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Revista Novedades en Población

versión On-line ISSN 1817-4078

Rev Nov Pob vol.11 no.21 La Habana ene.-jun. 2015

 

ARTÍCULO ORIGINAL

 

Fecundidad. Estudio y comportamiento. América Latina y Cuba

 

Fertility. Study and behaviour. Latin America and Cuba

 

 

Dra. C. Grisell Rodríguez GómezI, Msc. Matilde de la C. Molina Cintra, Msc. Livia Quintana Llanio

Centro de Estudios Demográficos (CEDEM) de la Universidad de La Habana, Cuba.
I Autora para correspondencia: grisell@cedem.uh.cu

 

 


RESUMEN

El artículo aborda tres cuestiones fundamentales. En primer lugar, ubica el debate en torno a la fecundidad realizado en las reuniones internacionales sobre población, destacando las miradas desde lo teórico y lo metodológico. Luego se detiene a describir la evolución del comportamiento de la fecundidad en el mundo con énfasis en América Latina y el Caribe, para finalmente centrarse en la explicación de la dinámica que ha tenido esta variable en Cuba en la actualidad.

Palabras clave:Fecundidad, Cuba, América Latina, Caribe.



Abstract

The article addresses three key issues. First, it locates the debate about fertility held in international meetings on population, highlighting the theoretical and methodological views. Then it describes the evolution of fertility behavior in the world with emphasis on Latin America and the Caribbean, to finally focus on explaining the dynamics that this variable has shown in Cuba nowadays.

Keywords:Fertility, Cuba, Latin America, Caribbean


 

 

INTRODUCCIÓN

La fecundidad cubana se ha convertido en tema de debate en la agenda actual, ya sea desde la investigación, la toma de decisiones o desde los medios de comunicación. Se convierte, por ende, en una temática ampliamente debatida desde diversas aristas, con disímiles puntos de convergencia y de divergencia. En este ámbito, la ciencia demográfica precisa continuar actualizando el conocimiento existente para contextualizar dicho debate. No es hasta que se entiendan los elementos generales condicionantes del comportamiento reproductivo actual, y se actualice la manera en que está siendo comprendida la variable, teórica y metodológicamente a nivel global, que será posible acercarse acertadamente a visibilizar y explicar la fecundidad.

Sobre estos presupuestos, se pretende reflexionar en torno a tres ejes centrales:

. ¿Cuáles han sido las temáticas agendadas sobre fecundidad en los congresos internacionales durante los últimos años?

. ¿Cuál es el comportamiento de la fecundidad en el mundo, y en particular en América Latina y el Caribe?

. ¿Qué caracteriza a la fecundidad cubana hoy?

Cada uno de estos tópicos permitirá contextualizar y comprender el comportamiento reproductivo de la población cubana, las particularidades de este proceso en las diversas regiones, y posibilitará incorporar desde lo teórico-metodológico paradigmas que apoyarían la interpretación y explicación del panorama de la fecundidad cubana, haciendo énfasis en sus determinantes, el papel individual y de la pareja para la toma de decisiones reproductivas.

 

DESARROLLO

Temáticas oportunas sobre fecundidad para una discusión

La mirada a la variable fecundidad y sus interrelaciones está focalizándose hoy en la agenda internacional desde diversas aristas:

Desde lo teórico-metodológico

Existe una preocupación en el mundo desarrollado por atender los sostenidos bajos niveles de fecundidad en sus poblaciones, que han condicionado elevados niveles de envejecimiento. Así, se han incorporado al debate diversas consideraciones teóricas que aluden a la relación entre la baja fecundidad y las políticas públicas. Paralelamente o a posteriori de la aplicación de varias acciones pronatalistas, se comienza a pensar estos procesos desde la propia teoría demográfica y sociológica.

A su vez, es también interesante el enriquecimiento y variación que ha tenido el arsenal técnico para entender las nuevas realidades: el enriquecimiento de métodos indirectos para estimar posposiciones, para explicar efectos de cohorte, así como el perfeccionamiento de los métodos de proyección de la variable. También se ha introducido el uso de nuevas tecnologías informáticas creando softwares específicos que permiten la ampliación de sus fuentes, de la capacidad actual de procesamiento, así como una búsqueda cada vez más refinada de nuevas explicaciones a los fenómenos demográficos.

Desde lo temático

El más reciente congreso de la Unión Internacional para el Estudio Científico de la Población (IUSSP), celebrado en Corea en agosto de 2013, recogió un grupo importante de temáticas que lideran el debate en el mundo sobre el comportamiento reproductivo de la población. Mientras algunas son propias de contextos desarrollados, otras focalizan en miradas que son comunes a todas las poblaciones.

En lo que sigue, se enuncian las principales líneas temáticas, solo a modo de ser enumeradas, pues cada una de ellas, a su interior, incorpora disímiles particularidades. Sirvan estas como un registro primario del pensamiento demográfico en torno a la fecundidad y como estímulo para ampliar la búsqueda en este sentido.

• Fecundidad y políticas de apoyo familiar: qué podemos aprender de las experiencias europeas.

• Grupos de baja fecundidad en países subdesarrollados.

• Infertilidad: causas y tratamientos.

• ¿Existen perspectivas de recuperar la fecundidad en países de baja fecundidad?

• Migración interna y dinámica familiar.

• Fecundidad y participación de la mujer en la vida laboral.

• Educación y fecundidad.

• Respuestas políticas a la muy baja fecundidad en la región Asia-Pacífico.

• Influencia de los factores económicos y culturales en las preferencias reproductivas.

• Causas y consecuencias del baby boom.

• Intenciones de fecundidad a lo largo del tiempo.

• Baja fecundidad: evidencias empíricas y teóricas.

• Embarazo adolescente y fecundidad. Determinantes sociodemográficos de la fecundidad adolescente.

• Políticas públicas y baja fecundidad.

• Cambio reciente de la fecundidad: efecto cuanto-tempo.

• Dinámica familiar y fecundidad: el rol de los hombres.

Esta amplia variedad temática conjuga diversas miradas, desde comportamientos específicos de la variable hasta la dinámica que se establece entre política y comportamiento reproductivo, transitando por la interrelación de la fecundidad con las otras variables demográficas y su contextualización en espacios específicos de inserción y expresión, como la familia. Estas están muy focalizadas en los entornos de baja fecundidad, discutiendo ideas que comprendan las causas, consecuencias y generan proposiciones en este sentido. Uno de los debates más recurrentes es el referido a qué pueden hacer las políticas públicas en relación a los muy sostenidos bajos niveles de fecundidad.

La fecundidad hoy. Escenarios y contextos

En los últimos sesenta años se ha venido experimentando una declinación de la fecundidad en todas las regiones (figura 1). Entre las menos desarrolladas se observa una tendencia más acentuada a la disminución.

El análisis de estas ha sido ampliamente desarrollado por Bongaarts y Watkins (1996) al investigar el proceso de transición de la fecundidad a partir de los datos de 69 países de diferentes regiones. Estos autores observaron que entre los inicios de la década de los sesenta (1960-1965) y el final de los ochenta (1985-1990), el ritmo total de la fecundidad en el mundo en desarrollo declinó en un estimado de 36% −de 6 a 3.8 nacimientos por mujer.

La declinación ha sido más rápida en Asia y América Latina (-42% y -43% respectivamente); menos rápida, pero sustancial en el Medio Oriente y el Norte de África (-25%) y casi inexistente en África Sub Sahariana. Estos porcentajes ocultan las amplias variaciones entre países en lo referido al  tiempo exacto entre el comienzo de la transición y su continuidad (tabla 1).

Por una parte, aparecen algunos países como, por ejemplo, Singapur, en los que la transición de la fecundidad comenzó alrededor de 1960, seguida por una rápida reducción hasta situarse por debajo del reemplazo. En el otro extremo están los países, mayoritariamente de África subsahariana, que aún no han comenzado la transición de la variable.

En tanto, específicamente, América Latina y el Caribe (ALC) se destaca por descender de niveles tan elevados como los africanos en 1950-1955, hasta ubicarse en el quinquenio 2010-2015 con valores similares a América del Norte y Oceanía. Todo parecería indicar, según los pronósticos, que hacia el año 2050 estos valores se ubicarán por debajo del reemplazo.

No obstante, estos niveles siguen apuntando a una ALC con importantes desigualdades a lo interno de los países, con brechas atendiendo a diferenciales tan importantes como el estatus socioeconómico, nivel educacional, disparidades en el acceso a servicios y con diferencias marcadas atendiendo a las zonas y los territorios de residencia.

El caso de la fecundidad en ALC ha sido evaluado en trabajos más recientes por expertos de la región (Rodríguez y Perpétuo, 2011; CEPAL, 2012). En capítulo dedicado al análisis de la fecundidad, en Panorama social de América Latina, 2011, de la CEPAL, se explican las notables reducciones experimentadas por la variable desde mediados del pasado siglo, por el proceso de desarrollo iniciado en países del área y su asociación con cambios en el comportamiento reproductivo. Si bien la tendencia decreciente se apreció en todos los países de ALC, se plantea que su inicio y ritmo han sido desiguales entre ellos, así como también a su interior, debido a las marcadas disparidades económicas y sociales que les caracterizan. Este descenso ha ocurrido a un ritmo sin precedentes, evidenciando cambios en un aproximado de 40 años, mientras que Europa los hizo en un siglo.

Así, la tasa global de fecundidad (TGF) en América Latina se alejó paulatinamente del promedio de las regiones menos desarrolladas y, durante el quinquenio de 1990 a 1994, pasó a ser inferior a la del promedio mundial. A mediados de la década de 1960, las mujeres de la región terminaban su período fértil con cerca de seis hijos por mujer, esto es, un hijo más que el promedio mundial y el doble de lo observado en los países más desarrollados. A partir de entonces, el rápido descenso de la fecundidad en la región ha atenuado considerablemente las diferencias: hacia 2015 la TGF de la región será de 2,1 hijos por mujer, frente al 1,7 de los países desarrollados. (CEPAL, 2012, p.21)

Rodríguez y Perpétuo (2011), al valorar el seguimiento a los acuerdos del Plan de Acción de la CIPD de El Cairo, relativos a la salud sexual y reproductiva en ALC, quince años después, evaluaron varios factores incidentes en el comportamiento decreciente de la fecundidad en la región: la postergación de la maternidad, las tendencias de la fecundidad deseada y no deseada y el aborto. Justificaron su análisis bajo la perspectiva de la estrecha relación existente entre el comportamiento reproductivo y los derechos en esta materia.

Al sintetizar sus observaciones consideraron como elementos que caracterizan a la región: la aspiración a una familia pequeña, la tendencia a la contribución elevada de la fecundidad no deseada a la fecundidad total, así como la persistencia de un número ideal de hijos mayor que los que se tienen, y elevadas prevalencia e incidencia del aborto inseguro. Al respecto sostienen:

(…) se constata que hay un claro deseo de tener e implementar una familia de tamaño muy pequeño, aun cuando, el número ideal de hijos pueda ser mayor. El mensaje detrás de estas constataciones tiene que ver, con pocas dudas, con graves deficiencias en los servicios de salud sexual y reproductiva y una flagrante violación a los derechos reproductivos. Finalmente, aunque la imposibilidad de implementar las preferencias reproductivas tiene que ver —la mayoría de las veces— con tener más hijos que los deseados, muchas veces se relaciona también, con la impotencia de no poder tener todos los hijos deseados. En ambos casos, la sociedad niega los medios para equiparar la fecundidad real a la fecundidad deseada, negando así el más elemental derecho reproductivo. (Rodríguez y Perpétuo, 2011, p.55)

La transición de la fecundidad en América Latina se presenta en tres fases, según Schkolnik (2004). La primera que llega hasta la década del setenta, da cuenta de un descenso leve, relativa estabilidad e incluso aumento de la fecundidad en algunos países, como por ejemplo Chile, Brasil, Costa Rica. En este contexto se ubica el boom de nacimientos o demográfico de esta época, sobre el cual aún se siguen estudiando causas y consecuencias. Cuba destaca también entre los países que incrementaron su fecundidad entre 1960 y 1965. La segunda fase se ubica en el quinquenio de 1980-1985, y es considerado un período de cambios demográficos importantes. En esta se produce una aceleración del descenso de la fecundidad en varios países, entre los que se destaca Cuba, que se ubica para 1978 por debajo del nivel de reemplazo, acompañada por Chile y Brasil, aunque en menor grado. En tanto, la tercera fase se puede ubicar entre 1980-85 y 1995-2000, caracterizada por la tendencia descendente de los niveles en casi todos los países de la región.

Es particularmente interesante la mayor lentitud de este descenso en aquellos países que habían bajado mucho, mientras que en los que se ubicaban en una transición moderada, fue más rápido. Dicho descenso de la fecundidad se acompañó de un rejuvenecimiento de su estructura. Según Chackiel y Schkolnik (1992) la contribución de las mujeres entre 20 y 29 años, al total de la fecundidad, aumentó en todos los países pero con diferencias entre ellos. Así, Brasil, Bolivia y Perú mantuvieron una estructura de la fecundidad con un pico tardío, centrado en las edades de 25 a 29 años. Mientras, entre los cincuenta y finales de los años ochenta, otros países, como por ejemplo Colombia, Costa Rica, Chile y El Salvador mostraban un cambio en la estructura de la variable con una tendencia a un pico más joven, entre las edades de 20 a 24 años.

En América Latina de manera general, la edad media de la reproducción disminuyó, rejuveneciéndose, de 28,3 años en el quinquenio 1980-1985, a 26,9 entre 2010-2015 (CEPAL, 2013). Es decir, se redujo alrededor de dos años en el transcurso de 30 años.

Por otra parte, se concentró la fecundidad en las edades de 20 a 24 años, de modo contrario al inicio de la transición, en que era mayor en el grupo de 25 a 29 años. Este perfil pareciera indicar que en los países latinoamericanos la mayoría de las parejas preferían tener sus hijos después del matrimonio, que ocurría a edades jóvenes, marcado además por una influencia cultural sostenida sobre estos patrones, estimulando así una fecundidad precoz  (Guzmán et al., 2006, referido por Bonifacio, 2013).

Este escenario favorece entonces que la fecundidad adolescente constituya una particularidad del modelo de reproducción latinoamericano, siendo una de las características principales de la región. En países donde la transición comenzó más rápido (Uruguay y Argentina), en la primera mitad de la década del 2000, la fecundidad adolescente era mayor que en los sesenta, inicio de la transición, tendencia contraria a la fecundidad total (Rodríguez J., 2013).

Un estudio realizado por Jorge Rodríguez Vignoli (2013) sobre las tendencias de la fecundidad adolescente en el continente, sus determinantes próximos y socioeconómicos, arrojó entre los principales hallazgos que: la tasa de fecundidad de mujeres menores de 20 años constituye la tasa específica más desvinculada del total y este rasgo se observa de manera particularmente acentuada en la región, así como además, la resistencia a su disminución. También observó que este comportamiento es mucho más elevado entre las muchachas pobres, que la incidencia de la urbanización y la escolarización en las últimas décadas ha marcado un cambio del perfil de las madres adolescentes rurales y de baja escolaridad, observado en el pasado. Por otra parte, constató una disminución de la brecha entre la menarquia y la iniciación en las relaciones sexuales, así como un uso insuficiente de anticonceptivos.

Rodríguez Vignoli consideró que las causas estructurales son más complejas y se vinculan a: "a) las reticencias institucionales, tanto familiares como sociales, frente a la sexualidad adolescente premarital; b) la falta de oportunidades educativas, laborales y de proyectos de vida autónomos para las adolescentes, en particular las pobres, y c) una cultura familista que, a través de diversos mecanismos, amortigua los costos de la reproducción temprana" (Rodríguez, 2008, p. 44).

En América Latina los cambios en la edad de inicio de la vida marital han sido lentos y permanecen con poca variación o leves aumentos. En contrapartida, el inicio de la actividad sexual muestra una tendencia general al rejuvenecimiento y a aumentar su distancia con la edad de iniciación nupcial. Pero, sin dudas, el cambio que merece especial atención es el rejuvenecimiento de la edad a la cual se tiene el primer hijo. Lo anterior constituye, en principio, una evidencia de que el modelo latinoamericano contrasta con los patrones de formación de uniones y de reproducción que surgieron en los países desarrollados a partir de la década de 1960 y que se consideran característicos de la llamada segunda transición demográfica.

En resumen, América Latina muestra niveles de fecundidad que aunque inicialmente son altos, en el tiempo están tendiendo al descenso y pudieran llegar a estabilizarse en el largo plazo según apuntan algunos pronósticos. En tanto, el patrón se ha mantenido temprano, y todo pareciera indicar que continuará así en el futuro cercano. Requieren particular atención los valores de la fecundidad adolescente, en los que se destaca el aporte de las niñas menores de 15 años. Ello, en términos de políticas y acciones de regulación debe ser uno de los principales aspectos a tener en cuenta en las agendas de planificación familiar.

En el continente, es posible de cualquier manera encontrar disparidades entre los países y heterogeneidades al interior de los mismos. Ello, aunque no ha sido reflejado aquí, es también un tema vital en las agendas. Es decir, que el estado de la fecundidad en el continente no es posible ubicarlo en los mismos estadios de culminación de la transición de la variable.

La evolución de la fecundidad cubana es una muestra de ello, toda vez que estructura y nivel, aunque dentro de los parámetros del panorama latinoamericano, no se comportan de igual manera: es uno de los países que de manera más temprana y sostenida se ha ubicado por debajo del reemplazo.

¿Qué caracteriza a la fecundidad cubana hoy?

El nivel de la fecundidad

El comportamiento de la fecundidad cubana durante el siglo XX e inicios del XXI ha transitado hacia un proceso de descenso, marcado por algunas oscilaciones. Se destaca, de manera significativa, el repunte producido entre fines de los cincuenta y mediados de los sesenta, denominado como boom de nacimientos, y el descenso de su nivel por debajo del reemplazo en el año 1978. A partir de este momento, Cuba no volvió a retomar el nacimiento de una hija por mujer. 

Específicamente el período que se inicia en 1990 está acompañado de un contexto peculiar desde el punto de vista socioeconómico. En este escenario, la disminución del crecimiento natural de la población −en el que la mortalidad (según la tasa bruta) continúa disminuyendo de manera muy lenta−, es claramente conducida por la importante declinación experimentada por la natalidad. Este nivel pasa de una cota de 35 a situarse alrededor de 11,3 por cada mil habitantes, lo que representa un descenso de algo más de tres veces entre 1960 y 2013. Se posiciona en su nivel más bajo en el año 2006 y a partir de entonces, los movimientos han sido oscilatorios sobre niveles bajos (figura 2). En los próximos años, se debe producir un comportamiento similar con una ligera tendencia al descenso. Este criterio se sostiene en que los indicadores demográficos tienden a ser estables en el tiempo y muestran el impacto de los cambios en el largo plazo y de manera paulatina. Hasta hoy, siguen manteniéndose y consolidándose los elementos que dieron lugar a estos bajos niveles.

La Tasa Global de Fecundidad descendió desde una cúspide cercana a 5 hijos por mujer en 1963 a 1.9 en 1978 —una reducción a menos de la mitad del indicador en menos de 15 años—, cuando el comportamiento de esta variable se situó definitivamente por debajo del nivel de reemplazo, oscilando desde entonces alrededor de un nivel medio de 1.7 hijos por mujer (figura 3).

Entre las distintas regiones del país se aprecian algunas diferencias en el nivel  de la fecundidad. De manera general es baja, y se mantiene por debajo del reemplazo; es mucho menor en las provincias occidentales, (exceptuando Pinar del Río), que en las de Centro Oriente. Ello da cuenta de condiciones socioeconómicas y patrones culturales, distintivos en cada región. Aun cuando existe una intención de homogeneidad en el alcance de las políticas y acciones, estas deberían incorporar en su concepción y aplicación la visión particularizada de los contextos socioeconómicos y culturales. 

La estructura de la fecundidad cubana siempre se ha caracterizado por ser joven. Es decir, que el mayor aporte a la fecundidad es de las mujeres entre 20 y 24 años (figura 4). A partir de 1990 y en estrecha relación con el impacto de las condiciones socioeconómicas en los años más agudos de la crisis (1990-1995), comenzó un paulatino proceso de postergación de la edad en que se tenían los hijos. Así, ya para el año 2004, parecía que existía una clara tendencia a la dilatación de esta estructura por el incremento de la contribución de las mujeres entre 25 y 29 años. Pero la estructura se mantuvo aún temprana. Los años siguientes al 2005 mostraron justamente que este proceso volvió a reafirmarse como temprano. En el 2012, la estructura era claramente temprana, con una cúspide entre los 20 y los 24 años.

 

Por otra parte, la edad media de la fecundidad, que se había movido hacia 26,4 años, se rejuveneció ligeramente hasta ubicarse en 26,2 en el año 2013.

Los patrones culturales, sociales y económicos condicionan diferentes comportamientos relativos a la estructura de la fecundidad. En el año 2002, la región occidental del país mostró un patrón muy definido de fecundidad tardía, es decir, que el mayor aporte fue de las mujeres de 25 a 29 años. En tanto, la antigua Ciudad de La Habana evidenció un peso relativo importante del aporte del grupo de 20 a 29 años, distribuido a lo largo de todo el grupo de edad. Las regiones Centro-Este y Oriente mantienen una fecundidad temprana (mayor aporte del grupo 20 a 24 años), con patrones muy similares.

Por otra parte, 2010 evidencia mayor convergencia entre las regiones en cuanto al patrón de fecundidad temprana, aunque se mantiene La Habana con una cierta tendencia a la dilatación.

Es evidente que la fecundidad cubana volvió a retomar su patrón temprano, pues se han homogenizado los comportamientos de las cuatro regiones, aunque se destaca de manera particular la incidencia del Occidente y Ciudad de La Habana (figura 5).

Un elemento sustantivo y preocupante del aporte de las distintas edades a la fecundidad, es el incremento de los niveles y el peso de la fecundidad adolescente (menor de 20 años), evidenciado en todas las provincias del país, aunque con un mayor peso en las del Oriente. Ello representa una problemática que no ha alcanzado los niveles precedentes −en la década de los ochenta representaba 23% de la fecundidad total− (UNICEF, UNFPA-CEDEM, 1995). Hoy esta contribución oscila alrededor de 16% (tabla 2). Sin embargo, son niveles que a partir del año 2007 comenzaron a incrementarse paulatinamente después de haber logrado entre 1990 y 2004 un descenso de los mismos (figura 6). Esta situación alerta sobre la necesidad de atender diferencias entre las adolescentes: ¿Quiénes se embarazan, quiénes continúan el embarazo y por qué? ¿En qué territorios? ¿Qué características tienen sus familias de procedencia? En cualquier caso, la respuesta a estas interrogantes estarán marcando diferencias que dan cuenta de posibilidades diversas de acceso real a decidir y diseñar sus procesos reproductivos.

Diferenciales de la fecundidad

Analizar los diferenciales de la fecundidad, atendiendo a los indicadores nivel escolar, color de la piel, situación conyugal y zona de residencia, permite la ubicación de importantes particularidades del comportamiento reproductivo de la población, así como patrones de difusión de las estrategias.

La ubicación en  dos momentos del tiempo −2002 y 2012−, dará cuenta de la evolución del comportamiento de la fecundidad según los diferenciales.

Zona de residencia

La fecundidad cubana previa al 2002 se caracterizó siempre por ser más elevada en la zona rural que en la urbana. Ya en el año 1995, se comienza a notar comparativamente que la fecundidad urbana de un grupo específico de edades −30 a 34 años−, es superior a la rural (Rodríguez G., 2013).

La continuidad de este análisis permite notar que para el año 2002 (tabla 3), aunque aún la Tasa Global de Fecundidad (TGF) urbana es menor, se incrementan los grupos de edades en los que la fecundidad urbana supera  a la rural −25 a 39 años. En tanto, ya el año 2012 muestra un nivel de la TGF urbana (1.74 hijos por mujer) superior a la TGF rural (1.53 hijos por mujer). En este momento, solamente la fecundidad del grupo de 15 a 19 años es superior en la zona rural, el resto muestra un comportamiento inverso.

Al parecer, entre 1995 y 2012 se manifiesta un proceso de transformación en el nivel reproductivo según zonas de residencia, transitando hacia mayores niveles de fecundidad urbana que rural. Aún habría que continuar observando dicho proceso en los próximos años.

Atendiendo a este diferencial, el patrón en el 2002 tendía a ser dilatado en la zona urbana y temprano en la rural. Ya para el 2012 es marcadamente temprano en ambas zonas.

Situación conyugal

La situación conyugal de la madre es otro de los diferenciales en los que resulta vital detenerse al describir la fecundidad cubana. Las tablas 4 y 5 representan ese comportamiento para los años 2002 y 2012. Se denota que en el año 2002, la fecundidad de las mujeres unidas es la mayor y la única que se posiciona por encima del reemplazo. Luego se ubica en segundo lugar la fecundidad de las casadas, siendo mucho menor las tasas de fecundidad de las mujeres sin vínculo (solteras, viudas, divorciadas).

Este mismo ejercicio para el año 2012, evidencia la misma situación, es elevada la tasa de fecundidad de las mujeres unidas (por encima del reemplazo), mientras que las de las otras mujeres se mantienen con tendencia similar al 2002.

Estos resultados, que además son coherentes con lo calculado para el año 1995 (Rodríguez G., 2013), dan cuenta de que para la mujer cubana, en primera instancia, es importante estar en pareja para tener sus hijos, aun cuando esas relaciones permanezcan o no en el tiempo. Un segundo elemento relevante  es que la fecundidad de las mujeres unidas es superior a la de las casadas. Es decir, que aun dentro del vínculo, pareciera importante estar en pareja, pero no necesariamente debe ser en un vínculo legal, aun más, la legalización puede llegar a realizarse o no. Este es un tema pendiente en el estudio de la fecundidad cubana atendiendo a este diferencial: ¿Por qué algunas mujeres y/o parejas deciden casarse al saber que están embarazadas? ¿Por qué después del nacimiento del hijo algunos formalizan su relación y otros no? ¿Cuáles son los motivos? ¿En qué se diferencian las mujeres y parejas según estos comportamientos?

Atendiendo al patrón que se muestra en cada situación conyugal, en el 2002 las únicas que muestran un patrón tardío son las solteras, el resto presenta patrones tempranos. En el 2012, son también las mujeres sin vínculo las que muestran un patrón tardío, el resto define con claridad patrones también tempranos.

Nivel educacional

Al tomar en cuenta el nivel educacional terminado de la mujer al nacimiento de sus hijos, en los años 2002 y 2012, los resultados son bien interesantes (tabla 6). Para el 2002, se puede notar,sorpresivamente, que son las mujeres de mayor nivel educacional (las universitarias) las que están mostrando mayores valores en dicho indicador, seguidas por las mujeres de 0 a 6 grados. Este mismo resultado fue encontrado por Rodríguez, G. (2013) para el año 1995. En sus análisis, la autora reflexiona:

"…ante esta situación habría que preguntarse si en condiciones de baja fecundidad por debajo del reemplazo, ya no están estrechamente vinculados los niveles educacionales con los comportamientos reproductivos. Otra alternativa llevaría a pensar si no están siendo estas mujeres más escolarizadas las que en un momento postergaron su fecundidad y están mostrando dicha postergación en los años 1995 y 2002. A ello puede estar ligado, en menor medida, el hecho de que estas mujeres declaren mejor, y por otra parte, que estas mujeres ya han concluido su período formativo". (Rodríguez, G., 2013, p.56)

Cuando se analiza el 2012, se aprecia que son las mujeres que tienen entre 10 y 12 grados, seguidas de las que alcanzan de 7 a 9 grados, las que muestran mayor fecundidad. Aunque las primeras marcan de manera importante una fecundidad por encima del reemplazo. Ello parecería estar indicando que, muy posiblemente, en los períodos anteriores, estas mujeres más escolarizadas fueran las que pospusieran y por ello alcanzan esos elevados valores, que ya no se observan en el 2012.

En tanto, si se estudia el patrón, es posible encontrar algunas diferencias entre el 2002 y el 2012. Para el 2002, el único patrón que se confirmaba como tardío era el de las universitarias. Sin embargo para el 2012, a ello se le une de manera interesante el de las mujeres de 0 a 6 grados. Este es, sin dudas, otro elemento para la indagación futura.

En resumen, si se observan los diferenciales estudiados, pareciera peculiar en el contexto cubano, que la fecundidad rural es hoy menor que la urbana, y que el único grupo de edad donde se comporta a la inversa es en las adolescentes, ello marca un cambio en el comportamiento registrado hasta ahora. Además, se confirmó que las mujeres prefieren tener sus hijos en compañía, aunque no necesariamente en una unión legal y finalmente –con diferencia a lo encontrado para 1995 y 2002– en el 2012, las mujeres de mayor fecundidad según nivel escolar son las que tienen entre 7 y 12 grados.

Al interior de la homogeneidad de los comportamientos reproductivos de las mujeres cubanas es posible encontrar importantes diferencias, que como se ha demostrado en este epígrafe no son inamovibles y dan cuenta de importantes variaciones en coherencia con el contexto cubano actual.

 

A MODO DE CONCLUSIÓN

La fecundidad como variable, su proceso transicional, las particularidades de sus comportamientos es tema que no agota las distintas maneras de ser abordado. Para explicar hoy lo que ocurre en términos de reproducción en una población es imprescindible tener miradas globales y regionales. Es preciso comprender y profundizar en el estudio de las transiciones de la variable, pero también en el enriquecimiento teórico-metodológico a su abordaje.

Este trabajo aborda tres temáticas esenciales que permiten mirar en última instancia la fecundidad cubana, pero sin perder de vista los macrocontextos.

De todo lo discutido sobre la base de las preguntas de partida, es posible extraer algunos elementos que, más que conclusiones, están mostrando el camino a la continuidad de los estudios:

- El debate internacional sobre la fecundidad apunta a una amplia diversidad de aspectos, que incorporan la mirada teórico-metodológica, la innovación de métodos, la variabilidad de lecturas y comparaciones. Se reconoce esta, como una perspectiva necesaria y válida para el abordaje de la fecundidad cubana y llama, esencialmente, la atención acerca de que para describir y explicar la dinámica de la variable se debe hacer desde un enfoque contextual internacional.

- En el ámbito latinoamericano se destacan cambios en los comportamientos reproductivos que ubican un tránsito a bajos niveles de fecundidad, con un rejuvenecimiento del patrón. Persisten altos niveles de embarazo y fecundidad en la adolescencia. Un rasgo distintivo del continente son las desigualdades en el comportamiento de la variable y sus determinantes entre los países y esencialmente al interior de cada uno de ellos.

- La fecundidad cubana se sostiene en niveles oscilatorios muy bajos, y su estructura se confirma como temprana. Se ha incrementado la contribución a la fecundidad de las muchachas menores de 20 años y ello se confirma como una desarticulación en el contexto de la transición de la fecundidad cubana. Es a su vez interesante que atendiendo a los diferenciales de la variable, específicamente para el año 2012, la fecundidad urbana supera a la rural, las mujeres de 7 a 12 grados son las que están mostrando más elevados niveles de fecundidad, y las unidas consensualmente muestran una fecundidad mayor que el resto, llegando a ubicarse por encima del reemplazo.

Estos elementos sintetizados aquí y desarrollados a lo largo del estudio, deben ser asumidos como puntos de partida para la continuidad y profundización en los estudios y la búsqueda de interrelación entre los tres epígrafes y temas tratados.

La fecundidad cubana debe, entonces, ser revisitada a la luz de los enfoques teórico-metodológicos de debate actual, y contextualizada en mayor medida en su entorno latinoamericano y caribeño. Si bien puede diferir en algunos aspectos de su comportamiento, hay explicaciones y miradas indagatorias que pueden ser compartidas y articuladas.

El contexto cubano actual, en el que, en términos de política, se está incorporando la mirada y atención a la fecundidad, amerita que desde la ciencia se acompañe certeramente este proceso; es ese uno de los retos esenciales ante la ciencia demográfica en Cuba hoy.

REFERENCIAS BIBLIOGRÁFICAS

Bongaarts, J. & Watkins, S. (1996). Social Interactions and Contemporary Fertility Transitions. Population and Development Review, 22(4), 639-682.

Bonifacio, G.M. (2013). Estudo do padrão de fecundidade para países da América Latina (Proyecto de Tesis de Doctorado en Demografía). Centro de Desenvolvimento e  Planejamento Regional (Cedeplar), Universidade Federal de Minas Gerais (UFMG), Brasil.

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Recibido: Marzo de 2015
Aprobado: Mayo de 2015

 

 

Dra. C. Grisell Rodríguez GómezI, Msc. Matilde de la C. Molina Cintra, Msc. Livia Quintana Llanio. Centro de Estudios Demográficos (CEDEM) de la Universidad de La Habana.

 


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