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Conrado

versión impresa ISSN 2519-7320versión On-line ISSN 1990-8644

Conrado vol.16 no.76 Cienfuegos sept.-oct. 2020  Epub 02-Oct-2020

 

Artículo original

La enseñanza de la literatura en la formación inicial universitaria

The teaching of literature in the university initial training process

Noharis Sochi Alzuri Barrueta1  * 
http://orcid.org/0000-0002-7962-729X

María Magdalena López Rodríguez del Rey1 
http://orcid.org/0000-0003-2776-3756

Zaydelys Lucrecia Torres Calzadilla1 
http://orcid.org/0000-0002-6134-4654

1 Universidad de Cienfuegos “Carlos Rafael Rodríguez”. Cuba

RESUMEN

La enseñanza de la Literatura en la formación inicial universitaria mantiene, salvo raras excepciones, un carácter preferentemente expositivo, sin embargo, la realidad impone el empleo de otras vías que faciliten el intercambio activo y participativo del estudiante. En un mundo donde son evidentes la globalización, el impacto de las tecnologías de la información y la comunicación, la administración del conocimiento y la necesidad de patrocinar y gestionar la diversidad, hay que guiar a los estudiantes universitarios en su formación inicial a leer, de una forma, donde el conocimiento no esté reñido con el placer del texto de determinada especialidad, sino sea una lectura de información, de disfrute, de diversión y de conocimiento.

Palabras clave: Literatura; formación inicial universitaria; conocimiento

ABSTRACT

The teaching of Literature in the university initial training process poses, with very few exceptions, a dominantly expository character. However, every-day practice and experience impose the use of new ways in order to facilitate student's more active and participative exchange. In a world where globalization, the impact of information and communication technologies, the administration of knowledge and the need to sponsor and promote diversity programs are so evident aspects, university students must be guided in their initial training process to read in such a way that reading for knowledge does not antagonize with the pleasure of reading any type of text. Reading should become an activity of enlightening, enjoyment, fun, and knowledge acquisition.

Keywords: Literature; university initial training process; knowledge

Introducción

La lectura es una de las primeras actividades que realizara el hombre y una de las pocas que brinda la posibilidad de conocer otros tiempos, lugares y personas sin siquiera movernos del sitio donde nos encontramos. Muy pocos conocen que la libertad de lectura de la que hoy disfrutamos, es el resultado de una ardua lucha por parte de aquellos que defendieron el valor del libro. Durante mucho tiempo la lectura fue un privilegio reservado para una minoría, en primer lugar, porque había pocos textos impresos y su circulación era muy limitada y, en segundo, debido a que la Iglesia y el Estado decidían cuáles obras podían ser leídas y cuáles estaban prohibidas, además de que castigaban con la prisión o la pena de muerte a los que incumplían tales disposiciones.

Durante los siglos XVIII y XIX el mayor pasatiempo y expresión de arte que existió, para los que pertenecían a las más altas esferas sociales, fue la lectura de romances (Timoféiev, 1979). Frescos e historias reflejan a hermosas jóvenes inmersas en una apasionada lectura, al viajero que se entretiene con un libro, al joven que expresa su amor a través de la recitación de un poema, al cazador que, para vencer el tedio y hacer más llevadera la espera, lee tumbado a la sombra de un árbol. En nuestros días la lectura constituye una actividad practicada de forma libre y espontánea y una de las más seductoras. Sin embargo, ¿por qué ya no es común ni primordial para los jóvenes universitarios y ocupa tan reducido espacio dentro de sus actividades esta práctica? Sin pretender ofrecer una respuesta acabada, aventurémonos a unas reflexiones.

Es incuestionable que vivimos en una nueva era en la que lo masivo y lo digital son elementos culturales que dominan la vida pública y privada; donde, para la llamada joven generación, lo común es navegar por Internet y comunicarse, virtualmente, con conocidos y desconocidos, jugar Play Station y resolver el nuevo juego de la semana, ver la última serie en DVD, subir fotos a Flickr y enviar mensajes a Twitter. La relación con textos virtuales y televisivos es mayor que con una obra literaria en su forma tradicional, que demanda concentración y horas de inactividad. Los jóvenes dedican mucho más tiempo a ver a sus héroes imaginarios, a través de la pantalla de cine o la televisión, que a leer sus aventuras en una novela; a escuchar canciones que a leer poemas; a practicar juegos de combate virtuales que a imaginarlos a través de leyendas, epopeyas y relatos.

Únase a ello, una dinámica social marcada por el escaso tiempo libre y las pocas condiciones creadas, por la familia, para que niños y jóvenes encuentren en la lectura una fuente de aprendizaje y esparcimiento desde las más tempranas edades. En este marco de cambios culturales profundos, cuyo horizonte no alcanzamos a percibir del todo, debe situarse lo que se ha llamado la crisis del libro y la lectura y, por ende, de la práctica literaria, entendida como el circuito comunicativo de escritura-lectura. A nuestro juicio, se trata de la crisis de ciertas formas tradicionales de entender y fomentar la lectura de textos literarios y no, necesariamente, de una crisis de la lectura en general (Martín, 1992).

Ante todo, esto, es innegable la necesidad de, sin desechar las prácticas ancestrales en la enseñanza de la lectura, comenzar a implementar los cambios que se han operado en todos los campos de la ciencia, la tecnología y las comunicaciones (Paz, 1990).

La literatura, como un todo, en el currículum universitario resulta difícil debido a la imposibilidad de un consenso histórico sobre el término y su estudio, pues cada perspectiva teórica se ha fijado en tal o cual característica de lo literario-el lenguaje, el contenido, la forma, el contexto, el destinatario, los efectos, las causas-para ofrecer un concepto.

Cada especialista aporta elementos según considera sean los más importante para su especialidad, obviando las generalidades que pueden llegar a ser lo que enlaza el contenido como un todo. Mientras los diccionarios apuntan a definirla como una ciencia a través del uso del habla, en los estudios literarios se debaten por precisar qué es lo literario, para posteriormente hacer de esa selección de textos o de obras, su objeto de estudio. Empero, no hay una unidad en sus definiciones y ello se debe a que, sincrónicamente, la palabra literatura está en un continuo evolucionar y los elementos que antes no se consideraban, ahora, más que nunca, pueden ser una pieza indiscutible para conformar el corpus de lo literario.

Literatura deriva, etimológicamente, del latín littera, que significa letra o lo escrito, sin embargo, no nos podemos circunscribir a este significado para su definición, pues deja fuera la primera manifestación literaria conocida: la transmisión oral. Aristóteles (s.f) la calificó como: "el arte de la palabra" y la caracterizó como una manifestación artística que se relaciona con otras artes y tiene una finalidad estética. Para los formalistas rusos, la literatura está conformada por palabras y no por emociones. Consideraban que los temas siempre habían sido los mismos, que lo que cambiaba era la manera de expresarlo y, por tanto, lo importante a nivel literario no estaba en el contenido de lo expreso, sino en los medios utilizados para decirlo. La polémica sigue intacta a pesar de que cada día nuevas universidades implementan pregrados, maestrías y posgrados relacionados con la creación literaria, evidenciando una alta demanda educativa (Martínez, et al., 1988).

La lectura de obras literarias, además de que interviene de una forma determinante en la formación y mejora de la expresión oral y escrita del individuo, en tanto fortalece y enriquece su lenguaje, permite que este sienta los matices y sensaciones transmitidas por la palabra y que, con ello, desarrolle su sensibilidad. Constituye una herramienta extraordinaria de trabajo intelectual, que pone en acción las funciones mentales y agiliza la inteligencia, la capacidad de análisis y comprensión y el pensamiento abstracto. Leer favorece el aumento del bagaje cultural y el perfeccionamiento de las virtudes morales, al establecer modelos para admirar e imitar, despierta aficiones e intereses y fomenta la disciplina al exigir una colaboración de la voluntad, participación activa, actitud dinámica y poder de concentración.

Desarrollo

Fomentar la lectura de textos literarios, es muy importante, principalmente en la formación inicial universitaria, porque estos actúan no solo sobre el intelecto, la memoria y la imaginación, como cualquier otro, sino también sobre estratos más profundos como los instintos, los afectos y la intuición y, en consecuencia, consolidan una inclinación mucho más intensa hacia la lectura. Los jóvenes que ejercitan la lectura de poemas, cuentos, novelas y ensayos, descubren nuevas situaciones y comprenden mejor cualquier otro tipo de texto técnico, científico, económico, médico, legal, entre otros.

Para incentivar la lectura, en la formación inicial universitaria, la labor del docente siempre ha sido vital, pero en esta época adquiere dimensiones particulares, pues implica acercamientos creativos, plurales y críticos que provoquen en los estudiantes la reflexión, discusión y crítica.

El docente debe apoyarse en la información que dominan los estudiantes y en sus habilidades para leer otros códigos que no son los impresos. Sin embargo, ¿estamos los docentes preparados para ello? Lo cierto es que muchos maestros continúan empleando, como principal vía, la explicación oral; el cuestionario con preguntas, que generalmente tiende a la reproducción mecánica; y la consulta de determinada bibliografía para encontrar datos del autor. Este proceder, en el mejor de los casos, tiene como objetivo que los educandos sepan ubicar la obra y su autor en los contextos correspondientes; que reconozcan los recursos, movimientos y estilos literarios; diferencien géneros y formas genéricas y analicen determinadas categorías literarias, al decir de Henríquez Ureña (1975).

Esta práctica pedagógica, si bien es válida en algunos aspectos, muchas veces impide que el estudiante tenga que acercarse, necesariamente, a la obra literaria en busca de las respuestas, pues las encuentra en los comentarios que aparecen en manuales y textos de la literatura pasiva. Por otro lado, tiene una gran carga de racionalidad y de obligatoriedad que resulta nociva para el logro de un diálogo verdaderamente libre y fructífero con el texto. Para desarrollar las competencias literarias y el hábito de lectura entre los educandos, el docente ha de poseer nuevas competencias; cabe considerar la preparación científica en las esferas de la historia literaria, la teoría literaria y la metodología, que le permita ofrecer caminos y otras alternativas, al estudiante en formación, sea cual fuere su especialidad en el proceso de aprehensión del texto, la capacidad para respetar las interpretaciones y puntos de vista de cada lector acerca del hecho literario lo cual estimula el debate, la crítica, la reflexión y la valoración personal, así como la habilidad para crear, innovar, reavivar recursos didácticos que estimulen la lectura y la búsqueda de respuestas a situaciones problémicas.

Si bien la palabra del docente y sus acertadas explicaciones nunca pasarán de moda, no son las únicas vías a emplear cuando de motivar a jóvenes universitarios se trata. La clase de literatura ha de ser un espacio para la recreación, nótese que este término se usa en el sentido de "volver a crear", pues como señala Powell (1973),

"la enseñanza creadora suscita celo por aprender y estimula el pensamiento selectivo y la acción deliberada. Avanza con la convicción de que en toda persona hay impulsos necesitados de estímulos y aliento. Lo importante es que el alumno por sí, y trabajando a su modo, produzca algo que pueda ratificar".

Es vital aprovechar los saberes que poseen los jóvenes de esta generación para hacerlos protagonistas de sus propias lecturas. Ello implica que los educandos reciten, dramaticen y lean en voz alta, pero también que, inspirados en un movimiento, en un escritor, en la obra que acaban de estudiar, o en cualquier otro asunto relacionado con el mundo de la literatura, redacten un ensayo, un poema, un cuento, una canción; ilustren o musicalicen una poesía; realicen entrevistas a autores; elaboren una multimedia o un sitio web (Aguirre, 2000).

Hoy, las tecnologías de la información desempeñan un papel esencial en la docencia, en tanto permiten aplicar enfoques novedosos y activos. Valiéndose de herramientas como el power point o de un software como la multimedia, el docente universitario puede compartir información sobre periodos históricos, movimientos y categorías literarias, géneros y formas genéricas, fotos e imágenes de autores, personajes de obras y portadas de libros, lo que hará el proceso de aprendizaje más atractivo (Martín, 1992).

La lectura es un proceso de interacción entre lector-texto-contexto. Quien lee construye o elabora de una manera activa su interpretación del mensaje, a partir de sus prácticas lectoras, de sus experiencias y conocimientos (intertextos del lector), de sus inferencias e hipótesis.

En este proceso, el texto incluye la intención del autor, el contenido de lo dicho y la forma en que se estructura ese mensaje.

El contexto, por su parte, incluye las condiciones de la lectura, tanto las estrictamente individuales (intención del lector, interés por el texto, efectos de la lectura del texto en el horizonte de expectativas del lector…), como las sociales (lecturas compartidas o no, tiempo que se destina, contraste entre las diversas interpretaciones histórica y socioculturalmente establecidas…).

En este sentido, es necesario pasar de una concepción de lectura, como conjunto de habilidades y transferencias de información, a una concepción de lectura como proceso integral, interactivo y transaccional, lo cual supone analizar que:

  • La lectura es un proceso de lenguaje.

  • Los lectores son usuarios del lenguaje y traen consigo unas prácticas socioculturales (de lenguaje, de lectura, de relación con la cultura escrita) que inciden positiva o negativamente en la comprensión y disfrute de los textos que se leen.

  • Nada de lo que hacen los lectores es totalmente accidental e ingenuo; todo es el resultado de su interacción con el texto.

  • Los lectores utilizan sus conocimientos previos para interactuar con los textos que leen para poder construir o elaborar significados.

  • La relación entre el texto y el lector es una relación doble, recíproca, dinámica, fluida, dialéctica, en la cual intervienen unas estrategias (previas a la lectura, durante la lectura y posteriores a ella) a fin de que el lector pueda construir el significado (Powell, 1973).

Considerar la lectura como un proceso constructivo, elaborativo y formativo es considerarla como una actividad que tiene que ver con la subjetividad del lector, no solo con lo que el lector sabe sino, además, con lo que el lector es. Ello implica la utilización de enfoques muy distintos a los que se han venido utilizando tradicionalmente para desarrollar la comprensión, pues implica involucrar una serie de factores y ejes estructurales que la configuran como experiencia de formación y como proceso de construcción de sentido en contextos diversos.

Vista así, como definición, la lectura y comprensión de textos en la Universidad actual (proceso de enseñanza-aprendizaje) debe ser entendida desde un enfoque integral e integrador e interdisciplinario porque supone partir de una concepción dialéctica, compleja y dinámica que interrelacione los diversos campos o áreas del saber humano desde las cuales se definen sus esencias (psicológica, social, cultural, lingüística, comunicativa, cultural…) con los diversos factores y ejes que la conforman.

Cuando hablamos de factores dinámicos estamos asumiendo una expresión proveniente de la teoría, de la semiótica, de la cultura (y por ende de una concepción sociocultural) que supone que la lectura y comprensión es un proceso de semiosis complejo que se conforma en el interjuego de relaciones entre una serie de vectores, factores, ejes, dimensiones y ámbitos que convergen haciendo posible la comprensión de lo que se lee.

Esta concepción proviene de un enfoque sociocultural de la lectura, marcado en el plano didáctico y pedagógico por los planteamientos de Vygotsky (1978, 1979), en el sentido de que la psiquis humana, es entendida desde una dinámica transmutable producto del desarrollo histórico de la sociedad, con un curso de desarrollo individual, donde se producen transformaciones tanto estructurales como funcionales. Así pues, las funciones son producto de la apropiación de la experiencia histórico-social acumulada por la humanidad y que se encuentran en los objetos y fenómenos que son a su vez una síntesis del decursar histórico de la humanidad.

La lectura, como construcción de significados, es un proceso de construcción a nivel individual y colectivo en el cual el sujeto que lee construye un significado que es construido por toda la sociedad (cognición social) y que es aprendido desde prácticas socioculturales de las cuales él es depositario. Por ello, el lector nunca está solo.

La lectura, como proceso de cooperación interpretativa, en términos de la semiótica discursiva se entiende como la interpretación entre los códigos desde los cuales lee el sujeto y los códigos desde los cuales el texto prevé sus lecturas y que constituyen la memoria de otros textos que desembocan en él (Ostria, 2003).

Conclusiones

En ese proceso de cooperación interpretativa entre los saberes del texto -o intertextos del texto- y los saberes del lector -o intertextos del lector- el estudiante-lector se vale, de manera progresiva y compleja, de los conocimientos previos y en ese intercambio de saberes conocidos y por conocer es cómo el lector construye inferencias e hipótesis acerca de lo que el texto comunica.

A medida que el lector avanza en su proceso de comprensión/interpretación, el abanico de posibilidades interpretativas se estrecha para dar paso al descarte o constatación de ciertas hipótesis, o para considerar otras nuevas que surgen en el propio proceso de significación. Posteriormente, las posibilidades interpretativas se abren de nuevo para dar paso a interacciones con otros textos que la lectura convoca o sugiere como intertetxtos o voces que se articulan a lo dicho o sugerido.

En ese “juego” de conjeturas, de aciertos y desaciertos, de generalizaciones y abstracciones, de establecimiento de relaciones disímiles, es como el lector construye el sentido del texto que lee.

Referencias bibliográficas

Aguirre Romero, J. M. (2000). La enseñanza de la literatura y las nuevas tecnologías de la información. (Conferencia). I Congreso “Aplicación de la Nuevas Tecnologías en la docencia presencial y e-learning”. Valencia, España. [ Links ]

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Timoféiev, L. (1979). Fundamentos de teoría de la literatura. Progreso. [ Links ]

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Vygotsky, L. S. (1979). Manual de estilos de aprendizaje. Ed.: Pueblo y Educación. [ Links ]

Recibido: 10 de Septiembre de 2020; Aprobado: 21 de Octubre de 2020

*Autor para correspondencia. E-mail: nalzuri@ucf.du.cu

Los autores declaran la no existencia de conflictos de intereses.

Los autores participaron de forma igualitaria en la concepción y elaboración del artículo.

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