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Revista Novedades en Población

versão On-line ISSN 1817-4078

Rev Nov Pob vol.14 no.28 La Habana jul.-dez. 2018  Epub 24-Maio-2019

 

Artículo Original

Bienestar: percepciones de actores laborales

Well-being: Perceptions of labor actors

Daybel Pañellas Álvarez1  * 

María Teresa Fong2 

1 Facultad de Psicología, Universidad de La Habana, Cuba.

2 Facultad de Psicología, Universidad de La Habana, Cuba.

RESUMEN

En los documentos del VII Congreso del Partido Comunista de Cuba (PCC) se afirma: “El desarrollo socialista requiere la transformación estructural de la economía, lograr una inserción internacional ventajosa y dinámica para la elevación del bienestar y construir una sociedad próspera y sostenible” (Partido Comunista de Cuba [PCC], 2017, p. 1). Hallazgos de las ciencias sociales dan cuenta de crecientes procesos de desigualdad expresados en diferentes ámbitos a partir de niveles de ingresos, identidades, orientaciones sexuales, color de la piel, sexo, entre otras. Ello sugiere la posibilidad de concepciones diversificadas acerca de la sociedad a construir y específicamente sobre las nociones de bienestar y prosperidad. La investigación que se presenta cuestionó ¿cuál es la conceptualización de bienestar que tienen actores laborales en La Habana? Tuvo lugar entre noviembre de 2017 y febrero de 2018. Se siguió un diseño mixto concurrente, donde se aplicó un cuestionario, un dibujo y una entrevista semiestructurada. Se entrevistaron a 200 trabajadores de los sectores estatal y no estatal de la economía. Los resultados muestran homogeneidad de respuestas.

Palabras claves: bienestar; actores laborales; heterogeneidad

ABSTRACT

In the documents of the 7th Communist Party Congress, it is stated: "Socialist development requires the structural transformation of the economy, achieving an advantageous and dynamic international insertion for the elevation of well-being and building a prosperous and sustainable society" (Partido Comunista de Cuba [PCC], 2017, p. 1). Findings of the social sciences give accounts of growing processes of inequality expressed in different areas such as income levels, identities, sexual orientations, skin color, sex, among others. This suggests the possibility of diversified conceptions about the society to be built and specifically about the notions of welfare and prosperity. The research that is presented questioned: what is the conceptualization of well-being that labor actors have in Havana? It took place between November 2017 and February 2018, we followed a concurrent mixed design, where a questionnaire, a drawing and a semi-structured interview were applied. 200 workers from the state and non-state sectors of the economy were interviewed. The results show homogeneity of responses.

Key words: Well-being; labor actors; heterogeneity

Introducción

A siete años del comienzo oficial del proceso de actualización del modelo económico y social cubano y a pocos meses de finalizadas las elecciones, en el Noticiero Nacional se discute la idea de que es momento de mirar con objetividad el impacto de las medidas en todos los sectores de la población, de fomentar la participación, de lograr una continuidad en el movimiento, en la construcción, en el avance. La continuidad hace referencia a documentos como el Plan Nacional de Desarrollo Económico y Social hasta el 2030: Visión de la Nación, Ejes y Sectores Estratégicos, o las modificaciones a los Lineamientos de la Política Económica y Social del Partido y la Revolución; proponen dirigir la mirada hacia el individuo, colocándole como sujeto activo en el proceso.

Con esta intención de “rescatar al sujeto” y ante la múltiples evidencias de creciente heterogeneidad social, nos cuestionamos cuánto esta última influía sobre la percepción de bienestar. Obviamente, se trató de conceptualizar esta noción desde los sujetos, pero partiendo de lecturas previas sobre el tema, que enfatizaban en distintos aspectos no excluyentes entre sí, pero tratados de manera independiente en función de su procedencia.

Se encuentran las teorías hedonistas, que ven el bienestar como placer; las teorías del deseo, que lo ven como el cumplimiento de los mismos; la teoría de las “listas objetivas” o “buenas concepciones sustantivas” (Scalon, 1993, citado por Pifferrer y Alfonso, 2009), que habla de un listado de elementos que hacen una vida bien vivida; la teoría de las posiciones libertarias, donde lo bueno es la existencia de opciones; la teoría sobre las capacidades, que versa sobre las posibilidades de ser o hacer y obtener logros con ello (Pifferrer y Alfonso, 2009).

Al insertarse este concepto en otros campos de la ciencia como la Medicina o la misma Psicología, surgen otras variantes que marcarían la visión del concepto: el bienestar subjetivo y el bienestar psicológico. Años de elaboración teórica llevaron a estructurar el bienestar subjetivo a partir “de la satisfacción con la vida, referida fundamentalmente, a la valoración que hace el sujeto de su vida de forma general, incluyendo todos aquellos aspectos que forman parte del logro y consecución de metas y proyectos; y por otro lado estaría el conjunto de afectos positivos y negativos que emergen como resultado de la interacción cotidiana del individuo con su entorno. Ambas dimensiones estarían influenciadas a su vez, por factores contextuales, referidos fundamentalmente a las influencias de las condiciones demográficas” (Diener, Suh, Lucas, & Smith, 1999, citados en Rojas, 2014, p.14). Por otra parte, el bienestar psicológico está compuesto por la autoaceptación, las relaciones positivas con los otros, el dominio del ambiente, la autonomía, tener un propósito en la vida y crecimiento personal (Ryff & Shmotkin, 2002, citados en Rojas, 2014).

Es notable cómo el bienestar subjetivo se sustenta en las elaboraciones cognitivas y afectivas que hace el individuo sobre su modo de vida, el contexto y el tiempo en el que se inscribe, mientras que el bienestar psicológico propone nuevas dimensiones como las relaciones con los otros, la autodeterminación y el crecimiento personal.

Intentando combinar ambas posturas, la Dra. García-Viniegras planteó el bienestar psicológico como “(…) la vivencia relativamente estable que se produce en relación con un juicio de satisfacción con la vida (balance entre expectativas y logros) en las áreas de mayor significación para cada individuo en particular y que posee un carácter positivo, de disfrute personal, donde predominan los estados emocionales positivos. Las expectativas trazadas, los logros obtenidos y el balance entre ambos están mediados por la personalidad y por las condiciones sociohistóricas y culturales en que se desenvuelve el individuo” (García-Viniegras, 2004, p. 11).

El planteamiento anterior nos pone delante, entonces, una caracterización del bienestar como plurideterminado a partir de la “interrelación dialéctica de factores socioculturales, psicológicos y biológicos, que convergen en la personalidad como un sistema de configuraciones complejas que poseen una función reguladora del comportamiento” (García-Viniegras, 2004, citada en Rojas, 2014, p. 19).

Complementan la visión psicológica del bienestar nociones como condiciones de vida, nivel de vida, modo de vida, estilo de vida y calidad de vida. Las mismas comprenden elementos externos que influyen en el individuo y la forma en que este expresa cómo vivencia el bienestar, llegando al punto en que bienestar psicológico resulta el componente subjetivo de la calidad de vida, que a la vez reúne en sí las relaciones de producción, las formas de organización de una sociedad y las relaciones históricas de un sujeto con su contexto (García-Viniegras, 2004).

Desde la sociología se propone que “la característica primaria del bienestar cabe concebirla en términos de lo que una persona puede realizar, tomando realizaciones como las variadas formas posibles de hacer y ser. De este modo la característica primaria del bienestar es el vector de realizaciones que consiguen las personas” (Sen, 1997, citado en Peña, 2014, p. 9). Para nosotros, esta definición hace más énfasis en el carácter activo del sujeto. Su participación, para el logro de su satisfacción y en pos de su contexto, es también un elemento que se subraya; así como el papel de las políticas sociales. “Participar implica el acceso a cuotas de poder en los procesos sociales, y actuar intencionalmente persiguiendo objetivos y utilizando medios, lo que supone una estrategia que exige organización, recursos y alguna concepción respecto a las acciones necesarias para transformar dichos insumos en resultados” (Peña, 2014, p. 12); la política social es “un instrumento de regulación, basado en la distribución jerárquica del poder, entre aquellos actores que por su meta y desempeño contribuyen o limitan el bienestar” (Peña, 2014, p. 20), de ahí su importancia en el análisis del bienestar como meta de los países.

Ángela Peña (2014) afirma que la aprobación de los Lineamientos de la Política Económica y Social ha llevado al país a un período de transformaciones que intenta pasar de un modelo de bienestar de carácter desmercantilizado, estadocéntrico, a uno de mayor carácter familiarista. El régimen previo buscaba que la mayor parte de las garantías del bienestar residieran en la política social, independientemente de las ganancias personales. Esta política le resta importancia al papel de los ingresos monetarios en el acceso al bienestar, buscando proveer al pueblo de programas que garanticen los servicios necesarios. El tránsito de este régimen de bienestar al actual ha sacado a flote ciertas evidencias de desigualdad social, lo que lleva al planteamiento de un modelo de transformación para revertir tal fenómeno.

Aquí entra en acción la política de Lineamientos, que desde sus primeras líneas enuncia que los cambios buscan garantizar la materialización de la Visión de la Nación: soberana, independiente, socialista, democrática, próspera y sostenible. Estas hacen clara referencia a la intención de preservar el carácter del Gobierno cubano, afianzando el desarrollo económico y elevando el nivel y calidad de vida con equidad (PCC 2017).

Los planteamientos principales que hace esta política respecto al bienestar son los siguientes:

  • “Todas las políticas contribuyen al bienestar y a la prosperidad de los ciudadanos, conceptos indisolubles relacionados con mejores y sostenibles condiciones de vida material y espiritual, el desarrollo de capacidades para una participación más plena y decisiva en la comunidad y el país (…)”.

  • “La prosperidad se materializa en el progreso económico, social y cultural a nivel de colectivos, comunidades, familias e individuos”.

  • “Se promueve que estos ideales sean materializados en proyectos de vida material y espiritualmente alcanzables, en correspondencia con los valores humanos que propugna nuestra sociedad”.

  • “Con la actualización del Modelo, el trabajo es la fuente principal de ingresos, que sustenta condiciones de vida dignas para todos, permite que las personas eleven el bienestar material y espiritual y concreten sus proyectos individuales y familiares de vida” (PCC, 2017, pp. 11-12).

La propuesta para sustentar tal proyecto de bienestar es la transformación de la política económica, que incluye una transformación en la estructuración de las fuerzas laborales y las políticas de impuestos. Las predicciones de algunos teóricos plantean que estas reformas tensionarán la estructura del bienestar concebido inicialmente en el proyecto gubernamental, en especial al verse reducidas algunas dimensiones del gasto social, evidenciando un proceso de retracción de la protección social estatal. La expresión principal de estos cambios se ve en el reforzamiento de la responsabilidad individual y familiar ante la solución de problemas que previamente eran responsabilidad del Estado (proveer de puestos de trabajos, garantía de ciertos servicios). Esto ha implicado “la formalización de prácticas hasta entonces informales y un reforzamiento de la desigualdad, según los recursos que los distintos grupos pueden desplegar ante esta coyuntura, con base en una familiarización de régimen” (Peña, 2014, p. 66).

De manera formal, lo anterior fue planteado en la política de Lineamientos en sus objetivos, y en sus lineamientos (por ejemplo, lineamientos 40, 42 y 166):

  • “Reducir progresivamente la desigualdad económica y social entre los territorios del país, así como la no proveniente de la cantidad, calidad y complejidad del trabajo y los resultados económicos, entre segmentos de la población”.

  • “Fortalecer el poder adquisitivo de los ingresos provenientes del trabajo, sin perder de vista el nivel de prioridad que requiere la recapitalización de la economía para asegurar la sostenibilidad del desarrollo económico y social”.

  • “Propiciar las condiciones que promuevan la coherencia y alineación de los proyectos individuales y familiares con los colectivos y sociales, sustentadas principalmente en los ingresos provenientes del trabajo y los derechos económicos”.

  • “Garantizar que el trabajo constituya en sí mismo una necesidad y motivo de realización personal para cada ciudadano, y que el salario y otros ingresos del trabajo sean fuente principal de reproducción y estímulo de los trabajadores”. (PCC, 2017, p. 21)

Esta nueva dirección, como ya se mencionó, deposita una gran parte de la responsabilidad en el individuo y la familia como estructura básica, lo que lleva a pensar en las desigualdades surgidas a partir de marcos institucionales distintos y las posibilidades reales de acceso a las oportunidades, diferentes según sectores de la población (Voghon y Peña, 2013, citados en Peña, 2014).

“Los impactos de las transformaciones legales en las vidas concretas, han demostrado ya ir más allá de lo formalmente previsto (Peña y Voghon, 2013). Es por esto, que se puede decir que existen varios niveles de régimen de bienestar en Cuba, y que estos se superponen en una trama difícilmente generalizable de relaciones entre los actores” (Peña, 2014, p. 102).

El escenario político y académico brevemente descrito condujo a cuestionar: ¿Cuál es la conceptualización de los ciudadanos sobre bienestar? Con lo cual se decidió trabajar con actores laborales del sector estatal y no estatal cuentapropista con los objetivos de: definir su percepción sobre el concepto de bienestar; caracterizar la percepción sobre el concepto de bienestar atendiendo a: estrategias de acceso, locus de control, condiciones materiales de vida y políticas socioeconómicas que inciden; y correlacionar estos resultados con las variables: grupos pertenecientes al sector estatal y no estatal, en los roles de empleado y empleador; teniendo en cuenta su sexo, color de la piel, grupo etario y escolaridad.

Apuntes metodológicos

Se trabajó con un diseño mixto de investigación, concurrente, no experimental, transeccional.

La población la constituyeron trabajadores del sector estatal y no estatal de La Habana.

Se diseñó una muestra no probabilística, por cuotas. Su selección se realizó a partir de la determinación de la muestra mínima necesaria. Ello significa que se determinó para cada uno de los grupos un número mínimo en el que estuvieran representadas todas las manifestaciones posibles que podían adoptar las variables de control (trabajadores del sector estatal y no estatal cuentapropista; en rol de empleador y empleado; mujeres y hombres; blancos, negros y mestizos; jóvenes, adultos medios y mayores). El acceso a los sujetos se realizó a través de la técnica de bola de nieve. El total de sujetos fue 200.

Como instrumentos y técnicas se utilizaron un cuestionario que incluía preguntas abiertas y cerradas, técnica de proyectos y escalas likerts, así como una entrevista semiestructurada y un dibujo. El cuestionario fue pilotado y, tras ajuste, se procedió a la aplicación. Esta tuvo lugar entre enero y febrero de 2018.

Los datos se procesaron aplicando el programa SPSS, Statistica y el análisis de contenido.

Resultados

La división de la muestra resultó con un 46,5% de trabajadores del sector estatal, 51% del sector no estatal y un 2% que articula ambos sectores. Estos, aunque sin ser un número significativo, representan la emergencia en los últimos años de esta alternativa de implicación laboral, como estrategia personal y familiar de crecimiento y supervivencia.

A partir de las respuestas de los sujetos realizamos un proceso de agrupación y conformación de categoríasI para luego realizar el análisis de las frecuencias (tabla 1).

Tabla 1 Conceptualización de categorías conformadas 

Fuente: Elaboración propia.

Las respuestas indican que para la muestra entrevistada el bienestar tiene un carácter espiritual, vinculado a un buen estado de salud física y mental que permita el desarrollo de la persona. En la figura 1 se ofrecen las respuestas según el porcentaje que alcanzó cada categoría.

Fuente: Elaboración propia.

Figura 1 Distribución de las respuestas asociadas a la concepción de bienestar 

El mayor valor le corresponde a la categoría estabilidad espiritual, con un 17,70%. “Es un estado de estabilidad positiva y segura” (Intelectual, 68 años); “la capacidad de sentirse bien con un mismo” (Cuentapropista, 32 años); “el momento en el cual me siento bien conmigo misma” (Intelectual, 32 años); “un estado de satisfacción personal” (Obrero, 32 años); “es un estado en el cual convergen sensaciones de paz, alegría, deseos de vivir” (Cuentapropista, 48 años).

Las respuestas se complementan con los dibujos, se encontró una división en la conceptualización de la estabilidad espiritual: una vertiente concreta en la que se alcanza ese estado (lugares en los que la persona se siente tranquilo) y otra más abstracta que se refiere al estado en sí (los sentimientos, pensamientos u otras características del estado) (figura 2).

Figura 2 Estabilidad espiritual 

La segunda respuesta que mayor puntuación alcanzó, con un 16,10%, fue la salud física y mental. “Considero que lo primero para conseguir un bienestar es tener buena salud, sin ella pienso que no hay nada” (Obrero, 35 años). “Es un estado físico y emocional que se expresa a través de mi salud, la felicidad, tranquilidad y la armonía con mi yo propio y con los que me rodean” (Cuentapropista, 49 años). “Es sentirte saludable (…)” (Cuentapropista, 27 años). “El equilibrio entre el estado emocional, salud, con el entorno que nos rodea” (Intelectual, 45 años). “Es un estado de salud mental y física que proporciona a la persona sentirse bien” (Cuentapropista, 40 años) (figura 3).

Figura 3 Salud física y mental 

Algo interesante es cómo la temática de la salud está siempre ligada a emociones positivas, lo que tiene relación con el hecho de que la estabilidad emocional sea el tercer elemento más mencionado en las respuestas (15,50%).

Como cuarta y quinta respuestas encontramos la economía favorable y el confort material, representando el 10,90% y 10,60% de las respuestas respectivamente. Esto engloba el aspecto más material del bienestar, como base necesaria para lograr los elementos anteriormente citados: “Considero que tener un poder adquisitivo acorde a mis necesidades (…)” (Cuentapropista, 33 años); “Donde las necesidades básicas estén cubiertas a un nivel elemental, dígase vivienda, alimentación y retribución monetaria, al nivel intelectual o laboral” (Cuentapropista, 39 años); “Incluye aspectos diversos como la capacidad económica, la satisfacción con el estilo de vida (…)” (Intelectual, 48 años) (figura 4).

Figura 4 Economía y confort material 

La siguiente respuesta es la relativa a la familia, con un 10,20%. Esto trae el aspecto vincular del bienestar, relacionado estrechamente con el logro de la estabilidad espiritual y emocional. Argumentos para reforzar esta categoría son: “Vivir en armonía con una familia que te apoye (…)” (Cuentapropista, 26 años); “Sentirme bien conmigo mismo, con mi familia y amigos” (Intelectual, 38 años).

Posteriormente siguen las respuestas de prosperidad/progreso (5,20%) y realización profesional (4,40%). La primera es la categoría que encierra un carácter más global, aludiendo al desarrollo del país además del individual. Como ejemplos de los discursos tenemos: “Apoyo económico para el desarrollo” (Dirigente, sector estatal, 52 años); “Además de los puntos anteriores (salud, paz, felicidad) incluye prosperidad” (Intelectual-académico, sector estatal, 49 años). Como contraparte, la segunda es estrictamente individual, buscando la satisfacción del sujeto a partir de la labor que realiza: “Tener un trabajo propio que te sustente” (Cuentapropista, sector no estatal, 26 años); “Es el punto donde mis metas son alcanzadas” (Intelectual-académico, sector no estatal, 21 años).

Seguidamente tenemos las relaciones sociales favorables (3,70%). Esto toma el aspecto vincular y lo hace más abarcador, señalando la importancia que les dan los sujetos a las relaciones positivas con las personas con las que se vinculan, no solo la familia: “El bienestar no es más que la armonía familiar y el buen trato hacia los vecinos, compañeros de trabajo, amigos y la vida social, donde influye la autoestima de la persona” (Obrero, sector estatal, 36 años); “Es un estado que nos hace sentir bien con la vida (…) y con nuestros semejantes, especialmente la familia” (Intelectual-académico, sector estatal, 60 años).

La próxima categoría es la seguridad (2,80%), que alude al factor externo, el cual es un proveedor importante de seguridad, tanto en el día a día como en la protección del sujeto en el puesto de trabajo: “Puede ser el estado de sentirse que se tiene una vida estable. En cualquier rama de la vida. Que además, lleva un ritmo de desarrollo moderado y seguro que garantiza la prosperidad y quizás la felicidad” (Cuentapropista, sector no estatal, 48 años); “Es cuando sientes tranquilidad en tu vida, seguridad y cuando no tienes problemas” (Cuentapropista, sector no estatal, 22 años).

Por otra parte, con los valores más bajos de respuestas, encontramos las condiciones naturales (1,3%). Aquí los discursos que ejemplifican son: “Una forma de vida relajada y feliz” (Cuentapropista, sector no estatal, 45 años); “Es sentir que la vida se disfruta mejor” (Cuentapropista, sector no estatal, 69 años).

La autonomía (1,6%) aunque no alcanzó un gran porcentaje, resulta importante al haber salido como respuesta, y los dibujos que lo representan resultan igual de llamativos: “Es un estado que posibilita a cada persona ser la piedra angular de su vida pues los problemas de índole mayor están resueltos. El resto queda a cada uno en su propia responsabilidad” (Cuentapropista/intelectual, sector no estatal, 24 años); “El derecho y la posibilidad de gestionarse un universo propio” (Intelectual-artista, sector no estatal, 48 años).

Para profundizar en el análisis de las respuestas dadas por los sujetos, se consideró útil realizar una mirada al orden en que estos fueron propuestos en la fase de asociación. Cinco era el máximo de opciones (figura 5).

Fuente: Elaboración propia.

Figura 5 Jerarquía de los argumentos en la asociación libre sobre prosperidad 

Cuando se analizó el orden de las asociaciones, se apreció que las categorías de respuestas que más resaltan son: salud física y mental (34,30%); estabilidad emocional (21,40%); estabilidad espiritual (15,50%); confort material (5,00%).

En general, pocos sujetos lograron completar cinco asociaciones con la palabra bienestar, de ahí la disminución del número de respuestas. Aun cuando la estabilidad espiritual aparece con mayor frecuencia, es la salud la que se selecciona en primera opción.

Evaluación del bienestar individual

Se pidió a los sujetos que evaluaran su bienestar en periodos de cinco años (figura 6):

Fuente: Elaboración propia.

Figura 6 Evaluación del bienestar 

En el pasado sobresale la calificación de su bienestar como regular, debido mayormente a falta de independencia (en los jóvenes), problemas de economía, de salud, o con la familia. “Tenía un básico cubierto, familia con salud, trabajo, aunque sin salario” (Académica, sector estatal, 48 años); “No vivía en mi casa (de su propiedad), ni trabajaba” (Multicategorial, sector no estatal, 26 años); “Satisfecha intelectualmente pero económicamente no era suficiente. Relaciones personales insuficientes también. Miedo a romper algunas” (Cuentapropista, sector no estatal, 38 años); “No tenía paz ni amor” (Cuentapropista, sector no estatal, 38 años); “Tenía muchos problemas familiares, enfermedades, muertes de familiares” (Obrera, sector estatal, 60 años); “Porque perdí la mitad de mi vida, que era mi madre, y porque sigo buscando mejorías sin obtenerlas como es debido para alguien como yo que trabaja para la cultura” (Artista, sector estatal, 51 años); “No me había jubilado, no podía comprarme ni un suavizante, y jabón de cinco pesos. Dependía de un salario y este era muy bajo” (Obrera, sector estatal, 61 años).

En el presente, las respuestas se mueven hacia la calificación de bien, debido a una movilidad laboral del sector estatal al no estatal, mejores condiciones (mayor salario, mejora de las condiciones en el hogar, estado de salud favorable para el individuo y las personas allegadas) y la posibilidad de lograr los objetivos planteados: “Aunque todavía no logro mis objetivos, mis metas son más ambiciosas” (Cuentapropista, sector no estatal, 32 años); “Parte de mis aspiraciones se han cumplido” (Académico, sector estatal, 46 años); “Mejoró mi salario. Estoy mejorando mi vivienda. Mi familia también avanza. Tengo otra manera de ver la vida” (Obrera, sector estatal, 54 años); “Tengo una relación que va muy bien. He cumplido las metas que me he propuesto hasta ahora. Mi estatus económico se corresponde con mis necesidades” (Artista, sector no estatal, 29 años); “Independencia. Más tranquilidad, rodeada de buenos amigos, haciendo cosas que me gustan. Solo me gustaría poder lograr más cosas en lo profesional y académico” (Cuentapropista, sector no estatal, 26 años).

En el futuro se aprecia un optimismo considerable, con una visión del bienestar de excelente. Esto se basa en esperanza en mejora, posibilidad de realización personal: “Espero haber alcanzado más metas, tener una familia y poder conocer más cosas del mundo. Pero sobre todo, estar satisfecha con lo conseguido” (Cuentapropista, sector no estatal, 26 años); “Pretendo haber consolidado mi estado. Me proyecto hacia un futuro mejor” (Obrero, sector estatal, 32 años); “Porque soy capaz, o intento por encima de todo, tener un buen bienestar” (Artista, sector estatal, 45 años); “Debe ser mayor mi bienestar. Espero que mi hijo grande esté graduado de la universidad y el peque estudiando en ella. ¡Ah! Y debo estar casada” (Académica, sector estatal, 45 años); “Hay tiempo y recursos para mejorar” (Cuentapropista, sector no estatal, 31 años); “Porque me he enfocado en que sea de esa forma” (Multicategorial, sector no estatal, 24 años); “¡Soy OPTIMISTA! Y hoy estoy de buen humor” (Artista, sector no estatal, 26 años).

Pero, ¿quiénes son esos que se perciben cada vez mejor?

Al profundizar en los datos, se encuentra que son los cuentapropistas e intelectuales los que perciben un incremento en su prosperidad a medida que pasan los años. A partir de estos datos nos es posible construir perfiles de argumentos para describir esta vivencia de mejoría en los sujetos. En lo relativo al sector no estatal, aquellos que se identifican como cuentapropistas experimentan su prosperidad con la entrada al sector, lo que se relaciona directamente con un aumento en los ingresos económicos. Sin embargo, los intelectuales también experimentan esta cualidad de mejora pero desde discursos y argumentos distintos a los de sector cuentapropista, ya que dan mayor relevancia a la realización profesional y personal.

Un 11,70% de las respuestas se corresponde con “No sé”. Este toma dos direcciones en los discursos de los sujetos: por una parte los adultos mayores, conscientes de entrar en una etapa de gran incertidumbre y limitaciones; y por otra, los adultos medios que se muestran desconfiados ante la perspectiva de cambio, con poca esperanza en las políticas socioeconómicas que marcan estas pautas: “Con más edad y en proceso de envejecimiento” (Dirigente, sector estatal, 60 años); “Tratar de que el paso del tiempo no sea un problema” (Obrera, sector estatal, 60 años); …si no estoy muerta. ¿Qué quieres que te diga?” (Obrera, sector no estatal, 61 años); “Podría estar muerta dentro de cinco años. Prefiero estar en el presente” (Cuentapropista, sector no estatal, 54 años); “Debería ser mejor, pero siento que la incertidumbre es demasiado grande” (Académica, sector estatal, 48 años); “Nada apunta a que pueda revertirse el panorama. Ni desde el punto de vista económico, político ni social. Como si no hubiera una verdadera voluntad del Estado en propiciar un ‘estado de bienestar’” (Artista, sector mixto, 44 años); “¿Cómo saber? No creo que el pronóstico dependa absolutamente de uno. Esto no es Hollywood” (Artista, sector no estatal, 48 años); “Una gran incertidumbre” (Dirigente, sector estatal, 52 años).

Percepción sobre el concepto de bienestar atendiendo a: estrategias de acceso, locus de control, condiciones materiales de vida y políticas socioeconómicas que inciden

Para el procesamiento de las respuestas obtenidas en estos ejercicios, se construyó igualmente una serie de categoríasI que las agruparan. Estas son (tabla 2):

Tabla 2 Conceptualización de categorías conformadas 

Fuente: Elaboración propia.

En la figura 7 vemos cómo para ambos sectores el trabajo se constituye como la principal estrategia para lograr el bienestar, con un porcentaje de 51,20%.

Fuente: Elaboración propia.

Figura 7 Distribución de respuestas asociadas a estrategias para alcanzar el bienestar 

Las razones detrás de esta elección dejan ver al trabajo como la opción que mayores resultados trae en la búsqueda del bienestar, tanto a nivel individual como social: “Trabajar como si fuera el último día, intentando dejar un legado, aunque no siempre los esfuerzos estén bien compensados” (Académica, sector estatal, 48 años). “Trabajo mucho porque además de que con ello prospero económicamente, soy muy feliz ejerciendo mi profesión” (Contratista, sector no estatal, 49 años). “Trabajar día a día para lograr las metas que nos proponemos, es una de las cosas que nos hace sentir bien” (Obrero, sector no estatal, 33 años). “Trabajar y esforzarme cada día más sin importar lo que se ponga en mi camino (…)” (Mecánico, sector no estatal, 22 años). “Trabajar en lo que me guste y me dé placer” (Secretaria, sector estatal, 60 años).

La respuesta de autocontrol supone una reafirmación del carácter individual de la postura de los trabajadores, pues el alcance del bienestar se logra en este caso a partir del accionar único del individuo, siendo este el que regula sus acciones y traza planes para llegar a tal estado. En este caso, las explicaciones de los encuestados son: “Tratar mediante mi esfuerzo y tenacidad de avanzar en todas las facetas de la vida para mejorar dentro de lo posible” (Entrenador personal, sector estatal, 35 años); “Trazarme objetivos y hacer lo posible por todos los medios para alcanzarlos en función, por supuesto, de mi bienestar y de las personas que me rodean” (Productora de papel artesanal, sector no estatal, 24 años); “Para alcanzar el bienestar es necesario poner cada uno de nuestra parte, pues sin esfuerzo personal y sacrificio el bienestar no existirá” (Mecánico, sector no estatal, 22 años).

El autocuidado alude a un plano más social e intangible, que es la salud física y mental del individuo, siempre apoyándose en la familia. Algunos de los ejemplos son: “Cuidarme y cuidar de los míos en lo posible” (Económica, sector estatal, 47 años); “Cuidarme, alimentarme, estar bien anímicamente” (Económica, sector estatal, 35 años); “hacer ejercicio, discriminar las ideas que puedan afectarme emocionalmente y enfocarme en pensamientos o actividades para contrarrestar las anteriores” (Diseñador, sector no estatal, 26 años).

¿De qué depende el bienestar? ¿Llega o se busca?

La obtención del bienestar depende de la combinación de los factores internos y externos (44,90%) como facilitadores del bienestar. Los primeros dependen únicamente del individuo (las acciones que tracen, sus metas, etcétera), mientras que los segundos son las influencias del medio (medidas económicas, posibilidad de obtener recursos, entre otros elementos). Le sigue muy de cerca la idea del factor interno como única influencia (44,40%) y el factor externo ocupa un 10,20%.

En caso de que fuera exclusivamente el factor interno, los argumentos de los sujetos estaban marcados por la proactividad y el posicionamiento del individuo como único hacedor, como se puede ver en las expresiones: “De mí, de mi trabajo, de mi esfuerzo… si no la pulo, olvídalo” (Obrero, sector no estatal, 61 años); “Solamente de mí” (Cuentapropista, sector no estatal, 32 años); “Exclusivamente depende de mí” (Académico, sector estatal, 46 años); “Creo que es una decisión personal lograr este estado, así que depende más bien de uno mismo” (Obrero, sector estatal, 32 años); “Primero de mí. Luego el medio en el que vivo puede ponerme topes, pero incluso estos, pienso que se pueden modificar. Definitivamente creo que lo fundamental está en mi interior” (Cuentapropista, sector estatal, 32 años); “Primero de la persona que lo quiere obtener, segundo tener claro qué hacer para llegar a él y tercero no desalentarse o desanimarse si para lograrlo se cae varias veces en el camino” (Cuentapropista, sector no estatal, 40 años). Algo que llama la atención en estos discursos es que en las ocasiones en las que se menciona al medio externo como posible influencia, este puede ser transformado para beneficio propio. El individuo no cuenta con redes que faciliten su desarrollo, y el mismo recae enteramente en su accionar: “Depende de uno mismo pues quienes poseen el poder de cambiar la realidad y crear un sentimiento de bienestar podrían nunca llegar a hacerlo, temiendo como nunca el tiempo de existencia” (Cuentapropista/artista, sector no estatal, 24 años).

En el caso de aquellos que sí aceptan la influencia de agentes externos en combinación con los internos, las líneas argumentales presentan a lo externo tanto facilitador como entorpecedor: “Debiera depender de mí, pero si la pelea es contra molinos de viento…” (Artista, sector no estatal, 48 años); “En parte de mí, pero para eso es necesario un buen trabajo para tener una buena economía, hace falta tener salud para tener ese buen trabajo y suerte, además de convivir en armonía” (Obrero, sector no estatal, 35 años); “Dependo de la publicación de mis libros, de mi esposo, de mi trabajo en la Editorial. Del país, dependo del país, de su estabilidad e inestabilidad, de sus decisiones erróneas y de sus éxitos, sobre todo en la medicina” (Artista, sector estatal, 51 años); “En parte de mí mismo, porque es una percepción. Pero las circunstancias en que vivimos nos imponen, fuerzan y limitan. Es una interacción permanente entre el yo y la sociedad” (Artista, sector mixto, 52 años).

Por último un porcentaje menor de respuestas que depositan toda la responsabilidad en influencias externas (10,20%). En este caso las respuestas transcurren por varias líneas, desde la importancia de las redes sociales hasta las condiciones materiales básicas para sentir satisfacción: “De la familia, de tener una consolidada, con solidez, armonía; por tanto es la principal y la única” (Cuentapropista, sector no estatal, 61 años); “De mi familia más cercana como apoyo” (Cuentapropista, sector no estatal, 26 años). “Depende de la sociedad en que convivo, cambios, poseer un trabajo bueno que resuelva mis expectativas y también de las amistades y familiares más cercanos” (Académico, sector estatal, 54 años); “De las posibilidades que tengamos para vivir, el lugar donde vivimos; en fin del medio en que vivimos” (Obrero, sector estatal, 54 años).

¿Qué es eso de políticas socioeconómicas…? Conocimiento de los encuestados sobre las políticas activas en el país

Un 47% de la muestra refiere conocer algunas de las políticas; sin embargo, en los momentos de exponerlas brindaban respuestas vagas como la del cuentapropismo o los lineamientos: “Apertura de un nuevo sector, que es el trabajo por cuenta propia” (Cuentapropista, sector no estatal, 33 años); “Trabajador estatal que es subvencionado por el Estado con un salario según cargo ocupacional vs. Trabajador por cuenta propia responsable de sus ingresos personales según su capacidad de gestión” (Multicategorial, sector estatal, 53 años); “Actualización del modelo económico” (Artista, sector mixto, 52 años).

Las respuestas que siguen son: ninguna (25,50%), no es de interés (3,50%) y no respuesta (15,50%). Con ellas se evidencia un desconocimiento explícito de tales políticas, llegando a sumar entre las tres casi tanto como aquellos que refieren conocer algunas.

Como contenido de interés se destaca que al realizar una mirada desde el grupo etario, la mayoría de las personas que se encuentran en estos porcientos de ninguna o no respuesta son en su mayoría jóvenes que oscilan entre los 18 y 35 años; mientras que la categoría de Algunas corresponde a los adultos medios.

¿Cómo se implican con las políticas socioeconómicas?

El primer dato obtenido se refiere a la implicación activa en las políticas, que de manera inversa alcanza el valor más bajo de todas las respuestas. Esta proactividad tiene varias caras, aunque se obtiene mayormente de trabajadores del sector no estatal: “Directamente en el pago de impuestos, en relaciones contractuales con instituciones estatales y organismos” (Cuentapropista, sector no estatal, 48 años); “Actualmente trabajo como cuentapropista, vinculado a tres contratistas de la construcción” (Cuentapropista, sector no estatal, 33 años); “Las uso, me usan, y navegamos” (Multicategorial, sector no estatal, 50 años); “Soy trabajador por cuenta propia, hago la contribución que debo. Esto es uno de los pilares que más solvencia le da al Estado. Se debe educar a la gente con esto” (Cuentapropista, sector no estatal, 61 años); “Como directivo he avanzado mucho. He logrado congeniar nuestros intereses con el trabajo con el sector privado” (Dirigente, sector estatal, 52 años).

Los valores más bajos, esta vez la implicación pasiva (27,50%), la no implicación (26%) y la no respuesta (29,50%), arrojan resultados desalentadores sobre la asimilación de las políticas socioeconómicas. Los sujetos muestran desinterés ante estas, limitándose a esperar los resultados: “No mucho, salvo que me toca como a cualquier ciudadano” (Artista, sector mixto, 52 años); “Continúo siendo trabajador de una institución estatal. Aún no creo que estoy en condiciones de asumir el trabajo por cuenta propia, que lamentablemente es el que más ganancia da” (Intelectual, sector estatal, 55 años); “Las que me llegan por obligación” (Intelectual, sector estatal, 38 años); “Desde la implicación de quien necesita una amplia gama de servicios” (Intelectual, sector mixto, 44 años).

En este caso, la no implicación y la pasividad se encuentran mayoritariamente en personas que pertenecen a la adultez media: “No me implico, vivo diariamente con sus resultados nefastos” (Intelectual-artista, sector estatal, 51 años); “No sé” (Cuentapropista/artista, sector no estatal, 45 años); “No me implico de ninguna manera. Los cubanos somos ciudadanos pasivos” (Cuentapropista, sector no estatal, 35 años), y son los jóvenes los que aportan los discursos más activos dentro de la implicación política: “Como trabajador por cuenta propia” (Intelectual-artista, sector no estatal, 34 años); “Facilidades infinitas de justificación de efectivo” (Intelectual-artista, sector no estatal, 29 años).

¿Cómo se benefician?

Los beneficios que se perciben de las mismas son casi inexistentes, o limitadas en su mayoría al marco económico. Aquí la no respuesta resulta en amplia mayoría con 28,50%, convirtiéndose en un tema de rechazo para los encuestados. Sí fueron mencionados dos de forma clara: Beneficio económico (18%) y la seguridad social, familiar y personal (11%). Categorías como muy poco (18%) o no beneficio (13,50%) van de la mano de los resultados anteriores en los cuales se hacía claro el desconocimiento hacia el tema y la relación pasiva con las mismas.

Bienestar: su correlación atendiendo a variables sociodemográficas

El análisis correlacional permite conocer si las concepciones sobre el bienestar de los encuestados están heterogeneizadas por las variables controladas. Se realizaron las pruebas estadísticas, teniendo como resultado que ninguna de estas variables reporta una significación menor que 0,2. Esto significa que, en esta muestra, ni el sexo, ni el color de la piel, ni la edad, rol o sector al que pertenece el sujeto heterogenizan los resultados.

Se puede hablar de una concepción de bienestar compartida por todos. Siendo hombre o mujer, blanco o negro, joven o viejo, el bienestar está asociado a estabilidad, salud, familia y buena economía.

Notas finales

Debido al momento en el que se encuentra Cuba en su reestructuración de las políticas económicas y sociales, se pudiera decir que el modelo de bienestar se encuentra en proceso de reestructuración. Las respuestas dadas por los sujetos se asemejan al modelo del estado posibilitador. El mismo se define por la aspiración que posee el Estado de asumir la mayor responsabilidad posible por el bienestar de los ciudadanos y persigue cubrir las necesidades de toda la población (carácter universal) (Rojas, 2007. Los problemas que enfrenta este modelo de bienestar están relacionados con el manejo de la economía, donde resulta difícil mantener el carácter de procurador universal cuando los recursos no son suficientes.

Muchas de las respuestas de los sujetos dan cuenta de la insuficiencia de las acciones del Estado para darle solución a todos los problemas existentes y se refleja la incertidumbre ante la efectividad de estas: “Eso es muy relativo. Aquí uno trata de buscarle el lado positivo ya que cada día son más las leyes económicas que surgen en pos de frenar el avance y no de ayudarlo”. Se vislumbra una de las consecuencias que expone la teoría: el debilitamiento de la confianza y del sentimiento de comunidad.

Con esta pérdida se da paso a nuevas estrategias de sobrevivencia, cada vez más enfocadas en la individualidad: los sujetos se ven como los principales responsables de su bienestar, con una ligera influencia del medio. Esto promueve que la mayoría de las proyecciones futuras sean solo a nivel personal, hablando de desarrollo para el negocio propio, estabilidad para sí mismo y la familia; pero apenas se menciona la sociedad. Tal actitud resulta contradictoria con las ideas del Gobierno, para el cual las nuevas reformas tienen como objetivo mantener las políticas sociales que beneficien a todos, y que lleven a una relación orgánica entre los diferentes sectores del trabajo.

Al menos desde el discurso, se identifica al trabajo como la vía para alcanzar el bienestar, lo cual lo reafirma “como medio de satisfacción de las necesidades básicas de sostenimiento personal, familiar y de la prosperidad de la sociedad en que se vive” (Deroncele y López, 2017, p. 265). Sin embargo, no debe otorgársele poca importancia a la emergencia de la autonomía, como una necesidad más relacionada con la realización personal y profesional: “Un trabajo emancipador genera libertad, satisfacción, realización, espacio de crecimiento espiritual, donde indudablemente todo ese estado de bienestar subjetivo se refleja en la productividad” (Deroncele y López, 2017, p. 265)

Ese mismo trabajo emancipador puede ser la base para expandir la visión de bienestar de los sujetos, de forma que articulen la obtención de beneficios individuales y sociales. Aquí la autonomía se vuelve esencial para lograr la participación de los actores laborales en el desarrollo socioeconómico del país, en especial en el sector cuentapropista, que ha nacido entre tantos desajustes y con bases organizativas no lo suficientemente desarrolladas. Para lograr tal participación es importante que los sujetos sean conscientes de sus posibilidades, todavía por descubrir en tanto la novedad de este nuevo sector. Esta participación requiere de un nivel consciente, pues no depende solamente de que los mecanismos estén creados para ello, los sujetos deben ser educados en su capacidad de autonomía y responsabilidad por las normas de equidad social.

Las nuevas políticas socioeconómicas se insertan como vehículo a partir del cual los trabajadores de ambos sectores pueden asumir responsabilidad y participar en espacios comunitarios; mas las respuestas dadas por los sujetos hablan de un desconocimiento de tales posibilidades y una actitud escéptica ante los beneficios de tales políticas.

De tal manera podemos ver cómo la dimensión de la autonomía está presente en los sujetos, pero atañendo solo a resultados individuales y con la reticencia a integrarse en las políticas debido a la incertidumbre ante la actitud del Estado. Cabe cuestionarse la inserción que tengan los individuos en los espacios que se abren en el país cada día, y si son mejorables las estrategias de comunicación de las actuales leyes para el desarrollo socioeconómico.

Finalmente, hacer notar cómo, en lo referente a la categoría bienestar, no se encuentran diferencias relacionadas con las variables controladas, ello conduciría a hipotetizar que, atendiendo a todas las informaciones ofrecidas por los sujetos y las previas relacionadas con las brechas de equidad, tenemos un perfil de población con amplias posibilidades de sentirse insatisfecha y lejos de construir su bienestar.

Referencias bibliográficas

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1 Las categorías fueron conformadas a partir del criterio de expertos.

Recibido: 15 de Julio de 2018; Aprobado: 02 de Septiembre de 2018

*Autor para la correspondencia: daybell77@psico.uh.cu

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