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Cuban Journal of Agricultural Science

Print version ISSN 0864-0408On-line version ISSN 2079-3480

Cuban J. Agric. Sci. vol.52 no.2 Mayabeque Apr.-June 2018  Epub June 01, 2018

 

Ciencia Animal

Comportamiento físico-químico y microbiológico de la leche de vacas Siboney de Cuba

Á.C. Alonso1  * 

C.A. Iribán2 

Mileisys Benítez1 

1Facultad de Ciencias Forestales y Agropecuarias, Universidad de Pinar del Río “Hermanos Saíz Montes de Oca”, Pinar del Río, Cuba

2Dirección Técnica Desarrollo. Empresa Pecuaria Genética “Camilo Cienfuegos”, Consolación del Sur, Pinar del Río, Cuba

Resumen

Para evaluar indicadores físico-químicos y microbiológicos de la leche de vacas Siboney de Cuba en lactancia durante el intervalo septiembre-enero 2017 en la vaquería-60 “La Jibara”, se realizó toma de muestra en este período al 50 % del rebaño en ordeño. A las muestras colectadas se les realizó análisis de laboratorio para los indicadores temperatura, densidad, grasas, sólidos no grasos, sólidos totales, California Mastitis Test y tiempo de reducción del azul de metileno, según procedimientos vigentes en las normas cubanas. A las variables en estudio se les aplicó estadígrafos simples de posición y de dispersión, además de ANOVA simple y test de Duncan (1955), para determinar diferencias según rangos de días de lactancia transcurridos durante la toma de muestras. Se utilizó para ello el paquete estadístico InfoStat. Para calcular prevalencia de mastitis subclínica se empleó la fórmula de Ponce et al. (2005). Se concluye que los indicadores físico-químicos y microbiológicos de la leche estuvieron en los rangos de calidad establecidos, excepto el tiempo de reducción del azul de metileno, que resultó inferior a lo que plantea la norma. Se constataron diferencias estadísticas por intervalos de lactancia en densidad, grasa y sólidos no grasos, asociados a cambios en la calidad del alimento registrados al final del período lluvioso e inicios del no lluvioso. El por ciento de muestras con prevalencia de mastitis subclínica se consideró alto, con 66 % contra solo 34 % negativa, lo que reduce considerablemente la calidad de la leche producida y el estado clínico de la ubre de las hembras en producción.

Palabras clave: vacas en lactancia; calidad de la leche; mastitis subclínica; calidad del alimento

En la nutrición humana, la leche bovina se considera como uno de los alimentos más completos por el elevado contenido de aminoácidos esenciales y proteínas presentes en sus nutrimientos. Por esta razón, Hernández et al. (2011) argumentan la importancia que le conceden la mayoría de los países del hemisferio occidental al incremento de los volúmenes productivos de este alimento, como parte de la seguridad alimentaria y nutricional de la población.

Para cubrir las demandas de leche vacuna, en Cuba se trabajó desde finales de la década del 60 en la conformación de diferentes raciales que, como característica primordial, expresaran alto rendimiento en la producción lechera; además de rusticidad ante las condiciones tropicales, buen desarrollo corporal en condiciones de pastoreo y alta resistencia a las enfermedades. La raza Siboney de Cuba constituye uno de los principales exponentes lecheros obtenidos a partir de este programa en el país.

Para Ponce et al. (2005), la buena calidad de la leche es una necesidad, con independencia de la producción, pues asegura la alimentación más segura de la familia y los consumidores en general, una vida más larga en la venta de la leche cruda, mejores productos artesanales que emplean la leche como materia prima, además de mejores procesos, y estabilidad en la venta a la industria.

La tendencia mundial en la ganadería lechera se proyecta al incremento en la producción por vaca y al logro de mayores rendimientos en los indicadores de calidad de la leche, fundamentalmente, en proteínas y sólidos no grasos, por lo que su calidad está vinculada con normas específicas relacionadas con las condiciones de producción, comúnmente aceptadas a nivel nacional e internacional, y de cumplimiento obligatorio.

Investigaciones realizadas por diferentes autores, como Gallardo (2003), Campabadal (2013) y Gabbi et al. (2013), refieren como factores que afectan la calidad de leche: la genética, la edad, el estado sanitario y la etapa de lactancia de la vaca, así como el manejo al ordeño y la estación del año, aunque todos coinciden en afirmar que los factores nutricionales son los principales responsables, no solo de aumentar la producción de leche, sino de cambiar su composición química, especialmente el contenido de grasa.

La importancia de conocer los indicadores de calidad de la leche producida en sistemas pecuarios posibilita la toma de decisiones para atenuar las afectaciones en la gestión de la calidad en toda la cadena agroindustrial (Rodríguez et al. 2015). Dichos indicadores según Ponce et al. (2004), están determinados por dos aspectos básicos: la composición química y el nivel higiénico-sanitario mantenido en el proceso de obtención, lo que define su potencial nutricional, industrial y de seguridad alimentaria. La leche destinada al consumo humano debe contener bajo número de microorganismos saprófitos, ausencia o muy bajo contenido de microorganismos patógenos, y ausencia o mínimo contenido de residuos de medicamentos y contaminantes.

En Cuba, según Ponce et al. (2015), los informes sobre calidad bacteriológica en leche cruda son muy limitados. Estos autores consideran escasos los trabajos de índole cuantitativa, referidos a leche cruda, a pesar de ser común a nivel internacional que el pago se haga a través del conteo de microorganismos como indicador higiénico en la producción de leche.

El estudio del comportamiento de los indicadores físico-químicos que componen la leche de vaca, así como las alteraciones que se producen en la glándula mamaria durante las lactancias y la relación existente entre los estándares de calidad del producto y los trastornos metabólicos que pueden incidir en ella, recaban cada vez mayor interés entre investigadores y productores, a fin de evitar cambios indeseables en los indicadores de normalidad establecidos para el pago al productor y el cumplimiento de la alta exigencia de calidad de la materia prima que demanda la industria láctea para mejores rendimientos en los productos.

A partir de esta problemática, relacionada con las exigencias a las que se enfrenta el productor en relación con la calidad de la leche que produce, este trabajo tuvo como objetivo evaluar en un período de cinco meses el comportamiento de los indicadores físico-químicos y microbiológicos de la leche de vacas Siboney de Cuba, obtenida en la vaquería-60 “La Jibara” de la Empresa Pecuaria Genética (E.P.G.) “Camilo Cienfuegos”.

Materiales y Métodos

El estudio se desarrolló en condiciones de producción ganadera en la vaquería-60 “La Jíbara”, perteneciente a la Unidad Empresarial de Base (U.E.B.) Corralito, de la E.P.G. “Camilo Cienfuegos”, ubicada en el municipio Consolación del Sur, provincia Pinar del Río, Cuba. Las muestras colectadas se tomaron de 30 hembras en lactancia, clínicamente sanas, de la raza Siboney de Cuba (divididas aleatoriamente en dos grupos, de 15 individuos cada uno) que presentaban diferentes estadios de lactancia (desde 25 hasta 180 d), con pesos vivos entre 385 y 440 kg y condición corporal media 3.

Los muestreos se realizaron indistintamente a intervalos quincenales (dos muestreos/mes a cada grupo). Comenzaron a principios de septiembre de 2016 y se extendieron hasta inicios de enero de 2017, con el propósito de determinar indicadores físico-químicos y microbiológicos de la producción individual de leche en el período evaluado. Las muestras se tomaron siempre en el ordeño de la tarde

Para la recolección de leche se utilizaron frascos estériles de 500 mL. Una vez llenos, se sellaron, se identificaron y se colocaron en hielera, a temperatura de 4 a 6 ºC. Posteriormente, para su análisis se trasladaron al Laboratorio de Análisis Químico “El Canal”, perteneciente a la propia empresa. Entre la recolección y los análisis transcurrieron, como promedio, 3.5 h.

A la leche colectada se le determinó la densidad (g/mL) y temperatura (ºC) por lactodensímetro de Quevenne. Las trazas o mastitis (CMT) se calcularon por el método de titulación con empleo de CENMAST. El tiempo de reducción del azul de metileno (TRAM) (h:min) y la grasa (g/L) se determinaron de acuerdo con el método Gerber. Los sólidos no grasos (SNG) (g/L), mediante la fórmula SNG=(Densidad/4)+(grasa/5) + 0.14 y los sólidos totales (ST) (%) a través de la fórmula ST= Grasa + SNG. Las muestras se procesaron de acuerdo con las NC: 119:2001 (densidad y temperatura), NC: ISO: 2446:2003 (Grasa), NC: 282: ISO: 2006 (TRAM) y NC: 6731: ISO: 2001(ST y SNG).

Durante todo el período experimental, las vacas en estudio permanecieron en un área total de 85.92 ha., con sistema de alimentación basado en pastoreo rotacional 12 h al día, aproximadamente, en áreas donde predominaron las especies botánicas Brachiaria hybrid (Mulato I) vc. CIAT 36061 (4.9 ha); Pannicum maximum (Guinea likoni) (27,3 ha); Cynodon nlemfuencis (Pasto estrella) (9.7 ha); Pennisetum purpureum (vc. Cuba CT - 115)(11.2 ha.); Moringa oleífera, Titonia diversifolia y Morus alba (plantas proteicas)(4.4 ha); pasto natural (19.42 ha); Saccharum officinarum L (Caña de azúcar) (4.0 ha) y sistema silvopastoril (Guinea likoni - Leucaena leucocephala) (5.0 ha). No se empleó riego, solo fertilización orgánica.

En las naves de sombra o durante el ordeño se ofrecieron mezclas frescas, elaboradas indistintamente según disponibilidad, a base de caña de azúcar (molinada con más de 365 d de establecida) o Cuba CT-115 (con aproximadamente 150 d), mezcladas con morera. La edad al corte, en ambos casos, fue de 90 d. Para su trituración se empleó molino JF-50, de fabricación brasilera, disponible en la unidad productiva. El molinado posibilitó obtener partículas para la caña de azúcar de aproximadamente 2.0 cm de tamaño y de 1.3 cm para las de CT-115, mientras que para las plantas proteicas alcanzaron entre 0.5 y 1.0 cm de tamaño.

Las vacas se ordeñaron dos veces al día, y durante cada ordeño se les ofreció 1.5 kg de alimento mezclado, que contenía 200 g de concentrado criollo por cada kg de mezclas frescas; además de 0.45 kg de concentrado para aquellas vacas que tuvieran producciones superiores a los tres litros de leche/diarios.

Para los análisis de laboratorio se siguieron los procedimientos establecidos por las Normas Cubanas. Los resultados obtenidos, en cuanto a la calidad de la leche, se compararon con los indicadores fijados por la norma cubana NC: 448- 2006 que aquí se ilustran:

(±5)* indicates that the temperature cna fluctuate in ranges of 5 °C due to excess of defect at 15 °C

Para el análisis estadístico de los indicadores físico-químicos y microbiológicos obtenidos, se emplearon los estadígrafos simples de posición (media) y de dispersión (desviación estándar), además del ANOVA simple. Se utilizó el test de Duncan (1955) para determinar diferencias en el comportamiento físico- químico de la leche, según rangos de días de lactancia transcurridos durante la toma de muestras. Todos los análisis se realizaron mediante el paquete estadístico InfoStat versión 2012 (Di Rienzo et al. 2012)

Para el cálculo de la estimación de prevalencia de mastitis subclínica (PMS) se empleó la fórmula de Ponce et al. (2005):

Resultados y Discusión

Las medias de los requisitos físico-químicos y microbiológicos de la leche evaluada se presentan en la tabla 1.

Table 1 Means of the physical-chemical and microbiological requirements of the evaluated milk. 

Se encontró que los valores medios registrados en la temperatura, densidad, grasa, sólidos totales (ST) y sólidos no grasos (SNG) están en los rangos permitidos, según establece la norma cubana NC 448:2006. El tiempo de reducción del azul de metileno (TRAM) se comportó por debajo de lo establecido (5.30 h).

Las medias obtenidas durante todo el estudio muestran que la grasa alcanzó, como promedio, 3.24 % de 3.20 % que establece la norma. Al igual que los ST y los SNG, con 11.46 % y 8.24 g/L respectivamente, superiores a lo establecido. Estos resultados son similares a los informados hace algunas décadas por Ponce (1999, cit. por Castillo 2009), quien refirió para la grasa valores de 4.01 %, para ST 12.75 %, y para SNG 8.74 g/L en muestras extraídas a hembras Siboney de Cuba, en producción.

Los valores de densidad encontrados para los diferentes muestreos estuvieron en el rango de: 1.029 -1.030 g/mL a 18.60 °C de temperatura, lo que indica una relación adecuada entre los sólidos no grasos y el agua presente en la leche. Este resultando es de gran importancia por su influencia desde el punto de vista económico en el precio comercial de la leche, al no indicar adulteración por agua y encontrarse en el rango límite permitido por la norma cubana (NC: 448:2006). Ponce et al. (2005), Toledo et al. (2010) y Rodríguez et al. (2015) coinciden en plantear que una leche con peso de 1028 g/mL o inferior resultará penalizada, debido a su baja densidad. Esto repercute negativamente en las economías del productor y la planta industrial láctea.

En la prueba TRAM, 60 % de los valores de la leche muestreada se clasificó de grado B, considerado como aceptable según la NC: 282:2006. Solo 40 % clasificó de grado C. Estos resultados se relacionan con el uso de buenas prácticas de manejo y el control de medidas higiénico-sanitarias, principalmente en la limpieza y desinfección del equipo de ordeño mecanizado y en las acciones realizadas en la rutina de ordeño en la unidad productiva (Vaquería-60 “La Jibara”), lo que influye en la calidad de la leche. La calidad higiénico-sanitaria del mayor por ciento de la leche cruda obtenida cumple con los requisitos de buenas prácticas lecheras, establecidas en el Programa Integral para la Mejora de la Producción y Calidad de la Leche (PROCAL), según Ponce et al. (2004).

La concentración de grasa en leche alcanzó valores de 3.24 %, superiores en 0.04 % con respecto al rango mínimo que establece la Norma Cubana (NC: 448:2006), aunque por debajo de lo establecido por Hernández y Ponce (2000) para los rebaños Siboney de Cuba (4.28 %). Estos resultados se pueden asociar a la presencia de un grupo de vacas en la toma de muestra con lactancias entre 60 y 200 d (18 cabezas). El contenido de grasa de la leche que producen es inferior al de vacas, cuya lactancia está al inicio o más avanzada.

Otra de las causas que pudieron influir son las variaciones en los factores climatológicos del final de la época lluviosa (15 de mayo a 31 octubre) y del inicio de la poco lluviosa (01 de noviembre al 14 de mayo). En esta época hubo cambios en la calidad y cantidad del alimento que recibió la vaca, a causa de problemas asociados con la carencia en la disponibilidad de alimento producido para el bovino durante el período poco lluvioso en Cuba. De dichos problemas se derivan múltiples consecuencias, relacionadas con el bajo desempeño productivo en los rebaños, lo que a su vez incide en un descenso consecuente de los porcentajes de grasa y sólidos totales, a causa de la relación proporcional existente. Argumentos similares a estos informaron Hernández y Ponce (2006) y Sánchez et al. (1996 cit. por Castillo 2009).

Las producciones de leche que contienen bajos contenidos de grasa, según Castillo (2009), representan un problema bromatológico para el consumidor, unido a las afectaciones económicas que trae para la planta pasteurizadora, toda vez que se reducen los rendimientos en crema de leche al momento de la estandarización. Según Casado y García (1985) y Alais (2003), la grasa de la leche se considera como uno de los indicadores que varía en mayor proporción.

Smith (1968) afirma que uno de los factores que afectan el porcentaje de grasa y sólidos no grasos en la leche es la alimentación. En esta influye la cantidad y calidad de la fibra suministrada, así como la proporción del forraje en el concentrado, pues según Bunting (2004) en el porcentaje de grasa de la leche incide el sitio y la tasa de degradación del almidón, composición de los ácidos grasos y, en el caso de grasas protegidas, el grado de protección con respecto al rumen y su digestibilidad.

El estado de madurez del forraje molido y el tamaño de la partícula, al ofrecerse en las naves de sombra o durante el ordeño, se puede considerar un factor que produce cambios en los productos de la fermentación ruminal, con el consiguiente aumento del propionato y la reducción de acetato, lo que trae consigo disminución del porcentaje de materia grasa láctea. Argumentos similares refiere Morales (2010), quien plantea que el forraje finamente molido desempeña una función importante en el mantenimiento o el incremento del contenido de grasa en la leche.

Realizar un adecuado balance de la ración, en función de cubrir los requerimientos nutricionales para producir leche, incide directamente en los resultados a esperar. Según Ruíz-Albarrán (2012), no cumplir con los requerimientos de proteína y energía en el rumen de la vaca en producción, se convierte en una limitación para la producción de leche. De ahí la necesidad de que cada unidad productiva cuente con su autosuficiencia alimentaria (ASA). Es decir, que tenga la base alimentaria necesaria, en cantidad y calidad, para la alimentación de su rebaño, lo que coincide con lo planteado por Díaz et al. (2013), Interián et al. (2013) y Alonso (2015).

El promedio de sólidos totales (11.46 %) fue muy similar al valor mínimo establecido por la referida norma (11.4 %), lo que podría ser consecuencia de cambios en los componentes de la alimentación de las vacas, si se tiene en cuenta que la toma de muestras transcurrió en las últimas semanas del período lluvioso, y al inicio del poco lluvioso. En esta etapa comienza a escasear el pasto base establecido en la unidad, con la consiguiente disminución en su calidad y composición bromatológica, lo que incide en los requerimientos nutricionales de la vaca en producción, como refiere Alonso (2015).

Estudios realizados por Campabadal (2013) señalan que la disminución en los sólidos totales puede afectar el porcentaje de grasa por la relación acetato: propionato, presente en una proporción inversa entre la producción de leche y el porcentaje de sólidos. De ahí la importancia de que el productor conozca la repercusión que tienen los cambios bruscos en la alimentación de la vaca en producción de leche. Cuando esto ocurre, se impide garantizar un producto con el por ciento de sólidos totales que el racial Siboney de Cuba es capaz de producir.

Las medias obtenidas por los sólidos no grasos (8.24 g/L) fueron similares a los valores mínimos que establece la Norma Cubana (8.20 g/L). Se estima que estos resultados estén relacionados con las causas antes referidas, que tienen que ver con cambios en la disponibilidad y calidad de los alimentos, aunque pudieran incidir otros, como la toma de la muestra y el período de lactancia en que se encuentra la vaca, pues en el grupo seleccionado para el experimento existían vacas con diferentes días en lactancia. Estas causas se corresponden con lo que plantean Álvarez et al. (2012) y Cervantes et al. (2013), quienes consideran además que la genética, la edad, el estado sanitario, el manejo al ordeño y la estación del año son variables que afectan la calidad de la leche.

Gallardo (2003), Morales (2010), Campabadal (2013) y Gabbi et al. (2013) coincidentemente sostienen que, en la nutrición y la alimentación, la relación forraje: concentrado, tipo de forraje, calidad de la fibra (madurez, contenido de fibra), el tamaño de partícula o picado del forraje, tipo de concentrado, proteína dietética, adición de grasa y aditivos, son los principales responsables, no solo de aumentar la producción de leche, sino de modificar su composición química y su variabilidad, especialmente el contenido de grasa.

La tabla 2 refleja los resultados del diagnóstico de la mastitis, realizado a las muestras mediante la prueba de California, según la Norma Cubana (NC:118: 2001).

Los resultados demuestran que 11.33 % de las muestras colectadas resultaron positivo evidente (++), mientras que 24 % fue positivo débil (+) a mastitis subclínica, según la clasificación por California Mastitis

Table 2 Results of the diagnosis of mastitis, performed on samples extracted by the California test Test (CMT). 

El por ciento de muestras analizadas, que resulta positivo evidente (++) a la presencia de mastitis bovina en el eslabón primario de la producción, evidencia que existen violaciones sanitarias en la unidad productiva (Vaquería-60 “La Jibara”), relacionadas con el cumplimiento en la disciplina tecnológica que establece la rutina de ordeño. Esta exige la separación para tratamiento profiláctico de vacas en producción con cuartos infectados, lo que concuerda con lo referido por Ponce et al. (2015).

A los resultados con trazas, positivo débil, y positivo evidente, descritos en la tabla 2 se les aplicó la fórmula para la prevalencia de mastitis subclínica (PMS) de Ponce et al. (2005):

La evaluación de PMS, según cantidad de individuos considerados positivos o negativos al análisis, se describe en la tabla 3.

Table 3 Evaluation of the prevalence of subclinical mastitis (PSM) 

El por ciento de muestras con PMS entre las vacas en producción evaluadas se puede considerar alto (66 %), pues del total de muestras colectadas (150) solo 34 % resultaron negativas al realizar el California Mastitis Test (CMT). Estos resultados indican lo comprometida que se encontró, desde el punto de vista microbiológico, la calidad de la leche colectada durante el período evaluado.

Los resultados antes descritos se corresponden con los referidos por Córdova (2017), al informar para condiciones tropicales que de cada 100 vacas en producción de leche, es posible encontrar entre 60 y 76 hembras con afectaciones de mastitis subclínica (no observada a simple vista), a más del 50 % de los cuartos de la ubre de las vacas en ordeño.

Esto indica la necesidad de realizar un estudio epizootiológico en la unidad para determinar las causas que pueden incidir en los problemas de mastitis subclínica, al grado de reacción trazas del CMT: higiene general y del equipo de ordeño, estabilidad laboral de los ordeñadores, correcta realización de la rutina de ordeño, constante revisión y separación de aquellos animales positivos evidentes a la prueba, ubicados al final del ordeño de su grupo. Se debe realizar un ordeño a fondo, dos o tres veces al día, sin aplicar tratamiento con antibiótico para corregir la causa, y minimizar las pérdidas costosas que se producen por concepto de calidad de la leche.

Los análisis por CMT proveen al criador de una predicción confiable, al poder detectar tempranamente nuevos casos de mastitis subclínica y tomar medidas correctivas antes de que la enfermedad llegue a ser clínica, lo que se corresponde con lo planteado por De la Cruz (2011).

Para la obtención de leche en esta unidad, se emplea ordeño mecanizado con una tecnología que tiene muchos años en explotación. Aunque esta tecnología ha recibido reparaciones mínimas, no han sido posibles reparaciones capitales. Esto implica que la calidad de pulsadores, pezoneras, y el funcionamiento en general del equipo de ordeño presente dificultades, lo que posibilita que aparezcan problemas de sobre ordeño u sub ordeños, que impiden que el contenido total de la ubre se vacíe, lo que provoca pérdidas productivas; además de la consiguiente liberación de células somáticas que ocasionan la inflamación en el canal del pezón y la aparición del trastorno de mastitis subclínica en la hembra. Esto se corresponde con lo descrito por Novoa (2003), Ponce et al. (2004), Cuayla (2010) y Coronel et al. (2011).

En el análisis estadístico de los indicadores físico-químicos de la leche, según el rango de días de lactancia transcurridos durante el estudio (tabla 4), se constataron diferencias altamente significativas (p< 0.0001), solamente para grasa y ST en leche de las vacas en producción.

Table 4 Result of the physical-chemical parameters of milk according to the range of lactation days passes during the study of the cows in production 

a, b, c, d, eDifferent lettres in the same rows differs to P<0.05 according to Duncan (1955)

Etapa de la lactancia: (1)Temprana (0 a 100 d). (2) Media (100 a 200 d) (3) Tardía (200 a 300 d).

Los resultados para la densidad difirieron (P < 0.05) en la leche colectada en el período de 150 a 200 d de lactancia, y la obtenida en el intervalo de 201 a 250 d al momento de la toma de muestra con respecto a los intervalos restantes. Para la grasa, difirieron entre sí (P<0,05) todos los intervalos evaluados, a excepción de los contenidos lipídicos registrados en aquellas que tenían hasta 100 y las que contaban de 251 a 300 d de lactancia, con igual comportamiento en los intervalos al evaluar los ST.

Los resultados del comportamiento de la grasa y las diferencias mostradas se pueden relacionar con los valores alcanzados al inicio de la lactancia, cuando las concentraciones de grasa son mayores, debido a la formación del calostro, según refiere Morales (2010). Estas concentraciones disminuyen con el transcurso de los primeros dos meses de lactancia, y tienden a aumentar de forma lenta y gradual, y conforme progresa y se acerca el final de la lactancia.

Otro factor que pudo influir en los cambios en el porcentaje de materia grasa, según rangos de días de lactancia transcurridos, se puede relacionar con una variación en el tipo de ácidos grasos de la leche, cuando hay un predominio de ácidos grasos de cadena corta e intermedia en la primera mitad de la lactancia. Estos resultados se corresponden con los descritos por Morales (2010).

Según se describe en la figura 1 (Anon 2009), la grasa aumenta progresivamente en la medida que transcurre el intervalo de días de lactancia, luego de los 100 d post parto (etapa media), para alcanzar altas concentraciones transcurridos los 220 d de lactancia.

Figure 1 Milk, fat and protein after parturation (Anon 2009

Lo mismo ocurre con el comportamiento de los ST. Los resultados alcanzados se incrementan progresivamente, en la medida que los intervalos de días de lactancia aumentan conforme avanza la lactancia, registrándose valores desde 12.04 a 12.08. Esto se corresponde con lo descrito por Blanco (2014), Jaimes et al. (2015) y Alaniz (2015), quienes sostienen que mientras la producción de leche se reduce con el avance de la lactancia, aumentan las concentraciones de sólidos no grasos, grasa y sólidos totales en la leche.

Conclusiones

Los valores de referencia y umbrales de normalidad para la composición y las propiedades físico-químicas de la leche evaluada en la vaquería-60 “La Jibara” se encuentran en los rangos permitidos por la norma cubana, aunque no alcanzan los estándares descritos para el racial Siboney de Cuba. Esto se asocia a la calidad y cantidad del alimento que recibió la vaca y a la carencia en la disponibilidad del alimento producido durante el período poco lluvioso en Cuba, lo que incide en las condiciones de salud metabólica a nivel del rumen y en los procesos de síntesis y secreción de la glándula mamaria. El tiempo de reducción del azul de metileno estuvo por debajo de lo establecido por la norma. No obstante, 60 % de los valores de la leche muestreada se clasificó de grado B. Se encontró alto por ciento de muestras con prevalencia de mastitis subclínica, lo que reduce considerablemente la calidad de la leche producida y el estado clínico de la ubre de las hembras en producción. Los valores de densidad, grasa y SNG, al evaluarse la leche producida en la medida que transcurre la lactancia presentaron diferencias (P < 0.05), asociadas a la etapa de lactancia y a los valores alcanzados en el inicio y final de la misma.

Recomendaciones

Como la calidad de la leche depende de diversos factores, se recomiendan estudios que relacionen aspectos de alimentación, ambiente, nivel de producción y manejo, que permitan asegurar una producción de calidad, de acuerdo con las normas cubanas vigentes.

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Recibido: 09 de Noviembre de 2017; Aprobado: 29 de Mayo de 2018

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