INTRODUCCIÓN
Es innegable que el siglo XXI es el de la sociedad del conocimiento, “sociedad conectada y en red sobre bases científico-tecnológicas. Ella plantea nuevos retos al maestro que debe ser consciente de las nuevas habilidades que implica su rol docente” (Alcalde, 2015, p. 4).
En la actualidad, el docente más que enseñar la nueva materia debe dotar a sus estudiantes de habilidades que les permita la construcción de saberes, se necesita de discentes caracterizados por un alto grado de independencia cognoscitiva, fenómeno que reclama de nuevos roles de los sujetos que intervienen en el proceso de enseñanza-aprendizaje. Considerando estas premisas, la calidad de la enseñanza dependerá de la medida en que se percibe la necesidad de que el profesorado se comprometa a desarrollar su labor sobre la base de nuevos roles que inciden directamente en las demandas surgidas a raíz de estos nuevos planteamientos de la instrucción (De Juanas & Beltrán, 2014).
Tales demandas se concretan en el desarrollo de nuevas herramientas para enseñar y aprender, la utilización de las nuevas tecnologías, la gestión de aprendizajes, la tutoría y la atención a las diferencias individuales, entre otras competencias que han de desarrollar los docentes del siglo XXI, (Espinoza & Ricaldi, 2018).
Es incuestionable la importancia de los docentes como educadores y responsables del proceso de aprendizaje de los estudiantes dentro de la educación básica, dado que de la preparación de los docentes depende toda la calidad de los planteles educativos, de igual manera de sus conocimientos y maestría pedagógica es indispensable para el desarrollo integro de la educación en los niños en estas edades, su rol formador, no como dueño absoluto de los saberes, sino como mediador, conductor y orientador del proceso de enseñanza (Espinoza, 2018).
La educación básica del siglo XXI, se apoya en dos grandes pilares: aprender a aprender y aprender a vivir juntos. Para ello, se postula una mirada pedagógica basada en el objetivo de superar el determinismo social de los resultados de aprendizaje, que es el denominador en el sistema educativo de nuestra región.
Con el fin de caracterizar el perfil del docente de la educación básica de la ciudad de Machala; según atributos del profesorado del siglo XXI, se analizó la dimensión pedagógica de su quehacer cotidiano, así como las problemáticas y desafíos inherentes a su profesión.
Características del docente del siglo XXI en la educación básica
Se puede definir al docente como un encargado de mediar entre el conocimiento diverso y el aprendiz, de manera ordenada y lejos del tradicionalismo. El docente en el siglo XXI debe saber que el conocimiento en red se basa en la concreción, lo que implica un cambio de mentalidad y actitud, por ello debe pasar de ser meros consumidores de los contenidos elaborados por otras personas a ser los expertos para el beneficio de la educación, de sus estudiantes y la necesidad de adquirir nuevos conocimientos.
Los docentes son uno de los factores más importantes del proceso educativo. Por lo que se constituyen en “pieza angular del sistema escolar que facilita, promueve una mayor apertura y participación al resto de agentes que componen la comunidad educativa” (Barraza & Villarreal, 2013, p. 5). Por ello, su calidad profesional, desempeño laboral, compromiso con los resultados, etc., son algunas de las preocupaciones centrales del debate educativo que se orienta a la exploración de algunas claves para lograr que la educación responda a las demandas de la sociedad actual en armonía con las expectativas de las comunidades, las familias y los estudiantes.
El docente es un profesional de la enseñanza que toma decisiones continuas, en contextos particulares, con el propósito de ampliar las oportunidades de aprendizaje de niñas, niños y adolescentes que son sus estudiantes. Su labor educativa demanda hoy, por un lado, más referentes que la sustente y el desarrollo de mayores competencias para concretarla; y, por otro lado, apoyos diversos y la implementación de políticas educativas integrales que posibiliten la mejora de las condiciones para que su labor educativa sea más eficaz, relevante y pertinente. En este marco, la formación inicial constituye la base del desarrollo profesional docente (Canedo, Reyes, & Chicharro, 2017).
Desde la perspectiva del autor, en sentido general la caracterización del docente del siglo XXI en la educación básica se puede resumir como sigue:
Afirmar como valor la integridad académica y señalar su importancia y su proyección en todos los dominios de la actividad humana.
Fomentar el amor por aprender como valor sustantivo.
Tratar a los estudiantes como centro de todos los procesos.
Promover un ambiente de confianza en el aula.
Recalcar la responsabilidad del estudiante en los asuntos de integridad académica.
Aclarar las expectativas para los estudiantes en función de su responsabilidad y de su actitud.
Desarrollar formas justas y pertinentes de evaluación.
Reducir las oportunidades de fraude.
Plantear la deshonestidad académica como un reto para la institución, cuando ésta se produzca.
Ayudar, a partir de las experiencias concretas, a determinar la integridad, en qué consiste y cómo se lucha por ella, y dar apoyo a la política global de la escuela.
Formación docente en el siglo XXI
La formación docente dentro del siglo XXI está asociada a la emergencia de nuevas maneras de concebir el conocimiento y el proceso de la ciencia. En general se plantea nuevas interrogantes según las cuales no existen verdades absolutas, sino que su estatuto será siempre provisional y desde esta perspectiva se intenta estudiar -la formación docente- en sus categorías de análisis más importantes (Louzano & Miranda, 2014).
El proceso formativo es un campo de investigación repleto de asuntos en cuestionamiento casi permanente, que interpela de manera continua el trabajo de los investigadores. Conocimiento profesional y formación inicial pueden entenderse como dos grandes ámbitos de investigación en la formación del profesorado ineludiblemente unidos en la práctica de la formación (Perrenoud, 2001; Montero, Martínez & Colén, 2017).
La formación inicial del maestro de educación básica constituye un proceso sistemático y permanente bajo la dirección de los procesos sustantivos de docencia según la malla curricular, la vinculación (prácticas y pasantías) y la investigación (Roca, 2017).
Esta formación del profesional de educación básica, se propone prepararlo para educar a las nuevas generaciones y producir desarrollo educativo que mejoren las condiciones socio económicas de los niños, púberes y adolescentes que garantice la educación de calidad, calidez y el bienestar social en el Ecuador (Ávila & Fernández, 2018; UNESCO, 2017). El docente es el encargado de desarrollar la habilidad de atraer la atención del estudiante y ser capaz de mantenerla por tiempo prolongado, es necesario que cree un ambiente agradable que permita una atmósfera de aprendizaje dinámica, ágil, fresca y ausente de estrés, dejarlos motivados a continuar aprendiendo.
Las nuevas exigencias a los sistemas educacionales demandan de procesos dinámicos y flexibles, para lo que se requieren profesionales capaces de propiciar aprendizajes que permitan potenciar el desarrollo y calidad de vida de sus educandos. “Luego, el docente de estos tiempos debe reunir una serie de cualidades y características personales y profesionales muy singulares que lo identifican y distinguen” (Espinoza, Tinoco & Sánchez, 2017, p.4).
Dentro de la educación en el Ecuador existe una competencia por alcanzar un trabajo como docente ya que deben pasar por una serie de pruebas que lo faculten como educador apto para laborar, por ello se considera como importante las características que presenten las personas para asumir este rol, dado que al tratarse de niños se debe tener mucho cuidado sobre el comportamiento de las capacidades de los docentes.
Una primera aproximación a este asunto permite señalar que para una buena enseñanza se necesita un buen profesor, no sólo que enseñe, también debe ser alguien que sepa escuchar, que comprenda a los alumnos y los apoye en los diferentes problemas que presente en su vida académica, social o familiar. Es urgente pasar de transmisor a formador, y se requiere un ejercicio autocrítico de la práctica docente. Además, este docente debe poseer cualidades como: responsabilidad, flexibilidad, preocupación, compasión, cooperativismo, creatividad, dedicación, decisión, empatía y ser cautivador (Martínez, Yániz, & Villardón, 2017)
Los principales retos de formación docente para mejorar la educación se centran en el desarrollo de competencias, en el aprendizaje, en los recursos, profesorado, plan de estudios y resultados académicos.
La formación del docente por competencias hace referencia a cinco ámbitos que están enfocados a la práctica docente en cualquier área de especialización:
Competencias en el área del conocimiento que enseña. Se enfoca en las competencias que el docente debe tener como formación específica en el área que enseña para cumplir con los estándares de desempeño que la educación exige.
Competencias pedagógicas basadas en el cumplimiento de los estándares de aprendizaje (planificación, metodología, selección y uso de recursos y evaluación de aprendizajes). Son aquellas que facilitan la planificación, organización, acciones metodológicas, uso y selección de recursos tanto didácticos, como tecnológicos y evaluación del aprendizaje.
Competencias culturales. Aluden a la cultura integral del docente.
Formación continua y desarrollo profesional. El docente debe ser un aprendiz constante.
Liderazgo, compromiso ético y vocación. Eje transversal que sostiene la profesión docente.
La formación ideal de profesores exige que los docentes apliquen prácticas profesionales competentes capaces de satisfacer las necesidades de aprendizaje de los estudiantes, de cultivar en ellos valores que les permitan vivir como verdaderos ciudadanos, de responder al cumplimiento de estándares de desempeño docente en una sociedad versátil.
En determinados centros educacionales se exige que el docente sea positivo y entusiasta capaz de vencer obstáculos y anime a los demás; honesto y auténtico comprometido con los estudiantes y los compañeros, organizado y planificador que haga uso eficiente del tiempo; comprometido con su profesión y los estudiantes; confiable, ecuánime y auto-controlado en situaciones difíciles; motivador y entusiasta con estándares y expectativas de los estudiantes; cuidadoso y simpático capaz de responder a los sentimientos de los estudiantes y orientarlos hacia sus objetivos; flexible y voluntarioso para alterar lo planeado y orientar a los discentes hacia lo positivo; entendido y abierto hacia la integración de nuevos conocimientos de su especialidad para traducirlos a sus discípulos; creativo, versátil e innovador, procurando incorporar técnicas y actividades que habiliten a los estudiantes a tener experiencias de crecimiento únicas y significativas; paciente para ver todos los aspectos de una situación y ser justo y objetivo en circunstancias difíciles.
Parte del arte de ser un buen profesor es la habilidad que tiene el docente para adoptar diferentes roles en el aula dependiendo de las necesidades de los estudiantes. Las demandas y cambios sociales, políticos, económicos y culturales que se están dando en el siglo XXI exigen por parte de la educación cambios de perfil profesional en la docencia (Criollo, 2018).
Competencias tecnológicas que caracterizan al docente del siglo XXI
Cada día surgen nuevas tecnologías y aplicaciones que no paran de revolucionar nuestro mundo, y las salas de clases no son la excepción. Es por eso que los profesores se han adaptado a este nuevo escenario, innovando en sus prácticas pedagógicas para incorporar la tecnología y acercar el aprendizaje hacia la realidad y contexto de los alumnos. “Así, los profesores se han adaptado a las necesidades y recursos educativos del siglo XXI, por lo que las redes sociales, vídeos e investigaciones se han tomado el aula, cambiando la forma de educar” (Arias, 2016, p. 1).
El reto del docente para no quedarse en el pasado, es aprender a cómo adaptar sus métodos de enseñanza con las nuevas tecnologías. Estas han causado cambios profundos en la relación entre las personas y el aprendizaje. Hoy en día se puede enseñar y aprender en todo momento y en todo lugar, a través de distintos tipos de herramientas y plataformas. Sin duda, esto requiere una adaptación por parte de los docentes, quienes deben acompasar estos cambios si quieren aprovechar las oportunidades que brindan estos canales en materia pedagógica.
El aprovechamiento de la gama de tecnologías en los diferentes niveles y sistemas educativos tiene un impacto significativo en el desarrollo del aprendizaje de los estudiantes y en el fortalecimiento de sus competencias para la vida y el trabajo, dado que el avance de la ciencia y la tecnología van de la mano (Cañete, 2015).
Según Arias (2016), se pueden sintetizar cinco competencias en la cultura digital que no deben faltar en un docente del siglo XXI:
Aprender nuevas tecnologías: Saber utilizar las tecnologías de la información y la comunicación (TIC) es una competencia básica para la vida. Experimentar con recursos y redes sociales que nunca se ha probado le llevará a encontrar maneras innovadoras de transmitir conocimientos.
Brindar instrucciones personalizadas: Los estudiantes son diferentes, aprenden de manera distinta y poseen habilidades y talentos particulares. A esto se suma que, mediante su celular, tableta o computador, tienen acceso instantáneo a cualquier tipo de información. Por este motivo, el docente debe, en la medida de lo posible, adaptar las instrucciones a las necesidades de cada alumno. De tal manera que el estudiante se sienta libre y motivado respecto a sus tareas.
Globalizar el salón de clases: En este mundo interconectado y cada vez más pequeño, tenemos la oportunidad de aprender sobre otras culturas mediante el empleo de herramientas y plataformas de búsqueda de información.
Incentivar a los alumnos a producir contenidos: Aunque los alumnos de hoy son considerados nativos digitales, las instituciones siguen pidiendo tareas tradicionales manuscritas en papel; en lugar de incentivar a sus estudiantes a crear y editar vídeos, infografías y blogs creativos y dinámicos. Una manera eficiente de incentivar la producción propia por parte de los alumnos es el aprendizaje basado en proyectos.
Digitalizar el aula: Cada vez existen más plataformas destinadas a digitalizar el salón de clases: Google Classroom, Google Groups, Wiki o Moodle son algunas de ellas. Otra manera de digitalizar el aula es aceptar el uso de dispositivos durante la clase, si son utilizadas de manera adecuada pueden constituir valiosas herramientas de aprendizaje (p. 1).
Dentro de la educación en Ecuador se ha generado la urgencia de que la misma este a la par con las exigencias académicas que exige la evolución tecnológica en el mundo, por ello dentro de la provincia de el Oro se están implementando nuevos laboratorios y otros implementos tecnológicos, tanto para docente como estudiantes, con la finalidad que exista relación directa con la tecnología y su manejo adecuado.
Sobre la base de estos presupuestos teóricos se confeccionó, aplicó y analizaron los resultados de la encuesta a los estudiantes, tal como se expone en el siguiente apartado.
MÉTODOS
El artículo responde a una investigación descriptiva con enfoque cuanti-cualtitativo, sustentada en los métodos de revisión bibliográfica, analítico-sintético, fenomenológico y estadístico.
La revisión bibliográfica facilitó el estudio de los materiales bibliográficos consultados para llevar a cabo el diseño de la investigación y determinación de los presupuestos teóricos en que se fundamentan las averiguaciones realizadas, auxiliada del método analítico-sintético, que permitió la descomposición de los textos para su mejor examen e interpretación, los que luego fueron sintetizados y resumidos. Mediante el método fenomenológico se analizaron los criterios de los estudiantes sobre las características de los docentes, desde sus propias perspectivas, significados, creencias y experiencias.
El método estadístico se empleó en la planificación, recolección, procesamiento y análisis de los datos obtenidos a través de la encuesta aplicada a 90 (70,3%) estudiantes seleccionados aleatoriamente de una población de 128 educandos de tercer nivel, de la carrera de Educación Básica, de la Universidad Técnica de Machala (UTMach), insertados en la práctica preprofesional, garantizando la presencia de al menos uno de ellos en cada una de las escuelas, tanto privadas como públicas, de la ciudad de Machala. Los datos resultantes se resumen y muestran a través de frecuencias absolutas y relativas en gráficos y tablas descriptivos.
La encuesta estuvo dirigida a la obtención de información que permitiera la caracterización de los docentes de la enseñanza básica; para la confección de este instrumento se siguió la directriz metodológica validada por Martínez, Yániz y Villardón (2017) en el estudio “Competencias profesionales del profesorado de educación obligatoria”; el cuestionario contó con tres preguntas, cada una con varios items, que debían ser seleccionados según el criterio de los estudiantes encuestados1. Estas preguntas fueron diseñadas para que surtieran como triangulación de datos, para así dar validez a los resultados y conclusiones.
RESULTADOS Y DISCUSIÓN
Características del docente de la Educación Básica
Un aspecto que frecuentemente pasa inadvertido, pero que es indispensable para el éxito de la práctica docente, es la valoración acerca de cómo las características o cualidades del maestro o profesor llegan a influir en su trabajo educativo, en la percepción de los estudiantes y en el desarrollo de las asignaturas, tal y como se aprecia en los resultados de la encuesta realizada a los 90 estudiantes de la carrera de Educación Básica insertados en la práctica preprofesional (Tabla 1).
Como se puede apreciar los estudiantes entrevistados consideraron que sus profesores se caracterizaron por ser altamente preocupados (93,3%), dedicados (87,8%) y responsables (83,3%); así como por poseer una alta eficacia metodológica para el proceso de enseñanza-aprendizaje (77,8%), saber motivar (70%) y tener conocimientos profesionales (76,7%); sin embargo, sólo un 32,3% opinó que tenían dominio en el acceso y empleo de las TIC; el 33% consideró que los docentes eran creativos y el 50% que sabían escuchar, comprender y apoyar, y eran empáticos, lo que evidenció las limitaciones en algunas de las competencias que debe ostentar un docente en el área tecnológica.
Esta información sobre las características del docente de la educación básica develó que los docentes manifiestan rasgos positivos. Es necesario que el docente se caracterice por el dominio de la ciencia que imparte y sea capaz de conducir el proceso de enseñanza-aprendizaje a través del empleo de metodologías que motiven y despierten el interés de los alumnos (Barraza & Villarreal, 2013; De Juanas & Beltrán, 2014; Ibáñez, 2017). Por otro lado, debe ser creativo, responsable, dedicado y comprometido con el rendimiento de sus alumnos (Alcalde, 2015; Espinoza, 2018).
Entre los aspectos que requerían ser reforzados, a través de los procesos formativos o de postgrado, como evidencian estos datos, estuvieron los relacionados con la creatividad y la escucha activa. Es sabido que el docente debe caracterizarse por estos atributos; debe ser creativo en la transmisión del conocimiento para poder despertar el interés de su alumnado (Alcalde, 2015; Marí, 2013). Igualmente, ha de ser empático y poseer habilidades para la escucha activa, para de esta forma poder comprender y ayudar a sus alumnos (Jordán, 2015; Martínez, Yániz, & Villardón, 2017) Además, se observaron limitaciones en el empleo de las TIC; en tal sentido Fernández y Torres (2015) consideran que la incorporación de las TIC en la práctica pedagógica constituye una variable fundamental para garantizar el éxito del trabajo docente. Según estos autores los educadores deben dominar las tecnologías educativas y aplicar estrategias que permitan a través de su mediación potenciar el trabajo autónomo y cooperativo, la capacidad de búsqueda de la información y al fortalecimiento de las habilidades de investigación; añaden que éstas estimulan la reflexión y la discusión entre los educandos.
Competencias de los docentes de la educación básica
Los datos recogidos en la tabla 2 revelaron que los docentes, en sentido general, mostraron competencias en las cinco áreas observadas, cognitiva, pedagógica, cultural, formación y desarrollo profesional, y liderazgo, compromiso ético y vocación, con un decrecimiento en estas tres últimas.
Competencias | Cant | % |
---|---|---|
Competencias en el área del conocimiento que enseña | 85 | 94,4 |
Competencias pedagógicas basadas en el cumplimiento de los estándares de aprendizaje (planificación, metodología, selección y uso de recursos y evaluación de aprendizajes) | 81 | 90 |
Competencias culturales | 74 | 82,2 |
Formación continua y desarrollo profesional | 78 | 86,7 |
Liderazgo, compromiso ético y vocación | 73 | 81,1 |
Fuente: Encuesta
Elaboración: Creación de los autores
Al respecto Alcalde (2015) y Criollo (2018) estiman que entre las competencias del docente del siglo XXI deben estar, el dominio de los contenidos que imparte, saber aplicar los métodos, procedimientos y técnicas necesarios para el logro del aprendizaje activo del alumnado, seleccionar y utilizar los recursos y medios didácticos y evaluar el aprendizaje de manera constructiva, donde el error es parte del aprendizaje, ser un incansable aprendiz y tener una cultura integral general; así aplicar las tecnologías en función de la enseñanza y aprendizaje.
Competencias de la cultura digital de los docentes
Relativo a las competencias digitales se recolectó la información que se brinda en el Gráfico 1.
Los datos recogidos en el gráfico 1 sobre las competencias de la cultura digital mostraron la existencia de una baja apropiación de éstas por los profesores de la educación básica de las escuelas de la ciudad de Machala, sólo el 37,8% (34) de los estudiantes encuestados consideraron que los docentes mostraron disposición por aprender nuevas tecnologías educativas, el 33,3%(30) brindaron instrucciones personalizadas a los estudiantes según sus necesidades cognitivas y el 31,1% (28) emplearon las herramientas digitales en la búsqueda de información. De igual manera, sólo el 27,8% (25) aprovechó las potencialidades de las tecnologías para la realización creativa de las tareas y 31,1% (28) de alguna manera empleó las herramientas tecnológicas (plataformas digitales, buscadores, etc.) y los recursos que poseen los estudiantes (tableta, teléfonos móviles, laptop, etc.) en función del desarrollo de la clase. Datos que se corresponden con la percepción de los estudiantes sobre el acceso y empleo de las TIC en clases, aspecto recogido en la primera encuesta.
Al respecto autores como Cañete (2015) y Arias (2016) consideran que el profesor de estos tiempos no puede ser ajeno a las ventajas que para el proceso educativo brindan las TIC, debe saber combinar su empleo con otros medios de enseñanza, ha de dominar la metodología para su uso y ponerlas en función de lograr el aprendizaje significativo de sus alumnos; pero, insisten que no se trata de ser experto en TIC, de lo que se trata es de saber enseñar empleando las tecnologías educativas, saber seleccionar las necesarias y adaptarlas a la enseñanza.
El cotejo de los datos obtenidos a través de las respuestas a las preguntas de la encuesta permitió comprobar la validez de la información y arribar a las siguientes conclusiones.
CONCLUSIONES
Las demandas al profesor del siglo XXI son altas. Hoy en día, los profesores necesitan estar muy bien preparados sobre las materias que imparten. Necesitan tener un repertorio rico de estrategias pedagógicas para adaptar los métodos a los resultados y optimizar el aprendizaje de estudiantes con enormes diferencias. Esas estrategias deben incluir enseñanza directa, enseñanza al grupo, descubrimientos guiados, trabajo en equipo y la facilidad para el estudio propio y el aprendizaje individual.
Los docentes deben tener una comprensión metodológica profunda de cómo funciona el proceso de enseñanza-aprendizaje; ser capaces de trabajar de forma colaborativa, adquirir habilidades tecnológicas y usarlas de manera eficiente; desarrollar la capacidad de ayudar a diseñar, liderar, dirigir y planificar entornos de aprendizaje; centrar su atención en el estudiante y, ser capaces de prepararles para una sociedad y una economía que esperan de ellos autonomía en el aprendizaje, aptitud y motivación para seguir aprendiendo a lo largo de toda su vida.
Los estudiantes entrevistados consideraron que sus profesores tienen tendencia al perfil del docente del siglo XXI, se caracterizan por ser preocupados, dedicados, responsables, por un alto desempeño laboral, poseer eficaz metodología para el proceso enseñanza-aprendizaje, saber motivarlos y por el conocimiento profesional; sin embargo, consideraron que tienen limitaciones en las competencias de la cultura digital, en la creatividad y en la escucha, comprensión, apoyo y empatía, aspectos a tener presentes en los procesos formativos y de superación