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Retos de la Dirección

versión On-line ISSN 2306-9155

Rev retos vol.15 no.2 Camagüey mayo.-ago. 2021  Epub 28-Ago-2021

 

Dosier

Acercamiento conceptual a la competencia gestionar proyectos microempresariales en el economista

A Conceptual Approach to Economist Competence Project Management of Mini-Companies

David Wilfrido Moreira Vera1 
http://orcid.org/0000-0002-7020-4178

Evelio F. Machado Ramírez2  * 
http://orcid.org/0000-0002-1538-2887

Jessica Mariela Zambrano Cedeño3 
http://orcid.org/0000-0003-1370-5934

1Escuela Superior Politécnica Agrícola de Manabí Manuel Félix López, Provincia de Manabí, Ecuador

2Centro de Estudios de Ciencias de la Educación Enrique José Varona, Universidad de Camagüey Ignacio Agramonte Loynaz, Cuba

3Universidad Laica Eloy Alfaro de Manabí, Bahía de Caráquez, Provincia de Manabí, Ecuador

Resumen

Objetivo:

Valorar el tratamiento teórico de la formación y desarrollo de la competencia gestionar proyectos microempresariales. Métodos y técnicas: Fueron utilizados los del nivel teórico de la investigación para proveer de los fundamentos que facilitan poner de manifiesto la brecha existente en ese campo de estudios.

Principales resultados:

Además de reconocer la prioridad del gobierno ecuatoriano para incentivar la presentación de proyectos de microempresa, se hace énfasis en que ello es también una responsabilidad de las universidades, para la formación de profesionales que puedan asesorar y dirigir su conformación; así, se revisó la literatura actualizada para valorar el estado de la ciencia respecto a la competencia objeto de atención.

Conclusiones:

Se fundamenta el carácter complejo del desarrollo de competencias para incluir la correspondiente a gestionar proyectos microempresariales, como parte del currículo de formación de los economistas.

Palabras claves: aprendizaje por proyectos; gestionar proyectos; microempresa.

Abstract

Aim:

To assess the theoretical treatment of formation and development of competence project management of mini-companies, by economists.

Methods and techniques:

Theoretical research methods were used to provide the rationale that helps unveil the gap existing in this area of knowledge.

Main results:

Besides recognizing the priority of the Ecuadoran government to encourage mini-company project submission, emphasis was made on that it is also a responsibility of universities during professional education, so that economists can provide counseling, and be in charge of professional training. Accordingly, recent literature was reviewed to assess the state of the art regarding this competence.

Conclusions:

The complex character of competence-based education is explained, in order to include the competence of project management of mini-companies in the curriculum of education in economics.

Key words: project-based learning; project managing; mini-company.

Introducción

El desarrollo de la microempresa en Ecuador se ha caracterizado por una gran diversidad de iniciativas realizadas por una pluralidad de actores. Sin embargo, a pesar de que la demanda por servicios de apoyo y desarrollo crece, a medida que la microempresa expande su importancia en la economía del país, los programas para la promoción del sector adolecen de problemas de concepción, implementación y ejecución. Esa responsabilidad, afecta tanto a las instituciones públicas como a las privadas, a la cooperación internacional y gremiales involucradas en el desarrollo del sector; de ahí la importancia de generar alternativas didáctico-pedagógicas desde la universidad para que los egresados de carreras vinculadas con esta problemática, logren gestionar proyectos viables al desarrollo del país.

El término de microempresa ha estado sujeto a diversas interpretaciones; por ejemplo, asociado a los conceptos de subdesarrollo, pobreza y sector informal. Algunos han explicado su creación y existencia como resultado de la incapacidad de un país para ofrecer empleo formal y como un elemento de subsistencia, lo cual no refleja la realidad de esa dinámica.

Como consecuencia de dicha relación, que parece basarse en un razonamiento desafortunado de causa-efecto universal, existe la tendencia en algunos casos de etiquetar a las empresas con menor tamaño con el término de micro. Palabra que puede derivar en la idea de que hay algo similar a la empresa, pero que no es realmente tal, los que la administran se acercan a lo que podría ser un empresario, sin llegar a serlo, porque son microempresarios. Ese tipo de razonamientos, ha conducido en algunos países a que se preste poca importancia a las empresas de menor tamaño, de manera tal que las instituciones bancarias, en muchos casos, evitan correr riesgos financieros y, por tanto, niegan el financiamiento a proyectos de inversión de menor magnitud.

De ese modo, a partir de tal apreciación, es la propuesta del artículo de abrir la mirada a una dimensión más institucional y social de las competencias; es decir, a la reflexiones y los debates sobre los modelos o sistemas que se van generando en los distintos países en el proceso de implantación política, administrativa y operativa de este tipo de enfoque en lo específico de la gestión de proyectos microempresariales, lo cual no ha tenido un tratamiento en la literatura que la ubique dentro de la concepción de una competencia en ese campo específico; más bien los estudios encontrados abundan en la gestión de procesos en el ámbito educacional, destinados a diseñar, coordinar, implementar y evaluar proyectos de innovación educativa, los cuales articulan eficientemente los recursos humanos y materiales para transformar y mejorar la práctica pedagógica.

Como métodos esenciales de la investigación, fueron utilizados aquellos del orden teórico que permitieron penetrar en lo que la ciencia actual ha aportado sobre la problemática, todo lo cual facilita que se aporte una síntesis conceptual que propicie la elaboración de estrategias de formación de los estudiantes universitarios, pertenecientes a carreras de la rama económica u otras afines, para enfrentarse a la realidad de la vida laboral en lo que respecta a su papel como gestores y asesores, junto al productor, de dichas microempresas. Por lo tanto, aquí solo se provee de una mirada esencialmente didáctica y pedagógica de preparación de los estudiantes universitarios en formación; no propiamente desde el ámbito de la dirección.

DESARROLLO

El entorno empresarial es cada vez más complejo y variable, es más dinámico debido a que subsiste una fuerte propensión al cambio y a la falta de certezas debido a que la predictibilidad del comportamiento de muchos de los indicadores productivos objeto de atención es menor. Por tanto, se transita de un entorno estable a uno cada vez más dinámico y turbulento, tanto en lo que respecta al macro como al microcontexto.

En entornos competitivos y competentes como los actuales, la sociedad necesita de profesionales que se enfrenten a las más disímiles demandas que surgen a diario, de tal manera que logren articular las vías y medios para alcanzarlas. Y, en consecuencia, el proceso de enseñanza-aprendizaje (PEA) en las universidades asimile esas realidades para redefinir y transformar sus procesos a tono con los nuevos requerimientos del desarrollo socioeconómico.

Pero la búsqueda de respuestas que permitan elevar los resultados en la formación del profesional, debe hacerse con nuevas teorías y prácticas, como es el caso del desarrollo de competencias profesionales, puesto que ello es justamente favorable al concepto central de la propuesta del presente artículo. Si el éxito profesional se consigue a través de una cualidad distintiva, de una competencia o grupo de ellas, propias e inimitables en el plazo que dure la formación del profesional universitario, es que entonces será posible alegar que, podrán lograrse las transformaciones que el mundo global demanda; y a su vez, al interior de las propias sociedades en que ellos llegarán a desempeñar su profesión (Machado y Montes de Oca, 2020a).

No por gusto el siglo en que vivimos, desde muy temprano, comenzó un proceso de identificación cercano de los constantes cambios sociales, políticos, económicos, tecnológicos, educacionales y laborales. De ese modo, sus particularidades han estado dadas por la globalización como concepción emergente, la obligación de asumir modelos de vida y pensamiento transmitidos por los medios masivos de comunicación, el debilitamiento de la autoridad, el importante papel de las tecnologías de la información y las comunicaciones como punto de partida para el logro de riquezas y de poder, el aislamiento social, la obcecación por el logro de la eficiencia y la eficacia en los procesos productivos y el paso de una sociedad tecnológica a una sociedad del conocimiento, basada en la generación de una teoría económica que ponga al conocimiento como eje central de la obtención de riquezas, donde el medio elemental es el saber, y donde el deseo explícito de hacer uso de los conocimientos para generar muchos más, debe sustentarse en un esfuerzo superior de la sistematización y organización de los procesos.

Con base a lo expuesto, se percibe la necesidad de formar profesionales de las ciencias económicas que sean competentes para seleccionar, actualizar y utilizar el conocimiento en un entorno específico, y de aprender en diversos contextos a lo largo de toda la vida, de modo que puedan apropiarse conscientemente de las potencialidades de lo que van aprehendiendo para aplicar creadoramente el conocimiento obtenido a nuevas situaciones.

En el ámbito educativo es posible encontrar información sobre el concepto de competencia en obras, investigaciones, artículos, prácticas institucionales y en las memorias de encuentros, jornadas, congresos y similares; por lo que es posible afirmar que el enfoque de lo didáctico-pedagógico, centrado en la formación y desarrollo de competencias, está siendo utilizado en un gran volumen de instituciones de educación superior en el mundo (Montes de Oca y Machado, 2014, Machado y Montes de Oca 2016; Rubio, Puig, García y Palos, 2015; Tobón, 2015; Tobón, González, Salvador y Vásquez, 2015 entre muchos).

Debido a ello, se han generado un número indeterminado de definiciones que, en los más de los casos, han confundido la verdadera dimensión del término competencia pues, en muchos casos, ha sido visto como habilidad, destreza, capacidad; o como un simple conglomerado de habilidades, conocimientos y valores o aptitudes, sin penetrar en la complejidad real que él manifiesta, más allá de un desempeño idóneo, pero sí óptimo (Machado y Montes de Oca, 2020a, b). Debido a ello, aquí se asumirá ese concepto como plantean Machado y Montes de Oca (2020b)

Síntesis intelectiva de conocimientos, habilidades y valores que se manifiesta en la práctica de forma motivada, reflexiva y socializada, siendo consecuente con las prioridades y necesidades del contexto en que se forma y desarrolla; se integra, en su concreción pertinente, con la comunicación, el uso de las tecnologías, la autogestión del conocimiento y la concientización medioambiental, todo lo cual hace que se llegue a alcanzar un desempeño óptimo en la solución de tareas propias del escenario socioprofesional. (p.418)

De esas ideas se puede extraer la conclusión de que el concepto de competencia se refiere a un fenómeno que posee múltiples dimensiones para lo que no existe una teoría integradora y, por lo tanto, aún son todavía más pertinentes las interrogantes existentes, que las propuestas.

No obstante, desde la multiplicidad teórica contemporánea es posible generalizar, a partir de la definición ofrecida, que la estructura interna de una competencia está conformada por la integración de un conjunto de recursos cognitivos, valóricos, afectivos y procesales que contribuyen a que una persona actúe de manera adecuada y responsable; además, que logre resolver de manera óptima tareas o problemas complejos; lo que, desde el ámbito formativo, se satisface a partir de un conjunto de criterios o estándares establecidos, lo que determina que las competencias estén socialmente establecidas, motivadas y construidas.

En el contexto de la enseñanza universitaria, pensar en la formación y desarrollo de competencias, entendidas como hasta el momento se ha venido abordando, puede abrir vías de materialización, pero sólo a condición de ir más allá de la teoría y de los análisis propiamente centrados en dichas competencias, debido a que, en ningún caso, ello puede hacer que se desconozca o minimice las discusiones actuales sobre el diseño de una carrera universitaria y su sistema conceptual ya que de lo contrario se entraría en el campo de la abstracción.

En resumen, la competencia alude al trabajo con diferentes dimensiones tales como:

  • La perspectiva de realizar actuaciones inteligentes -donde el juicio es una parte sustancial- ante problemas complejos contextualizados que permitan respuestas aceptables a estos.

  • La existencia del metaconocimiento o metacognición, como aspecto esencial en los procesos de regulación y autorregulación del aprendizaje, y de ese modo se amplíen y enriquezcan los repertorios de pensamiento y acción a partir de la reflexión y evaluación de la práctica.

  • La importancia de la formación científico-investigativa desde la carrera y de las diferentes disciplinas y/o materias que forman parte del currículo, así como las relaciones interdisciplinares y transdisciplinares sobre todo sostenibles y respetuosas del ambiente.

  • El valor de la comunicación y, en consecuencia, del trabajo en equipo (colaborativo, cooperativo e interactivo) para la gestión de conocimientos (Guerra, Machado, Espíndola y Farit, 2020); todo ello enriquecido por el uso de diversas tecnologías y recursos. De ese modo, discutir y compartir fines, reflexionar, coordinar acciones, dialogar, experimentar y socializar, desarrolla el sentido de pertenencia desde compromisos motivados que definen un colectivo profesional responsable con conciencia ética.

  • Lo imprescindible, dentro de ese contorno, de conductas socialmente motivadas, sin lo cual el trabajo en función del desarrollo de competencias profesionales es imposible.

La competencia gestionar proyectos microempresariales: su importancia para el egresado de carreras con perfil económico o vinculadas

El concepto microempresa se refiere esencialmente a las unidades económicas de baja capitalización que operan en el mercado a partir de una inversión a riesgo. Desde la perspectiva de su financiamiento, se les califica como unidades económicas familiares en el entorno ecuatoriano, cuyas necesidades de financiamiento son para capital de trabajo.

Actualmente ese mercado, constituido por las micro y pequeñas empresas, se caracteriza por la carencia de capital de giro, que las autolimita en su desarrollo, y además encaran fuertes barreras para acceder a un crédito ágil y oportuno del sistema financiero formal. En consecuencia, ese tipo de mercado, en el contexto de referencia, se les hace complejo obtener financiamiento de los intermediarios bancarios formales, lo que se traduce en la frecuente recurrencia al sistema informal de créditos (no regulado). Esto, además, se ha puesto en evidencia por las debilidades de su gestión y la falta aún de una proyección más argumentada y científica; así como la inexistencia de alguien con la suficiente preparación para guiar satisfactoriamente a esos pequeños empresarios.

En sentido general, se señalan dos elementos que definen y constriñen las posibilidades de crecimiento:

  • Las condiciones y el tipo de mercado de bienes y servicios en el que se inserta.

  • La capacidad de gestión de su promotor.

Pero no se incluyen otros factores que, en última instancia, son la razón de ser de ese tipo de organización y que están dados en factores sociales y ambientales a los que en sentido general no se les presta atención.

Desde 1999, en el Plan Nacional de la Microempresa en el Ecuador (Gobierno del Ecuador, 1999) se declaraba la importancia del establecimiento de microempresas, las cuales en la actualidad abarcan un por ciento significativo de la generación del PIB del país; sin embargo, aún ese entorno, caracterizado por una gran diversidad de iniciativas realizadas por multiplicidad de actores; y a pesar de que la demanda por servicios de apoyo y desarrollo crece a medida que la microempresa expande su importancia en la economía del país, los programas para la promoción del sector adolecen de problemas de concepción, implementación y ejecución. Esa responsabilidad afecta tanto a las instituciones públicas como a las privadas, a la cooperación internacional y a los gremios involucrados en el desarrollo del sector.

Por ello, resulta conveniente comenzar delimitando el significado del término proyecto para tratar de conceptualizar posteriormente el de gestionar proyectos como una competencia y por tratarse de un término que, pese a ser de uso común, puede acoger significados diferentes; por lo que no siempre se emplea en el mismo sentido o con la precisión conveniente. Todo ello con el fin de evitar que existan confusiones al momento de mostrar la necesidad de usar una plataforma de referencia.

Hoy existen proyectos industriales, empresariales, de investigación, técnicos, informáticos y, según el caso, en sí mismos o no, pueden ser proyectos para el desarrollo de nuevos productos, empresas, elaboración de un plan de marketing, entre otros. Esa diversidad sólo refleja que un proyecto es concerniente a una manera de actuar para alcanzar algo; y, según ese algo, el proyecto se especializa, debiendo acompañarse de otro término que le aclare o defina; en este caso gestionar proyectos microempresariales. Además, la potencialidad modélica del ser humano hace que en ocasiones se hable de la existencia de una teoría de proyectos donde existe una correlación de la praxis y la experiencia de su gestión.

Esa racionalidad busca contar con marcos de referencia para reflexionar sobre la experiencia de los proyectos y sobre los proyectos, como objeto de estudio; y, a su vez, contar con un soporte donde ubicarlos en su variedad, que permita estudiarlos como ciencia dentro de su amplio campo de acción. Por ello, es evidente que un proyecto puede definirse de muchas maneras; no obstante, en todos los casos, no se debe dejar de hacer énfasis en que es una experiencia que se vive y que deja una formación gestada en la propia vivencia de su autor.

Existen proyectos de todo tipo, lo que hace de su gestión una competencia de amplia complejidad; pero, ella depende de la visión del proyecto en uso; lo que ha llevado a que se ofrezcan visiones distintas de lo que se entiende por gestión de proyectos.

Desde una perspectiva formal, la gestión de proyectos se visualiza como la creencia de que es más sencillo controlar y regular recursos cuando hay una meta de por medio, que cuando la meta en sí misma es llegar a un fin; así, puede entenderse, en primera instancia, como un proceso de planificación, organización, ejecución y control de los recursos en un lapso de tiempo establecido para dar cumplimiento a objetivos específicos, para lo que son utilizadas técnicas formales e informales, instrumentos, métodos y procesos heurísticos que son manejados por el que lo dirige, para motivar y guiar el equipo hacia un fin, que en este caso puede ser la familia del pequeño empresario.

De esa idea, es posible llegar a la conclusión de que la gestión de proyectos pone a disposición de un profesional un conjunto de herramientas de trabajo que le permiten enfrentarlo, anticipar problemas, mejorar la acción futura y actuar de forma adecuada ante eventos de incertidumbre que se presenten, pero centrado en el gestor como un asesor.

Ahora bien, es posible agregar que, la gestión de proyectos se debe entender como una integración de conocimientos dispuestos como información sobre instrumentos y prácticas, que se ponen en manos de personas que deben dirigir un conjunto de recursos, pero equilibrando lo óptimo, no visualizado como lo ideal y la actividad desplegada frente a restricciones y contingencias, para el cumplimiento de metas trazadas de antemano en un plan.

De todo lo expresado, se colige que la gestión de proyectos no es más que un proceso comunicativo, cooperativo-colaborativo, implícitamente motivado, de innovación continua, manifestado dentro del espacio conversacional intrínseco al proyecto. En ese espacio, el que gestiona el proyecto se instituye en un ente en sí mismo, reflexivo que se comunica profesionalmente con el microempresario para enriquecer la resolución de algo y de su proceso resolutivo, por el simple hecho de obtener una variedad de opiniones.

Por tanto, es posible inferir que la gestión de proyectos, como competencia profesional, se constituye en un proceso integrador de conocimientos, habilidades, actitudes y valores intrínsecamente motivados que se da en una comunidad de práctica cooperativa, colaborativa, discursiva, reflexiva y comunicativa que genera su propio modelo de resolución, su sistema de innovación y permite la solución -socialmente condicionada, motivada y sostenible- a un problema; solución que es económicamente posible y rentable, ambientalmente respetuosa y técnicamente eficaz y efectiva; en suma, una innovación a partir de la compleja relación conceptual entre trabajo, aprendizaje e innovación.

Ahora bien, el gestionar proyectos como competencia profesional, debe también ser visto desde un enfoque sistémico, conformado por distintos subsistemas, componentes y entidades organizacionales que se coordinan, conforme a una idea de organización, para el logro de su objetivo.

Es una realidad que la complejidad de las situaciones actuales -relativas a la gestión de proyectos microempresariales-, tanto tecnológicas como sociales; ha conducido a que el acto de proyectar sea un todo complejo que se instituye de la subjetividad de los participantes, distribuidos en el ciclo de vida del proyecto.

Entonces, si se esboza una estructura de la competencia gestión de proyectos, se puede señalar que, en general, un sistema posee un entorno conceptual (en este caso, microempresarial), por su relación con el medio y posee una estructura de componentes que le da cuerpo y forma física, material y concreta. Según las mismas condiciones, los componentes y sus interacciones hacen uso y comparten un sistema conceptual para cumplir sus objetivos.

Visto desde esa perspectiva, se puede decir que, el sistema desarrollo de la competencia gestionar proyectos microempresariales, a tono con la definición de competencia ofrecido, se encuentra inicialmente ubicado en:

  • Un contexto que define el ambiente de operación de la gestión del proyecto y el del proceso de desarrollo de la competencia en cuestión, los cuales, junto a otros componentes del sistema influyen en el contexto de actuación del sistema gestión de proyectos; además obliga a establecer límites de actuación de las prácticas de gestión, lo que se traduce en definir el proyecto como contexto del sistema gestión, con lo se circunscribe su dinámica.

  • Un proceso que estructura la competencia de gestión de proyectos microempresariales y refleja la organización de los componentes del sistema de gestión o la red de procesos de la gestión de este.

  • Un contenido que identifica el dominio de información específica utilizada para gestionar el proyecto específico; asimismo, da cuenta del contenido que manejan los diversos componentes del sistema de gestión que son los propios del proceso de gestión, cuyo contenido permite transformar entradas en salidas convenientes a la gestión y a la elaboración.

  • La implementación, que ha de ser la vía que el proceso de gestión del proyecto microempresarial seguirá o sigue para aprender a subsistir y hacerse sostenible en el contexto; ello tiene que ver también, con el aspecto dinámico del proyecto, en tanto es un sistema que evoluciona, con lo cual, el sistema de gestión igualmente evoluciona y posee una trayectoria.

Otro concepto de vital importancia en el entorno de la competencia gestionar proyectos microempresariales, es el de humanismo, como autoconcepto reflejado en las personas. Cada ser humano será mejor si se reconoce en la dignidad de los demás. El humanista comprende la vida y entiende al semejante, e implica el respeto a la libertad interna del propio ser humano para pensar, sentir y creer. Esto es, motiva al gestor para que se convierta en una existencia palpable e integre el mundo alrededor; que, mediante el trabajo como esencia y núcleo, como práctica que dignifica la condición humana, se convierta en la primera necesidad de vida, en fuente de riqueza social y espiritual, y como fuerza del mundo.

La aspiración de bienestar, en ese sentido, es proporcionar a los futuros profesionales universitarios de las ciencias económicas u otras carreras afines, una compresión integral para disminuir los impactos que puedan producirse en el entorno microempresarial y, consecuentemente las alteraciones en lo social, lo económico y lo tecnológico, promoviendo el avance de proyectos, el desarrollo de la tecnología y el cambio de concepciones en la participación en dicha gestión; la cual debe pasar, de una práctica liberal e individualista a un ejercicio institucional y transprofesional, constituyéndose en la exigencia para armonizar la aplicación del rigor científico con la disposición humana, responsabilidad compartida entre todos los profesionales que participan en diferentes momentos de la gestión de proyectos de ese tipo junto a los microempresarios.

El ejercicio profesional de la gestión de proyectos microempresariales no es ajeno a esas consideraciones ya que ha heredado, de su proceso histórico, una filosofía de responsabilidad para el mejoramiento humano que le da el sustento, el significado de su práctica, y exige un proyecto vocacional que no termina con la elección de una carrera, sino que es todo un compromiso que da respuesta a una serie de motivaciones contextuadas, para lograr un nivel satisfactorio de desarrollo en el ser humano, en forma individual y colectiva.

La gestión de proyectos microempresariales, como vocación, debe estar destinada al bienestar social, en cooperación con otras disciplinas; su esencia es lograr un desarrollo sustentable, y su compromiso profesional está dado en proveer de ayuda para que las personas obtengan, conserven y restablezcan sus pequeñas empresas en una sociedad globalizada como lo es la de Ecuador.

Por eso, la imagen social de gestión de proyectos microempresariales, desde los inicios de su actividad, ha tenido más implicaciones de valor humanístico, como cualidad que, de una simple competencia tecnológica, primordial en su proceso histórico, implicando una vocación que requiere del mayor grado de convicción para comprometerse razonadamente con la misión del humanismo en función de la gestión.

El acierto en la elección de toda actividad es esencial para las motivaciones que llenan el sentido y el propósito de un trabajo; así como la aceptación de la responsabilidad que este implica y las obligaciones que impone (indispensable para lograr un grado significativo de satisfacción personal al sentirse competente para realizar una actividad eficiente).

Contrariamente, el desacierto en la gestión de proyectos microempresariales, trae como consecuencia un trabajo rutinario y cargante, producto de una distorsión afectiva que ocasiona inseguridad en las propias determinaciones de sus gestores, y en el cumplimiento de los deberes esenciales, cuyos resultados pueden deteriorar el comportamiento de las personas en detrimento de la conducta ética que debe practicarse en esos casos.

La realidad actual de la gestión de proyectos microempresariales requiere con urgencia tener claras las responsabilidades que implican todas y cada una de las demandas de la sociedad; es indudable que toda aspiración humanística debe orientarse a un propósito de perseverancia individual y colectiva para poder reconocer la urgencia que en esta época tiene su desarrollo.

Cada profesional de la economía que ayude a gestionar un proyecto microempresarial con la participación de los agentes interesados, representa un potencial de competencias, de eficiencia y de humanismo, traducidos en actos de voluntad que no requieren prescripción, indicación o gratificación para ofrecer una visión más humana, demostrando la mayor preparación para entender la problemática de cada microempresario o con deseos de serlo, de cada contexto, desarrollando la sensibilidad necesaria que permita disminuir o mitigar los problemas causados por la falta de ejecución de proyectos sostenibles.

En tal riqueza de valores, el economista en formación debe tener, de manera muy significativa, una actitud de respeto hacia la dignidad humana, con lo que integra todos los derechos que, como tal, tiene cada persona y cada organización como lo es la microempresa.

Idealmente, el fin de la gestión de proyectos microempresariales, como competencia, debe ser el de tratar de lograr una armonía entre una serie de recursos mentales, físicos y actitudinales, con especial énfasis en la satisfacción personal y colectiva, de tal manera que se obtenga un producto óptimo. Entonces, en el proceso de desarrollo de la competencia específica, se debe pretender que los que participan en la gestión de proyectos microempresariales, cumplan con el papel que les corresponde, pero con la libertad suficiente para realizar aportaciones, cuando sea necesario, según los cambios o nuevas necesidades que se experimentan en el contexto de actuación.

Un último aspecto que es ineludible puntualizar, está en la fundamentación didáctica para el desarrollo de la competencia gestionar proyectos microempresariales. Es ampliamente conocido que, desde el siglo pasado, muchos filósofos definieron al ser humano como el ser que proyecta, es decir, que es capaz de dirigir su comportamiento hacia futuros pensados con una idea. Por eso, cuando se habla de esta competencia, se refiere, en última instancia, a una cualidad del ser humano y no a una acción propiamente instrumental. De esa idea surgen diversos enfoques de la educación dados por la dirección de acciones por proyectos; su elección y la posibilidad de realizarlos.

Para lograr una contextualización didáctica desde el PEA universitario, de forma tal que pueda lograrse el desarrollo de la competencia, el denominado aprendizaje por proyectos posee una larga tradición desde principios del siglo pasado, que viene al caso, y es de interés en el presente, aunque sus inicios se asociaron, esencialmente, a teorías pragmáticas del aprendizaje. En este sentido, la concepción aprendizaje por proyectos si bien posee puntos de contacto con la competencia gestionar proyectos, no son necesariamente lo mismo; el primero es un medio didáctico, que puede servir en mucho para lograr lo segundo.

No obstante, desde la perspectiva histórico-cultural de Vigotsky (1979) y sus seguidores, al analizar las vías que pueden ser utilizadas para la formación y desarrollo de la competencia gestionar proyectos microempresariales, se revela el método como una vía que propicia el razonamiento, conlleva a una dinámica de actuación, apela a la capacidad creadora y a la investigación de los estudiantes; en este caso, de los de especialidades vinculadas a la Economía; por cuanto sus procedimientos atienden a la manera en que los procesos deben ser ejecutados para la gestión del proyecto específico; lo cual resulta operativo al brindar las vías y modos de organizar la actividad cognoscitiva de los estudiantes o como reguladores de la actividad interrelacionada de profesores y estudiantes, a través de la zona de desarrollo próximo, dirigidas al logro de los objetivos. Siendo el aprendizaje por proyectos la secuencia de actividades del profesor y de los estudiantes, dirigidas a lograr un fin.

En dicha idea, se encuentra otro componente del sistema gestionar proyectos microempresariales, el cual se concreta en su proceso de desarrollo como competencia profesional. Por medio de la elaboración de proyectos microempresariales se puede consolidar el proceso de enseñanza-aprendizaje con tales propósitos, pues el estudiante puede aprender al hacer y al reflexionar sobre determinada situación; también se observan implícitamente procesos del pensamiento que permiten organizar, planificar, ejecutar y controlar las acciones y la necesaria gestión de conocimientos para la realización del proyecto; todo ello, bajo la dirección y organización por parte del docente, convirtiéndose de esa manera en una experiencia de vida profesional que alcanza la mejora de las dimensiones sociales en el estudiante, reflejadas en un cambio de actitud, la aprehensión de una identidad y el crecimiento personal e intelectual a partir de sus relaciones, comunicación e interacción con los otros.

De ese modo, lo abordado hasta aquí, devela la brecha esencial del presente artículo, la cual está dada entre las demandas de la sociedad ecuatoriana para la formación de economistas que solucionen problemáticas actuales del ámbito socioeconómico y la estructura del proceso de formación y desarrollo de la competencia profesional gestionar proyectos microempresariales, la cual necesita conformarse como tal para el logro de su desarrollo.

Conclusiones

En el artículo se fundamenta liminalmente el carácter complejo de la formación y desarrollo de la competencia gestionar proyectos microempresariales a partir de las diferentes conceptualizaciones que intentan agrupar tanto los elementos de tarea, de excelencia profesional como de desarrollo y adaptación al entorno complejo y global en que se desarrolla la actividad profesional.

Hasta el momento, la universidad no ha logrado formar sus futuros profesionales, desde una perspectiva didáctica, en dicho sentido, para que ayuden al cumplimiento de esos propósitos del desarrollo social; también, porque aún no ha sido conceptualizada en la literatura la gestión de proyectos microempresariales como una competencia a ser desarrollada por necesidad en el estudiante en formación de carreras económicas y otras afines, todo lo cual contribuye a su profesionalización.

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Declaración de contribuciones de los autores

2David Wilfrido Moreira Vera. Conceptualización (líder), análisis formal, redacción - borrador original.

3Evelio F. Machado Ramírez. Conceptualización (apoyo), investigación, metodología, redacción - revisión y edición, visualización.

4Jessica Mariela Zambrano Cedeño. Conceptualización (apoyo), administración del proyecto.

Recibido: 20 de Octubre de 2020; Aprobado: 20 de Abril de 2021

*Autor de correspondencia: evelio.machado@reduc.edu.cu

Los autores declaramos que el presente manuscrito es original y no ha sido enviado a otra revista. A tales efectos somos responsables del contenido recogido en el artículo, y en él no existen: ni plagios, ni conflictos de interés, ni éticos

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