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Introducción
El mundo actual enfrenta complejos cambios en todas las esferas de progreso del ser humano, lo que incide en su convivencia, sus normas, sus actitudes y sus valores. Desde esta perspectiva, la educación desempeña un papel esencial al transmitir lo más preciado del legado cultural de la humanidad y promover la transformación social. La Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura (2005), aboga por la formación integral del hombre, llama a la unidad de todos los factores para la educación, la formación de valores y la inclusión de los individuos. Al respecto señala que “la educación debe preparar a los educandos para afrontar los desafíos del siglo XXI, fomentando en particular los valores… para la vida diaria; la educación debe apuntar a la mejora de los contextos de aprendizaje”. (p. 11)
Sin duda, estas convocatorias encierran un gran reto para la básica secundaria, al pretender educar a los estudiantes mediante la trasmisión de conocimientos, habilidades y valores que le permitan su preparación para la vida y, en consecuencia, su contribución al progreso de la sociedad, independientemente del régimen sociopolítico porque está ligada a la propia existencia del hombre y al desarrollo de su personalidad. En este empeño se reconoce la formación de valores como elemento primordial de la labor educativa y en particular, del proceso de enseñanza-aprendizaje en el que, el salón de clase constituye un lugar idóneo.
A pesar de ello, se aprecia que el estudiante en su tránsito por la básica secundaria presenta deficientes modos de actuación, lo que denota la necesidad de continuar investigando acerca de la formación de valores, a partir del accionar coherente del colectivo pedagógico en las asignaturas académicas y con la interacción escuela- familia- medio social como proceso generador de cambios. Colombia no se exime de estas contradicciones, cuestión que se hace más vulnerable dado la diversidad de criterios respecto a la propia naturaleza de este proceso y su relación con el proceso de enseñanza-aprendizaje, a partir de las asignaturas, los proyectos y los programas de estudios que se imparten, en los que no siempre el contenido favorece la evolución de los comportamientos, como es el caso de la educación musical, que interesa en este estudio.
En esta última, se destaca la proyección de la Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura (2012), “el arte es la clave para formar generaciones… Se busca sensibilizar a la comunidad internacional sobre la importancia de la educación artística y promover la diversidad cultural y la cohesión social” (p. 1). Esta visión insta a los gobiernos y a la sociedad en general, a apoyar proyectos y actividades que refuercen el papel del arte como impulsor de diálogo, y en este contexto, es un “llamado a las instituciones educativas a formar ciudadanos capaces de tomar las decisiones del mañana”. (Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura, 2014, p.1), lo que reafirma el criterio de las autoras respecto al presente estudio.
¿Cómo analizar el proceso de formación de valores de manera general y en la básica secundaria en lo particular?
¿Por qué es importante continuar estudios acerca de la formación del valor responsabilidad en la básica secundaria y qué lugar ocupa en ello la Educación Musical?
En este sentido, las autoras toman antecedentes que refieren resultados científicos durante el siglo XX, con énfasis en la segunda mitad hasta la actualidad.
Desarrollo
El estudio de los antecedentes del tema conduce la mirada a los aportes que realizan diversos autores. En lo internacional, sobresalen; Kohlberg, presenta los estadios de desarrollo del juicio moral (1969) y crítica a la clarificación de valores limitado a discusiones formales (1982). Faure, (1973), señala “aprender a ser; la educación a lo largo de la vida y la sociedad del aprendizaje”; “lo educativamente valioso”, por Eisner (1991); “inculcar hábitos virtuosos mediante prácticas y significados”, de Lickona (1993).
Estos criterios permiten a las autoras ubicar el lugar que ocupa la escuela en la formación de valores. En ellos se aprecia la necesidad de promover la formación de juicios, significados, el conocimiento teórico-práctico del valor y la reflexión durante el aprendizaje en y para la vida, de lo que deriva el rol protagónico del proceso de enseñanza-aprendizaje como parte de los procesos sustantivos que promueven la educación a partir de la instrucción. Se asume la dirección del docente al orientar y enseñar cómo aprender para hacer, ser e incidir en la conformación del proyecto de vida del estudiante.
El proceso de enseñanza-aprendizaje se asume a modo de un proceso básico en la elevación de la calidad educacional, para la pedagogía es un problema de la educación de la personalidad, donde deben tenerse en cuenta las condiciones positivas que lo favorecen. Se devela el vínculo del proceso de enseñanza-aprendizaje con lo social, su carácter flexible, la importancia de la preparación del docente para conducirlo por etapas hasta lograr la apropiación de los saberes de las ciencias, el desarrollo de habilidades y la formación de valores.
En este marco, Jonas (1998), profundiza en la formación del valor responsabilidad desde la pedagogía, en diferentes áreas del conocimiento, en la básica secundaria. Monsalvo, & Guaraná (2008); lo señalan desde la sociología, en la segunda etapa de la educación infantil y la implicación de la responsabilidad en comportamientos prosociales, lo que conduce a las autoras al análisis de las influencias del medio social.
Martí & Martí (2015), sistematizan la responsabilidad social en los países iberoamericanos, en la educación básica y superior, al respecto plantean la “necesidad de su evaluación para el ejercicio de la ciudadanía durante su formación” (p. 36). Se opina que el trabajo marca nuevas pautas en la evaluación, en su carácter educativo, a partir de valoraciones cualitativas a favor del perfeccionamiento de la formación de valores y de la responsabilidad, a manera prioridad en el sistema de trabajo de la institución escolar y de la clase, aun cuando los documentos revisados no muestran la tendencia de generalizar la propuesta en los modelos que se aplican.
Resulta oportuno destacar autores que articulan la formación de valores con la asignatura Educación Musical y otras expresiones artísticas en la básica primaria y secundaria. Azorín (2012), ilustra una propuesta didáctica para la formación de la solidaridad en el aula de música de educación primaria.
Constituye un particular en la presente investigación, Flores (2008), porque conduce al estudio de la música, a partir del interés, la motivación del estudiante, a la vez que estimula al docente de la básica secundaria al empleo de métodos que activen la enseñanza-aprendizaje del contenido de esta rama del saber, por lo que se asume como elemento teórico esencial, en tanto, se considera que en la relación objetivo, contenido, método y el medio como soporte se apoya la formación de valores, en particular, la responsabilidad, lo que abre posibilidades a nuevas concepciones y puntos de vistas en la conducción de este proceso formativo desde el propio proceso de enseñanza-aprendizaje de la música.
Por consiguiente, se considera la asignatura de Educación Musical una fortaleza para formar estudiantes responsables. Si la música se escucha es porque interesa y se valora, lo que resulta útil, siempre que delinee la construcción del modelo de hombre y de sociedad que se aspira y necesita. El proceso de enseñanza-aprendizaje de la asignatura de Educación Musical favorece la dinámica formativa y transformadora del estudiante. La música educa, es una idea que data de la antigüedad, cobra dimensión en la época moderna y prevalece en la contemporaneidad.
El estudio de la música a modo de expresión de la cultura; la escritura musical, el uso del lenguaje e instrumentos conducen al establecimiento de normas y comportamientos que benefician el cumplimiento de los deberes escolares; la conservación de los recursos musicales, de la voz, el ritmo y la melodía intervienen en el cuidado y preservación del medio ambiente y beneficia la participación en la búsqueda de alternativas y la toma de decisión para la solución de problemas socioculturales que se expresan en el contexto donde el estudiante se desenvuelve.
De igual modo, Latinoamérica avanza. Cada día se incrementa la participación de los educadores en eventos internacionales, en el Congreso Iberoamericano de Investigación y Educación, en el Congreso Internacional de Pedagogía y en el Congreso Internacional de Docencia Universitaria, mediante los cuales, se exhiben resultados en materia de la formación de valores en los diversos sistemas educacionales de los países. Se distinguen por sus resultados a nivel internacional países como Argentina, Chile y Cuba.
Asimismo, teóricos de Cuba profundizan en el tema: Chacón (1999); y Báxter (2003), cuyos aportes se sintetizan en el estudio de los valores en ámbitos educativos: la familia, la escuela, la universidad y el reconocimiento de la clase y su organización para la actuación creativa e independiente del estudiante, exposición de juicios y reflexiones, inserción en el medio social, la comunicación y las relaciones interpersonales. La formación de valores a partir de asignaturas básicas (Matemática, Historia, Educación Física), el reconocimiento del valor como dimensión del contenido (Física), la elaboración de programas de formación docente y estrategias curriculares para el tratamiento de los valores como eje transversal son otras aristas estudiadas.
Estos resultados se consideran valiosos para el estudio, en tanto exige la preparación del docente para relacionar los componentes del proceso de enseñanza-aprendizaje. Por su parte, Mederos (2010) aporta a la formación del valor responsabilidad mediante una estrategia pedagógica, aun cuando se centra en la Educación Superior.
Desde esta representación, se asume la formación de valores en la básica secundaria, en particular, la responsabilidad, a partir de las características psicológicas del individuo, sobre todo en este período de vida en que resulta variable e inestable la esfera emocional, de intereses, motivos y necesidades, acompañado de los cambios anatomo-fisiológicos, aspectos que dificultan el conocerse a sí mismo y a los demás e inciden en la convivencia social y en los modos de actuación que se manifiestan; sin obviar las fortalezas de la adolescencia.
El estudiante se siente atraído por el arte, en específico, por la música, lo que es de gran valía para que el docente fomente los conocimientos y las habilidades musicales, como recurso idóneo en el desarrollo conductual del individuo, en la mejora de la autoestima e identidad y en la socialización. Tal análisis advierte la importancia de que la institución educativa favorezca espacios de construcción de vivencias con significado social positivo.
Las autoras reconocen la Educación Musical a modo de asignatura orientadora del comportamiento humano y, en consecuencia, demanda de docentes preparados eficientemente para dirigir desde el punto de vista científico, metodológico y didáctico el proceso de enseñanza-aprendizaje y la formación del valor responsabilidad, como un componente esencial de este proceso, en el que la clase constituye el eslabón básico.
En esta perspectiva, lo psicológico y lo sociológico se interrelacionan con lo pedagógico para influir en la enseñanza y en el aprendizaje del valor, lo que reafirma el criterio de las autoras respecto a que estos se aprehenden y ejercen su función moderadora del modo de actuación responsable del sujeto y a favor del progreso, la inclusión y de la convivencia.
En esta relación, se asumen a Gutiérrez, Sáenz & Urita (2017). Ellos reconocen los valores “como reguladores de la conducta en el orden individual y parte que constituye la sociedad”, lo que, a juicio de las autoras, revela la edificación de experiencias y las oportunidades que brindan la escuela y el medio social al proceso de formación del valor responsabilidad, al respecto subrayan “la importancia de inculcarles a los niños herramientas para convivir en sociedad de manera responsable, respetuosa”. (p. 9)
En Cuba, preponderan los estudios en el contexto universitario, expone la formación de este valor en el ámbito docente a partir de la Lengua Española, la Educación Cívica, la interdisciplinariedad y la estructuración del contenido en su interrelación con el objetivo; en el ámbito extradocente, mediante la biblioteca escolar, la familia, a partir fundamentalmente, de estrategias y modelos. Hasta el momento, no se localizan estudios desde la Educación Musical.
A pesar de los resultados, Morejón (2015), señala que “aún subsisten insatisfacciones con el nivel alcanzado por los adolescentes para asumir conductas responsables, y estas reflejan el limitado tratamiento que desde la teoría pedagógica se le ofrece a la dirección de este trabajo” (p. 6), lo que confirma el déficit que permanece en el tema y abre nuevos espacios al razonamiento del lugar que ocupa el salón de clase y el proceso de enseñanza-aprendizaje en la formación de valores en general y en específico, el valor responsabilidad.
En esta indagación, resulta minuciosa la búsqueda que relaciona la formación del valor responsabilidad con la Educación Musical como asignatura académica. Se registran los aportes de García (2005); y Claro (2009). Para el primero, “la música es una herramienta didáctica muy útil para la formación de valores” (p. 1), diseña instrumentos de evaluación que sustentan su alcance. El segundo, reconoce el lugar protagónico de la brigada artística de la institución escolar.
Estas posiciones aseveran la determinación de tareas individuales con fines colectivos, por lo que constituye un estímulo al compromiso, a la participación e implicación en las actividades, como manifestaciones en que se expresa el valor responsabilidad.
Alvarado (2013), conceptualiza el rol de la música en la formación del hombre, a partir del desarrollo perceptivo, creativo y la conciencia musical que conecta con la conducta ética. Se considera positivo el hecho de que se reconozcan las potencialidades de esta ciencia para la formación de valores. A pesar de que los estudios se centran en la básica primaria, la relación entre habilidad y valor, método y evaluación evidencian la necesidad del análisis y del estudio de la didáctica en esta rama del saber.
Asimismo, Gimeno (2014), reconoce la Educación Musical para todos en la enseñanza obligatoria y promueve el uso de métodos activos y participativos. Precisa, “las leyes generalizan la Educación Musical en la enseñanza obligatoria, en la práctica se atestigua falta de sistematización y rigor en el proceso de enseñanza-aprendizaje de la Educación Musical” (p. 23). Lo dicho ratifica el criterio de las autoras en su experiencia profesional, respecto a la importancia educativa de la Educación Musical y la realidad en que trascurre la praxis del PEA en la Básica Secundaria.
En este orden, la responsabilidad como valor moral y motor del desarrollo es determinante. De ahí la importancia de su formación y el reto histórico que tienen los docentes para el logro de este objetivo en las condiciones actuales, en especial, de la educación colombiana.
En Colombia, el Ministerio de Educación Nacional (MEN) identifica la educación artística como área integral con diferentes manifestaciones, entre ellas, la música. Asimismo, establece como política la formación de valores en las asignaturas que la conforman. Otros documentos registran la importancia de la formación de valores y de la responsabilidad: los Lineamientos Curriculares de Educación Ética y Valores Humanos (Colombia. Ministerio de Educación Nacional, 1998), los Lineamientos Curriculares de Educación Artística (Colombia. Ministerio de Educación Nacional, 2000), el Plan Nacional de Música para la Convivencia (Colombia. Ministerio de Educación Nacional, 2002), las Orientaciones Pedagógicas para la Educación Artística (Colombia. Ministerio de Educación Nacional, 2010), las que se presentan en la escuela como guías y recomendaciones para la labor pedagógica sin llegar a ser normativo en el ámbito de la formación ética, moral y en valores.
La ley 1620, por la cual se crea el Sistema Nacional de Convivencia escolar y formación para el ejercicio de los derechos humanos, la educación para la sexualidad y la prevención y mitigación de la violencia escolar, precisa en sus objetivos: “Se debe fomentar y fortalecer la educación en y para la paz, las competencias ciudadanas, el desarrollo de la identidad, la participación, la responsabilidad democrática, la valoración y el cumplimiento de la ley, para la formación de sujetos activos de derechos”. (Colombia. Ministerio de Educación Nacional, 2013, p. 3)
También aluden la formación de valores como una de las mayores riquezas de la enseñanza de la música y el arte, al ofrecer nuevos lenguajes y formas de expresión de sentimientos, sensaciones, percepciones, a la vez que promueve transformaciones en el contexto, en la familia, en la escuela y en la comunidad, lo que conduce a la formación de un comportamiento responsable.
En la práctica, pocas veces se tiene en cuenta que la música es la manifestación del arte más masivas y vigente en todas las sociedades; desde el ámbito educativo, admite enriquecer la vida, al fomentar y fortalecer la participación, la convivencia ciudadana, la identidad y la valoración de las diferencias, por tanto, posibilita el desarrollo integral.
Se asume por tanto, el lugar que ocupa la música en el contexto sociocultural en que se desenvuelve el estudiante y los niveles de influencias positivos que esta puede tener en el perfeccionamiento de la vida cotidiana, en el desarrollo cognitivo, de percepciones y emocional como fundamento pedagógico y didáctico de la formación de valores y de la responsabilidad, al contribuir al trabajo preventivo y atenuar la violencia escolar, lo que a la vez contribuye a la transformación del contexto, de la familia y de la comunidad.
A criterio de las autoras, si se quiere lograr el desarrollo de la personalidad y la formación integral del estudiante en la básica secundaria resulta fundamental el aprovechamiento de las potencialidades del plan de estudio, dentro de ellas, de la asignatura de Educación Musical. La interrelación dialéctica entre los componentes del proceso de enseñanza-aprendizaje ofrecen al docente puntos de vistas para alcanzar el objetivo a partir del contenido y los métodos que se empleen.
El estudio reconoce como dimensiones del contenido, el sistema de conocimientos, las habilidades y los valores, en este caso, la responsabilidad. Sobre esta base, demanda del docente, la selección intencional y razonada de los conocimientos que contribuyan al desarrollo de habilidades cognitivas, comunicativas y artísticas en función de que el estudiante construya un pensamiento reflexivo, juicioso, armónico, crítico y comprometido con sus acciones, capaz de tomar decisiones responsables en el cumplimiento de sus deberes individuales y como ser social.
En este ámbito, se asume la música para motivar la inclusión del adolescente en la sociedad y cultivar la responsabilidad como un valor básico para el desarrollo sostenible que reclama la Agenda 2030. Es importante destacar la música urbana como medio de expresión y herramienta de transformación del contexto; como constructora de experiencias estéticas y éticas.
Es menester enseñar al estudiante a comprender los disímiles mensajes musicales que se promueven mediante las nuevas tecnologías de la comunicación, con énfasis, en las redes sociales y develar sus significados; que aprendan a examinar las problemáticas que exteriorizan las comunidades y naciones y, sobre esa base, conformar juicios para la incestarse en el debate actual y asumir posiciones en defensa de la cultura e identidad de los pueblos. En esta perspectiva, es esencial que el docente determine con marcada intencionalidad, el contenido y fomente el uso de plataformas interactivas con el estudiante, como medio de enseñanza-aprendizaje esencial, a la altura del siglo XXI, en función de la formación de un comportamiento responsable.
Dado la experiencia profesional de las autoras, también reconoce en la práctica pedagógica, la insuficiente formación de educadores musicales y su manifestación en la escasa preparación teórica, didáctica y metodológica para enfrentar el proceso de enseñanza-aprendizaje de esta asignatura. Se considera esta fragmentación como resultado de las contradicciones sociopolíticas que ocurren hoy, lo que asevera el carácter histórico clasista de la educación y de la música. Estas deficiencias repercuten de manera desigual, según los niveles de desarrollo que alcanzan los diferentes contextos.
A partir de estos puntos de vista, existe plena identificación con los autores que consideran la música un medio de expresión y una herramienta de transformación del contexto porque aprecia en esta manifestación artística sus dotes para la reconstrucción del tejido social y la experiencia estética con fines sociales para la educación. Es prudente destacar en el estudio que la Educación Musical en la Básica Secundaria tiene por centro la masividad de la música; no crea músicos, forma personas que aprecian la integralidad de la música y la defienden, el análisis de los antecedentes sitúa el empleo de esta asignatura como saber articulador, medio de expresión y unión del estudiante con el contexto en que vive, lo que contribuye a la formación de valores, en particular, al fomento del modo de actuación responsable.
La participación favorece las capacidades musicales, el gusto musical, las ideas y la responsabilidad como valor a formar, a partir de la variedad y tipos de música, en especial, la popular; con criterio de inclusión, diversidad y formación ciudadana, por lo que resulta oportuno subrayar algunos aspectos a considerar en el proceso de enseñanza-aprendizaje de la asignatura Educación Musical (Figura 1), como se aprecia a continuación:
La música es un elemento inseparable de la cultura, un medio para la comprensión del mundo; un recurso para desarrollar la creatividad, la comunicación, la expresión de ideas con capacidad emotiva, por tanto, forma valores y transforma la actuación del sujeto. La Educación asignatura Musical se considera generadora del valor responsabilidad como parte de la preparación que debe lograr el estudiante en el siglo XXI.
Conclusiones
Los antecedentes que se sistematizan son consideraciones teóricas de primer orden para el análisis del proceso de formación de valores, en particular, la formación del valor responsabilidad en la asignatura de Educación Musical. De forma general, se aprecian avances en su reconocimiento desde la pedagogía, la filosofía, la psicología y la sociología. Existen puntos coincidentes en relación con el rol de la escuela y el docente en la formación de valores, en específico, la responsabilidad. Aun cuando se identifican diversas asignaturas que aportan a este proceso formativo, se evidencia un déficit en el proceso de enseñanza-aprendizaje de la asignatura Educación Musical y su valor educativo para formar estudiantes responsables en la básica secundaria. Las investigaciones en el área de educación artística y de la música se centran en la básica primaria.
En el caso particular de Colombia, la literatura consultada, muestra una dicotomía entre lo que proponen los documentos ministeriales en relación con la aspiración de formar un adolescente responsable, la preparación del docente para dirigir la enseñanza y el aprendizaje de este valor y los modos de actuación que estos manifiestan en la práctica pedagógica socioeducativa.
El estudio de los antecedentes corrobora la necesidad de continuar indagando acerca de la formación del valor responsabilidad desde el proceso de enseñanza-aprendizaje de la Educación musical reconoce como un problema de la Pedagogía.
