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Varona. Revista Científico Metodológica

versión impresa ISSN 0864-196Xversión On-line ISSN 1992-8238

Varona  no.67 La Habana jul.-dic. 2018

 

Artículo Original

Apuntes generales de la bibliografía cubana en el siglo xx (1899-1970)

Point general of the Cuban bibliography in the xx century (1899-1970)

Dr. C. Justo A. Chávez Rodríguez1 

Dr. C. Leonardo Pérez Lemus2 

Dra. C. Mercedes Keeling Álvarez3 

1 Instituto Central de Ciencias Pedagógicas, La Habana, Cuba, email: justochr@iccp.rimed.cu

2 Centro Educacional de la Ciencia de la Educación Superior, Habana, Cuba, email: leplemus@yahoo.es

3 Universidad de Ciencias Pedagógicas Enrique José Varona, Habana, Cuba, email: mercedeska@ucpejv.edu.cu

RESUMEN

En este artículo se realiza una mirada a la bibliografía cubana en el siglo xx permitiendo conocer el caudal cultural acumulado, el estudio de la producción cultural, la historia heroica del pueblo cubano, los grandes historiadores cubanos y latinoamericanos de la época, de habla hispana.

Palabras clave: bibliografía cubana; grandes historiadores

ABSTRACT

In this article he/she is carried out a look to the Cuban bibliography in the xx century allowing to know the accumulated cultural flow, the study of the cultural production, the heroic history of the Cuban town, the big Cuban historians, and Latin Americans of their time of Hispanic speech.

Key words: bibliography Cuban; big historians

INTRODUCCIÓN

Una mirada pronta y ligera a la bibliografía cubana en el siglo xx (hasta 1970), permite aquilatar el caudal cultural acumulado por Cuba en ese lapso. Por supuesto que se puede ir más lejos en el tiempo y encontrar en el siglo xix un momento muy elevado de la cultura cubana y aún más atrás, pero, nos parece que con este esfuerzo, por supuesto incompleto, se puede conocer la altura alcanzada por los intelectuales cubanos y ofrecer a las nuevas generaciones la oportunidad de ponerse en contacto con las obras que no pueden dejar de conocer, aunque vivan en el siglo xxi, porque sobre esos fuertes hombros culturales, es necesario que nos apoyemos en la actualidad, para mirar más lejos y en dirección adecuada.

DESARROLLO

El estudio bibliográfico de siete décadas del siglo xx, puede dividirse en periodos para lograr una comprensión más cabal de la labor bibliográfica en el país.

No se puede olvidar que el estudio de la producción cultural, en el amplio sentido del concepto, está enlazada a la problemática histórica vivida y que, responde, unas veces como crítica, otras a manera de justificación, y se pueden producir obras, con cierta utopía, que nos lanzan a un futuro a menor o más largo plazo, que viene siendo nuestra realidad actual, y que permite aquilatar, entonces, cuán realista es, lo que en otro tiempo resultó un sueño. Los periodos son:

  • 1899-1917: labor dirigida por Carlos M. Trelles y Covín.

  • 1917-1936: silencio bibliográfico.

  • 1937-1959: labor dirigida por Fermín Peraza.

  • 1960-1970: periodo de la Biblioteca Nacional José Martí.

1899-1917: labor dirigida por Carlos M. Trelles y Covín

La labor de Trelles comienza durante la primera intervención norteamericana en Cuba (1899-1902), y se consolidó a partir de 1907. Abarcó el gobierno de José Miguel Gómez (1909-1913) y el primero de Mario García Menocal (1917). De más está decir que esos años fueron muy convulsos para la historia de Cuba, pero se pueden obtener muchas experiencias con su estudio.

Se aprecia que en este periodo, la producción bibliográfica cubana se destaca por significar la historia heroica del pueblo cubano. Existe un interés muy marcado por narrar los hechos ocurridos.

José Miró Argenter, en su obra Cuba, crónica de la guerra (1899), presenta una narración muy vívida de las campañas de Antonio Maceo.

Miró, que fuera jefe del Estado Mayor, narra sus propias experiencias en la guerra; Enrique Collazo publicó Cuba independiente (1900) y más tarde, por imperativo de las circunstancias: Cuba intervenida (1910) y Cuba heroica (1912). Esta figura recorre en su historia los hechos vividos desde el inicio de la guerra en 1895 hasta el dramático 1912, en que ocurre la insurrección de los Independientes de Color.

Vidal Morales y Morales es uno de los grandes historiadores cubanos y latinoamericanos de su época. Su obra Iniciadores y primeros mártires, publicada en 1901, marca un hito en la bibliografía cubana.

Julio César Gandarilla, publicó en 1913 (fin del gobierno de Gómez), una obra contra la Enmienda Platt, que tituló: Contra el yanqui.

Además, es necesario incluir los escritos periodísticos y los discursos de Manuel Sanguily, Juan Gualberto Gómez y el pensamiento de Enrique José Varona, que reflejan un sentimiento de patriotismo muy profundo.

La obra de Trelles es muy importante, en esos momentos, porque recoge la realidad de la historia de Cuba.

Además, Trelles intentó valorar toda la obra bibliográfica que existía hecha por cubanos, aunque no hubiese sido escrita en el país, desde el siglo xvii, y fue incluyendo en esa gran obra todo título que acerca de Cuba fuera importante para la cultura nacional.

Como afirma Araceli García Carranza, en un artículo del libro Nuestra común historia: Cultura y Sociedad, publicada por la Editorial de Ciencias Sociales en 1995, dedicado al estudio de la bibliografía en Cuba, al referirse a Trelles, expresó:

Que Trelles recopiló: […] La bibliografía cubana de los siglos xvii y xviii (Matanzas, 1907), la bibliografía cubana del siglo xix, en ocho volúmenes (Matanzas, 1911, 1915), la bibliografía cubana del siglo xx, dos volúmenes (Matanzas, 1916-1917). A esto hay que añadir su bibliografía especial, entre ellas: Biblioteca científica cubana; Biblioteca histórica y geográfica cubanas; Bibliografía de la Universidad de La Habana (1938).

En el libro Trelles titulado: Los 150 libros que los cubanos han escrito, publicado en la Imprenta siglo xx, en 1944 el destacado bibliógrafo cubano expresó:

[…] No creo que el patriotismo me ofusque al afirmar que es sorprendente la labor intelectual de Cuba, teniendo en cuenta su escasa población, y que estuvo sujeta hasta hace muy poco a una dominación asaz, dura y recelosa, preocupada apenas por la difusión de las luces, como lo demuestra el hecho que a los 400 años de estar gobernada por España, el 75 % de los cubanos no supieran leer ni escribir […] y si a esto se agrega el despotismo que […] ahogaba con su previa censura, la mayor parte de las manifestaciones realizadas por los hijos de este país por medio de la imprenta, se comprendiera entonces, que la labor de los cubanos ha sido extraordinaria, luchando en condiciones tan desventajosas, y que, no obstante, circunstancias tan adversas, podemos figurar y figuramos hoy, entre las naciones más adelantadas de América Latina, o sea la Argentina, Chile, México y Brasil […].

1917-1936: silencio bibliográfico

Hay que decir que este espacio fue cubierto muchos años después por la Biblioteca Nacional José Martí que tuvo que investigar la producción bibliográfica del periodo de silencio.

Gracias a este esfuerzo es que sabemos lo que se produjo en Cuba entre 1917 y 1936; puede decirse que fueron 20 años en que no hubo interés por recoger la producción bibliográfica en Cuba, que lleva a pensar que no existió preocupación alguna por la cultura. Así es la vida de inconsecuente, en apariencia.

La información bibliográfica en este periodo fue, en gran parte recuperada por la Biblioteca Nacional, años más tarde.

Hay que decir que presenta un gran interés: la Revista Bimestre Cubana, los Catálogos de la Librería Cervantes y las Crónicas de León Primelles, que aunque no pueden considerarse como bibliográficas, recogen casi todo lo acontecido y lo publicado en Cuba entre 1915 y 1922. Las críticas de libros que aparecen en la Revista Bimestre y en Cuba Contemporánea ofrecen una fuente muy importante para conocer lo que se escribía en ese momento histórico.

Emilio Roig de Leuchsenring publicó en 1919 La ocupación de la República Dominicana por los Estados Unidos y el derecho de las pequeñas nacionalidades de América, en la que se denuncia la situación creada por la intervención al no poder pagar este país su deuda con el ocupante.

Este periodo está lleno de acontecimientos de gran interés histórico como la Protesta de los Trece, liderada por Rubén Martínez Villena, en 1923, hecho que fue antecedente de la formación del Grupo Minorista, que en 1927 firmaría el Manifiesto por la revisión de los falsos valores, el arte nuevo, la reforma de la enseñanza pública, la independencia económica de Cuba, contra el imperialismo yanqui, y contra las dictaduras políticas unipersonales en América Latina y Cuba.

También, 1927 fue el año de la fundación de la Revista Avance, órgano que sirvió de expresión a creadores y críticos de primera línea.

En 1927, Ramiro Guerra publicó Azúcar y población de las Antillas, primera historia de Cuba con fundamento económico. Esta es una obra básica de la bibliografía cubana de corte esencialmente positivista.

En el plano de la literatura se destacan: Miguel de Carrión, José Antonio Ramos, Carlos Loveira y Luis Felipe Rodríguez, que expresan en sus obras la corrupción de la sociedad, su frustración y pesimismo.

Miguel de Carrión con sus novelas Las honradas (1917) y Las Impuras (1919), ofrece la imagen moral de las mujeres de esa etapa y las lacras sociales que padecía la sociedad.

José Antonio Ramos con su novela Tembladera (1918), que representa una clara representación de la clase burguesa, y más tarde con Caniquí (1936), busca en el pasado remoto nuestra identidad nacional.

Carlos Loveira relata en Generales y Doctores (1920) y Juan Criollo (1927) las singularidades de la vida política y social del país en el periodo republicano.

Luis Felipe Rodríguez en sus cuentos Relatos de Marcos Antilla (1932) regresa a la vida en el campo como el ideal más apropiado para vivir.

La década de los 30 del siglo xx se abre con los poemas de Nicolás Guillén: Motivos del son, obra que impresionó a la crítica y con la que se lleva el molde melódico del son a la poesía.

Tres años después, Guillén dio a conocer Cantos para soldados y sones para turistas (1937), con un sentido político y social innegables.

Por otra parte la obra de Fernando Ortiz, que lucha incansablemente contra el racismo y fundador de la sociedad Hispano Cubana de Cultura y de la Revista Ultra, escribió En La tribuna, obra que tiene el prólogo de Villena, quién avisoró lo que significaría este intelectual para la cultura cubana en el futuro inmediato.

1937-1959: labor dirigida por Fermín Peraza

Este insigne bibliógrafo no se ocupó del periodo de silencio, pero dejó un gran trabajo realizado con mucha calidad y profesionalidad.

Para el estudio bibliográfico en este periodo, sirvió de antecedente la VII Conferencia Internacional de las Repúblicas Americanas, reunida en Montevideo en 1933, en que se puso énfasis en estos estudios en el mundo y, especialmente, en América. En ese evento se acordó que cada país se ocupara de la compilación de sus respectivas bibliografías nacionales, tanto actuales como retrospectiva, y se propuso como modelo al norteamericano.

La bibliografía a finales de la década de los 30 y primeros de la de los 40, cuenta con las obras poéticas de Eugenio Florit, José Lezama Lima, Mirta Aguirre y Eliseo Diego, y con obras fundamentales para el estudio de la historia como el Manual de Historia de Cuba: económica, social y política de Ramiro Guerra (1938); la Historia de la Habana de Emilio Roig y el Contrapunteo cubano del tabaco el azúcar de Fernando Ortiz, en esa misma fecha.

Ramón Guirao y Rómulo Lachatañeré publicaron Órbita de la poesía afrocubana (1938) y ¡Oh, mio, Yemaya!, respectivamente, que son obras clásicas para la cultura negra en Cuba.

Además, Luis Felipe Rodríguez y Gustavo Serpa denuncian con sus novelas Ciénaga (1937) y Contrabando (1938), los violentos conflictos sociales que vive el país.

Hay que mencionar la obra de Pablo de la Torriente Brau, testigo de la guerra civil española, que legó importantes testimonios en Peleando con los milicianos (1938) y Aventuras del soldado desconocido (1940).

A pesar de las condiciones históricas que se vivía en el país, en 1944 comenzó a publicarse la Revista Orígenes, que es la culminación de varias revistas que comenzaron a editarse desde mediados de la década de los 30. Orígenes fue ubicada históricamente, por Graciela Pogolotti -entrerrevoluciones-, por situarse entre la frustración de los movimientos del 30 y las nuevas luchas que comienzan a enfrentarse y que tienen su hito más significativo el 26 de julio de 1953 con las acciones de la llamada Generación del Centenario.

La producción de la revista entre las décadas de los 40 y 50 contó con figuras como Alejo Carpentier, José Lezama Lima, Cintio Vitier, Eliseo Diego, Samuel Feijoo y Onelio Jorge Cardoso, que producen una importante obra literaria.

En ese momento se destaca Fernando Ortiz con La africanía de la música folklórica de Cuba (1950), Los bailes y el teatro de los negros en el folklore de Cuba (1951) y Los instrumentos de la música afrocubana (1952).

También se destaca Emilio Roig con Cuba no debe su independencia a los Estados Unidos (1950), importante denuncia contra el injerencismo yanqui, La guerra liberadora cubana de los treinta años (1952) y Martí antimperialista (1953).

Puede señalarse que en el periodo 1952 a 1958 prolifera la prensa clandestina contra la tiranía de Batista. Esta colección contiene una gran cantidad de datos de la lucha en el llano y en la sierra de gran importancia histórica. Gran parte de este material se atesora en la Biblioteca Nacional y fue publicado en un catálogo en 1965.

Con esto termina el periodo dirigido por Peraza. Este bibliógrafo hizo el inventario de las obras de 1959 y se las llevó a los Estados Unidos, en 1960. Allí la publicó.

Este particular no niega la importancia de Fermín Peraza en la obra bibliográfica cubana.

1960-1970: periodo de la Biblioteca Nacional José Martí

Al triunfo de la Revolución (1 de enero de 1959), comienzan a producirse cambios trascendentales en todas las esferas de la sociedad.

A fines de 1959 quedó reorganizada la Biblioteca Nacional, para continuar, entre otras funciones, el estudio de la bibliografía producida en el país.

En diciembre de 1961 se declaró a Cuba Territorio libre de analfabetismo, lo que significó la necesidad de continuar elevando la cultura de todo el pueblo. En ese mismo año se logró publicar un primer intento bibliográfico con carácter nacional, que consistió en un catálogo que se tituló: Movimiento editorial en Cuba entre 1959 y 1960, con motivo de la exposición de libros, folletos y revistas que mostraba la producción de las editoras cubanas.

El 8 de marzo de 1962 se creó la Editora Nacional, y ya en 1967 se transformó en Instituto del Libro, convertido en 1970 en Instituto Cubano del Libro, que quedó incorporado a la Dirección de las Editoriales del Ministerio de Cultura, creado en 1976.

En cuanto a la edición de la bibliografía nacional posterior a 1959 hubo que esperar hasta 1968 para que apareciera publicado lo relativo al periodo 1959-1962, el que contiene la descripción de más de 2 700 títulos, entre estos, la segunda edición de la Historia de la literatura cubana de Salvador Bueno, que puede considerarse como el punto de partida para la amplia bibliografía que se producirá con fines didácticos.

En 1960 se publicó Los pasos pérdidos de Alejo Carpentier, Dador de Lezama Lima, y Bertillón 66 de José Soler Puig. Por otro lado, se editó, también, Análisis funcional de la cultura cubana de Esequiel Martínez Estrada. Estas dos últimas obras serían los premios de novela y ensayo del primer concurso realizado por Casa de las Américas.

En 1960 la Imprenta Nacional de Cuba publicó El Ingenioso hidalgo don Quijote de la Mancha de Cervantes, en cuatro volúmenes, con ilustraciones de Gustavo Doré y con un dibujo de Pablo Picasso.

Hay que decir, volviendo atrás, que el 1 de abril de 1959 apareció la Revista Verde Olivo, para el desarrollo cultural de las Fuerzas Armadas Revolucionarias. Se inició la publicación de la Revista Cine cubano por el Instituto Cubano de Arte y la Industria Cinematográfica.

En el campo de la literatura, la poesía revolucionaria se abrió con el Himno a las milicias y el Libro de Rolando de Álvarez Baragaño y Rolando Escardó.

Se publicó la novela Tierra inerme de Dora Alonso, que fue premio del segundo concurso de Casa de las Américas. Ese mismo año apareció la Revista Cuba Socialista para la divulgación del pensamiento marxista de avanzada.

En 1962 la Dirección de Publicaciones de la Universidad de las Villas, editó Prosa de prisa, una compilación crítica de Nicolás Guillén que recoge las publicaciones realizadas en Cuba y en el extranjero entre 1938 y 1961, y la Unión de Escritores y Artistas de Cuba hizo público en sus Ediciones Unión una selección de poesías de Roberto Fernández Retamar Con las mismas manos.

La Casa de las Américas otorgó, por tercera vez, el premio de cuento a Raúl González con su obra Gente de Playa Girón.

En 1962 se cerró el periodo que dio lugar a la primera compilación bibliográfica de carácter nacional, después del triunfo de la Revolución. También se publicó un volumen con lo publicado en 1964 y otro, con igual propósito, que se concretó a 1965.

Con un trabajo intenso en la Biblioteca Nacional se logró desglosar la información en un índice analítico. Más de mil doscientas citas bibliográficas ponen de manifiesto el esfuerzo intelectual y editorial del país.

En 1963, el escritor Alejo Carpentier, que tenía responsabilidad en la Biblioteca Nacional, declaró a la prensa que se habían editado 16 500 000 volúmenes en ese mismo año, Carpentier publicó El siglo de las luces, reeditada, tiempo después, catorce veces y traducida a 20 idiomas, e igualmente Guerra del tiempo, tres relatos y una novela y en 1964 apareció El reino de este mundo.

La editorial de Las Villas dio a conocer, entre otros títulos: Tengo de Guillén; la novela Juan Quinquín en Pueblo Mocho de Samuel Feijoo, llevada al cine y Memorias de una cubanita que nació con el siglo de Reneé Méndez Capote.

En 1963 Julio Le Riverend publicó Historia económica de Cuba, de gran valor para la educación. Se editó, también, El Ingenio de Manuel Moreno Fraginals, en que se analiza el desarrollo histórico de la industria azucarera en Cuba.

Se publicaron obras científicas como el Diccionario botánico de nombres vulgares cubanos de Juan Roig, que editó el Instituto Nacional de Reforma Agraria.

Se puede adelantar que entre 1968 y 1988 se publicaron 96s biobibliografías de eminentes autores desaparecidos.

En 1965 se dio a la imprenta el libro Examen de conciencia de Graciela Pogolotti y la obra Memorias del subdesarrollo de Edmundo Desnoes, también, llevada al cine. En este periodo se publicaron las obras completas de Tomás Romay y de Carlos J. Finlay, como base del desarrollo científico que había emprendido el país.

En 1967 se publicaron Historia de Cuba, por el Ministerio de las Fuerzas Armadas Revolucionarias e Ideología Mambisa, de Jorge Ibarra, destacado historiador cubano.

En 1970, se editó el Atlas Nacional de Cuba, por las Academias de Ciencias de la URSS y de Cuba.

Otros títulos representativos de este periodo son Biografía de un cimarrón de Miguel Barnet (1966); y Ensayo de otro mundo de Roberto Fernández Retamar (1967), que incluye un importante trabajo sobre Martí, con un enfoque marxista; se publicó Muestrario del mundo o las maravillas de Boloña de Eliseo Diego (1968) y Acoso de Alejo Carpentier (1969).

Por otro lado, se publicó también en 1966, Tientos y diferencias de Carpentier y Paradiso de Lezama Lima; en 1967, El gran zoo de Guillén; en 1968, Testimonios de Cintio Vitier y en 1970, Visitaciones de Fina García Marrúz.

La Biblioteca Nacional José Martí, fue también una de las productoras de la obra La crítica literaria y estética en el siglo xix, entre tomos, de Vitier.

Hay que significar que en este periodo aparecieron revistas de gran importancia como Revolución y Cultura (1967), Signos (1969), Cuba en el Ballet y Santiago (1970).

En cuanto a nuevos horizontes se presenta la bibliografía cubana a partir de 1971. Es necesario significar que el periodo que termina fue muy convulso por la intensa lucha ideológica que vivió el país y que puede significarse el Congreso de Educación y Cultura celebrado en abril de 1971, en que a partir de un análisis crítico muy profundo se prepararon las condiciones psicológicas, para que el 4 de abril de 1972, Fidel expresara que había que revolucionar hasta los cimientos de la educación, y por lógica de la cultura.

El tránsito hacia el pensamiento marxista, que se debatió en una fuerte lucha de ideas, se materializó a partir de esa fecha, consagrándose en el Primer Congreso del Partido en 1975.

Se ha llegado solo hasta este periodo, porque es necesario profundizar mucho en los problemas bibliográficos para escribir, aunque sea en lo fundamental, la rica obra de las décadas siguientes, no solo en las dos últimas décadas el siglo xx, y muy especialmente en el nuevo milenio.

Apéndice complementario

Se ha querido generalizar la amplia bibliografía que escribió el profesor cubano Jorge Mañach (1898-1961) sobre José Martí. Hay que decir que desde 1922 hasta 1959 el destacado escritor no dejó de reflejar en periódicos, revistas y libros, sus estudios sobre El Apóstol, que alcanzó en su pensamiento una gran dimensión e importancia, por su puesto, a partir de su filosofía, que es necesario tener en cuenta.

No fue solo la gran obra Martí, el Apóstol, publicada en 1933, y que sirvió de simiente para que la juventud de esa época conociera a Martí, de una forma sencilla, muy bien escrita, y que revela un profundo fervor por la figura y su obra revolucionaria. Por supuesto, que para las generaciones actuales, también, es útil y necesaria, a pesar de que este interés se trató de frenar por críticos dogmatizados que trataron de disminuir o anular la importancia de esa obra y de otras del mismo autor.

CONCLUSIONES

El estudio de la bibliografía cubana en el siglo xx (1899-1970) es de gran importancia para las generaciones actuales, también es útil y necesaria. Resulta imprescindible conocer a obra de Mañach, en su sentido pleno, por la importancia que tiene, pero, muy especialmente, lo que escribió el insigne intelectual sobre José Martí.

REFERENCIAS BIBLIOGRÁFICAS

Arias, S. (2014). Martí en Jorge Mañach. La Habana: Editorial Letras Cubanas. [ Links ]

Biblioteca Nacional. Catálogos bibliográficos de diferentes años del siglo xx (archivos). [ Links ]

García, A. (1995). La bibliografía cubana: inventario de nuestra cultura. En: Nuestra común cultura e identidad. La Habana: Editorial de Ciencias Sociales. [ Links ]

Trelles, C. (1944). Los 150 libros más notables que los cubanos han escrito. La Habana: Imprenta Siglo xx. [ Links ]

Recibido: Octubre de 2017; Aprobado: Junio de 2018

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