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Varona. Revista Científico Metodológica

versão impressa ISSN 0864-196Xversão On-line ISSN 1992-8238

Varona  no.71 La Habana jul.-dez. 2020  Epub 01-Fev-2021

 

Artículo original

Algunas consideraciones sobre el desarrollo humano en la tercera edad

Some considerations on human development in theelderly

Lisbet Aragonés Lafita1  * 
http://orcid.org/0000-0003-2081-5859

Celia Yunek Prado Laffita1 
http://orcid.org/0000-0001-8455-1464

1 Facultad de Educación Infantil. Universidad de Ciencias Pedagógicas Enrique José Varona, La Habana, Cuba

RESUMEN

El desarrollo humano se basa principalmente en los cambios que se experimentan desde el momento del nacimiento, los cuales permiten que las personas se desarrollen y que convivan con el medio que les rodea. En este artículo se realiza un análisis de las características físicas, psicológicas y sociales de los adultos mayores que constituyen potencialidades para su formación. En tal sentido se revela que el ser humano se encuentra en constante desarrollo. Los métodos utilizados fueron teóricos y empíricos a partir de la aplicación de una estrategia educativa dirigida a adultos mayores que permitieron corroborar los estudios teóricos.

Palabras claves: adulto mayor; desarrollo humano; potencialidades

ABSTRAT

Human development is based on the changes that are experienced from the moment of birth, which allow people to develop and live with the environment that surrounds them. In the present article an analysis of the physical characteristics is carried out. In the present article, an analysis of the physical, psychological and social characteristics of the elderly who constitute potentialities for their formation is carried out. In this sense it is revealed that the human being is in constant development. The methods used were theoretical and empirical based on an educational strategy, aimed at older adults that allowed to corroborate the theoretical studies.

Keywords: Older adult; human development; potentialities

INTRODUCCIÓN

El ser humano nace individuo y deviene personalidad. Al nacer viene al mundo con un conjunto de condiciones neurofisiológicas aportadas genéticamente y como resultado de las influencias del desarrollo filogenético y ontogenético y de la interrelación con el medio social se va desarrollando en él, a la persona, adquiriendo de este modo rasgos y cualidades distintivas que lo caracterizarán en el futuro.

El desarrollo humano se basa principalmente en los cambios que se experimentan desde el momento del nacimiento, los que permiten que las personas se desarrollen y convivan con el medio que les rodea.

En las fases o etapas que tiene el ser humano se desarrolla y desenvuelve como persona cada quien con sus ideas y costumbres y metas proyectadas.

Cada etapa o fase de la vida tiene sus particularidades y al llegar a la adultez mayor o la tercera edad se han alcanzado y acumulado un grupo de saberes, habilidades, capacidades que van paulatinamente desapareciendo, pero un grupo de cualidades tanto personales y socioculturales aún pueden constituir fortalezas en la vida de estos individuos, los que enfrentan una nueva etapa en sus vidas.

El objetivo de este trabajo es profundizar en algunos rasgos característicos de los adultos mayores que nos hacen pensar que aún son vitales para la sociedad.

DESARROLLO

Los adultos mayores viven una etapa del ciclo de la vida llamada tercera edad, que es un término utilizado para enmarcar un momento histórico de la vida de los seres humanos. Surgió en Francia, acuñado por Huet en 1950, quien fuera uno de los iniciadores de la gerontología en ese país.

Resulta interesante observar que en sus inicios no se refería a una edad determinada, sino que se aplicaba al sector de población que estaba jubilado o pensionado, que se consideraba de baja productividad y bajo consumo o poca o nula actividad laboral; más tarde el concepto se precisó, constriñéndose a una situación laboral y a una edad determinada y refiriéndose así solamente a pensionados y jubilados de 60 años y más (Mier, 2006).

Esta definición ha tenido una fuerte influencia sobre lo que significa alcanzar la sexta década, colocando a este grupo poblacional como sujetos pasivos, como una carga económica y social.

Sin embargo, debido al creciente aumento de la población en edad avanzada que continúa con una vida activa independientemente de su edad y de la jubilación, en la actualidad hay una tendencia a una mirada más positiva y realista sobre lo que representa el envejecimiento.

Existen diferentes posturas para definir los períodos o etapas de la vida. Según Tamer: “la división de la vida en fases o etapas es un tema discutible si se concibe la existencia del hombre como un continuum, un transcurrir sin cortes artificiales” (Tamer, 1995: 15). En la actualidad son utilizadas distintas definiciones sobre este concepto genérico de edad lo que permiten dividir las diferentes etapas:

  • Edad psicológica: la capacidad de adaptación que una persona manifiesta ante las distintas situaciones que la vida le depara.

  • Edad funcional: la capacidad que la persona manifiesta para adaptarse a los distintos cambios estructurales como los históricos, que cada sociedad demanda de la persona.

  • Edad social: los roles y hábitos sociales que la persona es capaz de asumir en relación con el término medio de su contexto, con los que desempeñan otros miembros de su grupo social y los que pudiera asumir de estos en un momento dado.

  • Edad cronológica: se relaciona con el número de años cumplidos.

  • Edad biológica: se acompaña de elementos que miden la capacidad funcional de los sistemas vitales cuya situación limita o prolonga el ciclo de vida.

Una de las características que poseen los adultos mayores y que influyen en las generaciones posteriores es la de ser transmisores por excelencia de valores que a su vez forman parte de su identidad.

En este sentido se puede encontrar que los estudiosos del tema para referirse a este grupo de personas utilizan el término adulto mayor, por lo que indistintamente se pueden encontrar ambas denominaciones.

Referido a la terminología adulto mayor es definida por Padilla “como las personas mayores de edad” (Padilla, 2002: 12). Esta terminología surge en abril de 1994. La Organización Panamericana de la Salud, filial de la Organización Mundial de la Salud, decidió emplear el término adulto mayor. La edad de 65 o más años ha sido tradicionalmente usada para definir el comienzo de la vejez en estudios demográficos y gerontológicos, principalmente porque en muchos países es utilizada por los sistemas de pensiones para empezar a otorgar beneficios.

Como se puede apreciar en ambas definiciones solo varía el rango donde comienza la edad cronológica para su determinación, aspecto que varía en correspondencia con las características sociodemográficas de los países en correspondencia con los índices de natalidad y esperanza de vida.

A los efectos de esta investigación se hace necesario definir la categoría adulto mayor a partir del establecimiento de indicadores que facilitan la comprensión de la magnitud de su naturaleza, como son su capacidad de adaptación, el rol de abuelos, su estado vital y la capacidad para transmitir experiencias.

Teniendo en cuenta estos elementos y como parte de una investigación realizada sobre potencialidades para el trabajo con la primera infancia Aragonés define al adulto mayor como “la persona de la tercera edad, en capacidad vital y social para transmitir vivencias, saberes y valores a la primera infancia en el desempeño de su rol como abuelo, ya sea por relaciones consanguíneas o no” (Aragonés, 2016).

Innegable son los beneficios y las potencialidades que tienen y pueden brindar los adultos mayores a las generaciones que le preceden y en especial a la primera infancia partiendo de las características que poseen y a los lazos afectivos que los unen, aspecto que por su importancia debe ser introducido en el currículo de formación de los educadores.

A partir de los elementos señalados se puede concluir considerando que todos los individuos poseemos potencialidades y que se desarrollan en correspondencia con la historia de vida de cada individuo.

Los adultos mayores también poseen potencialidades que se han adquirido en el transcurso de su existencia y otras que pueden desarrollarse y aprovecharse en esta etapa de la vida, pues en ella los individuos también se alcanzan niveles superiores.

Al respecto Rinaldi adopta una posición que fundamenta esta idea sobre potencialidades y prácticas de la subjetividad contemporánea de los mayores, señala que:

“Las nuevas concepciones sobre la subjetividad contemporánea de los mayores, y los aportes sobre la participación social, la vinculación con pares y la integración en la comunidad, señalan una clave precisa de promoción de salud, que promueve la participación social como instancia generadora de una mejor calidad de vida; que al incorporar el despliegue de potencialidades productivas, creativas, reflexivas, expresivas, culturales, etc.; favorece la elaboración de procesos de apropiación de la etapa vital del envejecimiento; desde la cual se significan procesos de concientización de nuevos modos de contención y de intercambio, que posibilitan la apertura a nuevas interrogantes, la revisión de certezas y la reformulación de posiciones identificadoras. Favoreciendo de este modo la prevención y promoción en salud, donde los sujetos mayores puedan ser promotores de su participación e integración. Y a su vez, donde la comunidad pueda reconocer y apropiarse de la vitalidad, del beneficio y utilidad de los recursos y capacidades de este sector de la población” (Rinaldi, 2007: 7).

En los elementos que aporta Rinaldi en su investigación se encuentran aspectos que se consideran útiles para el tema que se desarrolla, reconociendo que los adultos mayores poseen potencialidades que pueden ser aprovechadas en su beneficio y en el de los demás a partir de considerarlo como un ser en desarrollo, como un recurso para promocionar no solo modos de vida saludable, para el cuidado de su salud, sino también como transmisor de modos de comportamiento social, personal y familiar; de una cultura y experiencia acumulada a lo largo de la vida, que pueden ser aprovechadas por todos para el trabajo con las primeras edades, dado por la relación tan especial de afectividad, comunicación, complicidad y familiar que ocurre entre ambos, que aunque la distancia en el tiempo los separa por las edades, los une el cariño que se profesan unos a otros.

Por su parte Zolotow señala que:

“Se debe considerar a los mayores como un “recurso” da lugar al intercambio y la participación como sujetos activos, el desarrollo de las potencialidades, y no se omiten deberes y derechos con toda la sociedad. Los mayores son parte de la sociedad y no el hecho de valorarlos como una carga que todos deben llevar a cuesta por lo que los ancianos, respondiendo a esta expectativa social, se transforman en sujetos de necesidades y demandantes de servicios” (Zolotow, 2013).

En estos elementos se sintetiza, de algún modo, la necesidad de comenzar a construir un nuevo modelo de gestión del envejecimiento donde se revalorice social, política, económica y culturalmente el concepto de vejez y en este sentido se reconozca a las personas mayores como ciudadanos activos y como un recurso humano esencial de participación y colaboración en los acontecimientos que ocurren en la sociedad, entre los que se encuentran el aprovechamiento de las potencialidades que poseen en un bien personal y social.

Las potencialidades que poseen los seres humanos están en correspondencia con las dimensiones del desarrollo humano lo físico, psicológico y social.

Existen investigaciones que aportan elementos que pueden constituir potencialidades del desarrollo físico como es el estudio realizado por Calderín (2012) la que plantea que el desarrollo es un proceso dinámico que se modifica según las condiciones del medio.

Al respecto se debe considerar que es un proceso que no se detiene, que está en constante cambio y transformación, es decir, en constante desarrollo y que es posible que se realicen modificaciones en el proceso de envejecimiento propio de los seres humanos que va estar condicionado a los cambios del medio, a las experiencias de vida que desde el punto de vista social reciban los sujetos.

En estudios realizados por Tárraga y Buada (1999) y publicados en el libro Volver a empezar, analizan el desarrollo neuronal durante esta etapa. En esto se refieren a la pérdida neuronal selectiva, progresiva desarborizacióndentrítica con una franca disminución de las conexiones sinápticas del contenido y síntesis proteica, de la síntesis de lípido, del flujo sanguíneo con la consecuente disminución energética por reducción de oxígeno y glucosa.

Los aspectos señalados propician el deterioro cognitivo visto como cualquier alteración de las capacidades mentales superiores, las que pueden ser deterioro focal y difuso.

El deterioro focal conduce a la limitación de una operación mental aislada (lenguaje) y en el deterioro difuso se afectan varias capacidades a la vez como el cálculo, la memoria, la orientación espacial y el lenguaje.

Calderín (2012) realiza otras aportaciones referidas a que durante el proceso de envejecimiento normal no hay pérdida neuronal en áreas como el hipocampo en el que puede crecer nuevas neuronas (20 000 y 30 000) diariamente, ni tampoco en áreas corticales como la corteza prefrontal, donde radican biológicamente el autocontrol, la planificación, el razonamiento, el pensamiento abstracto, los sentimientos, entre otros.

Considera que cuando los adultos mayores realizan mayor actividad intelectual poseen más posibilidades para evitar el deterioro cognitivo y la aparición de la demencia senil. Plantea la necesidad de la realización de actividades físicas lo que favorece al aprendizaje, a la actividad motora, a la sensación de bienestar y placer, así como la importancia que tiene para la circulación “la risa”, lo que favorece al incremento de la posibilidad de mayor actividad mental en oposición a lo que originan los estados depresivos.

Este argumento se sustenta a partir del criterio de la neuroplasticidad aportado por Tárraga y Buada (1999) que lo definen como la respuesta que da el cerebro para adaptarse a las nuevas situaciones y restablecer el equilibrio alterado, la plasticidad neuronal es gobernada por dos factores los intrínsecos que refieren la memoria biológica y los extrínsecos que se originan por la influencia ambiental.

Unido a ello es importante considerar la posibilidad de que aunque los adultos mayores posean alguna limitación en su desplazamiento o independencia es posible que puedan realizar ejercicios de estimulación cognitiva y física adaptadas.

Desde el punto de vista psicológico se puede valorar como la forma que tienen cada individuo de mostrar su individualidad o sea los rasgos que lo hacen personológicos. Para González “la personalidad es un conjunto estructurado de características biopsicosociales establecidas en interrelación dialéctica del individuo con su medio. Es única e individual porque aunque se condiciona por el medio social (la personalidad es reflejo de su medio) está mediatizada por las condiciones internas del individuo y su propio psiquismo” (González, 1989: 11).

Según Orosa “el enfoque histórico cultural ofrece una perspectiva para la comprensión de la psicología del adulto mayor y aunque los postulados de la teoría de Vygotski, LS. (1896- 1934) no abarcan ese período etario, el desarrollo biológico y las formaciones psicológicas precedentes así como los sistemas de actividad y comunicacióndel adulto mayor, dan lugar a nuevas formaciones cuyo principal componente es la autotrascendencia” (Orosa, 2003: 5).

El concepto de autotrascendencia, tanto Max-Neef (1993) como Orosa (2003) lo consideran como la necesidad de quedar en los que le rodean, dejando su huella en la familia y en las personas con las que ha interactuado.

La vejez trae consigo transformaciones tanto en las condiciones físicas y funcionales como en la independencia social y económica. De esta manera se modifica su estatus dentro de la familia, desempeñando tareas de acuerdo a su nueva condición social; asumiendo nuevos roles que en ocasiones pueden traer contradicciones a partir de las necesidades e intereses de las diferentes generaciones, el modo en que estas se satisfacen provocan tensiones que afectan la armonía familiar al no contarse con los recursos psicológicos para tender puentes de solidaridad entre las nuevas y las viejas generaciones.

Estos elementos apuntan a la necesidad de comprender y asumir esta edad como expresión del desarrollo humano. El adulto mayor es una persona activa que genera cambios en su propia vida, y no es un objeto sometido a fuerzas externas a él, pues es capaz de mejorar cada día como toda persona con expectativas de seguir viviendo. Por lo tanto, los proyectos de participación dirigidos a ellos requieren de su incorporación protagónica, productiva, creativa, tolerante, asertiva, flexible y afectiva.

Desde el punto de vista sociológico los adultos mayores comienzan a vivir una nueva etapa de su vida donde el reconocimiento social es limitado, dado por los juicios erróneos que se tienen de esta etapa del desarrollo, por el propio juicio que hace el adulto de su nueva condición a partir de considerase un estorbo o una carga para las familias y para la sociedad, por la poca preparación que tienen las sociedades para enfrentarse a esta nueva condición.

Se considera como muy positivo la participación que tienen los adultos mayores dentro de la dinámica familiar y en las comunidades donde viven.

La tarea de formar las nuevas generaciones requiere de la interacción que ejercen los diversos agentes como mediadores en la formación de los niños de la primera infancia, con el propósito de promover su desarrollo integral.

En tal sentido los adultos mayores poseen un cúmulo de experiencias vividas que pueden constituir potencialidades que pueden ser aprovechadas para brindar una atención educativa a la primera infancia.

CONCLUSIONES

Los adultos mayores poseen cualidades personológicas y que pueden, mediante la intervención oportuna y educativa, convertirse en potencialidades y contribuir con ello a la educación de las nuevas generaciones.

Los adultos mayores son individuos en desarrollo que requieren de un respeto y lugar dentro de la sociedad y se convierten en responsabilidad y preocupación de todos los gobiernos y de los que interactuamos con ellos.

REFERENCIAS BIBLIOGRÁFICAS

Aragonés, L. (2016). Las potencialidades del adulto mayor para la atención educativa a la primera infancia. Tesis doctoral. Universidad de Ciencias Pedagógicas Enrique José Varona, La Habana. [ Links ]

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Max-Neef, M. (1993). Desarrollo a escala humana conceptos, aplicaciones y algunas reflexiones. Montevideo: Editorial Nordan Comunidad. [ Links ]

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Orosa, T. (2003). La tercera edad y la familia. Una mirada desde el adulto mayor. La Habana: Editorial Universitaria Félix Varela. [ Links ]

Rinaldi, N. (2007). Un trabajo de campo sobre potencialidades y prácticas de la subjetividad contemporánea de los mayores. Universidad de La plata. Disponible en: http://sedici.unlp.edu.ar/bitstream/handle/Links ]

Tamer, N. (1995). El envejecimiento humano. Sus derivaciones pedagógicas. Colección INTERAMER 51. Washington, Estados Unidos de América: Organización de los Estados Americanos. [ Links ]

Tárraga, L. y Buada, M. (1999). Volver a empezar. Barcelona, España: Editoriual Glosa. [ Links ]

Zolotow, D. (2013). Aportes a la construcción de intervenciones críticas con adultos mayores. III Jornadas de Trabajo Social en el campo gerontológico, Universidad Nacional de La Plata, Argentina. [ Links ]

Recibido: 21 de Febrero de 2019; Aprobado: 18 de Julio de 2019

* e-mail: lisbetal@ucpejv.edu.cu / celiaypl@ucpejv.edu.cu

Los autores declaramos que este manuscrito es original, no contiene elementos clasificados ni restringidos para su divulgación ni para la institución en la que se realizó y no han sido publicados con anterioridad, ni están siendo sometidos a la valoración de otra editorial.

Los autores somos responsables del contenido recogido en el artículo y en él no existen plagios, conflictos de interés ni éticos.

Lisbet Aragonés Lafita: diseño del artículo, fundamentos teóricos metodológicos, revisión de todo el contenido.

Celia Yunek Prado Laffita: redacción del artículo, fundamentos teóricos-metodológicos, tratamiento informático

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