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versión On-line ISSN 2077-2955

trf vol.18 no.2 Camagüey mayo.-ago. 2022  Epub 05-Ene-2022

 

Artículo

La orientación familiar para la prevención de la timidez en los niños de infancia preescolar

Family education for preventing shyness in preschool children

0000-0001-9679-2046Isabel Cristina Sampayo Hernández1  *  , 0000-0003-3547-6300Beatriz Valle de Zayas2  , 0000-0003-2893-2347Esmérido Guerrero Fernández3 

1 Universidad de Camagüey “Ignacio Agramonte Loynaz”, Camagüey, Cuba

2 Círculo Infantil Amiguitos de Martí, Camagüey, Cuba

3 Dirección Municipal de Educación del Municipio Jimaguayú, Camagüey, Cuba

RESUMEN

Objetivo:

El artículo está dirigido a valorar la orientación a las familias sobre el tratamiento a la prevención de la timidez en los niños de la primera infancia.

Métodos:

Se utilizaron métodos del nivel teórico, tales como el análisis y la síntesis, la deducción-inducción, así como el análisis de documentos y fuentes, la observación, la entrevista y la encuesta como métodos empíricos.

Resultado:

El estudio realizado permitió comprobar la necesidad de perfeccionar la orientación familiar en la práctica educativa y posibilitó evidenciar que las manifestaciones de timidez que presentan los niños, en su mayoría, son resultado de un inadecuado cumplimiento de la función educativa de la familia en la convivencia familiar.

Conclusión:

La orientación familiar debe propiciar la concientización de la importancia de desarrollar una adecuada comunicación con el niño en la convivencia familiar y la necesidad de aprovechar las interacciones sociales que establecen para prestar atención a las vivencias con el propósito de prevenir las manifestaciones de timidez.

Palabras-clave: Orientación familiar; prevención; timidez; edad preescolar

ABSTRACT

Objective:

The article aims reviewing family education on the prevention of shyness in preschool children.

Methods:

The authors rely both on theoretical and practical level methods, such as analysis and synthesis, deductive and inductive procedures, documents reviewing, observation, interviewing, and surveying.

Result:

The study proved the need of improving family orientation in educational practice and made it possible to show that the manifestations of shyness that children present, for the most part, are the result of an inadequate fulfillment of the educational role of the family in the family coexistence.

Conclusion:

Family counseling should promote awareness of the importance of developing adequate communication with the child in family life and the need of taking advantage of the social interactions to pay attention to the experiences, in order to prevent manifestations of shyness.

Key words: Family education; family counseling; prevention; shyness; preschool children

INTRODUCCIÓN

El desarrollo educacional en Cuba no queda al margen de la familia, pues esta debe asumir el compromiso social de conducir el proceso de formación integral de los niños y estimular en la convivencia familiar el ejercicio de sus deberes y derechos, aspectos que aparecen refrendados en la Constitución de la República de Cuba (2019) y en diversos documentos legales que regulan su cuidado y protección.

Aunque la orientación educativa en la primera infancia, desde el triunfo de la Revolución, ha sido objeto de atención debido a que se reconoce la significación que tiene esta etapa para el desarrollo posterior del individuo y el papel que juega la familia como principal agente educativo, no se le ha brindado con sistematicidad orientaciones acerca de las diferentes alteraciones del comportamiento que pueden presentar los niños de cero a seis años, lo que garantizaría su prevención. Sin embargo, la orientación familiar se concibe como un factor de calidad de la educación cuyo fin debe favorecer el desarrollo integral de los educandos.

En tal sentido, el Programa de Educación de la Primera Infancia aborda el desarrollo socio moral de los niños, pero no tiene implícito dentro de la orientación a la familia temáticas que aborden las causas que originan las manifestaciones de alteraciones del comportamiento, su tratamiento para erradicarlas y menos aún, cómo prevenirlas. Esto trae como consecuencia, que este conocimiento quede a la espontaneidad del deseo de saber que pueda surgir en sus miembros.

Entre las alteraciones del comportamiento más frecuente en estas edades se encuentra la timidez, la cual no ha sido objeto de estudios sistemáticos ni ha merecido la atención especial que requiere dentro de la práctica educativa. Esta situación ocurre por diversos motivos: el principal, sin duda, es que el niño tímido suele ser una persona tranquila, callada, temerosa, que evita las interacciones sociales y que pese a que puede llamar la atención de padres, maestros y educadores no suele identificarse como una persona que cause o tenga problemas y tampoco susceptible de necesitar ayuda profesional.

En correspondencia con lo anterior el estudio preliminar en torno a esta temática permitió determinar que la prevención de la timidez, desde las interacciones sociales, no constituye un tema de orientación familiar para la mayoría de los agentes educativos que intervienen en este proceso, lo que genera un incremento en el número de niños con tales manifestaciones. Además, generalmente resulta insuficiente o casi nulo el tratamiento diferenciado a las familias en correspondencia con sus necesidades para prevenir dicha alteración. Estas insuficiencias conllevaron, a asumir como objetivo el valorar el tratamiento que se ofrece en la orientación a las familias, a la prevención de la timidez en los niños de la infancia preescolar.

MÉTODOS

La investigación es parte de los estudios doctorales del primer autor y de pregrado del segundo, responde al proyecto de estrategia teórico metodológica de preparación a los maestros de la escuela de conducta para asumir el trabajo correctivo compensatorio, que se desarrolló en el Departamento Carrera de Educación Especial, de la Universidad de Camagüey “Ignacio Agramonte”. En un primer momento se realizó la sistematización teórica de los principales aportes realizados en torno a la prevención de alteraciones del comportamiento desde la orientación familiar los cuales permitieron arribar a importantes deducciones. Con este fin se emplearon métodos del nivel teórico como el análisis y síntesis y la deducción-inducción y de los empíricos el análisis de documentos y fuentes, la observación y la entrevista, y la encuesta.

RESULTADOS:

La orientación familiar ha sido abordada en diferentes investigaciones por Castro, López, Gómez & Rodríguez (2010), Díaz, García, Hernández & Lores (2013), García (2011), Gómez (2019), entre otros. Al definir este proceso, coinciden en señalar que es una modalidad de la intervención educativa que surge de la relación institución-familia, para ayudar a mejorar el desarrollo de sus miembros y constituye una de las funciones principales del docente.

De ellas se asume la definición de García (2011), en tanto considera cada uno de los integrantes de la familia, sin hacer distinciones ni limitar a ninguno de ellos en la labor educativa que ejerce sobre los otros; tiene en cuenta los recursos personológicos que pueden influir positiva o negativamente en la apropiación del contenido; se apoya en ayudas, por la necesidad de los familiares de interactuar entre sí y compartir sus experiencias, aciertos y desaciertos en la educación de sus niños. Destaca, además, que la orientación debe promover en ellos la reflexión, sensibilización y la implicación personal en la solución a los problemas y tareas, lo que posibilita generar cambios en la función educativa y en la convivencia familiar.

Un elemento significativo a tener en consideración en la orientación familiar es precisamente el reconocimiento de la familia como sistema socializador en la formación y desarrollo del sujeto (Castro, López, Gómez, & Rodríguez, 2010), así como, su carácter preponderante como grupo primario por la significación psicológica y social que tiene para el individuo. También debe contribuir a su desarrollo y beneficiar su comunicación, pero se considera importante que todos los miembros de conjunto logren el carácter dialógico en sus relaciones con vistas a la solución del problema. De este modo, se considera que el proceso de orientación familiar debe propiciar un sistema de influencias socioeducativas encaminadas a elevar los conocimientos de la familia, en aras de que pueda brindar estímulos constantes que garanticen la adecuada formación de su descendencia y la prevención de desviaciones en su desarrollo.

Además, debe partir de tres principios que se relacionan entre sí: “de prevención, del desarrollo y de intervención social con un carácter intencional y dirigirse a todos los sujetos, no solo a los que potencialmente presentan un problema” (Vélaz, 2002, p. 21). Esto presupone que han de planificarse en el proceso educativo, para ello se tiene en cuenta las características del período ontogenético de los orientados, del medio en que se desarrollan, de las interacciones sociales que establezcan con los que le rodean, de los problemas de aprendizaje y de comportamiento que presenten para que sea una orientación inclusiva que atienda la diversidad.

Al respecto, se han realizado diversos estudios con el propósito de fortalecer la labor educativa de la familia desde la orientación. Muestra de esto son las investigaciones realizadas por Castro, López, Gómez & Rodríguez (2010), García (2011), Santí (2011), García (2012), Sampayo (2016), Valle (2017), Moreno (2018), Gómez (2019), Alarcón (2020), entre otros, quienes han tratado de perfeccionar las influencias educativas que reciben los niños en la convivencia familiar y garantizar el adecuado vínculo institución-familia para evitar el surgimiento de alteraciones en el desarrollo infantil. La mayoría de ellos, demostraron las potencialidades que poseen las familias para en la convivencia familiar, convertirse en educadores de sus niños a partir de la orientación sistemática, planificada y especializada que reciben.

También resultan de interés los aportes de Martínez (2002), San, Petitbò, Alda, Castro, Soutullo & Arango (2009), quienes abordaron la temática de las alteraciones del comportamiento y realizaron un análisis de su definición, brindaron clasificaciones de ellas, ofrecieron tratamiento a esta problemática desde la clínica médica, en el contexto aúlico y en la convivencia familiar. Sin embargo, no abordan explícitamente cómo los niños perciben las influencias educativas que reciben. En el caso de Sampayo, Cuenca & Peña (2015), Sampayo (2016) y Valle (2017) fue objeto de sus trabajos el perfeccionamiento del proceso educativo para lograr la prevención de las alteraciones del comportamiento en la convivencia familiar desde el tratamiento a las vivencias.

En tal sentido, se considera fundamental que los agentes educativos al realizar la orientación consideren que el desarrollo se produce por la mediación social que se establece mediante la comunicación (Vigotsky, 1983) a partir de la colaboración con los otros y, sobre todo, con aquellos con los que interactúan los sujetos. De ahí la necesidad de potenciar la colaboración entre los familiares y entre estos y los niños, de manera que las interacciones sociales en la convivencia familiar, permitan enfrentar situaciones y resolverlas de forma independiente, con el empleo de los recursos personológicos que más influyen en su desempeño, además, para que contribuyan a prevenir el surgimiento de situaciones potenciadoras de alteraciones comportamentales, en este caso, de la timidez.

En tal sentido, se destacan Ortega, Betancourt, García & Díaz (2011) y Hernández & Inerarity, (2016) con quienes se concuerda. Ellos consideran que la prevención no es solo la adopción de medidas encaminadas a impedir que se produzcan deficiencias físicas, mentales y sensoriales o que cuando se hayan producido no tengan consecuencias físicas, psicológicas y sociales negativas, sino un proceso, cuyo fin debe estar dirigido a lograr la formación y el desarrollo pleno de personalidades capaces de resolver los problemas que se les presenten o mitigar sus consecuencias. Se considera que estas ideas facilitan la proyección social del sujeto, la orientación humanista que caracteriza la intervención educativa y su carácter transformador para lograr con éxito la prevención. Además, favorece que la familia se percate de los errores que comete al ejercer su función educativa, y a su vez, pueda adoptar acciones que garanticen la prevención de la timidez en la convivencia familiar.

En una investigación anterior Sampayo (2016) propuso definiciones para las alteraciones del comportamiento, prevención de alteraciones del comportamiento y orientación familiar para la prevención de las alteraciones del comportamiento en los niños de infancia preescolar, las que son compartidas por el resto de los autores de este estudio. Las alteraciones del comportamiento son las manifestaciones negativas y recurrentes de los modos de actuación del niño de infancia preescolar como consecuencia de la significación que le ha otorgado a objetos y situaciones de la vida cotidiana percibidos por él, resultado de la situación social del desarrollo en que se desenvuelve y como consecuencia autogeneran emociones o vivencias que provocan actuaciones sociales incorrectas (Sampayo, 2016, p. 52).

La prevención de alteraciones del comportamiento es expresión de la anticipación al surgimiento de manifestaciones inadecuadas en el niño, a partir de ayudarlo y acompañarlo en la autogeneración de vivencias positivas y de soluciones a los problemas, que le permitan contrarrestar los potenciales comportamientos impropios, socialmente no deseables (Sampayo, 2016, p. 61).

La orientación familiar para la prevención de las alteraciones del comportamiento en los niños de infancia preescolar supone una relación de ayuda y acompañamiento pedagógico con fines de promover el desarrollo humano, a la vez que la profilaxis de potenciales alteraciones comportamentales, lo que permite enriquecer la visión de cada miembro del grupo familiar (incluido el propio niño) y de los otros con los que se relaciona, descubrir sus fortalezas y debilidades, esclarecer cómo las vivencias y experiencias contribuyen a su formación y, a su vez, desde el potencial propio, favorecer su enriquecimiento personal (Sampayo, 2016, p. 60).

En la infancia preescolar, el inicio temprano de las acciones preventivas garantiza su eficacia y que muchos de los problemas en el desarrollo infantil puedan evitarse o minimizar sus consecuencias. Es en este período etario donde se construyen los cimientos para un crecimiento saludable y armonioso del niño, constituye un período sensitivo importante con grandes potencialidades para el desarrollo, “que demanda de estimulación de todos los agentes educativos que en un accionar conjunto, aseguran su curso normal” (Suárez, Pons, & Hernández, 2021, p. 119).

Estas razones permiten inferir que una correcta organización de la vida del niño, su adecuada relación con el entorno social, buena comunicación con los adultos que lo rodean, educadoras y esencialmente con su familia, aparejado a condiciones de vida favorable, con un clima emocional positivo y estable, constituyen elementos que previenen la aparición de la timidez. No obstante, con frecuencia esto no ocurre así y en consecuencia cada vez, se aprecian más niños con estas manifestaciones.

Al desarrollar en la orientación familiar la prevención educativa, también se debe tener en cuenta los principios establecidos para el trabajo preventivo en la infancia preescolar. En este nivel educativo generalmente se asumen los dados por Fernández (2008) y se considera que todos son de suma importancia para lograr la eficacia de la labor preventiva, por tanto, deben ser empleados sin ponderar uno sobre otro. Ellos son: “la determinación del desarrollo psíquico, la actividad y comunicación como vías de acceso en la primera infancia, el carácter diferenciado e individual de la atención, el carácter ontogenético y dinámico del plan de estimulación y la consideración de la familia como promotora de la estimulación y el desarrollo del niño (p. 97).

El empleo de dichos principios favorece que la prevención esté dirigida no solo a la dificultad, sino a estimular las potencialidades para lograr el desarrollo máximo de los procesos psíquicos de la personalidad, tomándose como punto de referencia su período evolutivo y la participación protagónica del sujeto, así como de los diferentes agentes y agencias educativas que participan en este proceso. Sin embargo, las observaciones a la práctica educativa evidencian que generalmente no se consideran y como consecuencia las influencias positivas que ejercen los agentes y las agencias educativas en función de la educación integral del niño no se aprovechan suficientemente.

El trabajo preventivo en la infancia preescolar se debe realizar sobre la base de algunas ideas de Vigotsky, que son sustento teórico-metodológico en este nivel educativo, las cuales fueron sintetizadas por Fernández (2008) y asumidas por los autores del presente trabajo, entre ellas se destacan:

La infancia temprana y preescolar es la etapa ideal, privilegiada y de mayores potencialidades para el desarrollo humano; la regla fundamental consiste en que el ritmo de desarrollo es máximo desde el mismo inicio y se debe tener en cuenta no solo las funciones que ya han madurado, sino también las que están en proceso de maduración; la actividad y la comunicación como vía de acceso; la educación oportuna y pertinente para que propicie el proceso de culturalización y socialización del niño; el carácter diferenciado e individual de las acciones; la preparación de la familia como mediadores importantes en el desarrollo de los complejos procesos motivacionales y afectivos del niño; la labor comunitaria en estrecha relación con la familia y las instituciones para la educación de los niños (p. 95).

Por tales razones, resultan significativos “el enfoque ontogenético, el psicológico, el pedagógico y el ecológico del trabajo preventivo” (Hernández & Inerarity, 2016, p. 6), estos son de interés e importancia para la labor que se desarrolla en la infancia preescolar porque la prevención debe ser vista como una cualidad ineludible de la educación en cualquier contexto y en ella se debe considerar las características del período etario. Sin embargo, en este proceso generalmente no son tenidos en cuenta y en consecuencia la familia no tiene conciencia que el incumplimiento de estas exigencias produce dificultades en el desarrollo del niño que suelen expresarse con manifestaciones de timidez.

Por tal motivo, les corresponde a las instituciones educacionales asumir el liderazgo y la dirección del trabajo preventivo de los niños de infancia preescolar, como línea fundamental de la visión científica de la prevención, con el empleo de los tipos o niveles, comentados en párrafos anteriores, con un enfoque ontogenético. Los agentes educativos deben tener claridad de que, en lugar de conducir las acciones a las dificultades o insuficiencias, han de dirigirlas a prevenir las causas que las originan, pero para ello resulta imprescindible garantizar la unidad de las influencias educativas y que la labor preventiva se desarrolle desde la convivencia familiar. No obstante, generalmente esto no ocurre así y como consecuencia, se extiende el proceso correctivo y las dificultades muchas veces se arraigan siendo más difícil eliminarlas (Hernández & Inerarity, 2016).

Las familias son distintas, especiales, requieren de recursos, de ayudas para facilitar la educación de sus niños desde una óptica más optimista y desarrolladora desde la convivencia familiar (Gómez, 2019). Por ello, la necesidad de que la orientación familiar se lleve a cabo debidamente desde sus inicios y que la familia concientice que la falta de amor o la ruptura de lazos afectivos generalmente originan, en los niños, consecuencias catastróficas, que suscitan problemas de comportamiento los cuales surgen por la interacción de condiciones negativas externas asociadas a condiciones internas desfavorables o viceversa (Betancourt, 2001; Peña, 2004). Entiéndase por condiciones desfavorables las “influencias educativas negativas que ejerce la familia, la escuela y la comunidad” (Sampayo, 2016, p. 39).

Las condiciones desfavorables casi siempre dan origen a alteraciones del comportamiento y una de las menos tratada ha sido la timidez que se define como “una excesiva tranquilidad, que en ocasiones hace que el niño pase inadvertido y se muestre temeroso” (Sampayo & Cuenca, 2015, p. 6). Es importante tener presente al realizar la prevención de la timidez que se valora una personalidad que no está aún conformada, que se caracteriza por una continua variación en su desarrollo, así como por una constante transformación física y mental. Esto presupone, la necesidad de tener en cuenta las características de los niños para poder determinar si su comportamiento es normal o no (Sampayo, 2016).

Existe el criterio de que “al valorar el comportamiento de un niño lo primero que se debe hacer es comparar su comportamiento con su propia conducta habitual” (Martínez, 2002, p. 46). Sin embargo, Sampayo (2016) discrepa con este autor al considerar que no siempre lo habitual en un comportamiento es lo adecuado, de ahí que insista en que al realizar la valoración se tenga en cuenta las características ontogenéticas del niño según su período etario y las discapacidades que presenten, si las tuviesen, criterio este que se asume en el presente estudio.

Martínez (2002) plantea, además, que un niño normal es aquel que generalmente es activo, que juega, corre, que mantiene un estado de ánimo estable, alegre y feliz, que se alimenta con satisfacción y en la cantidad necesaria, que duerme bien y en los horarios establecidos y que asimila sin dificultad el proceso educativo, ya sea en una institución o en la convivencia familiar. Los autores discrepan con este criterio pues opinan que debe tenerse en consideración que puede haber variaciones de estos aspectos entre un niño y otros y su conducta seguiría siendo normal, por lo que hay que tener en cuenta las diferencias individuales de cada uno de ellos y las discapacidades que pueden presentar.

Por otra parte, no se puede obviar que existen factores de tipo social que influyen negativamente en el surgimiento de las manifestaciones de timidez del niño. También hay que recordar que la actividad afectivo volitiva de la personalidad del niño con manifestaciones de timidez presenta deficiencias en la fase de ejecución, particularmente en las funciones de orientación y regulación de la misma. Estas se manifiestan en que predominan los motivos más directamente relacionados con la satisfacción inmediata de las necesidades, sin analizar las consecuencias de su acción y con deficiente relación objetiva con la realidad, con predominio de las llamadas necesidades materiales, de afecto, de recompensa, entre otras por lo que se deprimen y frustran con facilidad (Betancourt, 2001; Peña, 2004; Sampayo, 2016; Valle, 2017). Esto está dado por la pobre, desvirtuada o ninguna demostración afectiva que han recibido, debido a la falta de modelos positivos y por la existencia de situaciones frustrantes en las condiciones de vida en que ha transcurrido su desarrollo (Sampayo, 2016; Valle, 2017).

Estas vivencias que el niño experimenta generalmente se convierten en la causa fundamental del surgimiento de la timidez. Por tales razones, se asume que atender las vivencias del niño permite conocer el significado que le ha otorgado o inferir cuál pudiera otorgarle a los hechos, fenómenos, objetos y situaciones de la vida cotidiana para determinar la manera en que refleja y valora la realidad vivenciada, con el propósito de propiciarle, siempre que sea posible, vivencias que no afecten su desarrollo normal (Sampayo, Moreno & Cuenca, 2017).

En tal sentido, Vigotsky (1996) consideraba que la vivencia implica la actividad del individuo en relación con el medio y la relación variable que establece con su entorno, esta tiene que ser vista como parte compleja que representa al todo, partes (lo cognitivo o lo afectivo) como saturadas por el todo. El sujeto percibe la situación y le da un significado e inmediatamente sucede una emoción, sin que este sea capaz de controlar el impacto primero de ese sentir, ni su intensidad o momento de aparición; aunque luego sí pueda intervenirlo mediante recursos de autorregulación. Lo mismo ocurre con la prolongación temporal de la vivencia, pues no es posible predeterminar la duración del fenómeno ni siquiera en una misma persona (Vigotsky, 1979; Betancourt, 2001; Peña, 2004; Sampayo, 2016).

Por eso entre las causas más frecuentes del surgimiento de las manifestaciones de timidez se pueden mencionar padres alcohólicos, pacientes psiquiátricos, divorcios y mal manejo de los mismos, poco control de los padres, incumplimiento de las medidas de salud, familiares con conductas ideológicas contrarias, familias disarmónicas, dificultades en la organización del proceso educativo, relaciones inadecuadas con la comunidad, rechazo al niño, desatención, la comunicación inadecuada entre los adultos y el niño, insuficiente afecto y seguridad, sobre protección, permisividad, exceso de ansiedad en los padres, exceso de autoridad, perfeccionismo, exceso de crítica, inconsistencia, agresividad, entre otras.

Cualquiera de estas actitudes erróneas del adulto puede originarlas y la única forma de hacerlas desaparecer es cambiándolas por vivencias positivas y acciones educativas que sean verdaderos métodos de educar a los niños. Es importante advertir que, si este trabajo educativo no se hace a tiempo y conscientemente, se corre el riesgo de que las manifestaciones se conviertan en verdaderos trastornos psicológicos que son más difíciles de erradicar y que sí necesitan de la intervención de un especialista. Los niños que presentan manifestaciones de timidez según Sampayo & Cuenca (2015 b) se caracterizan por:

Mantenerse fuera de los grupos de niños que juegan, prefieren estar solos, se apartan de los demás, se sienten inferiores, o sea, creen que no son capaces de hacer lo que hacen otros niños de su edad, se aíslan y crean un mundo imaginario, lleno de fantasías, por eso casi siempre se les ve pensativos, como idos. Hablan poco, aunque conozcan muchas palabras, al no ser con personas con las que se sienten seguro. Les tienen miedo a las personas extrañas, lugares y cosas desconocidas. Son cobardes, no se defienden de las agresiones de otros niños y niñas, aunque sean más pequeños. Son más serios que otros niños y niñas de su edad y parecen sentirse mejor con los adultos que con sus coetáneos, por eso se acercan más a estos, sobre todo, cuando son cariñosos con él (p. 28).

Cualquiera de estas actitudes erróneas del adulto puede originarlas y la única forma de hacerlas desaparecer es cambiándolas por vivencias positivas y acciones educativas que sean verdaderos métodos de educar a los niños. Es importante advertir que, si este trabajo educativo no se hace a tiempo y conscientemente, se corre el riesgo de que las manifestaciones se conviertan en verdaderos trastornos psicológicos que son más difíciles de erradicar y que sí necesitan de la intervención de un especialista.

Los niños que presentan manifestaciones de timidez se caracterizan por mantenerse fuera de los grupos de niños que juegan, prefieren estar solos, se apartan de los demás, se sienten inferiores, o sea, creen que no son capaces de hacer lo que hacen otros niños de su edad, se aíslan y crean un mundo imaginario, lleno de fantasías, por eso casi siempre se les ve pensativos, como idos. Hablan poco, aunque conozcan muchas palabras, al no ser con personas con las que se sienten seguro. Les tienen miedo a las personas extrañas, lugares y cosas desconocidas. Son cobardes, no se defienden de las agresiones de otros niños y niñas, aunque sean más pequeños. Son más serios que otros niños y niñas de su edad y parecen sentirse mejor con los adultos que con sus coetáneos, por eso se acercan más a estos, sobre todo, cuando son cariñosos con él.

Para poder darle tratamiento a dichas manifestaciones es necesario que la familia concientice la necesidad de transformar su función educativa al desarrollar el proceso educativo en convivencia familiar. También es necesario que conozca los requerimientos para un proceso educativo de adecuada calidad en dicho contexto: “rol protagónico, rol participativo, ambiente colectivo y cooperativo, clima socio afectivo y comunicativo favorable, papel de la familia en la atención a las vivencias emocionales del niño y enfoque lúdico” (Sampayo, 2016, p. 62).

El requerimiento clima socio- afectivo y comunicativo cobra mayor significación en la convivencia familiar porque generalmente conlleva a vivencias traumatizantes debido a fallas en la comunicación entre la familia y el niño, al percibir que no es querido, que no satisfacen sus necesidades, que no lo atienden cuando lo necesita, entre otras. Estas fallas se convierten entonces en potenciadoras del surgimiento de manifestaciones de timidez que afectan su desarrollo, por estas razones es de vital importancia lograr que el niño se desarrolle en condiciones adecuadas que garantice vivencias positivas para él. Sin embargo, el desconocimiento que posee la familia al respecto conlleva a que con frecuencia cometa errores que generan el surgimiento de las mismas en sus niños.

Los autores significan el carácter mediador de la comunicación en dos sentidos: en el proceso de orientación familiar para que la familia concientice el papel que le corresponde en la educación de los niños, adquieran conocimientos, métodos y vías para modificar sus acciones educativas en la convivencia familiar y al mismo tiempo, modelen acciones educativas permeadas por la comunicación en las interacciones sociales que se dan en función de la atención a las vivencias y la prevención de las manifestaciones de timidez. En tal sentido, para lograr que la familia concientice la importancia de la comunicación, es necesario que al orientarla se atiendan sus componentes estructurales y funciones para que comprendan cómo pueden movilizar sus recursos personológicos para penetrar en el mundo interno de los niños, además satisfaga sus necesidades y en consecuencia contribuyan a la prevención de la timidez en el proceso educativo. También presupone que realicen, mediante la comunicación, análisis prospectivos y perspectivos que le permitan desarrollar un proceso educativo consciente, favorecedor de interrelaciones sociales y generador de vivencias positivas para el niño, lo que supone la transformación de las acciones educativas (Sampayo, Moreno & Cuenca, 2017).

Además, resulta imprescindible, para desarrollar la orientación tener en cuenta los resultados obtenidos en el diagnóstico, autodiagnóstico de la familia, considerar sus características psicológicas y las de los niños para dotarla de conocimientos, métodos y medios que le permitan modificar el proceso educativo en la convivencia familiar, en función de lograr que la comunicación que se establece entre sus miembros en las interacciones sociales influya mutuamente entre sí, al transmitirse conocimientos, valores, modos de actuación, revelen sus intereses, expectativas y se transformen unos a otros.

Ello implica, además, que la familia atienda las vivencias, que aprenda a determinar el significado que el niño le asigna a las situaciones u objetos de la vida cotidiana que percibe para poder propiciar, siempre que sea posible, que estas resulten positivas para él. Por tal motivo, deviene la necesidad de que la atención a las vivencias de los niños de infancia preescolar constituya tema de la orientación, para que sea atendida en el proceso educativo en la convivencia familiar desde los componentes de la comunicación con énfasis en el perceptivo, condición que garantiza las adecuadas interacciones entre todos los familiares y entre estos y el niño, lo que propiciará la prevención de la timidez.

CONCLUSIONES

La orientación a las familias de niños de sexto año de vida para prevenir la timidez, desde el tratamiento a las vivencias mediante la comunicación, no ha sido abordada de manera intencionada por parte de los agentes educativos encargados de esta labor y como consecuencia los familiares desconocen qué acciones educativas pueden desarrollar para evitar su aparición, algo que se ha reflejado en los estudios realizados en torno a esta temática.

El diagnóstico realizado evidencia deficiencias en las interacciones sociales que se establecen en el proceso educativo que se realiza en la convivencia familiar, lo que incide en las manifestaciones de timidez que presentan los niños como consecuencia de insuficiencias en la orientación familiar, que no propician su prevención por desatender aspectos relacionados con las interacciones sociales que se establecen a partir de la comunicación y con el desarrollo socio emocional del niño.

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Recibido: 06 de Agosto de 2021; Aprobado: 24 de Enero de 2022

*Autor para la correspondencia (email) isabel.sampayo@reduc.edu.cu

Los autores declaran que no existen conflictos de intereses.

Isabel Cristina Sampayo Hernández es Doctora en Ciencias pedagógicas y Profesora Titular. Investiga acerca de las alteraciones del comportamiento desde el año 2003, y se desempeña actualmente como Jefa del Departamento de Educación Preescolar. Posee 31 años de experiencia profesional.

Isabel Cristina Sampayo Hernández: Planteó el problema de investigación, a partir del desempeño de las familias en el nivel preescolar. Elaboró el diseño teórico metodológico de la investigación, sistematizó e interpretó los aportes y resultados existentes en la teoría acerca del tema, construyó el marco teórico y elaboró el informe. A ella se deben las definiciones de alteraciones del comportamiento, prevención de alteraciones del comportamiento y orientación familiar para la prevención de las alteraciones del comportamiento en los niños de infancia preescolar.

Beatriz Valle de Zayas: Participó en el diseño metodológico de la investigación, en la selección de los métodos e instrumentos, contribuyó en la construcción del marco teórico y en la elaboración del informe.

Esmérido Guerrero Fernández: Participó en la búsqueda de información acerca del tema, en la interpretación de los resultados y en la elaboración del informe.

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