Introducción
La concepción del tejido adiposo como depósito homogéneo vinculado a las reservas energéticas del organismo, ha sido ampliada con el reconocimiento de su condición como órgano con funciones endocrinas, merocrinas y paracrinas; capaz de producir un número elevado de marcadores inflamatorios de bajo grado.1
Las acumulaciones excesivas de tejido adiposo, reconocidas como amenaza para la salud de cualquier grupo poblacional, pudieran tener también un impacto significativo en las embarazadas. Así se revela la adiposidad corporal como una dimensión de interés para la investigación y para la atención prenatal, consustancial con el estado nutricional de la gestante y asociada a la etiopatogenia de diferentes enfermedades crónicas no trasmisibles, incluidas aquellas que aparecen durante el embarazo o después del parto y que afectan tanto a la mujer como a su descendencia.2
Es objetivo de este artículo es sustentar el posicionamiento de sus autores sobre los aportes que puede ofrecer la evaluación sistemática de la adiposidad corporal de las gestantes de peso adecuado, para lograr recomendaciones más objetivas de las ganancias de peso.
Desarrollo
Un estudio del Instituto Nacional de Higiene, Epidemiologia y Microbiología de la Habana para evaluar el estado nutricional de las gestantes cubanas, encontró un 15 % de gestantes sobrepeso y un 14,2 % de obesas3 en un momento en que se ha postulado que la obesidad debe clasificarse según las proporciones del tejido adiposo y su distribución corporal, más que por el IMC.4,5
Estos autores comparten tal consideración, pues el IMC no discrimina las proporciones del peso corporal correspondientes a masa magra y masa grasa; y menos aún, el predominio regional y/o topográfico de esta última,6 características que limitan su efectividad cuando se trata de personas con exceso de tejido adiposo regional, clasificadas como normopeso por los valores de esta relación peso/talla.
Se han descrito personas normopeso portadoras de hiperinsulinemia, con mayor riesgo de padecer diabetes tipo 2, hipertrigliceridemia, insulinoresistencia y predisposición a las enfermedades cardiovasculares, alto porciento de grasa corporal, pobre tejido magro o suma de los pliegues cutáneos tricipital y subescapular por encima del 90 percentil; alteraciones más predecibles en personas con exceso de peso corporal según el IMC,7 pero que en condiciones de normopeso quedan por fuera de la capacidad diagnóstica de este indicador, en particular cuando se trata de depósitos regionales de tejido adiposo.
Cualquiera de estas alteraciones cardiometabólicas y de composición corporal pudiera presentarse en gestantes de peso adecuado al momento de la captación y pasar inadvertidas; a riesgo de establecerse recomendaciones de ganancia de peso poco objetivas. En tales situaciones la evaluación de la adiposidad corporal puede ser un indicador de discriminación para recomendar las ganancias de peso gestacionales.
En la provincia Villa Clara, donde las cifras de gestantes obesas alcanzó en el año 2014 el 28,1 % y las sobrepeso un 6,9 %3 estudios locales con el objetivo de profundizar en el conocimiento de la adiposidad corporal en gestantes de peso adecuado y supuestamente sanas al momento de la captación; mediante un número ampliado de indicadores antropométricos, han aportado resultados interesantes que pueden enriquecer la evaluación nutricional de las gestantes al inicio del embarazo y argumentar mejor las recomendaciones de ganancias de peso gestacionales:
Se estableció una distribución de las gestantes de peso adecuado según sus condiciones de adiposidad, al tomar como referente el comportamiento ascendente de los valores promedio de los indicadores antropométricos estudiados.8
Se demostraron niveles diferentes de vulnerabilidad cardiometabólica según distribución corporal del tejido adiposo, con una condición extrema de vulnerabilidad global para aquellas gestantes con adiposidad general y central.8
Se validaron como indicadores locales efectivos de adiposidad corporal: el tejido adiposo subcutáneo abdominal, preperitoneal y visceral utilizando técnicas ultrasonográficas.9
Al considerar la ganancia de peso gestacional como una dimensión asociada a la evaluación del estado nutricional de la gestante de peso adecuado desde el momento de la captación, desencadenante a veces de incrementos no saludables de adiposidad corporal; es obvio que las recomendaciones para obtenerlas, no pueden ser únicamente a partir de los valores del IMC, se necesita más información sobre las condiciones de adiposidad corporal de las gestantes.10
Conclusiones
Según opinión de los autores de esta investigación, se establece una relación tripartita entre el estado nutricional de la gestante, la adiposidad corporal al momento de la captación y las ganancias de peso gestacional; que puede promoverse positivamente o no, según sean las recomendaciones de los especialistas sobre cómo debe ganar peso.
El estado nutricional de las gestantes de peso adecuado puede evaluarse a partir de un universo de información antropométrica más amplio, de manera que se caracterice su adiposidad corporal en cuantía y distribución regional; como referente novedoso de mayor sustento a las recomendaciones para las ganancias de peso durante la gestación.