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Conrado

versión On-line ISSN 1990-8644

Conrado vol.17 no.83 Cienfuegos nov.-dic. 2021  Epub 10-Dic-2021

 

Artículo Original

Retos psicopedagógicos para estudiantes universitarios frente al uso de las nuevas tecnologías. Una apuesta necesaria

Psychopedagogical challenges for university students against the use of new technologies. A necessary bet

0000-0002-6839-032XMiguel Ángel Tovar Cardozo1  *  , 0000-0003-3762-9411Julián David Castañeda Muñoz1  , 0000-0001-8111-8059Henry Sánchez Pimentel1  , 0000-0002-7069-5528Liliana Yojana Torrejano Peralta1 

1 Corporación Universitaria Minuto de Dios. Colombia

RESUMEN

Este artículo de reflexión realiza aportes al alrededor de los posibles retos psicopedagógicos que la educación superior, incluyendo la de carácter virtual, demanda frente a sus estudiantes y entorno al uso de las nuevas tecnologías. Para ello resaltan la manera como el docente sigue siendo un agente del cambio en la formación universitaria, sin desconocer que el estudiante es el protagonista activo de su propio aprendizaje y el llamado a apoyar dichos retos. La universidad debe garantizar la interacción, la cultura empática y el trabajo colaborativo entre los actores educativos. Las implicaciones que tienen las tecnologías en la vocación humana y social, coinciden con los postulados de la educación virtual, generando desafíos a la pedagogía en cuanto a una propuesta de la psicopedagogía frente a las TIC.

Palabras-clave: Psicopedagogía; educación; tecnologías; pedagogía y TIC

ABSTRACT

This reflection article makes contributions to the possible psychopedagogical challenges that higher education, including the virtual nature, demands from its students and around the use of new technologies. For this, they highlight the way in which the teacher continues to be an agent of change in university education, without ignoring that the student is the active protagonist of their own learning and the call to support these challenges. The university must guarantee interaction, empathic culture and collaborative work among educational actors. The implications that technologies have on the human and social vocation coincide with the postulates of virtual education, generating challenges to pedagogy in terms of a proposal of psychopedagogy in the face of ICT.

Key words: Psychopedagogy; education; technologies; pedagogy and ICT

Introducción

Frente a las implicaciones educativas y sociales propias de la psicopedagogía, y con la premisa aquí expuesta, el presente escrito comparte algunas explicaciones que se han construido en el terreno de la práctica académica, y que inevitablemente se vinculan con el perfil formativo. Esas prácticas se concentran, por un lado, en la Ingeniería de Sistemas y, por el otro, en la Psicología.

En consecuencia, en la medida en la que la psicopedagogía reconoce que la sociedad de la información espera una creciente y siempre actualizada educación para quienes aspiran a obtener un título profesional, sostenemos que, frente al universitario en proceso de formación, la psicopedagogía es una rama del saber que, siendo consecuente con sus retos, le aporta sus proposiciones a la universidad colombiana y a la sociedad del siglo XXI.

Desde luego, el docente es un agente reconocido en el quehacer universitario; cuenta con la credibilidad necesaria para ser el agente del cambio dentro de la Institución (Mejía, et al., 2018), y si de procesos formativos virtuales se trata, posee su propia identidad (González, 2017); pero es el estudiante quien eleva esos retos, por ser el protagonista activo de su propio aprendizaje.

Se trata, en estos términos, de un aprendizaje en donde predomina “la interacción multidireccional entre docentes y educandos.

Desarrollo

La globalización del mercado viene generando ciertas demandas sociales que implican cambios relevantes en todos los aspectos humanos (Flórez, et al., 2017); por ello “la sociedad actual demanda al sector educativo la innovación en los procesos de enseñanza-aprendizaje y la implementación de estrategias… mediadas por herramientas tecnológicas” (Colmenares, 2017, p. 18), en especial, por las “tecnologías basadas en la web. Es allí donde la psicopedagogía juega su interesante rol, incluso en la formación de profesionales en estamentos de carácter semipresencial y prioritariamente virtual.

En el ámbito científico y profesional, la psicopedagogía se traza como gran misión, el encaminarse hacia el estudio de los propósitos, alcances y objetivos de los nuevos medios para el aprendizaje; con ese cometido, se busca una postura válida para hacer del uso de las Tecnologías de la Información y la Comunicación (en adelante TIC), un poderoso instrumento de formación universitaria, sin que ello implique afectar la praxis social, las emociones, la socialización, “el diálogo, la convivencia, la solución de tareas compartidas, la negociación, la articulación activa y la empatía”. (Torres-González, 2011, en Elizalde, et al., 2016, p. 105)

En consecuencia, la psicopedagogía debe asumir, en este sentir, ciertos retos dentro de la formación de los estudiantes, incluso en el nivel universitario de carácter virtual. Se acepta, con madurez, que “la educación presencial no es la única forma de acceder al aprendizaje”, más aún cuando se habla del fomento de las diferentes inteligencias, entre las que suman la inteligencia intrapersonal e interpersonal.

Conforme se asume que los docentes y facilitadores debemos generar entornos de enseñanza-aprendizaje con los cuales se irrumpan en aquello que hemos venido concibiendo como universidad, surge la reflexión. Se trata de una reflexión que abogue por despertar la consciencia de la excesiva información que proviene de redes como la Internet, y la manera como ésta se relaciona con dificultades en las consecuentes formas de utilizarla, motiva a buscar los “retos a la producción de herramientas y su uso.

Asimismo, y en medio de la complejidad del mundo universitario, quienes cursan su primer pregrado, los sujetos de hoy en proceso de formación, esperan de la universidad un “carácter anticipador, integral y comprensivo” ello, especialmente, mientras consiguen concientizarse de su compromiso con una sociedad cambiante. Esta condición siempre será válida y más cercana de alcanzar, “aprendiendo a integrar las Tecnologías de la Información y la Comunicación en su práctica cotidiana, en lo que aquí se puede notar como praxis social.

El ejercicio docente permite el acercamiento a la realidad educativa del país, la cual se viene apreciando desde el lente investigativo, arrojando datos que permiten ver cómo el uso de las TIC en los escenarios universitarios de la geografía colombiana, se ubican en un nivel intermedio, con tendencia a mostrar escaso aprovechamiento de estas herramientas en las aulas de la educación superior, pese a la alta percepción que tienen de las potenciales utilidades de las TIC en el proceso de enseñanza-aprendizaje.

Conviene subrayar en este espacio, cómo desde la psicopedagogía se explora la manera en la cual las experiencias relacionales del aprendiz “se vinculan con la construcción de formas de acción específicas que pueden ser más cercanas o más lejanas de las exigencias en la universidad” (Gómez, et al., 2016, p. 40); exigencias que, quiéranlo o no, resultan enlazadas a las “nuevas coyunturas comunicativas y tecnológicas” pero también a las del aprendizaje cooperativo.

Las contribuciones de la psicopedagogía se materializan aún más cuando el estudiante universitario sostiene una metodología virtual en su formación. Es así como apreciamos factible intentar una articulación entre el uso de las nuevas tecnologías, y los referentes conceptuales y psicopedagógicos que el aprendiz debe abanderar, especialmente en las universidades cuya versatilidad permite ofrecerles programas virtuales, como menciona Castañeda & Fierro (2017). Solo es cuestión de motivar desde los planes de estudio universitario, todos aquellos contextos en los que la inclusión digital se materialice en el ejercicio pedagógico de los profesores y facilitadores, bajo un modelo constructivista, u otro que, en todo caso, tome distancia del tradicionalismo hegemónico que ha imperado por costumbre.

Sin duda, frente a los procesos comunicativos, entre los que juegan un rol destacado la lectura y la escritura, al lado de las herramientas, técnicas y tecnologías, se ha sostenido un interés inherente al trabajo del maestro, del guía educativo, como si fuera él el único elemento realmente clave del proceso enseñanza - aprendizaje.

Es indiscutible resaltar en este documento, la manera como el docente de todos los niveles educativos, entre ellos el tutor virtual, reconoce el cambio de paradigmas ante el uso de las tecnologías de la información y comunicación, admitiéndolas como “herramientas de apoyo al desarrollo integral de los estudiantes”.

Si de educación superior se trata, los escenarios educativos mediados con tecnología exponen una tendencia en aumento. En esa medida, se puede suponer que el docente de hoy enfrenta la necesidad de ir más allá de las habilidades comunicativas, dar un salto por encima de las competencias (Albertos, et al., 2016) que por tradición fomentaba, hasta llegar a desarrollar otras habilidades asociadas a las competencias TIC (Hernández, et al., 2014).

Desde luego que el docente o facilitador de hoy, fomenta competencias lectoras enfocadas en TIC, cuando asume tareas como la de seleccionar herramientas y servicios TIC; pero también acude a todo un proceso escritor al cumplir ejercicios de planeación de clases y apuestas didácticas, caracterizados por la inclusión de estas herramientas, definiendo “formas de integrarlas a la práctica pedagógica” (Hernández, et al., 2014, p. 17). Se trata de cambios que, en una o dos generaciones anteriores, ni siquiera se alcanzaron a imaginar, alrededor de aquello tan básico como es leer y escribir.

Por su parte, el docente debe estar resuelto a ir desde comprender cómo aprenden los estudiantes, hasta plantear clases y tutoriales mediados por las nuevas tecnologías, iniciando por considerar al estudiante como eje del proceso, en medio de la diversidad de la que se hace parte. Queda más claro, a la altura del presente escrito, cómo cobra vigencia actualmente la psicopedagogía que es, la ciencia que exige la valoración de los estilos de aprendizaje, como también los microespacios y las experiencias de vida, que terminan acondicionando estilos para aprender.

Así, en los procesos de innovación educativa que promueve el docente o facilitador, recae gran parte del progreso formativo que asume, en términos de calidad, como su objetivo. Una calidad que perfectamente puede y debe ir en sintonía con la construcción de un sistema cada vez más incluyente (Fainholc, 2016) y en el cual se vea reflejada la democratización de la educación.

En estos términos, la universidad hace parte del sistema que se aleja de las perspectivas de la era moderna que va quedando atrás, pues las concepciones y los valores tienden a renovarse (Fainholc, 2016). Dicho sistema va aclarando, con el trascurso del tiempo, que no se trata simplemente de usar las TIC, ni de darles una aplicación sin fundamento, sino que, por el contrario, se descubre en ellas un trampolín para acceder al conocimiento, retroalimentarlo, y terminar “suministrando un nuevo aprendizaje en el individuo en una realidad de constante cambio”. (Bolívar & Dávila, 2016, p. 10)

Con ello se está afirmando la idea coyuntural, que es aceptable la manera como la enseñanza tradicional no ofrece las respuestas sociales que, ante las nuevas necesidades, todo un país espera. Una nación como Colombia, en medio de todas las dificultades por las que atraviesa, y aun figurando entre las localidades más alejadas del avance tecnológico, pero también de la paz, se propone llevar internet de calidad a todos los rincones de su geografía (Colombia. Ministerio de Tecnologías de la Información y las Comunicaciones, 2018). No dejan de surgir preguntas, y la mayoría de las respuestas se alejan del paradigma tradicional de enseñanza, por no decir todas.

En la actualidad los avances tecnológicos permiten apreciar la forma en relación a las TIC se rompen aquellos paradigmas tradicionales en todos los niveles educativos; este proceso es paralelo a que el estudiante puede llevar perfectamente la batuta, y lograr desarrollar con mayor ahínco, formas nuevas de ver el mundo (Flórez, et al, 2017).

De ese modo, países con mayor influencia de las TIC, hablan de “un cambio que pretende situar al estudiante en el centro del proceso de enseñanza-aprendizaje, focalizando los estudios en las competencias que debe poseer el recién egresado, potenciando el saber hacer del estudiante, la iniciativa y el aprendizaje autónomo” (Esteve, 2016, p. 59); develándose, a su vez, la relevante preocupación por el progreso en la actualización digital del “docente, clave y referencia de una formación con sentido, superadora de determinados cursos de divulgación o alfabetización tecnológica más que pedagógica, sobre todo en educación superior.

La profesión docente debe prestar atención a la incursión de las TIC, se debe resaltar, a la vez, que las nuevas tecnologías están siendo subutilizadas por los educandos y aprendices, cuando diversos estudios corroboran que éstos “no dimensionan las oportunidades a nivel profesional que pueden generar dichas tecnologías”. (Duarte, et al., 2013)

En ese orden de ideas, es inconcebible que el uso del correo electrónico, el PDA, la cámara de fotos, la agenda electrónica, el reproductor multimedia, se alejen del proceso formativo; si bien es cierto, hacen parte inherente de la rutina universitaria, como lo logran los teléfonos celulares (Ayala, 2013), los teléfonos inteligentes (smartphones) y los Iphone (Flórez, et al., 2017). Esto se debe a que el complejo fenómeno de las TIC, no es cuestión de los diversos actores (aquí solo se mencionan los docentes y se enfatiza en los estudiantes universitarios), sino que también es cuestión “de técnicas y tecnologías que modelan las costumbres y saberes de quienes se educan” (Gatica-Lara, et al., 2015, p. 4)

Se reconoce que las herramientas virtuales destinadas a proporcionar información y conseguir que los estudiantes vayan actualizados con respecto a una asignatura, son las más empleadas, pero aún no se ahonda en la heterogeneidad de los aprendices y de la diversidad de instituciones educativas en donde cursaron sus estudios básicos. Las TIC pueden ser una interesante opción para lograr que las diferentes habilidades y la variedad de entornos socioculturales (Gatica-Lara, et al., 2015), no sean el impedimento para cursar su carrera universitaria; de eso también se puede encargar la psicopedagoía.

Concluyendo este aparte, las TIC, para instituciones de educación superior son vistas como herramientas que “pueden complementar y en ocasiones sustituir a la comunicación interpersonal cara a cara. Pero la cuestión no queda ahí en la didáctica como tal; la universidad transversalizada por las TIC, aumenta su capacidad de escenarios en los que la comunicación y el trabajo colaborativo entre sus diferentes actores, dejan al descubierto la producción de conocimiento condición inherente a la razón de ser la educación superior.

Aunque la presencia en América Latina (Fainholc, 2016) de las herramientas TIC sea reciente, y en Colombia se den efectivos pasos en los que docentes y aprendices se sumergen en “aplicaciones creativas”, se destacan ejemplos como el del Ecuador, en donde sus alcances han sido el resultado de apoyarse en los mismos estudiantes, los nativos digitales; en realidad, para los adultos jóvenes que pasan por el pregrado, el Nintendo, el Facebook, el Whatsapp, le son contextos supremamente cercanos.

La universidad con apoyo virtual, cuenta con aprendices que trabajan a su propio ritmo, pero sosteniendo las oportunidades de apoyarse en sus pares o en su facilitador, para compartir dificultades, pero también soluciones; los foros y las redes sociales, se muestran bastante práctica en este ejercicio de aprendizaje. El docente-tutor o facilitador, como también se conoce, se esfuerza por seleccionar o elaborar el diseño instruccional ajustado y toma vida en el medio virtual, cuando su presencia es necesaria para un estudiante, un pequeño grupo, o para todo el curso (Bolívar & Dávila, 2016).

Lolangui & Valarezo (2017), señalan cómo la libertad que tiene el aprendiz en su proceso de aprendizaje, le brinda la oportunidad de tener acceso a una amplia gama de información; rol que debe ser manejado con toda la meticulosidad del caso, para que el tiempo en realidad sea bien manejado, y se consiga la educación de calidad deseada. Se trata, de manera indiscutible, de un aprendizaje diferente al concebido bajo el paradigma aquél, cuando se empleaba en todos los niveles educativos, la enseñanza tradicional.

Igualmente, la evaluación mediada por las TIC, también difiere de la formalizada durante el paradigma tradicional; hoy en día se considera sin temores, una en la cual se valora el desempeño del estudiante con relación a una matriz o directriz previamente conocida y muchas veces concertada, y el valor primordial se ofrece a actividades prácticas relevantes que, cuidadas con altura, apuntan definitivamente al proceso formativo (Bolívar & Dávila, 2016).

De esta manera se presenta un interesante ofrecimiento de programas universitarios, el rol de las “redes sociales y herramientas tecnológicas, cada más más llamativas y sensoriales. Las diversas plataformas y aplicaciones son acogidas por las últimas generaciones de estudiantes con gran ímpetu, sin que, por ello, se impida la reflexión de su alcance en todas las edades de quienes se matriculan en un programa universitario de carácter virtual; la diversidad y la inclusión es acogida hoy más que antes, y también se debe en parte, a las TIC.

Se insiste, a propósito, según lo expuesto en diversos estudios, en que “la mayoría del profesorado se inclina por reconocer valores positivos en el rendimiento cuando se integran las nuevas tecnologías siempre y cuando este proceso se realice paso a paso” (Mejía, et al., 2018, p. 60), garantice la comunicación de por los menos dos actores educativos, y todo el accionar sea sistémico.

Esto es coherente con el hecho de que las TIC también promueven el aprendizaje colaborativo (Astudillo, et al., 2018): junto al desarrollo de las capacidades cognitivas, consiguen tutoriales creativos y divergentes (Castellanos, et al., 2018), y definitivamente incentivan el aprendizaje autodirigido, bastante anhelado en la educación superior.

Desde luego en el presente aparte, el capítulo devela la manera como se percibe que, frente al uso de las nuevas tecnologías en el campo universitario, no solo entran en juego el proceso formativo, el perfil y las características de los docentes, y la definición y descripción de las herramientas TIC, sino que se persiste en abordar un amplio espacio de relevancia, al actor central del proceso: el estudiante.

Así, ahonda en el estudiante universitario su papel frente a las nuevas tecnologías, con base en dos criterios: por un lado, “el sistema educativo superior debe repensarse en la necesidad de la aplicación de las TIC como una herramienta de aprendizaje” (Astudillo, et al., 2018, p. 591); pero, por el otro, se acepta el compromiso del estudiante universitario con la generación de conocimiento, sin descuidar al ser humano.

De este modo, las TIC, por su valor mediacional (González, 2017) en la formación universitaria, se acogen de manera dinámica, bajo la figura de recursos multimedia; desde luego, las últimas generaciones de jóvenes y adultos en condición de estudiantes de pregrado, lo logran sin discusión; sin embargo, resistir la búsqueda de un ambiente de aprendizaje significativo para los participantes del proceso formativo, sosteniendo criterios investigativos, no es tarea fácil.

El propósito de todo ente de educación superior siempre gira en torno a procesos formativos que, sin dejar de ser significativos durante el nivel de pregrado, asumen la necesidad de promover la creación de conocimientos entre sus estudiantes o aprendices. Esta tarea siempre será más práctica y viable, si la institución se apoya en las TIC.

La creación de conocimientos requiere además del potencial humano que en la apropiación de las herramientas tecnológicas es supremamente factible, del acceso al razonamiento, del fomento de la capacidad para identificar y resolver problemas, capacidad de autoaprendizaje y del “manejo de la información con criterios científicos”. (Rivero, et al., 2016, p. 187)

Hasta hace una o dos décadas, se veía en las TIC su aporte en términos de la contribución y mejora substancial de las representaciones del conocimiento como su punto medio; dicha mediación permite lo que se ha considerado como la cercanía a algunas formas de la realidad, algunas veces simulando cómo se resuelven problemas en ciertos contextos, mientras que otras ocasiones se han acogido “para ayudar a la comprensión de sistemas conceptuales complejos, como la vida misma en el planeta.

Pero en esta parte del siglo XXI, la apuesta es otra: se trata de validar el uso y la apropiación de las TIC como base de diversas estrategias con las cuales el aula de clase universitaria, incluyendo la virtual, sea un caldo de cultivo para reconstruir y fortalecer el conocimiento; sin ser idealistas, para hacer nuevo conocimiento. La meta es que la universidad también avance al compás de esta sociedad, la sociedad del conocimiento, “valiéndose de las TIC.

Son diversas las experiencias nacionales e internacionales en las cuales se observa cómo universidades de pregrado acogen el enfoque educativo en donde se aprende de manera colaborativa; el aula, así sea virtual, convoca el trabajo en grupo de participantes del proceso formativo, “para buscar soluciones a un problema real” (Ausín, et al., 2016, p. 32); y cuando se dice real, se enmarca la experiencia humana.

Al respecto, se insiste en revisar qué tanto se cumple el aprendizaje colaborativo entre los estudiantes al inicio de su pregradoy qué tanto se avanza en la inclusión de un componente pedagógico que atienda las necesidades de los universitarios, en relación a sus procesos formativos. Ese sería un tema bastante interesante en el campo de la investigación educativa.

La presente reflexión, por el contrario, desea alentar las energías de los actores académicos, en relación con el uso y apropiación de las TIC. Debe ser un contexto donde toman fuerza los recursos educativos como blogs, wiki o vídeos, que, favoreciendo la interacción, son imprescindibles para progresar en la construcción de conocimiento, buscando que sea notable a la vez, la calidad experiencial del aprendizaje esperado por el estudiante, pero también por la universidad y la sociedad en general (Bolívar & Dávila, 2016).

Lo cierto es que se asegura, en el mundo universitario, que gracias a la educación virtual, se reducen las tasas del rezago educativo y de la deserción, de igual forma, se desarrollan todo el tiempo en los futuros profesionales, capacidades abiertas y experiencias para desempeñarse en redes, quedando cada vez más claro, que en el último siglo, el éxito no se alcanza de la misma manera como se hacía antes del siglo XX: El poder económico y político para las generaciones actuales y futuras, deberán sumarse o podrán incluso descartarse, cuando los recursos culturales adquiridos con las TIC, permitan que un individuo, por su propio mérito, consiga sus propósitos.

Consideramos que en la actualidad, incluso en programas semi-presenciales, las universidades mencionan plataformas tecnológicas, con las cuales se posibilita y se flexibiliza el acceso a la universidad, así como su permanencia; otra gran ventaja que precisan los universitarios frente al uso de plataformas, es el manejo de tiempo, dejando ver el proceso de enseñanza-aprendizaje como un espacio que atiende las habilidades y condiciones particulares del estudiante, sin abandonar la observación de sus necesidades y disponibilidades.

De las estrategias más diferenciales con las que emerge la educación apoyada en la virtualidad, es la consistente en la opción amplia y generosa que se le brinda al estudiante para tomar decisiones sobre lo que puede aprender (Bolívar & Dávila, 2016); sólo que sí es bastante necesario, seguir ofreciendo herramientas con las que esa capacidad de decisión, y de discernimiento, sea aclarada y fortalecida incluso, antes de tocar las puertas de la universidad.

Sucede que el estudiante universitario ha requerido durante su proceso de maduración, y muy seguramente lo ha conseguido, haber contado con instituciones educativas previas, en las cuales el interés por ofrecerle al estudiantado el apoyo de profesores con conocimientos disciplinares y psicopedagógicos, fuera un propósito sistémico.

La psicopedagogía, con todo su interés en fungir en las instituciones escolares la innovación tecnológica, debe estar impactando en la vida escolar, desde mucho antes de que el sujeto aspire un título profesional: su historia de vida, su experiencia traída, siempre debe ser reconocida; sin embargo, en este espacio, nos dedicaremos a visualizar la psicopedagogía en relación a las TIC, pero ubicándonos en el sujeto universitario, y enfáticamente, en el de nivel pregrado.

La necesidad de considerar que aun el uso de las TIC en los contextos educativos es dado por hecho, es factible que no todo sea sobre ruedas. Diversos estudios coinciden en ello, y le apuntan a afirmar que “no puede desconocerse la importancia de entender y transformar las concepciones, creencias y formas de actuar de los actores de la educación”. (Mejía, et al., 2018, p. 6, citando a Díaz, 2008).

Sin duda, las nuevas tecnologías llegan y se incorporan potencializando las oportunidades de “reforzar y transformar las prácticas educativas” (Astudillo, et al., 2018, p. 588); pero de manera simultánea emerge el “efecto desestabilizador que producen” (Mejía, et al., 2018, p. 61), a pesar de conservar la innovación educativa y la transformación social, en los pilares de gran parte de las Instituciones, entre las que se cuenta la UNIMINUTO.

Considerando ello, es válido optar por una integración de las TIC con la didáctica de los aprendizajes, al punto de optimizar la pedagogía y en clave de la comunicación constante de los universitarios con sus pares y docentes, de modo tal que la información fácilmente obtenida en la red, realmente se acerque a la calidad universitaria, sin pasar por alto la calidad humana.

Una calidad universitaria que no pormenorice el compromiso de la academia con la sociedad, con sus realidades; una calidad educativa que resalte en todos los momentos posibles, las ventajas de alimentar la empatía entre tutor y aprendiz, en la cual prima la colaboración, se valora la participación, se facilita la comunicación, se garantiza la comprensión, se da paso a la sensibilidad, se materializa el compromiso, la ayuda y el respeto mutuo (Álvarez &Álvarez, 2015).

Así como las TIC posibilitan la educación virtual, en la medida en la que la interacción de estudiantes entre sí, y de ellos con sus docentes es posible, “independientemente de la ubicación geográfica o la zona horaria, la psicopedagogía destaca la necesidad de que la interacción cobre significado entre los participantes; sea una interacción y una cooperación más fluida.

Además, los aprendices no pueden dejar de estar motivados, ni pueden evitar ser conscientes de su mejor manera de aprender, porque esa es la vía que les permitirá un progreso rápido en su aprendizaje. Los autores señalan, a propósito, que “progresarán y madurarán aquellos alumnos que, además, controlen sus emociones, tengan autoestima, adquieran habilidades sociales pertinentes y mantengan empatía con su entorno.

Tanto docentes, tutores, facilitadores, como aprendices y todo tipo de estudiantes, necesitamos apostarle a la renovación y a la búsqueda del equilibrio; estamos todos convocados a cambiar nuestra “perspectiva acerca del conocimiento, la evaluación y la relación entre estudiante, maestro e información, para que la universidad atienda la praxis social.

Admitamos hasta aquí, en resumen, que las universidades requieren introducir un imperativo ético, relacionado con temas como la protección del medio ambiente, la equidad de género, la promoción de la cultura de paz, para aspirar un mundo en el que “todos tengan igualdad de acceso a la educación a lo largo de la vida” (García, 2012, p. 44). Y que si de replantearse se trata la incursión de las TIC en el campo educativo, y en él el de la educación superior, pues se asumirá el ejercicio.

Dicho de otra manera, los actores sociales de las universidades, y no solo ellas como organismo, le apuestan hoy a “la movilización de recursos psicosociales (incluyendo habilidades y actitudes) en un contexto particular” sin negar el vínculo que se tienen con la globalidad. Es por eso que no damos por culminado este escrito sin subrayar los retos psicopedagógicos para universitarios frente al uso de las nuevas tecnologías.

Conclusiones

Frente a los medios tecnológicos, especialmente frente a las tecnologías de la información, independientemente del estrato social al que pertenezcan o a su condición económica, los jóvenes acceden y le atribuyen importancia a las TIC; pero sí se develan “nuevas comprensiones sobre el cerebro, el comportamiento del sujeto y sus maneras de representar, construir, compartir y apropiar conocimiento. De ese modo, coincidimos con Mejía, et al. (2018), en cuanto a que se “deben considerar las emociones, temores, experiencias y necesidades” (p. 61) de los estudiantes de pregrado, aun cuando cursen estudios en programas virtuales.

De igual manera, es necesario señalar que, en este proceso de búsqueda de prácticas innovadoras de uso y apropiación de la tecnología en el campo de la educación, no puede desconocerse la importancia de concebir los cambios, cuando las maneras de actuar de los actores involucrados también evolucionan; “cuestión que es poco atendida cuando la supuesta innovación parte de procesos verticales de implantación de modelos pensados sólo desde la lógica del experto o del tecnólogo”. (Mejía, et al., 2018, p. 6, citando a Díaz, 2008)

Admitamos por el momento, que las implicaciones que tienen las tecnologías en la vocación humana y social, pueden llegar a ser plenamente coherentes con los ideales promovidos desde la pedagogía debe buscar construir un proceso de planeación y fomento de prácticas sistemáticas, que coinciden con las promesas de la psicopedagogía frente a las TIC.

Los ambientes virtuales previstos para los estudiantes universitarios, no deben abandonar el desarrollo de habilidades emocionales y socioemocionales. El entusiasmo o la frustración, llegan a surgir ante la posibilidad de conseguir un acercamiento al proceso de aprendizaje. Es ahí en donde la automotivación, el autocontrol, el reconocimiento del otro (de su tutor y de sus pares), las relaciones interpersonales, y la comunicación asertiva, van de la mano, como muestra y garantía de un vivencial aprendizaje con “sentido humanista”. (García, et al., 2017, p. 65)

Lo que aquí se expone, es la manera como desde la psicopedagogía se llega a contribuir con la construcción del tejido social y ciudadano que espera Colombia, en contextos virtuales ofrecidos por las universidades. Se trata de contar con un respaldo teórico o científico, si se prefiere, que va encaminada a favorecer la calidad e innovación del aprendizaje, que promueve el desarrollo formativo del futuro profesional, potencializando las relaciones interpersonales, y reflejando mejoras en el bienestar académico y social (Cano, 2009), coincidiendo con estudios que afirman que la inteligencia emocional se logra desarrollar con las TIC.

La virtualidad debe ser un proceso formativo que combina todas las dimensiones previstas desde la psicopedagogía: la dimensión intelectual junto a la académica, pero también la profesional, sin sacrificar la dimensión social ni la personal, van relacionadas en cada individuo, y en cada red social. Las TIC llegaron para revolucionar los procesos formativos; no para alterarlos.

Insistimos, en efecto, en cuestiones relacionales y afectivas con el otro, con los otros, con el medio ambiente, con el contexto, con la sociedad; por lo cual el estudiante en su nivel de pregrado, y aún más el participante en la modalidad virtual, debe ser quien exija el compromiso de su universidad, a través de la correspondencia con los siguientes retos trazados desde la psicopedagogía:

La Incursión de tutorías en pro de la calidad académica y humana en las cuales la universidad no sea vista como una opción de progreso en conocimientos solamente, sino como un espacio que atraviesa toda la estructura humana y social, mayor interacción entre pares, y entre el facilitador y su aprendiz, o entre aquél y el equipo de estudiante, de tal forma que se rescate la expresión de las emociones, puesto que la adquisición de conocimientos y la racionalidad es importante, pero sigue siendo prioritaria la comprensión y el acercamiento entre los seres humanos, la acogida de las dificultades tecnológicas que enfrentan los tutores y los estudiantes, para convertirlas en trampolines hacia la formación integral, permitiendo la empatía, y valores como la compasión y la solidaridad. Garantizar que la comunicación sea un espacio de no violenta con el otro.

Además, la atención a las habilidades y destrezas de los participantes, para que cada actor educativo logre hacer y ser, en su contexto universitario, el fomento constante de las habilidades interpersonales, como camino a la eficacia, personal, así como de su entorno inmediato, de su familia, de la ciudad, la gestión del tiempo, sin que genere estrés entre los actores educativos, fomentando el éxito de su manejo por organización, mas no por imposición.

Al mismo tiempo, se debe velar por la promoción de la empleabilidad del futuro profesional, derivado del autoconocimiento, de la comprensión del individuo (el tutor se esmera por conocer a cada estudiante, para encaminarlo hacia sus opciones laborales), y del respeto a la diversidad y a las historias de vida distintas, la búsqueda de integración constante de su proyecto de vida, al mundo laboral multidisciplinario que le ofrece la universidad, destacándose cada vez más, el reconocimiento que se hace del otro y la promoción amplia de la capacidad de selección de soportes didácticos, descartando aquellos que justifican la homogenización de las personas, sino que, por el contrario, promocionan la creatividad, la crítica y la liberación.

Como se puede observar, se considera desde la perspectiva psicopedagógica, el estudiante sigue siendo el protagonista de su propio proceso formativo. Los problemas que se le presentan frente al uso y apropiación de las TIC, se vencen y se superan como escuela frente a los conflictos que surgen a lo largo de la vida. Las competencias desarrolladas, sumadas a las habilidades fomentadas, ofrecen insumos concretos, para autorregular las propias emociones y la praxis social.

Referencias bibliográficas

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Recibido: 04 de Septiembre de 2021; Aprobado: 20 de Octubre de 2021

*Autor para correspondencia. E-mail: mtovarcardo@uniminuto.edu.co

Los autores declaran que esta investigación no presenta conflicto de intereses.

Los autores participaron en la redacción del trabajo y análisis de los documentos.

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