SciELO - Scientific Electronic Library Online

 
vol.7 número3Propuesta de un procedimiento para lograr la integración de los sistemas de gestión implementados para la mejora del desempeño de la Empresa Termoeléctrica CienfuegosCálculo del costo por pacientes rehabilitados con enfermedades del sistema óseo muscular de la Sala de Rehabilitación de Palmira índice de autoresíndice de materiabúsqueda de artículos
Home Pagelista alfabética de revistas  

Servicios Personalizados

Articulo

Indicadores

  • No hay articulos citadosCitado por SciELO

Links relacionados

  • No hay articulos similaresSimilares en SciELO

Compartir


Revista Universidad y Sociedad

versión On-line ISSN 2218-3620

Universidad y Sociedad vol.7 no.3 Cienfuegos sep.-dic. 2015

 

ARTÍCULO ORIGINAL


La distribución y el consumo del cine en la era digital: una mirada desde Cuba



Distribution and consumption of cinema in the digital era: A view from Cuba




Jorge Luis Lanza Caride

Centro Provincial de Cine. Cienfuegos. Cuba.





RESUMEN

A través del presente artículo se pretende realizar un análisis sobre el impacto de las Nuevas Tecnologías de la Comunicación en esferas como la distribución y consumo del cine en el actual contexto, a partir de la complejidad que implica el tránsito de la era analógica a la digital para la industria del cine, partiendo de referentes teóricos autorizados que han estudiado el fenómeno desde esta perspectiva, como el canadiense Hervé Fischer y la socióloga cubana Cecilia Linares. El análisis del tema a partir de su aplicación al contexto social cubano deviene un aporte insoslayable del artículo.

Palabras clave: Distribución, consumo audiovisual.


ABSTRACT

The aim of this article is to make an analysis about the impact of New Technologies of Communication in topics fields like distribution and consumption of filming products nowadays, taking as a starting point the complexity that implies the transfer from analogical to digital age for movie’s industries, taking into account authorized theory references that have studied the matter about this perspective, authors like the Canadian Hervé Fischer and Cuban sociologist Cecilia Linares. The analysis of this subject represents a contribution to Cuban social context.

Keywords: Distribution, audiovisual consumer.





INTRODUCCIÓN

Desde los orígenes del cine a la actualidad el ritual que implica adentrarse en una sala oscura a disfrutar del espectactaculo fílmico ha devenido una práctica sociocultural que ha marcado a varias generaciones por más de un siglo, pero con el arribo del Nuevo Milenio, caracterizado por la presencia hegemónica en todas las esferas de la sociedad de las Nuevas Tecnologías de la Comunicación, con su innegable impacto en esferas como la producción, la distribución, la exhibición y el consumo, esta practica sociocultural atraviesa una profunda crisis. En muchas latitudes esta experiencia de interactuar con el cine se encuentra cada vez más amenazada.

El objetivo del presente artículo radica en analizar el impacto tecnológico que ha implicado el tránsito del soporte analógico al digital en la distribución y el consumo audiovisual, sobre todo cómo este complejo proceso ha fracturado una manera de consumir el cine en un espacio de gran significación social como son las salas de cine, teniendo en cuenta su impacto en el contexto audiovisual cubano.



DESARROLLO

La realidad que atraviesa la industria del cine a partir de la irrupción del digital en el escenario cinematográfico mundial ya había sido advertida por una figura tan vinculada a Hollywood como Francis Ford Coppola, quien en una ocasión vaticinó que el futuro del séptimo arte sería electrónico, visión que coincide con la nueva realidad que atraviesa esta colosal industria cultural a partir del esperado y vertiginoso tránsito del formato analógico al digital, con sus evidentes ventajas y sus innegables consecuencias para esferas como la producción, distribución y consumo del cine. Analizar el impacto de la Revolución tecnológica sobre el consumo audiovisual a partir del tránsito de la era analógica a la digital.

No solamente en Cuba sino en otras latitudes donde ha colapsado la red de cines los espectadores experimentan una profunda nostalgia por la sala oscura. ¿Cuáles son las causas que han provocado su inminente crisis? Donde están los espectadores que colmaban las grandes salas para disfrutar del placer indescriptible de apreciar un filme en la pantalla grande.

Aquellos que experimentamos esta enfermiza pasión por el celuloide nos resulta alarmante tan apocalíptica realidad, sobre todo para quienes se resisten a la idea de que la tecnología digital pueda sustituir el encanto que provoca disfrutar el cine desde su soporte tradicional.

Aunque no podemos negar que la tecnología digital está desplazando las formas anteriores de interactuar con el producto fílmico, el ritual de la pantalla grande continúa siendo hasta ahora insuperable.

Algunos especialistas en el tema argumentan que resulta erróneo considerar que el tránsito paulatino del soporte analógico al digital en el universo del cine ha provocado desinterés hacia éste. Ha sido lo contrario: el impacto de las Nuevas Tecnologías de la Comunicación en el ámbito audiovisual ha multiplicado considerablemente las rutas de acceso en el consumo de los productos cinematográficos, desplazando una forma de consumo sustentada en el ritual colectivo hacia otras más individuales propias de un mundo cada vez más globalizado.

El teórico canadiense Fischer en su libro La decadencia del imperio Hollywoodense ha negado rotundamente que el consumo doméstico de filmes en VHS y actualmente en DVD represente la muerte definitiva del cine, cuando la realidad evidencia todo lo contrario: pues ha contribuido a potenciarlo, al democratizar el acceso de los cinéfilos a cinematografías marginadas por la hegemonía histórica que ha ejercido el imperio Hollywoodense, aunque la esencia que distingue al cine como arte e industria del siglo XX continúa siendo el ritual que implica la pantalla grande.

El control de la distribución según Fischer es el elemento clave que justifica que Hollywood continúe apelando a un sistema tan costoso y artesanal como las bobinas de 35 mm. A diferencia del pasado, ahora la postproducción de los filmes se realiza enteramente en digital y luego se transfiere la copia máster final en 35 mm para así evitar el nefasto impacto de la piratería si mantuviéramos su distribución en digital.

Según algunos estudiosos ese es un lujo que puede permitirse solamente Hollywood y otras distribuidoras en otras latitudes desarrolladas del mundo, pero no sucede de la misma manera para las cinematografías del Tercer Mundo como la cubana, lo cual no significa que dejemos de reconocer el valor e importancia que implica esta variante en la distribución.

En el contexto cubano la distribución y el consumo digital del cine en salas equipadas con sofisticadas tecnologías de proyección fundamentalmente en la capital ha sido la alternativa que ha posibilitado la subsistencia de la industria cinematográfica cubana y sus salas de cine, aunque en el resto del país la situación no sea favorable. Lo que ha representado la salvación de una cinematografía nacional en términos de producción, para la distribución ha significado la decadencia y progresiva muerte del cine, amén de los esfuerzos que realiza el ICAIC por mantener la asistencia de espectadores a la sala oscura.

De acuerdo con Fischer (2008), "el control hollywoodense de la industria por la bobina de 35 mm ha contribuido directamente a matar miles de pequeñas salas y marginar el cine de arte y ensayo, las cinematografías nacionales, el cine de autor, experimental, comprometido, incluido los cortometrajes y los documentales."

Aunque la bobina de 35 mm continúe percibiéndose como el paradigma de la industria del cine, pues hasta ahora la calidad en la resolución del digital no ha desplazado al analógico, por otra parte se ha convertido en instrumento de su muerte como arte, pues las estéticas que no respondan al canon hollywoodense quedan marginadas.

En la gran mayoría de las naciones de Latinoamérica el 85 % de la producción fílmica exhibida es de factura Hollywoodense. Acaso esta realidad no representa una nueva expresión de colonización cultural inherente a una época marcada por la globalización cultural. Afortunadamente para el caso de Cuba y otras naciones la existencia de políticas culturales para el fomento del cine son las únicas encargadas de revertir este panorama tan desolador.

Si la llegada de la televisión representaría una real amenaza para la continuidad del cine en los años sesenta la incursión del cine digital se ha convertido en una amenaza mayor, en momentos en que éste ha devenido para la gran mayoría de las personas un ritual doméstico dada la masiva visualización de filmes en DVD, práctica contra la cual no tengo nada en contra, pues no desestimo las innegables ventajas que para esferas como la producción y la distribución ha tenido el acceso a la tecnología digital, pero ¿a qué precio?

No se trata de negar la evolución tecnológica y evidente progreso que ha representado para la industria del cine el arribo a la era digital. Tal como la Revolución industrial que experimentó Europa entre el siglo XVIII y el XIX dinamizó la producción y las condiciones de trabajo de los obreros pese a su absurda satanización en su momento, cuando el problema descansaba en la explotación del proletariado por la burguesía dueña de los medios de producción, el problema principal aquí radica en la piratería despiadada de filmes en DVD y no precisamente en la satanización de la tecnología digital, lo que explica por qué se regula y penaliza en la gran mayoría de las naciones este fenómeno derivado de la posibilidad de reproducir tantas copias de filmes se desee en su soporte digital, lo que atenta no sólo contra la existencia mismas de las salas, sino contra las ventas de filmes con la calidad requerida para su comercialización.

Aunque en todos los países este fenómeno no se comporta de la misma manera, para no pecar de apocalíptico, hay que reconocer que en Cuba hemos asistido a la muerte progresiva de la sala oscura. No me refiero a la producción de filmes propiamente, sino al soporte y espacio institucional que lo ha sustentado históricamente.

Aunque nos encontramos ante una realidad que es expresión de la profunda y veloz Revolución Tecnológica que ha experimentado el transito del siglo XX a la actual centuria, en nuestra isla por las condiciones económicas que enfrentamos se ha agudizado considerablemente, amén de los esfuerzos institucionales por revertir dicha realidad.

El mismo Humberto Solás, tan acostumbrado a filmar con todo el equipamiento que implicaba el sistema analógico, llegaría a reconocer las ventajas que ofrecería para los jóvenes realizadores que no han podido acceder a la gran industria el digital, con la cual lograría filmar su cinta Miel para Oshún (1999), luego de un prolongado periodo alejado de la dirección, erigiéndose como el precursor del llamado cine pobre en nuestro país.

Según el propio Solás, citado por Fisher (2008), "en medio de la crisis económica que ha afectado al cine cubano, debido a razones que todos conocemos, pude hacer un filme que habría sido imposible en 35 mm, y lo rodé en digital. Hablo de Miel para Ochúm, que fue todo un experimento. Que me llevó a la conclusión de que me hacía falta crear una plataforma en Cuba, el país ideal para hacerlo, donde los creadores, no sólo cubanos, sino del mundo entero, podrían hallar una ocasión de participar en un festival, que podría en caso de que su producción tuviera éxito, ser un trampolín para continuar sus carreras".

EL DILEMA ENTRE LA ERA ANALOGICA Y LA DIGITAL: UNA POLEMICA INCONCLUSA

Cuando Fischer publicó la primera versión de su libro la polémica sobre la superioridad técnica del analógico sobre el digital se encontraba en pleno apogeo. En la actualidad tal polémica pertenece al pasado y según su punto de vista resulta innegable la superioridad técnica del digital sobre el analógico, lo que se contradice con la realidad de la industria hollywoodense que continúa apelando a la distribución de filmes en 35 mm luego de haberlos producido en digital para mantener así el control del mercado en muchos países, pues no es un secreto que la gran mayoría de las fábricas que producían las cintas de 35 mm han cerrado, como la KODAC.

Según Fischer (2008), en el citado libro "la historia de cine se vincula a invenciones tecnológicas sucesivas, la fotografía, la película perforada y la cámara de tomas, al ritmo de 24 imágenes por segundo. Asombrosamente, la distribución es lo único que no ha cambiado en 100 años. Continúa basándose en la producción laboriosa y ruinosa de centenares de copias y la entrega de pesadas bobinas de película en cada sala de proyección. La difusión digital, que esta a la orden del día, va aponer fin, a ese procedimiento arcaico. Y, por igual razón, va a precipitar el declive del imperio Hollywoodense".

Por otra parte hay que reconocer que el acceso a las tecnologías digitales han significado una necesaria democratización de la producción audiovisual, que en el caso de Cuba por lo costoso que resulta mantener dicha producción en los soportes tradicionales algunos realizadores que en las décadas del ochenta habían visto postergada su posibilidad de producir un largometraje de ficción, como el caso de Jorge Luis Sánchez, con la entrada del Nuevo Milenio han visto materializado sus proyectos, sobre todo para aquellos cineastas más jóvenes como Carlos Lechuga y Alejandro Burgués.

Las esfera del patrimonio cinematográfico también se ha visto beneficiada con el impacto tecnológico que ha implicado la digitalización, al resultar más favorable la conservación de los archivos fílmicos. Un ejemplo evidente de lad múltiples ventajas que ha traído el tránsito del analógico al digital radica en la esfera del patrimonio fílmico, lo cual ha posibilitado la gradual digitalización de los noticieros de Santiago Álvarez tras ser declarado por la UNESCO como Memoria histórica del Mundo, gracias a un convenio firmado entre el ICAIC y la Cinemateca de Francia.

Para tener una idea más precisa sobre las innegables ventajas que ha ofrecido la tecnología digital para la industria del cine en Cuba véase la siguiente declaración de Omar González, ex presidente del ICAIC:

"En el 2003 Cuba produjo 8 largometrajes, 17 cortometrajes y un largometraje de animación, lo cual es bastante para un país pequeño, aún más en nuestras condiciones económicas. Esa producción se ha incrementado notablemente posteriormente gracias a los costos reducidos del digital, que para nosotros es un imperativo". (Fischer, 2008)

Dichas ventajas no pueden ocultar que el vertiginoso tránsito del analógico al digital ha tenido un nefasto impacto en Cuba en el consumo del cine, al sustituir ese mágico ritual que significaba la asistencia masiva al cine por el espacio doméstico, que por muchas ventajas tecnológicas que posea nunca podrá sustituir las esencias del disfrute del cine en el espacio público.

Al respecto resultan válidas las ideas expuestas por Linares (2009), destacada por sus estudios sobre las tendencias del consumo audiovisual en Cuba, quien sostiene que "hoy se ven más películas que nunca, pero sus mapas de acceso son diferentes. De espectáculo publico, se ha tornado en privado. La instalación de otras pantallas habla de desplazamientos que indican el debilitamiento de un paradigma de desarrollo cinematográfico organizado para difundir filmes exclusivamente en los circuitos de exhibición públicos".

Nadie puede negar que nos encontremos ante un proceso irreversible, ante el cual sólo nos queda la opción de resignarnos a las nuevas formas de consumo audiovisual estimuladas por el impacto tecnológico. Por otra parte las estadísticas develan que el interés del espectador por el cine no ha desaparecido, aunque la revolución tecnológica se haya encargado de subvertir los canales tradicionales de exhibición.

Hay que reconocer que los cambios tecnológicos no han provocado en el espectador el desinterés total hacia el cine, sino todo lo contrario, han servido para potenciarlo. "El público ve más películas que nunca, al margen de su calidad artística, se han multiplicado las ventanas de exposición, pero son otras las formas de relacionarse con el hecho fílmico, caracterizado ahora por la preponderancia del consumo domestico e indivualizado y por la fractura de un escenario colectivo de intensa significación social". (Linares, 2010)

Si hoy en día resulta casi imposible disfrutar del cine en su soporte tradicional, resulta impostergable intentar salvar la esencia de una forma del consumo cultural que caracterizó el pasado siglo, para referirme al ritual que implica la asistencia masiva a las grandes salas, su naturaleza democrática y colectiva, una forma de interacción que está muriendo con el avance tecnológico.

Para esta autora: "la búsqueda de soluciones que conjuguen la vuelta del público a las salas oscuras constituye un importante desafío para que el cine perdure como espectáculo masivo de encuentro colectivo". (Linares, 2010)

Gracias a este nuevo soporte las generaciones actuales en casi todos los países del mundo han disfrutado de clásicos, que de no haber sido digitalizarlos resultaría imposible no sólo su conservación, sino su favorable circulación y exhibición en las cinematecas que se dedican a preservar y fomentar lo más representativo de la historia del cine, incluso hasta filmes tan remotos como La pasión de Juana de Arco, de Carl Dreyer, Viaje a la Luna, de George Melies, Nosferatu, de Murnau, Metrópolis, de Frist Lang, entre otros iconos del cine silente que han podido ser visualizados por millones de personas, lo cual significa que la solución no está en satanizar la tecnología, sino en salvar la esencia y el objeto social que desempeñan las míticas salas.

Sin negar la realidad que atraviesa la industria del cine en Cuba para esferas tan sensibles como el consumo y la distribución, el encanto del disfrute de la sala oscura no ha desaparecido en su totalidad. Una muestra tangible de ello es la asistencia masiva a las salas de cine en cada edición del Festival Internacional del Nuevo Cine Latinoamericano celebrado anualmente desde 1978 en La Habana, además de la existencia de otros eventos cinematográficos que atraen todos los años miles de espectadores a la luneta como El Almacén de la imagen, que se realiza en Camaguey, una ciudad que se ha caracterizado por un marcado interés por el cine rasgo distintivo de su acervo cultural, el Festival Internacional del cine Pobre de Humberto Solás, entre otros con mayor o menor impacto social.

La ciudad de Cienfuegos, por ejemplo, por determinadas razones y características socioculturales ha sido una de las regiones de Cuba donde más se ha deprimido el interés y el consumo del cine en su espacio habitual. Un reciente estudio realizado por el autor del presente texto contribuye a ilustrar la anterior tesis. Se seleccionó una muestra aleatoria de 60 personas a las que se le aplicó una encuesta donde se midieron algunos de estos aspectos. Uno de ellos se dirigió a medir la frecuencia de asistencia al cine en esta ciudad, obteniéndose el siguiente resultado:

Ver Tabla 1

Otro aspecto medular fue comprobar si el acceso de la población a las Nuevas Tecnologías de Proyección como el DVD ha sido un factor clave en la disminución de espectadores a la sala oscura, obtenidote el siguiente resultado:

Ver Figura 1

Entre aquellos factores que explican que pese a esta compleja realidad la experiencia de disfrutar del cine en una sala oscura continúa viva, de encuentra ese afán del espectador por apreciar las imágenes en movimiento con las condiciones que demanda ese ritual, sobre todo la insustituible posibilidad de socialización que ofrece esta forma de interactuar con el cine.

Aunque sea difícil cuestionar este pronóstico, nadie puede negar que el misterio que se desprende de la sala oscura continúe fascinando al espectador pese a la dificultad que implica revertir el impacto nefasto del digital sobre la distribución. No todo es apocalíptico en relación al consumo cinematográfico hoy en día.

Indudablemente, el consumo cinematográfico ha crecido en términos cuantitativos, por muy difícil que resulte sostener en Cuba ese ritual que implica disfrutar el cine en una sala oscura, por mucha nostalgia que experimentemos por esa manera de interactuar con el séptimo arte.

Según la investigadora Cecilia Linares, en su más reciente estudio sobre el consumo cinematográfico en Cuba, "el 69,7 % de la población mayor de 15 años declara que ver películas en la televisión es su actividad preferida. Cifras similares muestran su preferencia por el video y el DVD.



CONCLUSIONES

El interés de los cubanos por el cine continúa. Sin embargo, los espacios tradicionales para su exhibición han dejado de ser aquel privilegiado de encuentro y rutina de entretenimiento de numerosas personas a lo largo y ancho del país. Se continúan viendo películas, pero ahora fuera de las salas, son otras ahora sus ventanas de acceso.

Aunque todo apunta a que esta realidad continúe, la esencia del cine como hecho artístico y espectáculo cultural no morirá, aunque varíen sus rutas de acceso, pues la magia que envuelve esta expresión del arte ha resistido todos los embates del impacto tecnológico a lo largo de su historia. Mientras exista el cine como arte el misterio inexplicable de ser testigo de las imágenes fílmicas desde la intimidad de la luneta sobrevirá esta realidad.



REFERENCIAS BIBLIOGRÁFICAS

Fischer, H. (2008). La decadencia del imperio Hollywoodense. La Habana: Ediciones ICAIC.

Linares, C. (2009). Desde el otro lado de la pantalla.

Linares, C. (2010). Apuntes sobre el consumo cinematográfico en Cuba.  




Recibido: Septiembre de 2015.

Aprobado: Octubre de 2015.




Jorge Luis Lanza Caride

E-mail: lanzacinecubano1978@gmail.com

Creative Commons License Todo el contenido de esta revista, excepto dónde está identificado, está bajo una Licencia Creative Commons