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Varona. Revista Científico Metodológica

versão impressa ISSN 0864-196Xversão On-line ISSN 1992-8238

Varona  no.66 supl.1 La Habana  2018

 

Artículo original

El profesor de historia en la transformación social

The history professor in the social transformation

M. Sc. Yahira Atencio Bueno1 

1. Departamento de Historia y Marxismo-Leninismo. Universidad de Ciencias Pedagógicas Enrique José Varona, Cuba, e-mail yahiraab@ucpejv.edu.cu

RESUMEN

El presente trabajo aborda el papel del profesor de Historia en la transformación social, a partir de que este logre contribuir al desarrollo del pensamiento histórico y de la conciencia histórica de los estudiantes, dándoles las herramientas necesarias del conocimiento para que pueda enfrentar los problemas del mundo actual. El profesor de Historia debe ser un educador social, para que los estudiantes puedan desarrollar políticas sociales, las que deben ir en dirección de la justicia social. Por lo que debemos lograr que las clases hoy día, deben caracterizarse por la participación activa de todos sus miembros en el manejo y construcción de los conocimientos, que razonen de forma lógica y lleguen a sus propias conclusiones. Los estudiantes deben ser los autores principales de su propio aprendizaje y los profesores deben ser guías inteligentes y oportunos para motivar, orientar y ayudar a los estudiantes en el desarrollo de su aprendizaje, habilidades, actitudes y en la formación de los valores. En consecuencia el presente trabajo se propone como objetivo: valorar la importancia de la enseñanza de la Historia para la transformación social que contribuye a la formación integral del estudiante.

Este proceso de transformación y modificación debe ser pleno y consciente. Por tanto, debemos repensar a toda la sociedad y generar una gran transformación, lo que se ajusta y complementa con la Historia, siendo una ciencia social que modifica y transforma la realidad.

Palabras clave: Historia; profesor de Historia; Enseñanza de la Historia y transformación social

ABSTRACT

The present work approaches the professor's of History paper in the social transformation starting from that this it is able to contribute to the development of the historical thought and of the historical conscience of the students, giving them the necessary tools of the knowledge so that it can face the problems of the current world. The professor of History should be a social educator, so that the students can develop political social, those that should go in address of the social justice. For what we should achieve that the classes nowadays, they should be characterized by the active participation of all their members in the handling and construction of the knowledge that you/they reason in a logical way and reach their own conclusions. The students should be the main authors of their own learning and the professors should be intelligent and opportune guides to motivate, to guide and to help the students in the development of their learning, abilities, attitudes and in the formation of the values. In consequence the present work intends as objective: to value the importance of the teaching of the History for the social transformation that contributes to the student's integral formation.

This transformation process and modification should be full and conscious. Therefore, we owe repensar to the whole society and to generate a great transformation, what is adjusted and it supplements with the History, being a social science that modifies and it transforms the reality.

Key words: History; professor of History; Teaching of the History and social transformation

INTRODUCCIÓN

El sistema educativo en Cuba, frente a los desafíos del siglo XXI, tiene como propósito preparar al hombre para la lucha por la supervivencia humana, la eliminación de las desigualdades e injusticias sociales que caracterizan al mundo de hoy. Los grandes cambios que están sucediendo a nivel global en cuanto a: económico, cultural, político, social y tecnológico, requiere poner al hombre a la altura de su tiempo para que, una vez comprendido, pueda transformarlo, a pesar de las complejas realidades que debemos afrontar día a día.

La educación representa, para el Estado y la sociedad cubana, uno de sus pilares fundamentales, un compromiso ineludible con la sociedad y una vía para lograr una articulación, cada vez mayor, entre las políticas y las estrategias de desarrollo educacional y en el avance económico y social que demanda el país.

Si aceptamos la formación de la persona como aquel proceso de transformación, no hay mejor escenario para lograr este propósito que la escuela. En particular, para el profesor de Historia, lo esencial, desde todo punto de vista, consiste en preguntarse cómo aprende el estudiante, por encima de cómo enseña, es decir, reflexionar sobre los procesos metacognitivos de los estudiantes, entendido como el conocimiento que uno tiene sobre los propios procesos y productos cognitivos o sobre cualquier aspecto relacionada con ellos; es decir, las propiedades de la información o los datos relevantes para el aprendizaje. Al respecto, es indudable asumir que la labor como docente está intrínsecamente relacionada con la preocupación por el otro, de ver cómo se requiere diariamente educar a un individuo, de hacer libre e independiente al hombre y, por lo tanto, ayudarlo a su transformación. La escuela debe experimentar una profunda transformación, y esta solo será posible en la medida en que los docentes tomen conciencia de esta realidad y se comprometan activamente con el cambio.

DESARROLLO

Los contenidos de la Ciencia Histórica constituyen el conjunto de acontecimientos, fenómenos y procesos de carácter económico, político, social y cultural que, como acción de los hombres y grupos sociales, se dan de forma irrepetible en un contexto espacial y temporal determinados.

Con un enfoque científico, la Historia no solo aporta el material descriptivo y variado de cada acontecimiento, sino que establece sus interrelaciones regulares, revelando las causas, condiciones de su existencia y su carácter transitorio y evolutivo. El propio contenido de la Historia ofrece las potencialidades de ser utilizado en la escuela, pero la función instructiva-educativa de la asignatura no la da la primera (la ciencia histórica), ya que no dispone de los principios, regularidades y métodos para cumplir con dicha función.

Lo abordado hasta aquí nos plantea las particularidades distintivas entre la Historia, como ciencia, y como asignatura. La ciencia aspira a investigar la evolución histórica de la sociedad, los hechos, lo fenómenos, los procesos, las causas y las regularidades, mientras que la asignatura Historia tiene como fin contribuir a la educación de los estudiantes por medio de la enseñanza de los contenidos históricos. El objeto de estudio de la ciencia histórica es el proceso histórico y el de la asignatura es el proceso mediante el cual el estudiante asimila la Historia para educarse.

Lo que se necesita entonces es que las clases de Historia sean dinámicas, que lo más importante no sea repetir y memorizar informaciones que nos ofrecen los libros de textos, muchas veces sin ser comprendidas, sin un sentido preciso y desligadas del interés de los estudiantes y de la realidad que los circunda. No puede ser una clase que solamente los estudiantes escuchen pasivamente al profesor sin emitir sus propios criterios y sin comunicarse entre sí. La clase que necesitamos debe caracterizarse por la participación activa-productora de todos sus miembros en el manejo y la construcción de los conocimientos, que emitan sus criterios propios, que razonen de forma lógica y lleguen a sus propias conclusiones. Los estudiantes deben ser los autores principales de su propio aprendizaje y los profesores deben ser guías inteligentes y oportunos para motivar, orientar y ayudar a los estudiantes en el desarrollo de su aprendizaje, de sus habilidades, de sus actitudes y en la formación de los valores. Quien no conozca con profundidad el contenido y el método histórico no puede ser un buen profesor de Historia.

La historia es una ciencia social y aun cuando se empleen métodos matemáticos, tiene que continuar con su esencia profundamente humana, teniendo presente la actuación de los hombres con sus emociones, sentimientos y condiciones de existencia.

Por eso, se considera que la historia:

  • Tiene como base los hechos y los fenómenos históricos en su concatenación dialéctica.

  • Es tiempo (pasado-presente- futuro).

  • Es espacio (sucede en un lugar geográfico determinado).

  • Tiene como protagonistas a los hombres en sociedad (expresión tanto de lo colectivo como de lo individual).

  • Es cambio, transformación y perfección.

  • Es la totalidad, lo global, por la diversidad de actividades humanas: económicas, políticas, sociales y culturales.

  • Es explicación, interpretación y comprensión.

  • Es esencia, expresada en elementos conceptuales, regularidades y leyes que conectan hechos, procesos y épocas históricas.

  • Es memoria reconstruida.

  • Es objetividad y a la vez compromiso de clase (Reyes González, 200: 78).

Enseñar Historia es construir una cultura que permita al sujeto social comprender el presente articulado al pasado de la sociedad a la que pertenece; es conocer la organización del mundo actual y las interrelaciones de los fenómenos sociales en el tiempo; vale decir que esta orientación responde a la intención formativa de una conciencia cívica, afirmada en el contexto de una educación política.

En este enfoque se inscribe Fontana (1982), quien afirma que los académicos asignan a la historia una doble función: como herramienta para el análisis de la sociedad y como recurso para el cambio de conciencia. De esta postura, deviene la consideración del conocimiento histórico, como una forma de concientización ciudadana, siendo esta visión legitimadora de los argumentos que favorecen su potencialidad formativa.

Un ejemplo que evidencian la influencia y las potencialidades de la historia, lo vemos en la gran personalidad histórica más significativa de la segunda mitad del siglo XX, Fidel Castro Ruz. Sus ideas de contenido histórico desarrolladas en sus discursos y documentos escritos, son fuentes del conocimiento histórico imprescindible para la enseñanza de la Historia.

Metodológicamente, los discursos de Fidel Castro constituyen un referente en cuanto al desarrollo de las habilidades en la enseñanza de la Historia, pues no se trata de asimilar mayor o menor cantidad de información histórica, sino que se utilice dicha información en la transformación de la realidad, para contribuir al desarrollo social.

En su discursiva Fidel crea una imagen vívida de los hechos, los héroes y los mártires; con sus palabras, dibuja los hechos, crea las circunstancias en que ocurrieron, los ambientes naturales como paisajes, clima, características del terreno o territorio en que se desarrollaron (Echeverría, 2003).

La presentación del material fáctico, como base para la formulación de argumentos implica sus valoraciones, juicios y deducciones acerca del acontecimiento o hecho que expone, puede ser utilizada para el cumplimiento de las funciones docentes y extradocentes.

En relación con el término de transformación social debemos hacer alusión a la gran personalidad de Augusto Comte, que fue pionero en desarrollar una teoría explicativa de las transformaciones sociales y dividió teóricamente el cambio en dos partes: dinámica social y estática social. Es considerado el creador del positivismo y de la sociología. Él planteó que los problemas sociales y morales han de ser analizados desde una perspectiva científica positiva, que se fundamente en la observación empírica de los fenómenos y que permita descubrir y explicar el comportamiento de los acontecimientos en términos de leyes universales susceptibles de ser utilizadas en provecho de la humanidad.

Las transformaciones sociales que se han producido en estos tiempos con la intervención del profesor son muchas. Es indudable el aporte que han realizado los profesores en la diaria tarea de socialización, marcando pautas culturales y morales, transmitiendo saberes, formando valores, desarrollando habilidades comunicativas y profesionales; además del efecto positivo que han ejercido en su propio nivel sociocultural y el de su entorno familiar.

En el transcurso del tiempo, se advierte que la actividad desarrollada por el profesor está íntimamente vinculada a la historia del país, partiendo de que, a inicios de la Revolución Cubana, la mayoría de la población era analfabeta y no tenían acceso a la educación, en la que los saberes era limitado en pocos hombres y mujeres, pero vemos cómo, gracias al programa revolucionario, una de las medidas que se llevó a cabo para erradicar el analfabetismo fue el desarrollo de la Campaña de Alfabetización a partir de 1960, declarándose Cuba territorio libre de analfabetismo en 1961.

En efecto, en nuestra sociedad se vienen produciendo, desde 1959, aceleradas transformaciones en el campo de la educación, la universalización y la gratuidad de la enseñanza, la atención a la educación de adultos, los elevados índices de escolarización y retención, el carácter obligatorio del nivel secundario, entre otras. Así, por ejemplo, Cuba era ya, en 1990, el único país de la región que había podido extender la educación secundaria, cubriendo casi el 100% de la población.

No obstante estos logros innegables, subsisten problemas que su erradicación debe conducir al perfeccionamiento del quehacer en esta área y, por supuesto, en el perfeccionamiento de los sustentos epistemológicos que abran espacio a la educación de jóvenes y adultos, siempre sobre el consenso de una educación en y para la vida y, por consiguiente, para el trabajo.

Se une a esta construcción del legado pedagógico, el hecho de que existen nuevas exigencias en la educación, por cuanto en los primeros años del siglo XXI, como expresiones concretas de la Tercera Revolución Educacional, al calor de la Batalla de Ideas, se han abierto otras modalidades educacionales, especialmente para jóvenes.

Ello ha exigido reformular estrategias educativas, reconstruir modos de actuación, e incluso regresar a las concepciones pedagógicas que sustentan estas transformaciones; y, con ello, la necesaria construcción y perfeccionamiento del sustento pedagógico. El educador tiene que estar preparado para atender las necesidades personales y sociales de los estudiantes, enfrentar y promover iniciativas para la solución de las contradicciones que se le presentan en su actividad. Por estas razones, la escuela debe desarrollar, en los estudiantes, un alto sentido de la responsabilidad individual y social, lograr que encuentre en su proceso de formación inicial, en su propio trabajo estudiantil, los mecanismos que estimulen su motivación intrínseca por la labor educativa.

La Historia debe dejar claro que hay futuro, y que precisamente hay futuro porque hay historia, hay esperanza porque hay historia. La historia tiene que pensar históricamente el futuro, es transformar, desde el presente, que no ocurran los grandes errores del pasado histórico de los hombres. “La aldea global que viene, sin la historia y las ciencias humanas, será el futuro de las cosas, jamás el futuro de los hombres” (Barros, 1996: 58).

El profesor de Historia que logre contribuir al desarrollo del pensamiento histórico y de la conciencia histórica de los estudiantes podrá incidir, en gran medida, en la transformación social que se requiera, a partir de que el estudiante, una vez que cuente con las herramientas necesarias del conocimiento pueda enfrentar los problemas del mundo actual.

Siempre y cuando se ayude al estudiante a tomar conciencia de sus propios valores, de su forma de actuar y relacionarse socialmente, de su práctica durante el transcurso de su vida, estaremos incidiendo en esa necesidad del logro de una formación ciudadana en el contexto que estamos viviendo.

También, si se propicia un espacio comunicativo, de intercambio y enriquecimiento durante el proceso de enseñanza-aprendizaje, en función de lograr una formación general integral y humanista en los estudiantes, estamos contribuyendo a la transformación social.

En eso, la educación cubana atesora significativos logros. Pero es indispensable continuar avanzando en aras del mejoramiento, para solucionar los problemas actuales y proyectarnos hacia el desarrollo futuro. Se impone hoy, como nunca antes, revitalizar los procesos de transformación, teniendo en cuenta los nuevos retos que dimanan de los escenarios globales y regionales, así como de nuestras realidades.

Por consiguiente, el cambio educativo constituye una necesidad del desarrollo de la educación cubana. Pero sabemos que todo cambio puede desencadenar temores y resistencias, por cuanto implica un proceso de desprendimientos progresivos que conducen a resignificar concepciones arraigadas, a modificar actitudes y prácticas consolidadas durante años y a la construcción de nuevas formas de enfrentar la labor que desempeñamos cotidianamente como educadores.

Resulta imprescindible, que toda la comunidad educativa escolar tenga una representación clara y orientadora de lo que se quiere lograr y de los caminos y las alternativas para alcanzarlo. De ello, precisamente, trata este trabajo con el anhelo de estimular la reflexión en torno a un sistema de categorías estrechamente vinculadas, como son la educación, el desarrollo y el proceso de enseñanza-aprendizaje desarrollador. Estas categorías, constituyen el punto de partida para comprender la necesidad del cambio educativo en las escuelas de hoy, así como el contenido de las transformaciones, la finalidad última del proceso y las estrategias para llevarlo a la práctica.

El profesor de Historia debe ser un educador y un comunicador social, para que los estudiantes puedan desarrollar políticas sociales, las que deben ir en dirección de la justicia social y se puedan transformar para el logro pleno de una sociedad justa. El proceso de transformación y modificación debe ser pleno y consciente. Por tanto, debemos repensar a toda la sociedad y generar una gran transformación, lo que se ajusta y complementa con la Historia, siendo una ciencia social que modifica y transforma la realidad. El aprendizaje es un proceso complejo que no solo abarca conocimientos, sino también la comprensión y la asunción de valores, actitudes y comportamientos.

Los estudiantes comparten normas, ritos, creencias y hábitos de conducta, que determinan sus relaciones interpersonales y las dinámicas grupales que se generan.

El profesor de Historia, en sus clases, debe ofrecer oportunidades para el desarrollo de la personalidad social del estudiante. La convivencia es un proceso que favorece las relaciones interpersonales, pero que puede generar conflictos entre personas y grupos. El conflicto es algo natural que resulta de la diversidad de valores, opiniones, intereses y necesidades que se generan en cualquier grupo humano. La clave del conflicto no está en sí mismo, sino en cómo se gestiona y se resuelve.

CONCLUSIONES

El profesor de Historia debe promover la reflexión crítica, la valoración de hechos, personalidades, ideas, la solución de problemas, desarrollar actividades implicativas, de empatía histórica, resignificación que favorezca la autorregulación basada en el intercambio de ideas, criterios, para así influir en la transformación social. Debe ser flexible a las realidades individuales de cada estudiante y de cada familia, a partir de la realización de un diagnóstico participativo y constante, debe tener una visión del futuro que deseamos como profesores de Historia.

La historia que se debe enseñar debe abarcar la actividad social, promover el desarrollo de una fuerte vocación humanista de aceptación del otro a partir de conocer la historia de los hombres comunes, las grandes personalidades, historias de familias, historia de la localidad, de la nación y el universo. Es una prioridad en los momentos actuales porque contribuye, al crecimiento de la personalidad, al desarrollo de un pensamiento histórico lógico que te permite conocer el pasado para entender el presente y transformar el futuro.

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Recibido: Noviembre de 2017; Aprobado: Abril de 2018

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