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Revista Universidad y Sociedad

versión On-line ISSN 2218-3620

Universidad y Sociedad vol.13 no.4 Cienfuegos jul.-ago. 2021  Epub 02-Ago-2021

 

Artículo Original

El conocimiento tradicional y la etnobotánica en la gestión de la agricultura familiar

Traditional knowledge and ethnobotany in the management of family farming

Odalis Bárbara Burgo Bencomo1  * 
http://orcid.org/0000-0002-8231-7217

1 Universidad Metropolitana. Ecuador

RESUMEN

La agricultura familiar es una forma de producción con un fuerte impacto de lo social y en lo social donde el conjunto de saberes adquiridos es importante para su mantenimiento por lo que su rescate y conservación es una necesidad. El trabajo tuvo como objetivo fundamentar teóricamente la relación entre el conocimiento tradicional y la etnobotánica como herramientas de gestión en la agricultura familiar. Las investigaciones consultadas permitieron comprobar que esta forma de agricultura, además de un proceso productivo, también es un proceso social matizado por el acerbo cultural de quienes la desarrollan, resultando necesario apoderarse de esos saberes y utilizarlos como herramientas de gestión. En relación con esta forma de producir, el conocimiento tradicional adquiere mayor importancia, pues el contexto social está más cercano al sistema productivo y dicho conocimiento, aunque está en riesgo de perderse, puede impactar de una manera más directa. La etnobotánica como ciencia puede realizar valiosos aportes en el rescate de ese conocimiento para que pueda perdurar y servir como herramienta de gestión sostenible. La relación entre saberes tradicionales y etnobotánica es una construcción dialéctica, dinámica y ambivalente; combinadas se convierten en una herramienta poderosa para la gestión sostenible de los sistemas productivos familiares.

Palabras clave: Agricultores; agrobiodiversidad; conservación; etnociencia; manejo; saberes

ABSTRACT

Family farming is a form of production with a strong social and social impact where the set of acquired knowledge is important for its maintenance, so its rescue and conservation is a necessity. The objective of the work was to theoretically substantiate the relationship between traditional and ethnobotanical knowledge as management tools in family farming. The researches consulted showed that this form of agriculture, in addition to a productive process, is also a social process nuanced by the cultural heritage of those who develop it, making it necessary to seize this knowledge and use it as management tools. In relation to this way of producing, traditional knowledge acquires greater importance, since the social context is closer to the productive system and said knowledge, although it is at risk of being lost, can have a more direct impact. Ethnobotany as a science can make valuable contributions in rescuing this knowledge so that it can last and serve as a sustainable management tool. The relationship between traditional and ethnobotanical knowledge is a dialectical, dynamic and ambivalent construction; Combined, they become a powerful tool for the sustainable management of family production systems.

Keywords: Agrobiodiversity; conservation; ethnoscience; Farmers; knowledge; management

Introducción

La Agricultura Familiar (AF) es una pequeña explotación, donde la familia que vive en ella, depende económica y socialmente de la actividad que realizan. Esta juega un rol fundamental en el contexto rural, potenciando y enlazando el desarrollo económico, social y ambiental de la comunidad. Incluso en el sector urbano, la AF facilita la conexión con la ruralidad, los orígenes y lo ancestral, alimentando no sólo con comida, sino también con historia.

En América Latina persiste una población campesina estimada de 65 millones de personas, constituida principalmente por productores familiares, que producen más del 50 % de los alimentos básicos que se consumen en la región. No menos del 50 % de estos campesinos aún mantienen agroecosistemas diversificados producto de siglos de coevolución biocultural, adaptados localmente y manejados con tecnologías ingeniosas. Los mismos han permitido a miles de comunidades contar con seguridad alimentaria, conservar la agrobiodiversidad clave, así como, mantener formas nativas de identidad cultural y organización social (Rodríguez, 2018).

De lo planteado se entiende que el conocimiento que poseen los productores es tan importante para la producción familiar como el resto de los componentes. Ríos, et al. (2017), manifestaron que en los habitantes de las comunidades existe un amplio conocimiento que pueden explicar un mejor aprovechamiento de sus recursos vegetales y establecen sus propios procesos en la transferencia de este conocimiento a través del tiempo.

Según de Hernández-Romero (2018), los saberes campesinos son de extrema relevancia para la producción de conocimiento en el territorio rural, su identidad y la participación de la sociedad campesina. Con su utilización se trabaja en una propuesta que una los aspectos tradicionales y locales del saber campesino, con el conocimiento de la tecnología en el momento y lugar que las poblaciones consideren apropiado. Las comunidades tradicionales guardan una herencia de conocimiento adquirida de sus antepasados y de la relación con el medio en que viven, que son estudiadas por un área de la ciencia denominada Etnobotánica.

Rodríguez (2018), refirió que la etnobotánica es la ciencia que se encarga del estudio del comportamiento de las sociedades humanas respecto al mundo vegetal. A su vez, evidencia cómo se ha logrado el aprovechamiento de los recursos naturales por parte de las poblaciones locales, tanto nativas (indígenas) como aquellas que han sido residentes en una determinada región por largo tiempo. En esta se estudia la interacción del hombre con las plantas, la cual incluye la determinación de la dinámica de los ecosistemas e involucra componentes naturales y sociales. Fernández (2019), puntualizó que los estudios etnobotánicos, permiten aprender de las personas y sensibilizar a otras en el uso de las plantas y demás recursos naturales, reconociendo la importancia de las mismas con respecto a una comunidad por sus diversos usos.

Del mismo modo, ayudan a fomentar la conservación de la riqueza florística en las comunidades y sobre todo rescatar el conocimiento empírico que hasta hoy, sigue siendo de gran utilidad para continuar en los avances de innovar nuevas tecnologías. En resumen, los estudios etnobotánicos tienen que ver con la totalidad de funciones que las plantas desempeñan en una cultura. Los usos de las plantas, así como, las interrelaciones del hombre con ellas son un producto de la historia, en donde intervienen los medios físico y social, además de las cualidades inherentes a las plantas.

Todos los aspectos abordados hasta aquí demuestran que entre estos tres factores hay una relación estrecha e importante que deviene vínculo influyente y determinante en los procesos de producción agrícola que se desarrollan a escala familiar. Existe mucha literatura científica que profundiza en el conocimiento tradicional o empírico, en la etnobotánica como ciencia y en la AF como forma de producción, sin embargo, la interrelación entre ellas y los beneficios de su efecto combinado queda tratado en un segundo plano y en la mayoría de las veces escaso de información como para ser tomado como basamento en los procesos de toma de decisiones. Por todo lo antes expuesto el presente trabajo tiene como objetivo fundamentar teóricamente la relación entre el conocimiento tradicional y la etnobotánica como herramienta de gestión en la agricultura familiar.

Desarrollo

La AF es mucho más rica que los dos aspectos individuales que se usan comúnmente para describirla: que la familia es propietaria de la finca y que el trabajo es realizado por los miembros de la familia. Esta forma de agricultura no se define solo por el tamaño de la finca, como cuando se trata de la agricultura en pequeña escala, sino también por la forma en que la gente cultiva y vive. Esta es la razón por la cual la AF es una forma de vida.

El documento base del Foro Nacional de Agricultura Familiar de Argentina, reafirma lo planteado anteriormente y le adiciona que es una cuestión cultural, que tiene como principal objetivo la reproducción social de la familia en condiciones dignas. La gestión de la unidad productiva y las inversiones en ella realizadas, es hecha por individuos que mantienen entre sí lazos de parentesco. La mayor parte del trabajo es aportada por los miembros de la familia, la propiedad de los medios de producción (aunque no siempre de la tierra) pertenece a la familia y es en su interior que se realiza la transmisión de valores, prácticas y experiencias (Fernández, 2015).

En el contexto del Año Internacional de la Agricultura Familiar (AIAF), la Organización de la Naciones Unidas para la Agricultura y la Alimentación (2014), concentró esfuerzos para elaborar un concepto donde se integrarán los principios comunes de esta. El concepto definido señala que la AF es una forma donde se organiza, administra y opera, por una familia, la agricultura, ganadería, silvicultura, pesca, acuicultura y pastoreo. Depende en gran parte del trabajo familiar, tanto de mujeres como hombres.

La familia y la granja están vinculados, coevolucionan y combinan funciones económicas, ambientales y socioculturales (Rodríguez, 2018). El autor antes señalado refirió además los elementos comunes de las diferentes conceptualizaciones, los principios rectores de la AF y sus clasificaciones o tipos, los cuales se resumen en la Tabla 1.

Tabla 1 - Resumen de los elementos conceptuales, principios rectores y calcificaciones del a AF. 

Aspectos Descripción
Elementos conceptuales (i) en las explotaciones predomina el trabajo familiar
(ii) la administración de la unidad económico-productiva se le adjudica al jefe del hogar (sea mujer u hombre)
(iii) el tamaño de la explotación y el volumen de la producción es un factor determinante para su clasificación
Principios rectores (i) igualdad, (ii) no discriminación, (iii) seguridad, (iv) sostenibilidad, (v) empoderamiento, (vi) participación, (vii) preservación, (viii) promoción y desarrollo, (ix) transparencia, (x) rendición de cuentas, (xi) carácter habilitador (sobre la acción asistencial), (xii) carácter inclusivo (diferenciadas en intensidad y magnitud para los distintos segmentos que forman la AF), (xiii) diferenciación territorial y local (servicios vs. segmentos de productores y empresas, así como, diseño y operación descentralizada) y (xiv) fortalecimiento de la asociatividad e integralidad.
Clasificaciones o tipos (i) Agricultura Familiar de subsistencia
(ii) Agricultura Familiar de transición
(iii) Agricultura Familiar consolidada

Cabe destacar, que las dinámicas propias de cada país ocasionan que estos elementos tengan diferentes pesos relativos sobre el sector. Por lo tanto, desde esa perspectiva, impactan de distinta manera sobre las posibilidades de promover el sostenimiento comercial y sociocultural de la AF. Las estimaciones de la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (2014), para determinar el real peso de la AF en la economía mundial, arrojaron que hay por lo menos 570 millones de granjas en todo el mundo, de las cuales, al menos, 500 millones pueden considerarse explotaciones agrícolas familiares.

Esto hace que la AF sea considerada el principal modo de producción agrícola del planeta. Las granjas familiares producen alrededor del 80 % de los alimentos del mundo en términos de valor y, tomadas en su conjunto, constituyen la mayor fuente de empleo en el mundo entero. Resulta evidente a la luz de estas cifras, que la AF juega un rol principal en lo referido a la seguridad alimentaria de las naciones. La generación de empleo, el cuidado del medio ambiente, la biodiversidad y el uso sostenible de los recursos naturales, son otros beneficios que aporta.

Cuando el fin de la conservación es que las comunidades sigan beneficiándose de la disponibilidad de la biodiversidad vegetal y animal, una opción estratégica es la conservación en finca. Esta es el resultado de redes de diferentes agricultores que hacen cosas igualmente diferentes en grandes superficies de terreno, es decir, cada uno lleva a cabo sus propias estrategias de subsistencia y gestión de riesgos, adaptando los cultivos a nichos específicos contribuyendo involuntariamente al resultado final: la conservación de una gran parte de la diversidad en toda una región o país (Dulloo, et al., 2017).

La conservación de la diversidad biológica es un factor decisivo en las actividades agrarias. Es el centro de los diferentes procesos biológicos utilizados por la agricultura, la biodiversidad permite a los agricultores obtener, además de servicios, productos alimentarios y no alimentarios. Incluso si la búsqueda de la autosuficiencia en la producción de alimentos ha venido centrándose en las últimas décadas en una serie limitada de especies de plantas y semillas, se ha alcanzado la seguridad alimentaria principalmente, gracias a la adaptación y la mejora del germoplasma, que han permitido una producción agraria de calidad apta para desarrollarse a una escala adecuada en entornos muy variados. De este modo, la utilización de la biodiversidad en la agricultura permite crear nuevas variedades y semillas para el logro de objetivos económicos, de salud, técnicos y ecológicos (Delgado, 2010).

De todo lo planteado hasta aquí se entiende que la AF familiar no es solamente un proceso productivo, sino que también es un proceso social y que está matizado por el acerbo cultural de quienes desarrollan este tipo de agricultura. Los gustos, conocimientos, tradiciones, formas de hacer y preferencias de la familia pueden incidir positiva o negativamente en los resultados finales de la AF. De ahí la necesidad de apoderarse de esos saberes y utilizarlos como herramientas para gestionar de manera más eficiente esta forma de ecosistema agrícola. Se dice esto por el conocimiento que poseen las personas sobre las formas más sostenibles de manejar los recursos naturales para la agricultura, también forma parte de la agrobiodiversidad y se denomina etnobiodiversidad por lo cual se debe trabajar en su rescate. Pero, primeramente, se debe entender el conjunto de relaciones que se establecen entre las plantas como recurso natural y los hombres.

Según lo referido por Rodríguez (2018), en una visión sistémica de la historia sobre las relaciones del hombre con la naturaleza se deben considerar tres grandes períodos (Tabla 2).

Tabla 2 - Períodos de la evolución de las relaciones hombre-naturaleza. 

Períodos Nombre Características
Primero Biocenosis El hombre forma parte integrante del ecosistema y tiene relaciones armónicas con la naturaleza
Segundo Domesticación Iniciado aproximadamente hace diez mil años, consiste en domesticar la naturaleza (de la cual las plantas forman parte), con un impacto cada vez más fuerte, hasta llegar a la crisis actual con todo el desarrollo de la tecnología
Tercero Conciencia Consiste en la toma de conciencia sobre los problemas ambientales y se inició en la década de los setenta aproximadamente

El autor antes mencionado refirió además que, desde sus inicios, la humanidad ha mantenido una estrecha relación con el uso de las plantas. La cual se dio con el objetivo de cubrir sus necesidades básicas como son la vivienda, la alimentación y la salud. De esta importante y estrecha relación surge la medicina tradicional, concepto empleado por la Organización Mundial de la Salud (OMS) para referirse a las diversas formas de medicina indígena. Además, las plantas son usadas, como ornamento, para producir calor, para abrigarse, el arreglo personal, en la construcción y producción de tintes. Los usos de las plantas están relacionados con las creencias y patrones de comportamiento de los seres humanos de acuerdo a su rol social. Ello cobra importancia porque a partir de investigaciones que cuantifiquen el conocimiento tradicional asociado a la flora, se pueden identificar especies vegetales que merecen estudios más profundos, dándole validez y confiabilidad a los datos proporcionados por los informantes.

A lo largo del tiempo, los campesinos han acumulado una diversidad de conocimientos acerca del manejo del ambiente y de los recursos naturales en dependencia del lugar donde habitan, lo que le ha permitido subsistir y adaptarse al lugar que habitan. En este sentido, el conocimiento ecológico tradicional es el resultado de la experiencia adquirida por cientos de años del contacto directo del hombre con su ambiente. El desarrollo de la actividad agrícola requiere de una suma de conocimientos y prácticas, los cuales son trasmitidos de generación en generación.

Esto implica una visión tanto del ambiente como de la agricultura, a esta situación hay que agregar los elementos de la cultura relacionados con la organización de las unidades familiares para el trabajo agrícola, así como, la cosmovisión que tiene la gente de los elementos de la naturaleza (Pérez, et al., 2014). Este mismo autor señaló que al hablar de conocimiento tradicional se hace alusión a las innovaciones y prácticas de las comunidades indígenas y locales de todo el mundo. Concebido a partir de la experiencia adquirida a través de los siglos, y adaptado a la cultura y al entorno locales, el conocimiento tradicional se transmite por vía oral, de generación en generación. Tiende a ser de propiedad colectiva y adquiere diferentes formas. El conocimiento tradicional básicamente es de naturaleza práctica, en especial en los campos de la agricultura, pesca, salud, horticultura y silvicultura

El trabajo del campesino, como cualquier proceso productivo por simple que sea, está soportado en un conjunto de ideas, conocimientos, valores, definiciones y creencias que interactúan con una estructura productiva específica. Salvaguardar una visión del mundo o un sistema de creencias es aún más difícil que preservar un entorno natural. La protección del entorno natural está vinculada con la salvaguardia de la cosmología de una comunidad y de los elementos de su patrimonio cultural inmaterial.

Los saberes campesinos están en riesgo de perderse, por lo que su preservación significa asegurar su transmisión intergeneracional dentro de las comunidades, así como, la protección de los conocimientos a los cambios socioeconómicos y culturales, en particular en términos del mantenimiento de su funcionalidad y conexión dinámica con las prácticas de individuos y grupos, en su interacción diaria con el entorno. La transmisión libre de saberes y conocimientos, a partir de las experiencias de toda persona agricultora, ha marcado las relaciones humanas con la madre tierra, proveedora y dadora de alimentos y de vida y ha contribuido en la difusión de las bases de la actual biodiversidad agrícola (Vergara, 2018).

La fuerza del conocimiento tradicional de los agricultores deriva no sólo de las observaciones agudas, sino también del aprendizaje experimental. Los agricultores tropicales se fundamentan en la etnociencia, en la sabiduría del pueblo acumulada a través de los procesos históricos. También indica que estos conocimientos y prácticas agronómicas guardan un potencial agrícola acumulado por milenios y con sus disposiciones tecnológicas han ayudado a mantener las diversas opciones productivas y culturales de los pueblos. Tales disposiciones constituyen las bases cognoscitivas para ser incorporadas a los nuevos y avanzados conocimientos de la ciencia agrícola y ecológica para superar y prevenir los problemas tecnológicos-ecológicos heredados de la revolución verde (Barreto, 2017).

Se puede puntualizar que el conocimiento tradicional se ha construido con la misma evolución de la especie humana y esta ha sido la responsable de que perdure de generación en generación. El que dicho conocimiento se haya construido a partir de la relación del hombre con su entorno, explica el hecho de que atesore un conjunto de prácticas, costumbres y formas de hacer armoniosas con el ambiente que sirvan de base para el manejo sostenibles de los recursos naturales implicados en los procesos de producción agrícolas.

En relación con la AF el conocimiento tradicional adquiere mayor importancia, pues el contexto social está más cercano al ecosistema productivo y dicho conocimiento puede impactar de una manera más directa. A pesar de que el hombre es producto y artífice de su entorno, y que a la vez que lo transforma evoluciona con él a partir de un grupo de relaciones complejas, el conocimiento acumulado en todo este tiempo está en riesgo de perderse. Si dice esto porque dicho conocimiento está acumulado en persona de avanzada edad y las generaciones actuales, aunque son productos de los procesos agrícolas familiares, siguen patrones de consumo poniendo a un lado todo el arsenal de experiencias acumuladas en sus ancestros. De ahí que se requiera la intervención de las ciencias para recuperar este conocimiento, donde la etnobotánica, como una de las etnociencias, juega un papel protagónico.

La etnobotánica puede ser definida, de manera muy general, como la disciplina o sistematización de un conocimiento que centra su atención en las relaciones recíprocas de los grupos humanos y el universo vegetal con el cual, los primeros mantienen un contacto permanente y diverso. Esto significa que su objeto de estudio no es ni las plantas por sí mismas, ni las sociedades humanas. No obstante, todos aquellos fenómenos que de una u otra manera les asocian, son su principal interés (Rodríguez, 2018). Desde tiempos lejanos la especie humana se ha servido de la naturaleza de la cual forma parte, de aquí nace una ciencia encargada de estudiar el conocimiento tradicional de las plantas, la etnobotánica. Actualmente es una ciencia consolidada y un recurso más de conservación de la biodiversidad. Mucho más reciente es la definición y consolidación de la etnoagronomía que englobada, como la etnobotánica dentro de las etnociencias, pone su acento en la recuperación de los saberes tradicionales de las prácticas de cultivo (Benyei, et al., 2017).

Con el paso de los años, el objeto de estudio de la etnobotánica se fue extendiendo a la totalidad de las relaciones ser humano-mundo vegetal, incluyendo no sólo los aspectos utilitarios sino también, los cognitivos y simbólicos. Es decir, que en su concepción más amplia esta disciplina analiza el lugar de las plantas en los distintos contextos culturales. Se hace pertinente realizar todos los esfuerzos posibles para evitar la pérdida definitiva del conocimiento tradicional a fin de preservar la herencia cultural, contribuir a la conservación de la diversidad biológica y contar con posibles fuentes de nuevos productos. Más de dos tercios de la población mundial utilizan tratamientos tradicionales basados en plantas medicinales para solucionar sus problemas de salud. Gracias a ese conocimiento tradicional se puede además estimar con mayor precisión el valor cultural de las especies en una comunidad particular (Fernández, 2019).

Según lo referido por Rodríguez (2018), la etnobotánica permite contar una clara correspondencia entre la ubicación de los territorios de los pueblos indígenas y las zonas con mayor biodiversidad y conservación de los recursos naturales. En su papel de guardianes de la biodiversidad y poseedores de un bagaje de conocimientos tradicionales pertinentes a la conservación y el uso sostenible, estos pueblos pueden hacer una importante contribución a las iniciativas de mitigación y adaptación orientadas a la conservación de la biodiversidad. Estrategias tales como el mantenimiento de la diversidad genética y de las especies en la agricultura y la ganadería, ofrecen una respuesta ante la inestabilidad de las condiciones climáticas, al tiempo que el uso diversificado del entorno, la movilidad y el acceso a múltiples recursos contribuyen a la capacidad de responder ante la variabilidad y el cambio ambiental.

La alta diversidad de especies ha contribuido a que las distintas comunidades que han habitado y habitan una región, acumulen un gran conjunto de conocimientos sobre plantas que crecen en su entorno, fundamentalmente en términos de su uso y ecología. Además, que hayan generado un sistema de nomenclatura específica para cada lugar, resulta un tema de vital importancia para rescatar desde la etnobotánica los conocimientos tradicionales y entender como este se relaciona con la diversidad vegetal de los ecosistemas donde viven estas comunidades. Partiendo de esto, se deben buscar estrategias de manejo y conservación de los bosques nativos que son bienes que trascienden al entorno de las comunidades y benefician a todo un país.

En este sentido son varias las investigaciones que en el contexto nacional centran su atención en el uso de la etnobotánica para rescatar conocimientos tradicionales y que estos sirvan para tomar decisiones en función de gestionar las pequeñas propiedades manejadas por las familias. En la Tabla 3 se relacionan un conjunto de trabajos que de manera explícita o implícita tiene su basamento en la etnobotánica.

Tabla 3 - Relación de trabajos que utilizan la etnobotánica en la gestión de la AF. 

Trabajo Autores
Estudio etnobotánico sobre tres especies arvenses en localidades de la región oriental de Cuba. Vargas, et al. (2011)
Composición y utilidad potencial de las plantas no objeto de cultivo en cuatro fincas suburbanas de Santiago de Cuba. Candó, et al. (2015)
Programa de capacitación para el aprovechamiento de la vegetación no objeto de cultivo en fincas suburbanas de Santiago de Cuba. Del Toro (2015)
Comportamiento de especies vegetales y criterios sociales que sustentan su presencia en la agricultura familiar en Santiago de Cuba. Rodríguez (2018)
Potencialidades medicinales de la flora arvense en fincas suburbanas de Santiago de Cuba Vargas, et al. (2019)
Potencialidades de la vegetación arvense existente en fincas de la agricultura suburbana de Santiago de Cuba para la alimentación Del Toro, et al. (2019)
Potencialidades de la flora existente en patios familiares para generar bienes y servicios en Santiago de Cuba Fernández (2019)
Percepción etnobotánica de los campesinos sobre la flora arvense en fincas de la agricultura suburbana en Santiago de Cuba, Cuba Vargas, et al. (2020)
Caracterización etnobotánica de la Lawsonia inermis L. en el Distrito José Martí Norte, Santiago de Cuba. Urdaneta, et al. (2020)
Aporte de la vegetación existente en agroecosistemas suburbanos de Santiago de Cuba a la alimentación Rodríguez, et al. (2021)

Todos estos trabajos tienen como característica que utilizan la etnobotánica en función de rescatar el conocimiento ancestral sobre las plantas como componente de los sistemas agrícolas manejados por las familias. Los mismos han sido relevantes e innovadores en su contexto local pues aportan conocimientos teórico-prácticos que pueden ser utilizados en el manejo de los sistemas productivos a pequeña escala, pero todos con influencias determinantes de la familia.

Un hecho interesante en la mayoría de los mismos es que intentan revalorizar las especies arvenses a partir de aquellas cualidades que la hagan deseables en los ecosistemas cultivados, poniendo al descubierto un grupo de beneficios potenciales del que son portadoras las especies de plantas pertenecientes a este grupo y que no son aprovechados por la gestión deficiente que se hace de este importante elemento de diversificación. Estas investigaciones sirven para evidenciar el aporte significativo que se puede hacer desde la etnobotánica al proceso de toma decisiones y con ello a la gestión más sostenible de los ecosistemas cultivados por las familias.

Conclusiones

El conocimiento tradicional es un componente más de la biodiversidad en los ecosistemas cultivados manejados desde la familia y está desapareciendo por los patrones de consumo que imperan actualmente, de ahí que su rescate es importante pues en él se encuentran las bases de los métodos y procedimientos para producir alimentos en armonía con el ambiente.

En este sentido le etnobotánica como ciencia puede realizar valiosos aportes en función de poner ese conocimiento en manos de las actuales generaciones para que pueda perdurar y servir de herramienta en la gestión sostenible del emporio familiar.

La AF como forma de producción precisa de estos dos elementos, toda vez que desde sus inicios se perfiló como una forma de producir alimentos, centrada por y para la familia, que es la poseedora de estos conocimientos y a su vez el usuario principal de los mismos. La relación entre saberes tradicionales y etnobotánica es una construcción dialéctica, dinámica y que funciona en ambas direcciones; combinadas se convierten en una herramienta poderosa para la gestión sostenible de los sistemas productivos familiares y forman un triada que a modo de ciclo cerrado impactan positivamente la dimensión ecológica, social y económica de la AF.

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Recibido: 09 de Marzo de 2021; Aprobado: 23 de Mayo de 2021

*Autor para correspondencia. E-mail: burgoodalis19@yahoo.es

El autor declara que no existen conflictos de intereses.

El autor participó en la redacción del trabajo y análisis de los documentos.

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