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Revista Novedades en Población

On-line version ISSN 1817-4078

Rev Nov Pob vol.12 no.24 La Habana July-Dec. 2016

 

ARTÍCULO ORIGINAL

 

La evolución demográfica cubana: una mirada desde las teorías transicionales. ¿Dónde estamos?[1]

 

Cuban demographic change: a view from the transitional theories. Where we are?

 

 

Marisol Alfonso de Armas*, Grisell Rodríguez Gómez**

 

 

Recibido: 24 de octubre de 2016
Aceptado: 14 de noviembre de 2016

 

 


RESUMEN 

La teoría de la transición demográfica clásica, que supone el descenso de los niveles de mortalidad y fecundidad en una población, tuvo su continuidad en una llamada segunda transición demográfica. Esta parte de explicar los procesos de cambios demográficos que experimentan esas poblaciones que mantienen bajos niveles sostenidos de fecundidad y mortalidad y que han concluido la primera transición. Para ello, hace énfasis en la individualidad en los cambios a nivel de la familia y en la explicación cualitativa de los fenómenos demográficos, así como en la migración. En el caso de Cuba, se sostiene que ha concluido la primera transición demográfica y que se encuentra en proceso de segunda transición, con sus singularidades relacionadas con los niveles de migración cubana y las peculiaridades asociadas a los comportamientos reproductivos.

Palabras clave: fecundidad, mortalidad, transición demográfica.


ABSTRACT

The classical theory of demographic transition refers the transit from high levels of mortality and fertility in a population until low levels. It's had its continuity in a so-called second demographic transition. This theory is an explaining of the processes of demographic changes experienced by those populations that maintain sustained low fertility and mortality levels and have completed the first transition. To do this, emphasizes individuality changes at the level of the family and the qualitative explanation of demographic phenomena and migration. In the case of Cuba, the authors maintains that has been completed the first demographic transition and found in second transition process with its peculiarities related to Cuban migration levels and others associated with reproductive behaviors.

Keywords: demographic transition, fertility, mortality.


 

 

La primera transición demográfica o la transición demográfica clásica

La teoría de la transición demográfica puede ser entendida como una forma de explicar la relación entre población y desarrollo económico y social, en un contexto en que el desarrollo fue asumido como sinónimo del proceso de modernización, vivido por los países industrializados desde finales del siglo XVIII. En la actualidad, su mayor utilidad está en el aprovechamiento de su capacidad predictiva, diseñando posibles escenarios futuros.

Conceptualmente constituye un constructo teórico, que responde desde presupuestos científicos al debate de la relación entre las tendencias demográficas y el desarrollo. La transición demográfica fue definida como el paso de elevados niveles de mortalidad y fecundidad hacia bajos niveles en las dos variables. Ese proceso es acompañado de la transformación de una sociedad predominantemente agraria y rural en una sociedad predominantemente urbana y volcada para la producción de bienes y servicios. Ha sido descrita como un proceso de larga duración, que transcurre entre dos regímenes extremos, basándose, principalmente, en la experiencia de países europeos industrializados.

En la actualidad, es consenso que la evolución y cambios demográficos, aunque con intensidades, ritmos y naturalezas diferentes, ocurren en todos los países. En este contexto, la evolución de la relación entre el comportamiento demográfico y los cambios económicos, políticos y sociales constituye una de las áreas de las ciencias sociales y, particularmente, entre los estudiosos de la población, que, históricamente, ha revelado más divergencias entre las distintas escuelas de pensamiento.

Los diferentes abordajes en torno de la interrelación entre la población y el desarrollo transversalizan las sistematizaciones existentes sobre transición demográfica. Se podría decir que el surgimiento de la teoría de la transición demográfica constituye una respuesta de naturaleza económica a esa interrelación, al asumir los cambios demográficos en función del proceso de modernización, de la industrialización y urbanización resultantes de este.

Siempre, al hablarse de una temática de amplia complejidad, es exigencia realizar un recorrido histórico que ayude a un mejor entendimiento. Descrita originalmente por Thompson en 1929, la transición demográfica comprende tres etapas que representan la forma en que se producen los cambios en las tasas brutas de natalidad y mortalidad asociadas a los cambios sociales y económicos que son consecuencias de la modernización.[2]

Existen otros dos antecedentes importantes de aquella que fue sistematizada como la teoría de la transición demográfica. Ellos son: las propuestas de Landry (1934) y Saunders (1973). En el primer caso, el autor desarrolla algunas ideas similares a las de Thompson, explicando que el proceso ocurrió en tres etapas (primitiva, intermediaria y contemporánea). Saunders (1973), sin formular una teoría general, presenta datos y discute sobre los sistemas de familias pequeñas y su extensión, reflexionando sobre sus causas. Este estudio se vio limitado por la imposibilidad de aplicarse a otros países no europeos.

Finalmente, lo que fue conocido como la teoría de la transición demográfica, debe su formalización a la Oficina de Población de Princeton, siendo Notestein (1953) aceptado y reconocido como el formulador de la teoría clásica de la transición demográfica.[3] Esta construcción teórica, aun cuando discute sobre el comportamiento demográfico, no constituye exactamente una teoría explicativa de la evolución de los cambios demográficos en sentido general y, sí, descriptora de las transformaciones que estaban ocurriendo en los países industrializados y que con el transcurso del tiempo se extenderían al resto de las regiones del mundo.

Las transformaciones demográficas que están ocurriendo hace algunos decenios en el continente latinoamericano están contenidas dentro del proceso de transición demográfica. Aun cuando en el origen de este proceso fue crucial el intento de explicar la relación entre los cambios de naturaleza demográfica con las transformaciones económicas y sociales de Europa, su aplicación es mantenida hasta el presente. Ello se produce, incluso, en la ausencia de algunos de los denominados cambios sociales y económicos comprendidos en la modernización tecnológica, comportamiento que es frecuente en países del continente.

Aunque hayan sido observadas diferencias entre regiones y países, incluso dentro de un mismo país, existe consenso sobre el hecho de que ese proceso de transición se está produciendo de manera paulatina en el mundo. No obstante, la magnitud y la velocidad a la cual la tasa de crecimiento de la población cambia dependen de varios aspectos, entre los que se destacan la velocidad, el momento histórico, las condiciones políticas; las principales causas que inciden en la caída de las dos variables, los aspectos culturales y la historia y dinámica demográfica de cada país. De esta forma es plausible, sobre la base de las características que envuelven las transiciones de los diferentes países, aceptar una idea ya referida por Patarra & Oliveira (1988), sobre la existencia no de una, sino de "transiciones demográficas", que se alejan o aproximan en mayor o menor grado del modelo clásico.

El mundo en desarrollo está mostrando una amplia variedad de modalidades de transición demográfica de acuerdo a la situación en cada país en particular. En el año 1989, investigadores de las Naciones Unidas idean un esquema secuencial de combinaciones de niveles de esperanza de vida y tasas de fecundidad a lo largo del proceso transicional, identificando los factores que están influyendo en cada momento en los cambios de las conductas reproductivas de las poblaciones. Así, señalan factores incidentes en el aumento y disminución de hijos en cuatro etapas transicionales.

Regresando a la teoría de la transición demográfica como un todo, se debe notar que, como cuerpo teórico, esta construcción explicativa de la evolución demográfica, también ha recibido innumerables críticas. Entre ellas pueden ser citadas las siguientes:

- La teoría fue construida asignando una importancia determinística a los aspectos económicos y poca importancia a aquellos de carácter cultural y social.

- La idea de que la mortalidad siempre declinaría primero no siempre fue cumplida. En algunas regiones las dos variables demográficas experimentaron una caída simultánea y en otras fue la fecundidad la primera en experimentar la disminución.  

- En algunas regiones no se evidenció la relación paralela entre la caída de los niveles de las dos variables demográficas y el proceso de modernización económica y social. 

- Según Livi Bacci (2001), los teóricos de la transición sustituyeron el término cambio por el término transición, aspecto que él considera un error, porque lo que estaba sucediendo de manera evidente eran cambios en las sociedades industrializadas, que después también ocurrieron y todavía ocurren en el resto del mundo. Además, el autor considera complicado englobar en un único cuerpo varias transiciones, tales como la transición de la fecundidad, de la mortalidad, epidemiológica, de la nupcialidad, etcétera. En esa perspectiva, cada una de las transiciones constituye un proceso complejo, difícil de ser integradas en un cuerpo teórico.

- Coale (1973) aunque consideró muy importante el proceso de modernización asociado a la transición demográfica, en lo relativo a la transición de la fecundidad, argumenta que la modernización constituye una condición suficiente, sin embargo, no es necesaria. Así, el autor define tres precondiciones para la disminución de la fecundidad, que son las siguientes: a) el control debe ocurrir dentro de un cálculo posible racional; b) el control debe ser considerado positivo, c) las técnicas del control de la fecundidad deben estar disponibles. 

- Caldwell (1976) critica las teorías precedentes, que identifican la modernización como la principal causa de la caída de la fecundidad, una vez que generaliza el hecho de que, con el desarrollo económico y social, la racionalidad aumenta. Según el autor, estas teorías son incapaces de comprender las especificidades culturales, propias de cada sociedad. 

- Existe una crítica, radical y bastante universal, asociada a la ausencia de la migración en esta tentativa de generalización. Siendo que ella forma uno de los tres componentes esenciales del sistema demográfico, estando fuera de esta sistematización, existen manifestaciones cuya naturaleza puede variar, pues la migración puede actuar provocando cambios en la dinámica demográfica existente y esperada.

No obstante, durante algo más de medio siglo, ha sido esta la teoría que ha conducido la explicación de los cambios en las variables demográficas en diversas regiones del mundo y ha ido ganando en la diversidad de elementos explicativos de los cambios demográficos que se han ido sucediendo, incluyendo el abordaje de las particularidades propias de las poblaciones que están aún en plena transición demográfica. Paralelamente, el propio desarrollo de la demografía, unido a su interrelación con otras ciencias, condicionó la aparición de otras explicaciones teóricas que contribuyeron a profundizar el conocimiento sobre los factores que actúan en las propias trayectorias demográficas.

 

La segunda transición demográfica

Sin embargo, pasada la segunda mitad del siglo XX, los demógrafos se encontraron de cara a una nueva situación: un grupo de países del continente europeo ya han alcanzado bajos niveles en las variables mortalidad y fecundidad, han estabilizado los valores de dichos indicadores y están mostrando otros elementos de carácter cualitativo que acompañan la evolución y comportamiento de sus poblaciones. Surgió entonces la pregunta: ¿Bajo qué postulados teóricos han de ser entendidos estos procesos demográficos? ¿Es suficiente lo enunciado en la teoría de la transición demográfica? ¿Qué pasará en el resto de los países y regiones que se encuentran en los umbrales del fin de su transición demográfica?

En estas circunstancias los investigadores europeos Dirk J. van de Kaa y R. Lesthaeghe iniciaron algunas consideraciones teóricas tomando en cuenta, al igual que sus antecesores, las situaciones concretas por las que transitaban en este momento las regiones europeas e industrializadas y enunciaron una continuidad de la primera transición demográfica: "El nuevo estado en la historia demográfica europea podría llamarse: ‘Segunda Transición Demográfica’" (van de Kaa, 1987, p. 4).

Así, a partir de la década de los 80 del pasado siglo, se comienzan a proponer ideas que confluyen hacia la delimitación de postulados ―desde la empiria hasta algunos niveles de generalización― que conforman la llamada Teoría de la Segunda Transición demográfica. Esta se refiere a la descripción e interpretación de los comportamientos de las variables demográficas en el contexto de las sociedades industrializadas de hoy, que culminaron su transición demográfica.

Se parte del hecho de que la situación demográfica actual en las regiones europeas está estrechamente vinculada con el funcionamiento de la individualidad en estas rápidamente cambiantes sociedades. Como consecuencia, casi todos los estudiosos de esta particularidad coinciden en que las características demográficas encontradas en estas regiones son reflejo de un profundo cambio en las normas y actitudes de las sociedades y de los individuos. Los atributos más importantes de esta segunda transición son que las tasas de fecundidad se mantienen excepcionalmente bajas, la individualidad pasa a tener un muy importante rol, destacándose la autorrealización por encima de la preocupación por atenerse a patrones y normas de conducta tradicionales (Coleman, 2005).

Aun cuando se mantiene, al igual que en la primera transición demográfica, un estrecho vínculo con el contexto socioeconómico, como condicionante esencial de los niveles en las variables demográficas, se aprecia una diferencia esencial con relación a esta: se trasciende en el análisis desde un enfoque centrado en los valores cuantitativos de las variables fecundidad y mortalidad hacia la incorporación de los elementos cualitativos que las describen.

Adicionalmente, la variable migración asume un importante rol en condiciones en las que la fecundidad se mantiene sostenida en niveles inferiores al reemplazo. Se prevé a esta variable como la encargada de equilibrar el desbalance que se produce en la estructura por edades de la población.

En resumen, la segunda transición demográfica se está refiriendo a explicar que aquellas sociedades en las cuales se ha concluido la primera transición y se han alcanzado, por ende, niveles muy bajos de las variables mortalidad y fecundidad, sostenidos en el tiempo, se encuentran ante un proceso en el cual ya no se continuarán modificando sustancialmente estas variables en lo referido a sus niveles. Se comenzará a prestar atención en mayor grado a características asociadas a la cualidad que acompaña a dichas variables, entiéndase como tal, modificaciones en patrones y normas de comportamiento con respecto a la sexualidad, a la maternidad, a la formación de parejas, etcétera, que estarán incidiendo en indicadores de las variables. ¿Cómo se manifiesta la segunda transición demográfica?

La segunda transición demográfica más que definida a través de etapas, como ocurrió en el caso de la transición clásica, ha sido descrita o caracterizada por un conjunto de manifestaciones que irían a surgir progresivamente, en función de regularidades que fueron emergiendo en algunos países europeos. Concretamente, se refiere a cambios ocurridos, no solo en el sentido económico, sino como expresión de un sentimiento de antiautoritarismo de hombres y mujeres que, siendo más educados, defienden la idea de un mundo más igualitario. En términos demográficos, sería caracterizada por una tasa global de fecundidad por debajo del nivel de reemplazo de forma sostenida en el tiempo; por el surgimiento de arreglos familiares resultantes de la elevación de la edad al casarse y tener hijos; por el incremento de la procreación fuera del matrimonio; aumento de la cohabitación, tanto en las primeras uniones como en las posteriores; mayor incidencia de los divorcios y cambios en los patrones de reconstitución de familias.

La forma en que las manifestaciones de segunda transición aparecen puede ser identificada con aquello que Smock (2000) utilizó para explicar las diferentes transformaciones que ocurren en la constitución de la familia contemporánea, denominadas "reacción en cadena". De esta forma, las distintas tendencias son reforzadas entre ellas por medio de cambios en la esfera familiar que, a su vez, se mantienen o acentúan en otro dominio familiar. Por ejemplo, altos niveles de disolución de uniones pueden conducir al incremento de formas de consensualidad. Los individuos asimilan, por observación directa o experiencia propia, que el matrimonio puede no ser permanente. El aumento de la consensualidad puede provocar más hijos fuera del matrimonio y así sucesivamente.

Esos cambios se explican a través de la visibilidad de una reorientación de valores bajo la idea de la satisfacción de necesidades postmaterialistas, como, por ejemplo, la tolerancia a la diversidad, la libertad de elección, a la autosatisfacción, la no aceptación de la autoridad tradicional (van de Kaa, 2001).

Frecuentemente, no es posible identificar el fin de una transición y el comienzo de la otra de manera precisa, incluso podrían ocurrir momentos de superposición de atributos de una con la otra. Según Lesthaeghe & Neels (2002), aquellos países que estuvieron en la avanzada, en términos de primera transición demográfica, también se encontrarán con ventajas para pasar por la segunda transición demográfica.

Aunque sea aceptada la posibilidad de superposición de las dos fases de la evolución demográfica por algún tiempo y se reconozca que, en términos estructurales y culturales, la segunda transición tiene sus antecedentes en la primera transición demográfica, Lesthaeghe & Neels (2002) proponen mantener la distinción entre la primera y segunda transición. Los argumentos presentados por los autores están vinculados al hecho de que constituyen dos fases históricas distintas, cada una con su propia lógica social y, por consiguiente, serán igualmente distintas en sus consecuencias.

 

Las variables demográficas en la segunda transición

En términos de segunda transición demográfica, la mayoría de los cambios que se manifiestan, en primera instancia, estaban centrados en las variaciones de la fecundidad, sobre todo en sus indicadores y factores comportamentales en el ámbito de la sexualidad. De acuerdo con Lesthaeghe (1987), los cambios están asociados a los procesos de formación de familias y ligados directamente a eventos  que conforman el ciclo de vida familiar. Se configuran  en tres categorías: 1) Matrimonios e hijos: Aumento en la edad al matrimonio; el consecuente incremento del tiempo de vida soltero; una importante presencia de la cohabitación y residencia prolongada en la casa de los padres y el aumento de la procreación dentro de las uniones consensuales; 2) Divorcios y separaciones: Aumento de la tasa de divorcios  y elevadas tasas de separación de las personas que cohabitan y 3) Recasamientos: Primero ocurre un incremento de los rematrimonios, que, después, poco a poco, dan lugar a un aumento de la cohabitación con el fin de un matrimonio o viudez. Desde la perspectiva de este autor, estas tres categorías involucran los principales eventos de los procesos de formación de nuevas familias.

En este mismo sentido, van de Kaa (1987) resume las cuatro dimensiones principales de la segunda transición demográfica. Según el autor, ocurren cambios en el matrimonio, en el papel de los hijos, en la anticoncepción y en los tipos de familias.

Como se puede apreciar, los autores coinciden en los elementos sustantivos de esta segunda transición demográfica. Ambos colocan el eje central en los eventos esenciales que componen el ciclo de vida de una familia. Sin embargo, no siempre asumen el concepto de proceso para discutir sobre la formación de familias.

Por otro lado, aunque la segunda transición enfatice los arreglos familiares resultantes de cambios en los patrones de nupcialidad y fecundidad, en los trabajos más recientes, gana interés la aparición de manifestaciones relativas a la mortalidad y la migración. De esta forma, sería imposible alcanzar una aproximación completa de esta etapa de la evolución demográfica, sin presentar, de forma más sistemática, las principales características de la segunda transición, particularizando en el comportamiento que se espera de cada variable. Se debe observar que algunas de las manifestaciones que son presentadas, aparecen, también, en la primera transición demográfica. Ello es indicativo de que entre el fin de una etapa y el inicio de la otra, no existe un límite estricto y podría producirse una superposición de las dos fases de la evolución demográfica.

La formación de familias en escenarios de segunda transición demográfica

La sistematización que se presenta fue elaborada a partir del texto de van de Kaa (1987) en el cual el autor propone quince etapas. Sin embargo, para los efectos de este estudio, fueron reducidas a ocho, de acuerdo con el criterio de que en estas son contemplados todos los elementos necesarios para el análisis que se persigue:

1. Caída de la tasa de fecundidad de período debido a la reducción de la fecundidad en las edades avanzadas. Se origina un decline en los nacimientos de orden alto. En este escenario, la fecundidad de cohorte no se altera y va a permanecer por debajo del nivel de reemplazo.

2. En fase inicial de la segunda transición demográfica ocurre una disminución de la edad al primer matrimonio, edad que posteriormente tiende a elevarse.

3. Se incrementan los niveles de los divorcios y separaciones. El matrimonio es largamente aplazado y, posteriormente, substituido por la cohabitación. Esto ocurre frente a una aceptación social de la cohabitación, siendo asumida como un período de test previo al matrimonio y como una alternativa a este. Las preferencias de las personas ubican a la cohabitación, como un estatus mejor en comparación con la viudez y el divorcio.

4. Ocurre un incremento de los nacimientos fuera del matrimonio. Paralelamente, los matrimonios, muchas veces, son aplazados hasta el surgimiento de un embarazo.

5. Aumenta la edad al tener el primer hijo, tanto de los hombres como de las mujeres.

6. Frente a un escenario en el cual la fecundidad es frecuentemente postergada, no todos los hijos que fueron aplazados nacen. Se espera, también, que ocurra un incremento del número de mujeres que no desean tener hijos. En este momento se supone que la fecundidad de cohorte disminuye.

7. Toda vez que la cohabitación tiende a ser más frecuente en las mujeres jóvenes, frente a una posposición, también, de la maternidad de las mujeres unidas, tiene lugar una caída de la fecundidad de las mujeres jóvenes, que tendrá un impacto en la tasa global de fecundidad.

8 En contextos de segunda transición, el aborto tenderá a tener un papel importante, constituyéndose, con frecuencia, en una práctica legal. Paralelamente se incrementa el uso de métodos más eficaces como la esterilización, lo que llevará a una disminución de la fecundidad no deseada.

La cuestión de las relaciones de género que se convierte en un tema de particular importancia en contextos de segunda transición demográfica, es señalada por McDonald (2000), en un sentido diferente y relevante para este estudio. Se trata de la relación entre equidad de género y niveles muy bajos de fecundidad. Se trata de que aquellos países con niveles más bajos de fecundidad, probablemente, van a mostrar incoherencias entre cambios institucionales en favor de la equidad de género y la infraestructura necesaria para apoyar esos cambios. Esto significa que la mujer gana mejores oportunidades de educación y empleo, pero no existe una red de apoyo (círculos infantiles, políticas de protección a la maternidad) que sea suficiente para ella también tener hijos.

La mayoría de los elementos enunciados anteriormente condiciona el surgimiento de cambios en la secuencia que tradicionalmente siguen los eventos, tales como matrimonios, hijos, divorcios, etcétera. Aunque este no sea un fenómeno restricto de la segunda transición demográfica, la alteración en la secuencia tradicional de los eventos del ciclo de vida se convierte en relevante en este escenario, debido a todas las características discutidas en relación a esta etapa. De esta forma, frecuentemente, no es posible identificar un orden claro en la cronología seguida por eventos tales como matrimonio – embarazo – nacimiento de los hijos.

 

La mortalidad y la migración en escenarios de segunda transición demográfica

A continuación, se reflejan las principales características en términos de comportamiento de la mortalidad. Es justo destacar que algunas de ellas pueden ser observadas también en la fase final de la primera transición demográfica: 

  • Como resultado del envejecimiento de la estructura por edades, se produce un incremento de la tasa bruta de mortalidad.
  • §Los cambios en el patrón epidemiológico, que ya se evidenciaron en la transición demográfica clásica, se acentúan en esta segunda etapa. Por ejemplo, se incrementan las muertes por causas degenerativas, aparecen enfermedades como la depresión, el síndrome del pánico, propios de los estilos de vida modernos que acompañan este proceso.
  • Con acceso y calidad en los servicios de salud garantizados, la elección individual en términos de cuidados de salud es más importante. La idea del énfasis individual para prevenir una muerte precoz es más popular. Así, cada persona es responsable por la calidad de su vida. Eso debería provocar que aumente aún más la expectativa de vida. Además, debido a la elevada escolaridad y autopercepción de los riesgos para la salud, existe una mayor preocupación por mantener mejores hábitos de vida, estilos más saludables, como la práctica de ejercicios físicos y reducción del consumo de drogas.
  • Disminución de la mortalidad debido a neoplasias malignas como resultado de la mejoría en la alimentación y de la calidad nutricional, que debe suceder como resultado de las actitudes individuales, en conjunción con la disponibilidad y acceso a mejores tipos de alimentos, tecnología y conocimientos médicos.
  • Gana importancia la calidad de la sobrevivencia por encima de 60 años, sobre todo reflejado en estilos de vida y un envejecimiento saludable.

La migración es incorporada paulatinamente en el marco conceptual de esta segunda transición demográfica. En esta ocasión, surge como el factor estabilizador de la dinámica demográfica, que aparece resultante del envejecimiento de la estructura por edades de la población y de los desafíos que ese proceso trae consigo. En este sentido, el texto de Lesthaeghe & Neidert (2006) resalta el efecto de reposición que la migración podría tener. De esta manera, es insertada abiertamente en el marco de la segunda transición demográfica y surge la idea de que en este escenario el mundo desarrollado occidental es conducido a una sociedad multicultural y multiétnica, contextos de evidente complejidad social. 

En general, la migración se convierte en una variable significativa en este proceso transicional. A pesar de desempeñar un papel fundamental, como consecuencia de su interrelación con las otras componentes demográficas, en sí misma ella expresa su importancia, reflejada en el incremento de los saldos migratorios y en el impacto en las relaciones intergeneracionales. Para algunos de los teóricos de la segunda transición, la migración es la válvula de escape al producir una respuesta frente al impacto del comportamiento de la fecundidad en el mercado de trabajo (van de Kaa, 2002).

Sin embargo, las condiciones indican que el papel de la migración es más difícil de medir, pues dependerá de las circunstancias de cada país o región, de la capacidad de absorción o de rechazo de la población y del tipo de políticas migratorias implementadas. No puede descartarse que la migración puede tener un papel protagónico, tanto manifestándose por la vía de migrantes ilegales, como a través de un proceso selectivo legal. Una muestra de la complejidad del papel de la migración en las poblaciones que hoy se caracterizan por estar en esa segunda transición demográfica, está dada por el conjunto de medidas editadas por la Comunidad Europea, que regula y restringe la migración internacional originaria de países menos desarrollados y penaliza severamente al inmigrante ilegal.

Desde el punto de vista de los valores cuantitativos de los indicadores demográficos, se presenta alguna sistematización atendiendo a la experiencia en las regiones industrializadas y los países europeos en general. Así, el inicio de esta segunda transición podría ser ubicado cuando la tasa bruta de mortalidad comienza a aumentar como consecuencia de una estructura por edades más envejecida, en tanto la tasa bruta de natalidad continúa su descenso o se estabiliza en valores bajos, también como consecuencia de la menor cantidad de mujeres en las edades reproductivas. Como resultado, la tasa de crecimiento natural continua su descenso también. Ello permitiría afirmar que la segunda transición se gesta en las etapas finales de la primera, compartiendo ambas, rasgos comunes.

De manera peculiar se aprecia en estas regiones industrializadas un saldo migratorio positivo al ser regiones atractivas a la inmigración desde zonas y países subdesarrollados. Así, se produce la coexistencia de patrones reproductivos de diverso signo toda vez que el proceso de adaptación de los migrantes al nuevo contexto no es inmediato y conlleva una duración en el tiempo, durante el cual estos migrantes conservan niveles de fecundidad característicos de sus lugares de origen. Sin embargo, en su proceso adaptativo asumen paulatinamente los comportamientos de estos lugares de destino, de ahí que su incidencia en la fecundidad del país de destino sea leve y no prolongada en el tiempo.

En otros estudios, (van de Kaa, 1987)[4] se identifican además algunas etapas en este proceso transicional, también desde la experiencia encontrada en Europa a fines de los 80. De este modo, se determina un primer grupo de países en los cuales se podría acotar una segunda transición demográfica muy avanzada y que presentan como característica general una tasa bruta de natalidad entre 10 y 12 por mil habitantes, una tasa de crecimiento natural menor o igual a 0,4% y alrededor del 40% de los hijos se tienen fuera del matrimonio. El segundo grupo se cataloga como en segunda transición lenta y son los que muestran una tasa bruta de natalidad de entre 12 y 16 nacimientos por mil habitantes y una tasa de crecimiento natural mayor a 0,4%; en tanto el tercer grupo resulta muy peculiar, pues en estos países la tasa bruta de natalidad es de alrededor de 14 nacimientos por cada mil habitantes, sin embargo, "se denotan la persistencia de comportamientos tradicionales en las normas y estructuras sociales en torno a la reproducción y sexualidad" (van de Kaa, 1987, p. 11).

Es obvio que unido a estos indicadores de carácter cuantitativo que muestran países con una primera transición completa y con valores en los indicadores demográficos, sostenidos en el tiempo, en estos contextos se han encontrado otros patrones de comportamiento de carácter cualitativo que serán delimitados más adelante, pero que a grandes rasgos se están refiriendo a cambios en la manera de conformar las parejas y las familias y tener los hijos.

Las revisiones bibliográficas al respecto no acuñan una relación entre estas llamadas etapas y los aspectos de cambio anteriormente señalados. De cierto modo, se presentan como un proceso continuo con características que aparecen en mayor o menor grado en las diferentes sociedades.

Esta llamada segunda transición demográfica, pone su énfasis de manera significativa en cambios relativos al comportamiento de los individuos frente a su reproducción, luego de sostenidos valores en los indicadores y del tránsito de las variables mortalidad y fecundidad hacia niveles bajos.  La principal característica demográfica en esta etapa es su efecto sobre las estructuras por edades, al elevarse la proporción de personas en edades avanzadas, encontrándose las sociedades ante un acentuado envejecimiento de la población al que hacerle frente.

Lo más significativo de este proceso transicional desde las diferentes aproximaciones teóricas es asumirlo como un continuo, en el cual la última etapa de la transición demográfica sienta el precedente para que dichas sociedades postransicionales, una vez alcanzados determinados patrones de comportamiento, propicien, dentro de su propio desarrollo social, que aparezcan o se profundicen particularidades en sus actitudes ante la reproducción, la formación de familias, entre otras.

Al igual que ocurrió históricamente con la transición de las variables mortalidad y fecundidad, que no se produjo simultáneamente en el tiempo en las diferentes sociedades, poseyendo en cada región y país sus propias peculiaridades, estará ocurriendo en la actualidad con la llamada segunda transición. Esta depende, en mucho mayor grado, de los patrones sociales y culturales de cada región y las sistematizaciones hasta ahora realizadas son, al igual que a principios del pasado siglo, a partir de la experiencia de los contextos europeos industrializados.

Resulta significativo que una vez que comienza a disminuir la fecundidad y se logran bajos niveles, por debajo del reemplazo, en los cuales se mantiene la variable de manera prolongada, no es posible esperar un aumento significativo que retorne su nivel al reemplazo, independientemente de la puesta en práctica de políticas o estrategias pronatalistas, aun cuando ello se haya logrado excepcional y coyunturalmente en algunas situaciones específicas. Sin embargo, en el caso de la mortalidad si se ha verificado el deterioro de los indicadores y su retroceso en contextos específicos, generalmente asociados a situaciones de crisis económica en las que se ha visto muy afectado el nivel de vida de la población. Aunque en ocasiones, determinadas políticas y estrategias pronatalistas logren algunas elevaciones en indicadores de la fecundidad, este no resulta sostenido en el tiempo.

 

El proceso transicional cubano hasta la actualidad

La transición demográfica en Cuba ha sido ampliamente debatida en las investigaciones realizadas al respecto. Sus etapas han sido ubicadas coherentemente con los distintos momentos del desarrollo económico y social del país, así como con las circunstancias históricas de la nación. En este sentido, aun cuando no hay siempre concordancia al respecto, las etapas de dicha transición demográfica cubana quedan situadas del siguiente modo:

  • Primera etapa: Entre 1900 y 1934 aproximadamente (Hernández, 1986), mientras que García (1995) la define hasta mediados de la década de 1940.
  • Segunda y última etapa: Entre fines de la década del 30 (Hernández, 1986) o del 40 (García, 1995) hasta mediados de la década del 70, año "que se supone marca el fin de la revolución demográfica cubana, la cual se ha llevado a cabo en el marco de profundas transformaciones económicas, políticas y sociales…" (Hernández, 1986, p. 200).

Por otra parte, Mundigo y Landstreet, en 1983 (Erviti y Segura, 2000) atendiendo a los niveles de la natalidad específicamente, identifican con relación al caso de Cuba, cinco etapas:

a) 1900- 1930: Inicia el proceso de disminución de la tasa bruta de natalidad.

b)  1930- 1950: Disminución más lenta de la tasa bruta de natalidad.

c)   1950- 1959: La disminución de la tasa bruta de natalidad se acelera.

d)  1960- 1965: Aumento de la tasa bruta de natalidad.

e)   1966- 1980: Reinicio de la disminución de la tasa bruta de natalidad.

En tanto, según la clasificación de Naciones Unidas en el año 1989, (que relaciona esperanza de vida y tasa global de fecundidad con factores de la conducta reproductiva), Cuba se ubica en una cuarta y última etapa de transición en la que el nivel de esperanza de vida sobrepasa los 65 años mientras que la tasa global de fecundidad desciende por debajo de un umbral de entre 2 y 3 hijos por mujer. Esto tenía lugar durante el quinquenio 1980-1985. Son identificados como influyentes en la conducta reproductiva factores como la baja mortalidad infantil, el cambio en la condición de la mujer, una actitud más favorable a la planificación familiar y la disminución en las tasas de nupcialidad (CEDEM, ONE, MINSAP, FNUAP, UNICEF, 1995).

Como es apreciable, hay bastante consenso entre los demógrafos sobre las etapas transicionales de la población cubana, y sobre su conclusión, auncuando en casos diferentes son clasificadas con criterios diversos, se coincide en asegurar que Cuba está más allá del final de esta primera transición, y que, para fines de los 80s, se ha concluido este proceso.

Existen, por otra parte, algunas discrepancias en lo que se refiere a la transición de cada una de las variables, puntualizando en el caso de la mortalidad, el estado de la transición epidemiológica y, en el caso de la fecundidad, algunas referencias a desarticulaciones aún presentes en el comportamiento reproductivo de los cubanos.

Al respecto, se han realizado otras aseveraciones que afirman que "de acuerdo con el marco de referencia conceptual comúnmente aceptado, puede decirse que, en la actualidad, Cuba ha completado ya su transición demográfica." (CEDEM, ONE, MINSAP, FNUAP, UNICEF, 1995, p. 10) y continúa "…el curso seguido por la transición cubana, sobre todo cuando se analiza desde una perspectiva continua, presenta un rico conjunto de experiencias de diverso signo, tanto por sus importantes logros generales como por algunas desarticulaciones particulares…" (CEDEM, ONE, MINSAP, FNUAP, UNICEF, 1995, p. 15).

En esta situación valdría la pena preguntarse si es posible ubicar en Cuba una segunda transición demográfica, o clasificar a la población cubana en un estado postransicional. El descenso sostenido de la variable fecundidad por debajo del reemplazo por casi cuatro décadas, unido a otros elementos de carácter cualitativo dentro del comportamiento reproductivo de la población cubana, así como las características de su estructura etaria en la actualidad, así lo avalan.

La realidad demográfica cubana actual no es similar a la de otros contextos; posee particularidades y rasgos cuya explicación comienza a rebasar los marcos teóricos de la teoría de la transición demográfica, encontrando sustento cognoscitivo en el esquema analítico de la segunda transición, y complementándose ambas teorías como un cuerpo continuo de análisis que permite mayor claridad a la hora de comprender la evolución secular de la población cubana.

 

¿Segunda transición demográfica en Cuba?

Según las etapas definidas con anterioridad, las cuales clasifican a los países en los que se identifican los rasgos de la segunda transición, Cuba muestra niveles en sus indicadores demográficos que permiten ubicarla en este proceso transicional. Así, para el año 2015, la tasa bruta de natalidad del país fue de 11,1 nacimientos por cada mil habitantes, la tasa de crecimiento natural se situó en 0,23% y poco menos del 70% de los nacimientos tuvieron lugar fuera del matrimonio, en su mayoría de madres en condiciones de unión consensual. En tanto, la tasa bruta de mortalidad muestra un comportamiento cercano a 9 defunciones por cada mil habitantes, indicador este que ha ido aumentando progresivamente en el tiempo.

La mayor distinción del caso cubano con relación al contexto europeo que sirvió de referente empírico a la teoría de la segunda transición demográfica lo constituye el hecho de que Cuba, contrariamente a los países europeos, muestra un persistente e histórico saldo migratorio negativo que la convierte en un país emisor de población, cuando los autores de la teoría habían constatado lo contrario en aquellos espacios.

Podría adelantarse, como parte de la explicación, que ello estaría determinado, entre otros factores, por ser la transición demográfica cubana un caso particular y aleccionador en tanto se produce en condiciones de subdesarrollo económico, hecho que la distingue igualmente de los países europeos y que la acerca más a las poblaciones que menos han avanzado en ese proceso y que son las que nutren las corrientes migratorias que se dirigen hacia Europa; sin embargo, muestra un paralelo interesante con contextos latinos y caribeños, en los cuales las propias singularidades de este proceso se pueden continuar produciendo.

El modelo teórico está señalando el inicio de una segunda transición demográfica cuando se aprecia una aceleración del descenso del crecimiento natural, un aumento sostenido de la tasa bruta de mortalidad, condicionado por los niveles de envejecimiento de la población, y una tasa bruta de natalidad que se estabiliza y oscila alrededor de 11 nacimientos por cada mil habitantes. Por su parte, el saldo migratorio comienza a incrementarse y a tomar valores positivos.

Para Cuba, se puede acotar, tal como han afirmado otros investigadores, el inicio y conclusión de la transición demográfica cubana, para la segunda mitad de la década de los 80. Entre fines de dicha década e inicios de los 90, se podría ubicarel inicio de una segunda transición en el país. Es aquí donde se puede encontrar una tasa bruta de mortalidad con un comportamiento oscilante tendiendo a un ligero incremento desde 6 defunciones por cada mil habitantes hasta llegar a 8,9 por cada mil en el 2015, la tasa bruta de natalidad oscilando con una tendencia marcada a la reducción, desde algo más de 17 por mil hasta 11,1 en el 2015 y la tasa de crecimiento natural mostrando un descenso notable desde 10,8 por mil hasta 2,3 por mil para el 2015. Obviamente, la estructura por edades de la población mucho más envejecida está siendo un elemento importante a tomar en cuenta en el análisis.

Resultan peculiares los espacios temporales en los que este proceso tuvo lugar, toda vez que mientras que Europa necesitó de varios siglos para registrar estos cambios, Cuba lo ha hecho en apenas 100 años. Ello se debe a que Europa necesitó alcanzar un umbral de desarrollo imprescindible para iniciar y avanzar en su transición, mientras que Cuba como el resto de las poblaciones que hicieron su transición en períodos más recientes se benefició de la transferencia de tecnología, conocimiento e información, pero a la par de avances sociales y voluntades políticas que coadyuvaron a la conformación de patrones reproductivos disociados de los niveles de desarrollo.

La velocidad con que ocurrió la transición demográfica cubana es relevante para el entendimiento de las características de este proceso. Identificar los cambios demográficos cubanos como un proceso acelerado colocaría a Cuba en condiciones similares a la gran mayoría de los países de la región latinoamericana. Por otro lado, afirmar que los cambios demográficos acontecidos fueron tan lentos como los de la mayoría de los países europeos, concede otro estatus al escenario demográfico del país. ¿Por qué es importante retomar esta discusión? El ritmo y la velocidad de los cambios pueden tener un impacto en la reacomodo social y cultural necesario para enfrentar las consecuencias que la transición trae.

Dependiendo del período definido como el inicio de la transición, podría caracterizarse como un proceso más o menos acelerado. Los cambios demográficos comenzaron como consecuencia de una modernización importada de Estados Unidos, sobre todo en términos de salud. Posteriormente, el impulso dado por los programas implementados después de la Revolución provocó que ellos se produjeran de manera rápida y homogénea.

Características como la sostenida fecundidad por debajo del nivel de reemplazo, el consecuente envejecimiento de la estructura por edades y los saldos migratorios externos negativos conceden elevada complejidad a la situación demográfica desde una mirada global. No obstante, aparecen otros atributos para completar ese cuadro, muchos de ellos asociados a los procesos de formación de la familia.  

Al parecer, en Cuba se verifica una singular autonomía de la mujer que no deriva solo de la elevada escolaridad y participación en la actividad económica. Existe también seguridad en el sistema de salud y en los derechos sociales alcanzados. Las mujeres tienden a revelar una mezcla de valores en relación con cómo toman sus decisiones sobre sexualidad, reproducción, relaciones y arreglos familiares en general. La presencia de esa autonomía, de connotación positiva coexiste con escenarios en los cuales prevalece una diferenciación de papeles de género, correspondiendo para la mujer, por ejemplo, una actitud más pasiva frente a la relación sexual y menores posibilidades de expresar sus deseos en sus relaciones.

Parece confirmarse una pérdida del valor del matrimonio, sobre todo entre los más jóvenes y escolarizados. Sin embargo, este aún forma parte de los planes futuros de la mayoría. Las uniones consensuales, presentes históricamente en la población de Cuba, han aumentado, acentuando su presencia entre los jóvenes de ambos sexos. Esetipo de vínculos no siempre es resultado de una mayor libertad de elección o de las necesidades de preservar la autonomía de los miembros de la pareja durante un período de tiempo. Condicionantes principalmente de precariedad económica y, particularmente de déficit habitacional, provocan que las parejas muy jóvenes decidan vivir juntos, sin que exista explícitamente un proceso de formación de una familia con responsabilidades compartidas o planes conjuntos.

A estas condiciones se suman otras de naturaleza social y cultural que han ocasionado una aceptación casi universal de la consensualidad en la sociedad y en la familia cubana. Un elevado nivel de escolaridad se asoció a uniones consensuales como vía para probar la convivencia, a la aceptación de la unión sin matrimonio y a la idea de un cálculo más racional sobre la posibilidad de casarse. El cuadro se completa con el aumento del divorcio como consecuencia, sobre todo, de cambios en el papel de la mujer en la sociedad y la disminución de los recasamientos.

Existe una mezcla en las opiniones y comportamientos involucrados en el proceso de formación de familias. En la mayoría de ellos, conviven elementos más y menos próximos a los escenarios típicos de segunda transición demográfica. Casi todos los resultados indican la existencia de similitudes en términos demográficos, con las condiciones típicas de segunda transición. Así como ocurre en países desarrollados, algunos de los atributos que forman parte de estos escenarios son preocupantes para Cuba por razones diferentes, lo que provoca la necesidad de cautela cuando se va a decidir sobre el tipo de abordaje que debe ser realizado.

Todos los aspectos mostrados hasta aquí están poniendo de manifiesto que el proceso acelerado y homogéneo de la transición cubana y las propias características de la sociedad apuntan hacia comportamientos reproductivos y de formación familiar que inciden en la estructura y nivel de la fecundidad, así como en la formación de parejas.

Las transformaciones en el panorama reproductivo de la población cubana están estrechamente vinculadas a la individualidad en su interacción con su entorno psicosocial. De este modo, para comprenderlos, es preciso, además de comprender el lugar de la fecundidad cubana en un entorno global y su proceso transicional, construir el sistema de interrelaciones dentro de la propia sociedad que estarán propiciando determinado comportamiento reproductivo.

El cuadro demográfico cubano revela manifestaciones de segunda transición demográfica, confirmado tanto en los indicadores agregados como en la mayoría de los indicadores a niveles individuales. Las diferencias entre las condiciones cubanas y de países europeos están en el contenido de la transición demográfica cubana, y, esto se verifica tanto en la primera como en la segunda. La forma en que llegó la modernización, el impacto de la Revolución, los motivos que hacen inhibir la fecundidad en la actualidad, los saldos migratorios externos negativos, son algunos de los elementos que corroboran esa afirmación. En suma, con relación a la segunda transición demográfica, se puede decir que Cuba representa un caso singular.

 

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* Doctora en Ciencias Económicas y en Demografía. Oficina del Fondo de Población de las Naciones Unidas (UNFPA) en Cuba.

** Doctora en Ciencias Económicas. Centro de Estudios Demográficos (CEDEM) de la Universidad de La Habana, Cuba. E-mail: grisell@cedem.uh.cu

[1] Este artículo se realiza a partir de las investigaciones que sobre la segunda transición demográfica y su expresión en Cuba realizaron las autoras para sus respectivas tesis doctorales en los años 2006 y 2009. Especificando la peculiaridad del caso cubano, se ubican de manera conjunta los resultados anteriormente presentados por separado, de modo que puntualiza y desarrolla una relación teórico-empírica para explicar la dinámica demográfica cubana. 

[2] Primera etapa: Comprende el proceso de caída de la mortalidad, como consecuencia de los avances en la salud pública, en la higiene, y descubrimiento de medicamentos. En ese período la natalidad permanece elevada, provocando un rápido crecimiento de la población; Segunda etapa: Debido a múltiples factores, de orden económico, social y cultural, la tasa de natalidad comienza a caer. Esta tendencia, conjuntamente con la mortalidad que ya estaba en descenso, provoca una reducción del ritmo de crecimiento de la población; Tercera etapa: Finalmente, la existencia de bajas tasas de mortalidad y natalidad, resulta en un lento crecimiento de la población. 

[3] Sistematiza la evolución demográfica en las siguientes tres etapas:

Poblaciones con transición completa: Las poblaciones registran tasas de fecundidad descendentes, en el nivel de reemplazo o debajo de este.

Poblaciones en plena transición: Son aquellas poblaciones donde la mortalidad disminuye, pero la caída de la fecundidad ocurre de forma más lenta, provocando que aún exista un nivel de crecimiento elevado de la población.

Poblaciones en transición incipiente: La población experimenta elevados niveles de fecundidad, que aún no comienzan a disminuir, conjuntamente con elevadas tasas de mortalidad que están iniciando el proceso de caída.

[4]En un inicio en el año 1985 se están refiriendo a las regiones europeas en su artículo: "Segunda transición demográfica en Europa";más adelante en el año 2002, se refieren a los países industrializados en el artículo: "La idea de la segunda Transición demográfica en los países industrializados"; sin embargo, aún no se ha enunciado qué ocurre o ha estado ocurriendo en países no industrializados que han alcanzado esos niveles (por ejemplo, Cuba u otras regiones del Caribe).

 

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