La Gerontología es una joven disciplina que se ha desarrollado prácticamente en la segunda mitad del siglo XX; fue después de la Segunda Guerra Mundial cuando se desplegaron la mayor parte de las asociaciones gerontológicas comenzando por la norteamericana en 1945 y la Sociedad Española de Geriatría y Gerontología en 1948. Esto responde a un fenómeno extraordinariamente importante: el envejecimiento de la población, como señaló Birren en 1996, referenciado por Rojas Pérez et al.1
El envejecimiento poblacional es el incremento de la proporción de adultos mayores con respecto a la población a la que ellos pertenecen. No se han precisado todavía sus causas, pero la disminución de la fecundidad es la más importante, seguida por el descenso de la mortalidad. Asimismo, las migraciones de la población joven y la elevación de la esperanza de vida son factores que influyen en sus cifras.2
En Cuba, la esperanza de vida está a nivel de los países desarrollados y al cierre del trienio 2011-2013, llegó a 78,45 años, número que coloca a la mayor de las Antillas entre las 25 naciones del mundo más aventajadas en ese importante indicador del progreso humano en una sociedad. El MSc. Alfonso Fraga, director del Centro de Estudios de Población y Desarrollo (Cepde) de la Oficina Nacional de Estadística e Información (Onei), manifestó en el periódico Granma que el mencionado valor representa una ganancia de 0,48 con respecto a la etapa 2005-2007, cuando el promedio fue de 77, 97 años. Los pobladores de todas las provincias experimentaron aumentos en la esperanza de vida para ambos géneros. Villa Clara resultó el territorio con mayor número de habitantes envejecidos (más del 21,6 % de pobladores mayores de 60 años); sus municipios Cifuentes, Remedios, y Placetas sobrepasan la media provincial.
En la actualidad la provincia rebasa los 150 centenarios, y de acuerdo con los estimados cerca de un 23 % de los villaclareños sobrepasó los 60 años durante el 2015 y los pronósticos auguran un 25 % para el 2025, según refiere el periódico Vanguardia del 23 de febrero de 2015.
El envejecimiento constituye esencialmente un triunfo de la vida en el que las personas que viven en mejores condiciones pueden arribar a edades avanzadas, pero a su vez implica un desafío para diversas esferas de la sociedad como son los servicios, la producción material, la seguridad social, entre otros, por lo que se ha convertido este proceso en un reto para las sociedades contemporáneas, incluyendo a Cuba. Específicamente para el sistema de salud constituye una situación problémica toda vez que debe velar y garantizar la calidad de vida de las personas envejecidas, pues este proceso compromete su desempeño en las más elementales actividades de la vida cotidiana. La tercera edad es un período en que las necesidades de salud son más crecientes por los cambios fisiológicos.3
Entre las políticas que proyectan los Estados para enfrentar el envejecimiento se pueden mencionar: mejoramiento de las condiciones de vida de la población que envejece, mantenimiento de la autonomía para evitar la dependencia, adopción de estilos de vida saludables desde edades tempranas, mayores coberturas en salud con atención primaria familiar, programas de asistencia social que fomenten la participación de estos en las decisiones sociales y familiares, y hacer un mayor aprovechamiento del capital intelectual y cultural depositado en los adultos mayores para facilitar calidad de vida y disminuir los factores de riesgos relacionados con su salud.4
Los profesionales cubanos de la salud tienen la tarea de fortalecer las actividades de promoción sanitaria y prevención de enfermedades, identificar tempranamente factores de riesgo, diseñar estrategias educativas que ayuden a modificar estilos de vida no saludables y alcanzar mayor y mejor calidad de vida en los adultos mayores, sin olvidar las intervenciones a nivel familiar y comunitario que permitan apoyar estos propósitos.5
El plan de estudio de la carrera de Medicina6 proyecta de manera insuficiente el manejo del paciente adulto mayor; a pesar de incluir los hogares de ancianos como escenarios docentes para la enseñanza de la Medicina General Integral y algunas otras disciplinas del ciclo clínico solo un por ciento mínimo de estudiantes rota por estas instituciones. Cuando se analiza la complejidad de las funciones del médico general integral, se identifican carencias de conocimientos, habilidades, hábitos y de procedimientos para atender con eficiencia este grupo poblacional. Por tanto, le corresponde desempeñar un importante papel a las universidades de ciencias médicas, específicamente al área de posgrado para lograr la superación profesional de los recursos humanos en función de responder a sus necesidades de aprendizaje en cuanto al manejo y conducta ante los pacientes adultos mayores.
Entre las funciones de la educación de posgrado se destacan: la actualización, la cual posibilita la renovación sistemática de los conocimientos y habilidades profesionales en correspondencia con los avances científicos; la complementación, consiste en posibilitar la adquisición de nuevos conocimientos y habilidades profesionales no recibidos en los estudios precedentes o adquiridos sin la profundización requerida; y la profundización, porque posibilita la obtención de un nivel superior en los conocimientos científico-técnicos y habilidades en el campo específico de una profesión o de un área concreta de la ciencia y la técnica.7
La calidad del servicio de salud parte en primer orden del nivel de competencia y desempeño de sus trabajadores en el cumplimiento de sus funciones laborales y sociales. Motivar a los profesionales y técnicos para mejorar su desempeño y adoptar la superación permanente como un estilo de vida en este nuevo milenio, no es solo importante sino necesario para poder satisfacer el encargo social del país.8
Para responder a las necesidades de la sociedad, la universidad debe ofrecer una respuesta educacional pertinente con el propósito fundamental de educar, formar, investigar, promover, generar y difundir conocimientos, así como desarrollar mecanismos de cooperación e integración.9
Considerando lo anterior y con el objetivo de contribuir a elevar la preparación de los especialistas de Medicina General Integral en la atención integral al adulto mayor se realizó una investigación, la que en su primera etapa identificó las necesidades de aprendizaje de estos especialistas en las temáticas vinculadas a la atención del paciente geriátrico; se indagaron las necesidades sentidas a través de la aplicación de un instrumento evaluativo con 10 preguntas. Se identificaron las siguientes: prescripción farmacológica en el adulto mayor, atención psicosocial al anciano, actualización en la conducta ante las patologías geriátricas más frecuentes, evaluación periódica y atención a pacientes con demencia. En una segunda etapa se conformó un grupo focal para diseñar las acciones de superación posgraduada, como respuesta a estas necesidades de aprendizaje, y como resultado de este trabajo se elaboraron los programas docentes de tres conferencias especializadas, 11 cursos, un diplomado y una maestría, los cuales en una tercera etapa fueron valorados de forma positiva por un grupo de especialistas y aprobados por el consejo científico provincial para su implementación.