Introducción
En Cuba la necesidad de aumentar la producción de alimentos continúa siendo una preocupación para las autoridades gubernamentales y, al respecto, es el sector agropecuario el que tiene la máxima responsabilidad en la solución de esta problemática (Plaza, 2009).
Dentro de las alternativas que se aplican para elevar el suministro de proteína de origen animal a la población, está el desarrollo de la cría de ovinos tropicales o de pelo, que según CENCOP (2016) en los últimos años ha tenido un crecimiento anual del 5 % a nivel nacional. Esta especie reúne un grupo de ventajas que la hacen ideal para estos propósitos (Zervas y Tsiplakou, 2011).
De acuerdo con Herrera, Jordán y Senra (2010) una gran parte de la producción ovina en Cuba se desarrolla en condiciones precarias o intermedias en cuanto al manejo y la alimentación. Por lo tanto, los indicadores obtenidos en la mayoría de los rebaños distan mucho de la verdadera potencialidad de esta especie; las ganancias de peso raramente sobrepasan los 0,08 kg de peso vivo diario, mientras está demostrado que es posible obtener más de 0,1 kg de ganancia/animal/día, utilizando dietas a base de forrajes y alguna suplementación (Ganzábal, 2013).
Además, hay que considerar el retardo en el crecimiento de las hembras, que provoca un aumento en el período hasta la incorporación y la pérdida de partos por hembra. Está claro que, para lograr incrementos en la producción de corderos para el sacrificio, es imprescindible contar con reproductoras en buena condición corporal y acortar el período hasta la incorporación a la reproducción, de manera de lograr altos índices de natalidad y supervivencia de las crías (Perón, 2005).
Dentro de los sistemas estabulados, en varias regiones del mundo se utilizan corrales con piso elevado, también llamados tarimas (Febles, 2010). Los corrales de piso elevado permiten que los animales se mantengan en un ambiente sano, con reducida exposición a los parásitos, protegidos de los depredadores, reducido gasto energético y un microclima adecuado a lo largo del año (Lupton et al., 2007).
Las tarimas fueron concebidas fundamentalmente para la mejora y ceba de corderos con destino al sacrificio, pero en ciertos momentos puede pensarse en la posibilidad de utilizarlas con hembras jóvenes, dada la necesidad de acelerar su crecimiento, para obtener en un periodo menor de tiempo animales con las condiciones óptimas para la incorporación a la reproducción, según los estándares de la raza Pelibuey. Experiencias en este sentido reportan Giraudo, Villary Villagra (2014) en la Argentina.
En consideración a lo planteado el objetivo del trabajo fue evaluar el comportamiento productivo de hembras ovinas Pelibuey en desarrollo estabuladas en corral de piso elevado (tarima) o en pastoreo restringido.
Materiales y métodos
Localización, suelo y clima
El trabajo se desarrolló en la unidad de cría ovina El Hoyo perteneciente a la Unidad Empresarial de Base (UEB) Maraguán de la Empresa para la Protección de Flora y la Fauna de la provincia de Camagüey. Se encuentra situada entre los 21°,03' de latitud norte y los 77°, 6167de longitud oeste, en el km nueve del cuarto anillo de la Carretera Central Este, municipio Jimaguayú. En la entidad productiva predominan los suelos pardos con carbonato de categoría agroproductiva cuatro (INSMET. Camagüey, 2014). El clima de la zona es de sabana interior con humedecimiento estacional. Las precipitaciones están en el rango de 1 200 a 1 300 mm; entre el 70 y 75 % ocurren en el periodo lluvioso. Las temperaturas máximas oscilan entre 30,7 y 32,2 °C (INSMET. Camagüey, 2014).
Procedimiento experimental
El experimento se realizó en los meses de enero a marzo de 2018 y tuvo una duración de 67 días. Se seleccionaron 40 hembras ovinas en desarrollo mestizas Pelibuey, debidamente identificadas, con seis meses de edad de y un peso de 16 ± 0,5 kg. Las mismas se distribuyeron en dos grupos (tratamientos), uno de ellos se confinó en un corral de piso elevado hecho con madera rústica, incluido el piso (tarima) y el otro se mantuvo en corral de piso de concreto, con acceso al pastoreo durante cuatro a cinco horas a partir de las 9 am.
Los corrales de piso elevado tenían 20 m2 y el espacio vital era de 1 m2/animal; estaban situados dentro de una nave de techo de guano y, tanto las paredes como el piso, eran de madera dura; este último a una altura de un metro sobre el nivel del suelo de la nave. Los comederos y bebederos estaban por afuera del corral y se garantizó en ambos casos el espacio de 0,5 m/animal.
Las hembras del grupo en pastoreo restringido se alojaban en un corral de piso de concreto de 20 m2, dentro de una nave con techo de guano; el espacio vital fue de 1 m2/animal. Los comederos tenían una altura de 30 cm, y se garantizó 0,5 m/animal.
Los dos grupos de hembras recibieron una ración similar dos veces al día, al grupo que estuvo en pastoreo restringido se le suministró antes de sacarlos a pastar (9:00 am) y por la tarde al ser recogido en la nave (3:00 pm), mientras al alojado en el corral de piso elevado se le ofreció a las 9:00 am y a las 4.00 pm. La ración consistió en 300 g de concentrado comercial, forraje de King Grass (Pennisetum purpureun Schumach), heno de gramíneas, sal mineral y común a voluntad; en el caso de los animales en pastoreo disponían además de pasto naturalizado. El agua de beber estaba disponible a voluntad y tenía buena calidad.
El cuartón donde pastaron los animales correspondientes al tratamiento en pastoreo restringido tenía un área total de 2,5 ha, la carga sobre el pasto fue de 8 animales/ha. Estaba constituido por pastos naturalizados, donde predominaban la hierba camagüeyana (Botriochloa pertusa L.) con alguna infestación de espartillo (Sporobolus indicus L.) y solo contaba con un árbol de sombra (Guazuma ulmifolia Lam).
Se estableció un periodo de adaptación de una semana. Para realizar los pesajes se utilizó una balanza dinamómetro marca ZalterR con capacidad de 50 kg y 0,2 kg de exactitud. Se efectuaron en los días 0; 30 y 60 de la investigación en horas tempranas del día y siempre antes del suministro de los alimentos.
Se determinó el consumo de alimentos ofrecidos en los corrales en base a MS, obtenida mediante muestras de los alimentos secadas en estufa a 38 °C durante 48 h. Se pesaron los alimentos al momento de suministrarlos y posteriormente el residuo. La medición se realizó dos veces durante el experimento. La estimación del consumo en pastoreo se realizó según Pérez-Infante (2013). En el caso de la conversión alimentaria se obtuvo por la relación entre la ganancia en la etapa y el consumo de alimentos suministrados en los corrales.
Análisis estadísticos
Se comprobó la normalidad de los datos mediante el test de Kolmogorov-Smirnov. Se utilizó un diseño completamente al azar y para contrastar las variables respuesta se aplicó un ANACOVA, donde los pesos iniciales se consideraron como covariable y se ajustaron a 16,66 kg. Se utilizó el programa SPSS versión 21 para Windows (2012).
Resultados y discusión
Los pesos y las ganancias de los dos grupos tuvieron diferencias significativas (P < 0,01), a favor de los animales confinados en la tarima (Tabla 1).
Indicadores | Tarima | Pastoreo | E.S | Sig. |
---|---|---|---|---|
Peso vivo final (kg) | 24,39 | 22,34 | 0,214 | *** |
Ganancia diaria (kg/día) | 0,150 | 0,099 | 0,080 | *** |
Las ganancias de peso obtenidas para ambos tratamientos fueron superiores a las reportadas por Fonseca (2004) en rebaños ovinos en pastoreo en la provincia de Granma, quienes obtuvieron ganancias superiores a los 100 g/día y también a las reportadas por Holguín (2018) en corderos estabulados consumiendo forraje de Cenchrus purpureus y Tithonia diversifolia.
Aunque la respuesta obtenida en términos de incremento en peso fue positiva, lo que apoya el reconocimiento de los corrales con piso elevado para el engorde, que permiten incrementar los índices de crecimiento, reducir problemas de parasitismo (Escalera et al., 2017) y mejorar la eficiencia del consumo de alimento y la calidad del producto final de los animales confinados en ellos (Muñoz-Osorio et al., 2015), hay que significar que estos representan una modificación importante en el hábitat de los animales, especialmente en el caso de la especie ovina, muy bien adaptada al pastoreo, por lo que se ven obligados a adaptar su conducta hasta donde le es posible (Bianchi y Gaibotto, 2005).
En el caso del consumo y conversión de los alimentos dispuestos en el corral, no se obtuvieron diferencias para el primero, pero sí para la conversión, a favor de la tarima (P < 0,001), lo que apunta a una utilización más eficiente de los alimentos en los animales mantenidos en los corrales de piso elevado (Tabla 2).
Indicadores | Tarima | Pastoreo | ES | Sig. |
---|---|---|---|---|
Consumo de MS (kg) | 0,83 | 827,80 | 4,359 | NS |
Conversión (kg MS/kg de ganancia) | 8,9 | 11,1 | 0,484 | *** |
En Colima, México, Álvarez (2003) indicaron conversiones más favorables cuando evaluaron la inclusión de la harina de parota (Enterolobium cyclocarpum Jacq. Griseb) en el crecimiento de ovinos en estabulación.
Este comportamiento está posiblemente asociado a las condiciones de confort que brindó la tarima a los animales, que se concretó en mejores condiciones de higiene, reducción del stress calórico y la infestación parasitaria, así como la reducción de gastos energéticos al suprimirse el pastoreo.
Cabe señalar que los consumos obtenidos en ambos tratamientos son inferiores a los encontrados por González-Garduño, Torres-Hernández y Arece-García (2011), en ovinos Pelibuey machos estabulados, que fueron alimentados con forraje de Taiwan (Pennisetum purpureum) y pasta de coco (Cocos nucifera) o gandul (Cajanus cajan), y alcanzaron 0,95 y 0,88 kg de MS/día, respectivamente. Sin embargo, en este mismo experimento las hembras obtuvieron consumos inferiores a los aquí señalados (0,79 y 0,71 kg/días para los dos tratamientos mencionados).
También Fonseca (2004) reportó consumos superiores en ovinos Pelibuey, cuando compararon diferentes niveles de concentración energética; aún en la concentración más baja obtuvieron valores por encima de los de la presente investigación (0,90 kg de MS/animal/día).
Según Lyons y Forbes (1990) las ovejas tienen mayores requerimientos nutricionales por kg de peso vivo que los vacunos y búfalos. Estos pequeños rumiantes seleccionan algunos forrajes en especial, que les permitan llenar sus requerimientos más altos, y además tienden a usar plantas y partes de plantas de más rápida digestión. Los forrajes de rápida digestión pasan pronto por el tracto digestivo, teniendo como consecuencia un aumento en el índice de consumo.
Es importante destacar el valor de los resultados obtenidos en este experimento para garantizar hembras con el peso adecuado para la incorporación a la reproducción con menos de un año de edad y que, además, tengan las características fenotípicas que permitan su apareamiento con sementales de razas más especializadas en la producción de carne, como Dorper y Katadin (Vázquez et al., 2011). Se trata principalmente de aprovechar las capacidades disponibles en determinados momentos del año, cuando la disponibilidad de machos para la ceba es baja, para colocar hembras en desarrollo y garantizar así su crecimiento adecuado.
Otra posibilidad sería la mejora de hembras que no son seleccionadas para la reproducción (descarte), que pueden ser vendidas para sacrificio a mejor precio. En este caso habría que evaluar las ganancias diarias y el peso final, para evitar canales demasiado grasas, pues como se sabe las hembras tienden al engrasamiento más rápidamente que los machos (Fonseca, 2004).