INTRODUCCIÓN
La obesidad se sitúa dentro de una cascada de epidemias, haciendo que forme parte de una «sindemia» o combinación de epidemias y es uno de los pocos problemas de salud que se retroalimenta ocasionando círculos viciosos. Los trabajos de investigación han confirmado la importancia del tejido adiposo subcutáneo o «barriga», pues la grasa acumulada en el abdomen, es muy peligrosa desde el punto de vista metabólico. En la década de 1990 se comprobó que el tejido adiposo visceral abdominal (TAVA), o grasa interna situada alrededor de los órganos del tronco, se asocia con más fuerza a riesgos metabólicos y al desarrollo de enfermedades terminales, incluso más recientemente, se ha demostrado la existencia de un nexo entre el tejido adiposo epicárdico y las cardiopatías, así como entre el TAVA y el síndrome metabólico. 1,2
La relación de la obesidad con la hipertensión arterial (HTA) también ha sido probada desde hace años. Revisando resultados del Framingham Heart Study en el que los participantes fueron seguidos durante 44 años, el exceso de peso corporal (incluidos sobrepeso y obesidad) se asociaba a un aumento del riesgo de HTA del 26 % en varones y del 28 % en mujeres. Además, el riesgo de HTA es mayor en aquellos individuos con obesidad abdominal (OA) y la vía de conexión entre la adiposidad visceral y la HTA podría ser la hiperinsulinemia. En la HTA se ha demostrado la relación inversa: la pérdida de peso se asocia a una disminución de la presión arterial (PA), con descensos de aproximadamente 1 mmHg por cada kilogramo de peso que se pierda. 3
La obesidad abdominal (OA) constituye un fenotipo específico de obesidad y se caracteriza por afectar la mitad superior del cuerpo, la cual asociado a un conjunto de factores metabólicos tales como: resistencia a la insulina con hiperinsulinemia, la intolerancia a la glucosa, las anomalías de la utilización de la glucosa mediada por la insulina y la diabetes mellitus tipo 2 (DM2); la dislipidemia (caracterizada por hipertrigliceridemia y una concentración sérica baja de HDL-c) y la hipertensión; incrementa el riesgo de enfermedad cardio - cerebrovascular. 4
Las cifras elevadas de índice de masa corporal (IMC), se asocian con perfiles de riesgo adversos de morbilidad y mortalidad; en especial con la DM2 y la enfermedad cardiovascular. La prevalencia de esta última aumenta progresivamente con la edad, por lo que constituyen las afecciones más frecuentes y la principal causa de muerte en hombres y mujeres de más de 65 años, donde la hipertensión diastólica (>90 mmHg) y/o sistólica (>140 mmHg) afecta entre el 50 y el 80 % de las personas de más de 65 años y entre el 60 y el 80 % de las mayores de 80, según una revisión global de los datos médicos. 5-7
En la investigación todos los senescentes incluidos presentaban antecedentes patológicos personales de HTA esencial o idiopática.
Debido a la elevada prevalencia de enfermedades crónicas no transmisibles en la población cubana en general y a la cual la provincia de Granma no está exenta 8 se propone determinar la prevalencia del fenotipo hipertensión-cintura alterada y su relación con varios componentes del síndrome metabólico en gerontes hospitalizados en Servicio de Geriatría del Hospital Provincial Clínico Quirúrgico Docente Celia Sánchez Manduley de Manzanillo, Granma.
MÉTODOS
Se realizó un estudio descriptivo, de corte transversal para determinar la prevalencia del fenotipo hipertensión - cintura alterada y su asociación con varios componentes del síndrome metabólico en gerontes hospitalizados en el Servicio de Geriatría del Hospital Provincial Clínico Quirúrgico Docente Celia Sánchez Manduley en Manzanillo, Granma en el período comprendido entre noviembre 2017 - noviembre 2018.
El universo estuvo constituido por todos los adultos mayores que ingresaron en el Servicio de Geriatría, mientras que la muestra fue de 180 individuos, la cual se seleccionó por muestreo simple aleatorio, incluyendo 90 sujetos de cada sexo.
Se seleccionaron a los individuos mayores de 60 años de edad con antecedentes patológicos personales de hipertensión arterial (esencial o idiopática) sin diagnóstico de síndrome metabólico y previo consentimiento informado para participar en el estudio.
A todos los pacientes se le recogieron variables demográficas (edad y sexo), clínicas (antecedentes patológicos personales, circunferencia abdominal (para determinar obesidad abdominal) peso, talla, índice de masa corporal y de laboratorio en ayunas (glucemia, triglicéridos, HDL-colesterol). Se emplearon como criterios del síndrome metabólico (SM) los propuestos por la guía del NCEP-ATP III (Nacional Cholesterol Education Program Adult Treament Panel III). 9,10
Para la obesidad, en la actualidad se emplea fundamentalmente el índice de masa corporal (IMC) o índice de Quetelet, por su gran fiabilidad y facilidad de cálculo según la ecuación Figura 1: 11),(12
Los datos se recogieron en una planilla confeccionada al efecto y de ahí se procesaron en Microsoft Excel versión 2010. Se emplearon elementos de la estadística descriptiva (números absolutos y porcentajes) tanto para las variables cualitativas como cuantitativas. Los resultados se presentaron en tablas para su mejor análisis y discusión.
RESULTADOS
Hubo un predominio del grupo etáreo correspondiente a 70-79 años de edad, seguido de los sexagenarios. El mayor número de gerontes estudiados pertenecían a la tercera edad (60-74 años) y los primeros 5 años de la cuarta edad (75-89) con un total de 162 senescentes, lo que representó el 90 % del total de la muestra. En relación a la variable epidemiológica sexo, se constató que entre los adultos mayores de 60-79 años de edad existió una discreta supremacía de varones respecto a las féminas, a razón de 1,1:1 de hombres por cada mujer; mientras que entre los octogenarios y longevos, también la proporción fue ligera, pero del sexo femenino sobre el masculino, a razón de 1,2:1 de mujeres por cada hombre. (Tabla 1).
De los 180 individuos con antecedentes patológicos personales de HTA estudiados, 157 sujetos (87,2 %) presentaron el fenotipo hipertensión-cintura alterada, predominó en el grupo etáreo correspondiente a 70-79 años de edad, seguido de los restantes grupos de edades. Sin embargo, es válido destacar que esta afección médica estuvo presente en 51 sexagenarios (94,4 %), 57 heptagenarios (83,8 %), 35 octogenarios (87,5 %), 13 longevos (76,5 %) y el centenario (100 %) en cada grupo etáreo, lo que demostró que los denominados «jóvenes-viejos» constituyeron el grupo de edad con mayor prevalencia con la entidad nosológica. (Tabla 2).
La distribución de algunos componentes del síndrome metabólico (SM) en los individuos con fenotipo hipertensión-cintura alterada permitió demostrar que la hipertrigliceridemia fue el de mayor asociación, seguido por disminución de HDL-c y alteración de glucemia para todos los grupos etáreos excepto en el centenario, el cual presentó solamente dislipemia. (Tabla 3).
Se evidencia que en el sexo masculino la asociación de algunos componentes del SM se comportó como se había mencionado anteriormente, mientras que entre las féminas la hipertrigliceridemia estuvo seguida por hiperglucemia y disminución del HDL-c. Además se constató que los varones presentaron mayor dislipemia respecto a las mujeres, mientras que en las adultas mayores la alteración de la glucosa presentó mayor afectación que los hombres. (Tabla 4).
El fenotipo hipertensión-obesidad abdominal fue más prevalente entre sobrepesos y normopesos según índice de masa corporal (IMC) en los grupos etáreos correspondientes a la tercera edad y los primeros 5 años de la cuarta edad (60 - 79 años de edad), mientras que entre nonagenarios y el centenario la asociación fue mayor para pacientes normopesos. (Tabla 5).
La asociación entre fenotipo hipertensión-cintura alterada e IMC según sexo, muestra que tanto para hombres como para las mujeres prevaleció la afección médica en senescentes sobrepesos y normopesos, no obstante, en el sexo femenino existió una mayor asociación de la primera entidad nosológica en gerontes obesas que en varones, a razón de 1,7:1 de mujeres por cada hombre. (Tabla 6).
DISCUSIÓN
El exceso de peso corporal, concretamente la acumulación de grasa en la región abdominal, se señala como el principal factor de riesgo para las enfermedades cardiometabólicas. Se ha observado la existencia de un fenotipo correspondiente a individuos con peso normal, pero metabólicamente obesos, es decir, tienen un IMC normal, no obstante presentan las alteraciones metabólicas de los pacientes obesos, como resistencia a la insulina, adiposidad central, bajas cifras de colesterol de las lipoproteínas de alta densidad (HDL), altas concentraciones de triglicéridos e hipertensión arterial. 13,14
El aumento de grasa visceral en el abdomen provoca un estado proinflamatorio crónico, con liberación de adipocitocinas proinflamatorias (IL-1, IL-6, IL-18, resistina, TNF-a, proteína C reactiva) capaces de inhibir la acción de la insulina. El efecto vasodilatador fisiológico de la insulina está anulado cuando existe RI, aunque persiste su efecto potenciador de la reabsorción renal de sodio, lo que trae como consecuencia la aparición de HTA. 15
La obesidad se acompaña de una mayor frecuencia de HTA y se calcula que la prevalencia de esta es el 50 % mayor entre las personas que están en sobrepeso que entre las que están en su peso normal. La prevalencia de HTA aumenta con la edad, afectando al 70 % de los mayores de 70 años. Una de las características de la HTA en el anciano es el predominio de la HTA sistólica aislada, que afecta hasta al 90 % de los hipertensos mayores de 70 años. El anciano hipertenso presenta un riesgo de muerte cardiovascular tres veces superior al anciano normotenso y existe una relación lineal entre los niveles de presión arterial y la mortalidad cardiovascular al menos hasta los 89 años de edad. Se ha comprobado que la presión arterial promedio tiende a aumentar de manera progresiva a medida que el individuo envejece. 16,17
En el presente trabajo, el mayor número de adultos mayores estudiados pertenecían a los grupos etáreos de la tercera edad (60-74 años) y los 5 primeros años de la cuarta edad (75-89 años), lo que concuerda con la proporción existente de gerontes por grupos de edades en Cuba y en la provincia Granma, pues en Cuba, la población envejecida es del 20,4 %, mientras que en Granma es de 155 778 habitantes, lo que constituye el 18,8 %. 18,19
En dos estudios realizados por Morejón y cols. 20,21 constataron que existe una relación significativa entre obesidad abdominal (OA), envejecimiento y varios de los componentes del síndrome metabólico. Resultados similares fueron obtenidos por Rivera y cols. 22 donde observaron una relación estadísticamente significativa de los factores de riesgo cardiovasculares, datos que guardan relación con esta investigación. Sin embargo, en los dos primeros existió un predomino entre las féminas, mientras que en el último, fue en el sexo masculino.
Ortiz y cols. en dos artículos publicados, 23,24 encontraron una alta prevalencia de obesidad abdominal en la población de Cumbe y Quingeo en Ecuador; en uno de ellos estuvo mayormente presente en pacientes obesos y del sexo femenino, mientras que en el otro, se evidenció un incremento a medida que lo hacía la edad, especialmente en los hombres. Además, argumentan la estrecha relación que guarda la obesidad central con el proceso de envejecimiento y la presencia de HTA.
Trujillo y cols. en el 2017 25 evidenciaron que los componentes del SM presentaban una mayor frecuencia según aumentaba la edad para ambos sexos, datos similares a los expuestos en este trabajo, mientras que Diéguez y cols. 26 y Ruíz y cols. 27 obtuvieron resultados inferiores a los hallados en este estudio.
Sangrós y cols. en el 2018 28) demostraron que existe una elevada asociación entre HTA y obesidad abdominal sobre todo en varones, así como, la dislipemia que fue el otro componente del síndrome metabólico de mayor asociación a esta última en los individuos estudiados, resultados similares se obtuvieron los obtenidos en este trabajo.
Un aumento clínicamente visible de la grasa abdominal y/o visceral obliga a realizar la búsqueda activa de algunos trastornos bioquímicos y clínicos, que se pueden ver como consecuencia de la presencia de obesidad central, la cual puede incrementar el riesgo cardiovascular y metabólico. 29
Existió una alta prevalencia del fenotipo hipertensión-cintura alterada en los adultos mayores estudiados, por lo que se sugiere una evaluación rutinaria en los sujetos adultos mayores, así como, llevar a cabo acciones de promoción de salud y prevención de esta última enfermedad, mediante cambios en los modos y estilos de vida no saludables, lo cual propiciará la disminución en la aparición de trastornos metabólicos y enfermedades cardiocerebrovasculares.