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Conrado

versión On-line ISSN 1990-8644

Conrado vol.16 no.75 Cienfuegos jul.-ago. 2020  Epub 02-Ago-2020

 

Artículo Original

Biografía intelectual martiana. Antesala de la formación martiana

Marti intellectual biography. Anteroom of the Martian formation

0000-0002-2628-1053María Isabel Bardina Torres1  *  , 0000-0001-6536-8760María Isabel Torres Díaz2 

1 Universidad de Camagüey “Ignacio Agramonte Loynaz”. Cuba

2 Escuela Provincial del PCC en Camagüey “Cándido González Morales”. Cuba

RESUMEN

Se propone la biografía intelectual martiana como antesala de la aspiración de los maestros cubanos a formar muchos Martí en nuestras aulas, se considera que la primera acción para la formación martiana es hallar respuestas de por qué Martí fue ese gran hombre, qué influyó en su educación y después estaremos en mejores condiciones de contextualizar esos valores en nuestra práctica educativa. Se utilizan métodos teóricos y empíricos en aras de revelar las relaciones esenciales del proceso objeto. El contenido del artículo ha sido socializado en cursos de posgrado, diplomados y materiales docentes para directivos, profesores y maestros en formación.

Palabras-clave: Biografía; Martí; antesala; formación

ABSTRACT

Marti's intellectual biography is proposed as a prelude to the aspiration of Cuban teachers to train many Marti in our classrooms, it is considered that the first action for Marti's formation is to find answers to why Martí was that great man, what influenced his education and then we will be in a better position to contextualize those values ​​in our educational practice. Theoretical and empirical methods are used in order to reveal the essential relationships of the object process. The content of the article has been socialized in postgraduate courses, diplomas and teaching materials for managers, professors and teachers in training.

Key words: Biography; Martí; anteroom; training

Introducción

El análisis de las singularidades de las influencias educativas en la vida en Martí, en las condiciones históricas de la época, el análisis histórico social de su formación, nos permite identificar rasgos generales determinantes para una introducción certera a su biografía intelectual-pedagógica, así como premisas para una contextualización en el empeño metodológico de formación integral de las personalidades:

  1. El autodidactismo de Martí y su disposición para leer y aprender.

  2. Los métodos utilizados de explicación, debate, conversación argumentada, investigación como camino certero al conocimiento-libertad.

  3. El carácter general-integral, universal y holístico del conocimiento que adquiere.

  4. La intención política del contenido de lecciones de sus maestros enfocada a la liberación y a la educación personal como garantía de libertad y felicidad de los pueblos.

  5. El sentido a la vida simple, y austera por digna conque vino acompañado cada contenido a enseñarle.

  6. La exigencia de lo estético en la personalidad, íntimamente relacionado con la moral, además en los procedimientos orales y escritos, conductas.

  7. La atención diferenciada al Martí talento en tanto se orientaba en el liderazgo para socializar los aprendizajes en circunstancias revolucionarias, incuso de vida o muerte.

  8. Los modelos de valores éticos y morales como la honestidad y la honradez que constituyeron sus maestros.

  9. La estabilidad de conductas éticas, intransigentes, indoblegables, patriotas de sus “maestros”.

  10. La investigación de la naturaleza en función del desarrollo del hombre y el progreso social.

  11. La multiculturalidad vivida en un contexto hostil intercontinental provocado, fundamentalmente por la hegemonía norteamericana.

Tal sistema de influencias educativas que signan la formación del intelecto de Martí, conllevan al as natural con el complemento de su inteligencia, perspicacia, capacidad de análisis de los hechos y habilidades para la socialización; a formas de pensamiento abarcadoras y vastas, variadas y totalizadoras en tanto incluye lo económico, lo científico, lo social, lo humano; y sobre todo, el valor político de la educación; para un gobierno inteligente sobre sus destinos, alcanzar la prosperidad y alejarse de la violencia y el caudillismo.

En Martí reconocemos lo más completo y exacto de óptica revolucionaria y con alta conciencia iberoamericana y universal que hace de su palabra culta una clase y de la cultura de su palabra el método y de ambas, en su relación dialéctica, una filosofía pedagógica eterna entretejida en esta, su obra de vida necesaria en la búsqueda de la educación para la vida sostenible. Muestra de la madurez que desarrolla su pensamiento es cuando dice en 1891 “América es una sola, desde el Rio Bravo hasta la Patagonia” (Martí, 1975a). Y ve en la educación el camino para lograrlo, así como vio el camino de la unidad y la lucha armada para para la independencia de Puerto Rico y Cuba.

Dice Hernández (2015), que “los temas de carácter pedagógico son muy frecuentes en la obra del cubano; a ellos recurrirá de manera incesante, ya que fía a las tareas educativas la formación de los fuertes, honrados y cultos ciudadanos sin los cuales serán mera apariencia y no realidad viva las repúblicas nuevas que él proyectó, al tiempo que le otorga a la educación un extraordinario valor en el proceso de definición de la identidad latinoamericana. Martí fue consciente de que uno de los fundamentos de su gran objetivo político -independizar a Cuba y a Puerto Rico, lograr la unión sutil de las Antillas y finalmente emancipar económica y políticamente a todo el continente al Sur del Río Bravo- era la educación de los pueblos de Nuestra América”. (p.44)

Justo al concluir este análisis, constatamos que no es posible dilucidar la filosofía pedagógica de Martí sin adentrarse profundamente en su aprendizaje y obra de vida, porque la naturaleza de su obra de vida se centra, precisamente, en la enseñanza aprendizaje y la formación de conciencia, como expresión de liberación y emancipación.

Desarrollo

La formación de Martí transcurre en una etapa de crecimiento ideológico nacionalista. Frente a la desatención colonial, los criollos desarrollaron su propia propuesta de escuela cubana. Ello respondía a un movimiento mucho más profundo, expresaba la necesidad histórica del cambio político social y cultural que los criollos demandaban. En tanto sus figuras más representativas abandonaron los principios de la cultura hispana oficial y comenzaron a forjar un pensamiento propio adscrito a la Ilustración. Desde la educación fueron formando identidad y conciencia nacional. Los principales representantes de estas posiciones fueron:

José Agustín Caballero y Rodríguez de la Barrera (1762-1835), de quien José Martí es heredero de la tradición filosófica cubana electiva, llamado por el propio Martí como el padre de la filosofía. En esta tesis se critica sustancialmente la escolástica, se defiende la necesidad de un pensar autóctono y se agregan posibles caminos para dar soluciones auténticas a los intereses de la isla en detrimento de las que imponía la metrópoli española.

Félix Francisco José María de la Concepción Varela y Morales 1788-1853, sacerdote, maestro, escritor, filósofo y político, inspira a Martí en la pasión por el descubrimiento de la naturaleza como objetivo y definición de la ciencia. En el pensamiento valeriano encuentra el Apóstol argumentos para fundamentar el pensamiento de la liberación como filosofía de la liberación, inseparable de todas las ramas del conocimiento científico y humanista. Desde esta perspectiva asumió el método electivo para conocer, la pedagogía liberadora centrada en la integración de decir y hacer y consecuentemente la formación de la ética para vivir como eje transversal de la educación a lo largo de la vida y desde todos los espacios de convivencia.

Coincidentes han sido en el pensamiento vareliano y martiano el ideario filosófico, cultural, latinoamericanista, abolicionista, y todo el sacrificio personal en pos del bienestar, de la justicia social. Pero, todas estas actividades organizativas y liberadoras llevaban muy dentro la formación de un concepto, el de Patria.

José Cipriano Pío Joaquín de la Luz y Caballero (1800-1862). Pedagogo y filósofo, uno de los padres fundadores de la educación y la pedagogía cubana. Fue uno de los pensamientos que más influyó en la obra de Martí y sus discípulos por su pensamiento consecuente con los intereses de los hombres que iniciarían la lucha por la independencia nacional. Aprehendió Martí, de Luz, honestidad, comportamiento cívico y motivación por la educación moral de la juventud. Admiró Martí en Luz, la necesidad de romper con el esquematismo y formalismo de la docencia escolástica y en contraparte introdujo el método explicativo, su interés por el otorgamiento a la pedagogía de un fundamento teórico y metodológico general de carácter científico y la concepción de la escuela como institución social idónea para la formación.

Influyó directamente en la formación del Apóstol, su maestro del alma Rafael María de Mendive y Daumy. Martí escribió el 15 de enero de 1871: “Mucho he sufrido, pero tengo la convicción de que he sabido sufrir. Y si he tenido fuerzas para tanto y si me siento con fuerzas para ser verdaderamente hombre, solo a Ud. lo debo y de Ud. y solo de Ud. es cuanto bueno y cariñoso tengo”. (Martí, 1975b, p.75)

Mendive fue poeta, literato, abogado, director de Escuela, pero sobre todo era un educador, un formador, discípulo de Luz y seguidor de las ideas libertarias de Varela. De Mendive, Martí y otros discípulos, entre ellos Fermín Valdés Domínguez, aprendieron a amar a la Patria y a la libertad, al ser humano; a mostrar y trasmitir respeto, justicia, vergüenza, conocimiento, sensibilidad. Asume que la ética (la demostrada por Luz, Varela y Mendive) es esencial en la vida. De ahí su consideración de que el maestro debe ser un evangelio vivo. Concientizó Martí que la educación podría ser menos violenta el inevitable vuelco social, es decir construye su propia doctrina de la función social de la Educación. Conforma su percepción de la composición de la sociedad y el sentido clasista que luego consolida en España, en América Latina y en los Estados Unidos.

Plantea Villaescusa (2013) que “el ejemplo de la actuación de este maestro es el de la responsabilidad compartida de la familia y la escuela, la imperiosa confluencia de padres y maestros, de lo insustituible de la misión de ambos, del necesario aprendizaje dialógico, científico, participativo; de la enseñanza amena y vívida de la Historia de Cuba, de la educación formal, el correcto uso del lenguaje, de predicar con el ejemplo, frase, aunque antiquísima, muy real”. (p.1)

Resulta apreciable el complemento formativo familiar, donde Martí, comprendió el equilibrio y jerarquización difícil entre el amor, el respeto a la familia y la intransigencia personal.

Explica Fernández (2018), que “en un artículo que tituló “Hora Suprema” recuerda Martí el hogar de su niñez; el de las discrepancias a quien ha seguido un camino diferente al que sus padres hubiesen deseado. Pero también el mismo hogar del amor sin límites al hijo varón y al resto de la prole de siete hermanas”. (p.1)

Dice Pérez-Galdós (2015), que “su padre lo enseñó a ser culto, …ordenado y puntual, a hacer bien las cosas y a resistir horas de trabajo”. Su madre, el amor a la vida y a los otros; la dedicación a las cosas que hacía y el valor de la unidad para vencer. Ambos, el altruismo; el decoro; la honradez, sobre la que expresó el apóstol: “No se le pregunte al interés, sino a la honradez, cual es el mejor modo de vivir” (Martí, 1975g). La lucha por la justicia, el respeto al género, entre otros valores y cualidades que, en su integridad, trascendieron al universo en la voluntad del propio Martí a través de sus dotes metodológicos naturales.

Escribió el Apóstol en carta a Doña Leonor, fechada el 15 de mayo de 1894: “¿Y de quién aprendí yo mi entereza y mi rebeldía, o de quién pude heredarlas, sino de mi padre y de mi madre?” (Martí, 1975e).

Explica Mendoza (2003), “no puede dejar de considerarse el peso determinante de los factores que influyeron en la definición del carácter y la vocación de entrega de Martí, tanto del entorno sociopolítico como del hogar y la familia. La existencia de José Martí, ya desde su infancia y primera juventud estuvo marcada por serios desafíos personales y familiares, en los que el ser humano se revela en sus fortalezas y debilidades, en su entereza y en sus flaquezas. Así deben comprenderse, desde sus inicios, su humilde hogar, la severidad paterna, su papel de hijo mayor y único varón con 7 hermanas, su afán de saber y las limitaciones económico -sociales”. (p.24)

Era convicción en Martí que “El hombre queda amoldado sobre el libro o maestro enérgico con que le puso en contacto el azar o la moda de su tiempo”. (Martí, 1975d).

Sobre la influencia latinoamericana y europea sobre el pensamiento de Martí como complemento filosófico, ideológico, socio-político y práctico para su filosofía pedagógica:

Asegura Hernández (2015), que “en España multiplica su capacitación teórica e influye su entrenamiento de socialización con sus amigos krausistas en España, como Julián Sanz del Río, Francisco Giner y Nicolás Salmerón, los que estima mucho, aunque de la resistencia de la reacción española de entonces; luego se convierten en fundadores de la Institución Libre de Enseñanza en la península, con modernas ideas republicanas y de profundo contenido moral y sentido progresista liberal”.

En México, se entrenó en la lucha social; su estancia y conocimiento en Guatemala y Venezuela, la América india y mestiza; la permanencia en el contexto norteamericano, mientras se está gestando el capitalismo y la industria, su relación aguda con los sectores obreros cubanos y puertorriqueños, conducen a una consolidación del concepto martiano de Nuestra América y la necesidad de emancipación continental en medio de una guerra de liberación en las Antillas.

Su larga estancia en Estados Unidos hace que evolucione su pensamiento hacia una actitud crítica respecto al cambio de una sociedad industrial creciente a toda velocidad, donde la población crece nutrida de emigrantes, y se enrumba hacia el interés de ser potencia agrícola e industrial y búsqueda de mercados. Comprendió como esta realidad llevaría al expansionismo y consecuentemente entendió el papel de los monopolios. El 12 de junio de 1885 se preguntaba: "Qué espíritu perdurará en la civilización norteamericana: el puritánico, la afirmación más sesuda y transcendental del derecho humano, o el cartaginés de conquista y el mercenario de lucro". (Martí, 1975f).

Encuentra Martí en el contexto hispanoamericano a figuras como Simón Rodríguez, el maestro de Bolívar; el propio Libertador Simón Bolívar, y Andrés Bello; los argentinos Domingo Faustino Sarmiento y Juan Bautista Alberdi; el ecuatoriano Juan Montalvo; el mexicano José María Luis Mora; el peruano Manuel González Prada; el puertorriqueño Eugenio María de Hostos.

Hernández (2015), expresa que “estos pensadores, en su casi totalidad, coinciden en concederle a la educación un papel de suma importancia como elemento de transformación sociopolítica y económica. Sin embargo, es posible apreciar también una evidencia en muchos aspectos una originalidad indiscutible”. (p44)

Martí discrepaba de su amigo Sarmientos, grande de las lenguas españolas tanto como él, en la idolatría que sentía por Estados Unidos al punto de considerar posible un proyecto pedagógico único. Así como es coincidente con las ideas de unidad y libertad continental de Simón Rodríguez y el proyecto político-educativo (la educación para gobernar) de Bolívar.

El Apóstol ya concebía la educación para la libertad, para la emancipación desde el conocimiento de los más auténticos valores latinoamericanos sin despreciar lo bueno del mundo desarrollado, una educación para formar a los hombres latinoamericanos de modo que sean capaces desde la unidad, de contribuir a la autogestión e independencia continental.

En Europa se puede señalar la influencia de Juan Jacobo Rousseau en cuanto a la preparación de Martí sobre la cultura moderna, de Johann H. Pestalozzi (1746-1827), Johann F. Herbart (1776-1841) y Friedrich W. A. Froebel (1782-1852), educadores europeos, quienes propusieron una pedagogía antiverbalista, experimental, democrática en cuanto al papel activo del alumno y la utilidad del conocimiento para la vida según el momento del desarrollo y la liberación del formalismo y la rigidez. Sobre ellos en aquel momento se divulgó su sentido ético y respeto al amor.

Jean-Jacques Rousseau (1712-1778), por ejemplo, reclamaba que la educación debía encararse desde el punto de vista de los intereses de los niños, y no sobre la base de la lógica de los adultos, y abogaba por incorporar el trabajo manual, decía Martí: “Ventajas físicas, mentales y morales vienen del trabajo manual… el hombre crece con el trabajo que viene de sus manos”. (Martí, 1975c)

Rosseau estimaba que el maestro era como un jardinero, y el alumno como una planta que debía ser alimentada cuidadosamente, pues era muy fácil destruir la capacidad creadora del individuo.

El alemán psicólogo educacional Herbart, ponderaba la moral, la identificaba como base y fin de la educación, señalaba que los ideales no son abstracciones para admirar platónicamente, sino patrones para una significativa actividad social. Se preocupó por el vínculo de la teoría y la práctica concentrándose sobre todo en el aspecto intelectual del hombre.

La figura de Froebel, también alemán, aboga por la educación del espíritu y el desarrollo de la creatividad y la libertad en la formación de los hombres, así como valoraba la unidad y la cooperación.

Tampoco fueron desconocidas para Martí las ideas filosóficas y las sugerencias pedagógicas de los utopistas, ni del profeta del movimiento agnóstico David Hume (1711-1776), ni de su seguidor e impulsor del espíritu laico Auguste Comte (1798-1857), ni del principal intérprete del positivismo, el inglés Herbert Spencer (1820-1903). Martí incluso lo comentó en las clases que él impartía a familias trabajadoras en Nueva York, el concepto de valores y de la educación como actividad más bien práctica que teórica de Spencer. Este criticó severamente el programa educativo inglés y estimó que el centro de enseñanza debía ser el laboratorio, y no el saber adquirido en los libros. Abogaba por la enseñanza científica, como el único modo de progresar y de eliminar los males sociales, la guerra y la pobreza.

Martí bebe del positivismo la proclamación de la observación y la experimentación como método; considera sabiamente que no es un bloque monolítico y le reconoce como útil solo aquellos enunciados que pueden favorecer el desarrollo de los pueblos de Nuestra América en años en que todavía una estrecha concepción escolástica frenaba el quehacer científico. En este sentido, también valora algunos principios pedagógicos que Spencer plantea, pero se niega a calcarlos.

Insiste el apóstol en que “la epopeya está en el mundo, y no saldrá jamás de él: la epopeya renace con cada alma libre: quién ve en sí es la epopeya. Unos son segundones, y meras criaturas, de empacho de libros, y si les quitan de acá a Spencer y de allá a Rihot, y por aquí el Gibbons y por allí el Tucídides, sé que darían como el maniquí, sin piernas ni brazos. Otros leen por saber, pero traen la marca propia donde el maestro, como sobre la luz, no osa poner la mano. Y artesanos o príncipes, ésos son los creadores. Epopeya es raíz”. (Martí, 1975a, pp. 380-381)

Conclusiones

La biografía intelectual de Martí es una herramienta para la pedagogía contemporánea si de lo que se trata es del bienestar y la felicidad de los pueblos, en ella se encuentra el itinerario metodológico certero para el cumplimiento de una educación de la virtud para la humanización, centrada en el amor y la pasión aun cuando los contextos son hostiles.

Referencias bibliográficas

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Recibido: 19 de Abril de 2020; Aprobado: 19 de Mayo de 2020

*Autor para correspondencia. E-mail: mariabardinat@gmail.com

Los autores declaran no tener conflictos de intereses.

Los autores han participado en la redacción del trabajo y análisis de los documentos.

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