A mediados del pasado siglo los cirujanos comenzaron abordar las cardiopatías1. Primero las anomalías congénitas y las deformaciones valvulares causadas por la enfermedad reumática, para finalmente afrontar la cardiopatía isquémica, afección que aparece fundamentalmente por el deterioro oclusivo en las arterias del árbol coronario que irrigan el corazón; y que, hoy en día, constituye la primera causa de muerte para todas las edades en nuestro país y en el mundo desarrollado2. Su causa, el envejecimiento poblacional y la aceleración de la ateroesclerosis por varias enfermedades crónicas no transmisibles y otros factores de riesgo, el pésimo hábito de fumar, la obesidad y el sedentarismo consecuente al estilo de vida de la modernidad.
En respuesta a la cardiopatía isquémica surgió la cirugía de revascularización miocárdica. Inicialmente con la implantación de una arteria sistémica dentro del músculo cardíaco, después con la anastomosis de hemoductos venosos como puente a las arterias coronarias y finalmente con la anastomosis de las arterias mamarias a las arterias coronarias gravemente ocluidas por la ateroesclerosis1,3.
En este número de CorSalud aparece un artículo donde sus autores revisan la historia de la revascularización miocárdica y particularmente profundizan en la Disección de la arteria mamaria interna en cirugía cardíaca. Una historia no siempre bien contada4, dentro de las diversas técnicas empleadas a través de los años para la optimización de la disección de las arterias mamarias internas con el objetivo de mejorar los resultados de la calidad y expectativa de vida de los pacientes con cardiopatía isquémica en peligro de sufrir infartos y muerte.
Es un artículo excelente, de mucho valor, que enriquece notablemente el conocimiento sobre la necesidad de continuar investigando en la historia de la cirugía de revascularización miocárdica, que hoy constituye en el mundo, y en nuestro país, la operación de corazón más frecuente.
Por ello quisiera aportar algunos datos históricos que pueden enriquecer el tema.
Destacar el hecho de que la literatura especializada atribuye al cirujano ruso Vasilii I. Kolesov el haber suturado exitosamente por primera vez, la anastomosis de la arteria mamaria interna (AMI) derecha a la arteria coronaria derecha sin el apoyo de circulación extracorpórea (CEC), el 25 de febrero de 19643, aunque no se recogen los detalles de la disección de la AMI. Posteriormente, en 1968, George Green, en Nueva York, realiza la anastomosis de la AMI izquierda a la arteria descendente anterior (DA)3 en forma, aparentemente, pediculada.
En Cuba, Julio Taín Blázquez y colaboradores -entre ellos el autor de este artículo-, en el Instituto de Cardiología y Cirugía Cardiovascular (ICCCV) iniciaron, en el segundo semestre de 1979, la cirugía revascularizadora del miocardio y emplearon como puente la vena safena interna anastomosada a la arteria descendente anterior (DA), en un corazón detenido por fibrilación ventricular inducida y con soporte de CEC. Procedimiento que se convirtió en rutinario a partir de la década del '805, al que se añadieron los hemoductos arteriales.
Y el 24 de octubre de 1996 se introduce, por Angel Paredes Cordero y colaboradores, la técnica de revascularización miocárdica con anastomosis de la AMI a la DA con corazón latiendo y soporte de CEC6; los mismos que, en Junio de 2002, en el propio ICCCV, introdujeron la esqueletización de la AMI para su anastomosis a la DA7.