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Revista Novedades en Población

versión On-line ISSN 1817-4078

Rev Nov Pob vol.17 no.33 La Habana ene.-jun. 2021  Epub 30-Oct-2021

 

ARTÍCULO ORIGINAL

Connotación social de la migración en Cuba: percepciones, causas y consecuencias1

Social Connotation of the Cuban Migration: perceptions, causes, and consequences

Consuelo Martín Fernández* 
http://orcid.org/0000-0003-1377-1202

( Doctora en Psicología. Centro de Estudios Demográficos (CEDEM), Universidad de La Habana, Cuba.

Resumen

El proceso migratorio cubano está determinado por un contexto histórico y cultural concreto y, a su vez, determina la articulación de sus expresiones objetivas y subjetivas en la vida cotidiana. El propósito de este artículo es presentar la evolución de la connotación social de la migración en Cuba, desde la relación de rechazo-aceptación a nivel familiar y social, las percepciones de cambio y la representación social de emigrar. Las causas para emigrar están descritas desde una perspectiva psicohistórica. Las consecuencias en la subjetividad cotidiana se presentan asociadas a las situaciones de crisis, el miedo creíble como incentivo percibido para la salida del país, la familia en el centro de las estrategias migratorias, el proceso de migración de retorno y las percepciones sobre la COVID-19 que configuran escenarios actuales. Las reflexiones finales contribuyen a construir escenarios integradores de la emigración a la nación, a través de las políticas y en las prácticas de la vida cotidiana en Cuba.

Palabras clave: causas y consecuencias; connotación social de la migración; COVID-19; familias migrantes; miedo creíble; proceso de retorno; representaciones sociales

Abstract

The Cuban migratory process is determined by a concrete historical and cultural context and, at the same time, determines the articulation of its objective and subjective expressions in daily life. The purpose of this article is to present the evolution of the social connotation of the Cuban migration, from the rejection-acceptance relations at the family and social levels, the perception of changes, and the social representation of emigrating. The causes to emigrate are described from a psycho-historic perspective. The consequences on daily life subjectivity are shown to be associated with crisis situations, credible fear as a perceived incentive for leaving the country, the family at the center of the migratory strategies, the process of return migration, and the perceptions of COVID-19 that configure current scenarios. The final reflections contribute to frame scenarios that integrate the emigration to the nation, through policies and practices of daily life in Cuba.

Keywords: causes and consequences; COVID-19; credible fear; migrant families; return process; social connotation of the migration; social representations

Introducción

Las migraciones internacionales se manifiestan a nivel global como un proceso en ascenso, y cada vez más complejo, que involucra diversas sociedades en el presente siglo2. La determinación histórica y geopolítica evidencia el condicionamiento del proceso migratorio cubano por las relaciones entre Cuba y Estados Unidos, aún cuando el emigrado resida en cualquier otro país. El proceso de flexibilización de las regulaciones migratorias cubanas, iniciado desde 1986 ―con un antecedente puntual en 1978― y hasta la reforma de 2013, es percibido como un proceso dilatado en el tiempo y muy esperado, con solicitudes aún vigentes en las expectativas de la población.

La connotación social3 se refiere a las percepciones de rechazo/aceptación del proceso migratorio que se asocian al nivel de las familias y del discurso social (políticas migratorias) y se mueve en un continuo histórico donde también se ubica la percepción del cambio según acontecimientos en la vida cotidiana cubana. La evolución histórica que recoge el conocimiento cotidiano evidencia que hay una clara tendencia donde la connotación social se ha movido desde el rechazo a la emigración en los ´60, tanto en el nivel familiar como en el discurso social, hasta la aceptación de la migración como proceso naturalizado en la vida cotidiana cubana en la actualidad, cuya percepción del cambio se produce a partir de los ´90 y mucho más favorable a nivel de las familias (figura 1).

Fuente: Resultados de estudios, entre 2000 y 2019, sistematizados por la autora. Propuesta original en Martín (2000)

Figura 1: Evolución histórica de la connotación social de la migración en Cuba. Representación social de emigrar 

Es un proceso percibido con avances y retrocesos por múltiples factores, donde inciden con mayor fuerza las coyunturas asociadas a la flexibilización de las regulaciones migratorias que viabilizan los vínculos familiares y los proyectos futuros asociados al proceso migratorio y, de igual modo, pero en sentido opuesto, a los obstáculos afrontados por las políticas restrictivas. Es importante considerar que unas u otras regulaciones y políticas se asocian con Cuba y con Estados Unidos4, en una relación temporal percibida de cierre por parte de Cuba hasta la reforma migratoria de 2013 y por parte de Estados Unidos, de apertura y cierre por determinadas administraciones, en particular las más recientes y contrapuestas en este tema: Obama y Trump.

Las causas para emigrar desde una perspectiva psicohistórica

Las causas para emigrar desde una perspectiva psicohistórica describe tendencias dentro de la multicausalidad del proceso migratorio cubano (Martín, 2000). En un recorrido por la memoria histórica las percepciones ubican la situación económica desfavorable como tendencia predominante en todo momento, aunque mayoritaria en la crisis de los ´90 (figura 2).

Fuente: Diversos resultados de estudios, entre 2000 y 2019, sistematizados en esta lámina por la autora.

Figura 2 Causas para emigrar desde una perspectiva histórica 

La única tendencia que refiere ser una causa permanente a lo largo de todo el proceso histórico migratorio cubano y que se percibe en ascenso es la reunificación familiar, fuera o dentro del país. Se resalta la posibilidad del retorno al país a partir del 2013 (Soca, 2018; Martín y Barcenas, 2015; Martín, 2000).

La inconformidad política se asocia mayoritariamente a los ’60 y luego se mantiene a lo largo del tiempo, identificando la posibilidad de que haya personas que emigren por no estar de acuerdo con determinadas políticas del país, las que son percibidas obstaculizadoras de los proyectos de vida dentro del proyecto social y se describen como falta de libertades y oportunidades personales y colectivas en la construcción social.

La inadaptación y rechazo social como causa de emigración se ubica como tendencia predominante en los acontecimientos del ´80 y se actualizan en momentos determinados por acontecimientos coyunturales o describen un recorrido similar anclado en otras inconformidades. Las percepciones se anclan con intencionalidad específica en la vida cotidiana y en personas o sectores vulnerables de la sociedad.

Por último, y no menos importante, se percibe como causa en el proceso migratorio la incertidumbre y se ubica en el futuro, es decir, que cualesquiera que sean las tendencias que combinen las múltiples causas percibidas en el pasado o presente del país, la incertidumbre, inseguridad, desconfianza, imprecisión en los proyectos futuros, se siente como causa y puede ser tan fuerte como la familia para tomar decisiones asociadas al proceso migratorio. En ese caso, las situaciones de crisis agudizan la necesidad de búsqueda de estrategias para afrontarlas y entonces se incluyen con mayor fuerza las formas temporales vinculadas a la circularidad migratoria.

Consecuencias en la subjetividad cotidiana

En la percepción de emigrar como solución a las crisis se constata que no es una relación directa en función de la vida cotidiana desfavorable, también emigran quienes perciben que tienen condiciones favorables. En ambos casos, emigrarían por las causas antes descritas, no emigrarían por sentimientos patrios relacionados con la identidad o con la edad (porque se percibe que es para jóvenes) o por mantener la familia unida. Sin embargo, hay matices pues quienes se declaran indecisos, prefieren vivir en Cuba y, por tanto, buscarían soluciones temporales de satisfacción de necesidades fuera y dentro del país.

Las características de los flujos migratorios recientes marcan diferencias en cuanto a las nociones de exiliado y emigrado, a favor de ser migrante. En este sentido emergen situaciones donde se manifiesta el valor instrumental de las identidades, no es lo mismo tener un pasaporte de otro país para viajar por el mundo y evitar los visados correspondientes, que sentirse o ser de ese otro país. Siguen siendo cubanos y sintiéndose parte del país, sobre todo en las percepciones de generaciones migratorias posteriores a la crisis de los´90 y, en esa lógica fortalecen sus vínculos familiares y así los sienten sus coterráneos dentro de Cuba.

Por su parte, la llamada Ley de Ajuste Cubano se percibe beneficiosa para obtener la residencia en Estados Unidos, con independencia de que sea una política migratoria que privilegia sólo a cubanos con la intención explícita de ser un instrumento contra la Revolución. En las prácticas cotidianas actuales en Cuba se percibe como oportunidad para con ese estatus migratorio poder viajar con facilidad, sin necesidad de estar sujetos a que les den o no la visa, vivir temporalmente en uno y otro país, “tener lo mejor de los dos mundos” e incluso residir en Cuba y utilizar esa vía para satisfacer necesidades económicas y familiares.

El miedo creíble: incentivos percibidos para las salidas del país

La categoría miedo creíble (credible fear) es reconocida desde el punto de vista jurídico y se desarrolla como práctica legal en la frontera México-Estados Unidos para argumentar la solicitud de asilo, a los latinoamericanos que llegaban por la violencia en Centroamérica. A esta forma de entrada se suman los cubanos que transitan porla llamada Ruta del Sur, una vez eliminada la política conocida por “pies secos-pies mojados” (enero 2017), lo cual constituye un incentivo a salidas ilegales, abandono de misiones y otras vías irregulares de migración.

Sin embargo, esa categoría no forma parte del conocimiento cotidiano compartido en Cuba, al menos en aquel momento (2017-2018). A quienes salían por mar y otras formas de tráfico de personas, se les preguntaban las causas por las que utilizaban esas vías y ninguna satisfacía la respuesta esperada de “huir” o “perseguidos” o “corre riesgo su vida”, e incluso cuando se insistía directamente en el miedo creíble, los cubanos no conocían esos términos5. Entonces, comienzan a emplear ese argumento para aprovechar la oportunidad de entrar a Estados Unidos y, por ser cubanos, ser procesados posteriormente para ajustar su estatus legal. Se desatan estrategias con abogados mexicanos y cubano-americanos, encareciendo el costo de salir ilegalmente del país, pero logrando su fin último de emigrar. Se pone como argumento que no se sabe lo que pasa con los cubanos una vez devueltos, se “desaparecen” en el país y eso también contribuye a fundamentar el miedo creíble.

Cuando el gobierno de Donald Trump instituyó la política de devolver a México a los solicitantes de asilo para esperar durante todo el proceso en que se consideren sus casos ―y le otorguen o no esa categoría migratoria―, los cubanos solicitantes quedaron varados allí también. Si bien constituía un compás de espera para entrar en Estados Unidos, se produce una especie de asentamiento temporal de cubanos en zonas del norte de México, con diversas experiencias más o menos traumáticas y aún por documentar. Se percibe como una forma de “hacer bien las cosas” establecidas por ICE (Immigration and Customs Enforcement)6 y en estrecho vínculo con redes de apoyo familiar y social de los cubanos migrantes.

El gobierno de Joe Biden recientemente ha anunciado que suspenderá la política de que los solicitantes de asilo deban quedarse en México7. Es importante atender cuánto podrá incentivar la utilización de esas vías de salida del país, en tanto se mantiene la Ley de Ajuste Cubano y, sobre todo, si no existe aún la posibilidad de un proceso migratorio legal organizado.

La familia en el centro de las estrategias migratorias

En lo que concierne a la familia como célula fundamental de la sociedad y su expresión concreta en las redes sociales y de parentesco en el proceso migratorio, se requiere mayor articulación en las políticas económicas y sociales del país, con nexos claros con las políticas migratorias y, por tanto, implica una integración coherente con la política hacia la emigración. Las percepciones a nivel personal y familiar así lo evidencian.

La naturalización del tema migratorio en las prácticas de personas y familias, significa la despolitización de este complejo proceso en la vida cotidiana actual, asociado más a la defensa de los vínculos entre cubanos donde quiera que residan, temporalmente o no. Esa definición de sentirse cubanos trasciende las fronteras y en la experiencia migratoria es la identidad nacional, familiar, cultural, territorial una fortaleza sobre la cual anclar y desarrollar una cultura cotidiana donde la representación social de la migración tenga como núcleo central favorecer al país de origen.

Este es un proceso sensible para sectores esenciales de la población cubana actual8. Por ejemplo, estudios con jóvenes universitarios, sobre proyectos de vida y migraciones en la vida cotidiana cubana (2016 y 2018) evidencian un proceso de naturalización de acciones relacionadas con la circularidad migratoria. Para 112 estudiantes universitarios de 28 carreras de la Universidad de la Habana9 (2016), la representación social de emigrar es viajar temporalmente (48%), percibida como mejora/benefico/prosperidad (36%) y en menor medida se mantiene asociado a la salida definitiva (16%). Por su parte, 690 estudiantes universitarios de todas las carreras de la Universidad de La Habana (Ramos, 2018) tienen como expectativa de ubicación profesional: en Cuba (13%), en el exterior (24%), entrando y saliendo del país (63%). Esta tendencia es relevante para el trazado de políticas relacionadas con la migración de jóvenes profesionales, lo cual apunta hacia la necesidad de propiciar acciones para la retención del conocimiento y, al mismo tiempo, la movilidad de la población, es decir, propiciar la circularidad migratoria como proceso legal organizado, favorable al desarrollo del país. Las percepciones de los jóvenes siguen otras lógicas en el contexto actual10.

Se considera que la mayoría de los cubanos emigrados han cumplido sus expectativas al mejorar económicamente y elevar su nivel de vida; aquellos que aún no las han cumplido se esfuerzan porque tienen la esperanza de cumplirlas en el futuro, es decir, se esfuerzan y sacrifican para lograrlo. Así, se ha legitimado el “moverse” en busca del bienestar y para la satisfacción de necesidades, sean personales, profesionales y/o familiares; así como asentarse en uno o más países receptores o de tránsito, e incluso en el país de origen como destino final.

La temporalidad de esos movimientos incluye a los que se van (emigrados), pero también los que vienen (retornados) y a los que viajan temporalmente por diferentes razones como las visitas personales/familiares, contratos de trabajo, matrimonios con extranjeros, e incluso las misiones internacionalistas y los cooperantes (migrantes circulares). La emigración definitiva cede lugar a las migraciones temporales y, por tanto, como movimiento de población deben ser contempladas las percepciones y efectos de estas estrategias familiares, históricas, actuales y futuras.

La estructura familiar se impacta y se transforma el cumplimiento de las funciones familiares. El incremento de la participación de mujeres en las migraciones, la vulnerabilidad de la infancia y los efectos sobre los adultos mayores, son temas comunes de los cuales las familias cubanas cada vez más tienen vivencias, tal y como sucede en las tendencias regionales y mundiales de migraciones internacionales. La feminización de las migraciones que se está produciendo no sólo afecta los indicadores de la tasa de fecundidad del país, sino que en las percepciones la familia penaliza más a la madre que al padre emigrado; lo mismo que los ancianos respecto a las hijas hembras, a los varones les corresponde la manutención y por tanto no son mal vistos si emigran para ayudar a la familia. En todo caso, implica la necesidad de mayor apoyo social, formales e informales.

La mayor vulnerabilidad psicológica se encuentra en el impacto de la emigración cuando no se produce de forma voluntaria o no constituye un proyecto personal, sino que es una decisión de un familiar que no toma en cuenta los deseos de menores, parejas y ancianos.

Un elemento importante es la percepción acerca del sufrimiento de pérdida de los que emigran, pero apenas se sabe sobre los que no emigran. El tema del dolor de los que se quedan está poco recogido socialmente, más bien se maneja en forma de “secreto” familiar, por lo cual no hay la posibilidad de un espacio de contención social para ese dolor, que aún no está legitimado institucionalmente.

En el contexto actual de creciente envejecimiento de la población cubana, otro elemento vulnerable del anciano es cuando se queda solo al emigrar sus hijos jóvenes o adultos, y se fractura su red de apoyo; siente que se queda más desprotegido, aunque tenga la compensación de una remesa monetaria. Hay, entonces, diferencias al atender el tema del envejecimiento satisfactorio, aún si de familias migrantes se trata. Precisamente porque las percepciones sobre la migración encubren procesos de sufrimiento familiar a partir de resaltar los beneficios económicos.

“El que tenga FE se salvará”

Muchas veces hemos escuchado en Cuba la frase “el que tenga FE se salvará” y, tal vez para muchas personas es una representación social de la fé que evoca lo religioso, pero aquí se habla de la FE ―en mayúsculas― y se asocia a tener Familia en el Extranjero. Es una frase que coloca en el conocimiento cotidiano cubano que todo aquello que significa tener parientes emigrados es beneficioso. Tener FE: te salvará a través del envío de remesas para el consumo; como apoyo a cuentapropistas para montar un negocio familiar; y una suerte de inversiones que se dan en la práctica a pesar de no estar autorizadas para residentes fuera del país, se realizan a través de sus familiares aquí. Es factor de atracción pues te salvará mediante la migración por reclamación familiar; como apoyo a los recién llegados; como ayuda para viajes de visita al exterior de quienes no quieren emigrar; como posibilidad de obtener ingresos a través de viajar temporalmente y realizar algunos trabajos, o comprar y luego vender los productos en Cuba.

En las percepciones se marca una evidente tendencia favorable a la migración. Tener un pariente emigrado o migrante, viajes de ida y vuelta, contratos de trabajo, recibir remesas, abrir negocios con parientes (alojamiento, alimentación), entre otras, han sido algunas de las estrategias paliativas a las crisis económicas de todos los tiempos, percibidas efectivas y exitosas, donde se redimensiona la función económica familiar que trasciende las fronteras territoriales, y el pariente emigrado juega un papel fundamental.

Del proceso de migración de retorno

Las dicotomías entre los que se fueron y los que se quedaron ceden espacio a procesos de circularidad migratoria, donde los retornados o “repatriados” no se encuentran cómodos bajo esas etiquetas, y prefieren ser llamados cubanos porque no son otra cosa que cubanos que han vivido por un tiempo en otro lugar.

La migración de retorno se ha incrementado sostenidamente, sobre todo a partir del 2002, por múltiples razones. Personas que emigraron con permiso de salida definitiva, pero con un proyecto personal de retorno desde antes de emigrar, pues quieren pasar pocos años en otro país para acumular un capital económico y reasentarse nuevamente en Cuba con mejores condiciones para formar una familia y tener hijos. Personas que han tenido que regresar por contingencias de padres o familiares ancianos que reclaman su cuidado, al fallecer alguno o por accidentes, o para preservar el derecho a la herencia. Personas que regresan por desilusión o desencanto en el cumplimiento de las expectativas al emigrar y/o con el modo de vida imperante, o confrontaron problemas económicos para su asentamiento en el exterior.

Las motivaciones de retorno, expresadas en un estudio en la capital11, se centran en aspectos familiares; aspiraciones de tener contacto con las raíces; y deseos de tener contacto con las amistades. Las trayectorias migratorias son cortas, solo dos migraciones en más de un país previas al retorno. En ese recorrido la mayoría emigra con miembros de la familia nuclear y también retornan con algunos de ellos. Casi todos visitaron Cuba previo a su decisión de retornar y después, los que han viajado nuevamente al exterior, lo hacen de forma temporal y por motivos familiares, laborales y turísticos.

Es importante señalar que el impacto en la familia a donde regresan los emigrados está en función del proceso de toma de decisión, suelen ser rechazados allá y aquí, a no ser que sea una demanda familiar porque los necesitan aquí, pero en muchos casos se les reclama la falta de apoyo económico que significa su regreso.

La opinión de la población sobre estas personas está dividida porque aún predomina la idea de que se está mejor fuera del país y que quien regresa es un fracasado o está enfermo y viene a morir aquí. Esto es muy distante de la diversidad de experiencias posibles según la realidad descrita en las trayectorias migratorias. La tendencia percibida se ajusta más a los proyectos migratorios insertos como proyectos de vida de los migrantes y ello apunta a otras variantes de la migración circular.

Se le sigue llamando “repatriación” coloquialmente, al reasentamiento de los emigrados en el país. En la práctica, es la obtención del carnet de identidad nuevamente y con ello, los derechos que le asisten a los cubanos residentes en la Isla. Aunque, recientemente los derechos y deberes que les asisten a los ciudadanos cubanos son diferentes de acuerdo con las nuevas definiciones regulatorias de la denominada residencia efectiva.

Hasta el momento, el retornar significa el asentamiento en la base de datos del sistema único de identificación de la población, pero no necesariamente su reinserción a la sociedad (entendida como permanencia de mayor tiempo residiendo en Cuba, trabajando y participando en la vida cotidiana cubana). Es importante estudiar esta distinción, para saber su magnitud concreta e impacto en la sociedad cubana actual. No obstante, si abogamos por la circularidad migratoria como una práctica cada vez más común, sería necesario incluir en las políticas migratorias nuevas concepciones sobre el retorno, donde no es únicamente posible a través del regreso de la persona, sino a partir de diversos vínculos del migrante con el país de origen a favor de su sentido de pertenencia.

Percepciones que se configuran en escenarios actuales

La pandemia de la COVID-19 configura percepciones sociales sobre la migración que no afectan directamente las motivaciones para el movimiento de la población12. Por el contrario, se mantienen los deseos de movilidad y se ven insatisfechas las vías para lograrlo, ello crea tensiones personales, familiares y sociales13.

En la preocupación por los parientes emigrados y de ellos por su familia en Cuba, se percibe que predomina el miedo al contagio y las estrategias para afrontar la crisis sanitaria diferenciadas por países. Se reconoce la confianza en la gestión desarrollada en Cuba y los protocolos cubanos se transmiten a familiares fuera del país para quienes la percepción de riesgo se reduce en la medida que aumenta el tiempo de duración de la pandemia y tienen que retomar las actividades laborales para poder mantenerse allí. Esta realidad también se percibe en el rebrote de la pandemia en Cuba.

Se percibe como necesario crear espacios en los medios de comunicación formales que traten temas que afectan a las familias migrantes y, en las informaciones oficiales, velar por incluir explícitamente el impacto sobre vínculos con los miembros fuera del país, cuando se anuncian medidas para afrontar la pandemia y prevenir el contagio del exterior. Por ejemplo, en la suspensión de los vuelos para disminuir los contagios, mencionar que se afectan directamente los contactos entre familias migrantes.

Del mismo modo, incorporar explícitamente en los servicios de orientación psicológica la necesidad de atender los vínculos con las familias migrantes, permite especialmente atender los efectos sobre los menores y ancianos que quedan en el país.

Es evidente la percepción de frustración por tener que posponer los viajes de visita al exterior y de regreso a Cuba. Así como, la contradicción entre facilitar el reencuentro familiar y la propagación de la enfermedad.

En un escenario pos COVID-1914 será posible combinar los intereses económicos nacionales asociados al turismo con los deseos de las familias cubanas con vínculos migratorios. Dado que existe incertidumbre temporal ante los planes de reunificación familiar, expectativas de movimiento migratorio insatisfechas y la emergencia de la necesidad sentida de la comunicación familiar cara a cara, se podrían elaborar propuestas para facilitar los viajes de visitas familiares al país a través de ofrecer paquetes turísticos orientados hacia familias cubanas y sus parientes emigrados.

El reconocimiento público genera consenso y apoyo a las entidades encargadas del tema migratorio. Las percepciones sociales se pueden transformar hacia una subjetividad social incluyente, con todas las familias interesadas en favorecer una vida cotidiana cubana sostenible económicamente, saludable y con bienestar psicológico, como consta en el proyecto social, cultural y político que desarrolla nuestro país. Afrontar la pandemia con responsabilidad personal, familiar y social, implica un proceso migratorio que reconoce la movilidad poblacional como hecho y derecho a la vida en Cuba.

La tensión en la migración internacional15 es importante para las familias porque afecta sus procesos vitales y, en consecuencia, pulsa o ralentiza el desarrollo de la sociedad. En estos momentos donde se produce la Tarea Ordenamiento, es necesaria una atención particular a los cambios en las políticas económicas y sociales del país que impactan las dinámicas familiares y donde es importante la incidencia de las nuevas demandas migratorias para las familias en la vida cotidiana cubana actual.

Reflexiones finales para construir escenarios integradores

La connotación social de la migración en la sociedad cubana se asocia a las percepciones de la población en cada momento histórico concreto. Se ha movido del rechazo a la aceptación de vínculos familiares y, más aún, se percibe parte integrante de las prácticas cotidianas para satisfacer las necesidades de las familias residentes en Cuba.

La multiplicidad de causas para emigrar se diversifica, cada vez con más fuerza en términos económicos y familiares, pero también asociada a la incorformidad política y el rechazo e inadaptación social. Lo más importante en la coyuntura actual es la relevancia que ocupa la incertidumbre en el presente como causa de migraciones en el futuro.

Las consecuencias subjetivas confirman las tendencias en cifras de Cuba como país de migraciones internacionlaes con un potencial migratorio a considerar. El aumento sostenido es previsible, sobre todo en el caso de los jóvenes, quienes tienen expectativas de inserción laboral asociadas al movimiento migratorio, se identifican con la desesperanza y la búsqueda de alternativas profesionales temporales. Los procesos de emigrar y retornar apuntan a la circularidad migratoria, cuyo efecto es la articulación de estrategias personales y familiares con características transnacionales.

Desde el enfoque psicosocial también se evidencia la necesidad de una política migratoria articulada con otras políticas de transformaciones económicas y sociales que tienen lugar en el país actualmente. La política hacia la emigración, en su estrecha relación con la vida cotidiana en Cuba, está siendo puesta en práctica con diversas formas de integración de la emigración a su nación. Esto significa que en la actualidad las percepciones se han adelantado y reclaman una nueva etapa de desarrollo en estas políticas, con mayor articulación e integración para el bienestar de cubanos y cubanas, dentro y fuera del país.

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Presentación en el Taller Escenarios de la Relación Migratoria Cuba-Estados Unidos, del Grupo de Migraciones Internacionales. CEDEM, 18/02/2021.

2 Las cifras de la OIM (2020) lo demuestran y permite analizar impactos de los flujos intra e interregionales.

3 Así definida se estudia, por primera vez, en relación con la perspectiva histórica por Martín (2000).

4 Estudios del impacto psicososical están publicados en Martín y Barcenas (2015) sobre reforma migratoria de Cuba; y en Martín, Barcenas y Cruz (2020) sobre medidas restrictivas del gobierno de Estados Unidos.

5 Entrevistas realizadas por Consuelo Martín (2017 y 2019) a Directora de la Casa del Migrante, en Ciudad Juárez, México; y a Especilista del Ministerio del Interior (MININT) a cargo de los cubanos devueltos al país. (Inéditas)

6 Ver Immigration Nation 2020. Mini Serie Documental de Netflix.

7 Este tema ha sido tratado y mantiene su seguimiento actual por diversos medios de prensa internacional.

8 Entre esos sectores se ubica la migración juvenil y las estrategias familiares (Rodríguez, 2017).

9 Fuente: Asignatura Psicología Social y vida cotidiana, selección de trabajos prácticos de 2016 (Inédito). Facultad de Psicología, UH. Profesoras: Consuelo Martín, Jany Barcenas y Maricela Perera.

10 En un taller con un grupo de jóvenes de diferentes grupos sociales de pertenencia, se ponen de manifiesto necesidades, deseos, satisfacciones e insatisfacciones actuantes actualmente, percepciones sobre su papel en la sociedad y la nueva economía (Martín, Barcenas y Torralbas, 2019).

11 Realizado por Soca (2018).

12 Incluso en un estudio con jóvenes que pasaron la pandemia fuera del país, hay diferentes causas y motivaciones para mantenerse como migrantes (Betancourt y Martín, 2020).

13 Un conjunto mucho más amplio de estas problemáticas y sus recomendaciones están publicadas en Martín, Barcenas y Cancio-Bello (2020).

14 Es importante incorporar referentes subjetivos en la construcción de la “nueva normalidad” en la vida cotidiana (Martín, 2020) y partir de aprendizajes de esta experiencia (Barcenas, Martín y Cancio-Bello 2020).

15 Un análisis contextualizado para el caso cubano actualmente se presenta en Aja (2020).

Recibido: 23 de Febrero de 2021; Aprobado: 16 de Marzo de 2021; Aprobado: 28 de Julio de 2021

Correspondencia: cmartin@rect.uh.cu

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