Introducción
En la última década, la articulación entre población y desarrollo despierta creciente interés en la agenda gubernamental latinoamericana. El debate en torno al papel que juega la investigación en el perfeccionamiento de una política de población, si bien se ha visto avanzar en numerosos instrumentos normativos, no ha tenido el alcance deseado (Hernández, 2006). Cuestiones como los estilos de desarrollo territoriales, el rol del cuidado o la pertinencia de las proyecciones de población para la inversión social, resultan escasamente tratados en la implementación de la política.
El reconocimiento de los componentes demográficos en esta dirección destaca una condición necesaria pero insuficiente, en tanto no sea incluido en las estrategias territoriales de desarrollo (Araujo, 2017, p. 146). Según González (2009) la demografía, como campo de reflexión científica, tiene como objeto de estudio la composición y dinámica de la población. Los métodos y perspectivas que la sustentan habilitan, tanto en estudiosos como en funcionarios públicos, la capacidad de anticipar escenarios de riesgos sociodemográficos y la identificación de reservas económico-productivas toda vez que las políticas públicas resulten una puerta de entrada al progreso social.
El acelerado proceso de envejecimiento demográfico que experimenta América Latina en un contexto de marcada migración intrarregional resulta un desafío a considerar ante el diseño de un modelo alternativo de desarrollo (Cecchini, 2019). La articulación entre los distintos actores configurantes del mismo desdibuja las estériles fronteras entre la ciencia y la política, para asumir de conjunto el rumbo hacia el bienestar humano.
En este contexto, Cuba construye un proyecto civilizatorio en el que su población resulta el eje fundamental. El proceso de redistribución de poderes que se implementa en las distintas estructuras locales promueve competencias propicias a la resolución de conflictos a esta escala. Desde el nivel local, la actualización del modelo económico dota a las administraciones de mayor autonomía, dinamiza la participación ciudadana, al tiempo que facilita la generación de iniciativas en la que cobran fuerza los proyectos de desarrollo (Proenza, 2014).
El presente estudio describe la dinámica demográfica del municipio Segundo Frente de la provincia de Santiago de Cuba en el período 2014-2018. Se parte de caracterizar el comportamiento de las principales variables demográficas (fecundidad, mortalidad y migración); en tanto, se dedica un epígrafe a los recursos laborales, particularizando en elementos como empleo, género y cuidados, los cuales pudiesen estar marcando el camino a posteriores indagaciones científicas.
Es menester subrayar que la investigación tiene lugar en un contexto de marcado cambio institucional en la gestión del desarrollo socioeconómico a escala provincial, a la vez que indica los intereses del proyecto “Estudios sociodemográficos de la provincia Santiago de Cuba (ESODEM-STGO)”, que, desde el Departamento de Sociología de la Universidad de Oriente, acompaña a las acciones desarrolladas por el Centro de Estudios Demográficos (CEDEM) de la Universidad de La Habana en su función de asesoramiento en el marco de la Plataforma Articulada para el Desarrollo Integral Territorial (PADIT).1 En tanto, responde a la sugerencia emitida en el artículo “Plataforma Articulada para el Desarrollo Integral Territorial (PADIT): provincia de Santiago de Cuba (2012-2016)” de Sahilí Cristiá, profesora e investigadora del CEDEM (Cristiá, 2019), en el sentido de extender el estudio a los nueve municipios que integran la provincia; Segundo Frente es uno de ellos.
Aspectos metodológicos
Los datos a partir de los cuales se establecen los análisis provienen principalmente del Anuario Demográfico de Santiago de Cuba (Oficina Nacional de Estadísticas e Información [ ONEI], 2015a-2019a), Anuario Estadístico de Segundo Frente (ONEI, 2015b-2019b), Anuario Estadístico de Salud (Ministerio de Salud Pública [MINSAP], 2019) y el Balance de Recursos Laborales (Ministerio del Trabajo y la Seguridad Social [MTSS], 2018), cuyas referencias se encontraban disponibles hasta fines de diciembre de 2018.
Desarrollo
Municipio Segundo Frente: contexto de estudio
El municipio Segundo Frente, de la provincia Santiago de Cuba, se encuentra situado en la vertiente sur de la Sierra Cristal, limita al norte con los municipios Mayarí y Sagua de Tánamo, de la provincia Holguín; al este con Sagua de Tánamo y El Salvador, de la provincia Guantánamo; al sur con Songo-La Maya, y al oeste con San Luis y Mayarí. Dista a 59 km de la ciudad de Santiago de Cuba y a 1 003 km de La Habana. Posee una extensión territorial de 535,96 km2 y una densidad poblacional de 74,5 hab/km2. Ocupa el séptimo lugar de la superficie total de la provincia (8,7%), mientras que el 14% de su área es montañosa (ONEI, 2015a-2019a).
Del total de rubros económicos del territorio destaca la actividad agrícola, sostenida esencialmente por la Empresa Agropecuaria Sierra Cristal con 45 formas productivas. En ella descansa la producción de una línea de cultivos que comprende desde café, madera, ganado y leche, hasta la producción de viandas, hortalizas y granos.
Al cierre de 2018, Segundo Frente cuenta con una población de 40 299 personas, para un 3,8% de la población total de la provincia y un 1,2% del total de la población urbana. Su población se distribuye en nueve consejos populares, ellos son: Mayarí, Boca de Mícara, Tumba Siete, Soledad, Concepción, El Rosario, San Benito, Sabanilla y Loma Blanca.
Un examen de la composición por sexo da cuenta de una relación de masculinidad de 1 046 hombres por cada mil mujeres, ocupando el cuarto lugar entre los nueve municipios de la provincia de Santiago de Cuba. Un poco más del 65% de la población reside en las zonas rurales, distinguiendo una mayor presencia de mujeres en el espacio urbano con relación a los hombres; todo lo cual puede estar mostrando un proceso de feminización de las áreas urbanas. Tales cuestiones resultan de interés en la organización y gestión pública del espacio, esencialmente cuando las brechas en ámbitos de provisión de servicios como el acceso al agua, transporte público o asistencia médica, afectan a mujeres y hombres de forma diferenciada.
El ritmo anual de crecimiento de Segundo Frente oscila con cotas próximas a 1,8 en el trienio 2015-2017, hasta incrementarse a 5 por cada mil habitantes en 2018. Un discreto aumento en el total de nacidos vivos lo coloca dentro de los territorios con cifras superiores de crecimiento natural en la provincia, aunque con valores que califican como bajos a nivel internacional (ONEI, 2015a-2019a). Ello tiene lugar en un escenario marcado por una declinación importante del crecimiento de la población a nivel nacional, con énfasis en el oriente del país, cuyas tasas con signo negativo resultan las más elevadas de toda la geografía (Aja y Hernández, 2019).
La totalidad de los municipios de Santiago de Cuba mantienen tasas positivas de crecimiento natural, con valores por encima de los 6,5 por cada mil habitantes, rasgo que define en su generalidad a la región oriental del país. Adicionalmente, la tasa de crecimiento total de signo negativo que muestra la provincia en el período de examen da cuenta del peso de la variable migración en los cambios que se experimentan en la dinámica demográfica.
Como consecuencia de los valores que se evidencian en la natalidad, el porcentaje de personas comprendidas entre 0-14 años es casi estable, con porcentajes que oscilan sobre el 19% del total de la población. Ello da cuenta de la magnitud de la migración en la dinámica del territorio, si se tiene en cuenta que las apreciables tasas de crecimiento natural no consiguen un peso más representativo de este grupo etario dentro de la estructura por edades de la población.
En rigor, la acción continuada de estas variables combinada a los bajos niveles de mortalidad, adquiere notoria expresión en el gradual proceso de envejecimiento demográfico que actualmente atraviesa el municipio Segundo Frente. Ello queda de manifiesto en la pirámide de edades que muestra el paulatino estrechamiento experimentado en su base en los últimos años, aunque con relativas ganancias de población por concepto de fecundidad (figura 1).
Sin embargo, el alto grado de homogeneidad de la población de Segundo Frente con relación a las provincias de las regiones occidental y central, explica el efecto positivo del crecimiento natural a lo interno de su dinámica poblacional, con un predominio de población joven, aunque bajo el impacto ralentizante de la emigración en el crecimiento interanual.
El sostenido flujo emigratorio durante el período 2014-2018 ha influido en la desaceleración del monto de efectivos menores de 15 años y ha tenido directa implicación en la proporción de personas con más de 60 años, con un 18% del total de la población; porcentaje equivalente a la presencia de 1 315 personas más, con relación al 2012.
Los datos presentados dan cuenta del incremento del nivel de población dependiente (60 años y más), en los que se hacen más visibles los riesgos en esta etapa del ciclo vital, por la pérdida de autonomía física e intelectual. En consecuencia, la necesidad de asistencia y cuidados requeridos para su protección social precisa considerar los posibles efectos de la desvinculación del trabajo remunerado de la población de 60 años y más, y los cambios que se produce al interior de la familia y la comunidad.
A la luz de lo indicado, el trazado de políticas públicas, especialmente las destinadas al cuidado, interpela desde la esfera colectiva las condiciones en que se provee, la atención de quienes se encargan de tal función, y las regulaciones idóneas para distribuir con transparencia y equidad el desafío de la reproducción de la sociedad (Cecchini, 2019).
Dinámica demográfica: fecundidad, mortalidad y migración
Fecundidad
La fecundidad constituye una de las variables con efectos inmediatos en la estructura poblacional de cualquier región. Según el Informe “La autonomía de las mujeres en escenarios económicos cambiantes”, los países de la región deberán prepararse para una gran concentración en los niveles bajos de fecundidad, con tasas inferiores al nivel de reemplazo (2,1 hijos por mujer) o muy cercanas a este en el quinquenio 2040-2045 (Comisión Económica para América Latina y el Caribe [CEPAL], 2019).
En Cuba la fecundidad desciende de una cúspide cercana de 5 hijos por mujer en 1963 a 1,9 en 1978, sosteniendo desde la fecha, tasas inferiores por debajo del nivel de reemplazo (Rodríguez y Albizu-Campos, 2015, p.3).
En rigor, las variaciones en este indicador difieren entre las provincias y municipios del país, manteniendo crecientes niveles de fecundidad temprana, esencialmente la referida a la fecundidad adolescente (Albizu-Campos, 2019, p.47).
En la provincia de Santiago de Cuba, el comportamiento de la tasa global de fecundidad (TGF) osciló de 1,95 a 1,80 hijos por mujer entre 2014 y el 2018 respectivamente. A modo general, se notan en este indicador variaciones hacia momentos de ascenso y descenso, ubicándose en valores inferiores al nivel de reemplazo (2,1 hijos por mujer), aunque superiores a los mostrados por Cuba en igual período.
Por otro lado, la tasa bruta de reproducción (TBR) mantiene un comportamiento sostenido alrededor de 1,0 hijas por mujer, lo cual de forma relativa pudiera considerarse favorable respecto a estabilidad en el indicador, con un valor que alcanzó en 2018 las 1,18 hijas por mujer en la zona urbana.
En la figura 2 se puede apreciar que en el período 2014-2018, la TGF en Segundo Frente reporta valores en los años 2014 y 2018 que superan el nivel de reemplazo, con un promedio de 2,14 y 2,12 hijos por mujer, correspondientemente.
No obstante, el comportamiento de la variable explica diferenciales según los atributos de los grupos estudiados. Los resultados en porcentaje muestran que más de la mitad de la fecundidad ocurre entre los 20-29 años, con un peso importante de la fecundidad adolescente,2 con tasas que oscilan entre 14,4 en 2010 hasta un 18,1 en 2018, registrando un incremento gradual en el período. Asimismo, es preciso resaltar el incremento observado en las tasas del grupo 35-39 años que pasan por valores de 6,2% en 2014, hasta alcanzar un 10% en 2018 (figura 3).
Al examinar la fecundidad adolescente por zona de residencia, salta a la vista que el diferencial rural-urbano es mayor en el primero para cada uno de los años seleccionados, con brechas que llegan a superar el 38% entre una zona y otra. Nótese, de igual forma, el sostenido incremento experimentado en este indicador en los últimos dos años para ambas zonas (tabla 1).
Zona de residencia | 2015 | 2016 | 2017 | 2018 |
---|---|---|---|---|
Urbano | 45.1 | 48.3 | 37.2 | 52.9 |
Rural | 74.2 | 76.1 | 75.4 | 89.5 |
Fuente: Elaborado por los autores a partir de Anuario Estadístico del municipio Segundo Frente. Período seleccionado (ONEI, 2015b-2019b).
Al cierre de 2018, el 18,7% del total de la fecundidad en Segundo Frente correspondía a mujeres de 15-19 años (101 nacimientos). Si bien se ha producido una disminución de la tasa específica y del peso de la fecundidad adolescente en el país, ello ha tenido una expresión inversa en el territorio de estudio. Según la investigadora Matilde Molina (Molina, 2017) este comportamiento pudiese estar mediado por desarticulaciones que transitan desde la disponibilidad y el acceso de las adolescentes a servicios de salud, las características del medio familiar en que se inscriben, hasta las vivencias más íntimas y particulares que moldean su decisión de tener un bebé.
Lo expuesto con anterioridad representa implicaciones de distinto orden, pues la maternidad a estas edades confiere a la adolescente condiciones de vulnerabilidad directamente asociadas a los efectos adversos para su salud y el desarrollo psicosocial de los hijos. A ello se le incorpora la deserción escolar que por lo general atraviesan las madres, lo cual condiciona sus escenarios futuros en términos de completamiento educativo e inserción laboral, con impactos negativos en su autonomía económica y el bienestar de sus hijos.
Mortalidad
En lo que concierne al comportamiento de la mortalidad, se mantiene en valores casi estables, con niveles que oscilan desde 6,5 por cada mil habitantes en 2014, hasta 6,8 en 2018, exhibiendo la cifra más alta del período, aunque inferior al registro provincial y otros territorios del país.
En cuanto a la mortalidad neonatal,3 se indica que el municipio Segundo Frente ―igual que los municipios Tercer Frente y Contramaestre― registra valores por encima de 1,5 por cada mil nacidos vivos superior al registro provincial. Aun cuando resulta un indicador con cifras que clasifican como bajos a la luz de los estándares internacionales de salud, se advierten como sus principales causales los nacimientos prematuros y el retardo en el crecimiento uterino (Cubadebate, 2020, 1 de enero).
A fines de 2018 la tasa de mortalidad infantil (TMI) resultó de 3,7 por cada mil nacidos vivos, modificando la cifra alcanzada en 2014 de 8,7 (figura 4).
En esta lógica, la mortalidad en menores de 5 años resultó de 3,7, disminuyendo en 2% respecto al año precedente y menor que la cifra provincial (5,4). La supervivencia en los menores de 5 años se mantuvo en 99,6%, similar a lo alcanzado en registros anteriores tanto en la provincia como en el país. En los años 2017 y 2018, no se refieren muertes maternas, lo cual muestra los avances obtenidos en el Programa de Salud Materno Infantil en el municipio, así como sus estrategias de sensibilización y formación de capacidades asistenciales.
Según los datos que se visualizan en la tabla 2, la primera causa de muerte en Segundo Frente la ocupan los tumores malignos (157,8), seguida por las enfermedades del corazón (147,8) y las enfermedades cerebrovasculares4 (65,1). De igual modo, se constata que a nivel provincial las causas de muerte se desglosan en igual orden (MINSAP, 2019).
Fuente: Elaborado por los autores a partir de Anuario Estadístico de Salud. Año seleccionado (MINSAP, 2019)
Según cifras registradas, se acusa una sobremortalidad masculina en casi todas las enfermedades con excepción de la diabetes mellitus, pues es más representativa en las mujeres (MINSAP, 2019). En tanto, se constata que el número de defunciones resulta más elevado en zonas urbanas (9,3%); sin embargo, en el 2017 se evidencia un mayor número de defunciones en mujeres rurales (67), para una diferencia de 37 fallecidas con respecto al valor que muestra la zona urbana.
Migración
La migración es una de las variables con claras implicaciones en la dinámica poblacional, y de cuyas relaciones no escapan los determinantes sociales, culturales y económicos como fenómeno complejo y multidimensional (Welti, 1997, p. 124).
En Cuba, las corrientes migratorias internas confirman que las provincias orientales originan el mayor número de emisores, fundamentalmente hacia el occidente del país, con mayor predominio hacia La Habana, Artemisa y Mayabeque (Aja y Hernández, 2019).
Según la investigadora Sahilí Cristiá (2019, p. 179) en cuanto a las migraciones, Santiago de Cuba puede ser considerada como una provincia emisora de población. El ser un territorio emisor es un elemento que caracteriza a cada una de las provincias que integran la región oriental (Las Tunas, Holguín, Granma, Santiago de Cuba y Guantánamo). En el período 2012-2016, han emigrado de Santiago de Cuba entre 5000 y 10 000 personas cada año, y todo indica que esta continuará siendo la tendencia. En este sentido, las causas pueden estar marcadas por motivos económicos, familiares, profesionales o por el simple hecho de expectativas de mejores condiciones de vida, entre otras.
Un análisis de la variable a lo interno del municipio en cuestión permite plantear ―acorde a los valores que exhibe― que, Segundo Frente comparte el mismo patrón de movilidad de la provincia, con tasas negativas de saldo migratorio interno que dan cuenta de un total de 2703 personas que emigraron en el período 2014-2018.
No obstante, se distingue en cada uno de los años un comportamiento del indicador que expresa diferenciales en su magnitud e intensidad. Se puede apreciar que el nivel de emigración es superior al de inmigración. En 2014 la tasa de saldo migratorio exhibe un valor de -2,3 por cada mil habitantes, mientras que para el 2016 llegar a reportarse la cota máxima del período con un -6,3 (un monto de 685 personas que salieron del municipio para ese propio año). Al finalizar el 2018 se registra una reducción significativa del saldo, con un valor de -1,3 para un 5% del total de las emigraciones interprovinciales, aun así, destaca la paridad en el número de migraciones acorde a la distribución por sexo.
Elementos como el nivel de desarrollo socioeconómico y las condiciones ambientales territoriales se encuentran entre los determinantes fundamentales de este comportamiento, de ahí que se precise de nuevas miradas destinadas a la reevaluación de las políticas de desarrollo territorial en la que se inscribe las corrientes migratorias fundamentales. Algunos estudios realizados en la provincia Santiago de Cuba ponen de manifiesto el impacto que revisten las migraciones internas (Cristiá, 2019) y su vínculo con los Objetivos de la Agenda de Desarrollo Sostenible.
Recursos laborales y transición demográfica. Cambios en el empleo, género y el cuidado
Más allá del debate que en el plano teórico pudieran sostenerse sobre los recursos laborales, lo cierto es que su estudio continúa siendo un campo de reflexión científica atendiendo a los desafíos que impone la dinámica demográfica del país. Entiéndase por recursos laborales al conjunto de efectivos que trabajan, más aquellos que están en capacidad de hacerlo (Martín y Araujo, 2008, p. 54). Su análisis integral requiere dar cuenta de las competencias profesionales, las diferencias territoriales, de género y generacionales que lo atraviesan; solo así la configuración de políticas públicas pudiera enfocarse hacia la superación de brechas de equidad a escala territorial.
Una reflexión en torno al lugar que ocupa la población en el complejo encuadre de los recursos laborales de Segundo Frente, precisa dirimirse a partir de su condición laboral. En el trienio 2016-2018, el número de personas en edad laboral ha experimentado un favorable crecimiento, pasando de representar el 59,5% de la población total en 2016 a un 63%, al final del intervalo. En tanto, los efectivos en edad prelaboral mantienen cierta estabilidad, llegando alcanzar el 21%; mientras que, la poslaboral refleja un leve incremento (16%). Los hombres son mayoritarios en la edad prelaboral y laboral, mientras las mujeres los superan en un 58% en edad poslaboral.
La ventana de oportunidad por concepto de recursos laborales es consistente con el coeficiente de dependencia5 para el año 2014, cuando alcanza un total de 29 dependientes por cada cien personas en edades potencialmente productivas. No obstante, a fines de 2018 este proceso comienza a deteriorarse con el incremento a 60 del número de personas consumidoras.
Según cálculos realizados, en el período comprendido entre 2014 y 2018, la población económicamente activa (PEA) decrece en 7 puntos porcentuales, equivalente a un total de 3046 personas que se retiran de este grupo subpoblacional (ONEI, 2015b-2019b).
Según Juan Carlos Albizu-Campos (Albizu-Campos, 2020, p. 16) tal realidad no hace más que confirmar el sostenido descenso que experimenta la población activa en el país, cuyo rasgo podría acentuarse de mantenerse el nivel y el patrón de esta actividad en la población.
Estos elementos resultan factores distorsionantes del desarrollo, en un contexto cuya tasa de desocupación, exceptuando el 2016, se ha mantenido por encima del 3,5%, superior al registro provincial. El ingreso progresivo de personas a edad laboral no ha tenido un positivo correlato en el nivel de actividad económica del territorio, una amenaza potencial para el aprovechamiento del actual bono demográfico. Según datos del Balance de Recursos Laborales de Cuba (MTSS, 2018) la provincia Santiago de Cuba registró en 2016 la quinta tasa más alta de desocupación del país (2,9%), y la segunda en desocupación femenina (3,4%), solo superada por la provincia de Guantánamo.
Lo anterior tendría efectos a mediano y largo plazo en el diseño de las políticas de empleo, en tanto la actual disponibilidad de fuerza de trabajo no sea suficientemente gestionada por las estrategias territoriales de desarrollo.
Adicionalmente, el paulatino envejecimiento en la proporción de personas en edad de trabajar, combinado con un contexto de marcada migración interna (ONEI, 2015a-2019a) y altas tasas de fecundidad adolescente, plantean desafíos institucionales por los impactos a representar en indicadores del desarrollo humano y la promoción social.
Un examen a la estructura de la tasa de actividad económica (TAE) del territorio da cuenta de diferenciales por edad y sexo, los cuales configuran el actual patrón de acceso al empleo. En el período las mujeres presentan menores TAE que los hombres. En 2014, la TAE femenina registra la cifra más alta (72,5%) aunque con una brecha negativa de participación de un 12% respecto a los hombres, cifra inferior a la provincia (24%) y el país (27,4%). A partir de ese momento experimenta un sostenido ritmo de descenso que, aunque con ligeros incrementos interanuales, experimenta una caída de más del 10% en el 2018. En este sentido, se revela un panorama contradictorio, pues crece la población femenina en edad laboral al tiempo que decrece la ocupación.
La tasa de actividad económica a fines de 2018 resulta la más baja del período (63,7%) con desventaja para las féminas, quienes alcanzan un 50,8% de la tasa global de participación, cifra sustantivamente menor a la masculina (75,2%) (ONEI, 2015b-2019b).
Un estudio realizado en el 2017 (Rodríguez, Albizu-Campos y Alfonso, 2017, p. 10) permite plantear que el promedio de vida activa de las mujeres cubanas disminuye a medida que avanza a edades superiores, esencialmente a partir de los 30 años. Algunas de las razones asociadas a esta salida temprana del empleo, se pueden encontrar en su dedicación casi exclusiva a las actividades de cuidado, particularmente el doméstico. Según Cecchini (2019) ello genera presiones por las demandas en los insumos, el tiempo a emplear en tal función y las políticas de atención a las cuidadoras que no acceden al trabajo remunerado en igualdad de condiciones.
A esto se suma el efecto directo de la brecha de género en la reducción de la contribución económica femenina al ingreso familiar. Ello representa, sin dudas, obstáculos en el alcance de mayor nivel de bienestar, especialmente para sus padres e hijos, a quienes se destinan los principales gastos; así como la reproducción de una estructura de oportunidades con carácter diferencial por concepto de ingresos laborales.
Un análisis a los ocupados en la economía refleja el mismo patrón de desigualdad, dado que las mujeres se sitúan en posiciones inferiores respecto a sus pares hombres. Aunque la tasa de ocupación ligeramente se recupera en la etapa 2013-2014, al final del período muestra una contracción en ambos sexos, que se torna particularmente visible en los años 2017 y 2018. A su vez, la evolución experimentada en la estructura ocupacional, manifiesta un impacto diferenciado entre los grupos de trabajadores.
En cada uno de los años se aprecia en el sector estatal un crecimiento de los ocupados en el sector terciario de la economía, sin dejar de emplear a un poco más del 80% del total de trabajadores en el municipio. En tanto, las ramas de Salud Pública y Asistencia Social, y Educación, ocupan al 43% de las mujeres trabajadoras. En igual orden, les siguen las ramas de servicios empresariales, actividad inmobiliaria y la de cultura y deporte (ONEI, 2015b-2019b). Las cifras evidencian un descenso de la participación de la mujer en el sector agrícola, elemento que sugiere una posterior indagación científica, si se tiene en cuenta que este tipo de actividad es representativa del municipio.
Este panorama ratifica el proceso de restructuración que viene experimentando el empleo hacia el sector de los servicios, aunque su evolución se ha producido en un contexto de serias limitaciones de insumos, débil acceso a fuentes de financiamientos y lenta sustitución tecnológica, que explica su baja capacidad para generar salarios más atractivos, en relación a otras ramas de mayor productividad.
Otro de los efectos que ha acompañado el proceso de actualización del modelo económico ha sido el progresivo crecimiento del sector no estatal en la estructura global del empleo (Marquetti, 2017). En este sentido, en el último quinquenio se observa en el territorio un sostenido incremento de mujeres en la actividad por cuenta propia, a la vez que disminuyen desde el 2017 en la actividad cooperativa.
Según datos emitidos por el Ministerio de Trabajo y Seguridad Social (MTSS, 2019), al cierre de diciembre de 2017 un total de 270 mujeres con empleo en Segundo Frente se clasificaban como cuentapropistas. Entre las categorías más ejercidas figuran la de trabajador contratado (52 mujeres), agentes de telecomunicaciones (99 mujeres) y la modalidad de cafetería y alimentos ligeros (17 mujeres).
Desde este punto del análisis, las brechas detectadas confirman la creciente presencia masculina en la actividad cuentapropista a contrapelo de unos recursos laborales femeninos cuantiosos en su magnitud y niveles de calificación.
A la luz de lo indicado, la marcada segregación de actividades en este sector solapa precariedades en ocasiones difíciles de detectar por reproducirse bajo patrones históricos de desigualdad. Estas asimetrías funcionan en todo el tejido de relaciones, regulando la apropiación de activos entre hombres y mujeres, a la vez que se constituyen en privaciones u oportunidades para la concreción de sus aspiraciones profesionales.
Según la investigadora Iliana Benítez (2019) las mujeres no solo están en desventaja por concepto de participación laboral remunerada, sino que además, en el momento de encontrarse dispuestas para emplearse, lo hacen desde el cruce de intersecciones culturales, territoriales o raciales que complejizan el alcance de sus aspiraciones laborales.
El trabajo doméstico no remunerado resulta una de las múltiples dimensiones que excluyen a las mujeres en el alcance de experiencia laboral acreditable y de su capacidad para generar ingresos y protección social (Comisión Económica para América Latina y el Caribe [CEPAL], 2016). Según el Balance de Recursos Laborales de 2018, la población no económicamente activa (PNEA) de Segundo Frente se constituye esencialmente por mujeres (63%), con mayor prevalencia ―acorde al sexo― en la categoría de quehaceres del hogar (99,7%) (tabla 3).
Fuente: Elaborado por los autores a partir del Balance de Recursos Laborales de Cuba. Año seleccionado (MTSS, 2018).
Por su parte, los hombres exhiben elevados valores porcentuales en las siguientes categorías: jubilado e incapacitado (84,6%), otros (81,5%), no realizan ninguna actividad (69,7%) y estudiantes (53,2%). Con la categoría quehaceres del hogar (0,3%) no sucede lo mismo; a partir de lo cual se puede plantear que las labores hogareñas son ejecutadas principalmente por las mujeres. Todo lo cual subraya la necesidad de dedicar especial atención a este resultado, como fuente para el incremento de la proporción de mujeres al trabajo productivo, sin perder de vista su papel en la reproducción poblacional; en un contexto de envejecimiento demográfico que genera la necesidad de estudiar formas más viables de estimular la fecundidad, o al menos, facilitar que ellas ―y sus parejas― cumplan su ideal reproductivo.
Conclusiones
Los cambios experimentados en la dinámica demográfica de la nación y en particular los asociados al espacio territorial, exigen nuevos enfoques a la luz de la actualización de las políticas sociales a esta escala. El análisis integral en este sentido convida a identificar los distintos factores que gravitan en el comportamiento de las variables demográficas, sus trayectorias y posibles intervenciones a ejecutar a fin de garantizar el desarrollo deseable y equitativo a que se aspira. La asunción de los distintos insumos demográficos para el desarrollo local no debe soslayar, entonces, el papel de la población y las múltiples influencias ―culturales, ambientales, tecnológicas― que las atraviesan. En tal caso, en la dinámica demográfica del municipio Segundo Frente, si bien exhibe en algunos de sus indicadores un patrón similar al de la provincia y el país, existen elementos sustantivos que la distinguen.
El ritmo de crecimiento de su población en la última década ha mostrado una tendencia al estancamiento, sus cotas han oscilado alrededor de 1,8 hasta incrementarse a 5 por cada mil habitantes en 2018. A ello se suma un comportamiento de la fecundidad con niveles estables, aunque con cotas crecientes en lo referido a la fecundidad adolescente, ubicadas esencialmente en la zona rural y que precisa intervenciones intersectoriales para la transformación de esta realidad.
Por su parte, la mortalidad muestra ligeras oscilaciones en la TBM (inferiores al registro provincial). El mayor valor de la tasa se visualiza en el 2018 (6,8 fallecidos por cada mil habitantes). La mortalidad neonatal registra valores por encima de 1,5 por cada mil nacidos vivos, superior al registro provincial, mientras que la TMI osciló entre 3,7 y 5,8 muertes por cada mil nacidos vivos.
En lo que respecta a la variable migración, se evidencian saldos migratorios con signo negativo, lo cual destaca el papel que juegan los proyectos de desarrollo para la movilización tanto de recursos, efectivos y capacidades institucionales destinadas a elevar la calidad de vida y el bienestar de la población.
A modo general, cualquier política orientada a fomentar el trabajo como forma de actividad humana y crecimiento material, ha de reconocer la proporción significativa de personas en edad laboral en el municipio, fundamentalmente las comprendidas entre 15 y 39 años, en tanto las condiciones laborales, formas productivas y marcos normativos habiliten su aprovechamiento al amparo de programas de apoyo al desarrollo territorial, como es el caso de PADIT.
El creciente proceso de envejecimiento demográfico alude a representar los múltiples escenarios en los que han de combinarse el rol creciente del cuidado en los sistemas de protección social, y las novedosas formas de institucionalizar el trabajo (re)productivo que sea capaz de superar el sesgo de género, en particular las asociadas a roles domésticos y afectivos.
El municipio oriental de Segundo Frente cuenta con una red de profesionales, decisores y plataformas comunicativas que asumen bajo sinergias cada vez más horizontales, el desarrollo y bienestar de su población. El hallazgo de contradicciones en este proceso solo es posible franquearlo desde el avance sostenido y continuado de la evidencia científica en función de la gobernanza territorial.