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Revista Novedades en Población

versión On-line ISSN 1817-4078

Rev Nov Pob vol.13 no.26 La Habana jul.-dic. 2017

 

ARTÍCULO ORIGINAL

 

Un marco teórico para el estudio de la fecundidad de las migrantes cubanas en Estados Unidos

 

A theoretical framework to study the fertility of Cuban migrants in the United States

 

 

Daylín Rodríguez Javiqué*

 

Recibido: 10 de septiembre 2017
Aceptado: 30 de septiembre 2017

 

 


RESUMEN

El presente artículo pretende realizar un análisis de la relación entre fecundidad y migración desde las teorías que han abordado la temática. Partiendo del protagonismo que ha ido ganando la migración en la dinámica demográfica de las sociedades actuales, en el trabajo se abordan diferentes posiciones teóricas a propósito del comportamiento reproductivo de las migrantes a partir de la revisión de la bibliografía sobre el tema. El objetivo de esta revisión es asumir una referencia para el estudio de la fecundidad de las migrantes cubanas en Estados Unidos, donde reside la mayor proporción de cubanos en el exterior. Es por ello que dentro del texto se dedica un espacio a una breve descripción del comportamiento de la fecundidad y la migración de los cubanos en los últimos años, lo cual ayuda a entender y ajustar de alguna manera las teorías mencionadas y asumidas como marco de referencia. Finalmente se realiza una breve integración a modo de consideraciones finales que recoge valoraciones sobre una posible aplicación del marco teórico al caso de Cuba.  

Palabras clave: cubanas, Estados Unidos, fecundidad, fecundidad de migrantes, migración.


ABSTRACT

The present article intends to carry out an analysis of the relationship between fertility and migration from the theories that have addressed the subject. Starting from the prominence that migration has gained in the demographic dynamics of current societies, the work addresses different theoretical positions regarding the reproductive behavior of migrants from the review of the literature on the subject. The objective of this review is to assume a reference for the study of the fertility of Cuban migrants living in the United States, where the largest proportion of Cubans resides abroad. That is why within the text a space is dedicated to a brief description of the behavior of fertility and migration of Cubans in recent years, which helps to understand and adjust in some way the theories mentioned and assumed as a frame of reference. Finally, a brief integration is made as of final considerations that include assessments of a possible application of the theoretical framework to the case of Cuba.

Keywords: fertility, migration, Cubans, United States, migrant fertility.


 

 

INTRODUCCIÓN

Hasta el surgimiento de la segunda transición demográfica, la migración no había sido tomada en consideración directamente por los teóricos de la misma forma que la mortalidad y la fecundidad. Una vez completada la primera transición y en un momento donde las poblaciones ya han alcanzado un crecimiento natural con valores próximos a cero, sería entonces la migración la "válvula de escape" que podría determinar los posibles cambios en la dinámica demográfica en las poblaciones que ya experimentan procesos de segunda transición (van de Kaa, 2002).

Se identifica entonces la migración como elemento determinante en sociedades con fecundidad baja que reciben migrantes desde otros contextos, en su mayoría provenientes de sociedades con niveles más altos de fecundidad. Cuba, entonces, siendo un país emisor de población, podría encontrar en la migración internacional una aceleración de un proceso de descenso en las tasas de crecimiento de la población y se estaría en presencia de un efecto de la migración contrario al descrito en la segunda transición. En este sentido, la migración pudiera tener un doble impacto en la dinámica demográfica de las sociedades: un efecto directo, marcado por la incidencia en la población del propio migrante, y uno indirecto determinado por la fecundidad de las migrantes.

Varios han sido los autores que han estudiado la relación entre migración y fecundidad en los últimos años (Browning & Feindt, 1969; Kahn, 1988; Carter, 2000; Abbasi-Shavazi & McDonald, 2000; Devolver & Bueno, 2011, Parrado & Morgan, 2008, Castro Martin & Rosero-Bixby, 2011; Alleman-Velez, 2004; Lichter, Johnson, Turner y Churilla, 2012; Parrado, 2011; Kulu y González-Ferrer, 2013), sin embargo pocos han sido los que han abordado el fenómeno desde el impacto que pueda tener el comportamiento reproductivo de la migrante para el contexto emisor.

Por otro lado, la mayoría de los abordajes teóricos hasta ahora desarrollados, se han conducido desde una mirada al comportamiento de mujeres migrantes que pasan de un contexto de fecundidad alta a otro de fecundidad más baja. El caso cubano sería diferente, pues las cubanas se mueven desde una sociedad donde la fecundidad es menor a una que muestra un nivel ligeramente mayor. Es por ello que las teorías utilizadas en dicha explicación deben ser atendidas con cautela.

En Cuba la fecundidad ha sido estudiada desde diferentes perspectivas, sin embargo, no existen antecedentes del estudio de la fecundidad de las cubanas fuera de Cuba. Una fecundidad baja, homogénea, una posible posposición de la fecundidad por motivos migratorios, crean el escenario propicio para la necesidad de un estudio como el que aquí se propone a la luz de miradas teóricas novedosas que permitan evaluar el fenómeno desde otra perspectiva. El tema demográfico ha comenzado a cobrar importancia en los últimos años, incluyéndose en la agenda del Gobierno cubano y teniendo una presencia explícita en los planes futuros del país, donde en este momento existe una intención de elaborar una política de población. En este contexto es pertinente el estudio del comportamiento reproductivo de las cubanas fuera de Cuba, pues podría aportar elementos importantes que sirvan de insumos a los tomadores de decisión para la elaboración de dichas políticas. 

Atendiendo a que la migración cubana, específicamente hacia Estados Unidos, se realiza desde un contexto de baja fecundidad a otro con condiciones similares, es importante asumir las teorías al respecto con una mirada hacia elementos que puedan estar incidiendo en el comportamiento reproductivo de las migrantes y que no han sido incluidos en la bibliografía. Siendo así, el presente trabajo brinda una visión desde un marco teórico que puede y debe ser ajustado al contexto del cual emerge el objeto de estudio.

 

UN MARCO TEÓRICO PARA ABORDAR LA RELACIÓN ENTRE FECUNDIDAD Y MIGRACIÓN

Para entender la dinámica de la población[1] de cualquier sociedad es preciso conocer la evolución y tendencia de los procesos demográficos en el mundo y considerar las principales teorías que han explicado dichos fenómenos. Cada una de las variables que intervienen en esta dinámica ha sido estudiada en función de su efecto en la dinámica de la población, el cual ha ido cambiando a través del tiempo. El propósito de este capítulo es situar la investigación dentro de un marco teórico que aborda la relación entre fecundidad y migración, específicamente el comportamiento reproductivo de las mujeres migrantes.

De modo general ha sido la teoría de la transición demográfica la que ha descrito, y de alguna manera explicado, los cambios en la dinámica de la población en las últimas décadas. Esta teoría inicialmente describe el paso de altos a bajos niveles de mortalidad y fecundidad en las sociedades, y en un primer momento parece haber ignorado la tercera variable demográfica: la migración. Sin embargo, como continuación a este abordaje teórico y para dar respuesta a comportamientos que surgieron luego de varias décadas de mortalidad y fecundidad bajas, surge la llamada teoría de la segunda transición demográfica. En esta segunda propuesta teórica aparece la migración como variable importante en la explicación de la nueva dinámica demográfica.

Mientras en la primera formulación la migración no tuvo un papel determinante, en el segundo postulado esta variable cobra importancia. Por esta razón este capítulo estará dedicado, en un primer momento, a sistematizar y sintetizar el tratamiento que le han dado estas dos formulaciones teóricas a la variable y en un segundo momento a reflexionar sobre cómo la teoría ha relacionado la migración con la fecundidad en los contextos demográficos actuales.

El interés por los temas relacionados con la población ha llevado a los científicos a profundizar en el estudio de las principales variables demográficas que influyen en la dinámica poblacional y a buscar explicaciones e intentar predecir comportamientos futuros. La teoría por excelencia que ha descrito y explicado estos cambios demográficos en los últimos años es la teoría de la transición demográfica. Desarrollada con base en la conducta de las poblaciones europeas en la primera mitad del siglo XIX, describe el paso de altos a bajos niveles de mortalidad y fecundidad en las sociedades e intenta explicar los elementos que han estado relacionados con estos procesos.

En las formulaciones clásicas (Laundry, 1909, 1934; Notestein, 1945; Blaker, 1974; citados por Alfonso, 2008) los autores dividen el proceso de transición en tres etapas, dentro de las cuales la población se clasifica. En los momentos iniciales de formulación de la teoría los autores sustentaban que el crecimiento de la población estaba determinado únicamente por la fecundidad y la mortalidad. El primer intento para explicar el crecimiento fue analizar la relativa responsabilidad de cada una de estas variables en este (Davis, 1945). En esta propuesta la migración no tuvo un tratamiento detallado y no se incorpora como elemento determinante en la dinámica poblacional. No obstante, existen algunas aproximaciones que incluyeron la migración en los análisis y las explicaciones (Davis, 1945; Zelinsky, 1971). Si bien hubo trabajos que mencionan la variable, aún estuvieron lejos de analizar el fenómeno en profundidad y colocarlo en el centro de los análisis y reconocer la migración como variable determinante en la dinámica demográfica. De hecho, una de las críticas más radicales y universales sobre las limitaciones de la teoría de la transición demográfica está asociada precisamente a la ausencia de la migración como variable importante en este intento de generalización.

Una vez alcanzados niveles bajos sostenidos de mortalidad y de fecundidad, se evidencia una necesidad de explicar los procesos con nuevos paradigmas. Es aquí cuando surge la segunda transición demográfica para analizar comportamientos postransicionales en los países industrializados con niveles de fecundidad y mortalidad ya estabilizados en contextos de lowest-low fertility (van de Kaa, 2002; Lesthaeghe y Surkyn, 2004). 

Estas transformaciones fueron experimentadas en la Europa de los años 60 y analizadas como consecuencia de la secularización e individuación de la población. Secularización entendida como pérdida de valores religiosos que controlan el comportamiento, o abandono de creencias y sentimientos religiosos. Por otro lado, surgen sentimientos de individuación en el sentido de autorrealización, autonomía y libertad de elección (Lesthaeghe y Neidert, 2006).

Esta teoría surge principalmente para explicar cambios en los patrones de comportamiento en el occidente después de la Segunda Guerra Mundial. Van de Kaa, desde sus primeras formulaciones, enfatiza en los cambios de las normas y comportamientos dentro de las sociedades que experimentan el proceso. La posposición del primer hijo, el aumento de las uniones consensuales y de los nacimientos fuera del matrimonio y el aumento de las separaciones, así como los cambios que esto implica en la estructura y dinámica de las familias son algunos de los comportamientos que caracterizan esta segunda transición (CELADE, 2004).

Mientras la teoría de la transición clásica se enfoca en el comportamiento de la fecundidad y la mortalidad, la segunda propuesta coloca la migración en un lugar importante en sus formulaciones. En contextos de baja mortalidad y fecundidad durante mucho tiempo y, en consecuencia, crecimiento demográfico casi nulo o menor que cero en las últimas décadas, sería la migración la que determinaría la dinámica demográfica en algunas poblaciones (van de Kaa, 2002).

Como en la primera teoría, esta segunda transición se basa en experiencias de países europeos, por tanto, visualizan a la migración internacional como una "solución" si se considera que los saldos migratorios de estas poblaciones son positivos y por lo general provenientes de países con fecundidad aún alta.

Desde esta perspectiva, se estaría entonces ante el presupuesto de que países en segunda transición pueden contar con sus flujos de inmigración como una posible solución para manejar algunas de sus realidades demográficas, especialmente el envejecimiento poblacional, fenómeno típico de países con la primera transición concluida.

Más allá del contexto teórico que demanda insertar la variable migración en el debate, las estadísticas de los movimientos internacionales están demostrando un rápido crecimiento de los flujos. Según datos de Naciones Unidas, el número de migrantes en el mundo aumentó de 75 millones en 1965 a más de 175 millones en el 2000 (Aja y López-Callejas, 2009),  llegando a los 232 millones en 2013 (UNFPA, 2014).

Recientemente Canales propone un modelo en el cual destaca el papel de la migración en el sistema global de reproducción demográfica. Esta propuesta supone efectos tanto para los países de destino como para la sociedad de origen, formándose así un sistema en el cual ambas sociedades se complementan de manera recíproca y cada una tiene su función en el sistema global (Canales, 2015). Siendo así, la migración se convierte en el mecanismo por excelencia que vincula las estructuras que funcionan en cada uno de los países, ya sean receptores o emisores, por tanto es esta variable la que está vinculando los excesos y excedentes de los países en materia de población.

Paulatinamente, las mujeres han ido ocupando un lugar importante en estos movimientos migratorios y el mundo está viviendo una gradual feminización de las migraciones internacionales. Naciones Unidas ha estimado que en los últimos cuarenta años la cantidad de mujeres migrantes es casi igual a la cantidad de hombres y en el 2005 las primeras ya superaron ligeramente a los segundos en todas las regiones excepto en Asia y África. El caso de América Latina es peculiar, pues la migración femenina ha predominado sobre la masculina desde 1930 (UNFPA, 2006).

Existen varios elementos que se colocarían entonces en discusión y que son importantes para cualquier reflexión. Por un lado, los flujos migratorios están cambiando y se están feminizando; por otro, la migración laboral ha ido ganando un lugar importante en los últimos años, y consecuentemente hay un gran grupo de mujeres en edad laboral y por supuesto en edad reproductiva protagonizando los movimientos internacionales. De esta forma, el efecto indirecto de la migración, entendido como la influencia de la fecundidad de las migrantes en la población, se torna un tema de análisis obligatorio en los estudios sobre este asunto.

Una de las evidencias empíricas de cómo la migración puede impactar en el reemplazo, ha sido estudiada por Lesthaeghe y Neidert (2006). Después de un análisis de algunas variables típicas de segunda transición en Estados Unidos, los autores afirman que ese país presenta una gran heterogeneidad en cuanto a su patrón de formación de familias. Una alta proporción de la población blanca no hispana muestra características de segunda transición. Sin embargo, la mayoría, aún tiene pocos indicios de este nuevo fenómeno demográfico (Lesthaeghe y Neidert, 2006).

No obstante la caída considerable de la fecundidad de blancos no hispanos en Estados Unidos, la tasa global de fecundidad en el país se ha mantenido muy cercana al nivel de reemplazo, siendo una de las más altas dentro de los países desarrollados. Este hecho puede ser explicado principalmente por la contribución de la población hispana que conforma un cuarto de la población. Siendo así, este país puede ya ser clasificado como en segunda transición y su baja fecundidad está siendo "aliviada" por la fecundidad de las migrantes (Lesthaeghe y Neidert, 2006). Estados Unidos es uno de los ejemplos de que en contexto de segunda transición, las tasas de fecundidad de los migrantes compensan la caída de este indicador en la población nativa.

Con evidencias como esta, los esfuerzos por estudiar la relación entre migración y fecundidad han aumentado. En la literatura sobre el tema la cuestión ha sido analizada básicamente en una dirección: cómo emigrantes de regiones con fecundidad alta pueden influir en los niveles de fecundidad del lugar de destino, toda vez que en el origen se observan niveles de fecundidad mayores que en el destino (Kahn, 1988; Carter, 2000).

Como se conoce, la fecundidad es una variable multicausada, en la que pueden influir varios factores individuales, sociales, económicos, culturales. Según Davis y Blake (1967), el proceso reproductivo puede estar mediado por tres elementos que pueden ser fácilmente identificables en cada cultura: relación sexual, anticoncepción y paridad. En todo contexto existen factores que están relacionados con estos elementos y determinan el comportamiento reproductivo de la población (Davis y Blake, 1967). De esta forma, estas "variables intermedias" son un producto social y cultural, lo que confirma que el comportamiento reproductivo está determinado por el contexto social y cultural en el cual el sujeto esté insertado.

La población migrante presenta con frecuencia características específicas que la diferencian del resto de la población que ha decidido realizar movimientos, por tanto, podría esperarse que estas variables intermedias se comporten de forma diferente en los migrantes. El hecho de cambiar el lugar de residencia implica cambios culturales y sociales y una mezcla de hábitos del origen con hábitos del destino. Dentro de esas normas y costumbres están las que se relacionan con los comportamientos reproductivos. El interés de este trabajo está justamente en estudiar esos posibles cambios en las normas reproductivas de las migrantes, especialmente cuál pudiera ser la influencia del movimiento migratorio y del contexto de destino en la fecundidad de las migrantes.

 

UN MARCO DE REFERENCIA PARA EL ESTUDIO DE LA RELACIÓN ENTRE FECUNDIDAD Y MIGRACIÓN

La migración puede tener un doble efecto en la dinámica demográfica: efecto en la población de origen y en la población de destino. Existe una amplia bibliografía al respecto que analiza el comportamiento de las migrantes en el destino y los posibles efectos de este fenómeno en esa población (Browning y Feindt, 1969; Kahn, 1988; Carter, 2000; Abbasi-Shavazi y McDonald, 2000; Devolver y Bueno, 2011; Parrado y Morgan, 2008; Castro Martin y Rosero-Bixby, 2011; Parrado y Flippen, 2010; Adserà y Ferrer 2013; Waller,  Berrington y Raymer, 2012; Pailhé, González, Castro, Kraus, Guarin, y Bernardi, 2015; Parrado, 2011). No obstante, son escasos los trabajos que analicen el posible impacto en la sociedad de origen, lo cual representa una carencia en los estudios sobre migración internacional.

Existe una dificultad empírica en este estudio que es común en las investigaciones sobre migrantes y está relacionada con el hecho de que, ciertamente, es difícil imaginar el comportamiento de los migrantes en el origen en caso de no haber realizado el movimiento. Habría entonces que asumir el presupuesto de que sería una conducta similar a la del resto de la población que no migró, y este supuesto no tendría mucha validez si se toma en cuenta la selectividad de la migración. Al comparar las migrantes con sus compatriotas en el origen es importante considerar que no se está hablando de las mismas mujeres y esto puede generar grandes errores, pues es sabido el carácter selectivo en los perfiles demográficos y económicos de las migrantes (Devolver y Bueno, 2011). Sin embargo, esta comparación debe ser hecha y resulta de gran interés, siempre considerando y tratando de controlar los errores a los que se podría someter el análisis.

El impacto de la migración puede ser clasificado en directo e indirecto. El primero se relaciona con la influencia directa en el crecimiento de la población considerando el individuo que migra como efectivo de la población y el segundo ya se refiere a los efectos de la fecundidad de ese migrante y su influencia en la reposición.  Lo que parece estar claro es que los movimientos migratorios suponen cambios en la estructura y dinámica de las poblaciones, cambios que tienen cada vez mayor incidencia, si se parte de que muchas sociedades ya están ubicadas en estadios donde la fecundidad y la mortalidad experimentan pocas variaciones por décadas.

De modo general, podría contribuir al rejuvenecimiento de la población por efecto de la selectividad, considerando la edad de la población migrante y el posible aumento de la fecundidad en el destino, pues frecuentemente las poblaciones de origen tienen niveles en esta variable mayores a los de la sociedad receptora. El interés se ha ido concentrando en saber cuál es el impacto en la dinámica demográfica de esos movimientos y esos comportamientos reproductivos y si es o no significativo para el destino y, en menor medida, para el origen.

El efecto de la fecundidad en el destino y las posibles explicaciones del comportamiento reproductivo de las migrantes ha generado un grupo de supuestos teóricos al respecto. Con el objetivo de brindar un marco de referencia que permita explicar y predecir estos comportamientos, en la literatura se recogen varias hipótesis sobre posibles tendencias de mujeres migrantes y el supuesto impacto de las sociedades de origen y destino en su comportamiento. Muchos han sido los trabajos que estudian e intentan comprobar las hipótesis descritas en la bibliografía, sin embargo, los resultados han sido diversos, muchas veces en función de las variables tenidas en consideración y, dependiendo de los grupos, se cumplen o no los supuestos.

Una primera hipótesis que podría explicar diferencias en el comportamiento de los migrantes enfatiza en el proceso de selección (Castro Martin y Rosero-Bixby, 2011). Desde las teorías clásicas, el tema de la selectividad de los migrantes ha sido preocupación de los teóricos. Los trabajos de Ravenstein (1889) y Lee (1966) pueden ser considerados pioneros entre los estudios sobre migración. Ellos comienzan a ocuparse de un asunto que será recurrente en otros abordajes teóricos: la selectividad de los migrantes. Desde sus postulados iniciales, se ha intentado especificar cuáles son los atributos esenciales que determinan la selectividad "positiva" en la migración.

La hipótesis de la selectividad aborda cómo la población migrante carga o transporta consigo características que la diferencian de la población en el origen que no experimentó movimiento y, por tanto, las diferencias en el comportamiento no son exactamente una consecuencia del movimiento, sino que ya estaban predeterminadas antes de migrar. Existen determinados rasgos de las poblaciones migrantes tales como sexo, edad, nivel educacional, estatus laboral y disposición a correr riesgos que los diferencian de la población en el origen (UNFPA, 2006). En el caso de la fecundidad, según esta teoría, probablemente estas personas que realizaron el movimiento también hubieran tenido un comportamiento reproductivo diferente al de sus compatriotas, aun sin haber migrado.

En opinión de Alleman-Velez (2004), los principales diferenciales entre estos dos grupos (migrantes y no migrantes) son identificados en el nivel de escolaridad y en las aspiraciones de migrar. Tanto la primera como la segunda ejercen un elevado impacto sobre la fecundidad y son elementos que pueden ser importantes diferenciales en el comportamiento reproductivo. Mayor escolaridad tiende a generar menos cantidad de hijos, por tanto, esta variable es inversamente proporcional al nivel de fecundidad. Por otra parte, la idea de migrar tiene una estrecha relación con el deseo de buscar un mejor estatus de vida; disminuir el tamaño de la familia ya es un indicador de un paso dado para alcanzar esa mejoría (Alleman-Velez, 2004).

De esta forma, el migrante no siempre es diferente de sus similares en la sociedad de origen por causa de una mayor socialización en el destino, sino porque las características de esos migrantes ya los diferenciaban del resto antes de migrar. Por tanto, según este postulado, el comportamiento después de la migración no es simplemente una consecuencia del movimiento y el hecho de migrar sería, tal vez, una consecuencia de actitudes y comportamientos diferentes, con lo que el sentido de la relación sería diferente al que se pudiera analizar.

Kahn (1988), al analizar la fecundidad de migrantes en los Estados Unidos, confirmó que existe una incidencia de la selectividad en el comportamiento reproductivo de las migrantes en el destino. Se observan características tales como: alto nivel de escolaridad, migración en edades jóvenes que permite una mayor exposición a las condiciones en el destino, lo cual incide en la tasa bruta de reproducción, y el hecho es que estas características hubieran hecho que su comportamiento fuera diferente al de la población en el origen, aun cuando no se hubiera realizado el movimiento.

Varios son los elementos que se pudieran analizar al respecto de esta primera propuesta teórica, especialmente si se piensa en el caso cubano. Por un lado es cierto que existen características en los migrantes que los diferencian de los no migrantes, lo cual pudiera explicar diferencias en el comportamiento reproductivo de las migrantes respecto a sus colegas en el origen. Sin embargo, pensando en el caso de Cuba, donde en términos generales la fecundidad ha mantenido un comportamiento bastante homogéneo durante las últimas décadas, el hecho de que la migración sea selectiva probablemente no explicaría comportamientos en las migrantes que fueran muy diferentes a los de la sociedad de origen.

No obstante, cuando se habla de selectividad, por lo general se hace referencia a niveles macro, es decir, al total de las migrantes y por tanto a su fecundidad en términos generales. De esta manera habría que tomar cuidado a la hora de aplicar este tipo de teorías para el caso de Cuba, donde, como ya se mencionó, la fecundidad es muy semejante en todo el país, incluso atendiendo a sus diferenciales. Sin embargo, se pudiera pensar que en este caso la selectividad podría buscarse en otros niveles, por ejemplo en la fecundidad por edades, o en comportamientos más detallados relacionados con algunas variables.

Una segunda hipótesis, llamada hipótesis de asimilación o adaptación (Abbasi-Shavazi y McDonald, 2000) supone que las personas siguen patrones de fecundidad aprendidos en la infancia y la adolescencia y, por tanto, los niveles de fecundidad de la población receptora solo serán alcanzados en la segunda generación de migrantes (Goldberg, 1959; citado por Zavala, Canales y Estrella, 1999). Esta teoría sugiere que se debería esperar que los migrantes, con el paso del tiempo, absorban las normas y valores culturales de la sociedad de destino (Bean, Swicegood y Berg, 2000). No obstante, existen evidencias divergentes al respecto. El proceso de adaptación guarda una relación inversa con la edad en la que las mujeres migran, existe una mayor probabilidad de que una persona se adapte mejor si el movimiento se realiza en edades más jóvenes (Kahn, 1988).

Esta teoría de la asimilación es la que mayor aceptación ha tenido por el amplio apoyo empírico que ha tenido en la literatura sobre el tema (Castro Martin y Rosero-Bixby, 2011). Por otro lado, la formulación asume que los migrantes después del movimiento son impactados de la misma forma por las normas y valores en la sociedad de destino (Kahn, 1988). Muchas veces esto puede no funcionar así en la realidad, pues obvia diferencias individuales y sociales entre las personas y los grupos. Por ejemplo, en el caso de Cuba, incluso con acceso universal a determinados servicios a lo largo del país, las influencias culturales, tanto internas como externas, no funcionan de igual forma en todos los grupos sociales. Una muestra es el papel de las redes sociales de no migrantes con migrantes que están expuestos a otros atributos culturales y sociales, una persona que no ha experimentado ningún movimiento y forma parte de una red social que incluye migrantes o personas de otros contextos, está expuesta a influencias a las que el resto de sus coterráneos no se exponen.

En este sentido, existe un modelo que analiza los diferentes factores que pueden influir en ese proceso de asimilación: segmentación de la asimilación. Esta teoría se centra fundamentalmente en la adaptación de los migrantes jóvenes, principalmente de la segunda generación, y considera factores exógenos que pueden ejercer alguna influencia en el proceso. Entre ellos, se incluye el capital humano de los parientes, el contexto social que recibe el migrante y la composición familiar. Con estos elementos es posible tener una perspectiva un poco más amplia de la asimilación de la cultura en el destino, que contribuiría a explicar de alguna manera la deficiencia de la formulación inicial de asimilación.

La tercera perspectiva teórica focaliza en los efectos de la migración en sí misma sobre la fecundidad y ha sido llamada hipótesis de ruptura (Ritchey y Stokes, 1972; citados por Zavala, Canales y Estrella). Esta teoría alega que el simple hecho de migrar hace que las personas estén expuestas a factores que van a influir en el tempo y quantum de su fecundidad (Alleman-Velez, 2004).

La ruptura está más centrada en una visión de familia. Según esta perspectiva, en la familia, si son los hombres los que migran primero, la fecundidad de la esposa cae antes de la migración, y si es el caso contrario la fecundidad tiende a disminuir después del movimiento. En esta línea, es importante analizar el proceso en un contexto microsocial, por ejemplo, considerar el estado civil antes y después de migrar. El movimiento interrumpe el proceso reproductivo si se considera que el mismo puede implicar posposición en las uniones o separación de la pareja en caso de que la persona sea casada y migre sola, y por otro lado, suponiendo que la pareja realice el movimiento junta, pudieran aparecer dificultades económicas y/o psicológicas que impliquen posposición de la fecundidad (Kahn, 1988). 

Esta perspectiva se torna más importante en los últimos años cuando la tendencia de la migración está siendo, de modo general, a una disminución de los movimientos familiares y el predominio de movimientos individuales. Mientras a través de la historia se había observado que los movimientos internacionales femeninos eran por motivos familiares, en la actualidad se observa un aumento de la migración laboral de este grupo, la mayoría de las veces sin compañía de otro miembro de la familia (UNFPA, 2006).

En contraposición a esta última postura teórica, surge otra hipótesis que describe el efecto estimulador a corto plazo que puede tener la migración para las personas. Algunos colectivos inmigrantes tienen una elevada fecundidad poco después de llegar al país de destino, sobre todo si la migración está motivada por la formación de pareja o el reagrupamiento familiar, o si el tiempo de espera antes de la migración ha supuesto un aplazamiento deliberado de la maternidad que quiera compensarse al llegar a la sociedad de destino (Toulemon, 2004; Lindstrom y Saucedo, 2007). Aunque este fenómeno se ha documentado solo para algunos colectivos de inmigrantes, pone de relieve que el matrimonio puede constituir una variable intermedia clave entre migración y fecundidad (Hoem y Nedoluzhko, 2008; citados por Castro Martin y Rosero-Bixby, 2011). 

Por último, se ha trabajado sobre una hipótesis que considera la fecundidad como una posibilidad para generar vínculos y propiciar un estatus legal en la sociedad de acogida. Esta teoría ha sido llamada hipótesis de legitimación y asume que existe una relación entre contraer matrimonio y/o tener un hijo y el estatus legal y los derechos en el destino (Castro Martin y Rosero-Bixby, 2011). En el caso de las cubanas en Estados Unidos, esta formulación no se ajusta al comportamiento reproductivo de las migrantes pues las ventajas que les proporciona el solo hecho de ser cubanas en ese país facilitan el estatus legal, sin necesidad de afianzar vínculos de cualquier otro tipo.

 "La evidencia empírica acumulada hasta el momento sugiere que la validez de estas hipótesis depende del país que se esté estudiando. Todas ellas han surgido de la experiencia de un país concreto en el que han sido verificadas, pero no siempre se han podido generalizar a otros contextos. Por ello, es más adecuado hablar de hipótesis complementarias que de hipótesis mutuamente excluyentes, y reconocer que el efecto de la migración en la fecundidad estará condicionado por el origen nacional y étnico de la población inmigrante, por el período histórico en el que se produce la migración, y por el contexto socioeconómico, la legislación y los mecanismos de integración en la sociedad de acogida" (Castro Martin y Rosero Bixby, 2011, p. 112).

En correspondencia con las teorías recogidas en la bibliografía, los investigadores sobre el tema analizan variables en dependencia de los objetivos y de la disponibilidad de los datos. Los estudios realizados han hecho un amplio uso de variables tales como el tiempo de residencia en el destino, generación a la cual pertenece el migrante, así como la edad en el momento en que se realizó el movimiento (Devolver y Bueno, 2011; Castro Martin y Rosero-Bixby, 2011; Parrado y Morgan, 2008; Rumbaut y Weeks, 1986). Otros se han centrado en el estatus laboral y económico de las migrantes y en el idioma, como formas de explorar el nivel de socialización y asimilación (Mayer y Riphahn, 2000; Jaffe y Cullen, 1975). Otras de las variables estudiadas han sido el nivel educacional y el estado civil (Parrado y Morgan, 2008; Mayer y Riphahn, 2000; Jaffe y Cullen, 1975).

Abbasi-Shavazi y McDonald (2000) comparan la fecundidad de inmigrantes en Australia en presencia de multiculturalismo, con la fecundidad de las mujeres residentes en los países de origen con la de las nativas en el destino. El principal resultado sugiere una fuerte evidencia de adaptación de las migrantes a la fecundidad australiana, incluso en presencia de un intenso multiculturalismo.

Aun en presencia de este resultado, la cuestión es todavía más compleja cuando se profundiza en el análisis. Fueron encontradas fuertes evidencias relacionadas con la selectividad. Por ejemplo, dentro de este estudio hubo determinados grupos que presentaron características singulares, las cuales podrían haber hecho que su fecundidad fuera menor que la de sus similares en el origen, aun sin haber migrado (mayor escolaridad).

Cada una de las investigaciones realizadas utiliza las variables para probar algunas de las hipótesis recogidas en la literatura, sin embargo, como ya habíamos dicho, los resultados dependen del contexto y del origen de las migrantes. En primer lugar, no siempre la brecha entre los contextos de fecundidad entre el origen y el destino es la misma, esto puede influir tanto en hipótesis relacionadas con la selectividad como en la adaptación y asimilación de las normas del destino. Por otro lado, no todas las oleadas migratorias tienen las mismas características, y elementos como la categoría migratoria, el objetivo de la migración y el tipo de movimiento inciden tanto en la socialización como en el tiempo antes de reanudar la vida "normal" en el destino, dígase formar familia, insertarse en la vida laboral, alcanzar cierta independencia económica, tener acceso a servicios básicos, etcétera. Es por ello que se hace necesario conocer los contextos y los rasgos del proceso en los diferentes momentos.

 

UN BREVE ANÁLISIS DEL CONTEXTO PARA ESTUDIAR LA FECUNDIDAD DE LAS MIGRANTES CUBANAS EN ESTADOS UNIDOS

El caso específico de Cuba es singular, pues desde 1978 la fecundidad se encuentra por debajo del nivel de reemplazo en el país, comportamiento que se ha mantenido hasta hoy. No obstante, la mujer cubana aún le da una gran importancia al hecho de tener hijos y la procreación continúa siendo un aspecto vital en su proyecto personal y familiar (Rodríguez, 2006).

Por otro lado, los resultados de la Encuesta Nacional de Fecundidad[2] del año 1987 muestran que los determinantes próximos de la fecundidad que más han influido en el comportamiento reproductivo de las cubanas son la anticoncepción y el aborto. Por tanto, si bien tener hijos aún sigue siendo un plan importante en la vida de las mujeres, el control de su fecundidad es un elemento determinante en su comportamiento respecto a la reproducción.

De la misma forma, Alfonso (2008) en su trabajo destaca que, entre las mujeres cubanas, la migración como proyecto futuro es un elemento que está influyendo en la decisión de tener hijos. La migración como plan a corto plazo y la posible posposición de la fecundidad como consecuencia de este proyecto, son elementos que surgen espontáneamente en el discurso de las entrevistadas en dicha investigación.

La migración internacional, por su parte, es una variable básica en el análisis. Contrario a la tendencia mundial de países con características demográficas postransicionales, Cuba presenta tasas de saldo migratorio negativas hace ya más de siete décadas. Este aspecto complejiza aún más la situación y el marco de referencia para explicar el fenómeno es todavía más polémico.

Las migrantes cubanas en Estados Unidos ocupan una posición de cierta ventaja respecto al resto de los extranjeros en ese país, especialmente si se encuentran dentro del enclave del sur de la Florida. Es por esto que, considerando los aspectos antes mencionados, se considera oportuno estudiar la fecundidad de las cubanas residentes en ese país norteamericano y evaluar si el nivel y el patrón de esa fecundidad es semejante o no al de las residentes en Cuba, al de las nativas o al del resto de las extranjeras en el destino.

Si se consideran las posibles hipótesis presentadas anteriormente sobre la tendencia del comportamiento reproductivo de las migrantes y el contexto cubano, se podrían hacer algunas reflexiones al respecto. En el caso de Cuba, donde la población migrante pudiera tener actitudes diferentes a las de la población no migrante, la hipótesis de selectividad probablemente no sería del todo eficiente para explicar el fenómeno, principalmente por la ausencia de diferenciales significativos de la fecundidad en el país. La tasa global de fecundidad es bastante homogénea en todo el territorio nacional y para el 2002 oscilaba entre 1,63 en la zona urbana y 1,80 en la zona rural, ambas por debajo del nivel de reemplazo. Si se considera el nivel educacional, para ese mismo año las mujeres que habían cursado entre cero y seis años de estudio se diferenciaban en solo 0,09 hijos de las universitarias (Rodríguez, 2013).

Según datos publicados por Naciones Unidas, los valores de fecundidad en Cuba son comparables a la media en Europa y están por debajo de la media en la región de América Latina y el Caribe, donde la tasa global de fecundidad se encuentra aún por encima del nivel de reemplazo.

Estos indicadores demográficos son el reflejo de determinadas condiciones sociales en el país. La realidad cubana después de la instauración del sistema revolucionario en 1959 experimentó cambios que transformaron la dinámica demográfica del país. Un elemento importante en ese proceso fue la promoción de la mujer en la sociedad y la diminución de las desigualdades de género, punto fundamental desde el comienzo del proyecto revolucionario (Albizu-Campos, 2009). Por otra parte, también cambia el patrón migratorio internacional, especialmente en lo que se refiere a la migración hacia Estados Unidos, la cual se ha caracterizado por una alta politización e ideologización que le fue otorgada por las contradicciones histórico-políticas entre Cuba y ese país (Aja, 2014).

Todavía en las dos primeras décadas del gobierno revolucionario ocurrieron transformaciones sociales determinantes en la disminución de las desigualdades que existían en el país, decretando varias leyes que favorecían a la población con mayores dificultades económicas y sociales.

Se puede suponer que mayores avances en el acceso al sistema de salud, un mayor nivel educacional y un aumento de la participación de la mujer en el mercado de trabajo formal son, sin dudas, factores que aceleran el descenso de la fecundidad (Schkolnik, 2004; citado por Everleny, 2006). De esta forma, es posible pensar que los cambios sociales experimentados en Cuba después de 1959 influyeron en el comportamiento reproductivo de las cubanas, incluso sin tener una intención explícita de impactar en su conducta reproductiva.

Para tener una idea de cuánto cayó la fecundidad durante el siglo pasado y cuál fue la velocidad de dicha caída, es interesante saber que esta variable pasó de tener un valor de 6,05 a 1,95 hijos por mujer entre 1911 y 1978 respectivamente, en este último año ya se coloca por debajo del nivel de reemplazo, condición que se ha mantenido hasta hoy (Albizu-Campos, 2009).

En el caso específico de Cuba sería oportuno buscar diferencias en algunos aspectos que apuntarían a posibles explicaciones de los comportamientos en torno a la fecundidad de las cubanas. Algunos diferenciales en el país muestran conductas también peculiares en términos de fecundidad. Cuando se analiza el nivel de escolaridad, por ejemplo, para el año 2002, se encontraba que las mujeres con nivel universitario mostraban, en promedio, valores algo superiores a los de sus colegas que tenían entre 0 y 6 años de estudio presentando valores de 1,78 y 1,69 hijos por mujer respectivamente (Rodríguez, 2006).  Siendo así el análisis de la hipótesis de selectividad, en términos de educación, pareciera no explicar posibles diferencias en la fecundidad de las migrantes. Por otro lado, el lugar de residencia, que también es un elemento selectivo a la hora de migrar, probablemente tampoco aportaría información importante pues la fecundidad cubana es bastante homogénea por zona de residencia, mostrando valores por debajo del nivel de reemplazo tanto en la zona urbana como en la rural.

Con relación a la migración internacional, los países que han experimentado la segunda transición se caracterizan por tener saldos migratorios positivos. Lo más significativo en este aspecto que arrojó el estudio hecho por Alfonso (2008) sobre este proceso en Cuba es que existe una relación entre fecundidad y migración internacional que no esperaba ser encontrada.

De esta manera, la migración se convierte en una variable importante que pudiera estar incidiendo en el comportamiento reproductivo de las cubanas. De esta forma, es importante describir brevemente cómo ha estado ocurriendo esa migración en Cuba y cuál ha sido el comportamiento de la variable en las últimas décadas.

Los movimientos migratorios en Cuba responden a determinados contextos socioeconómicos y políticos, y sus causas y consecuencias han sido muy diversas. Como el resto de los países de América Latina, desde Cuba sale un gran número de cubanos hacia Estados Unidos, hecho que los ha convertido en la tercera comunidad de migrantes en ese país. La peculiaridad radica en que estos dos países tienen toda una historia de relaciones conflictivas particulares que convierte este flujo Cuba-Estados Unidos en un fenómeno social complejo. Si bien la migración internacional desde Cuba siempre había existido, el proceso pasa a ser realmente significativo después de la Revolución en 1959 (Aja y López-Callejas, 2009).

La Revolución cubana significó un punto de ruptura en el patrón migratorio tradicional en el país, ganando más fuerza elementos políticos al inicio de la instauración del régimen revolucionario y en lo adelante una mezcla de estos y causas económicas, motivadas de manera especial por las propias contradicciones entre los dos países.  En la primera etapa (inicio de la década de 1960), los protagonistas de la migración internacional en Cuba fueron antiguos políticos y representantes de la clase alta, que no concordaban con las transformaciones del gobierno revolucionario. Todos fueron acogidos en Estados Unidos por un nuevo programa de leyes especiales creadas especialmente para los cubanos.

Desde los mismos inicios de la Revolución en 1959, el tema migratorio se convirtió en un elemento importante de la política de Estados Unidos hacia Cuba. Comenzando por el arribo de la primera oleada migratoria entre 1959 y 1962, el Programa de Refugiados Cubanos, aprobado en 1961 hasta la vigente Ley de Ajuste Cubano,[3] Estados Unidos ha mantenido una política de aliento a la emigración cubana y un explícito tratamiento preferencial con los inmigrantes procedentes de Cuba (Aja, 2014).

Con este escenario migratorio, aparece otro elemento peculiar en el país al que valdría la pena prestar atención. Mientras países con características demográficas similares presentan saldos migratorios positivos, Cuba emerge  como país de emigración desde los años 30 del siglo XX y Estados Unidos como principal receptor de población cubana, con ciertas facilidades a partir de la década del 60 del propio siglo, que colocan a los cubanos en una posición privilegiada respecto al resto de los migrantes. El impacto de estas peculiaridades en el flujo migratorio entre ambos países puede estar influyendo en el comportamiento reproductivo desde dos perspectivas: en las posibilidades de salida y en las facilidades para la inserción en el destino. Tener un canal de migración legal podría estar generando una feminización del flujo, lo cual confirma el hecho de que en el período de 1995 al 2005 (segundo período en importancia en la migración cubana después de la Revolución) las mujeres representaron el 53,8% del total de personas que salieron del país (Aja y López-Callejas, 2009).

Los acuerdos migratorios que conceden visas a cubanos y los canales de migración ilegal convierten a la migración hacia Estados Unidos en una posibilidad real que puede ser percibida como un proyecto a ser cumplido en un corto o mediano plazo. Este proyecto probablemente influye en las decisiones de las mujeres respecto a su fecundidad, así como en los planes de formación de familia. Por otro lado, las leyes que acogen y brindan "refugio político" a los cubanos una vez en territorio norteamericano, facilitan la inserción y socialización de las cubanas en el destino. A la luz de este contexto, sería oportuno asumir las posiciones teóricas propuestas al respecto del comportamiento reproductivo de las migrantes cubanas en Estados Unidos con cautela, pues estos postulados están elaborados a partir de escenarios que difieren del nuestro.

 

CONSIDERACIONES FINALES

A la luz de las teorías que han estudiado la fecundidad de las migrantes y atendiendo a las características de la migración internacional en Cuba, especialmente la emigración de Cuba hacia Estados Unidos, sería oportuno apuntar algunas reflexiones. Si bien son varias las hipótesis que han sido propuestas como marco teórico para describir, explicar y de cierta manera predecir el comportamiento reproductivo de las migrantes, no todas son aplicables a los diferentes contextos.

En todo estudio sobre migrantes es imprescindible considerar el origen y el destino, y en función de las características de cada uno de los contextos valorar cuáles son las estrategias teórico-metodológicas que mejor puedan tratar el fenómeno. En el caso de las cubanas residentes en Estados Unidos, hay varios elementos que habría que considerar. Si se piensa en la propuesta teórica relacionada con la selectividad, es importante recordar el carácter homogéneo de la fecundidad cubana en las últimas décadas. De manera general, es cierto que la población que tiende a migrar frecuentemente muestra mayores niveles de escolaridad, mayor acceso a la información, a veces suelen ser personas que viven en zonas urbanas, entre otros rasgos que las diferencian de quienes no realizan el movimiento.

Este hecho, ciertamente, influye en que su comportamiento en el destino se diferencia del observado en el origen, no necesariamente por un efecto del contexto receptor, sino porque ya estas personas traen determinadas características que las diferencian del resto de las personas en el origen. En Cuba, como ya se ha dicho, los diferenciales por escolaridad, zona de residencia, participación en la actividad económica, territorio y color de la piel, por ejemplo, son muy bajos. Este comportamiento dentro del país supone que la selectividad, tal cual es definida en la literatura sobre el tema, habría que trabajarla con mucha cautela. Es decir, si por ejemplo, al observar las tasas de fecundidad de las cubanas en Estados Unidos, estas son menores que las observadas en Cuba, este resultado no sería una consecuencia de que las migrantes podrían tener mayor escolaridad y, por tanto, su fecundidad sería menor a la de sus colegas residentes en Cuba, pues dentro de la Isla las tasas de fecundidad por escolaridad son muy semejantes, siendo en ocasiones mayores las pertenecientes a mujeres con mayor nivel de instrucción.

Probablemente la selectividad habría que pensarla de otra manera, teniendo en cuenta la fecundidad por edades, el lugar de residencia y/o la historia migratoria anterior a la entrada en Estados Unidos, el lugar de residencia en este país y otras características. Esta hipótesis pudiera ser válida, de la manera en la que ha sido propuesta, para los casos en los que las migrantes procedan de un país donde la fecundidad sea mayor que en la sociedad receptora y donde, además, los diferenciales en el origen puedan explicar comportamientos en el destino.

La propuesta teórica que intenta relacionar el comportamiento reproductivo de la migrante con su adaptación a la sociedad receptora sí podría acomodarse mejor al caso cubano. El hecho de que las cubanas gocen de privilegios respecto al resto de los migrantes en Estados Unidos y la relación histórica que ha existido entre estos dos países pudieran ser elementos que faciliten la inserción en la sociedad receptora, lo cual llevaría a una mejor adaptación.

Sin embargo, factores como el año de entrada en Estados Unidos, la forma a través de la cual llegó y el lugar de residencia en ese país pueden marcar diferencias en la adaptación de las cubanas. Las cubanas del sur de la Florida, por ejemplo, tienen mayor probabilidad de mantener hábitos y comportamientos del origen por vivir en un entorno con una mayor concentración de cubanos. Por otro lado cabría preguntarse con qué grupos se estaría socializando la migrante cubana, pues su adaptación no necesariamente podría estar relacionada con el comportamiento de las nativas. En el caso específico de las migrantes cubanas en Estados Unidos, debido, por ejemplo, al idioma, probablemente estas mujeres se podrían relacionar más con otras hispanas que con las nativas en ese país. En este sentido se estaría hablando entonces de una adaptación que sigue una línea diferente a la que describe la teoría, que habla de adaptación a normas del destino en función de la población en general o de las nativas en la sociedad receptora.

La asimilación y la ruptura son propuestas que son útiles y oportunas a la hora de analizar el comportamiento reproductivo de las migrantes, sin embargo requieren de un sistema de información del cual no se dispone para la presente investigación. Sin embargo, en el caso de la ruptura, el tiempo residiendo en Estados Unidos pudiera ser un elemento que de alguna manera podría estar apuntando a una ruptura o no en el proceso reproductivo.

La asimilación va más allá de lo que pudiera estar relacionado meramente con la fecundidad, es un concepto que trasciende esta investigación y para el cual se necesita tener un marco teórico sólido sobre el tema e información suficiente para tratarlo. Es por ello que en el marco de este estudio se trabaja con lo que en la literatura se hace llamar hipótesis de adaptación y no con lo que los teóricos sobre el tema llaman asimilación, inclusive porque el fenómeno ha sido estudiado y descrito a partir de diferencias generacionales y este estudio no incluye generaciones.

Como todo marco teórico, el utilizado en esta investigación tiene ventajas y desventadas para cada diseño y para cada contexto. Justamente esta breve revisión ha tenido el propósito de profundizar en los aspectos que realmente le son útiles al estudio, intentando dejar claro a qué postulados se adscribe y cuáles son los aspectos peculiares que el caso de las cubanas les podría aportar a las miradas sobre el tema. Sin embargo, hay muchas más aristas para estudiar el fenómeno, incluso utilizando el mismo objeto.  

 

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* Doctora en Ciencias Demográficas. Profesora Asistente. Centro de Estudios Demográficos (CEDEM), Universidad de La Habana, Cuba. E-mail: daylin@cedem.uh.cu

[1] Dinámica entendida como los cambios que experimenta una población como consecuencia de las variaciones en el comportamiento de las tres variables demográficas: mortalidad, fecundidad y migraciones.

[2] Esta encuesta fue la última que calculó el peso de los determinantes próximos en la fecundidad cubana.

[3] La Ley de Ajuste Cubano fue aprobada en Estados Unidos en noviembre de 1966 y les concede asilo político de forma prácticamente automática a los migrantes provenientes de Cuba. Asimismo les ofrece la posibilidad a los cubanos de ajustar su estatus migratorio al año y un día de permanecer en territorio estadounidense, eximiéndolos de las restricciones y exigencias que demanda el gobierno en ese país para el resto de los migrantes (Aja, 2014).

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