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Revista Universidad y Sociedad

versión On-line ISSN 2218-3620

Universidad y Sociedad vol.12 no.1 Cienfuegos ene.-feb. 2020  Epub 02-Feb-2020

 

Artículo Original

El dujo cubano

The cuban dujo

Lilia Martín Brito1  * 
http://orcid.org/0000-0003-0857-7560

1 Universidad de Cienfuegos “Carlos Rafael Rodríguez”. Cuba

RESUMEN

El presente estudio referido al dujo cubano, pretende en apretadas líneas, resaltar el valor simbólico y estético de este mueble ceremonial confeccionado por el grupo de agroalfarero de la cultura aruaca que habitó Cuba, al menos desde 1000 años antes de nuestra era. Además, se aspira a propiciar su valoración como objeto mueble que posee un alto significado para la interpretación de una etapa dela historia cubana que aún ofrece aristas y perfiles desconocidos que pueden ser mejor entendidos desde el estudio de la cultura material. El acercamiento a su significado como mueble ceremonial, no es de carácter arqueológico, aunque se sirva de trabajos de este tipo para su ubicación temporal y caracterización primigenia. Las valoraciones en cuanto a costumbres rituales, y la interpretación de sus posibles mensajes mitológicos e ideológicos, están mucho más cercanas a la antropología y al arte, en medio de un enfoque interdisciplinar.

Palabras clave: Dujo; aborigen; ajuar; costumbres; cultura

ABSTRACT

This study is related to Cuban dujo, trying on few words and show up, the symbolic and aesthetic value of this furniture dedicated to religious practices, made by hose aboriginal people who dedicated to pottery and agriculture in the Arauca culture, who lived in Cuba, at least since 1000 years before our era. Besides, another goal will be too, included as a furniture object because of its main meaning, which permitted to know about a historical period in our country, with different periods of not information, which could be better understood, from the study of the material culture. The meaning of this object as ceremonial furniture, haven’t been related to an archeological character, even thought, it use studies of that kind to established historical period and characterization on the first place. Its value, talking about mythological and ideological message, is closer to anthropology and art if we see it through an interdisciplinary approach.

Keywords: Dujo; aboriginal; household furnishing; manners; culture

Introducción

El mueble cubano y muy especialmente el de tipo religioso, ha sido escasamente estudiado desde el pasado siglo XX. Entre los autores que han tratado el tema (Arroyo, 1943; Suárez, & Rodríguez, 1998) se encuentran diversos enfoques, coincidentes unas veces y diferentes otras, no obstante, todos los especialistas han tomado en cuenta al mueble fabricado en la etapa colonial para dar inicio a sus estudios, por lo que el comienzo de los mismos siempre ha partido del siglo XVI. Con dicha forma de periodizar el estudio del mueble cubano, se ignoraba la participación de los primeros habitantes de Cuba en la elaboración de su ajuar, tanto doméstico como de tipo ceremonial, a partir del cual, los aborígenes cubanos han dejado “un mueble de tipo ritual de delicada talla e inusitada elegancia”. (Martín, 2012, p. 64)

Desarrollo

El dujo, fue el asiento utilizado por los altos dignatarios de la comunidad aborigen del grupo taíno o agroalfarero, tales como el cacique y el behique, este último, especie de sacerdote que efectuaba las ceremonias rituales de los grupos agroalfareros radicados en la Isla con una antigüedad de unos 1000 años a.n.e. (Rangel Rivero, 2018).

“Los agroalfareros comenzaron a moverse por el arco antillano al comienzo de nuestra era, parece que realizaron estas migraciones en algunas oportunidades desde el área del Orinoco y, en otras, de regiones más al occidente de Venezuela …entre los comienzos de nuestra era y el año 1000 de la misma”. (Dacal Moure & Rivero de La Calle, 1986, p. 124).

Se ubicaron en toda la zona del Caribe insular y por tanto en Cuba. Dicho asiento, no formó parte del ajuar doméstico, sino que jugó un papel fundamental en el conocido como rito de la cojoba.

“Cohiba, Cojiba, Cojoba, Cojioba, Cohob.- Tabaco, según (sic) los cronistas de Indias: esta era la planta; y el tabaco no solo el instrumento con que hacían (sic) las ahumadas, sino las hojas torcidas que hoy llevan ese nombre en Cuba y el de cigarros en otras partes. Era planta muy apreciada en sus prácticas religiosas y en la medicina”. (Bachiller y Morales, 1883) (Anexo 1).

El primero en describir dicho rito fue el fraile dominico, Bartolomé de Las Casas: “Yo los vi algunas veces celebrar su cohoba, y era cosa de ver cómo la tomaban y parlaban. El primero que la comenzaba era el señor, y en tanto que él la hacía todos callaban; tomaba su cohoba (que es sorber por las narices aquellos polvos, como está dicho) y tomábase asentados en unos banquetes bajos, pero muy bien labrados, que llamaban duchos”. (Cairo & Gutiérrez, 2011, p. 71)

Como puede apreciarse, Las Casas, no solo describe el rito de la cojoba, sino que también describe al dujo por primera vez. En toda la zona del caribe antillano, se continúa llamando dujos a los muebles que pueden considerarse como asientos de tipo ritual, entre los que existen grandes similitudes morfológicas.

“Duchos, duchi, dujos. Con estos distintos nombres se llamaban los asientos de que usaban los indios en forma de animales con ojos y orejas de oro algunas veces…Duxos escribió el Padre Simón hablando de los de Tierra Firme; y dujo escribe Oviedo describiendo al banco o asiento que llaman así en Nicaragua”. (Bachiller y Morales, 1883, p. 268)

Hasta hace muy poco la mayoría de los dujos encontrados pertenecían a Puerto Rico, Haití y República Dominicana. Aunque los que se conservan en el Museo Antropológico Montané de la Universidad de La Habana no aparecieron hasta la primera mitad del siglo XX, Bachiller y Morales (1883), en su monumental obra Cuba Primitiva. Origen, Lenguas, Tradiciones e Historia refiere que “Don Tomás Pio Betancourt en su historia de Puerto -Príncipe dice que Don Pedro de Parrado y Pardo en su libro genealógico de Bayamo, escrito en 1775, llamó dujo a uno de los asientos que conservaba Doña Concepción Guerra y había pertenecido al cacique de Bayamo”. (p. 268)

Ello no solo informa acerca de la existencia, conocimiento y valoración de esos muebles en el siglo XVIII, sino también de que, a fines del siglo XIX, ya comenzaban a formar parte de una historia remota.

Desde aproximadamente unas tres décadas, en que fueron encontrados “Siete dujos o asientos ceremoniales con sus enigmáticas cabezas talladas” (Quevedo Herrero & Rodríguez Gil, 2012) eran muy raros los exponentes de dujos encontrados en Cuba, ello debe haber sido el motivo principal por el que estos muebles no fueron tenidos en cuenta en los escasos trabajos que con respecto al mueble cubano se han realizado, de ahí su ausencia en los análisis de la cultura material cubana, y muy en particular como mueble de tipo ritual. Los informes realizados por los arqueólogos cubanos y extranjeros de diferentes épocas resultan de gran ayuda, la mayoría de los análisis los incluye como parte del ajuar, donde son descritos como una pieza más. Otros, como el Herrera Fritot, llegan a describirlos pormenorizadamente, no obstante, ninguno se detiene en el análisis de la maestría artística de estos ebanistas -llamados así con toda razón, porque conocieron y tallaron el ébano (Anexo 2).

Tal pareciera que el término de ebanista es privativo de aquellos que trabajaron el mueble en Europa del siglo XVI, como si solo las gubias y trinchas confeccionadas con hierro y madera pudieran ser reconocidas como instrumentos propios de un digno artesano. Aquellos muebles fabricados con instrumentos y artefactos elaborados con conchas, piedras y hasta madera, otorgan mucho más valor a estas tallas que, por su belleza y nobleza, nada envidian a sus coetáneos elaborados allende los mares (Lucie-Smith, 1998). En el siglo XVI y en lo adelante el nombre de “ebanista” finalmente se aplicó al maestro altamente especializado en hacer escritorios y gabinetes, que constaran de una armazón sólida cubierta de enchapes y taraceas realizadas con incrustaciones de maderas y metales preciosos, entre otros materiales. Actualmente ebanista es el que fabrica muebles de labores complejas, pero literalmente es aquel que construye objetos de ébano (Diospyrosspp.).

La cultura taína o agroalfarera en todo el Caribe insular, dispuso de duras y resistentes maderas, que no requerían de los sofisticados enchapes de los especializados ebanistas europeos. La misión de los enchapes en muchos casos, no solo era lograr belleza, sino también propiciar más durabilidad a maderas como el nogal, la encina, el cerezo, el boj, etc., mucho más corruptibles con el tiempo. Puede aducirse que por su “atraso cultural” el hombre taíno jamás hubiera podido lograr la técnica del enchapado, sin embargo, a los efectos de proteger la madera, este era irrelevante. Se sabe que nuestros aborígenes conocieron del uso del enchape como elemento decorativo, el ojo enchapado en concha que aún conserva el cemí del tabaco es muestra de ello (Anexo 3) José María de la Torre hace referencia a los “asientos con forma de animales, y hasta con adornos de oro en Cuba” (Bachiller y Morales, 1883, p. 159) al describir el sitial de un cacique en el periódico La Siempre Viva.

La necesidad es la que forja el desarrollo, quizás si en Europa se hubiera dispuesto de la madera de guayacán y de ébano, con la misma facilidad y abundancia que en el Caribe antillano, la técnica del enchape hubiera sido obsoleta, como en algunos casos llegó a serlo, cuando se puso de moda en Europa la caoba americana en el siglo XVIII. Los dujos cubanos fueron realizados por manos que quizás no pertenecieron a un aprendiz u oficial formado en el taller de un gran maestro agremiado como ocurría en la Europa renacentista, pero seguramente, nuestros aborígenes tuvieron la destreza de aquellos que los enseñaron, sus padres, quienes a su vez la recibieron de sus abuelos y así sucesivamente, como tradicionalmente se aprendieron los oficios a través de los siglos. No caben dudas de que el valor y alcance de las tallas realizadas por los aborígenes cubanos, ya sea en piedra, concha, hueso, llegó al máximo de belleza y calidad en las piezas elaboradas con las preciosas maderas cubanas.

Entre los primeros dujos reportados en el siglo XX en Cuba, se encuentran el dujo de Jauco y el de Santa Fe. Ellos son analizados por Arroyo (1943). Aunque no los incluye como parte del epígrafe que dedica al mobiliario en su libro Las Artes Industriales en Cuba puede afirmarse que los conceptos con los que define las características estéticas en su estudio de las piezas de cerámica, en el que los considera como “avanzados artistas” con “diseños del más depurado sentido decorativo”. (p. 78), son perfectamente aplicables al resto de las piezas que incluye en su trabajo, entre ellas los dos dujos mencionados, así como todos aquellos que han sido encontrados en Cuba en años posteriores.

Herrera Fritot (1940), realiza una pormenorizada descripción del dujo que se encuentra en el Museo Antropológico Montané.

El dujo de Santa Fe es de indiscutible procedencia taína, y de su autenticidad no quedan dudas, apenas se observan formas y detalles, tallado en una sola pieza de madera de guayacán (Guaiacum Officinale. Lin), dura, compacta y pesada, perduró hasta nuestros días por esas mismas condiciones del material, y el haber estado sumergido e inmovilizado en el fango, a cubierto de los cambios atmosféricos y de la acción mecánica de los elementos. Su forma es la de un asiento, largo y estrecho, de cuatro patas cilíndricas y suavemente curvo, con un alto respaldar recto e inclinado en un ángulo de 45° con la horizontal. Sus dimensiones son: 64 cm (24”) de longitud total; 18 cm (7-1/16”) de anchura máxima, al centro; 7cms.2 de altura mínima al borde sobre el suelo, al centro; y 35 cm (13 ”) de altura sobre el suelo, 3 en el extremo posterior del espaldar. El conjunto visto de perfil, presenta la figura de un largo animal de cola levantada y diminuta cabeza semi-humana, completada la imagen por las patas en que las dos posteriores son rectas, pero las dos anteriores acodadas y bien destacadas del cuerpo le dan una actitud, bien realista (Anexo 4).

El dujo de Santa Fe, además de ser uno de los primeros encontrados de su tipo en Cuba, no sólo representa a una deidad, como apunta Herrera Fritot (1940), “dos grandes ojos cóncavos” de su rostro que él comparara con los del ídolo de arenisca conocido como “Ídolo de Bayamo” (Anexo 5) lo ubican en un tipo de representación simbólica que se vuelve muy común en varios de los cemíes encontrados antes y después en Cuba, así como en el resto del Caribe insular. También Rivero de La Calle, al caracterizar a dicho ídolo, lo compara con un “hombre-rana”, que en nuestra opinión se encuentra, además, en posición sedente. Tantas coincidencias en cuanto a la forma de representar a los cemíes y la decoración de los dujos, no parece ser fortuita, y la aparente desproporción de sus representaciones antropozoomorfas, propicia claras alusiones a animales estrechamente vinculados con su vida cotidiana y de hecho a sus rituales mágico-religiosos.

Puede afirmarse además que el dujo de Santa Fe representa todo un símbolo de lo alcanzado por la ebanistería taína en cuanto a técnicas. Los principales elementos que constituyen invariantes tanto estéticas como simbólicas pudieran resumirse sobre todo en el rostro, tanto de cemíes como de los dujos, además delos enormes ojos, debe recordarse la boca bien desarrollada, en comparación con la escala dela cabeza, así como el rodete o toca que las decora, el cual alude a un alto dignatario o algún tipo de deidad. ¿Behique? ¿Cacique? ¿Una deidad representativa de sus ancestros? Estas son constantes a tener en cuenta en el estudio de las costumbres creencias y/o mitología, presentes en el Archipiélago Cubano y toda la zona de las Grandes Antillas. Sin embargo, la forma de simbolizar sus patas delanteras recuerda a “un animal en posición expectante” (Herrera, 1940, p29) que pudiera ser un reptil (iguana) o un anfibio (rana) en acecho.

El simulado espaldar del dujo de Santa Fe, exhibe una decoración en forma bifurcada o ahorquillada en su parte extrema superior, representada por dos sencillas semiesferas que cumplen con la normativa de simetría bilateral tan común en los motivos decorativos de la cultura aborigen cubana. Aunque Gerardo Mosquera se refiere solamente “al gusto por la simetría y la proporción en ciertos enceres prácticos de nuestros indios preagroalfareros,” estas categorías estéticas son perfectamente aplicables a los dujos, bandejas y otros utensilios de madera confeccionados por los agroalfareros cubanos (Mosquera, 1983).

La sinuosidad presente en las líneas del estilizado espaldar del dujo de Santa Fe, recuerda las alas cerradas de un ave o también su cola, estas pudieron representar al colibrí, cuyo alto carácter simbólico y totémico ha sido reconocido no sólo por los estudiosos de la cultura aborigen cubana sino también en el resto de las culturas autóctonas americanas. Conocido como guaní en la cultura aborigen cubana.

“Guaní.- Es el zunzún (sic) o colibrí llamado tominejo, de tomín, por su pequeñez. Guanumby era en Brasil el mensajero que trae y lleva las almas. En el Perú se le dice quende, se tenía la preocupación de creer que renacía como el fabuloso Fénix a los seis meses de muerto”. (Bachiller y Morales, 1883, p. 282)

El zunzún era considerado como una “Deidad totémica”. “El pájaro mosca o zunzuncito, llevó volando a Hiali, el hijo de la Luna, a conocer a su padre en el cielo; fue premiado por su acto con un bello plumaje tornasolado. Se le representa con las láminas de guanín (aleación de oro, plata y cobre) de superficie tornasolada”. (Wuarch & Querejeta, 1993)

Todas estas interpretaciones acerca del colibrí no son únicas, también en México hay varias leyendas muy sugerentes vinculadas a los rituales mayas. De ahí que esa doble semiesfera tan recurrente en la parte superior del dujo caribeño y más propiamente en el dujo de Santa Fe, no debe considerarse solamente de carácter estético sino también como parte del simbolismo ritual que acompaña al mueble que decoran.

La cabeza antropozoomorfa (Rangel, 2012) recuerda con su enorme boca y sus ojos pronunciados lo mismo a una rana, una jocotea o una iguana, pero siempre esta estará acompañada de una toca o diadema a madera de “rodetes” laterales (Anexos 6 y 7) que los identifica con los múltiples cemíes encontrados en piedra y madera. A su vez, la posición cedente de la mayoría de los cemíes es otra de sus características que los vincula al rito de la cojoba y por tanto a los dujos. La presencia de estos asientos en rituales mágico-religiosos o en ceremonias funerarias, pero además su forma, vincula esta manifestación de la cultura de nuestros ancestros con la primera producción en Cuba de un mueble suntuario y ceremonial, estrechamente vinculado a sus creencias y por tanto a sus costumbres de tipo ritual.

Además de la decoración atropozoomorfa de los dujos cubanos, se ha encontrado otro tipo de elementos decorativos que utiliza la línea curva a manera de sinusoide, que es tiene un alto grado de abstracción. Entre ellos debe mencionarse el dujo o bandeja de Jauco, ya mencionado (Anexo 8). En ambos se observa un tipo de decoración más bien abstracta con motivos curvos en forma de sinusoide o espiral, también presentes en otros objetos encontrados en Cuba y en varios dujos localizados en diferentes museos del Caribe insular (Anexos 9 y 10). El motivo de la línea curva es muy recurrente en la cultura taína o agroalfarera, esta ha sido estudiada por los especialistas, tanto en las pictografías como en los objetos cerámicos, no obstante, su belleza y simbolismo no se ha tenido en cuenta a la hora de valorar la cultura material realizada en madera por el aborigen cubano.

El ajuar del aborigen cubano, fue más variado de lo que imaginamos. Se han encontrado instrumentos vinculados a la vida cotidiana de nuestros primeros pobladores confeccionados en madera, hueso, piedra, concha o cerámica. Entre los confeccionados con madera se reportan algunos de uso desconocido, así como agujas, mangos de hachas, cuencos, bandejas, botes, remos, etc. En piedra además de múltiples cemíes, morteros, burenes, y más últimamente la fibra con que construían sus hamacas y restos visibles de la estructura de sus propias casas realizadas en madera y cubiertas con fibra vegetal.

No obstante, los objetos vinculados a sus ritos y ceremonias ofrecen nuevas aristas acerca de sus costumbres y creencias. Lo dujos de pequeña escala encontrados en Buchillones, que pudieran parecer juguetes, son en realidad objetos que deben ser vinculados a sus ceremonias funerarias, tal y como en su día hicieron los romanos y también los aztecas. Algunos son tan pequeños que parecieran adornos, confeccionados en ébano, ponen muy en alto la destreza de la labor artesanal del aborigen cubano, y elevan al máximo sus posibilidades en cuanto al alcance estético. Entre ellos se conserva uno de pequeña escala en el museo Simón Reyes Hernández de Ciego de Ávila, que simula un estilizado saurio (Anexo 11) su belleza es de una modernidad que alcanza a recordarnos el minimalismo y coloca en una escala superior la trascendencia de la cultura del aborigen radicado en la mayor de las Antillas.

Conclusiones

El alto carácter simbólico del dujo cubano y la belleza de su talla, lo hacen digno de aparecer en los inicios de una historia que hasta hace muy poco, todos comenzaban con la de la dominación española o con una breve introducción dedicada a nuestros primeros pobladores, dada la insignificancia de sus producciones. Hoy, gracias a las diversas ciencias, se puede apreciar y analizar desde otras perspectivas mucho más ricas y complejas, estos muebles que, sin lugar a dudas, deben estar presentes en los estudios referidos al mueble cubano. Después de los hallazgos ocurridos en el sitio de Buchillones, ya no es posible hablar de la cultura cubana, y mucho menos del mueble, dejando un pequeño acápite a nuestros aborígenes. El mueble del aborigen cubano, de innegable belleza y contenido simbólico, representado por el dujo como su mayor exponente, es digno de estar presente, en cuanto, estudio, exposición o colección se exhiba relacionada con el mueble cubano.

Referencias bibliográficas

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Bachiller Morales, A. (1883). Cuba Primitiva. Origen, Lenguas, Tradiciones e Historia, de los indios de las Antillas Mayores y las Lacayas. Librería de Miguel de Villa. [ Links ]

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Suárez, M., & Rodríguez, S. (1998). Alas de caoba. Opus Habana , 2(1), 40-49. [ Links ]

Anexos

Anexo 1

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“Dujo de Santa Fe”. Dujo confeccionado en madera de guayacán.\ Museo Montané, Universidad de la Habana. Foto: Cortesía de Luis Ramírez.

Anexo 2

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“Ídolode Chambas”. Deidad sedente confeccionada en madera de ébano. Museo de Chambas. Provincia de Ciego de Ávila Foto: Cortesía de Argel Calcines. Archivo de Opus Habana.

Anexo 3

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“Ídolo del Tabaco”. Cinerario o mortero en forma de deidad cedente, confeccionado en madera de guayacán. Museo Montané, Universidad de la Habana.

Anexo 4

-

Dujo de Santa Fe. Sus patas delanteras, acodadas, simulan las de un animal en posición expectante.

Anexo 5

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Ídolo de Bayamo. Carcaterizado por Rivero de la Calle como “hombre-rana”. Museo Montané, Universidad de la Habana.

Anexo 6

-

Cabeza antropozoomorfa del dujo de Santa Fe.

Anexo 7

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Cabeza antropozoomorfa de un dujo del Museo de Chambas, Ciego de Ávila.

Anexo 8

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Detalle de la bandeja de Jauco

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Anexo 9

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Dujo de madera del Museo del Museo Montané. Hombre Dominicano. Universidad de la Habana. Fuente: Kerchache (1994).

Anexo 10

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Cuenco de madera encontrado en el sitio arqueológico de Buchillones. Foto: Cortesía de Argel Calcines. Archivo de Opus Habana.

Anexo 11

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Dujo diminuto en forma de saurio. Museo Histórico de Ciego de Ávila

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Recibido: 08 de Septiembre de 2019; Aprobado: 14 de Noviembre de 2019

*Autor para correspondencia. E-mail: lmartin@ucf.edu.cu

Los autores declaran no tener conflictos de intereses.

Cada uno de los autores participó en la búsqueda de información y conformación final del artículo.

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