Warning: XSLTProcessor::transformToXml() [xsltprocessor.transformtoxml]: I/O warning : failed to load external entity "/srv-new/scielo/www/htdocs/xml/e/translation.xml" in /srv-new/scielo/www/htdocs/class.XSLTransformerPHP5.php on line 36

Warning: XSLTProcessor::transformToXml() [xsltprocessor.transformtoxml]: I/O warning : failed to load external entity "/srv-new/scielo/www/htdocs/xml/e/language.xml" in /srv-new/scielo/www/htdocs/class.XSLTransformerPHP5.php on line 36


 
15 30 
Home Page  

  • SciELO

  • SciELO


Revista Novedades en Población

 ISSN 1817-4078

        15--2020

 

ARTÍCULO ORIGINAL

El rol de la posposición en el nivel de la fecundidad. Cuba, 1999-2016

The role of postponement at the level of fertility. Cuba, 1999-2016

Gabriela María Dujarric Bermúdez1  * 

1 Máster en Estudios de Población. Profesora Instructora del Centro de Estudios Demográficos (CEDEM) de la Universidad de La Habana. Cuba.

Resumen

Con la característica de más de 40 años de fecundidad por debajo del reemplazo en Cuba, se considera pertinente conocer en qué medida determinados elementos, tales como la posposición de la fecundidad, afectan el nivel de la misma en el período 1999-2016. El trabajo que se presenta constituye una aplicación del modelo de Boongarts y Feeney para este período, con el objetivo de indagar sobre uno de los aspectos que pueden provocar la disminución de la fecundidad.

Palabras clave: fecundidad; políticas públicas; posposición

Abstract

With the characteristic of more than 40 years of fertility below the replacement in Cuba, it is considered pertinent to know to what extent certain elements, such as the postponement of fertility, affect its level in the period1999-2016. The article is an application of the Bongaarts and Feeney model for this period, with the aim of investigating one of the aspects that can cause fertility decline.

Keywords: fertility; postponement; public policies

Introducción

El comportamiento de la fecundidad en Cuba hasta el momento muestra bajos niveles de tasa global de fecundidad (TGF) que no han superado el reemplazo desde 1978, con un patrón que históricamente ha sido temprano. Sin embargo, hacia el año 2004, aun con muy bajos niveles de este indicador, se observa además un aumento de la fecundidad de las mujeres de 25 años y más, y la capacidad multiplicativa de la población se afecta por la pérdida de hijos a causa de la posposición de la maternidad. En Cuba, como en el resto de los países que superaron la transición demográfica, la expansión de la educación en las mujeres, el aumento de su incorporación al mercado laboral, la superación de algunas diferencias de género, las condiciones socioeconómicas de las parejas en edades reproductivas y el cambio en la dinámica de las familias, son elementos que contribuyen a los bajos niveles de la variable. Con estas características del contexto cubano, es oportuno preguntarse ¿en qué medida la posposición de la fecundidad es causa importante de sus bajos niveles hacia 2016?; ¿cómo se comporta la posposición según los órdenes de nacimiento?; ¿se posponen los nacimientos en la misma medida en todo el período? El artículo que se presenta pretende profundizar en algunos de los aspectos anteriores en el período 1999-2016, con el fin de explicar qué rol juega la posposición de la maternidad en el nivel de la fecundidad de período. Además, se dialoga con las posiciones de otros trabajos nacionales e internacionales y con las más recientes políticas del país, con el fin de contribuir a las explicaciones sobre los bajos niveles de fecundidad.

Cuba. ¿Hacia una fecundidad tardía?

Tal como venía comportándose el nivel de la fecundidad a partir de 1990, en el período 1995-2016 se mantiene fluctuante (figura 1), con valores por debajo del nivel de reemplazo (2,1 hijos por mujer). Tuvo su valor más alto en 2011, con 1,78 hijos por mujer, y el más bajo en el año 2006, con 1,39. Este resultado corrobora lo planteado por Quintana (2017) cuando refiere que solo en el trienio 2005-2007 y alrededor de diez años antes (1994-1996), descendió por debajo de 1,5 hijos por mujer. Según Rodríguez (2013) estas oscilaciones son parte del comportamiento de la fecundidad una vez que se alcanzan niveles moderadamente bajos de la variable.

Fuente: Elaborada por la autora a partir de ONEI, Anuarios Demográficos (1995-2016) y ONEI, Bases de Datos de Certificados de Nacimientos. 1995-2016.

Figura 1 Cuba. Tasa global de fecundidad. 1995-2016 

En todo el período se evidencia un patrón temprano como continuidad del comportamiento histórico en la fecundidad cubana. Los grupos de edades con mayor aporte a la fecundidad siguen siendo 20-24 años, 25-29 años y 30-34 años. La edad media de la fecundidad desde 1995 hasta 2003 se mantiene en ascenso (de 25,20 a 26,44 años). A partir de este momento parece rejuvenecer hasta 2008, con posteriores fluctuaciones entre 2009 y 2011, momento en que comienza a aumentar sin interrupciones, hasta alcanzar el valor más alto en 2016, de 26,35 años. Según Rodríguez (2013) la elevación de este indicador hacia 26,4 años en 2003, significó una evidencia de la posposición de la fecundidad iniciada a fines de los 90 y hasta inicios de los 2000, que podría pensarse, entre otras razones, como resultado de la agudización de la crisis económica. Sin embargo, las causas del aumento hacia el año 2016 habría que buscarlas en otras explicaciones que pueden estar asociadas al nivel de escolaridad de estas mujeres, cambios en el ideal de familia, entre otros.

Algunos resultados de investigaciones previas (González, 2004; Rodríguez, 2006; Alfonso, 2009; Molina, 2017) agregan elementos que contribuyen a la explicación de los bajos niveles de la misma a partir de la tendencia a la dilatación del patrón y los aportes de las madres de 30 años y más. Según González (2004) en el período 1990-2002 el 23% de los nacimientos corresponde a madres de 30 años y más. Asimismo se plantea la hipótesis de la influencia de este factor en el aumento observado de los valores de la edad media de la fecundidad cubana en el período, lo cual a su vez es coherente con la dilatación de la cúspide. En Alfonso (2009), también se aprecia un aumento de los nacimientos de las madres de 30 años y más durante 15 años (1990-2005). Asimismo, elementos cualitativos resumen que los sujetos de esta investigación, tanto aquellos que tenían hijos como los que no tenían, consideraban que el mejor momento para tenerlos era después de haber cumplido los 30 años, ofreciendo argumentos como el alcance esperado de los estudios, buen trabajo, hogar propio y estabilidad económica. No obstante manifestaron incertidumbre asociada a sus percepciones de posibles riesgos de salud con el embarazo a partir de los 30 años. En esta misma investigación se calculó la descendencia media durante las edades de 30 a 39 años para diferentes cohortes de mujeres y se evidenció un ligero incremento de una cohorte con relación a la otra.

En el período 2005-2016 la fecundidad de primer orden es protagonizada fundamentalmente por las adolescentes y el grupo de 20-24 años, pues tienen mayores tasas y aporte. Sin embargo, los grupos de 30-34 y 35-39 años, aunque tienen algunas fluctuaciones, aumentan sus tasas y peso en el período de estudio. Si tenemos en cuenta que la fecundidad cubana está determinada fundamentalmente por el primer orden de nacimientos, sería importante analizar en los años siguientes, los aumentos de estos nacimientos en esas edades más tardías.

El aporte relativo de la fecundidad de 30 años y más muestra variaciones que desde 1995 hasta 2004 tienden al aumento, para descender desde este año hasta el 2011 y a partir de aquí comenzar otro aumento hasta el final del período de estudio. Los mayores valores en tasa y aporte relativo a partir de los 30 años son del grupo de 30-34 años. La edad media de la fecundidad oscila alrededor de los 34 años, estando en casi todo el período por encima de los 34.50 años. De manera general, en el período de 1995 a 2016 se observa un aumento en la fecundidad de 30 años y más, aunque esta tiene un comportamiento fluctuante.

Regiones y posposición

Lesthaeghe y Willems (1999) plantean que la reducción de la fecundidad de período desde mediados de 1960 está relacionada con la posposición de la maternidad a edades más tardías. Estos autores, a partir de la aplicación del modelo de posposición de la fecundidad (efecto quanto-tempo) elaborado por Bongaarts y Feeney (1998), llegan a la conclusión de que para algunos países europeos la fecundidad de período tiene elevadas probabilidades de mantenerse por debajo del nivel de reemplazo aunque se eliminara el efecto de posposición de dicha variable. Asimismo, identifican tres fases para los países que mantienen su fecundidad por debajo del reemplazo y se ajustan a condiciones de segunda transición demográfica. Definen una primera etapa, en la cual no hay una posposición de la fecundidad pero sí un descenso de la misma en todas las edades y órdenes de nacimiento, por lo que tiene mayor peso el quanto. Una segunda fase en que los cambios ideacionales producen una posposición de la maternidad, donde tiene mayor relevancia el tempo; y un tercer momento, en que la posposición se detiene pero la recuperación de la fecundidad a edades más tardías (a partir de los 28 y 30 años) es muy poca, por lo que el efecto del quanto gana importancia nuevamente, y no permite que la fecundidad observada alcance el nivel de la ajustada.

Otros autores (Kohler, 2002, referido en Nathan, 2014) plantean que la postergación de la fecundidad en los países desarrollados sigue un proceso de postponement transition (PT), lo cual describen como la transformación hacia un nuevo régimen demográfico donde la edad al primer hijo se estabiliza en momentos más tardíos del período reproductivo. Este mismo autor plantea que las características generales que se observan en la postponement transition ocurren en diversos contextos socioeconómicos, por lo que considera probable que todos los países experimenten esta transición.

Según Nathan (2014) la fecundidad tardía que caracteriza la PT se explica por los mismos factores de la transición de la fecundidad que se observó en Europa y otras regiones, en los que se combinan elementos individuales y procesos de interacción social que refuerzan determinados comportamientos reproductivos. En ese sentido es importante señalar que esta teoría (Bongaarts y Watkins, 1996) no plantea que la interacción social lleve estrictamente a la adopción de patrones reproductivos de baja fecundidad, sino que puede también conducir a la interrupción del uso de anticonceptivos; sin embargo, a lo que apunta fundamentalmente es a que la interacción social es un proceso que debe tener un rol central en la explicación de las teorías de fecundidad.

Albizu-Campos (2008) alerta sobre este escenario para el caso cubano, al tomar como referencia la experiencia en Europa y Latinoamérica. Advierte que ningún país de esta última región cuya fecundidad haya transitado hacia niveles por debajo del reemplazo, ha retomado niveles de mayor cantidad de hijos en condiciones de coyuntura económica adversa. Plantea además que la decisión de tener un nuevo hijo está asociada a factores socioeconómicos, psicológicos y de superación personal. El cálculo de este autor respecto al efecto de posposición de la fecundidad muestra que entre 1995 y 2002 la pérdida media total de hijos por mujer fue de 0,2; lo cual significa que “para la capacidad multiplicativa de la población cubana, dejó de nacer algo menos de una hija por cada 10 mujeres en edades reproductivas, que constituirá una no incorporación futura de una madre adicional” (Albizu-Campos, 2008, p. 85).

El efecto quanto-tempo

El efecto quanto-tempo (Bongaarts y Feeney, 1998), permite calcular y explicar en qué medida los cambios en la edad media de la fecundidad (el tempo) influyen en el nivel de la misma (quanto). En este modelo, que mide efecto de posposición a través de la diferencia entre las tasas globales de fecundidad de todos los órdenes, ajustadas, (TGF, adj) y las observadas (TGF, obs), cuando el resultado es negativo, se observa cuántos hijos dejaron de nacer debido al incremento de la edad media de la fecundidad. Algunos autores han argumentado su utilidad en los estudios de la variable, particularmente en los países que se encuentran por debajo del reemplazo (Lesthaeghe y Willems, 1999; Rodríguez, 2006; Albizu-Campos, 2008; Nathan, 2014; Sobotka, 2017).

Como evidencia anterior al período de estudio, Albizu-Campos (2008) demuestra que durante el período 1995-2002 las edades medias de la fecundidad según los diversos órdenes de los nacimientos mostraron cambios, sobre todo para los hijos de primer y segundo orden. En ese sentido, en su ejercicio se observa que más de dos quintos del efecto reductor de la posposición en todas las mujeres (-0,083 y -0,08) afectan a la fecundidad relativa a esos hijos.

Con estos antecedentes, particularmente los del caso cubano, en este trabajo se aplicó el modelo para el período 1999-2016. Si bien otras investigaciones cubanas muestran resultados del modelo para el período 1990-2005, es importante tener en cuenta que 2006 marca el año de más baja fecundidad (1,39 hijos por mujer) desde 1994 hasta la actualidad, y es igualmente relevante el hecho de que el intervalo 1999-2006 marcó el momento de mayor pérdida de hijos por posposición de nacimientos, aspecto que quedaría muy superficialmente explicado si se tomase el año 2005 como inicio (tabla 1).

Tabla 1 Cuba. Edad media de la fecundidad y años promedio anuales de posposición de la fecundidad según orden de nacimiento. Período 1999-2016 

Fuente: Cálculos realizados por la autora a partir de datos de ONEI (1999-2016).

Los resultados de este ejercicio muestran que de 1999 a 2016 hay poca posposición de la edad media de la fecundidad en los cuatro órdenes, con una pérdida de 3 hijos por cada 100 mujeres. Un análisis por períodos permite explicar que 1999-2006 fue el momento de mayor posposición de la edad media en los últimos tres órdenes de nacimiento, con rejuvenecimiento solamente para el primer orden, sin que esto provocara aumentos en la fecundidad, pues se perdieron alrededor de 7 hijos por cada 100 mujeres. En contraste, los períodos 2006-2011 y 2011-2016 mostraron poca postergación en la edad media para el primer orden y rejuvenecimiento en los siguientes tres órdenes de nacimiento, por lo que la pérdida de hijos por posposición es mínima (tabla 2). El adelantamiento en el segundo orden puede estar explicado por las razones de completamiento del ideal reproductivo, como expone Rodríguez (2006).

Tabla 2 Cuba. Tasa global de fecundidad observada y ajustada a los efectos de cambio de calendario. Período 1999-2016 

Fuente: Cálculos realizados por la autora a partir de datos de ONEI (1999-2016).

Las tasas ajustadas muestran los valores de la fecundidad sin la incidencia de la posposición. En ese sentido se observa que en el año 2006 el nivel de la fecundidad disminuyó por la postergación, pues su tasa observada es inferior a la ajustada; sin embargo, en los años posteriores los valores son similares o iguales, por lo que la posposición no parece tener gran efecto en el nivel de la fecundidad.

La aplicación del modelo evidencia entonces que a partir de 2006 los cambios en el tempo no están afectando grandemente el nivel de la fecundidad, por lo que son otros los factores que tienen mayor peso en el bajo nivel de la misma.

Fecundidad real y fecundidad deseada

Es cierto que en los países en condiciones de segunda transición las tasas de fecundidad se mantienen bajas, sin embargo, según Bongaarts (2001, referido en Esping-Andersen, 2013), en sociedades desarrolladas el número medio de hijos deseados se ha mantenido estable, alrededor de los dos hijos. Esping-Andersen (2013) expresa que según resultados de la encuesta de opinión pública Eubarómetro (2011), en todos los países estudiados el número ideal de hijos, tanto para los hombres como para las mujeres, supera los 2 hijos y llega casi a 2,5 hijos entre las mujeres francesas y suecas.

Cuba no está exenta de estas características. Resultados de Alfonso (2009) muestran que para la mayoría de las personas entrevistadas que aún no tenían hijos, el número ideal fue dos. Las razones para luego no aportar un segundo nacimiento tienen que ver fundamentalmente con la necesidad de priorizar otros proyectos de vida, por lo que la fecundidad real permanece por debajo de la fecundidad por ellos deseada. Rodríguez (2006) profundiza en las explicaciones sobre esta carencia en el completamiento del ideal de familia al exponer elementos de la condición económica, el dar prioridad a la vida profesional, la libertad personal, los divorcios y la esterilidad fisiológica.

¿Atascados en la baja fecundidad?

Albizu-Campos (2008) deja ver que durante la fase aguda de la crisis económica de la década del 90 en Cuba se instalaron comportamientos reproductivos que evidencian que la recuperación de los niveles de fecundidad solo será posible con el mejoramiento del nivel de vida de la población y condiciones económicas estables.

Sobotka (2017) plantea que hasta el momento no existe umbral teórico o metodológico alrededor del cual la fecundidad de período deba estabilizarse. Algunos países han alcanzado una baja fecundidad extrema alrededor de 1,0 o menos y sigue abierta la interrogante de cuánto puede caer la fecundidad. No obstante, después de los datos ofrecidos a lo largo del trabajo es evidente que los niveles de la fecundidad siempre están relacionados con las condiciones socioeconómicas y la cultura que se difunda en las poblaciones de cada región. Por lo tanto, las variaciones en la fecundidad de período son inciertas. Sobotka (2017) argumenta que tampoco existe un umbral que haga la recuperación de la fecundidad imposible, lo cual implica que las poblaciones que han alcanzado muy bajas tasas de fecundidad no quedan necesariamente estancadas en esos niveles por mucho tiempo; aunque siempre hay que contar con el cómo se comporte la combinación de los factores mencionados previamente (socioeconómicos y culturales).

Países como Suecia, España y Francia han desarrollado políticas de atención a la familia que son en su esencia pronatalistas. Según Pardo y Varela (2013), las políticas con esta orientación se ubican en tres modelos que se asemejan en objetivo y difieren en las medidas tomadas: el basado en la equidad de género, a partir del ejemplo de Suecia; el basado en los cuidados infantiles, a partir del ejemplo de Francia; el que contempla medidas de diverso tipo, incluidas transferencias económicas, a partir del ejemplo de España hasta 2010. Estos mismos autores refieren que las evaluaciones de resultados de estas políticas (hasta el punto en que son “evaluables”) plantean efectos moderados, puntuales (y yo diría que temporales) sobre los cambios en la fecundidad. De hecho, los mejores resultados son respecto a la prevención de la caída hacia niveles lowest-low (muy bajos), y a mejores condiciones de crianza en términos de corresponsabilidad de ambos miembros de la pareja. No obstante, dichos modelos son experiencias de las cuales otros países deben aprender.

Algunos autores consideran que el objetivo de las políticas sociales en lo referido a la fecundidad no debe ser el pronatalismo, debido a que no hay evidencias de que el crecimiento demográfico se vincule al desarrollo económico de manera constante. A su consideración, el objetivo fundamental para instrumentar políticas familiares es generar condiciones sociales para que los padres puedan desarrollar la crianza de los hijos en mejores circunstancias.

Actualmente se articula en Cuba una política de población encaminada a atender los elevados niveles de envejecimiento, que tiene entre sus objetivos y principios la estimulación de la fecundidad con el fin de acercarse al reemplazo poblacional en una perspectiva mediata, la estimulación del nacimiento de 2 o más hijos, así como la aplicación de políticas fiscales y de precios que favorezcan la natalidad (Cubacrece, 2019). Esta política, aunque no explicita una potenciación de la fecundidad de 30 años y más, al estimular nacimientos de segundo y tercer orden deja ver una intención de fortalecerla, si se tiene en cuenta que esos nacimientos en muchas ocasiones son aportados por madres de esas edades.

De cualquier modo, tal como plantea Sobotka (2017) para otras regiones, una política pronatalista en Cuba, teniendo en cuenta las condiciones sociales actuales, debe tomar en cuenta la equidad en los roles de género, diversidad en la formación de familias y la mayor incorporación de las mujeres al mercado laboral profesional.

Consideraciones finales

Los resultados obtenidos dejan ver que a partir de 2006 los cambios en el tempo no están afectando grandemente el nivel de la fecundidad. Un elemento a debatir es el efecto de la estructura por edades de la población cubana, pues, aunque el número de mujeres en edad fértil no determina los niveles de la fecundidad, en un país con niveles por debajo del reemplazo y cúspide temprana, es importante tener en cuenta las consecuencias de la entrada cada vez menor de mujeres a los grupos de 20-24 años (que en Cuba son históricamente las que más aportan a la fecundidad). De cualquier forma, las explicaciones sobre los bajos niveles de esta variable en Cuba no deben centrarse tanto en los factores que postergan la fecundidad, sino profundizar en aquellos comportamientos particulares que tienden a detener el número de nacimientos. En contraste con esto, aunque los niveles de fecundidad se han mantenido por debajo del reemplazo durante más de 40 años, actualmente la política cubana en lo referido a los temas de población está apostando por aumentar los niveles de la misma. En ese sentido sería importante darle especial prioridad dentro de esta política a la generación de mejores condiciones para la tenencia de hijos (tales como mayor cantidad de viviendas, disminución del costo de la vida, mejoramiento de los servicios de apoyo al hogar, entre otras, que se plantean en Alfonso (2006), citado por Albizu-Campos (2008), de modo que la población aporte mayor número de nacimientos, siempre y cuando lo haga en el momento que consideren adecuado, dejando ver así que el respeto a los derechos sexuales y reproductivos guía las políticas sociales.

Referencias bibliográficas

Albizu-Campos, J. C. (2008). La fecundidad en Cuba. Viejas interrogantes y algunas respuestas. Novedades en Población, (10). [ Links ]

Alfonso, M. (2009). La singularidad de una segunda transición (Tesis de Doctorado). CEDEM, Universidad de La Habana, La Habana, Cuba. [ Links ]

Bongaarts, J. y Feeney, G. (1998). On the quantum and tempo fertility. Population and Development Review, 24(2), 271-291. [ Links ]

Bongaarts, J. y Watkins, S. (1996). Social Interactions and Contemporary Fertility Transitions. Population and Development Review, 22(4), 639-682. [ Links ]

Cubacrece (2019). Política para enfrentar los elevados niveles de envejecimiento de la población. Recuperado de http://www.cubacrece.cuLinks ]

Esping-Andersen, G. (2013). El déficit de natalidad en Europa. La singularidad del caso español. Colección de Estudios Sociales, (36). [ Links ]

González, N. (2004). Cuba. Estructura de la fecundidad en los noventa. Madres mayores de 30 años. [ Links ]

Lesthaeghe, R., & Willems, P. (1999). Is Low Fertility a Temporary Phenomenon in the European Union? Population and Development Review, 25(2), 211-228. [ Links ]

Molina, M. (2017). La fecundidad adolescente en cuba a partir de 1990. La familia como espacio de influencia (Tesis de Doctorado). CEDEM, Universidad de La Habana, La Habana, Cuba. [ Links ]

Nathan, M. (2014). ¿Hacia un régimen de fecundidad tardía? Un análisis de período y cohorte sobre el análisis del primer hijo en Uruguay (Tesis de Maestría en Demografía y Estudios de Población). [ Links ]

Pardo, I. y Varela, C. (2013). Río de Janeiro. La fecundidad bajo el reemplazo y las políticas familiares en América Latina y el Caribe: qué puede aprenderse de la experiencia europea. R. bras. Est. Pop., 30(2), 503-518. [ Links ]

Quintana, L. (2017). Cuba: fecundidad y toma de decisiones en torno a la reproducción. Miradas en contexto (Tesis de Doctorado). Universidad de La Habana, La Habana, Cuba. [ Links ]

Rodríguez G. (2006). La fecundidad cubana a partir de 1990. Las perspectivas sociales e individuales (Tesis de Doctorado). Universidad de La Habana, La Habana, Cuba. [ Links ]

Rodríguez G. (2013). De lo individual a lo social. Cambios en la fecundidad cubana. La Habana: Editorial CEDEM. [ Links ]

Sobotka, T. (2017). Post transitional fertility: the role of childbearing postponement in fuelling the shift to low and unstable fertility levels. Wittgenstein Centre for Demography and Global Human Capital, Vienna Institute of Demography, Vienna, Austria. [ Links ]

Recibido: 10 de Septiembre de 2019; Aprobado: 08 de Octubre de 2019

*Autor para la correspondencia: gabriela.dujarricb@gmail.com

Creative Commons License Este es un artículo publicado en acceso abierto bajo una licencia Creative Commons