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Revista Cubana de Información en Ciencias de la Salud

On-line version ISSN 2307-2113

Rev. cuba. inf. cienc. salud vol.32 no.1 La Habana Jan.-Mar. 2021  Epub Mar 01, 2021

 

Revisión

La alfabetización informacional: un camino hacia la mejora del proceso de enseñanza-aprendizaje

Information literacy: a road toward improvement of the teaching-learning process

Giselle González Estrada1  * 
http://orcid.org/0000-0003-3047-8024

1Universidad de La Habana. Biblioteca Central. La Habana, Cuba.

RESUMEN

La alfabetización informacional contribuye, desde su surgimiento, al fortalecimiento de las competencias informacionales de los estudiantes y tributa a su proceso de aprendizaje para toda la vida. Las bibliotecas universitarias, como instituciones educativas, juegan un rol en esa actividad. La intención de este estudio fue examinar el escenario teórico-conceptual referente a las prácticas de la alfabetización informacional en el contexto universitario. Se ofrece una panorámica de su desarrollo y el rol de las bibliotecas en ese sentido, a partir del análisis de esas instituciones y cómo tributan a la alfabetización informacional. Se exponen algunas experiencias que tributan a la consolidación de esa práctica en el contexto universitario. Se consideran, además, los elementos que han condicionado el desarrollo de la alfabetización informacional en la educación superior; el diseño de acertados programas de alfabetización informacional, que tengan en cuenta las necesidades y las características específicas del sector al que van dirigidos, y otros aspectos externos que pueden contribuir a la calidad de este; todo desde el análisis de la información contenida en la bibliografía publicada y no publicada consultada sobre el tema. Lo referido es alcanzable si se logra inculcar la importancia de la información como recurso que mueve a la sociedad, y el respeto hacia esta que debe primar en todo momento, teniendo en cuenta elementos como el plagio, la propiedad intelectual, los derechos de autor y la cita a los autores.

Palabras clave: Alfabetización informacional; competencias informacionales; educación superior; bibliotecas universitarias

ABSTRACT

Ever since it was created, information literacy has aided in the strengthening of students' information competences, contributing to their learning process for a lifetime. University libraries, being as they are educational institutions, play an important role in that activity. The purpose of the study was to examine the theoretical-conceptual framework of information literacy practices in the university context. An overview is provided of their development and the role of libraries in that field, starting from the analysis of those institutions and their contribution to information literacy. Some experiences are presented which contribute to the consolidation of this practice in the university context. An analysis is also made of the elements which have conditioned the development of information literacy in higher education, the design of appropriate information literacy programs bearing in mind the specific characteristics and needs of the sector they are intended for, and other external aspects which may enrich its quality, based on the analysis of the information contained in published and non-published bibliography about the topic. The above is achievable with awareness of the importance of information as a resource that drives society, and the respect toward information, which should prevail at all times, taking into account aspects such as plagiarism, intellectual property, copyrights and authors' citations.

Key words: Information literacy; information competences; higher education; university libraries

Introducción

El enfoque que sigue el Sistema de Educación superior cubano, encaminado al perfeccionamiento de los resultados de las áreas de resultados clave de sus Centros de Educación superior (CES), hace necesario que las organizaciones de información respondan a las necesidades de información presentes en los procesos sustantivos de la universidad. El perfeccionamiento de los planes de estudios está encaminado hacia la conversión de las universidades en centros generadores de conocimientos cuya infraestructura de información potencie el desarrollo de la sociedad cubana. Es en esta enseñanza donde el estudiante comienza la etapa más difícil de su preparación profesional.

No obstante, existen vacíos de conocimiento por parte de los usuarios de las bibliotecas universitarias, sobre todo en cuanto a cómo interactuar con la información científica, así como la carencia de servicios y herramientas que medien en esta realidad y la transformen para bien.

La Universidad de La Habana (UH) no escapa a esta realidad. Las habilidades de los estudiantes en cuanto a la forma de acceder a recursos de información desde diversas fuentes es una realidad presente. El acceso a los recursos es facilitado y se promueve a través de sitios web de las bibliotecas y sus perfiles en las redes sociales; no obstante, no alcanza los niveles de uso deseados, y los recursos disponibles son desconocidos por gran parte de la comunidad usuaria.

Ante este escenario, es necesario crear servicios y herramientas que contribuyan a la educación del usuario para optimizar la interacción con la información que necesita en todos los momentos durante su formación. Por este motivo, la interrogante es: ¿cómo se aborda el tema de la alfabetización informacional en instituciones académicas en función del fortalecimiento de las competencias en la interacción con recursos de información de los usuarios?

El objetivo principal que pretendió este trabajo fue examinar el escenario teórico-conceptual referente a las prácticas de la alfabetización informacional en el contexto universitario.

Métodos

Se analizó el papel de las bibliotecas universitarias como instituciones educativas; se indagó acerca de cómo tributa la alfabetización informacional al fortalecimiento de las habilidades en la interacción de los usuarios con recursos de información en el proceso de aprendizaje, así como los elementos que han condicionado el desarrollo de la alfabetización informacional en la educación superior.

En la revisión se tuvo en cuenta una variada tipología documental que incluyó las investigaciones publicadas en diversas fuentes científicas a nivel nacional e internacional. Se tuvieron en cuenta, además, las investigaciones no publicadas; entre ellas, las tesis de maestría y doctorales de varias universidades, nacionales e internacionales. También se consultaron estándares, modelos y trabajos presentados en eventos; entre ellos, el Congreso Internacional de Información INFO. Otras fuentes igualmente examinadas fueron las páginas web de universidades. La bibliografía es amplia y abarca desde el año 2000 hasta el 2018, lo que posibilita una visión amplia del tema y permite ver elementos de su desarrollo.

Alfabetización Informacional

Las características de la sociedad de hoy, sociedad de la información y del conocimiento, donde las tecnologías de la información y la comunicación (TIC) juegan además un rol fundamental como componentes que movilizan al mundo, hacen que sea una necesidad de primer orden comprender cómo lidiar con la información. De ahí la importancia de saber buscar, evaluar, analizar y utilizar los recursos de información.

El número de instituciones educativas que toman conciencia de la importancia de asegurar la formación de sus usuarios, sobre todo en la Educación superior, ha crecido en los últimos tiempos. Se reconoce la importancia de asegurar que los estudiantes “[…] adquieren y desarrollan aptitudes para el uso de la información desde su entrada en la Educación superior”,1) sobre todo en el contexto actual donde se conoce que no siempre el estudiante tiene las habilidades necesarias incorporadas para enfrentar el proceso de formación en el nivel superior.

Como plantean Pinto y otros2 en el año 2011, el conjunto de conocimientos, habilidades y conductas que capacitan a los individuos para reconocer cuándo necesitan información, dónde localizarla, cómo evaluar su idoneidad y darle el uso adecuado de acuerdo con el problema que se les plantea, se entienden como competencias informacionales.

Para la autora, las competencias informacionales van a ser el conjunto sistémico de saberes y habilidades que posee, practica y aprende el individuo para interactuar con recursos de información en su más amplio espectro, que influye la información, el conocimiento, la información científica y las TIC. Esas competencias van a estar altamente matizadas e influenciadas por actitudes y valores presentes en los individuos.

En la evolución de la formación de usuarios en las bibliotecas han influido los avances tecnológicos, de la sociedad, de los modelos educativos y de otras disciplinas. Las declaraciones de Praga (2003), Alejandría (2005) y Toledo (2006) respaldan la ALFIN, lo que señala su importancia para el aprendizaje del individuo para toda la vida y para la sociedad.3

El uso del concepto de alfabetización se ha ampliado desde las nociones tradicionales de lectura y escritura a una definición más amplia, que incluye la variedad de formas de textos existentes hoy, ya sea en papel, digitales o multimediales. Asimismo, la formación de competencias ha ampliado su espectro al comprender que estas están culturalmente situadas dentro de condiciones sociales particulares; de ahí que la alfabetización informacional o la formación de competencias informacionales deba partir de los contextos social, económico, político, cultural, educativo y tecnológico en el que se va a desarrollar.4)

Esos contextos van a influir en la conducta que manifiesta una persona ante la información y que parte de las necesidades de información que surgen unidas a otros factores externos, y que conllevan que el sujeto actúe de una forma determinada para satisfacerlas, lo que se denomina comportamiento informacional.5

Los estudios del comportamiento informacional están comúnmente más enfocados en analizar el proceso de investigación. No obstante, autores como Hepworth y Walton 6) señalan la conveniencia de analizar el comportamiento informacional para el diseño de acertados programas y acciones para el desarrollo de las competencias informacionales. Advierten que la ALFIN y el estudio del comportamiento informacional son acercamientos que se complementan en función de la mejora de las competencias informacionales.

Es significativo observar, además, que para que el proceso de ALFIN cumpla con sus objetivos deben emplearse términos comprensibles por los estudiantes o receptores del proceso. Para esto tiene que existir una estrecha colaboración entre profesores y quienes desarrollan las acciones de ALFIN, teniendo en cuenta las características, competencias y comportamiento informacional de aquellos a los que va dirigida.6,7

Los sitios web de las bibliotecas se han convertido en espacios que dan acceso al conocimiento y facilitan el camino a recursos de información de calidad; no obstante, la necesidad de formar habilidades en los usuarios para que estos sean capaces de encontrarlos y usarlos de la forma adecuada es cada vez más imperiosa. Esta realidad condiciona la adopción de estrategias educativas para el diseño de servicios de información que, a partir de las herramientas correctas, garanticen lo anterior y optimicen la interacción con la información, necesaria en todos los momentos durante su formación.

Afirma la American Library Asociation (ALA) que para que una persona sea considerada infoalfabetizada debe ser capaz de reconocer cuándo necesita información y tener la capacidad para localizarla, evaluarla y usarla efectivamente. Son individuos que han aprendido cómo aprender, porque saben cómo está organizado el conocimiento; cómo encontrar información y cómo usarla de modo tal que otros puedan aprender de ellos.3

Loyd 8 señala que una persona infoalfabetizada posee habilidades que le permiten desenvolverse con facilidad en el ambiente informacional, lo que implica que esta pueda interactuar con cualquier información, sin importar su naturaleza y contextos (social, físico, procedimental), lo que en palabras de la propia autora constituye el universo informacional; entonces la ALFIN es una forma para conocer ese universo.

Es un proceso de aprendizaje mediante el cual se identifica una necesidad o define un problema, se buscan recursos aplicables, reúnen y consume información, se analiza e interpreta, sintetiza y comunica eficazmente a otras personas el resultado y evalúa el producto realizado.9

Sonntag10 aclara que la ALFIN no incluye solamente la formación de habilidades informacionales, sino también el propio proceso de aprendizaje y las herramientas que pueden emplearse en este. Se concuerda con la autora cuando plantea que consiste, además, en ayudar al estudiante a darse cuenta de sus necesidades informacionales (cómo expresarlas situándolas en un contexto determinado), y lo ayuda a saber qué fuentes están disponibles en una disciplina determinada y en las que pueden encontrar la respuesta a lo necesitado.

Significa saber cómo realizar búsquedas, evaluar y usar la información recuperada de diferentes tipos de fuentes; cuándo seleccionar una fuente sobre otra; qué preguntas realizar; si la información hallada está completa; entre otras cuestiones asociadas a la búsqueda, recuperación y uso, sobre todo, de la información. No obstante, tal y como expresó la American Association of School Librarians (AASL) en el año 2007, abarca además la alfabetización digital, visual, textual y tecnológica, cuestiones básicas para el aprendizaje en los tiempos que corren.11

Sin embargo, tal y como asegura Sonntag10 es una acción educativa que “[…] debe enseñarse y que no se adquiere de manera involuntaria e inconsciente”. De ahí que el bibliotecario tenga como una de sus responsabilidades despertar el interés en los usuarios por ser infoalfabetizados, a través de un proceso guiado a partir del cual van a adquirir las habilidades necesarias que le permitirán convertirse en usuarios de información independientes.

En este sentido, Lowe y Booth12 apuntan que estadísticamente los resultados de programas de ALFIN, donde existe la intervención de los bibliotecarios, son significativamente mejores en cuanto a los resultados.

El carácter comercial que tiene hoy la información conlleva la necesidad de comprender las dimensiones económicas, sociales y éticas de ese recurso, las cuales constituyen elementos esenciales para la ALFIN. No solo se trata de enseñar cómo usar los recursos que ofrecen las bibliotecas y las habilidades para interactuar con la información y la tecnología que facilita el acceso a esta, se trata además de inculcar el rol que juega la información en la sociedad y el papel que ellos (los usuarios) juegan en esa realidad.10

Asociado a lo anterior, se pueden agregar elementos planteados por Tewell,13 quien analiza las diferencias entre la ALFIN “tradicional”, encargada básicamente de formar habilidades en función de la búsqueda y recuperación de la información, y la llamada alfabetización crítica de la información, que a decir del autor, es la que examina la construcción social y las dimensiones políticas de la información y problematiza el desarrollo, el uso y los propósitos de la información, con la intención de incitar a los estudiantes a pensar críticamente al respecto y actuar sobre ese conocimiento.

Estudios encontrados evidencian que la ALFIN es una temática muy estudiada en los contextos universitarios, aunque las perspectivas y enfoques pueden ser variados. Uno de ellos es un estudio realizado por Galbán y Martí14 en la Base de Datos Scopus, donde analizaron la perspectiva evolutiva de la producción científica sobre el tema, indizada en Scopus desde el año 1998 hasta 2014. Entre los resultados obtenidos está el análisis de co-ocurrencia de los términos identificados en el título y resumen del total de los trabajos encontrados en ese período, el cual demuestra que uno de los grupos más representativos, de un total de seis encontrados, es el correspondiente a Academic libraries, en un segundo puesto con un total de 121 publicaciones. Este resultado, aunque no generaliza acerca de toda la producción que se realiza sobre el tema, evidencia la tendencia a realizar investigaciones y publicaciones sobre este, principalmente en los últimos 10 años. Se analiza cómo varía el uso de los términos en tres períodos comprendidos dentro del estudiado, que evidencia una diversificación en los estudios sobre el tema y señala que en los últimos cinco años del estudio (2010-2014), los trabajos publicados en SCOPUS apuntan sobre todo hacia estudios vinculados a la educación (school) y a las TIC (information technologies).

Otros estudios vinculados al análisis de la producción científica sobre la ALFIN exploran las tendencias seguidas en los trabajos publicados sobre el tema. Uno de ellos es el realizado por Majid , Chang y otros,15) quienes a través de un estudio bibliométrico para el período 2003-2012 en SCOPUS demuestran cómo ha ido aumentado la cantidad de publicaciones sobre el tema en 10 años, donde se observa un aumento considerable de las publicaciones. Notaron, además, que la mayoría de estos trabajos eran realizados por más de un autor, lo que muestra que es un área temática en la que se tiende a la colaboración. Otro resultado fue que la afiliación de los autores era en su mayoría académica y vinculada a bibliotecas universitarias. La Universidad con mayor cantidad de trabajos publicados es la de Granada, seguida por la Universidad de Sheffield y la de Alberta.15 Trabajos más recientes16 confirman de forma general estos resultados, ya que coinciden con algunos de los indicadores analizados.

En este sentido, los autores reafirman cómo se comporta (en crecimiento) la publicación en la temática de la ALFIN, y resaltan cómo esta ha ganado un importante puesto en la última década en la investigación académica vinculada a la Bibliotecología y a la Ciencia de la Información.

El artículo realizado en Iberoamérica por Pinto , Escalona y otros,17 en el que analizaron la producción científica relacionada con los temas ALFIN y COMPINFO (Comportamiento Informacional) durante las últimas cuatro décadas, muestra que existe un crecimiento anual del 30 % de la producción entre los años 2005 y 2011. Se señala este último como el año más productivo, lo que demuestra cómo va desarrollándose la investigación al respecto en el área, donde España, con un total de 119 publicaciones, seguida por Brasil con 79, lideran la productividad por países, seguidos por Cuba,38 México22 y Colombia.21 Se realizó un análisis de los términos asociados al tema de la ALFIN, donde se resaltó Information Literacy como el de mayor fortaleza, reconocido en español como Alfabetización Informacional, y en portugués como Competência em Informaҁᾱo. otro término −training in information competences− demostró estar ganando presencia sobre todo en publicaciones asociadas a la educación, la informática y la comunicación, fundamentalmente desde las bibliotecas académicas.

ALFIN y la educación superior en el mundo

Desde el escenario de la educación superior las bibliotecas universitarias son las que más han incursionado, y de forma general las que más han avanzado al respecto. No obstante, se debe conocer cómo es que realmente se desarrolla esta actividad en las universidades para identificar buenas prácticas y poder mejorar y avanzar en los programas y servicios que se ofertan para la ALFIN de todos los actores universitarios.18

En ese ámbito, a partir de lo consultado en la bibliografía sobre el tema, a nivel internacional las aptitudes o habilidades a desarrollar están encaminadas hacia la identificación de la necesidad de información, estrategias de búsqueda de información, habilidades tecnológicas e informáticas, organización de la información, evaluación y tratamiento de la información, utilización y comunicación de la información, y aspectos éticos y sociales respecto al uso de la información, actitud activa con vistas al proceso de aprendizaje durante toda la vida.

Desde una perspectiva pragmática, particularmente en el contexto de la educación superior, Julien4 define la ALFIN como el conjunto de habilidades, conocimientos y actitudes que debe poseer una persona para acceder a la información de manera efectiva, eficiente y ética, que debe incluir el saber interpretar y evaluar la información, y cómo usarla e diferentes contextos para la toma de decisiones, en actividades creativas, académicas, en la vida cotidiana y laboral. Agrega de forma crítica que la alfabetización informacional debe ir más allá de los estrechos límites de la formación de competencias para lidiar con las fuentes de información académica tradicionales.

Existen varias normativas y directrices nacionales e internacionales que rigen la ALFIN para la educación superior. Algunos de los documentos que recogen las directrices que deben ser desarrolladas durante ese proceso han sido propuestos por instituciones prestigiosas, entre ellas la Association of College and Research Libraries (ACRL), 2000, 2015; California State University, 1995; Florida International University, 1998; y State University of New York, 1997.

Bernhard1) señala que los documentos normativos desarrollados por esas instituciones tienen carácter representativo, e incluyen “ […] las secuencias de aptitudes a desarrollar, así como los indicadores de rendimiento correspondientes y sugerencias de criterios de identificación”.

Otros documentos de esta naturaleza y que a decir de Pérez Iglesias19 se destacan por su aplicación en la configuración de programas y el diseño de políticas para la ALFIN, son los aportados por la American Library Association (ALA), el Australian and New Zealand Institute for Information Literacy (ANZIIL) y la Society of College, National and University Libraries (SCONUL).

De esos instrumentos normativos, uno de los más seguidos en la educación superior para el desarrollo de programas ALFIN, y que constituye referente internacional, son los Estándares de la Alfabetización Informacional para la educación superior, publicados por la ACRL en el año 2000.

El documento define la ALFIN y expone la relación entre esta y las tecnologías de la información, la educación superior y la pedagogía. Asimismo, exhibe los usos de los estándares y cómo evaluar la ALFIN realizada; finalmente presenta los cinco estándares, los indicadores a medir y los resultados por cada uno de ellos.20

La traducción al español del documento original en idioma inglés fue realizada por Pasadas-Ureña,21 de la Universidad de Granada, titulada Normas sobre aptitudes para el acceso y uso de la Información en la Enseñanza Superior. Fue publicada por acuerdo entre la Association of College and Research Library (ACRL), la división de la American Library Association (ALA) y la Asociación Andaluza de Bibliotecarios (AAB). El documento ofrece el mismo contenido, aunque en lugar de estándares se refiere a estos como normas, incluyendo igualmente por cada uno de ellos los indicadores de rendimiento y por cada uno de los resultados. Son cinco normas que se refieren a que el estudiante que es competente en el acceso y uso de la información:

  1. es capaz de determinar la naturaleza y el nivel de la información que necesita,

  2. accede a la información requerida de manera eficaz y eficiente,

  3. evalúa la información y sus fuentes de forma crítica e incorpora la información seleccionada a su propia base de conocimientos y a su sistema de valores,

  4. a título individual o como miembro de un grupo utiliza la información eficazmente para cumplir un propósito específico,

  5. comprende muchos de los problemas y cuestiones económicas, legales y sociales que rodean al uso de la información, y accede y utiliza la información de forma ética y legal.

Estos son los elementos indispensables a contemplar al referirse a la ALFIN o al diseño de programas ALFIN en instituciones académicas o de educación superior. No obstante, según Sonntag,10 de la Universidad de San Marco en el Estado de California, otros aspectos han influido en la inclusión de la ALFIN como práctica universitaria. Esta autora señala que en la década de los años 90 dos aspectos comenzaron a transformar la educación superior. El primero fue el auge de las TIC, que ofrecía nuevos espacios para el aprendizaje para toda la vida a partir de las facilidades que brindan, y el segundo fue la presión por replantear los enfoques académicos de la enseñanza-aprendizaje y asociarlos a la tecnología emergente.

La propia autora plantea que la ALFIN fue una respuesta ante esa realidad, donde el papel del bibliotecario pasó de ser un proveedor pasivo de servicios para ocupar el importante rol de colaborador en el desarrollo curricular y del proceso de enseñanza-aprendizaje de estudiantes universitarios.

Para esto es necesario expandir las formas en las que se realiza la ALFIN, incorporándole al estudiante la visión de sí mismo como creador de conocimiento a socializar y que otros compartirán y consumirán.22 Varios modelos la caracterizan, en función de los objetivos de las instituciones de educación superior que los aplican, así como la forma en que se diseñan y desarrollan los programas encaminados a este.

Gómez-Hernández y Pasadas-Ureña23 comentan que “Para el mundo universitario, los modelos más difundidos son Las siete caras de la ALFIN en la Educación superior, de Bruce” (de 1997, publicada en castellano en el año 2003), y el modelo de los siete pilares de la ALFIN, de la Sociedad Británica de Bibliotecas Universitarias y Nacionales (SCONUL, 1999).” El primero, con un enfoque fenomenográfico, permitió la identificación de siete diferentes maneras o categorías de experimentar la ALFIN; por otra parte, el modelo de los siete pilares se enfoca en desarrollar las aptitudes para el acceso y uso de la información en la educación superior.24) Se señala también el modelo de la International Federation of Library Associations (IFLA), donde las habilidades a desarrollar están en correspondencia con el acceso a la información, la evaluación y el uso de esta.24

Mallon,25 en cambio, resalta el ciclo de valoración para la ALFIN propuesto por Oakhaf en el año 2009, que incluye la revisión de los objetivos de aprendizaje, la identificación de los resultados del proceso, el diseño de actividades que potencien el aprendizaje, la ejecución de estas, la recopilación de datos para examinar cómo se desarrolla el proceso de aprendizaje, la interpretación de esos datos y la toma de decisiones al respecto. La conjunción de esas siete acciones provee las pautas para llevar a efecto dicho proceso.

La adopción de un modelo u otro, o incluso la creación de uno nuevo, va a estar en correspondencia con las características de la comunidad a la que van a dirigirse las acciones de ALFIN, las necesidades y las carencias de habilidades en cuanto a la interacción con la información. Pero también esa decisión va a estar matizada por las estrategias que se trazan en los centros de educación superior para integrar los programas de ALFIN al curriculum educativo.

Las transformaciones y desarrollo tanto de las TIC como del propio proceso educativo y de enseñanza-aprendizaje conllevan la adaptación de estos o la creación de otros, sustentados en esos cambios. McNicol26) advierte sobre esta situación y señala que aún esa transformación conforme es necesaria, es incierta. Agrega que presumiblemente estos modelos resultantes deben ser flexibles, adaptables al trabajo colaborativo y principalmente deben reconocer y apoyar que los estudiantes son también creadores de conocimientos y no simplemente sus consumidores.

Entre los beneficios de la ALFIN para los usuarios de la comunidad universitaria está el hecho de que tributa al fortalecimiento de los programas de instrucción, facilita estilos de aprendizaje no tradicionales y mejora las prácticas de enseñanza, además de que incrementa la capacidad de aprendizaje del estudiante.25

En el contexto de la educación superior son numerosos los trabajos que se publican sobre ALFIN o de otras temáticas relacionadas. En la figura se exponen algunos autores por países que trabajan el tema.

Fig Trabajos tomados como referentes en la presente investigación. 

Los trabajos de los autores expuestos en la figura giran en torno a la evaluación del impacto de la ALFIN en la educación superior a partir del creciente interés y práctica de las bibliotecas universitarias en programas ALFIN enfocados a estudios de pregrado y posgrado, y su integración al currículo académico. Algunos proponen modelos para la evaluación de esa práctica;27 otros analizan experiencias en el uso de una herramienta para el desarrollo de habilidades informacionales, donde se destaca el reto que constituye diseñar materiales para el autoaprendizaje online28 o describen el proceso de diseño de herramientas para el desarrollo de competencias informacionales, lo que comprueba la viabilidad de estas mediante su aplicación.29 En este mismo sentido, Araújo Dos Santos30 estudia instrumentos de validación del comportamiento informacional de estudiantes en la educación superior y propone directrices para elaboración de instrumentos con este fin para este nivel de educación en Brasil.

Por otra parte, otros de los estudios referidos examinan el comportamiento informacional de investigadores con respecto a su conocimiento y uso de los activos informativos, dada su importancia para la actividad investigadora. En ellos se verifica el escaso aprovechamiento de algunos de los servicios.5 En cambio, Gómez Restrepo31 analiza el comportamiento informacional en la selección y uso de la base de datos bibliográficos en alumnos de maestría y doctorado, y concluye que el comportamiento de los individuos depende más de los aspectos propios de los investigadores que de las propias bases de datos.

Finalmente, Barbosa y otros32 analizan las competencias informacionales y el aporte de estas al aprendizaje del uso de la información en la formación profesional en Psicología; presentan una estrategia metodológica para el desarrollo de las competencias informacionales y señalan la importancia de la integración de los diferentes roles y procesos que apoyan el aprendizaje de los usuarios de información. Se tienen en cuenta las dimensiones contextuales, disciplinares y educativas, haciendo énfasis en la sinergia ante el desarrollo de competencias de diferente orden.

En lo que respecta al análisis del papel de la biblioteca universitaria y el desarrollo de habilidades informacionales en estudiantes de educación superior, Rodríguez García33 concluye que existe una relación significativa entre la formación de usuarios, las razones y las frecuencias de uso de los servicios bibliotecarios con el nivel de habilidades para el manejo y uso de la información que tienen los estudiantes universitarios, lo que indica la necesidad de potenciar esas habilidades.

Otra autora, Meneses Alves,34 examina el papel del bibliotecario en la producción intelectual en el entorno académico, su relación con la ALFIN y el uso ético de la información en la producción científica. Constata que la mayoría de las acciones de ALFIN son incipientes y atienden al nivel de formación inicial de los usuarios, con especial atención en el desarrollo de competencias vinculadas a la búsqueda y en la localización de la información. Estas están relacionadas con las técnicas de investigación, de recuperación y de análisis de la información. Aclara la autora que todavía resta mucho por hacer en lo relativo a la formación del bibliotecario, ya que no se sienten preparados para llevar a efecto las acciones de ese tipo.

Queda en evidencia la necesidad de multialfabetizar de forma continuada a todos los implicados en ese contexto en la interacción con las TIC, según señala Pasadas Ureña,35 pues tal y como indica el autor, la filosofía de lo digital y la web predomina y predominará en los contextos universitarios de hoy, y las esferas donde mayor impacto se puede esperar son la del proceso de enseñanza/aprendizaje y la de la producción, validación y difusión de conocimientos, para quienes una formación y actualización al nivel adecuado de las alfabetizaciones o competencias resulta inevitable.

En cuanto a la integración de la ALFIN a los programas académicos de pregrado, autores como Wang36 advierten de su importancia; de ahí que investigue cómo llevarlo a efecto de forma sistémica y proponga un modelo de integración curricular con ese objetivo. Asegura el autor que estos resultados contribuyen a la ALFIN, a la investigación y al desarrollo curricular en la educación superior.

En Cuba se pudo apreciar un aumento de la productividad del tema desde el año 2007, sobre todo producto de cuatro proyectos doctorales;37,38,39,40) el primero propone la implementación de un modelo para el desarrollo de competencias informacionales en estudiantes de la carrera de Bibliotecología y Ciencias de la Información, enseñanza semipresencial en la UH; el segundo presenta un modelo para evaluar la ALFIN en la educación superior cubana (ALFINEV); el tercero formula acciones para la formación de competencias informacionales en las biociencias en Cuba; y el último de estos examina los elementos esenciales que debe contemplar un modelo que sistematice la formación de competencias informacionales en los profesionales de la salud, basados en sustentos metodológicos existentes.

Estudios similares más recientes son los desarrollados por Valero,41) con el objetivo de evaluar el estado del comportamiento informacional de los docentes-investigadores de las comunidades científico académicas en dos Universidades de la provincia de Sancti Spíritus: la Universidad de Sancti Spíritus (Uniss) y la Universidad de Ciencias Médicas (UCM); y por Zelada,42 quien realiza un análisis de las principales ideas en torno a las competencias informacionales de los autores de 55 artículos revisados, en el contexto teórico de las Ciencias Biomédicas en el período (2002-2018), y que arrojó como resultado que en su mayoría los autores coinciden en los desafíos científicos y tecnológicos que caracterizan el siglo XXI y enfocan sus trabajos hacia la era de la informatización. Se considera que estos estudios constituyen un referente para el desarrollo de las investigaciones relacionadas con la ALFIN en el contexto de la educación superior.

Conclusiones

La creación de habilidades en el acceso y uso de la información se consigue a partir del diseño e implementación de acertados programas de ALFIN, que tienen en cuenta, no solamente las necesidades específicas del sector potencial al que van dirigidos, sino también la contribución de agentes externos que pueden contribuir a la calidad de este. Lo anterior no es alcanzable si no se logra inculcar la importancia de la información como recurso que mueve a la sociedad, y el respeto hacia esta que debe primar en todo momento, teniendo en cuenta elementos como el plagio, la propiedad intelectual, los derechos de autor y la cita a autores.

En la educación superior las bibliotecas académicas constituyen el mayor escenario para la práctica de la ALFIN, y ha condicionado su evolución de forma tal que se han perfilado las estrategias a seguir y se ha normado su práctica, siguiendo estándares que posibilitan, a partir de las características propias de cada contexto, desarrollar las acciones de ALFIN necesitadas.

Las bibliotecas no son solo acervos de recursos de gran utilidad para los procesos de enseñanza y aprendizaje, sino también el lugar donde se les pueden proporcionar a sus usuarios las habilidades que necesitan desarrollar para enfrentarse a esos procesos durante su formación académica y para el resto de su vida.

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Recibido: 20 de Febrero de 2020; Aprobado: 13 de Agosto de 2020

*Correspondencia: giselleg09@gmail.com

La autora declara que no existe conflicto de intereses.

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