y la equidad en las relaciones entre los géneros, entre otros. Igualmente, se deben analizar las relaciones entre dinámica y estructura de población, teniendo en cuenta, además, los factores condicionantes sociales, económicos, ambientales y culturales (Benítez, 1999).

La ciencia y la cultura emergen como resultado de procesos de construcción social que pueden ser ampliamente apoyados por procesos comunicacionales. El conocimiento no debe considerarse una representación de situaciones independientes, sino parte de la propia experiencia, es decir, un material accesible, una participación, en que se incorporan elementos de reflexión, nociones de diferencia y semejanza (y en consecuencia de diversidad), lo que es posible para todos los individuos como poseedores de conciencia.

Se trata, pues, de alcanzar, por medio de la comunicación y la educación en población, una cultura demográfica que incluya la comprensión de los procesos de transición demográfica que se producen en los países y regiones, como parte del conocimiento necesario para explicarnos al ser humano y su historia, y también de los grandes procesos de cambio que se están produciendo a nivel global.

Y es que no existe teoría de la ciencia desvinculada de una teoría de la sociedad. La sociedad resulta un conjunto pluridimensional donde cada fenómeno, incluso la elaboración de conocimientos, cobra sentido exclusivamente si se le relaciona con el todo (Núñez, 1999).

 

 

La Comunicación en Población como propuesta transdisciplinar

Asegura Núñez (2006) que el siglo XX concluyó con un debate centrado en la necesidad de revisar el "contrato social de la ciencia". La renegociación de los vínculos ciencia-sociedad plantea un conjunto de problemas epistemológicos, éticos, políticos, sociales que requerirían una revisión profunda de la práctica científica.

En ese sentido, las aspiraciones orientadas a la formación de una cultura demográfica moderna obligaron, también, a la evaluación de la práctica científica de la Demografía desde perspectivas bien diferentes a las de fines de los años cincuenta y sesenta del siglo XX. Es desde punto de partida que arranca una nueva etapa en la construcción del conocimiento acerca de las dinámicas poblacionales, con la creación del Centro Latinoamericano de Demografía (CELADE) en 1958, un espacio académico y de producción científica que defiende el valor de la Comunicación en Población y del intercambio de saberes para producir consensos.

Pero para entender la combinación de acciones que deben intervenir en esa masiva ampliación de conocimientos, es necesario partir de una mirada que involucre y sobrepase a los MCM, pero también a la producción científica: considerar el concepto de cultura, y lo que significa la cultura demográfica como campo de interacción específico.

El término más general tiene una vasta definición. Entre las más abarcadoras está que cultura es "todo el proceso y el resultado material y espiritual de la especie humana, lo cual implica su historia, las diferentes actividades que realiza, el legado de la transformación física del medio, la conciencia, el lenguaje, los conocimientos, la ética, valores, sistemas de valores, creencias y doctrinas, los símbolos, los significados que atribuye a los objetos y a sus acciones, los referentes, gustos estéticos, las leyes y normas que regulan su vida, los hábitos, costumbres, tradiciones, en fin, el ser humano mismo transformado como resultado de su propia actividad, o sea, su ser físico y su ser espiritual" (Machado, 2009). Todo ello indica la amplia gama de aspectos contenidos en su integración.

Si reconocemos que la cultura es también "conocimiento socialmente adquirido y socialmente compartido y trasmitido" (Lage, 2001), no es difícil entender que ella constituye uno de los elementos que más transversaliza a la sociedad en su conjunto.

De ahí que, en el caso cubano, si se quiere lograr una determinada política cultural como es la demográfica –entendiendo lo cultural en su acepción más amplia-, la misma tiene que ser concebida de manera holística: en el despliegue de todos los procesos que intervienen en la construcción de saberes, incluida la comunicación. En este sentido, la Comunicación en Población, concepto integrador desde donde se articulan los esfuerzos para alcanzarla, puede asumirse como una propuesta transdisciplinar, que nace en los entornos de la investigación demográfica y se nutre de las esencias de las teorías de la comunicación y de la educación popular; pero también de los estudios culturales.

Una de las características del desarrollo científico del siglo XX, reconoce Morín (1984), es el incremento de diferentes formas de integración horizontal entre las que se inscribe el trabajo en equipo, básico para los profesionales de la comunicación; pero también los conceptos de multidisciplinariedad, interdisciplinariedad y transdisciplinariedad como recurso necesario para generar nuevos conocimientos.

Sin dudas, el desarrollo científico cada vez más se produce en los puntos de contacto entre diversas disciplinas. La Demografía, por ejemplo, se mueve en la intersección entre las ciencias económicas y geográficas, pero también, cada vez más, entre la Psicología, la Sociología y la Comunicación. Se habla, por tanto, de "recombinación genética" entre disciplinas y la producción permanente de productos cognitivos híbridos (Morin, 1984).

En particular, la transdisciplina es una forma de organización de los conocimientos que trasciende a las diferentes disciplinas de una forma bastante radical. Se ha entendido haciendo énfasis en su posibilidad de atravesar a las diversas materias en estudio, pero también de ir más allá de ellas. En este sentido, representa la aspiración a un conocimiento lo más completo posible, que sea capaz de interactuar con la diversidad de los conocimientos humanos. Por eso el diálogo de saberes y la complejidad son inherentes a la actitud transdisciplinaria, que se plantea el mundo como pregunta y como aspiración. No se trata de una disciplina, sino de un enfoque; un proceso para incrementar el conocimiento mediante la integración y transformación de perspectivas gnoseológicas distintas (Pérez, 2008).

Con la transdisciplina se aspira a un conocimiento relacional, complejo, nunca acabado, y que aspira al diálogo y la revisión permanentes. Desde esa perspectiva se establecen los postulados de la Comunicación en Población. Al nacer y desarrollarse en los marcos de la investigación demográfica, a partir de la necesidad de promover reflexiones –e influir- en las dinámicas poblacionales de contextos diversos, esta propuesta teórica apuesta a la interacción social y demanda una indagación permanente entre sus diversos campos de estudio, que  los atraviese, pero también supere sus fronteras convencionales. Su meta ha cambiado, ya no se circunscribe a la disciplina, sino que intenta una comprensión del mundo bajo los imperativos de la unidad del conocimiento (Pérez, 2008).

Transdisciplina y complejidad, por tanto, están estrechamente unidas como formas de pensamiento relacional, y como interpretaciones del conocimiento desde la perspectiva de la vida humana y el compromiso social. "Volvemos entonces a la imperiosa necesidad de proponer, vivir, aprender y enseñar un pensamiento complejo, que vuelva a tejer las disciplinas como posibilidad de humanidad en completud; y que sólo de esta manera se vencería la eterna limitación y fragmentación del sujeto separado de sí mismo en la búsqueda del conocimiento" (Nicolescu, 1998).

De todo lo anterior se desprende, como condición inapelable, que para instrumentar la Comunicación en Población se debe partir también de un conocimiento eficaz de las audiencias. En otras palabras, se debe incorporar también el conocimiento que surge de la investigación que busca identificar los mecanismos mediante los cuales el cambio institucional y cultural afecta al comportamiento demográfico a nivel individual, y cómo este cambio es procesado por el individuo en el desarrollo de su comportamiento relacionado con los hechos de su curso de vida.

Es decir, las estrategias y acciones de educación y comunicación en población deben transmitir la coherencia que se da entre los enunciados de política, las acciones institucionales que corresponden a la acción gubernamental, aquellas que surgen de planteamientos privados con cierto respaldo institucional y que se manifiestan a través de organismos no gubernamentales, y la toma de decisiones individuales en plena libertad.

En el caso de un país como Cuba, donde aún no existen políticas de población definidas, esa relación entre los procesos demográficos y las percepciones de la población son aún más desarticuladas, a pesar del impacto que una variable demográfica como la fecundidad está causando en la estructura de la población cubana y diversos ámbitos de su vida socioeconómica.      

Siguiendo esta línea de análisis emerge una interrogante, ¿se deben trazar las estrategias de educación y comunicación a partir de una construcción histórica de los procesos sociales vista desde el nivel macro? ¿O es preferible, como apunta Benítez (1999), "saber de los cambios y las consecuencias expresadas en el ámbito de los individuos y las instituciones en términos contemporáneos, de tal forma que se cuente con referentes empíricos capaces de enfrentar las construcciones teóricas del colectivo científico?"

Toda esta reflexión atraviesa las interacciones generacionales y de género de una sociedad; pero también inciden en ella los planteamientos y acciones de instituciones significativas que intervienen en el proceso de cambio demográfico y de instrumentos que puedan ser motores de ese cambio, como los espacios desde donde se emprenden procesos de educación y comunicación: los Medios de Comunicación Masiva, la escuela, la academia, algunas instituciones de salud que ponen en práctica estrategias de prevención diversas, por sólo citar algunos ejemplos.

Las respuestas, y de eso se trata esta propuesta investigativa, deben buscarse   "en las concepciones y opiniones de la población sobre los procesos demográficos y sus orígenes: fecundidad, mortalidad, migraciones, desde el nivel comunitario al nacional; en la dimensión del grupo social, sus instituciones y el individuo; en la manera en que se da el proceso de reproducción social a partir de las personas y la familia, en términos del curso de vida, patrones sociales y de la práctica concreta" (Benítez, 1999).

 

 

CONCLUSIONES

Para finalizar, algunas generalizaciones útiles para acercarse a este tema de estudio:

  • La Comunicación en Población, como propuesta teórica y científica, es resultado de un proceso eminentemente social y se inscribe en un contexto en el que los retos que la población plantea han comenzado a hacerse socialmente visibles, más allá del dominio de la Demografía y la Comunicación, lo cual demanda de un enfoque transdisciplinar.
  • La transdisciplinariedad es un proceso según el cual los límites de las disciplinas individuales se trascienden para tratar problemas desde perspectivas múltiples con vista a generar conocimientos emergentes.
  • Para alcanzar una cultura demográfica en nuestras poblaciones, que tribute a cambios comportamentales vinculados a los ciclos de vida, resulta imprescindible un proceso de producción y adquisición de saberes concebido como un proceso de construcción social, dialógico; que partade  una relación de múltiples tráficos que se cruzan entre sí y producen nuevas verdades científicas.

 

REFERENCIA BIBLIOGRAFICA

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Recibido: julio 2014
Aceptado: septiembre 2014

 

 

MsC Dixie Edith Trinquete. Centro de Estudios Demográficos (CEDEM). Universidad de La Habana. dixie@cedem.uh.cu

 

 

NOTAS

1Entendemos como cultura demográfica todo el sistema de conocimientos resultante de un proceso cognoscitivo que propicie entre los ciudadanos "la toma de conciencia sobre la naturaleza, causas y consecuencias de los fenómenos demográficos; ponga en claro -a partir de la propia cotidianeidad y las vivencias y experiencias de los sujetos- que los "hechos de población" no son ajenos ni privativos de los demás sino asunto de todos y aliente la participación de la ciudadanía para impulsar los cambios demográficos definidos socialmente como favorables para promover el bienestar de la población" (Tuirán, 1996). Una definición, definitivamente anclada en el contexto de los más recientes estudios acerca de los problemas sociales de la ciencia.

2 El Centro de Estudios Demográficos (CEDEM), de la Universidad de La Habana, principal espacio académico desde donde se generan estos conocimientos en la isla, por solo citar un ejemplo, está considerado centro de referencia regional para el estudio de los procesos demográficos por el UNFPA, Fondo de Población de las Naciones Unidas.

3 Entendemos como mediaciones aquellos "procesos estructurantes, constriñentes y/o habilitantes, que resultan de la interrelación de actores y prácticas comunicativas con los distintos agentes, instancias y procesos sociales donde tienen lugar, los cuales configuran y dan sentido a la comunicación" (Martín Serrano, 1986; Martín-Barbero, 1987).

4 El malthusianismo o maltusianismo es una teoría demográfica, económica y sociopolítica, desarrollada por el economista británico Thomas Malthus (1766-1834) durante la revolución industrial, según la cual el ritmo de crecimiento de la población responde a una progresión geométrica, mientras que el ritmo de aumento de los recursos para su supervivencia lo hace en progresión aritmética. Por esta razón, de no intervenir obstáculos represivos (hambre, guerras, epidemias, etc.), el nacimiento de nuevos seres aumentaría la vulnerabilidad de la especie humana e incluso podría provocar su extinción -lo que se ha denominado catástrofe malthusiana (Rodríguez, 2006).

5 La educación en población, por su propia naturaleza, se inscribe en corrientes educativas integrales y transformadoras, ya que no puede remitirse a una mera asignatura o a un conjunto de asignaturas, sino que aspira a construir espacios pedagógicos integrales y participativos, que generen conciencia crítica y actitud propositiva hacia la realidad humana y social (Arriaga, 1997).

6 La cultura demográfica, en este contexto, resulta un concepto estrechamente vinculado al curso de vida de las personas y a temas relacionados con el bienestar y la calidad de vida.

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