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Retos de la Dirección

On-line version ISSN 2306-9155

Rev retos vol.13 no.1 Camagüey Jan.-June 2019

 

Artículo

Nociones generales del estudio de la competitividad territorial para planificar el desarrollo

General Notions of Local Competitiveness Studies for Development Planning

Dr. C. Yunier Sarmiento Ramírez1  * 

1Universidad de Holguín Oscar Lucero Moya, Holguín, Cuba

RESUMEN

El artículo tuvo como base analizar los estudios sobre competitividad territorial y los enfoques metodológicos relacionados con esta. Así, la sistematización y contextualización de este análisis permite destacar los elementos esenciales teórico-conceptuales y metodológicos que deben considerarse en la medición de la competitividad territorial, para destacar la necesidad de su evaluación como un insumo importante en la planificación del desarrollo de los territorios. Las consideraciones generales que se presentan en este artículo son, en síntesis, resultados de la tesis de doctorado del autor, la cual fue aplicada en la provincia de Holguín, Cuba.

Palabras clave: medición; competitividad; competencia; desarrollo; planificación

ABSTRACT

The aim of this article was to evaluate local competitiveness studies and related methodological approaches. In that sense, systematic and contextualized evaluation ensured the determination of the essential theoretical, conceptual, and methodological elements needed for measuring local competitiveness. The requirement of evaluation as an important input element to plan local development was also highlighted. The general considerations submitted in this study are part of the author’s PhD. thesis, whose results have been implemented in the province of Holguin, Cuba.

Key words: measuring; competitiveness; competence; development; planning

Introducción

Posterior a la década de los años ochenta del siglo xx comienzan a manifestarse en los planteamientos convencionales vinculados al desarrollo, procesos e iniciativas de desarrollo económico local. Estos procesos de desarrollo local se insertan en la actual crisis, la cual provoca impactos sobre los territorios. El ajuste de dichos procesos incide en la habilidad para controlar los factores productivos del territorio y su adaptación al entorno de la competencia. De acuerdo con esta visión sobre el desarrollo económico local y la situación de la economía mundial, los gobiernos locales tienen el desafío de insertar a sus territorios en la economía, de manera moderna y competitiva.

En consecuencia se han implementado estudios de competitividad regional en varios países de América Latina: Cabrero (2012) en México; CNC (2008) en Perú; Panchana (2001) en Ecuador; Ramírez, Osorio y Parra (2007) en Colombia; y SUBDERE (2003) en Chile. En ellos se aprecia que los instrumentos están diseñados sobre la base de disímiles criterios. Muestran los factores condicionantes de la competitividad y su forma de medición, más no existe un consenso teórico y práctico. No obstante, resalta la coincidencia de los investigadores en reconocer que los estudios -a través de un análisis comparativo entre las regiones para un período dado-, ofrecen una idea de la posición de la región, un ordenamiento comparado de las regiones, sustentado en lo más significativo o de mayor impacto. De esta manera los estudios de competitividad devienen en instrumento de control para medir el avance de procesos estratégicos de las economías, al mostrar sus principales áreas de desarrollo, así como aquellas más débiles, lo que en definitiva podría contribuir al diseño de políticas, acciones y programas por las autoridades respectivas.

Lo anteriormente expresado enfatiza la importancia de la medición de la competitividad territorial y su aplicabilidad, pues contribuye a conocer cuáles son o dónde se hallan las fortalezas de un determinado territorio para aprovecharlas, y también determinar sus problemas para intentar solucionarlos.

Por tanto, el estudio de competitividad territorial resulta un instrumento de apoyo para la planificación a este nivel (Cardoso, 2012; Dini, 2010; Jaramillo, 2011; Ramírez y Figueroa, 2012; Rugeles y Jolly, 2006) y se expresa concretamente en los elementos para la propuesta de acciones en el diagnóstico territorial (en su acápite propositivo); constituye el insumo fundamental para el plan de la economía en este ámbito; o para el plan de desarrollo.

Por lo expresado anteriormente el objetivo de este artículo es destacar los elementos teórico-conceptuales y metodológicos esenciales que deben considerarse para la medición de la competitividad territorial.

Desarrollo

Un elemento importante es la definición de territorio. Algunos autores (Boisier, 2007 y González, 2007) coinciden en considerar al territorio un sistema complejo que funciona bajo un entramado de relaciones económicas, sociales y culturales, y no como un simple soporte físico donde se desarrolla la actividad humana. En esta visión sistémica el territorio es un espacio construido socialmente y definido por sus actores y las relaciones entre ellos. Esta unidad espacial activa es capaz de reflejar con detalle la senda de desarrollo que ha seguido el sistema territorial como resultado de las decisiones contextuales de sus actores, y donde el desarrollo implica una evolución progresiva de la economía hacia mejores niveles de vida.

Lo anterior permite considerar que de esta construcción social y de las relaciones entre los actores se pueden diferenciar aspectos distintivos que imprimen particularidades, en función de propiciar o retardar un determinado estadio de desarrollo. Estas relaciones y construcciones poseen características disímiles en dependencia de las formas de propiedad predominantes en cualquier territorio.

A partir de esa línea de pensamiento esta investigación se adscribe a la concepción del desarrollo local propuesta por González (2007):

Un proceso localizado de cambio socio-económico continuado, que liderado por los gobiernos locales integra y coordina la utilización de la riqueza de su potencial de desarrollo con las diferentes corrientes de recursos, para lograr el progreso de la localidad y posibilitar el bienestar del ser humano, en equilibrio con el entorno natural. (p.47)

En esta definición queda explícitamente declarado el papel del gobierno local, que para su desempeño parte, fundamentalmente, de las relaciones de coordinación por un lado; y por el otro, utiliza el potencial de desarrollo para así influir en la competitividad. A su vez, la medición de la competitividad se convierte en un factor determinante para la búsqueda del desarrollo económico y regional, lo cual puede propiciar que las autoridades locales establezcan acciones para posibilitar su incremento (Gómez, 2011; Silva, 2005).

Por tanto, como afirma Jaramillo (2011), la competitividad territorial es una categoría del desarrollo territorial, pues el logro de la primera contribuye a la consolidación de sectores productivos más competitivos, y a su vez el proceso de desarrollo territorial requiere que los sectores productivos tengan dicha cualidad para que sea factible y perdure. De esta manera se produce una interacción entre desarrollo y competitividad, donde se condicionan mutuamente y en esta interconexión la competitividad, al estar directamente relacionada con la base material del desarrollo, brinda la posibilidad de mejorar el nivel de vida de los habitantes de un determinado territorio; posibilidad que puede o no devenir en realidad, en mayor o menor medida por la redistribución que se haga de la riqueza creada.

La categoría competitividad tiene sus antecedentes en el modo de producción capitalista y nació propiamente de la competencia. Por tanto, el mercado, la competencia y la competitividad forman parte de una misma realidad; no obstante, el término competitividad se comienza a considerar con gran énfasis a partir de la segunda mitad del siglo xx.

Fue Porter (2009) con su libro La ventaja competitiva de las naciones quien propuso una solución, que propende a adaptar la teoría a la realidad cambiante de las naciones. Desde un enfoque estratégico enfatiza la influencia de factores de carácter más estructural, que los anteriormente resaltados como los precios y costos. El modelo de Porter, conocido como “el diamante de la ventaja nacional”, fundamenta la teoría de los clústeres; esta se origina en el supuesto de que la competencia internacional no se establece entre naciones, sino entre empresas que forman parte de un clúster localizado -por regla general- en dimensiones territoriales inferiores a las que ocupan las naciones o países.

Esta teoría está basada en un análisis de las características del entorno territorial e identifica cuatro grupos de variables: condiciones de los factores; condiciones de la demanda; sectores afines y auxiliares; y estrategia, estructura y rivalidad de las empresas; ellas influyen directamente en la capacidad de las organizaciones para establecer y mantener una ventaja competitiva en los mercados internacionales. Además, existen otros dos factores exógenos al modelo que conjuntamente con los anteriores forman “el diamante”, y se corresponden con la causalidad y el gobierno, pero su influencia es indirecta. De esta forma se desciende del nivel país a uno local más operativo, puesto que en realidad es en ese último nivel donde la empresa lleva a cabo su actividad y es el entorno más próximo a ella.

El empleo reiterado de determinadas definiciones de competitividad por parte, tanto de economistas teóricos como de gestores de la política económica, han dado popularidad a dicho término; pero no ha existido consenso respecto a su significado ni a su justificación.

Las definiciones de competitividad, cualquiera sea la unidad, ilustran factores esenciales para su consecución en los cuales comienzan a mezclarse factores puramente economicistas con otros de orden no económico, tales como: cultura, política, conciencia ambiental, calidad del recurso humano y ubicación espacial. En las definiciones se aprecia de manera coincidente que la competitividad es la capacidad para la competencia en el mercado. No obstante, a pesar de definirse la competitividad como capacidad también se utilizan otros términos como interrelación, competencias (Porter, 2009), habilidad (García, Méndez y Dones, 2009), lo que genera confusión al conceptualizarla.

Sin embargo, se puede concluir que las diferentes definiciones relativas a la competitividad y sus determinantes dependen, más bien, del enfoque que se le dé al estudio en cuestión, o de la unidad económica a la cual se haga referencia. Por ello los estudios con un enfoque teórico y empresarial la definen como capacidad y destacan que generalmente su objetivo es el mismo: conquistar, mantener y ampliar la participación en el mercado. Los estudios con enfoque empírico y territorial han enfocado su objetivo hacia la generación de adecuados niveles de desarrollo que mejoren la calidad de vida de los habitantes y la conceptualizan como interrelación, pues buscan en el proceso de operacionalización convertir la definición de competitividad en un conjunto de indicadores que justamente permitan la observación empírica.

El empleo del término interrelación pretende destacar que la competitividad territorial es producto de la cooperación que se suscita entre los actores locales; ya que el término se refiere a una relación de correspondencia mutua entre los actores o dimensiones (resultados económicos, empresarial, gubernamental, científico-tecnológica, medioambiental, social y de infraestructura). De esta forma se asume la concepción de territorio como un sistema complejo que funciona bajo un entramado de relaciones económicas, sociales y culturales.

No se utiliza el término capacidad, pues se cataloga como una definición abstracta que empíricamente no es factible de observar y, por lo tanto, de medir. Se refiere a formas de conocimiento tácito, cualidad que tiene el hombre para, a partir de los recursos que atesore el territorio, administrarlo. Lo anterior en modo alguno enfrenta a ambos enfoques, lo que este último no lo explicita, lo asume implícitamente; pues reconoce que la efectividad de las interrelaciones se suceden producto de la capacidad existente.

Las valoraciones antes referidas permiten inferir que la definición de competitividad territorial ha evolucionado hacia otra, más relacionada con el entorno local, cuyas determinantes son los factores endógenos de la economía nacional que se investiga, y entendido esto dentro del marco del desarrollo sostenible. Por tanto, la competitividad territorial es el resultado de la interrelación de los factores considerados en las dimensiones: empresarial, gubernamental, científico-tecnológica, medioambiental, social y de infraestructura que explican los resultados económicos del municipio, los que a su vez influyen en el desarrollo del sistema territorial en su conjunto y en el incremento del nivel de vida de la población.

La dimensión resultados económicos es una medida del desempeño económico del sistema territorial y permite observar, a través de un grupo de indicadores, los resultados generales del proceso económico.

La dimensión empresarial muestra el resultado de la gestión de las empresas a través de un grupo de indicadores cuantitativos y la situación de varios factores de competitividad asociados a ella, pero de naturaleza cualitativa. Esta dimensión resume la calidad de las diferentes formas organizativas de producción, para la administración de la mayor parte de los bienes de la propiedad estatal socialista, con el objetivo de satisfacer las necesidades sociales.

La dimensión gubernamental cuantifica la capacidad de los gobiernos locales para cumplir su rol de Estado, el cual proporciona las condiciones que pueden influir positiva o negativamente en la competitividad. Se compone de medidas relacionadas con políticas públicas, factores que proveen servicios a sus habitantes (recursos, gastos, inversión, seguridad) u otros que facilitan la gestión empresarial.

La dimensión ciencia, tecnología y medio ambiente está relacionada con el desempeño de la ciencia y la gestión de proyectos de investigación y desarrollo, así como la capacidad de generar nuevas tecnologías o adoptar las existentes para mejorar la productividad empresarial. Muestra el esfuerzo que hace el Estado y las empresas para valorizar el entorno, garantizando al mismo tiempo la conservación y protección del medio ambiente.

La dimensión social e infraestructura muestra el resultado del esfuerzo del Estado para garantizar las condiciones indispensables para la reproducción y desarrollo del factor humano y su calidad de vida, además de mostrar el estado del conjunto de factores físicos y económicos que apoyan la gestión empresarial.

Los elementos analizados guardan relación con la definición de desarrollo de González (2007) que parte de la utilización de los recursos del potencial de desarrollo y se armoniza con la teoría de Porter (2009), para conceptualizar la competitividad a nivel territorial como interrelación, competencia. A nivel territorial las definiciones destacan que tales competencias deben estar presentes en todos los actores locales, para así aprovechar los recursos que atesora el territorio y que, de conjunto, son parte del potencial de desarrollo.

El concepto de competitividad territorial se encuadra dentro de la teoría de Porter (2009) y el modelo del diamante de la ventaja nacional. Este debe entenderse como un sistema interrelacionado en el que el efecto de cada uno de los factores analizados depende de la situación de los demás y de cómo se refuerzan unos a otros. El modelo parte de la base de que la prosperidad no se hereda, sino que se crea a partir de valores y actitudes de un conjunto de factores determinantes que son variados, complejos y difíciles de explicar. Los factores no constituyen piezas aisladas, sino que configuran un sistema de relaciones donde estas son tan importantes como los propios determinantes considerados de forma aislada. Por ejemplo, cómo las medidas de política pública pueden influir en el desarrollo del resto de las dimensiones, las que por sí solas no alcanzarían mejores resultados. De igual modo las empresas se benefician del sistema de infraestructura que presente el territorio para su gestión, pero a la vez contribuyen a su mejoramiento y desarrollo; por tanto, se trata de un constante aprovechamiento, mantenimiento y crecimiento de las ventajas del territorio.

A pesar de ser la empresa la unidad que crea valor, esta se favorece con la acción de todos los actores que benefician o no su gestión, y en la forma en que estos utilizan los recursos del potencial de desarrollo presente en cada una de las dimensiones; pero en efecto, para el logro de ventajas competitivas sostenibles deben de ser capaces, aptos y competentes. Además, en los conceptos más actuales, ya analizados anteriormente, se destaca la cooperación, las relaciones entre los actores como factor esencial para el logro de la competitividad territorial; de esta forma se expresa su sintonía con el concepto de territorio definido como un sistema complejo, que funciona bajo un entramado de relaciones.

En este sentido, la relación entre los factores no se lleva a cabo de forma espontánea; precisa ser accionada por los actores del territorio, los que utilizan estas ventajas en favor de la competitividad territorial, puesto que la prosperidad se crea. Es decir, se utiliza la capacidad de los actores para usar con eficiencia la mano de obra, los recursos naturales, el capital; e innovando permanentemente. En el enfoque de Porter no es relevante qué y cuántos recursos se posee, sino qué se hace con lo que se tiene.

Ahora bien, analizados los elementos teórico-conceptuales es preciso tener en cuenta algunas consideraciones metodológicas que fueron expuestas por este autor en su tesis doctoral, cuyos resultados se aplicaron en la provincia Holguín.

Desde hace varios años se considera que la competitividad no constituye un fin ni un objetivo en sí misma, es un medio poderoso para alcanzar mejores niveles de vida y un mayor bienestar social, una herramienta para el logro de objetivos (Sobrino, 2002). La medición de la competitividad ha ido modificándose, en tanto han ido cambiando las concepciones en torno a ella. De esta manera se ha dado lugar a mejores formas de medición en términos de la variación estándar capturada.

La forma del cálculo de los índices de competitividad puede ser variada, pero en general se centra en un enfoque estructural; enfoque que entiende la competitividad como un fenómeno más amplio, en cuya determinación está presente un conjunto de aspectos complejos; no está necesariamente ligado a los precios y los costes. La competitividad estructural supone el intento de hacer explícito el papel de fenómenos ajenos al ámbito interno de la empresa (relacionados con el conjunto de la economía) y que influyen en los resultados que las organizaciones obtienen en los mercados. Dada la complejidad de la definición no resulta extraño la inexistencia de un indicador único reconocido para su medición. Pueden existir dos casos extremos: se opta por una combinación de indicadores que expresen la diversidad de los factores comprometidos; o bien se recurre a un indicador de carácter sintético que exprese la resultante de todas esas variables y factores.

Para esclarecer una de las dificultades presentes en el análisis de la competitividad a la hora de distinguir entre aquello que es causa de la evolución de la competitividad y lo que es efecto de esta, se agrupan diferentes indicadores que miden el efecto o consecuencia, y se incorporan otros que pudieran explicar las causas (Sarmiento, Pérez y González, 2013).

Por tal motivo, según Sarmiento (2014):

En la estructura de los estudios de competitividad deben distinguirse dos índices, uno de resultado (IR), que integra indicadores que evalúan la competitividad, es decir, los resultados económicos que a futuro contribuyen y sostienen el desarrollo de los territorios y se denomina como competitividad de resultado. El otro índice es causal (IC), el cual integra los correspondientes factores estructurales determinantes de la competitividad en el tiempo, es decir, los fundamentos micro y macro del desarrollo económico, son causa de la consecuencia y se designa como competitividad causal. En este último se agrupan los factores internos claves de los territorios, fuente de las ventajas y desventajas competitivas municipales y punto de partida para la planificación. (p. 54)

La elaboración de índices complejos puede tener algunas dificultades, pues se emplean para medir fenómenos complejos y con marcos no claramente definidos, por lo que se utilizan indicadores que aproximan cuantitativamente cada fenómeno, resumiendo la información estadística que en ocasiones está disponible de forma dispersa. Además, permiten introducir modificaciones siempre que sea necesario, cuando cambie la información disponible. Antes de utilizarlos se debe verificar la información, y seleccionar los indicadores que caractericen adecuadamente la categoría analizada. Por tanto, el estudio responde al criterio de disponibilidad y uniformidad de la información.

Lo anterior es un elemento importante, puesto que para las comparaciones hay que tener en cuenta dos aspectos esenciales:

  • Fijar la situación actual (de forma arbitraria) a la que se referirán las comparaciones. Señalar que la elección de la situación inicial condiciona el resultado de la comparación, por lo que el punto de referencia inicial debe ser lo más idóneo posible en relación con los objetivos que se persiguen.

  • Las magnitudes que se comparan pueden ser simples o complejas, aspecto que nos introduce en el problema de la construcción de sistemas de comparación adecuados. Una magnitud compleja es comparar un indicador de un mismo territorio en dos épocas diferentes o de dos territorios. No se debe olvidar que al ser una magnitud compleja está compuesta por magnitudes simples heterogéneas, es decir, que se expresa en unidades de medida diferentes.

Sin embargo, a pesar de estas dificultades, y que pueden resultar difíciles en su construcción de acuerdo al método de cálculo utilizado para su agregación, este autor considera que los índices, para el caso de la medición de la competitividad territorial, son una herramienta muy útil y necesaria. Los índices permiten medir de forma cuantitativa y resumida un fenómeno por amplio que sea, con gran flexibilidad en su construcción, en su uso y en su interpretación, en dependencia de lo que se mida. Permiten acotar y medir cada fenómeno, realizar un seguimiento; sirven para establecer objetivos (generales y parciales), comparar los diferentes fenómenos y las circunstancias dadas en las distintas unidades territoriales.

En la construcción de los índices se establecen dos fases: la definición de contenidos y la medición. En la primera se realiza una aproximación conceptual y teórica al fenómeno que nos ocupe. Luego se establecen todos los ámbitos que deben considerarse en relación con el fenómeno analizado para así llegar a un indicador óptimo o el mejor de los posibles. Es válido destacar que siempre hay cierto grado de subjetividad por parte del equipo investigador.

En general, las dimensiones utilizadas por los estudios de competitividad territorial son resultado de la operacionalización de su definición; sin embargo, la coincidencia manifestada no es la misma si se desagrega cada dimensión. De acuerdo con Tello (2004) en las experiencias internacionales no existe un conjunto de determinantes de la competitividad que se derive de un consenso explícito. Por el contrario, la identificación se comporta en la práctica como un proceso de elección que responde a la consistencia con la definición, soporte estadístico, y que pueda ser sujeto de alguna medida (cualitativa o cuantitativa) fácilmente identificable con respecto al resto de los indicadores.

El proceso de elección de los indicadores es un común denominador de los índices de competitividad, especialmente de los índices regionales. En dicho proceso se aplican diferentes metodologías, desde el desarrollo de talleres o entrevistas con expertos hasta la aplicación de modelos propios. Se debe destacar que los indicadores van a estar condicionados por el nivel espacial que se trabaje (regional, provincial o municipal), pues la desagregación de la información es más específica en la medida que desciende el nivel.

Ahora bien, en el cálculo de los índices se enfrenta dos tipos de problemas comunes: ¿cómo homogeneizar criterios diferentes?, ¿cómo integrar los criterios homogeneizados en el índice?; o sea, normalización de los indicadores y agregación de los datos para obtener el valor final del indicador sintético. Hay que tener presente que los indicadores seleccionados se expresen en el mismo sentido, de lo contrario hay que transformar los indicadores que afecten inversamente al fenómeno analizado.

Existen tres opciones que permiten homogeneizar los indicadores; son las más aceptadas en la estadística y se derivan de variables o indicadores disímiles: conversión de escala, rango percentil y resultado estándar. En el Tabla 1 se presenta un resumen de las capacidades de cada método con respecto a tres criterios. Del análisis de este se desprende que todos los métodos no cumplen, al menos, con uno de los criterios establecidos. Los dos primeros métodos tienen la observación negativa en el tercer criterio, siendo este de gran importancia para el fin que se persigue si se tiene en cuenta que este tipo de estudio se basa en un estado comparado.

Tabla 1 Comparación de las formas de cálculo de los índices de competitividad 

Método de homogenización ¿Brinda facilidad de interpretación? ¿Permite ordenar jerárquicamente? ¿Permite calcular las distancias relativas?
Conversión de escala No
Rango percentil No
Resultado estándar No

Fuente: Benzaquen, Alfonso, Zegarra y Valdivia (2010)

El primer criterio puede ser el más subjetivo de los tres y la observación negativa para el método de estandarización es la que genera valores positivos y negativos, complicando cualquier cálculo posterior y haciendo más compleja la interpretación de resultados. La dificultad relativa de interpretación del resultado estándar puede superarse aplicando la conversión de escala. Además, el resultado estándar es el único método que cumple con el tercer criterio de poder brindar una referencia objetiva de la distancia relativa entre los resultados de cada región, por lo cual se recomienda utilizar este método.

Se puede acotar que existen varias fórmulas de estandarización según su propósito y lo que se busca es llevar todas las variables a una gradación única común que varía entre 0 y 1, de esta forma los valores resultantes son positivos. Así, la fórmula de estandarización que se propone es:

Factor positivo

[TeX:]

Donde:

Zi: valor estandarizado

Xi: valor de la variable

Xi mín: mínimo valor de las variables

Xi máx: máximo valor de las variables

Una vez que todos los datos han sido homogeneizados se enfrenta el problema de integrarlos o sintetizarlos en un solo índice. Para ello, son nuevamente tres los métodos más utilizados: promedio ponderado, análisis de componentes principales y promedio simple. El promedio ponderado requiere establecer los valores con los cuales ponderar los subíndices y los factores. Esto plantea la cuestión respecto a cómo eliminar la subjetividad en la determinación de los pesos de ponderación.

El análisis de componentes principales es un método estadístico que asigna las ponderaciones a partir de la información contenida en los datos; es un método muy valioso que simplifica el cálculo a partir de un volumen de información amplio. Sin embargo, para aplicarlo se requiere contar con una base de datos extensa, tanto de las variables cuantitativas como cualitativas (Tabla 2), que permita cumplir a priori con el llenado de la matriz factorial, el cual exige que esta no debe ser cuadrada.

En el método del promedio simple se suman los factores y se dividen entre el número total de factores analizados. Este método para el estudio pionero de competitividad puede ser el más adecuado, pues simplifica la complejidad del cálculo y en definitiva permite el objetivo que se persigue: la integración de los factores en un índice.

Quienes han tenido experiencias con los índices regionales han enfrentado la situación de decidir el método a utilizar, y han escogido uno u otro de acuerdo al criterio del auto. A pesar de no existir consenso, cualquiera de los tres métodos permite sintetizar los factores en un índice.

Otro elemento que se debe considerar en el estudio de la competitividad territorial es la construcción de umbrales, pues se establece una comparación de las diferentes unidades del territorio en el análisis. El índice de competitividad es un análisis comparativo entre regiones para un período dado. Por lo tanto, cuando se intenta analizar la evolución que ha tenido la propia región respecto a sí misma, este índice pierde su eficacia.

Para poder analizar el avance de cada región en particular, se establecen umbrales de competitividad fijados para cada dimensión. Estos umbrales se han construido con el fin de establecer un estado que representa un estándar desafiante a alcanzar para cada variable, dimensión e índice. En algunos casos pueden usarse estándares internacionales o determinarse, pues existen metodologías para su cálculo (mediana de los indicadores más el mejor valor de la variable (SUBDERE, 2003); pero hay que tener presente que dichos umbrales no sean ideales imposibles que no se puedan lograr, pues desestimularían a quienes deban alcanzarlos.

Hasta el momento se ha hecho referencia a los elementos necesarios a considerar para generar un índice de competitividad territorial, sin embargo, lo importante para ello es encontrar información. De lo anterior se desprende que los factores condicionantes de la competitividad no solo van a depender de la operacionalización de su definición, sino también de la información disponible para evaluarla, que es específica de acuerdo al nivel espacial que se utilice.

Tabla 2 Dimensiones e indicadores de la competitividad territorial 

Dimensiones Indicadores
Resultados económicos Ventas netas (VN) Total de gastos (TG)
Costo de ventas (CV) Total de ingresos TI
Valor agregado bruto (VAB) Salario medio mensual (SMM)
Ventas en divisas (VD)
Empresarial Útil o (pérdida) del periodo (Ut) Eficiencia gestión empresarial (Ef) *
Fondo de salario (FS) Calificación del personal (Cp) *
Promedio de trabajadores (PT) Motivación fuerza laboral (Mft) *
Productividad (P) Tecnología (T) *
Precio del Producto (Pp)* Capacidad de innovación (CI) *
Calidad del producto (C)* Diferenciación téc.- comercial (Dtc) *
Gubernamental Inversiones per cápita (Ivp) Autonomía toma de decisiones (Atd) *
Ingresos del presupuesto (IP) Servicios apoyo a la producción (SAP) *
Gastos de presupuesto (GP) Política impositiva (Pi) *
Relación con y entre los agentes locales (Real) * Política cambiaria (Pca) *
Acceso a bases de información estratégicas (BIE) * Política comercial (PC) *
Acceso a recursos económicos y financieros (REF) * Investigación y apoyo técnico especializado (IAte) *
Social e infraestructura Cantidad de entidades (CE) Población servida con acueducto (Psa)
Cantidad de escuelas (Ce) Población servida alcantarillado (Psal)
Unidades de servicio de salud (USS) Densidad telefónica (Df)
Electrificación (Elec) Transporte y comunicaciones (TC) *
Población económica activa (PEA) Telecomunicaciones (Tele) *
Habitantes por médico (Hxm) Educación y capacitación (Ec) *
Grado de urbanización (GU)
Ciencia, tecnología y medio ambiente Gastos de inversión para la protección del medio ambiente (GI)
Innovación y racionalización (IR)
Efecto económico total real de la innovación (EEI)
Proyectos de innovación - empresas en perfeccionamiento (PI)
Programas territoriales de ciencia y tecnología (PTCT)
Financiamiento para programas territoriales de CT (FPTCT)
Política ambiental (PA) *

Fuente: elaboración propia.

Nota: Los indicadores marcados ( * ) son los que se obtienen a través de encuestas.

Resumiendo, se puede afirmar que las experiencias de los índices regionales implementados en América son muestra de la validez de estos estudios para la planificación del desarrollo, e instrumentos para los agentes decisores en el ámbito territorial -tanto público como privado- pues permite complementar visiones de las características globales del entorno, por tanto, la importancia de la medición radica en la identificación de las potencialidades y limitaciones de los territorios. En sentido general muestran el panorama a través de un análisis comparativo entre los territorios para un período dado; asimismo ofrecen un ordenamiento comparado.

El estudio de competitividad territorial deviene instrumento de apoyo para la planificación a este nivel, ya que su medición indica, a partir del estudio comprado, la situación económica de los territorios - visto en esta propuesta a través del índice de resultado (IR), así como del estado de los factores y los problemas que desde la competitividad limitan su estructura económica (índice causal)-; este tipo de análisis favorece los objetivos declarados en la planificación territorial, relacionados con las desproporciones entre los territorios y el uso racional de los recursos.

De esta forma se evidencia en el orden práctico que la medición de la competitividad territorial, una vez identificadas las ventajas y desventajas competitivas presentes en los territorios, sirve de fuente para incluir dichos elementos en el proceso de planificación territorial, ya que, conociendo la realidad local, incorpora un conjunto de acciones en diferentes dimensiones, que permite al territorio desarrollarse competitivamente.

Conclusiones

El análisis de los diferentes conceptos de competitividad evidencia lo controvertido que resulta su definición y la multiplicidad de factores de los que puede depender; aunque se aprecia una tendencia reciente (cuando se refiere a nivel territorial) a mostrar como sus determinantes los factores endógenos de la economía que se analiza; entendida en este marco la competitividad, no como la capacidad para competir sino como resultado de la interrelación de estos.

La teoría económica de la competitividad es muy amplia; cada autor la explica desde su perspectiva y atendiendo al momento y las características de su época; sin embargo, en los tiempos actuales la teoría de la ventaja competitiva de Michael Porter es el referente teórico más utilizado a nivel internacional y puede ser adaptado a la economía que se investigue.

La definición de competitividad y las teorías al respecto seguirán en desarrollo, quizás a la espera de consensos parciales que permitan diseñar una metodología universalmente aplicable a nivel territorial; no obstante, su medición constituye una herramienta o una guía para los negocios o políticas de Estado, ya que sugieren áreas con fortalezas o debilidades sobre las cuales se pueden aplicar políticas y acciones de desarrollo.

El estudio de la competitividad territorial, a través de un análisis comparado de los municipios, ofrece una visión de las condiciones de los territorios, sus diferencias y la distancia que los separa, por tanto, ofrece información relevante que contribuye con los objetivos generales de la planificación territorial, en aras de lograr una gradual reducción de las desproporciones entre los territorios y el uso racional de los recursos

Referencias

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Recibido: 05 de Febrero de 2017; Aprobado: 05 de Septiembre de 2018

*Autor para la correspondencia. Correo electrónico: ysarmiento@fe.uho.edu.cu

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