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Varona. Revista Científico Metodológica

versión impresa ISSN 0864-196Xversión On-line ISSN 1992-8238

Varona  no.69 La Habana jul.-dic. 2019  Epub 01-Dic-2019

 

Artículo original

En torno al placer de leer

Around the pleasure of reading

Olga Cristina Pedroso Caraballo1  * 

1 Asesora Oficina SCM. Palacio de la Revolución. Cuba.

RESUMEN

La lectura es una de las principales vías de acceso a la cultura, contribuye a un mayor desarrollo de las habilidades comunicativas, dominio del vocabulario y la ortografía; ejerce gran influencia en los sentimientos, las emociones y la imaginación. Los libros son una vía para adquirir, para renovar y para enriquecer conocimientos; un medio de educación permanente, el crecimiento vertiginoso y el volumen de información del mundo contemporáneo que se obtiene con el surgimiento de las nuevas tecnologías, no han disminuido su atractivo. No existen indicadores que permitan medir quién es lector y quién no, pero hablamos de un “lector” cuando se mantiene una relación estable con los libros, cuando hay vicio de lectura. Una extensa bibliografía relaciona formas y actividades para desarrollar una estrategia en diferentes ámbitos. Como resultado de ello y de experiencias prácticas, en este artículo se propone algunas acciones para lograr que se produzca una necesidad por la lectura, ese placer irrenunciable.

Palabras clave: lectura; libro; cultura; educación; maestro

ABSTRACT

Reading is one of the main ways of access to culture, contributes to a greater development of communication skills, mastery of vocabulary and spelling; exerts great influence on feelings, emotion, imagination and all psychic processes. Books are a way to acquire, renew and enrich knowledge. The vertiginous growth and the volume of information of the contemporary world that is obtained with the emergence of new technologies have not diminished their attractiveness. There are no indicators to measure who is a reader and who is not, but we speak of a “reader” when there is a constant relationship with books, when there is a vice of reading. However, it is not always achieved in many children, young and adults. The objective of this work is to present some opinions of specialists on the act of reading and the need for interest in reading. It argues numerous reasons with respect to the importance given to reading and the need to achieve a strong motivation for this activity in the individual from the earliest ages and proposed actions to awaken interest in reading, that could be done in schools.

Keywords: reading; book; culture; educations; teacher

INTRODUCCIÓN

Todos los seres humanos reciben la influencia del medio en el que se desarrollan y atraviesan por diferentes fases que contribuyen a la formación de su personalidad como individuos Sin embargo, otros elementos no menos importantes como el desarrollo tecnológico, los cambios políticos y económicos, los medios puestos al servicio del hombre y la automatización de algunos procesos, también ejercen una notable influencia en la formación del individuo y la escuela juega un rol primordial al brindar una atención particularizada a cada sujeto, para lograr su adecuada inserción en la sociedad, en correspondencia con la época, con sus posibilidades, con sus intereses y sus responsabilidades sociales.

Las escuelas son las instituciones sociales claves para satisfacer las necesidades educativas, así como también para la trasmisión del legado histórico-cultural, y su premisa más importante es la preparación de los ciudadanos para la vida y para sumir una actitud formadora en el presente que les ha tocado vivir y en el futuro.

En las escuelas se educa a partir de la formación que se trae de las distintas familias de procedencia y se forman hábitos, pero estos para formarse requieren de días, meses e incluso años y se manifiestan después de una larga práctica. A tal afirmación no escapa la formación del hábito de lectura.

El término “hábito de la lectura” comprende las mismas condiciones que se dan en toda formación psicológica, pues el acto de leer moviliza procesos intelectuales, volitivos, y afectivos, o sea, es un fenómeno complejo que implica desarrollo de capacidades y habilidades, intereses y motivaciones, en cuya formación han de tenerse en cuenta las características de las distintas edades, las fases o momentos de desarrollo de los niños, para lograr que la lectura llegue a ser voluntaria y su práctica sistemática llegue a constituir, de hecho, un hábito. Se argumentan numerosas razones con respecto a la importancia que se concede a la lectura y a la necesidad de lograr una fuerte motivación por esta actividad en el individuo desde las edades más tempranas, por lo que representa en la formación intelectual, ética y estética. Este artículo tiene el objetivo de exponer criterios de especialistas sobre el acto de leer y proponer acciones para despertar el interés por la lectura, dado el conocimiento que se ha obtenido por diversas vías de los problemas que se están afrontando con los estudiantes de distintas edades sobre los hábitos de lectura y la preparación de los maestros y profesores para enfrentar esta situación. Los métodos empleados fueron del nivel teórico: análisis-síntesis y inducción-deducción y del nivel empírico: observación, encuesta y análisis documental.

DESARROLLO

Bienvenida sea la fiesta del libro, pero tras la celebración anual, el convite a la fiesta no puede caer en zona de silencio

(Pogolotti, 2019: 3)

En la compilación de artículos que hace la Dra Leticia Rodríguez, publicado por la Editorial Gente Nueva, bajo el título Leer en el siglo xxi, la argentina Débora Wainschenker expone interesantes criterios de varios especialistas sobre la referencia de qué es leer, algunos de los cuales se relacionan a continuación:

  • La reconstrucción de eventos que están detrás de los símbolos (Korzybsi).

  • El proceso central del pensamiento por medio del cual el significado se ha puesto en los símbolos que aparecen en la página escrita (Gray).

  • Una interacción entre el lector y el mensaje escrito a través del cual el lector llega a construir el mensaje del escritor (Goodman).

  • Un proceso de interacción entre el lector y el texto, proceso mediante el cual el primero intenta satisfacer los objetivos que guían su lectura (Isabel Solé).

Los móviles para leer pueden ser múltiples, en su búsqueda se atribuyen a la familia y a la escuela papeles relevantes, de ahí que ante un adulto que rara vez toma en sus manos un libro o un docente que no sea mediador entre un estudiante y un libro se cuestione el desempeño de la escuela y la familia como promotores para formar buenos lectores. Al respecto la Dra Leticia Rodríguez declara: “La formación de un lector comienza desde las primeras conversaciones, de la madre con su hijo todavía en el vientre […] después viene la escuela sin embargo […] cualquier mecanismo falla si no cuenta con ese docente inspirador con su ejemplo del abordaje a las más disímiles lecturas” (Rodríguez, 2016: 9).

Sobre las ventajas de realizar con frecuencia el acto de leer Maggie refiere: “la lectura frecuente e intensa no solo contribuye sino que constituye el modo más idóneo, el ejercicio ideal que culmina en un correcto, creativo y rico dominio de la lengua” (Maggie, 1996), de igual modo se llega a la conclusión de que los estudiantes hablan y escriben cada vez peor porque leen poco. Cabría preguntarse cuáles son las causas que contribuyen a la falta de interés por la lectura en los niños y jóvenes. Al respecto la destacada pedagoga cubana Dra. Leticia Rodríguez señala: “Muchos asocian el desarrollo de la capacidad de la lectura y particularmente el interés por ella, con la manera en que se aprendió a leer y escribir, ese sigue siendo, tal vez, el momento más importante en la vida de todo estudiante” (Rodríguez, 2007: 7).

Es frecuente que algunas personas no lean porque no saben leer bien, no se les ha orientado debidamente hacia un fin, no logran con fluidez la decodificación de los signos lingüísticos y caen, por la trampa del menor esfuerzo, en otros medios de entretenimiento (el video, los juegos electrónicos o la lectura “chatarra”). Si hay dificultad en el dominio de los aspectos técnicos se alejan del libro, pues el cine, la radio, la televisión, el video, los juegos electrónicos, le proporcionan placer con un mínimo de trabajo. Recae en este caso también en el maestro la responsabilidad de accionar sobre los escolares para perfeccionar su lectura y que las dificultades de carácter técnico no impidan el acceso al material impreso.

En este sentido es muy importante también el trabajo por el conocimiento del idioma y el uso del diccionario; al leer se encuentran palabras cuyo significado se desconoce y hay que acudir al diccionario, lo cual favorece el conocimiento de nuevos vocablos y por consiguiente aumenta el vocabulario del lector; dado que “un buen libro emplea de manera enriquecedora el lenguaje y la imaginación” (Rodríguez, 2016: 8).

Al leer un libro se deben tener en cuenta determinados elementos que no constituyen habilidades como son: el estado de ánimo y el saber acumulado por la experiencia; estos elementos permiten establecer una relación cómplice con el texto y aportan al lector un mayor disfrute de la lectura y también un mayor aprendizaje.

Las obras literarias son el resultado de experiencias quienes la han vivido, desean vivir o que se han inventado; en todos los casos hay un reflejo artístico de la realidad que se presenta ante el lector enriquecida, lo penetra, toca su sensibilidad, despierta su curiosidad, fortalece su aprendizaje sobre temas diversos o sencillamente lo transporta a otro mundo y cuando el lector se encuentra en el protagonista, la obra resulta ya inolvidable, lo convierte en libro de cabecera, recurrente en momentos de dolor o de soledad, pero si no hay identificación, aunque sea mínima, se produce el rechazo.

El colombiano Fernando Cruz refiere el criterio que “Para que la lectura y los libros produzcan los efectos que soñamos se requiere como fundamento de primer paso, la educación en los sentimientos […] el esfuerzo sostenido de educar en los buenos sentimientos […] hay que mantenerlo. Cada vez que nazca un niño hay que empezar de nuevo trayéndolo a la humanidad” (Rodríguez, 2016).

¿Cómo despertar el interés por la lectura, cómo lograr el acercamiento a los libros?

“Con la necesaria paciencia es posible lograr que de lecturas bien conducidas se consoliden sentimientos humanistas” (Rodríguez, 2016: 10). El trabajo ha de comenzar desde las primeras edades, coincidimos con Sánchez cuando expresa: “estimulemos el hábito de lectura y la capacidad de asombro ¿desde cuándo no dormimos a nuestros hijos leyéndole un cuento? [...] o preferimos que se duerman con el celular entre las manos […] devolvamos siempre a nuestros hijos el país de los asombros y los poderes de la imaginación” (Sánchez, 2018: 6).

La labor que se desarrolla en Cuba en torno a la lectura es ardua: Feria del Libro, Lecturas Frente al Mar, Libros en Movimiento, Talleres de Lectura, Sábado del Libro, Jornadas por el Día del Bibliotecario y más recientemente el VIII Coloquio del Bibliotecario, entre otras, para lograr el espontaneísmo, el enamoramiento por la lectura, sin embargo, se considera que no son suficientes los índices que se alcanzan y este es un problema a resolver por la escuela, la familia, los medios de comunicación, entre otros actores.

En la actualidad existen 3 328 asociados en la Asociación Cubana de Bibliotecarios (ASCUBI), quienes “son flotadores en el amplio mar de información que sacude a la sociedad moderna” (Alentado y Alonso, 2018: 6) su función va mucho más allá de conservar libros.

“Un buen bibliotecario asume el papel del maestro, asesora la búsqueda de datos para los trabajos de curso, para evitar que los padres suplanten a los hijos en la realización de tareas […]. Trabajé diez años en la biblioteca, fui extraordinariamente feliz. Compartí la pasión de iniciar en el disfrute de la lectura […] con los poetas Eliseo Diego, Fina García Marruz, y Cintio Vitier” (Pogolotti, 2019: 3).

En la escuela el bibliotecario y el maestro juegan papeles protagónicos mediante el desarrollo de un trabajo planificado, organizado y sistemático, nunca dejado a la espontaneidad, llevando a cabo acciones encaminadas a fomentar el interés por materiales diversos de lectura, con la orientación sistemática a un colectivo de escolares, los lectores potenciales, sobre qué leer. Ambos han de esforzarse por saber a fondo qué les gustaría leer a los niños, no solo como tendencia colectiva de un determinado grupo de edad, sino también a nivel individual y en qué grado han desarrollado sus habilidades y capacidades lectoras.

“En la batalla por conquistar nuevos lectores, ciudadanos activos, bien informados, motivados por la curiosidad y el hambre de conocimientos, dotados de espíritu crítico, capaces de escapar a la manipulación mediática y al imán seductor de la tontería, se impone la necesidad de concretar las políticas culturales en encadenamientos productivos y eficaces con la participación de todos los factores que dinamizan la vida” (Pogolotti, 2019: 3).

En todos los eventos de lectura, de una manera u otra, los trabajos presentados han aludido a la necesidad de una estrategia para incentivar la lectura de los escolares en la escuela y en el aula, debe ser concebida colectivamente: director, bibliotecario, maestro y familia, o sea, concebir el modo de abordaje, el camino a transitar, las vías a utilizar para que se produzca el acercamiento y el encuentro final del escolar con el libro, porque la lectura por placer se contagia.

Por consiguiente se requiere un maestro que lea, pero además que esté interesado, informado, preparado y provisto de libros: que sepa recomendar el libro adecuado para el niño que lo requiera en el momento justo. No se debe olvidar que muchas personas no leen porque sus primeras lecturas resultaron experiencias frustrantes. El entorno escolar tiene la responsabilidad de accionar para corregir las deficiencias de los escolares en la lectura, lo que no significa que se desvincule del trabajo que ha de desarrollar la familia para apoyar y contribuir al logro de resultados exitosos y que puedan vencerse las dificultades de carácter técnico.

¿Cuáles son los puntos de partida teóricos que sustentan la promoción de la lectura en la escuela?

La formación de lectores es más efectiva si en lugar de la improvisación y la espontaneidad se parte de concepciones científicas, que se han acumulado como un valioso caudal de experiencias realizadas por educadores del mundo entero, recogidas en una bibliografía cada vez más numerosa.

Una apretada síntesis de esas ideas que han resistido la prueba de la práctica y del tiempo son:

  • La importancia de que el educador sea plenamente consciente del imprescindible papel de la lectura para la formación integral del ser humano y de que sea un lector entrenado y sensible, capaz de contagiar el hábito de leer con su ejemplo personal.

  • Un elemento básico de esa preparación del docente lo constituye el conocimiento de la literatura infantil y juvenil nacional y universal, pues la inmensa mayoría de las personas desarrollan la necesidad de la lectura solo si entran en contacto, desde las edades más tempranas, con ese fascinante terreno de las letras.

  • La necesidad de conocer profundamente los intereses, habilidades y capacidades de los potenciales lectores.

Se está de acuerdo con Pogolotti cuando plantea que:

“La lectura tiene que convertirse en un hábito desde las primeras edades. Contra la modorra, el acomodamiento al uso de resúmenes simplistas, el empleo fraudulento del corta y pega, acicatea la búsqueda de la verdad, desarrolla la capacidad de concentración e impulsa la imaginación creadora. No puede concebirse una sociedad del conocimiento y una respuesta adecuada a las demandas de innovación científica, prescindiendo de esas cualidades. Subestimados por muchos, el arte y la literatura alientan la facultad de soñar. Los sueños preceden la búsqueda de soluciones” (Pogolotti, 2019: 3).

Existen numerosas periodizaciones del desarrollo de los intereses de lectura durante la infancia y la adolescencia. En Cuba es muy conocida la elaborada a comienzos del siglo xx por la norteamericana Catherine Dunlap-Cather, de la que se ha extrapolado a otras manifestaciones literarias lo que ella circunscribía a la narración de cuentos.

Al margen de terminologías específicas de uno u otro autor parece haber consenso en que las fases en la evolución de los intereses literarios, tomando como base la agrupación por edades, con carácter solo indicativo y flexible son:

  • De dos a cuatro o cinco años: se interesan, generalmente, por escuchar la lectura de los cuentos con elementos cotidianos y repeticiones; las poesías de acentuado ritmo, con juegos de palabras, motivos humorísticos o fuerte emotividad. Todas las edades deben considerarse aproximadamente, es posible realizar subagrupaciones, pues a un niño de dos años y medio no le interesa exactamente lo mismo que a uno de cinco.

  • De seis a ocho o nueve años: predomina el gusto por las narraciones maravillosas como los inmortales, cuentos de hadas, por las historietas, por la poesía de exaltación patriótica apropiada para la recitación pública y por las revistas concebidas especialmente para esta etapa de la vida.

  • De nueve a once o doce años: sin que se abandonen del todo las preferencias anteriores se manifiesta una orientación hacia los relatos de orientación realista y los textos de divulgación científica, histórica, deportiva y cultural.

  • De doce a catorce o quince años: coincide con el inicio de la adolescencia. Las preferencias de los dos sexos tienden a diversificarse e incluye la actual ciencia-ficción, la novela policíaca, la moderna narrativa fantástica, los escritos que revelan la vertiginosa revolución científico-técnica de nuestro tiempo. Es más frecuente en las muchachas la narrativa y la lírica de temática amorosas.

  • De quince a dieciocho años aproximadamente: fase de maduración, en esta se consolida el hábito de la lectura y se produce el contacto pleno con toda la literatura y las diversas expresiones de textos no literarios. Interesa especialmente, por razones obvias, la escritura, en libros y revistas, acerca de la temática juvenil.

El acto de leer por placer: “[…] no soporta el imperativo. Aversión que comparte con otros verbos: el verbo amar o el verbo soñar” (Pennac, 1996: 11). Si el niño o el joven lee es porque pretende repetir una experiencia que le resulta motivadora, que le ocasiona placer. Tal afirmación debe entenderse dialécticamente, como un proceso susceptible de paulatino enriquecimiento, como una espiral de maduración espiritual, de crecimiento humano, que no se libra de retrocesos o contradicciones, es decir, debe lograrse el paso desde la satisfacción del interés más o menos transitorio, digamos, de la lectura sobre perros porque tales animales le apasionan, hasta el surgimiento de necesidades estables y diversas.

Se precisa garantizar que al lector principiante le guste e interese realmente leer, y descubrir ese placer depende, en gran medida, del modo en que se ha abordado la lectura en la primera etapa, para desear practicarla, continuarla y renovarla como algo irrenunciable, que no tiene sustituto. Tiene la escuela la función preponderante de lograr que ese aprendizaje “cautive”. Muchos principiantes, a medida que avanzan, se sienten atacados por la “fiebre” de la lectura: quieren leerlo todo, quieren poseer cuanto libro ven, comienzan a confiar en el libro como medio de descubrimiento de todo lo que les interesa. Sin embargo, además de dotar a los jóvenes de las técnicas y mecanismos para descifrar los signos gráficos, no puede perderse de vista el objetivo primordial de comprender lo que se lee para lograr amor por la lectura.

A partir de un diagnóstico de los fondos bibliográficos, de la situación de lectura de los docentes y de los escolares con los que se va a interactuar, de sus familias y la comunidad, han de seleccionarse cuidadosamente los métodos y procedimientos que deben aplicarse. De manera que al concebir la estrategia de promoción de lectura se tengan en cuenta:

  • El diseño a partir del objetivo.

  • El diagnóstico.

  • La programación de actividades por etapas o períodos escolares.

  • La planificación y ejecución, control y evaluación de las actividades, según el programa.

  • La selección y aplicación de procedimientos y técnicas de animación a la lectura.

  • El control y la evaluación de la estrategia en general

Es imprescindible que el maestro lea la obra previamente para decidir las acciones que puede desarrollar, pues está en él “determinar” las más eficaces para propiciar el interés por la lectura según las características individuales y grupales; tener en cuenta en su quehacer diario a favor de la lectura contribuya al autodescubrimiento al aprendizaje significativo, que involucra al individuo y sus sentimientos, lo cual conlleva a que ocurra un cambio en su conducta. Es necesario establecer la comparación con la televisión y todas las modernas técnicas de entretenimiento actual, que van ganado terreno y muchas veces conducen a la formación de valores negativos, demostrar las ventajas de leer.

Muchos especialistas de habla hispana han abordado en disímiles ocasiones el tema de cómo despertar el interés por la lectura, Leticia Rodríguez, Georgina Arias, Beatriz Maggie, Juan Ramón Montaño, por citar algunos. Se ofrece un compendio de sugerencias, enriquecido con resultados de investigaciones sobre el tema y actividades prácticas de docentes de vasta experiencia en la aplicación de acciones de promoción para desarrollar a nivel de escuela o municipio:

  • Creación del “Rincón del libro”, “Rincón de la lectura” o “Mini-biblioteca” (inicio de curso): un espacio con materiales de lectura a la vista, que permita el manejo por los jóvenes del mayor número posible de libros, la convivencia con ellos, su exploración en cuanto a formato, cubierta, ilustraciones, peso, color, volumen, textura, letra y otras características específicas como título, tema, autor, editorial, extensión, entre otras.

  • Transformación del local de clases en sala de lectura, con momentos formales e informales dedicados a leer: entre turnos, durante el recreo, al terminar una tarea.

  • Práctica de distintos tipos de lectura: en silencio, oral, dramatizada y creadora.

  • Fomento de la biblioteca personal del alumno (durante todo el curso): incremento mediante el regalo de libros como premio y estímulo a los mejores lectores o por cualquier otro motivo y desarrollo de expoventas en la escuela.

  • Fomento de la visita espontánea a la biblioteca escolar (durante todo el curso): coordinación de actividades con la bibliotecaria del centro, asignación de tareas de investigación y de búsqueda bibliográfica, y orientación de la lectura de un libro

  • Visitas a librerías de la localidad (por períodos): previa coordinación con librerías, preparar posibles preguntas a realizar por los estudiantes: ¿qué títulos hay en existencia? ¿cuáles autores son más demandados?, ¿cuáles han sido los títulos más vendidos?, preferencias de lectura de los lectores, entre otras.

  • Visitas a ferias, exposiciones y presentaciones de libros (como mínimo, una en el curso): trabajo previo de divulgación: fecha, hora y lugar. Comentario de las novedades editoriales, exhibición de carteleras con los nuevos títulos que se pueden adquirir. Estas actividades pueden hacerse por el bibliotecario.

  • Entrevistas a autores o investigadores sobre autores fallecidos (como mínimo una en el curso): trabajo previo con datos de su vida y obra.

  • Encuentro con ilustradores (como mínimo una en el curso): el invitado puede realizar actividades como:

  • Coordinación con dibujantes, profesionales o no, con alumnos de otros grupos y grados que dibujarán en presencia de los jóvenes lo que estos le piden, a partir de la lectura.

  • Los alumnos relatan una historia colectiva y luego piensan en tres escenas básicas con que pudiera ilustrarse ese relato. Dividir a los estudiantes en grupos y que estos hagan las ilustraciones propuestas.

  • Actividades con jóvenes de la propia escuela u otros centros que sean buenos dibujantes y a partir de contarle escenas de un libro puedan dibujar.

  • Establecimiento de “correspondencia literaria” (desde inicio del curso): envío de cartas o mensajes de texto a estudiantes de otras escuelas o de la suya propia: de su provincia, de su país o de otros países (recomendar o comentar libros), también con autores e ilustradores, y con casas editoriales especializadas en literatura juvenil.

  • Crear actividades donde participen editoriales que puedan vender o promocionar libros.

  • Conmemoración del Día del Libro Cubano y el Día Mundial del Libro: desarrollo de la Jornada del Libro desde el 31 de marzo al 2 de abril (creación de la Imprenta Nacional y natalicio de Hans Christian Andersen, respectivamente) y celebrar el 23 de abril, Día del Idioma.

  • Visitas de familiares al aula (como mínimo una vez en el curso): conversatorio sobre sus libros favoritos. Montaje de exposiciones con libros “especiales” de las familias o sugeridos por la bibliotecaria.

  • Diagnóstico y exhibición de películas, documentales, animados (como mínimo una vez en el año): selección de materiales fílmicos relacionados con obras de la literatura para niños para visionarlas, establecer las relaciones y comentarlas.

  • Concurso de redacción sobre libros inolvidables: “Mi libro preferido, “El libro que no olvido”, “Yo recuerdo ese libro porque…”.

  • Premiar al mejor lector del curso, según referencias del bibliotecario y profesor guía.

  • Reconocimiento del Consejo de Dirección en reunión de padres, en matutinos, al mejor lector.

  • Donaciones o intercambios de libros (entre alumnos, entre grupos, entre grados, entre centros), previa presentación por los donantes.

  • Trabajos investigativos en torno a una temática relacionada con una lectura (sobre una profesión u oficio, información previa a la lectura).

Las acciones propuestas requieren de un trabajo en el aula que lleve al contacto directo del joven con el material de lectura y con el maestro como mediador.

Estas acciones, que se califican como técnicas de animación, pueden ser realizadas previas a la orientación de la lectura, posteriores o realizadas durante la lectura y ser aplicadas en el horario docente o no, previa coordinación con la bibliotecaria. Es conveniente que se realizara al menos una técnica cada semana, de manera que durante el curso el alumno haya podido disfrutar de un número considerable de títulos.

Es muy importante vincular el contenido de los libros leídos con sus vivencias, no debe olvidarse que la lectura prepara para la vida.

La efectividad real de la estrategia se constata mediante el método de observación científica, registrando la conducta sistemática de los escolares con relación al libro y la lectura a partir de indicadores como:

  • Si emplean diccionarios y demuestran aumento de vocabulario.

  • Si traen al aula otros libros que no sean los de texto.

  • Si comparten sus vivencias de lecturas.

  • Si leen espontáneamente en su tiempo libre.

  • Si aumenta el número de lectores espontáneos en la biblioteca del centro.

  • Si el préstamo externo en la biblioteca se incrementa.

CONCLUSIONES

El análisis realizado a partir de la bibliografía consultada y los resultados alcanzados en la práctica, permite arribar a varias conclusiones.

Según estudios realizados por la Unesco, las estadísticas de los índices de lectura en la etapa de la adolescencia, en la casi totalidad de los países, resultan alarmantes. En Cuba, aunque no existen estudios a gran nivel de esta problemática, se evidencia que existe un incremento del hábito de lectura en la población, pero se constata, por diferentes vías, que aún los resultados son insatisfactorios.

Los egresados de los diferentes niveles de enseñanza presentan limitaciones en este sentido, lo que obedece al insuficiente trabajo de los diferentes factores involucrados en esta tarea, fundamentalmente al trabajo de la escuela y a la falta de hábito de lectura de los docentes.

El interés por la lectura no es innato ni se desarrolla de manera espontánea, sino que es el resultado de un trabajo orientado y sistemático desde las edades más tempranas.

Para lograr el fomento de la lectura se requiere de un sistema de influencias en el cual la escuela y el maestro desempeñan un papel fundamental.

En la escuela, en general, y en las aulas, en particular, debe existir un “proyecto” de promoción y animación de la lectura para lo cual los maestros deben estar debidamente preparados.

La formación y la superación de los maestros deben contemplar su preparación como promotores de lectura y su actualización constante con relación al trabajo desde el aula.

Es necesario un trabajo armónico y coordinado entre todos los factores para lograr resultados efectivos en relación con la promoción de la lectura. En el sector rural este trabajo se debe hacer atendiendo a las características de las diferentes zonas y a los recursos materiales y humanos de que se dispone.

Por otra parte, se hace necesario enfatizar en la necesidad de:

  • Divulgar, por todos los medios posibles, la importancia de la lectura en el logro de una cultura general integral y desarrollar un trabajo sistemático dirigido en este sentido.

  • Ubicar en las aulas libros cuyas temáticas se correspondan con los intereses de los jóvenes y sus edades.

  • Diseñar en las escuelas, a manera de “proyecto”, una estrategia de promoción y animación a la lectura donde ocupe un lugar destacado la labor de la bibliotecaria, e igualmente en cada aula del centro, donde el maestro asuma un papel protagónico en la formación de una conducta lectora en sus alumnos.

  • Realizar un trabajo sistemático con las familias para que estas puedan constituir un apoyo en la formación lectora de los adolescentes.

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Recibido: 01 de Junio de 2019; Aprobado: 01 de Julio de 2019

*Autor para la correspondencia: opedroso@cecm.cu

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