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Revista Novedades en Población

versión On-line ISSN 1817-4078

Rev Nov Pob vol.12 no.24 La Habana jul.-dic. 2016

 

ARTÍCULO ORIGINAL

 

Creencias de género en una comunidad rural

 

Gender believes at a rural community

 

 

Alina Concepción Alfonso León*

 

 

Recibido: 1º de noviembre de 2016
Aceptado: 15 de noviembre de 2016

 

 


RESUMEN

El presente artículo es una aproximación a las opiniones que manifiestan los integrantes de una comunidad rural respecto a un grupo de creencias, vinculado a la conducción de determinadas actividades de la vida diaria.

Para la recogida de la información se utilizó un cuestionario que contenía 35 creencias, relativas a diversas cuestiones de género, aplicado a los integrantes de la Cooperativa de Créditos y Servicios (CCS) Mártires de Taguasco, de Sancti Spíritus. A partir de que se tomó el sexo y la edad de los participantes, fue posible describir particularidades demográficas y la persistencia de determinados estereotipos de género.

Palabras clave: envejecimiento demográfico, estereotipos, género, población.


ABSTRACT

This paper approaches the judgements of the members of a rural community on different believes related with their current life. The 236 members of the CCS Mártires de Taguasco in Sancti Spíritus, were asked to fulfill a questionnaire with questions on age, sex and. Using a Likert scale the participants expressed their evaluation on 35 statements, mostly associated with gender issues. This paper contains a briefly demographic analysis using population variables, such as sex and age structure, and the evaluation of some points of view on gender issues.   

Keywords: demographic aging, gender issues, population.


             

 

Introducción

El imperativo de asegurar la subsistencia condujo a los seres humanos a iniciar un proceso de intercambio con el medio circundante, que sigue vigente en la actualidad. En este contexto desarrollaron paulatinamente habilidades físicas y cognitivas y con ello la capacidad de pensar y decidir ante diferentes alternativas. Todo ello ante la necesidad de encarar los desafíos que la vida cotidiana les imponía.

A partir de la diversificación de las tareas a asumir, los individuos reconocieron la necesidad de integrarse en diversas agrupaciones, en sus inicios muy primitivas y con escaso grado de organización. Posteriormente estos grupos se redistribuyeron según sus funciones específicas y así la interrelación entre sus miembros se tornó más compleja, estable y duradera. Sin perder su singularidad, las personas fueron conformando un sistema superior: la sociedad. Aparecieron diferentes categorías con niveles y funciones bien especificadas. Este fue el punto de partida de una incipiente división del trabajo, que ha ido adoptando diversas formas de expresión, hasta llegar a la sociedad de hoy en día.

Con el decurso del tiempo aparecieron un conjunto de ideas o axiomas, fundamentadas o no, que han llegado a formar parte de la cultura y del modo de vida de las personas. Las mismas se reflejan en los comportamientos, los procederes y las conductas, seguidos tanto por los individuos como por la sociedad en su conjunto. En ocasiones dichos postulados llevan consigo una carga de discriminación y desigualdad, que puede entorpecer el normal desenvolvimiento de los seres humanos.

El presente artículo es una aproximación al estado de opinión que manifiestan los 236 miembros de una cooperativa rural, respecto a un grupo de creencias, vinculado a determinadas áreas de la vida cotidiana.

 

Métodos y datos

El trabajo se nutre de la información recogida mediante un cuestionarioque contenía 35 creencias, relativas a diversas cuestiones de género, aplicado a los integrantes de la Cooperativa de Créditos y Servicios (CCS) Mártires de Taguasco, de Sancti Spíritus. Esta investigación se llevó a cabo en el marco del Programa de Apoyo Local a la Modernización Agropecuaria de Cuba (Proyecto PALMA), Iniciativa IGECSA, desarrollado por el Ministerio de la Agricultura de la República de Cuba y el PNUD, con financiamiento de la Unión Europea. Las áreas de interés que abarcaron estas creencias estuvieron vinculadas con:

1)  Selección y Contratación del personal.   

2)  Desarrollo profesional.

3)  Conciliación vida laboral-familiar y corresponsabilidad.

4)  Ambiente laboral y salud.

5)  Comunicación inclusiva e imagen no sexista.

La toma de información se realizó mediante autoadministración, es decir los participantes rellenaron por sí mismos el cuestionario. Se les pidió marcar junto a cada creencia, los siguientes niveles de aceptación:

TA: Totalmente de acuerdo

PA: Parcialmente de acuerdo

TD: Totalmente en desacuerdo

Se incorporó la categoría NR: No responde, para aquellos casos en los que los entrevistados no emitieron su parecer.  

Los individuos fueron separados según sexos y grupos de edades. El objetivo de este desglose es poder caracterizar la impronta de estas dos variables en la apropiación de determinadas creencias de la vida cotidiana. La metodología utilizada emplea métodos propios del análisis demográfico, la estadística descriptiva y el análisis exploratorio de datos.  

 

Características  demográficas

Una breve aproximación a la estructura según sexo y edades de los afiliados a la entidad mostró, en primer término, una gran desproporción en la estructura de sus miembros según sexos.  Los datos reflejados en la tabla 1 muestran que la plantilla de la cooperativa cuentasolo con un 15,7% de mujeres.  

Conforme a la información ofrecida por el Centro de Estudios de Población y Desarrollo de la ONEI, al cierre del año 2015, el 53,1% de la población rural del municipio Cabaiguán era masculina y el 46,9% femenina. Esta característica no se corresponde ni con mucho con la estructura según sexos de los miembros efectivos de la cooperativa.

Las edades de los asociados oscilan en un amplio intervalo que va desde los 20 hasta los 89 años. La edad promedio es de los cooperativistas es de 55,67 años, aunque las personas de 50 años, son las que más abundan en la entidad, con algo más del 61,0%.

Con el fin de completar el análisis según sexo y edad, se construyó una pirámide de población. En primer término, se corrobora la escasa participación femenina dentro de los integrantes de la CCS, que se refleja en los pequeños valores de las barras en color verde.

La entidad muestra un alto grado de envejecimiento. Algo más del 47% de los hombres afiliados tiene 60 años y más. Para las mujeres este porcentaje es de 35,2%. Globalmente, el 45,2% de los integrantes de la cooperativa tiene 60 años y más. De acuerdo a las clasificaciones del envejecimiento definidas por los organismos internacionales, el envejecimiento de esta entidad califica como avanzado. Nótese, además, que en la base de la pirámide, es decir, en las edades comprendidas entre los 20 y los 30 años no hay mujeres, así como tampoco en la cima del gráfico, en las edades superiores a los 80 años.Esta puede seruna muestra de la presencia de una disparidad de género, sobre todo a la hora de incorporar fuerza de trabajo, que aparentemente favorece la entrada de hombres jóvenes. En las edades más avanzadas, pudiera ser indicativo del retiro más acelerado de la fuerza de trabajo femenina, entre otras causas motivado por la necesidad de asumir nuevos roles dentro del hogar y la familia, por ejemplo, el decuidadoras.

En la tabla 2 aparece la distribución de la población según sexos y cuatrograndes grupos de edades. En la misma se puede apreciar la escasez de efectivos, sobre todo la ausencia de féminas en el grupo de edad más joven de los cooperativistas.

A continuación se discutirán algunos resultados de la antes mencionada investigación. Ellos son los vinculados con:  

1)  Selección y contratación del personal.   

2)  Desarrollo profesional.

3)  Conciliación vida laboral-familiar y corresponsabilidad.

 

Discusión de resultados

Sobre la selección y contratación  del personal

Anteriormente se hizo alusión no solo a la escasa participación femenina dentro de la entidad, sino también a su baja presencia entre aquellos miembros con edades inferiores a los 30 años. En ello pudieran incidir determinadas opiniones, respecto a la fortaleza física de las féminas para llevar a cabo determinadas labores.

La creencia No. 22 de la planilla expresaba: “Los hombres deben hacer el trabajo que necesita esfuerzo físico en el campo, ellos son más productivos”.  En la figura 2 aparece la distribución de los porcentajes de las alternativas de respuesta, según sexos. Entre aquellos que formularon claramente su desacuerdo, el porcentaje de féminas, prácticamente duplica el de hombres.

Incorporar a este diagnóstico la desagregación por grupos de edades añade un elemento de indiscutible interés, que puede ser valioso sobre todo a la hora de implementar políticas con un carácter más focalizado en los intereses y conductas seguidas por las personas. El mencionado desglose aparece en la tabla 3.

Grupo de edades de 15 a 29 años: El primer elemento que pudiera llamar la atención en la tabla anterior es la ausencia de respuesta femenina. Cabe recordar que la cooperativa no tiene integrantes femeninas tan jóvenes. Pese a que ningún hombre estuvo en desacuerdo, la mitad de estos varones jóvenes se asocia parcialmente con la creencia de una mayor productividad masculina.

Grupo de edades de 30 a 44 años: Solo el 37% de los hombres concuerda totalmente con esta creencia, en contraste con el 50% de las mujeres, lo que pudiera evidenciar una relativa “automarginación” femenina.

Grupo de edades de 45 a 59 años: Se incrementa el porcentaje de hombres a favor de la presencia de una mayor productividad masculina, solo el 24,5% discrepa con esta creencia. En el caso de las mujeres, la mitad de las que se encuentran en este grupo etario está en desacuerdo.

Grupo de edades de 60 años y más: Entre los adultos mayores prevalece con fuerza la creencia de que los hombres deben asumir los trabajos más pesados y a su vez son más productivos. Globalmente se trata de un grupo mayoritario, 45,3% del total, lo que en un momento dado pudiera influir negativamente en ciertas decisiones que pondrían en desventaja, no solo a la fuerza femenina presente en la actualidad, sino también a la posible entrada de trabajadoras.

En todos los grupos de edades, el porcentaje de hombres que emiten una valoración intermedia, supera el 30%. A partir de la importancia que esta franja de indecisión tiene para uno u otro extremo, debe reforzarse la labor educativa, a fin de revertir este estereotipo.

 

Desarrollo profesional

En este apartado se agruparon las siguientes creencias:

11. Los hombres son mejores que las mujeres a la hora de tomar decisiones.

15. Los hombres son mejores que las mujeres desempeñando funciones que impliquen responsabilidad y toma de decisiones.

20. Los hombres están más capacitados que las mujeres para realizar avances científicos.

23. Los hombres deben recibir asistencia técnica pues ellos hacen la labor agropecuaria.

27. Las orientaciones sobre uso de maquinaria o equipo agrícola deben brindarse a los hombres.

29. Los cargos de responsabilidad en las organizaciones deben representarlos los hombres pues tienen más tiempo y les interesa más.

Todos los participantes se sintieron en condiciones de brindar una calificación con relación a si los hombres son mejores que las mujeres en la toma de decisiones (tabla 4). No obstante, a medida que aumenta la edad se reduce la brecha entre hombres y mujeres en torno al total desacuerdo. Incluso dentro de los miembros de 60 años y más, el porcentaje de mujeres en desacuerdo es inferior al de los hombres. Esto pudiera ser evidencia de la presencia de un cierto rechazo de las mujeres a ocupar puestos que impliquen la toma de decisiones, así como una cierta subvaloración de sus capacidades y la adopción de un patrón de pasividad ante la disyuntiva de tener que pronunciarse en determinadas cuestiones.

El estado de opinión sobre si los hombres tienen mejor desempeño que las féminas en los puestos de responsabilidad y toma de decisiones, tiene un comportamiento similar. A pesar de ello, se aprecian algunas áreas donde pudiera reforzarse la labor educativa. El 50% de hombres menores de 30 años declaró un acuerdo parcial. Si se sumasen al 20% que está totalmente de acuerdo, expresaría un nivel de arraigo de la creencia no despreciable dentro de la subpoblación masculina (tabla 5).

El nivel de apreciación cambia un tanto cuando se refiere que los hombres están más capacitados que las mujeres para realizar avances científicos. Solo el 43,9% de los hombres desacuerda en oposición al 64,9 de féminas. Aproximadamente la cuarta parte de los participantes en el estudio estuvieron totalmente de acuerdo (tabla 6).

Con relación a si “Los hombres deben recibir asistencia técnica pues ellos hacen la labor agropecuaria”, las mujeres muestran un alto nivel de aceptación de la misma, 59,5% (tabla 7). Esto pudiera esta provocado por varias causas, entre las que pudieran estar:

  • la baja participación femenina dentro de la fuerza vinculada directamente a la producción.
  • la prevalencia de la creencia de que la mujer debe asumir labores menos pesadas, lo cual la aleja de la labor netamente agrícola.
  • desinterés femenino por compartir en estas labores técnicas.

No obstante, valdría la pena detenerse en el particular comportamiento de los hombres entre 15 y 29 años, el cual se refleja en la figura 3. Solo el 10,0% no está de acuerdo con que los hombres deben recibir asistencia técnica. Esto pone de manifiesto una arista donde robustecer la labor educativa con enfoque de género, sobre todo por tratarse de las generaciones más jóvenes, adhiriéndose a una creencia que definitivamente relega a la mujer a un segundo plano. Si bien ahora estos hombres jóvenes solo representan el 5% de la plantilla masculina, precisamente por su juventud e importancia para el futuro, debe trabajarse en aras de revertir esta condición.

Se sometió a la consideración de los participantes la creencia: “Las orientaciones sobre uso de maquinaria o equipo agrícola deben brindarse a los hombres” (tabla 8). Nuevamente se constata una actitud “retraída” de las féminas, donde algo más de la mitad acepta que los hombres deben ser los destinatarios de la instrucción sobre la maquinaria agrícola. Esta tendencia se refuerza con la edad, pues a medida que aumenta la misma, se incrementa el porcentaje de mujeres que acepta este postulado. 

Si se tiene en cuenta que en el curso escolar 2010-2011, solo el 8% de las graduadas provenía de carreras técnicas y agropecuarias, se puede afirmar la necesidad de continuar trabajando para propiciar la incorporación y graduación de la mujer en este tipo de carrera. Comparado con años anteriores, donde según el Censo de 1943 solo había en el país tres mujeres ingenieras agrónomas, se ha avanzado muchísimo. No obstante, se puede hacer mucho más para superar este estereotipo.

Sobre si “los cargos de responsabilidad en las organizaciones deben representarlos los hombres pues tienen más tiempo y les interesa más”, esta creencia fue ampliamente rechazada por ambos sexos, aunque las mujeres expresaron de forma más decisiva su inconformidad. Resulta significativo cómo el 80% de los hombres más jóvenes, no se adhiere a esta idea (tabla 9).

Una lección aprendida a partir de la lectura de este eje, apunta a una “polarización” en detrimento de las mujeres respecto al aprendizaje técnico relacionado con la técnica agropecuaria. La misma está expresada paradójicamente desde el seno de la propia membrecía femenina, que por diversas razones, no exploradas aquí, limita su acceso a la superación en esta área.

Por otro lado, ciertas opiniones expresadas por los hombres menores de 30 años, deben ser objeto de análisis, por las implicaciones que pudieran tener en un futuro en el logro de la equidad de género en la CCS Mártires de Taguasco. 

 

Conciliación vida laboral-familiar y corresponsabilidad

La familia es reconocida como la unidad o célula básica de la sociedad. En su seno se generan disímiles acuerdos y estrategias, que posteriormente se reflejan en la sociedad. En este marco se reconoce el importante rol que desempeñan las féminas. Benítez (1999) reconoce este papel y además, en el caso cubano, la combinación de las funciones familiares con la participación social y laboral.

Uno de los ejes temáticos del cuestionario que sirvió de base al estudio, agrupó acápites relacionados con la “Conciliación vida laboral-familiar y  corresponsabilidad”. Aquí se incluyeron un conjunto de asertos populares, surgidos a partir de ciertos arreglos de vida, que, por lo general, se adoptan en el seno de la familia. Ellos son:

1. Los bebés necesitan más cercanía de la madre que del padre.

2. Las mujeres son mejores para la crianza de los hijos/as, debido a su instinto maternal.

5. La mayor responsabilidad económica del hogar, debe recaer en el hombre.

6. Un hombre no puede dar el cuidado adecuado al bebe.

9. El hombre debe ser el jefe del hogar.          

16. Los hombres deben representar a la familia a la hora de tomar decisiones sobre el hogar.

31. Los hijos varones son quienes deben ayudar a los padres en la labor agropecuaria.

35. El hombre que trabaja la tierra siempre distribuye los beneficios que obtiene de su trabajo con el resto de los miembros de su familia.

No cabe duda que muchas de estas afirmaciones se sustentan en factores culturales y tradicionales muy arraigados en la sociedad cubana. Temas sobre los que aún se continúa debatiendo, como la doble jornada de la mujer, su sobrecarga en el cuidado de los hijos y la familia, la supremacía masculina en el ámbito del hogar y la familia, entre otros, están integrados en las anteriores afirmaciones. Buen ejemplo es aquella que otorga más valor a la cercanía madre/bebé que a la de  padre/bebé.

Paradar inicio al análisis, se subdividió la población objeto de estudio según sexos y se procedió a aplicar uno de los métodos multivariados más ilustrativos para clasificar individuos es el análisis cluster (AC). Esta clasificación se realiza agrupando a los individuos de acuerdo al grado de similitud o disimilitud que presenten a partir de los valores de un conjunto de variables determinadas, en este caso las valoraciones otorgadas a los ítems integrantes del eje.

Las parejas de individuos se van conectando en orden jerárquico, de acuerdo a los niveles de homogeneidad de las variables. El resultado final es el llamado dendograma, donde se pueden identificar el orden de los encadenamientos y los individuos que se van incorporando a los diferentes grupos. En este caso específico no se formaron otros grupos a partir de las variables objeto de análisis, ya que lo que se pretendía analizar era la existencia o no de similitudes en las valoraciones de hombres y mujeres y compararlas. La figura 4 contiene estos resultados.

En primer término, se puede constatar cómo las prioridades para mujeres y hombres son distintas. Ellas conceden en primer lugar una mayor importancia al hecho de que los bebés necesitan más la cercanía de la madre unido a que las mujeres, por su instinto maternal están mejor dotadas para la crianza de los niños. Los hombres se decantaron en primera instancia por las creencias acerca de que el hombre debe asumir la jefatura del hogar y no puede otorgar un adecuado cuidado a la prole (creencias 6 y 9). Para las mujeres, esta combinación apareció en segundo lugar de prioridad, por lo que se puede considerar como un criterio de un importante arraigo.

 Estos resultados están estrechamente vinculados con convicciones muy imbricadas  en la sociedad, que otorgan  gran relevancia al rol de la madre en la vida del bebé y de los hijos en general, entorpeciendo la participación masculina en la crianza de los hijos.   

Independientemente del valor de las mujeres como “talleres de la vida” y de la muy especial relación que se establece a partir de la lactancia materna, el padre también constituye un referente vital desde las más tempranas edades. Esto de un lado, obstaculiza la incorporación de la mujer a otras tareas, representa una sobrecarga de trabajo y, además, hasta cierto punto, pudiera introducir un “patrón incompleto” de educación y formación de los hijos, al limitar esta labor solo a la madre y soslayar la participación paterna.  

Por otro lado, pese a los niveles de incorporación al empleo logrados por las féminas en Cuba, que las colocan en posición de poder sostener económicamente un hogar, aun subsisten en el  ámbito popular criterios tradicionales que adjudican la responsabilidad económica del hogar al hombre. Muestra de ello es el enunciado que otorga la mayor responsabilidad económica en el hogar al hombre. 

El tema de la jefatura del hogar como una responsabilidad masculina fue valorado por los participantes. Un breve examen de las tasas de jefatura de hogar en diferentes momentos censales, prueba cómo en Cuba a partir de 1953, la jefatura femenina ha ido en constante ascenso (figura 5).

Tanto los hombres como las mujeres relacionaron de manera estrecha el hecho de que son los hijos varones quienes deben ayudar en el trabajo agrícola y el postulado “El hombre que trabaja la tierra siempre distribuye los beneficios que obtiene de su trabajo con el resto de los miembros de su familia”. De un lado esta creencia puede obstaculizar la colaboración de las hijas con sus padres en las labores agropecuarias, lo cual podría provocar la baja participación femenina en la entidad y además adjudica al hombre un altruismo y generosidad que definitivamente también puede estar presente en las mujeres que trabajan la tierra.

Llama la atención cómo una vez definidas las relaciones más fuertes, en ambos sexos se vincula el hecho de que los hombres deben ser los principales responsables  de la economía del hogar. Esto refleja una franja donde enfatizar la labor educativa a fin de propiciar la incorporación femenina al trabajo fuera del ámbito hogareño, promoviendo su más activa vinculación con la economía familiar al convertirse en otra fuente de ingresos monetarios.

Por último, otro tema recurrente dentro de la manifestación de las inequidades de género en el hogar y la familia, es el relacionado con la toma de decisiones. El enunciado a evaluar dice: “Los hombres deben representar a la familia a la hora de tomar decisiones sobre el hogar”. En el caso de las mujeres, este postulado se vincula inmediatamente después de la responsabilidad económica masculina, los que pudieran identificar una cierta marginación, pasividad o hasta rechazo de las mujeres a involucrarse en procesos de toma de decisión, tanto económica como de otra índole. Dentro de la subpoblación masculina, se relaciona con la combinación de las creencias 5,6 y 9, todas ellas relacionadas con roles preponderantes de los hombres en el hogar y distanciados del cuidado de los infantes.  

 

Conclusiones

El grado de envejecimiento de la plantilla de la entidad es un elemento que no se debe perder de vista, sobre todo cuando se trata de una actividad tan importante y a la vez tan demandante de esfuerzo físico como lo es la agricultura.  En un futuro esta situación puede comprometer no solo la disponibilidad actual de fuerza laboral, sino también los niveles de productividad, y por qué no, el necesario reemplazo.

Se hace necesario, por ende, implementar incentivos que estimulen la incorporación de jóvenes a este sector de carácter vital para asegurar la seguridad alimentaria del país. De otro lado, si se logra garantizar la convivencia armoniosa de varias generaciones, esto posibilitará la implementación de una adecuada política de transferencia generacional, basada no solo en los temas económicos, sino también en la difusión de saberes y habilidades en uno y otro sentido, la cual redundará en beneficio para el trabajo de la entidad.

La cooperativa debe proponerse prestar especial atención al potencial de trabajadores que puede encontrarse en la masa femenina, que en la actualidad se encuentra en franca desventaja en la entidad. Resulta importante comenzar a promover actividades que estimulen la incorporación de mujeres a la misma.

En la entidad subsisten determinadas opiniones y estereotipos de género, sobre los cuales es necesario reforzar la labor educativa. Principal atención se le debe prestar a las generaciones más jóvenes, que representan el futuro de la entidad.

 

Referencias bibliográficas

Franco, M. y Alfonso, A. (2008). Perfil sociodemográfico de los hogares cubanos. Análisis por territorios. Cuaderno de Estudios de Población, (1).  CEPDE/ONE.  Recuperado de http://oneweb/publicaciones/cepde/cuaderno/Articulo

Oficina Nacional de Estadísticas e Información. (ONEI). (2014). Censo de Población y Viviendas 2012.  La Habana: ONEI.

 



* Doctora en Ciencias Económicas. Investigadora Auxiliar. Centro de Estudios Demográficos, Universidad de La Habana, Cuba. E-mail: alina@cedem.uh.cu

[1] Estos grupos de edades fueron definidos por necesidades propias del diseño de la investigación.

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