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Conrado

versión impresa ISSN 2519-7320versión On-line ISSN 1990-8644

Conrado vol.15  supl.1 Cienfuegos  2019  Epub 02-Dic-2019

 

Artículo original

La relación cultura y educación desde la perspectiva cubana

The relationship culture and education from the Cuban perspective

Yudiana González León1  * 
http://orcid.org/0000-0002-7866-5710

Aracelis María Rivera Oliveros1 
http://orcid.org/0000-0001-5462-3877

1 Universidad de Cienfuegos “Carlos Rafael Rodríguez”. Cuba

RESUMEN

En el desarrollo histórico social de la humanidad la educación y la cultura mantienen vínculos muy estrechos a partir de un núcleo común: el hombre. Ellas son tributarias una de la otra y llevan el sello de cada época marcado por una formación económico social determinada. Las universidades actuales enfrentan el gran reto de ampliar su capacidad de respuesta a las exigencias sociales para ello han de formar profesionales capaces de insertarse plenamente en los procesos sociales desde una actitud consecuente que propala preservar, desarrollar y difundir la cultura en su sentido más amplio en aras del equilibrio entre las posiciones científicas y humanistas. Desde esta perspectiva la formación universitaria debe contribuir a la integración de sus espacios con el entorno como elemento dinamizador del desarrollo lo que implica nuevos enfoques acordes a las condiciones y necesidades de la sociedad actual. Sobre el tema se centra el análisis en el presente artículo.

Palabras clave: Formación cultural; formación inicial; carreras pedagógicas; cultura; Docencia e Investigación

ABSTRACT

In the humanity's social historical development, the education and the culture they maintain very narrow bonds, starting from a common nucleus: the man. They are tributary one of the other one, they take the stamp of each time, marked by a certain social economic formation. At the present time the universities face the great challenge of enlarging their answer capacity to the social demands, to the growing demands that the professionals face in formation so that they reach to be inserted fully in the social processes. The superior education has the responsibility of forming professionals from a consequent attitude, in which should be able to preserve, to develop and to diffuse the culture in its wider sense; achieving the necessary balance from scientific and at the same time humanist positions, for what this formation process is more and more complex. In their constant improvement, it contributes to the integration from the university spaces to their environment, as element dinamizador of the development; from the process of the professionals' integral formation, what implies new focuses chords to the conditions and necessities of the current society.

Keywords: Cultural formation; initial formation; pedagogic careers; culture; teaching and research

Introducción

La universidad como institución social ha tenido históricamente la misión de preservar, desarrollar y promover la cultura acumulada por la sociedad, a través de la formación de personas que se apropien de ella, la apliquen y la enriquezcan, para responder a las demandas del desarrollo económico y social. Además, es la responsable de desarrollar el más alto nivel de los recursos humanos de un país, constituye un elemento esencial para apoyar la identidad nacional que permite aunar esfuerzos para prepararnos y enfrentar los retos crecientes en las esferas científico - técnico y cultural, que ya se nos está presentando de manera ineludible.

Es en ella donde el proceso formativo tiene carácter intencional, planificado, organizado y sistematizador; pues expresa las relaciones que se establecen entre la universidad y su entorno, así como las tendencias que prevalecen desde la pedagogía, la psicología, y la filosofía en un contexto histórico social determinado.

En un acercamiento consecuente al tema autores como: Sánchez & Mederos (2001); Cabrera (2014); y Dugareva (2014), así lo corroboran. Otros como González (2011), consideran que la tarea suprema de la educación es la humanización del hombre, la apropiación de los valores, de las costumbres, de las tradiciones, proceso que se produce por medio de la aprehensión de la cultura local, nacional y universal. Este reto implica facilitar el proceso formativo y el desarrollo integral, abarcando la dimensión humana y la promoción de la afirmación de la vida en todas sus formas.

En la educación superior, el proceso de formación adquiere características propias, siendo este uno de los motores del desarrollo social; depositaria y creadora de conocimientos e instrumentos valiosos de transmisión de la experiencia cultural y científica acumulada por la humanidad. En este contexto se precisa una nueva visión que combine las demandas de universalidad de la educación y el imperativo de una mayor pertinencia cultural de sus procesos formativos para responder a las expectativas de la sociedad.

En una línea de pensamiento similar en la Declaración Mundial sobre la Educación Superior en el Siglo XXI: Visión y Acción, se fundamenta la necesidad de contribuir a comprender, interpretar, preservar, reforzar, fomentar y difundir las culturas nacionales y regionales, internacionales e históricas en un contexto de pluralismo y diversidad cultural así como el imperativo de proteger y consolidar los valores de la sociedad, velando por inculcar en los jóvenes los valores en que reposa la ciudadanía democrática y proporcionando perspectivas críticas y objetivas a fin de propiciar el debate sobre las opciones estratégicas y el fortalecimiento de enfoques humanistas (Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura, 1998).

Por lo tanto, esta visión del proceso de formación en la educación superior se proyecta hacia la formación integral del estudiante en las diferentes carreras, en función del cumplimiento de objetivos que respondan a los requerimientos sociales generales y específicos de cada área del saber, desde posiciones humanistas. Aspecto este que ha sido reconocido por diferentes investigadores como Horruitiner (2008); González (2015); Gómez (2016), entre otros.

Para dar cumplimiento a ese encargo social es necesario que se estructure su función desde los tres procesos esenciales: docencia, investigación y extensión universitaria, los cuales tributan de manera coordinada a su cumplimiento que permite la inclusión de todos sin tener distinción de raza, de género, ni estatus cultural ni social.

En este sentido la educación superior presupone un profesional preparado culturalmente para que pueda influir de manera positiva en los estudiantes que tendrá la responsabilidad de formar en el perfil de carreras pedagógicas y para su conocimiento en sentido general en su modo de actuar. Se trata de poseer una preparación cultural: económica, ideológica, política, ambiental, histórica, jurídica, estética, artística, entre otras. Para ello, se aspira en la universidad actual a potenciar y enriquecer la cultura por diferentes vías a través de las cuales el estudiante se sienta y comparta como universitario en el plano de un disfrute cultural e ideológico con alto nivel de sensibilidad y de identidad.

Desarrollo

El concepto de cultura ha sido definido de diferentes formas a lo largo de la historia a partir de los objetivos específicos que han motivado a los estudiosos del tema. Filósofos, sociólogos, culturólogos, antropólogos, etnógrafos, psicólogos, entre otros especialistas e investigadores, han aportado cientos de definiciones sobre el concepto cultura, y actualmente coexisten, en el uso social y científico, distintos sentidos ligados a ese constructo.

En consecuencia, con lo declarado resulta oportuno realizar un análisis del concepto cultura a partir de la visión de diferentes investigadores y representantes de la cultura y su vinculación con la educación dados el carácter complejo, controvertido y polémico del tema en sus etapas de evolución.

Por ejemplo, Guadarrama & Pereliguin (1990), asumen que, para la teoría social el concepto de cultura es uno de los más importantes. Con su ayuda se revela y describe la propia esencia del desarrollo social a diferencia del natural, donde la cultura debe ser vista como una de las categorías sociológicas y filosóficas de mayor significación que porta en sí la unidad dialéctica de lo social universal y lo social-específico de la realidad histórica en el proceso de su desarrollo.

El estudio de la cultura debe hacerse simultáneamente teniendo en consideración tanto el pasado como la actualidad; tanto la individualidad, la personalidad como la colectividad, los grupos sociales, las clases y la sociedad en su totalidad.

En los últimos tiempos los problemas relacionados con la cultura, su esencia, formas de expresión, ha ido tomando mayor importancia en el ámbito filosófico. Esto se demuestra en el hecho de que constituyera una temática central en los diferentes eventos (González, 2011):

  • XVII Congreso Mundial de Filosofía efectuado en Canadá en 1983.

  • Congreso Interamericano de Filosofía celebrado en Guadalajara, México en 1985.

  • Congreso Internacional Extraordinario de Filosofía de Córdoba, Argentina de1987.

  • XIII Congreso Interamericano de Filosofía, efectuado en Bogotá, 1994, el tema de la cultura ha ocupado uno de los lugares de mayor interés.

Para adentrarnos en el tema se realizará un análisis del término partiendo de que cultura proviene del latín cultus que a su vez deriva de la voz colere que significa cuidado del campo o del ganado. Hacia el siglo XIII, el término se empleaba para designar una parcela cultivada, y tres siglos más tarde había cambiado su sentido como estado de una cosa, al de la acción: el cultivo de la tierra o el cuidado del ganado, aproximadamente en el sentido en que se emplea en el español de nuestros días en vocablos como agricultura, apicultura, piscicultura y otros. Por la mitad del siglo XVI, el término adquiere una connotación metafórica, como el cultivo de cualquier facultad. De cualquier manera, la acepción figurativa de cultura no se extenderá hasta el siglo XVII, cuando también aparece en ciertos textos académicos.

Desde la prehistoria de la humanidad los hombres comenzaron, sea inconsciente o conscientemente, a desarrollar ciertas relaciones entre ellos y fueron creando instrumentos de trabajo y objetos que les permitieron satisfacer determinadas necesidades materiales y espirituales y que los distinguían del resto de los seres vivos. La necesidad y posibilidad de realizar reproducciones de animales, plantas y seres humanos en cuevas y otros sitios, de representaciones musicales, danzarias y, en alguna medida, teatrales, revelan las aptitudes y actitudes que tiene el hombre de crear y recrear la realidad, primero con fines utilitarios, pero, más adelante, con fines lúdicos, cognoscitivos y hedonistas.

En el curso del surgimiento de las ciencias, se opera una acumulación de conocimientos cualitativos y cuantitativos que se irradian a la sociedad. Esta relación que se establece desde la Sociedad Primitiva donde se aprecia la separación del trabajo intelectual del manual y la invención de la escritura, marca la primera etapa o los gérmenes de su nacimiento; y los descubrimientos ponían al hombre en el centro del universo.

En su acepción más amplia la cultura resulta inseparable de los primeros intentos del hombre por liberarse de la dependencia que significan las posibilidades limitadas y adversas que le plantea la naturaleza. En aquel instante el hombre empezó a producir sus medios de existencia.

El trabajo social, y, desde este momento, las formas del pensamiento, entraron en interrelación con el trabajo socialmente concebido. De aquí que el trabajo se convirtiera en la razón histórica fundamental de la cultura, marcándola como un fenómeno social que representa el nivel alcanzado por la sociedad en un determinado momento.

Desde la antigüedad la distinción entre las personas que se dedicaban a desarrollar las artes con determinada profesionalidad, por encargo, destinadas a determinadas funciones o por placer, las que cultivaban la reflexión y el pensamiento y lo transmitían a otros, las que desarrollaban ciertas artesanías u otras profesiones con fines más utilitarios y las prácticas culturales a partir de costumbres y tradiciones, que constituyen elementos dentro de la cultura propia de cada pueblo.

En la Edad Media, por regla general, los hombres de ciencia y los filósofos fueron servidores de la Iglesia. La existencia de rígidos cánones y leyes formales de las doctrinas religiosas, a las que se subordinaban todas las formas de relaciones entre las personas, determinaron la ausencia de autonomía con respecto a las nociones filosóficas religiosas generales; pero al liberarse la vida laica del campo de las “predicciones divinas” el mundo de la cultura pasó a ser visto cada vez más como el resultado de la creación humana, en tanto el humanismo significó el estudio de carácter laico a diferencia del escolástico, el enfrentamiento a la erudición eclesiástica.

La significación que alcanza el legado cultural de la antigüedad fue tan intensa que este período definido como del Renacimiento, señala la reaparición de muchos aspectos de la cultura antigua (pagana) después de siglos de olvido. Resplandecen las artes en sentido general como: la literatura, la pintura, la arquitectura, la escultura, además la filosofía. Al decir de Sánchez & Mederos (2001), “el Renacimiento es también el encuentro del hombre con la historia. No se trata solo de hacerlo centro del universo como su expresión más acabada, sino de encontrar su lugar en dicha transformación. Es el Renacimiento, el período en el que comienzan los estudios sobre la transformación humana, sobre bases racionales. Es la primera expresión de un ideal de transformación hacia un orden constituido desde el hombre. De cualquier forma el camino de las búsquedas estaba firmemente asentado en una concepción de racionalidad de la vida humana”.

En este propio período del Renacimiento que comprenden los siglos XV - XVI, la ciencia alcanza un desarrollo acelerado que permitió refutar la teoría de la iglesia y la teología, existía el interés por buscar interpretación científica de las causas que originan los fenómenos; se produce el nacimiento de las ciencias naturales muy ligada a ellas se desarrollan de manera impetuosa las ciencias socio políticas y las filosóficas, intensificándose su función en la vida social, a partir del papel decisivo que cobra en la producción.

Entre los siglos XVII y XVIII se produce el desarrollo acelerado del modo de producción capitalista y junto a ello la evolución de la ciencia y la técnica propició avances en todas las esferas de la cultura, la sistematización del experimento y el descubrimiento de leyes. Sobre este fenómeno Engels (1975), refiere como en el nacimiento y desarrollo de esa Formación Económico Social las ciencias y la cultura evolucionan condicionadas por el acelerado desarrollo de la producción.

En ese entonces, los conocimientos científicos se vincularon a la necesidad de la producción material: la navegación, el comercio, la guerra. Por ejemplo:

  • La máquina de vapor, hornos, el motor de combustión (desarrollaron el conocimiento de la teoría del calor)

  • Los telares, medios de transporte, la relojería (desarrollaron el conocimiento de la mecánica)

  • Los generadores eléctricos, el fluido y motores eléctricos (desarrollaron la teoría de la electricidad).

  • La tintería, la metalurgia y la destilación de alcohol (desarrollaron la química)

En esta etapa histórica, además, se logra institucionalizar la ciencia y surgen comunidades científicas de investigadores, lo que trajo consigo una revolución cultural, que repercutió en nuevas transformaciones sociales.

Otro de los aportes más trascendentes al desarrollo de las ciencias modernas, fue la mecánica newtoniana, que aportó el conocimiento de la naturaleza con un sustento teórico y experimental importante, por lo que a partir de Newton se desarrolla toda una concepción mecanicista del mundo, que rebasó el pensamiento materialista que existía hasta entonces, y dio lugar al establecimiento de un cuadro mecanicista del mundo, para la explicación de los fenómenos de la naturaleza, la sociedad, y el pensamiento.

Los sucesivos descubrimientos, como la transformabilidad de los átomos y el principio de conservación de la masa, se ven quebrantados por la teoría electrónica de la materia y dieron un golpe demoledor a la concepción mecanicista del mundo, la que se confirmó admirable para velocidades pequeñas, no así para velocidades que se aproximan a la de la luz, esto repercutió en la búsqueda de nuevas vías para explicar los fenómenos, abrió un nuevo horizonte a las ciencias y, fundamentalmente, en su sustento dialéctico materialista, como componente de desarrollo cultural. Al respecto, Lenin (1920), precisa que “el materialismo dialéctico insiste en el carácter temporal, relativo, aproximado, de todos esos jalones del conocimiento de la naturaleza por la ciencia humana en progreso. El electrón es tan inagotable como el átomo, la naturaleza es infinita”. (p. 273)

En el desenvolvimiento de la ciencia ha tenido lugar algunos acontecimientos que han sentado pautas en el desarrollo social; por ejemplo, González (2015), a partir del paso del geocentrismo al heliocentrismo iniciado por Copérnico, sustentado y enriquecido por el trabajo de Kepler, Galileo, Newton. El nuevo modelo condujo a enfrentamientos no solo científicos, sino ideológicos, con persecuciones, condenas, que muestran hasta qué punto el conocimiento científico, está imbricado en las concepciones del mundo, dando lugar a una auténtica revolución de las ideas que culminaría con el establecimiento de la Teoría de la Gravitación Universal, otro ejemplo está en la Teoría de la Evolución, la que ha constituido un marco de referencia indispensable para comprender la posición de los seres humanos, que hasta ese entonces era Cumbre de la Creación sin relación alguna con el resto de los seres vivos. Sobre el tema Kolman (1964), plantea que “a finales del siglo XIX, el capitalismo desembocó en una nueva y última fase, imperialista, de su desarrollo. Las ciencias naturales abrieron ante el hombre un mundo nuevo”. (p. 7)

Al centro de todos estos procesos estuvo siempre y en debate la cultura, estudiosos del tema como Jean Jacques Rousseau y Nicilas de Largilliére la consideraban un fenómeno distintivo de los seres humanos, que los colocaba en una posición distintiva del resto de los animales. Ya en el siglo XVII Gustav Klemm, intentó mostrar el desarrollo gradual de la humanidad por medio del análisis de la tecnología. En tanto, Tylor años más tarde, en 1871, abordó la elevación de la cultura como materia de estudio sistemático (González, 2011).

En América el pensamiento ilustrado y humanista ha tenido prestigiosos representantes en relación con el tema de la cultura. Se destacan los precursores Márquez, Bolívar y Bello y sus continuadores Aníbal Ponce, Henríquez Ureña, etc. quienes reclaman para los pueblos latinoamericanos no una cultura de élites intelectuales, sino vinculada a las necesidades materiales y espirituales del pueblo en general. Este ideal social confrontó, aún en los inicios del siglo XX, el debate filosófico y antropológico con la visión occidental del problema, donde se defendía aún el carácter elitista de la cultura, no es hasta la década de los setenta que se revitaliza la discusión cultural en ejes más allá de la extensión del concepto de cultura, a partir del debate modernidad-postmodernidad y la generación de movimientos sociales y culturales (González, 2011).

Con el crisol del siglo XX se distingue otra de las fases del desarrollo de las ciencias. La Revolución Científico Técnica, comenzada desde los primeros años y que se acentuó en la década de los cincuenta, donde se produjo un salto cualitativo con el acercamiento constante al progreso técnico que provoca un cambio sustancial de la correlación entre ciencia y técnica. La ciencia se revoluciona; la práctica creó nuevas ramas en la producción.

Ocurrieron otros descubrimientos sobre la estructura del átomo de hidrógeno; se demostró experimentalmente por Rutherford la presencia de protones y neutrones en el núcleo atómico. En esta etapa se destacó el eminente científico Einstein, quien, a partir de la idea de Max Planck, quien determinó experimentalmente el fotón. Junto a este sustancial aporte se sucedieron fenómenos físicos entre ellos, el foto elemento y la Teoría Especial de la Relatividad publicada en 1905, además descubrió el principio de equivalencia entre la masa y la energía E=mc² y con él la forma de calcular más tarde la energía encerrada en el núcleo atómico.

La Teoría General de la Relatividad presentada en 1915 generalización de la anterior que incluye la gravedad, trajo consigo que se desarrollara la mecánica cuántica y ondulatoria. Es que logra establecerse y dar los pasos hacia la fisión; con ella el inicio de una nueva era: La era atómica, formulándose la mecánica del micro mundo, que le abrió al hombre un camino nuevo e inexplorado, y que en menos de siete años lo llevó a la creación de un arma de nuevo tipo, capaz de tornarse contra los hombres como un bumerang y amenazar su propia existencia, pero a la vez la creación de todo un nuevo sector industrial de proporciones y complejidad nunca antes visto, capaz de asegurar el futuro energético de la humanidad (González, 2015).

Tal fue el impacto que provoca en ámbito social los descubrimientos de la ciencia y la tecnología que la humanidad vivió dos hechos significativos en los primeros años del siglo XX; La Primera Guerra Mundial y La Revolución de Octubre, la primera demandó de los científicos el desarrollo de nuevas formas de destrucción y la segunda le dio por primera vez a la ciencia un lugar cimero dentro de la sociedad; el estado socialista reconoció desde sus inicios la importancia de la ciencia y el papel de ella en el desarrollo de la sociedad, por ello Lenin (1920), planteó que “cada fase del desarrollo de la ciencia añade nuevos granos a esta suma de verdad absoluta; pero los límites de la verdad de cada tesis científica son relativos, tan pronto ampliados como restringidos por el progreso consecutivo de los conocimientos”. (citado por Kolman 1964, p. 136)

Lenin le confiere a la práctica la condición de criterio de veracidad del conocimiento y al mismo tiempo, un carácter absoluto y relativo. Es la ciencia por excelencia la concreción de este criterio, por cuanto, su valor supremo es precisamente la búsqueda de la verdad, el descubrimiento de las leyes objetivas del mundo.

La ciencia experimenta un crecimiento y desarrollo desde la segunda mitad del siglo XX que aún la caracteriza, vinculados estos al desarrollo cultural. Gigantescos presupuestos en países desarrollados respaldan los programas de investigación y las grandes corporaciones dedican buena parte de sus utilidades a sus laboratorios de investigación y desarrollo. Con el desarrollo de la Mecánica Cuántica se produjo una segunda revolución relacionada con la denominada Teoría Cuántica de los Campos con el modelo estándar que logra unificar el electromagnetismo y las interacciones débiles (las fuerzas responsables de la transformación mutua de los neutrones y protones en los procesos radiactivos y en el interior de las estrellas) así como ofrece una explicación de las interacciones fuertes, el modelo estándar es hasta el presente la culminación de la teoría cuántica la que ha sido capaz de predecir las propiedades de cualquier elemento, desde los quarks hasta las gigantes estrellas conocidas como supernovas.

En las últimas décadas del siglo XX marcado por grandes acontecimientos de progreso y de violencia, que han generado el cambio del mapa político mundial, conflictos bélicos en diversas regiones, las demandas de los pueblos indígenas y de grupos étnicos diversos por ocupar o que se respete su lugar, el desarrollo de la economía y con ella también las industrias culturales, la estandarización de la oferta cultural en el mercado, o para resumir, un siglo de globalización, inequidad y pobreza, numerosos encuentros internacionales y nacionales han abordado el tema de la cultura y su papel en el desarrollo de la humanidad, como si esta sintiera, o presintiera, que sólo acudiendo a fundamentos culturales conjuraría catástrofes mayores en el tiempo que se nos avecina.

El nuevo milenio se inició con la acentuación en el mundo de conflictos políticos y sociales, el desarrollo de las tecnologías y el aumento de la violencia; al centro de todos estos procesos se mantiene la cultura como testigo, promotora y divulgadora de los mismos y sus consecuencias nefastas. En tanto las investigaciones sobre el tema no se detienen, autores como Taquechel (1998); Tejeda (2001); García (2002), la declaran conocimiento y expresión del desarrollo del pensamiento en relación con las diferentes esferas de la sociedad.

La cultura incluye un conjunto de lenguajes y elementos simbólicos, patrones de conducta y disposiciones para acciones prácticas que están en la base de la comunicación y la acción, que sirven como herramientas para la organización social y para el entendimiento con nuestros semejantes. Tal es así, que en esa comunicación simbólica similar al lenguaje se puede emplear para distintos tipos de mensajes y en el que tiene mayor importancia en proporción al número de personas que lo emplean. Es el antropólogo García Canclini (2002), quien propone un concepto mucho más genérico y abarcador de los mencionados anteriormente, pues asevera: el sentido que le encontramos a estar juntos, los modelos de convivencia y competencia, los modos de articular significativamente lo que hemos sido con lo que podemos ser.

De igual forma, en correspondencia con esas ideas, se plantean los juicios de Arizpe & Nalda (2002), quien se acerca al proceso de desarrollo de la cultura latinoamericana como espacio para comprender y analizar las posibilidades de opción que resultan de distintas formas de convivencia, como condicionante del principio de libertad cultural, que incluye la tolerancia y el respeto hacia todas las otras culturas. Todo lo que hace visible la importancia social del desarrollo de cultura y la necesidad implícita de que esta sea adquirida y transmitida de manera consciente y dirigida, de ahí la necesidad de detenernos en el vínculo que se debe establecer entre cultura y educación, visto a través de su comportamiento en el caso cubano:

En Cuba, los problemas teóricos relacionados con la esencia, función, elementos y rasgos de la cultura han tenido una dedicación especial en la tradición del pensamiento progresista y marxista de nuestro pueblo. Personalidades como Luz y Caballero, Félix Varela, José Antonio Saco, José Martí, Enrique José Varona, Julio Antonio Mella, Rubén Martínez Villena, Juan Marinello, entre otros muchos, son ejemplo de la actividad productiva en aras del desarrollo de la cultura como complemento de las categorías identidad, libertad, patria y progreso social. Ellos trazaron las pautas y mostraron el camino que hasta hoy se sigue desde los fundamentos teóricos y prácticos del programa de la Revolución Cubana. Ortiz (1975), expresó que “el dominio de la naturaleza sería insuficiente y hasta parcialmente infausto, pese a sus maravillosos adelantos materiales, si la misma ciencia, aplicada a las culturas humanas, no fuera la que en definitiva señala las verdaderas inexcusables necesidades de todos los pueblos y estudiara sus potencialidades de trabajo, organización e intercambio, sus deficiencias como corregirlas, la mayor distribución de los recursos globales y la capacitación de las gentes para realizar los progresos de todo orden que van mejorando en la vida integralmente”. (p.38)

Por ello y en respuesta a la necesidad creciente la época actual como escenario de la revolución cultural con base en la ciencia y la tecnología, la formación académica aporta grandes posibilidades para elevar los niveles de desarrollo cultural del pueblo al formar habilidades en el uso del libro de texto y otros libros de acuerdo con la edad, en la realización de fichas de contenido, el uso del diccionario, la búsqueda de información la observación; todo lo cual hace que el contenido de las ciencias se incremente, se profundice; por ejemplo, ya desde los primeros años de vida el individuo se enfrenta a la terminología de las ciencias a través de la transmisión oral de la familia o de las educadoras en los Círculos Infantiles o Programa Educa a tu Hijo mediante canciones, leyendas, cuentos, dibujos, desde la propia observación, aprehensión y vivencia que ellos adquieran.

En grados posteriores el estudiante se enfrenta a la ciencia a través del trabajo con unidades de medidas (masa y longitud), se trabajan los términos movimiento, energía, temperatura, calor; conoce sobre el funcionamiento y regulación del organismo humano, el desarrollo histórico de la sociedad, entre otras (González, 2015).

Todo lo anterior se logra a partir de la formación académica, donde se forman y desarrollan, hábitos, conocimientos, habilidades, sin embargo, ese proceso académico se complementa con las actividades extradocentes y extraescolares, las que deben consolidar la formación cultural de la personalidad del individuo. Además, él está insertado en un sistema de relaciones sociales amplio, del que es imposible aislarlo, la escuela puede orientar, contribuir a su perfeccionamiento humano, pero también debe prepararlo para que encuentre en sí mismo y en su contexto los recursos para orientarse de acuerdo con sus conocimientos, juicios, valoraciones, motivos.

Es preciso asegurar los esfuerzos de acceder al conocimiento cultural, explotar aún más, el tiempo libre que tiene el estudiante, aprovechar la actividad extracurricular pues, en muchos casos se acude a ella, alejado de estos propósitos. A tenor con estas ideas Fidel expresó: “La Revolución no puede asfixiar el arte o la cultura cuando una de sus metas y uno de los propósitos fundamentales de la Revolución es desarrollar el arte y la cultura, precisamente para que el arte y la cultura lleguen a ser un real patrimonio del pueblo. Y al igual que nosotros hemos querido para el pueblo una vida mejor en el orden material, queremos para el pueblo una vida mejor también en todos los órdenes espirituales; queremos para el pueblo una vida mejor en el orden cultural”. (Castro, 1987, p.17)

En este sentido el trabajo educativo se convierte en elemento de formación personal a través de la elección de la tarea y la aceptación de responsabilidad por parte de los estudiantes y docentes, de ahí que el proceso de formación de la cultura sea un proceso consciente, individual, de la persona que gradualmente se desarrolla, cambia y adquiere nuevos elementos, sobre todo en este momento que nos tocó vivir.

La cultura concebida como el conjunto de valores espirituales que se manifiestan en las ideas, tradiciones, idioma, modos de actuación y se expresa además en los valores materiales creados por la sociedad, rebasa las funciones estéticas, cognoscitivas, comunicativas, recreativas y toca aspectos esenciales en el proceso de formación integral del hombre, en tanto cumple una decisiva función en el establecimiento de principios ideológicos y morales, así como en el enriquecimiento de la vida espiritual. Así lo han abordado autores como: Pogolotti (1984); Guadarrama & Pereliguin (1990).

Resulta muy esclarecedora la concepción de Prieto (1998), al conferirle una importantísima misión a la cultura en la contribución a la reflexión ética que se necesita, al afianzamiento de valores y a la promoción del enriquecimiento espiritual imprescindible, lo que corrobora el fundamento de que para llegar al mejoramiento moral y humano que se precisa, no sólo se necesita excelencia o experticia profesional, sino una formación cultural integral.

Por su parte, Gómez (2016), enfatiza en la necesidad de una cultura universitaria basada en la calidad y señala la importancia de la universidad en la divulgación de la cultura. Al fundamentar la necesidad de que las universidades se orienten a un desarrollo humano auténtico que solo es posible si se desarrolla una identidad cultural profundamente enraizada en su contexto histórico, social y cultural, pues, aunque no es la única institución que promueve cultura ninguna otra institución social es capaz de acometer ese empeño con el grado de integralidad de la universidad moderna ya que por su propia esencia es promotora de la cultura.

En la universidad cubana actual se aspira a lograr un ser humano que posea una personalidad integral, portadora de los más elevados valores y principios que son el fundamento de la identidad nacional, capacitada para competir, solidaria y eficientemente en el mundo del siglo XXI. Dentro de los objetivos del proyecto social, está la apropiación por parte de todos los ciudadanos y en especial, de las jóvenes generaciones, de una cultura general integral, que los capacite como dignos continuadores del proceso Revolucionario Cubano.

Ante tales resultados de la búsqueda teórica sobre el tema se pondera la cultura y se asume que en su máxima expresión juega un rol importante dentro del papel que desempeña la escuela y en especial la Universidad, como centro cultural más importante de la comunidad, dada la misión que desempeña en la formación de las futuras generaciones, al proporcionar conocimientos, hábitos, habilidades, destrezas, valores, sentido de pertenencia, que se traducen en herramientas del pensamiento necesarias para poder transcontextualizar el conocimiento que aporta el currículo desde cualquier nivel de enseñanza, para poder actuar en diferentes contextos en aras de transformarlo desde sus actitudes responsables y creativas ante la sociedad que le tocó vivir.

Conclusiones

La cultural universal como conocimiento individual o grupal es un elemento importante que denota crecimiento y competencia profesional de cualquiera de las ramas de la ciencia, más en el caso de los profesionales de la educación, objeto social de la universidad.

Reconocer la cultura como un factor importante desde los procesos formativos universitarios significa consecuencia con la importancia que esta posee; pero a la vez implica el compromiso de trabajar para favorecer el crecimiento de quienes son parte de la sociedad que se construye desde el desarrollo económico y político y posibilitar su sistemático accionar social.

La cultura se convierte en un recurso de poder y fuente fundamental de conflictos, de ahí la necesidad de que se aprecie como un instrumento y a la vez sea un objetivo esencial de una adecuada concepción de desarrollo de aquella que coloca el bienestar material y espiritual de todo ser humano como razón de ser. Espacio donde la educación tiene el roll indelegable de actuar como herramienta, promotora y gestora del crecimiento cultural.

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Recibido: 06 de Septiembre de 2019; Aprobado: 13 de Diciembre de 2019

*Autor para correspondencia. E-mail: ygleon@ucf.edu.cu

Los autores declaran no tener conflictos de intereses.

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