Introducción
La concientización del carácter social de la ciencia, unido al acelerado desarrollo científico tecnológico, ocasionó desde la segunda mitad del siglo XX un fenómeno que para muchos especialistas puede ser caracterizado como el caos informacional. Esa situación provocó que los servicios de las instituciones informacionales y sus métodos de trabajo no pudieran enfrentar satisfactoriamente el reto de la recuperación, la conservación y la divulgación de la información, por la diversificación de las ramas científicas, así como por la mezcla y el surgimiento de nuevas áreas de investigación, que hicieron más complejo su proceso de organización y suministro.
Lo anterior incidió directamente en los campos del conocimiento que tienen al universo informacional como objeto de estudio, ya que los volúmenes de información crecen exponencialmente y circulan por canales de comunicación de cualquier índole y formato, en diferentes idiomas y soportes, por lo cual sus niveles de calidad y de credibilidad resultan ser muy disímiles, e incluso cuestionables.
En el contexto de la realidad planteada, los ministerios de Educación Superior en muchos países impulsan la creación y el desarrollo de campos de conocimientos y programas de estudios universitarios, donde la información es su eje central, y apuestan así por la instrumentación de un modelo formativo que tenga la capacidad de dar respuesta a esas exigencias sociales.
Los estudios de Ciencias de la Información se conocen actualmente con diversos nombres: Library and Information Science o Information Studies, en los países anglosajones; Science de l’Information o Sciences de l’Information et Communication, en los territorios francófonos y, Ciencia de la Documentación, en la península ibérica.1
En Cuba, esta carrera tuvo sus inicios en el año 1950, en la Facultad de Filosofía y Letras de la Universidad de La Habana. Sus orígenes tuvieron como rasgo distintivo la formación académica de bibliotecarios. Luego de algunos ajustes, su plan de estudios se perfeccionó y fue entonces que en el año 1971 se creó la licenciatura en Información Científica, para la formación de especialistas aptos para laborar en cualquier tipo de institución informativa (no solo bibliotecaria), para dar respuesta así a las demandas de desarrollo del país y de los cambios radicales que a escala internacional se producían en esta área de conocimiento.
Los planes y programas de estudios implementados a partir del año 1976 expresan un complejo proceso que es posible resumir en las diversas denominaciones de la carrera. Por ejemplo, en el plan de estudios A se mantiene como licenciatura en Información Científica, pero en el plan de estudios B cambia a licenciatura en Información Científico-Técnica y Bibliotecología. Luego, en el plan de estudios C se nombra licenciatura en Información Científico-Técnica, Bibliotecología y Archivología; y en el plan de estudios C perfeccionado cambia a licenciatura en Bibliotecología y Ciencia de la Información. Por último, en los planes de estudios D y E se titula licenciatura en Ciencias de la Información.1
En otras palabras, la formación de profesionales en esta esfera se propuso, a partir del año 1970, preparar especialistas aptos para enfrentar tareas inherentes a tres espacios de conocimientos: Bibliotecología, Archivística y Ciencia de la Información.1 Actualmente en Cuba esa carrera se estudia por curso regular diurno en las universidades de La Habana, Las Villas, Camagüey y Holguín. También se imparte en la modalidad de curso por encuentro en esas propias sedes universitarias y en la Universidad Agraria de La Habana, la de Sancti Spíritus y el Centro Universitario de Moa.2
El perfil profesional del licenciado en Ciencias de la Información requiere de la integración de un conjunto de saberes que abarca desde el desarrollo de habilidades para la búsqueda, recuperación y evaluación de la información, tanto en formatos tradicionales como en multiplataformas digitales, hasta la formación y desarrollo de competencias relacionadas con la gestión documental, de información y del conocimiento.1 La necesidad de integración de esos saberes responde a que la Ciencia de la Información es una ciencia interdisciplinar que investiga las propiedades y el comportamiento de la información, las fuerzas que gobiernan su flujo y su uso; y los medios de procesarla para su óptima accesibilidad y aprovechamiento.3
Visto así, se puede decir que el objeto social de la persona graduada en esta especialidad es gestionar la información en sus disímiles expresiones: textual, gestual, oral, e incluso, la manera de pensar; con la finalidad de facilitar el acceso a la información para que sea usada satisfactoriamente en diferentes contextos.2,4) También se reconoce que este tipo de profesional colabora en la preservación del patrimonio informacional de la nación; acciona a favor del derecho a la información y el empoderamiento ciudadano; colabora en la toma de decisiones basadas en la evidencia y genera alternativas inteligentes para el mejoramiento de las capacidades informacionales de todos los actores sociales.1
Por tanto, el egresado de esa carrera universitaria puede desempeñarse en cualquier organización que genere, posea, acceda y utilice información de forma intensiva, como son: archivos administrativos e históricos, consultorías de cualquier índole, empresas, editoriales, bibliotecas en su más amplia tipología, centros de información y/o documentación, e incluso en los institutos de Meteorología y de Farmacia, entre otros.1,2
Sin embargo, a pesar de la amplia gama de posibilidades de empleo que genera esa profesión, en la Universidad de Camagüey, desde hace varios años, se está observando que la matrícula de estudiantes que ingresan a esa carrera se encuentra cada vez más deprimida (anexo 1). Pero si a esto se añaden las peculiaridades que tiene el ingreso en esa carrera universitaria, donde la reoferta es una de las vías principales a través de la cual llegan los estudiantes, entonces resulta perfectamente razonable indagar en cuáles son las causas que provocan tal tendencia a nivel de representación social.
La categoría representación social alude al conocimiento socialmente elaborado, utilizado y compartido, que orienta las respuestas sociales de los sujetos. Su abordaje permite acceder al estudio científico, desde la óptica de la psicología social, del pensamiento social; es decir, a aquellos conocimientos, creencias y opiniones que emergen de la interacción grupal acerca de los objetos socialmente significativos, y son la base de la formación de las representaciones individuales.5
Fundamentos teóricos acerca de las representaciones sociales
La representación social es una categoría compleja en la cual confluyen nociones de origen sociológico, como la cultura y la ideología, y nociones de procedencia psicológica, como la imagen y el pensamiento. Según Moscovici,6 constituye una organización psicológica, una forma de conocimiento que es específica de nuestra sociedad y que no es reductible a ninguna otra forma de conocimiento.
La representación social, como forma específica de conocimiento, se define por contenidos dados en las informaciones, actividades, imágenes y opiniones que producen la significación social de los objetos y procesos; así la representación es una construcción de la realidad.5,6,7 Asimismo, Moscovici plantea: “[…] el hombre no es solo un ente biológico, sino también un producto social y la sociedad es un sistema de relaciones entre individuos y colectivos”.6
Moscovici enuncia tres condiciones para calificar las representaciones como sociales. Sitúa un criterio cuantitativo, que es cuando las representaciones pueden ser extendidas a una colectividad; un criterio de producción, cuando se le puede considerar como la expresión de una organización social; y un criterio funcional cuando estas representaciones contribuyen en el proceso de la formación y orientación de la conducta y la comunicación social.5
Al respecto, Jodelet puntualiza que toda representación social es representación de algo y de alguien, con lo cual establece dos elementos fundamentales para adentrarse en esta postura teórica: el objeto de representación y el sujeto constructor de las representaciones. De modo tal que no es posible estudiar a uno y desconocer al otro; son los extremos imaginarios de un binomio con los que se debe operar simultáneamente. A esto se añade que toda representación social surge en un contexto; es decir, que se produce en situaciones específicas, marcadas no solo por el tiempo y el lugar, sino también por condiciones culturales, económicas y políticas, entre otras.7
Los estudios generados con esta teoría asumen diversos enfoques metodológicos, de los cuales predominan dos: el enfoque procesual y el enfoque estructural.7 El primero se caracteriza por recuperar las aportaciones teóricas de Serge Moscovici y Denise Jodelet para indagar el contenido de la representación social con una perspectiva metodológica cualitativa. Aquí se aboga por el uso de la entrevista en profundidad y la asociación libre de palabras. Focaliza los discursos, como todas las formas de interacción hablada, formal e informal; y todo tipo de textos escritos, como medio de acceder al universo simbólico y significante de los sujetos, constituido y constituyente de la realidad social.
Por su parte, el enfoque estructural se interesa por conocer la organización y la distribución de los elementos que dan forma a la representación social mediante la metodología cuantitativa. Este enfoque se apoya básicamente en dos corrientes: una liderada por Willen Doise, que privilegia el empleo de los métodos estadísticos correlacionales; y otra liderada por Jean-Claude Abric, la cual propone que una representación está organizada en un sistema central y otro periférico, ambos con características y funciones específicas. Los elementos cognitivos del núcleo se caracterizan por una mayor estabilidad, rigidez y consensualidad; en tanto el sistema periférico adopta mayor dinamismo, flexibilidad e individualización. En esta corriente la representación se estructura en torno al núcleo, que la dota de significación global y organiza los elementos periféricos, los cuales -gracias a su mutabilidad- permiten una relativa armonía en las situaciones y prácticas concretas de la cotidianidad.7,8
En ambos enfoques, los repertorios lingüísticos o universos semánticos producidos por los sujetos contienen aspectos cognitivos, simbólicos y afectivos; dan sentido y direcccionalidad a la representación y son los elementos que permiten su construcción. Es preciso acotar que los discursos no deben erigirse en expresión directa y vertebradora de las representaciones; ellos son vehículos de estas y corresponde al investigador construirlas en un cuidadoso y complejo proceso de análisis en aproximaciones sucesivas.5,8,9
Otro importante precepto teórico es el reconocimiento de dos niveles de articulación de las representaciones con lo social: un nivel superficial o de opinión pública y un nivel de mayor profundidad, que se identifica con el proceso de construcción de las representaciones.
En el nivel superficial, el universo de opiniones dado a través de las proposiciones, valoraciones y creencias que constituyen una representación están estructurados en formas diversas según las culturas y los grupos sociales. Cada universo tiene tres dimensiones: la actitud, la información o contenido y el campo de representación.
La actitud refleja la dimensión afectiva, imprime carácter dinámico a la representación y orienta el comportamiento hacia el objeto de esta, mientras lo dota de reacciones emocionales de diversa intensidad y dirección, la cual alude a la orientación global (favorable o desfavorable que se tenga respecto a un objeto).
La información o contenido se refiere a la organización de los conocimientos que posee un grupo en relación con un objeto social; su cantidad y calidad es variada en función de varios factores. Dentro de ellos la pertenencia grupal y la inserción social juegan un rol esencial, pues el acceso a las informaciones está siempre mediado por ambas variables. También tienen una fuerte capacidad de influencia la cercanía o distancia de los grupos respecto al objeto de representación y las prácticas sociales en torno a este.
El campo de representación concierne al modelo social, a la unidad jerarquizada de los elementos que componen la representación; es decir, al contenido concreto y limitado de las proposiciones que se refieren a un aspecto específico del objeto de representación. Se estructura en torno al núcleo o esquema figurativo, que es la parte más estable y sólida, compuesto por cogniciones que dotan de significado al resto de los elementos. Esta dimensión es construida por el investigador a partir del estudio de las dos anteriores.
El nivel de mayor profundidad, también conocido como el proceso de producción de las representaciones, refleja un proceso colectivo, pues la representación contribuye, de forma exclusiva, a la formación de las conductas y a la orientación de las comunicaciones sociales. A la vez, muestra la interdependencia entre la actividad psicológica y sus condiciones sociales: la objetivación y el anclaje. La objetivación permite transformar lo abstracto y extraño en concreto y familiar; el anclaje permite incorporar el objeto social a las redes de significaciones y categorías preexistentes en una sociedad, al tiempo que sostiene la inserción del objeto representado en las prácticas comunicativas de los grupos sociales.
El aparato conceptual asumido en esta investigación deja claro que la representación social refleja un sistema cognoscitivo con una lógica y un lenguaje propio, que no representa simplemente “opiniones acerca de”, “imágenes de”, o “actitudes hacia”, sino “teorías o ramas del conocimiento” con derechos propios para el descubrimiento y la organización de la realidad. Son sistemas de valores, ideas y prácticas con una doble función, dada por el hecho de establecer un orden que permita a los individuos orientarse en su mundo material y social y dominarlo, y por la posibilidad de comunicación entre los miembros de una comunidad proporcionándoles un código para el intercambio social y para nombrar y clasificar sin ambigüedades los diversos aspectos de su mundo y de su historia individual y grupal.5,6,7,8,9,10
En síntesis, el conocimiento de la representación social constituye una vía para entender la apropiación que la sociedad ha hecho, en este caso, de la Ciencia de la Información como profesión. Esto permite, según Vallejo,11 identificar qué factores influyen en su elección como profesión, y conocer cuál es su estatus social, la visibilidad y el reconocimiento. Por tanto, la importancia de este tipo de estudio radica en que aporta elementos necesarios para construir una nueva lectura de la profesión y reconstruir las dinámicas sociales hacia esta, para contribuir a su redimensionamiento profesional y fortalecer su desarrollo.
El presente artículo tiene como objetivo caracterizar la representación social de la licenciatura en Ciencias de la Información en estudiantes universitarios.
Métodos
Para caracterizar la representación social de la licenciatura en Ciencias de la Información en estudiantes universitarios se realizó un estudio descriptivo, en el período comprendido entre los meses de septiembre del año 2018 y abril de 2019, en la Universidad de Camagüey.
El universo de estudio estuvo conformado por los 647 estudiantes de primer año de todas las carreras que se estudian en la Universidad de Camagüey pertenecientes a la sede central (curso regular diurno). La selección de ese año académico estuvo dada por dos razones: primero, porque representa la cohorte más cercana en hacer una elección profesional; y segundo, para valorar la incidencia externa que irradia la carrera (Ciencias de la Información) en la comunidad universitaria. En tal sentido, se seleccionó al azar una muestra integrada por 195 estudiantes, que se obtuvo a partir de la voluntariedad y la disposición positiva de estos a participar en el estudio.
Para la valoración de la posible estructuración y contenido de la representación social acerca de la licenciatura en Ciencias de la Información en la muestra de estudio se identificaron los siguientes indicadores de análisis: a) representación mental de la licenciatura en Ciencias de la Información; b) valoración de la importancia del profesional en Ciencias de la Información para la sociedad; c) expectativas de los estudiantes acerca de esa profesión; d) percepción de características comunes acerca de esa profesión; e) preferencias o intereses hacia determinadas áreas o campos de actuación del profesional de las Ciencias de la Información.
El análisis de estos indicadores permitió explorar aspectos potencialmente integradores de la representación social presentes en los estudiantes. Para esto, se identificaron las metáforas utilizadas en la configuración simbólica de la explicación individual acerca de la Ciencia de la Información y se valoró la repercusión de esos aspectos de la subjetividad en el sistema de valores, ideas y percepciones. Para la obtención de información se emplearon como instrumentos la entrevista grupal (anexo 2), la técnica de la composición (anexo 3) y la encuesta (anexo 4).
La entrevista grupal (anexo 2) tuvo como objetivo explorar la representación mental de los estudiantes acerca de la Ciencia de la Información y develar los sistemas de valores, ideas y percepciones a través de la importancia que le otorgan a dicha profesión. Las valoraciones se registraron como notas de investigación, y posteriormente, se hizo un análisis e interpretación de las respuestas. Este instrumento permitió corroborar los contenidos de la composición y la encuesta.
La composición (anexo 3) tuvo como objetivo explorar las elaboraciones personales de los estudiantes acerca de la Ciencia de la Información a través de las valoraciones y creencias que constituyen una representación. Se calificó siguiendo la metodología empleada por Heredia y Fernández12 de la siguiente forma:
Valoración del contenido: Se refiere a su idea central. Se califica según el ajuste que el sujeto logra con dicho contenido en el desarrollo de su tema. Se considera ajustado cuando se ciñe al tema y desajustado cuando lo hace de forma parcial.
Valoración del vínculo afectivo: Manifiesta el carácter positivo, negativo o ambivalente del sujeto con respecto al contenido. Se considera:
Positivo: Si manifiesta explícitamente un vínculo afectivo favorable al contenido. Se puede inferir que el contenido genera vivencias positivas y placenteras para el sujeto.
Negativo: Si manifiesta explícitamente un vínculo afectivo desfavorable hacia el contenido, a través de vivencias no placenteras para el sujeto.
Ambivalente: Si manifiesta de manera explícita o encubierta un vínculo afectivo hacia el contenido con dos tendencias simultáneas, positivo y negativo. Esto significa que el contenido sugerido genera vivencias con doble orientación para el sujeto, mostrando un estado de satisfacción contradictorio y una dinámica motivacional en pugna.
Valoración de la elaboración personal del sujeto: Se refiere a todo lo que el sujeto crea, reflexiona y construye acerca del contenido. Se da en todos los casos del vínculo afectivo; y expresa cómo el sujeto construye su orientación hacia una esfera de la realidad. Es necesario destacar en ella el uso de frases hechas.
Como frase hecha se asumió cualquier frase, idea o reflexión, no propia del sujeto, y que le resultó oportuna para cubrir la respuesta.
Las tres categorías en interrelación conforman un sistema metodológico para la calificación de la composición, de manera tal que se considera como traductora del sistema de valores, ideas y percepciones del sujeto hacia la esfera de la realidad a que se encamina el tema.
Finalmente, para valorar los vínculos afectivos-volitivos hacia la Ciencia de la Información, se aplicó una encuesta (anexo 4), la cual tuvo como objetivo explorar características comunes acerca de esa profesión, así como identificar preferencias o intereses hacia determinadas áreas o campos de actuación del profesional de las Ciencias de la Información.
La información obtenida se interpretó y fue resumida empleando los recursos que brinda la estadística descriptiva. Esta información solo fue utilizada para las valoraciones de los resultados del proceso investigativo.
Resultados y discusión
El análisis interpretativo de las diversas opiniones obtenidas de la entrevista grupal permitió identificar que los estudiantes de la muestra, en su mayoría, presentan un conocimiento limitado y a la vez disperso acerca del objeto de estudio de la Ciencia de la Información. En tal sentido se apreció que las valoraciones que realizan se basan en aspectos superficiales y no esenciales de esa ciencia, y eso puede estar dado por una causa que refieren Heredia y Fernández12 en este tipo de estudiantes y es que aún no cuentan con una representación estructurada o más acabada de la ciencia en sentido general que les permita hacer valoraciones de una ciencia particular.
Como principales hallazgos se obtuvo que el 65 % de los estudiantes planteó no tener conocimientos acerca de qué se estudia en esa carrera universitaria. El 35 % restante manifestó una marcada visión restringida de su perfil profesional y la redujo a las funciones básicas del bibliotecario. De ese mismo grupo, una parte hizo referencia a las posibilidades que tiene el profesional de las Ciencias de la Información para desempeñarse como profesor.
Una de las causas que pudieran estar incidiendo en el desconocimiento de los sujetos acerca de esta profesión es la ambigüedad que en ocasiones encierra la definición de Ciencia de la Información. Al respecto, en entrevista realizada a Linares,13 este planteó: “[…] actualmente la expresión ciencia de la información está acompañada de cierta polisemia; son diversos los puntos de vista sobre esta área de estudios y no siempre la utilización del término viene acompañada de una clarificación sobre qué se cree o se afirma cuando se alude a esta”.
Un elemento que llamó la atención fue el reconocimiento, casi generalizado, acerca de la importancia de esa profesión en la sociedad actual. Sin embargo, esas valoraciones resultan contradictorias teniendo en cuenta las pocas referencias que manifiestan tener con respecto a la ciencia de la información. En tal sentido, el 73,3 % justificó su opinión siguiendo la lógica de que todas las profesiones son importantes y, en algunos casos, lo hicieron apegados a la idea intuitiva de la importancia del bibliotecario en la llamada sociedad del conocimiento. En ningún caso se relacionó la importancia de esa profesión con el sector empresarial.
Un análisis preliminar de estos resultados permitió concluir que los estudiantes entrevistados no cuentan con una representación mental estructurada y organizada como elemento de la subjetividad que repercuta de manera reflexiva en sus valoraciones con respecto a la licenciatura en Ciencias de la Información. Los sistemas de valores, ideas y percepciones que tienen de esa profesión y que expresan a través de su importancia son, más bien, formales, superficiales y permeados de una gran influencia especulativa basada en atributos externos. Por tanto, la representación mental de la licenciatura en Ciencias de la Información aún se encuentra condicionada por aspectos afectivo-motivacionales en su gran mayoría, y no por razones cognitivo-reflexivas.
Para corroborar los resultados anteriores se exploraron las elaboraciones personales de los estudiantes acerca de la Ciencia de la Información a través de la aplicación de la técnica de la composición. En cuanto a la valoración del contenido, el 89,7 % mantuvo el vínculo y el ajuste al tema sugerido. Se pudieron identificar en pocos casos el empleo de frases hechas para cubrir las ideas, tales como: “[…] primero debo encontrar un pasaje a lo desconocido para saber qué es la Ciencia de la Información”, “[…] imaginarme que estudia la Ciencia de la Información es algo similar a cómo averiguar por dónde le entra el agua al coco”, “[…] el especialista en Ciencias de la Información es aquella persona que sabe mucho de lo que a la gente no le interesa”.
El empleo de frases, como las presentadas anteriormente, confirman el limitado conocimiento que tienen los estudiantes acerca del objeto de estudio de esa ciencia. Ese resultado contradice los esfuerzos que se hacen a nivel institucional y ministerial para fortalecer la orientación vocacional de los estudiantes de la enseñanza preuniversitaria. A la vez, esto explica por qué predominó un vínculo afectivo con tendencia ambivalente, pues a pesar de que la mayoría aportó argumentos razonables para justificar la importancia de esa carrera universitaria, aunque sea desde una perspectiva laboral ceñida a la bibliotecología, se pudo apreciar también cierto rechazo hacia su elección profesional argumentando que el trabajo del bibliotecario es aburrido por estar rodeado de muchos libros y sin poder hablar para no molestar a los demás.
Con respecto a esto último, se pudo observar que un estudio similar a este, realizado en Colombia por Vallejo,11 arrojó que los estudiantes entrevistados no mostraron una predilección marcada ante la opción de estudiar Bibliotecología como elección profesional. La respuesta a tal tendencia pudiera estar dada por alguno de los argumentos aportados por Roggau14 que aluden a que la actividad del bibliotecario aparece como respuesta a una necesidad social, no al deseo de indagar en la realidad como la física o la biología o de aplicar conocimientos previos como en medicina o en arquitectura. El "hacer" tuvo prioridad sobre el "pensar" y este origen situó a la actividad en un marco "no científico". El origen empírico y la continuidad sin bases teóricas explícitas conformaron la base de una imagen sin prestigio académico: la de un aplicado repetidor de prácticas; es decir, una actividad rotulada como oficio en el mejor de los casos.
Es válido mencionar que la representación social, como toda construcción simbólica, se ve afectada por la lógica de los componentes estructurales de la conciencia, tales como el cuadro sensorial del mundo, los significados de lo percibido y el sentido personal de los significados.5,6,7,8,9,11,12 En tal sentido, la licenciatura en Ciencias de la Información forma parte del cuadro sensoperceptual del mundo y del panorama escolar y académico de estos jóvenes, quienes la perciben muy ligada al trabajo del bibliotecario en las escuelas y de ahí establecen una relación con un vínculo docente. Esas percepciones establecen canales asociativos entre la profesión y su posible remuneración económica; entre la profesión y su reconocimiento social; entre la profesión y el contexto del entorno laboral y entre la profesión y la construcción de su proyecto de vida personal.
Unido a esto, se pudo comprobar que las asociaciones establecidas anteriormente forman parte de los sistemas compartidos de significados con respecto a la licenciatura en Ciencias de la Información. Esos significados percibidos, al ser realmente compartidos, se convierten en significados grupales y generan sentidos personales hacia esa profesión. Es por eso que los estudiantes, al hacer comparaciones entre esa carrera universitaria y otras como la medicina, la ingeniería informática y la arquitectura, establecen un vínculo afectivo con tendencia ambivalente que resta valor a la importancia concedida por ellos mismos a esa profesión en la sociedad actual. Esto justifica, en gran medida, algunas de las causas que pueden estar incidiendo en la baja matrícula de estudiantes a esa carrera universitaria.
En tal sentido, se coincide con Hollisch15 acerca de la influencia que ejercen las ideas previas o las preconcepciones de los estudiantes al asociarla con el concepto de representación social. Esta autora plantea que cuando estas se encuentran muy arraigadas a los componentes estructurales de la conciencia son muy resistentes a los cambios. Esa idea hace comprensible el hecho de que el sujeto, al hacer la elección de su futura labor profesional, no perciba con mucha fuerza la necesidad de buscar mayor información con respecto al perfil profesional o laboral del licenciado en Ciencias de la Información.
Al profundizar en el análisis de los vínculos afectivos-volitivos hacia la Ciencia de la Información, la encuesta aplicada arrojó resultados muy dispersos que no permitieron identificar una relación entre la imagen que los estudiantes tienen de la Ciencia de la Información y el significado que han elaborado como elementos que configuran la construcción de una representación social.
Lo anterior quiere decir que en el plano cognoscitivo se acercan en gran medida a una idea estructurada que reafirma la importancia de la Ciencia de la Información en una sociedad que se esfuerza cada vez más en acelerar el desarrollo de la informatización. Sin embargo, de manera simultánea minimizan esa importancia concedida cuando la asocian con su futuro laboral, que además se convierte en una esfera de autovaloración personal. Eso hace que se genere un proceso de autopercepción y autoconocimiento que da lugar a la construcción de un sistema de categorías e imágenes mentales sobre ese contenido de la realidad, que en este caso es la licenciatura en Ciencias de la Información.
La esfera autovalorativa del sujeto relacionada con la visualización mental del contexto laboral del especialista en Ciencias de la Información, y que resulta además poco conocida por los estudiantes, es imagen y significado a la vez. Eso sucede, según afirman Heredia y Fernández,12 cuando la imagen funciona más como idea situacional que como imagen propiamente dicha, y por tanto se percibe fragmentada, y cambia según el contenido en cuestión. Esto provoca que se genere gran variabilidad en los significados, lo que da lugar a un sistema de actitudes hacia la realidad que expresan diferentes posiciones afectivas-volitivas respecto, en este caso, a la licenciatura en Ciencias de la Información y determinan las posiciones positivas, negativas o ambivalentes, las cuales traducen o indican diferentes posiciones autovalorativas.
Al integrar los resultados obtenidos de la aplicación de los instrumentos, se pudo interpretar que la representación mental de los estudiantes con respecto a la licenciatura en Ciencias de la Información subyace en la transformación de lo desconocido en algo familiar. Esto quiere decir que el sujeto está construyendo su imagen a partir de la información subjetiva que tiene al comparar, esencialmente, la profesión del trabajador de la biblioteca con la del especialista en Ciencias de la Información.
Lo anterior apunta, desde el punto de vista teórico, a una articulación de las representaciones mentales con lo social a un nivel superficial o de opinión pública. Por tanto, aún no se encuentra estructurada y se manifiesta como representación mental en el estado inicial de su configuración.
Esta situación constituye un reto tanto para profesores, directivos y familiares, como para todo aquel personal encargado de estimular la orientación profesional de los estudiantes desde edades tempranas, de forma tal que se logre constituir el objeto de estudio y el campo de acción laboral del licenciado en Ciencias de la Información como representación simbólica propiamente dicha.
Se concluye que la estructuración de la representación social de la licenciatura en Ciencias de la Información en estudiantes universitarios se expresa en un nivel superficial, el cual refleja un carácter situacional-contextual, cuyos contenidos están ceñidos al imaginario social, con el trabajo del bibliotecario en las escuelas y su vínculo docente.
El universo de opiniones, valoraciones y creencias, que constituyen una representación mental en torno a la licenciatura en Ciencias de la Información, se establece a través de diversos canales asociativos entre la profesión y su posible remuneración económica, el reconocimiento social, el contexto del entorno laboral y la construcción del proyecto de vida personal.