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Revista Estudios del Desarrollo Social: Cuba y América Latina

On-line version ISSN 2308-0132

Estudios del Desarrollo Social vol.4 no.1 La Habana Jan.-Apr. 2016

 

ARTÍCULO ORIGINAL

 

Cultura, identidad y educación superior en Cuba: desfragmentando realidades.

 

Culture, Identity and High Education in Cuba: defragmenting realities

 

 

Dra. Dolores Vilá Blanco

Facultad de Filosofía e Historia. Universidad de La Habana

 

 

 


RESUMEN: Se analizan las causas y consecuencias de las fragmentaciones históricas de la cultura, la identidad y la Educación Superior, en especial en Cuba. Presenta un examen de las dinámicas culturales aprehendidas en sus conexiones contextuales globales-locales activas, para que culturas y ciencias no sigan siendo asumidas cual dicotomías insalvables, pues el resultado de ello sería el cisma de la identidad. Propone a su vez, un tender puentes reorganizadores que avancen en desarrollar las habilidades de no separar, de conectar, de transrelacionar los procesos sociales, los que acontecen en las identidades humanas insertas en ambientes sociohistóricos concretos y universales en toda la multiplicidad de aristas que los componen, que los expanden.

PALABRAS CLAVE: epistemología, cultura, identidad, educación superior.


ABSTRACT: Analyzes the causes and consequences of historical fragmentation of culture, identity and higher education, especially in Cuba. It presents a review of the seized cultural dynamics in its active global-local contextual connections to cultures and sciences which are not further assumed insurmountable dichotomies, as the result would be the schism of identity. Proposes to turn a build bridges reorganizers progress in developing the skills of not separating, connecting, of transrelating social processes that occur in human identities embedded in specific socio-historical and universal environments across the multiplicity of edges that up, which expand.

KEYWORDS: epistemology, culture, identity, high education.


 

 

"La idea de que la ciencia sólo concierne a los científicos es tan anticientífica como es antipoético asumir que la poesía sólo concierne a los poetas".
Gabriel García Marques

Hace exactamente 30 años que Gabriel García Marques presentó esta idea, continuadora a su vez, de otras que recurrentemente, antes y hasta hoy insisten en ese mismo eje epistémico para la comprensión de la vida. Razón por la cual, lo que más alarma desde el punto de vista mundial y nacional es la persistencia en tal estado de parcelaciones que inexorablemente conducen a un empobreci-miento espiritual, material y en cuanto a alternativas reales que abandonen tales posiciones.

En este sentido, -esclarecía aún más cuando puntualizaba- el nombre de la Unesco -Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura- arrastra por el mundo una grave inexactitud, dando por hecho que las tres cosas son distintas, cuando en realidad todas son una sola.

Pues la cultura es la fuerza totalizadora de la creación, el aprovechamiento social de la inteligencia humana. O como lo dijo Jack Lang sin más vueltas: "La cultura es todo". Bienvenidos pues, bienvenidos todos juntos a la casa de todos. (García Marques, 1985, p. 2-3)

"La cultura es todo" -puntualizando enfoques-, la diversidad de culturas que nos asisten en todas sus confluencias y divergencias interconstitutivas; aquellas que nos pueblan y permanecen, las que nos visitan y se marcha con la misma rapidez que otras nuevas o viejas enhebran realidades, comportamientos, sentimientos, emociones, que entre otras propenden al "todo" -al que apelaban Lang y García Marques- en ese hacerse, deshacerse y rehacerse a perpetuidad que nos es propio a los seres humanos, a los pueblos. Es ya un imperativo de comprensibilidad, de existencia misma el transitar de las tradicionales formas fragmentadoras a un tender puentes que avancen en desarrollar las habilidades de no separar, de conectar, de transrelacionar los procesos sociales, los que acontecen en las identidades humanas insertas en ambientes sociohistóricos concretos, y a su vez universales en toda la multiplicidad de aristas que los componen, que los expanden.

Las indagaciones que apremian deberían transitar de los por qué-s segmentados en áreas de saberes específicas -aspectos loables, necesarios, insuficientes aún y sobre el que existe una vasta experiencia- a los cómo-s están ocurriendo en la conectividad que le es inherente al vivir. Dado que lo que realmente se diluye son los nexos profundos de las implicaciones parciales y de sus resultantes que se presentan más segmentadas aún en identidades humanas que son únicas, y a su vez diversas en sus propias internalidades y externalidades, y con ello la incapacidad de no saber al final de qué se habla, ni cómo hemos llegado hasta aquí1.

Todo lo cual se revierte en una metamorfosis puntual de los tradicionales modos de interactuar con los nuevos que se proponen impulsar, donde los primeros priman y llegan a asfixiar a los segundos, algo así, como los cubanos de a pie manifiestan en su buen sentido común: "es lo mismo con más de lo mismo". Con toda la carga de inconsecuencias que pueden detonar propuestas de soluciones que no contemplen esos cómo-s, en cómo-s real y detalladamente se encuentran sucediendo en las conectividades en que inevitablemente acaecen; y es que aun domina una propensión macro que destaca las cuestiones "intelectualmente atractivas, descartando los hechos, que consideraba poco atractivos"2, o que afín de cuentas se desconocen porque eso es lo que más abunda.

Los ejes argumentativos que se sostienen transitan por el entendimiento de que cultura, identidad cubana -preñada de la insularidad que nos puebla- y Educación Superior corren transrelacionalmente, todo ello desde un meditar que se aproxime a abrir itinerarios posibles en nuestras realidades, transiciones viables en el empeño de alcanzar que los fragmentos dispersos concurran al imán de lo que somos y por qué lo somos, parafraseando al inigualable poemario de Lezama Lima, Fragmentos a su Imán (Lezama, 2002, p. 66).

Se perfila, por tanto la labor, hacia una revitalización del pensamiento cubano desfragmentado, a partir una propensión epistemológica que levante su aprehensión cultural desde una ruptura con la compartimen-tación de saberes, de significados y significantes sociales, y comenzando con un rescate de su vocación a tensar el pensamiento y la existencia. Porque en palabras de Martí "(…) el hábito noble de examen destruye el hábito servil de la creencia; la pregunta sigue al dogma, y el dogma que vive de autoridad, muere de crítica" (Martí, 1953, p. 288).

Cabría preguntarnos a la sazón, ¿real o aproximadamente se ha logrado encauzar esa enseñanza martiana pieza clave de nuestra identidad? Ciertamente no lo creo, como que no creo que nos recreemos suficientemente en sus enseñanzas, para que en nuevas latitudes existenciales florezcan sus anunciamientos. Sin embargo, son precisamente esas claves dentro de las realidades que nos circundan, las que precisan hundir raíces en las expansividades nacionales que se requieren, ya que no se han logrado desterrar todas las creencias asentadas en los viejos dogmas del pasado reciente, donde criollas mezclas de positivismo y dogmas del extinto bloque soviético siguen marcando senderos, puesto que todavía siguen convenientemente garantizando la vieja usanza del ejercicio de la autoridad -en cualquier espacio de convivencia humana- por quienes de otra manera no podrían hacerlo3 (Martínez, 2010, p. 21-23).

Baste sólo con meditar también sobre esa célebre frase de Carlos Marx, que hasta hoy ronda y marca sentidos en las praxis cubanas, que por añadidura se autotitulan marxistas-leninistas, "Una base para la vida y otra base para la ciencia es una mentira a priori" (Marx, 1965, p. 116). Hasta dónde las bases en donde se vive y se construye la vida en el país coinciden con las de las ciencias, con las de la cultura hegemónica dentro de todas las culturas implicadas. Esa es una pregunta que siempre debe asistirnos en el pensar, en el hacer sin que ambos componentes se polaricen cual brújula sin imán como ha venido ocurriendo. Y no es simplemente un problema de saber -aunque el conocimiento es importantísimo- pero se ha sobrevalorado y cuantificado mucho, tanto que parece que a más "conocimiento" más virtudes, siguiendo acríticamente ese precepto socrático que mucho se repite hasta en televisión "el conocimiento es la virtud y sólo si se sabe se puede divisar el bien", lo cierto es que el constructo social en que se existe no siempre produce la aspirada certidumbre, el número nunca define la cualidad actuante de los cognoscentes4.

Hurgar entonces en la herencia científico - cultural y en lo que se produce hoy segmentadadamente en todo el país, tender puentes, para conectarnos, transrelacionarnos desde una comprensión de las complejas transiciones culturales en las que nos encontramos insertos, he ahí una propuesta de concurrencias posibles, para que los ámbitos de creación humana y en consecuencia la cultura, la identidad y la Educación Superior dejen de existir como si la cultura y las ciencias fuesen emanaciones de entes diferentes, que a la larga se evanecen en sus artificiales divergencias.

Entender que los hondos problemas culturales que hoy pululan por el país colonizando su futuro -partiendo de que cultura y existencia relacional humana en toda su vastedad no pueden separarse-, pasa por un posicionamiento científico que se adentra y emerge de la cotidianidad, que no puede separarse de ella so pena de dejar de ser científico o culturalmente propio. De conformidad con ello, los deformados escenarios de interacciones sociales que hoy vemos por doquier transitan también por los profesionales de la educación, de la ciencia y de la cultura en general, no pueden sustraerse de ellos como espectadores o jueces de lo que sucede, están también en ellos, se les tamizan por todas las hendeduras de sus relaciones, de sus proyecciones con mayor o menor expansividad y violencia queramos o no queramos desnudar el alma y comprenderlo.

Ponerse o quitarse una bata blanca, entrar o salir de un aula, de una oficina, del lugar donde desarrollemos nuestro trabajo no significa que seamos personas diferentes porque los escenarios sean distintos, somos los mismos y llevamos consigo toda la carga existencial y por añadidura cultural por la que transitamos a diario, la cual conforma una identidad humana que contiene en sí misma toda la historia personal vivida y que se vive, constituida a su vez por una pluralidad de historias que se abren espacios de múltiples maneras en las interacciones sociales y que son resultado de ellas. Las diversas culturas implicadas -porque son diversas- interactúan pretendámoslo o no, en especial, la que dentro de sus múltiples mixturas se haya conformado en hegemónica5 y de la que es muy difícil desembarazarse.

Somos seres humanos que atravesamos los procesos educacionales en sus diferentes niveles, que heredamos formativamente los mismos, y por sobre los que nos levantamos como repetidores o potenciadores de creación, como aseveraba Albert Einstein, en su Discurso al recibir el premio Lord Taylor: "Me produce un gran placer, por supuesto, advertir que se aplaude cálidamente la obstinación de un inconformismo incorregible" (Einstein, 1984, p. 19). O lo que es lo mismo la crítica, una crítica que en palabras de Marx traduce: "me refiero a la crítica despiadada de todo lo existente, despiadada tanto en el sentido de no temer las consecuencias de la misma y de no temerle al conflicto con aquellos que detentan el poder" (Marx, 2008, p. 2) en cualquiera de los ámbitos de existencia, sean las comunidades humanas, sean las científicas. Las resultantes de esos procesos se van evidenciando no en las cantidades, sino en las cualidades y calidades que generan perspectivas, que se les posibilitan el hacerlo y no que se le entorpecen por prejuicios de toda laya.

Pensar, acostumbrarse a la reflexividad como atributo inherente a cada individuo es un ejercicio fundacional histórico no decretado cuando viene al caso de quién o quienes lo decreten y desde los estrechos marcos que lo conciben. Ya que entre otros, la invitación a ello puede producirse en tiempos en que a los convocados ya no les interesen porque han encontrado otras maneras de sobrevivir con estrategias personales, familiares y ni siquiera son conscientes del auto-atentado que se infringen, a que se exponen. (Vilá, 2015).

Todo ello ha marcado -y marca- los cronísticos y recurrentes ciclos cerrados, asfixiantes en sus desenvolvimientos a todos los niveles en cuanto a gestión de los conocimientos, formas de pensar y modelos mentales obsoletos en sus virtuales obsolencias y complacencias. Y es que, la personalización procesual que marcó rumbos a los modos de pensar y gestionar el conocimiento y en consecuencia la práctica social, nunca se realiza, jamás se corporeiza, siempre corren más los análisis por las consecuencias -en pasado, y sólo cuando ha pasado y se ha "autorizado" u olvidado lo que se dijo antes al respecto-, que por las causales de vocaciones personalizadas grupales o sociales que las encarnan, que las enjundian en sus replicaciones y expansiones. Ese replicarse y expandirse modelos mentales y modos de interacción social a lo largo de los tiempos ha producido una horizontalidad "pensante y actuante" tan semejante a los verticalismos que tanto molestan, y hasta a los que les molestan los reproducen en deslices inconscientes comportamentales porque en ellos les va la vida, la posición alcanzada trátese del nivel del que se trate, ya de la torpecracia / brutocracia que se nos ha enseñoreado o del ciudadano común.

Cuánto se hipoteca el futuro también al no incorporar a la cualidad preventiva sobre carriles plurales, abiertos, inclusivos, contributivos; libres de ucases deterministas, lineales, gestados fuera de la realidad y a despecho de ella. Porque más allá de lo constitucionalmente establecido, o de lo que hasta los "peritos" instituyen, a la sociedad hay que visitarla, interrogarla, penetrarla hasta sus entrañas en todo momento para conocer los procesos que se gestan resultado de toma de decisiones no siempre asentadas en el conocimiento real de lo que acontece6. Tomarle el pulso al país, pasa por interrogar perennemente a la diversidad existencial real y aproximarnos lo más cercanamente posible, a las múltiples salidas que en lo individual se gestan, ante una acumulación de problemas y de recurrentes soluciones que no los resuelven en los micros escenarios sociales, y donde las salidas individuales o grupales son insospechadas.

Es acertado insistir siempre en los modos de interacción, en las zonas intermedias decisivas adonde no se ha llegado y donde los complejos procesos de interacciones humanas, se comunican, se corresponden, se hibridan en una mixtura de expresiones constitutivas de identidades que sobrepasan a las conocidas, en particular en ambientes donde la pobreza y las desigualdades comienzan a ser cada vez más profundas en ese desconstruir valores compartidos y construir los propios cosificados7. Evocando a Ortega y Gasset, "No sabemos lo que pasa, y eso es lo que pasa". En lo que también incide, de conformidad con Virgilio Piñera, "La maldita circunstancia del agua por todas partes me obliga a sentarme en la mesa del café. Si no pensara que el agua me rodea como un cáncer hubiera podido dormir a pierna suelta" (Piñera, 2011, p. 29).

En este punto es probable que necesitemos un ejercicio de introspección muy profundo, un mirarnos en sí mismos, sin que el resultado de tal ejercicio culmine descalabrándose por los altavoces de la memoria histórica individual y menos aún colectiva, probablemente los silencios, a veces más enjundiosos que las palabras concurran a una praxis más eficaz, más afectiva. Para de esta manera rescatar en primera instancia, un sentido común e individual que no se autoniegue, al negar que también sé es parte del absurdo, de un absurdo que nos supera mental y realmente, ya que los deslices hacia él se nos hacen imperceptibles en sus praxis internalizadas, continuadas, que nos abducen constantemente. Ya que como legara Martí: "¡No es hombre honrado el que desee para su pueblo una generación de hipócritas y de egoístas! Seamos honrados, cuesta lo que cueste. (…) Sólo las virtudes producen en los pueblos un bienestar constante y serio" (Martí, 1953, p. 678).

Para prever ante los procesos mundiales y nacionales que es entrecruzan, que no podemos desconocer, que se conectan hasta cuando se imitan, que existen por mucho que la presencia de dichas realidades ponga en duda preceptos esenciales de los que se ha hecho galas durante muchos años, trátese de las desigualdades, la pobreza, la prostitución, la corrupción entre una diversidad de ellos, es que se insta a reconocer su existencia, que se indaguen conectivamente, que se enseñen sus causales reales en las aulas incorporados a los programas docentes, porque estos asuntos no se resuelven, no se ventilan en el entramado social sólo desde las leyes o apoyos macrosociales institucionales que a veces la población ni conoce, es preciso adentrarse en la realidad existencial de cada cubano inmersa en la experiencia histórica en que vive y cómo la convive.

Y es que esas similitudes problémicas, dentro de sus peculiares contextos, hoy ya universales, van confluyendo en escalas en ascenso de organicidades en el tejido social que maximizan ingresos en un mundo de finanzas en quiebras a perpetuidad, y donde por añadidura, los patrones culturales que le reproducen actúan y retroactúan planetariamente dentro de una multiplicidad de prácticas autocambiantes, de la que Cuba no está exenta. Por eso escribo para juntar los pedazos -en palabras de Eduardo Galeano-, para llegar a todos, para que el análisis a posteriori deje de enseñoreársenos y demos curso a estudios simultáneos de los procesos en que se existe. La asunción de los problemas en Cuba siempre ha resultado tardía, porque todo el proceso de nombrar las cosas y/o acaecimientos es a posteriori, a veces hasta hay que esperar que desde lo más alto de la pirámide política se nombre o describa lo que sucede para ocuparnos de ello, no sin antes saber -con sus implícitas advertencias- que no puede olvidarse la hechología gloriosa que nos acompaña antes de emitir criterios "descontextualizados" o "exagerados" como usualmente ripostan los apostatas del des-saber sobre todo aquello que sucede ante nuestros ojos, y ante los que a veces, volteamos el rostro porque sus honduras lastiman la mirada.

Sin lugar a equívocos, las revoluciones y los hechos trascendentales que le acompañan marcan virajes existenciales en la sociedad en que acontecen, abren espacios a nuevos empeños, pero ellos por sí mismos no logran las emancipaciones anunciadas, ni con altavoces lo que se anuncia y se anuncia echa raíces en la convivencia. Y es que no se puede seguir repitiendo en el orden analítico el deslumbramiento en términos de posibilidades hechológicas, desde aquello que Zemelman alertaba: "La política -o los nuevos hechos políticos, económicos y sociales destaca esta autora-, parece ser la encarnación misma de una utopía añorada que resulta, inesperadamente, ser parte de la misma realidad. Se nos ubica en una inercia, como si la realidad constituyera un túnel fuera del cual no cabe pensar ni soñar" (Zemelman, 2000, p. 6). Urge dinamizar la comprensión de lo social, de sus procesos en las diversidades humanas de internalización, de apropiación, y en todas las conflictuabilidades y mixturas que se verifiquen.

A no dudar, los actores que narran esa historia vivida ven en esos momentos -porque así lo sintieron- toda la emotividad de los impulsos por lo que hacían y cómo lo hacían, "se sienten históricos", en palabras de Fernando Martínez Heredia, con toda la afectividad de participar en la gestación. Pero es probable que en esas ingentes faenas se pierdan procesos de germinación de otras realidades que derivan en hegemónicas, que sólo pueden ser procesadas a posteriori, y es que es difícil ir a tiempo Tras el búho de Minerva…

Es típico que la explotación del hombre por el hombre en abstracto -en su multiplicidad genérica de planteos, en particular en la isla- repetida sin conectar a las complejas realidades, despersonalice pistas que estamos llamados a develar, a indagar, a socializar. Porque mi país no es sólo la isla, "Patria es humanidad" al decir martiano, y los modos de depredar la vida no se jerarquizan han de enseñarse, preverse y sentirse tal cual son. Sobrecogen los rangos culturales de entendimiento de la "libertad" en muchos de mis congéneres, en especial, de lo que debe o no debe saberse, de anuencia con las jerarquías de importancia que la meritocracia y su cientificismo abstracto determine, en correspondencia con la uniformidad y centralidad de "conocimientos" que portan e imponen a la sociedad.

Obrar con tales dilemas en el "ejercicio de pensar", tensa lo que se quiere decir en grados insospechados para cualquier autor. Se produce entonces un debate interior, extremadamente íntimo entre la convicción de que "La palabra no es para encubrir la verdad, sino para decirla"8 (Martí, 1953, p. 400) y la búsqueda de las palabras precisas que revelen los simas de la trama humana donde vivo; porque más que teorizar sobre esos procesos "socialistas" y de "democracia" en abstracto, sobre lo que se medita aquí es acerca de las huellas que han dejado en la sociedad, en cada cubano y en cada cubana en ese deshacerse y rehacerse a perpetuidad, ya que en palabras de Martí

(…) el que, por miedo a la verdad y al necesario sacrificio, contribuya a sostener, contra su propia opinión la esperanza hueca de un país (…) en una política sin pan ni porvenir, en una política sin seguridad y sin honor, en una política de quiebros y de bofetadas, ese es culpable de veras, porque es desleal. (Martí, 1953, p.401)

En tal sentido, y en plena coincidencia con Hugo Zemmelman, interrogamos a la sociedad y a nosotros mismos en cuanto a:

Para ver realidades nuevas hay que necesitarlas. Para forjar utopías se requiere de esta necesidad por una realidad diferente, lo que supone reconocer a esta, saber distanciarse de lo establecido. Simplemente eso: distanciarse. Hay que saber reconocerla. Pero, pregunta: ¿reconocemos a la realidad que nos circunda?

Reconocer a la realidad significa algo más que conocerla. Exige saber ubicarse en el momento histórico que se vive, el cual es una forma de asombro que obliga a colocarse en un umbral desde el cual poder mirar, no solamente para contemplar sino también para actuar; la utopía, antes que nada, es la tensión del presente9. (Zemmelman, 2000, p. 111-118)

Distanciarse de lo establecido, es mucho más que distanciarse de lo repetido que se transfigura con supuestos ropajes "nuevos" siempre en lo mismo, asfixiando de esta manera al pensar y al hacer -diverso por excelsitud- con apelaciones recurrentes, casi insólitas de lo que los canales decisores y sus cancerberos entienden por "momento histórico" desde fuera y a despecho de la vida cotidiana real. Y es que en palabras de Martí: "El problema de la independencia no era el cambio de formas, sino el cambio de espíritu" (1953, p. 109). De esta suerte el asombro - al que se refiere Zemmelman- que obliga a colocarse en un umbral desde el cual poder mirar, no solamente para "contemplar", coincide con las valoraciones de Medardo Vitier cuando apunta: "Necesitamos una enseñanza -y una investigación, sostiene esta autora- que perturbe, para que entre todos desintegremos las fuerzas del mal y la torpeza. Y esto sin que, por otra parte, se preconice la violencia" (Vitier, 2002, p. 290).
Son tiempos, en que para unos sobra y para otros no alcanza el tiempo. "Abrir los ojos es romperse por el centro" (Lezama, 2002, p. 62). Pero, no se puede "retroceder". Es preciso al menos, provocar a partir de un ejercicio investigativo que insinué y no enclaustre. En el que, por la propia naturaleza de su construcción no concluyente, conmueva a una reflexión de los procesos históricos como transcursos perpetuos de construcción y autoconstrucción múltiple y no desde linealidades, posibilismos y determinismos asociados a un mundo en el que los modelos mentales se han construido cronísticamente desde la unidireccionalidad, unidimensionalidad y la estática. En donde, por adición, la gestación del pensar y actuar preñados e interconectados de nuevos contenidos reales de comprensión compleja de la vida, aún no cuajan en ese andar y desandar de las Ciencias en general, y de las Ciencias Sociales en especial (Vilá, 2009, p. 43).

La intelección de la transitoriedad de todas las formas de vida, no simboliza la desnuda y chata incertidumbre que tanto intimida, en la que nos han adoctrinado en temer. Quizás sea ella, el continuum interactuante que nos coloca en los principios a perpetuidad, que nos convoca en pensar en hacer, sin que ambos entendimientos obren cual dicotomías insalvables o mezcolanzas impropias, ya para las "criaturas de islas"10 o de tierras firmes. La búsqueda de caminos es inédita e incierta.

En tal sentido, la argumentación necesaria, -puede y de hecho- se encuentra también en la literatura o en cualquier manifestación artística, cuestión esta que una buena parte de los científicos sociales, naturales o viceversa en su "purificación" de enfoques obvian o subvaloran, aunque se digan paladines de lo contrario hasta en lo que escriben. Así las cosas, en una excelente explicación de estos fenómenos Antón Arrufa nos enseñaba:

Tenemos el hábito de recurrir a incompletas polaridades, como si fuéramos víctimas de una maquinaria mental dominadora e impositiva. Apenas hemos avanzado a las categorías disociadoras e indistintas de la filosofía clásica. Quedan fuera modos de interacción zonas intermedias decisivas donde tales polaridades, en apariencias absolutas, se comunican y corresponden. Me doy a imaginar una época en la que seamos capaces de realizar conjunciones transformando estas categorías duales en algo complejo, en una fluencia, un continuum. ¿Será posible? (Arrufat, 2005, p. 15-16)

Por tanto a lo que nos abocamos es a un examen de las dinámicas culturales aprehendidas en sus conexiones internas y externas activas, donde culturas y ciencias no sigan siendo asumidas cual dicotomías insalvables, pues el resultado de ello sería el cisma de la identidad. Se coloca para ello, en su centro, un ámbito no desarrollado en Cuba en un sentido totalizador, y a su vez mediador e intercomunicador, como meditara Arrufat, como lo es la transtransición. Se intenta responder con el mismo, desde una memoria histórica activa -actuante- y no simplemente declarada, al apremio de creación inédita martiana de:

Depende esto, entre otras cosas, de las vagabundas y ambiciosas facultades imaginativas de los hijos de América, y de la falta de teoría para el ejercicio de la libertad. Somos libres, porque no podemos ser esclavos: nuestro continente es salvaje, y nuestra condición es el dominio propio; pero no sabemos ser libres todavía. (Martí, 1953, p. 386)

Lo que nos emplaza por ende, a proveerle textura cubana a la condición de transtransicionalidad desde las honduras que nos son propias, y no injertadas o autoinjertadas como hierba mala que da curso al espíritu de colonia calada a tuétano de hueso aún en nuestra tierra, hoy asociadas más a nuestros modelos mentales y a la improvisación que peculiariza la praxis.
Cuando la partícula humana se diluye en la multitud, queda a merced de ella.

"Y, ¿quién ha de culpar estos defectos meramente formales? Los que saben cuán estrechos son para el hombre los medios de manifestación humanos; los que se miran obligados a empequeñecerse por el empequeñecimiento general; los que reducen las proporciones de su ser hasta los de la comunidad en que se ahogan y en que tienen que vivir; los que descienden de sí mismos porque la vida real es la identificación del individuo con la masa social en que se mueve; los que apretaron los labios para impedir el paso a la atrevida forma de un pensamiento que sintieron grande, porque la grandeza se convierte en ridículo cuando se produce en una atmósfera pequeña, estos comprimidos, estos sofocados, estos ahogados, éstos son los que saben bien las nebulosidades luminosas que se esconden en las imperfecciones, en las estrecheces, en las vacilaciones de la forma. (Martí, 1953, p. 893)

Sin lugar a dudas, el país ha atravesado por profundas y aceleradas transiciones sociales. Sin embargo, la cualidad como novedad o no-verdad que de cauces a transiciones culturales de mayores alcances y complexiones está por hacerse, por construirse. Por cuanto, esas mismas transiciones desplegadas en ámbitos no siempre conexos, o meditadas con mayor mesura por todos, quedarían inconclusas sin el acabamiento cultural que es pertinente ir labrando en ese estar siéndolo y haciéndolo aquí y ahora enhebradamente con el pasado; como "Razón de ser"11 -al decir de Alejo Carpentier- de seres vivos, activos, no desmembrados espiritualmente.

La raigambre más íntima a reorganizar, pocas veces observada, aunque constituya eje de las cualidades de cultura que urgen fraguarse, apunta al interior de los individuos insertos, interactuando multidimensionalmente en el sistema de relaciones en que se desenvuelven y viceversa. Tal posicionamiento ha sido reiterado por esta autora en más de una publicación, pero el énfasis en lo interior de las individualidades sigue quedando a la zaga, cuando no subestimado o asumido a partir de una postura automaticista -que raya en una simplonería risible-, la cual se arroga la capacidad de "inculcar" -o mejor vacunar- a las personas del "deber" ser, ese el que va a lograr los "resultados esperados". ¿Esperados por quiénes? ¿Delineados por quiénes? Lo que es en sí mismo, un deber ser fraguado desde fuera de la propia connatura humana. Si un proyecto o una sociedad se proponen ser inclusivos tienen que estar siéndolo, haciéndolo desde los pronósticos a la realización posible y vivible, de otra manera solo serán declaraciones hueras, de incluso, hasta las supuestas "mayorías".12

Sé es de la consideración, que el legado cultural que nos asiste junto a la creciente producción de los contemporáneos, de plantear-nos se convierta verídicamente en sus fuentes originales y sin intermediarios en sostén de cada cubano, en necesidad interna de un modo de existencia común, asumidas todas ellas en su controversial movimiento, podría contribuir a transiciones culturales efectivas. Lo otro sería una recurrencia de ciclos asfixiantes que llegan autonegar la memoria histórica viva, la identidad que les da cohesión.

Acá también cabría cuestionarnos marcando rumbos que son desconocidos, ¿por qué el legado vivo, crítico, repleto de metáforas que activan y desarrollan la imaginación a lo largo de los anales de la historia del pensamiento cubano no toma cuerpo en los canales decisorios y hacedores en materia cultural a todos los niveles, más allá de las frases de salón totalmente desconectadas hasta de por qué se dijeron en sus momentos, y de conformidad con ello, que desvalores contienen sus recurrentes ausencias? La cubanía se vive o no se vive. Poéticamente explicándolo -que es cubanamente científica- "¿A qué amar la estrella en el lago? ¿A qué tender la mano hacia la frágil mentira del agua? Mendigo de bellezas, buceador de esperanzas, mira que sólo la verdad es digna de tus sueños: sé fuerte alguna vez y apedrea la estrella que no existe en el agua falaz y brilladora" (Loynaz, 2002, p. 105).

En tal sentido coincido con Alicia Conde cuando sostiene: "Un plan de estudios puede hacer fecunda a una sociedad o puede retrasarle hasta límites insospechados. El espíritu de cambio se torna entonces regresivo que es decir decadente, involutivo. Deja de ser" (Conde, 2009, p. 9). Y tal aspecto de extrema significación es subrayado también por Medardo Vitier al sustentar: "un método para pensar afecta, en sus resonancias, toda la estructura de una sociedad y puede alterar una época"13, (Vitier, 2002, p. 272) el cual descansa a su vez, como legado vareliano de nuestras esencias, de los imperativos históricos formacionales de la nación.

Ambas alertas, entre una variedad coincidente con ellas en nuestra herencia cultural me hace aseverar como docente activa hoy y por sobre la "herejía" que planteo, y es que soy capaz de cambiar algunos errores ortográficos -sin subestimar u obviarlos- por una sola idea, una solita propia, auténtica libre de la inopia de repetir, de la pobreza de copiar, del absurdo de sobresalir por tener acceso a tecnologías que otros no alcanzan que se abrazan como propias y se generalizan como "novedades", "creaciones", las cuales se esparcen como las hojas desprendidas de los árboles en otoño y son arrastradas por los vientos en todas direcciones, asentándose e incorporándose a la madre tierra como nueva materia inorgánica profundamente "nutritiva". Bajo tales designios comportamentales las fantasías velan a la realidad; una realidad que marca sus pasos en el reloj social en un ambiente de hiper cyber conceptualización falso que ofende a la inteligencia y denigra la cubanía.

Acá también incide una pérdida en la formación de un profesional competente, entendiendo por ello eficacia y afectividad como sus pilares esenciales la que es imposible gestarse en ambientes super-espacializados, acostumbrados por la atomización de sus desempeños "a enseñar lo que dicen que tienen que enseñar y punto". Todo lo cual excluye la imbricación orgánica de ciencias y cultura en los profesores que le es consustancial si de profesionales se trata14.

Es difícil encontrar a un docente hoy -salvo aquellos que se desempeñan en centros de formación de las artes-, que conecte en los procesos objeto de análisis a una obra de arte para visualizar o dar rienda suelta a la imaginación de sus educandos y viceversa. Sucede, con más frecuencia de la que debiera, un descenso del nivel teórico y del lenguaje culto en la exposición de los problemas objeto de reflexión, como si el lenguaje científico o instruido fuese el mismo o muy parecido -aunque no lo "aparente"- del que pulula por las calles, dando lugar con ello a un cantinflismo que asfixia el intelecto y la propia vida15.

Así, entre algunas de las razones más esgrimidas para excusar esto se encuentran: porque las personas llegan a los diferentes niveles de educación o de instrucción -según sea el caso- con muy poca preparación para lenguajes "barrocos" -porque como siempre, y pienso en Lezama u otros egregios cubanos, lo culto cuando no se entiende es barroco, lo que implica que ni saben qué es barroco-, o lecturas profundas que son incapaces de entender. O, por "los apremios del tiempo para vencer explicaciones de honduras". O, porque "siempre se ha hecho así y el tiempo apremia para dar respuestas a las tareas que nos solicitan"; lo que origina al final, que los "cambios" que se verifiquen sean de formas y no de contenidos16. O, -y esta expresión es la más funesta ya que generalmente corre por los pasillos o se respira entre líneas por las señales implícitas que le acompañan- "porque las personas ya no están para eso".

Los procesos degenerativos y de empobrecimiento que contienen las expresiones antes enunciadas evidencian que las llamadas "sorpresas" que las realidades exhiben, no son más que ausencias flagrantes de los desempeños científicos y culturales, para las que no existen ni siquiera intentos autoexplicativos por sobre las disposiciones o autolimitaciones que imponen no sólo camisas de fuerza a los saberes, sino que propenden por su permanencia, a la conversión de una buena parte de la comunidad científica y promotora de cultura17 en un conglomerado que pudiendo, no alcanza a tener incidencia en el rumbo social. Dado que funcionan, entre otras variantes, desde los ucases o auto-ucases de la costumbre que estipulan qué se debe enseñar, investigar o cómo deben transcurrir dichos procesos a despecho del tiempo transcurrido y de lo muy "criticado" del asunto. Sin menospreciar por cierto, el acomodamiento mediocre a lo indispensable que también campea dentro de un ambiente donde el potencial científico-cultural no es potenciado, entre otras posibles explicaciones.

Por eso, ante la magnitud del desempeño que tenemos por delante como científicos sociales responsables, resulta un insulto a la inteligencia continuar escuchando impasiblemente en eventos u otras actividades afirmaciones que intentan coartar todo análisis que promueva a cambios de manera diferente a las atávicas formas -retocadas o sin retocar- en que esos procesos han discurrido en Cuba. En consecuencia, por ejemplo, ante el supuesto aplanador planteo de que, en nuestro país "el "Marxismo" no tiene problemas, sino sus profesores, investigadores, promotores o algunos de ellos que no cumplen con lo estipulado"… sostenido frente a posturas de análisis crítico como las se despliegan aquí mucho más generales -porque es un problema más general- sólo puede alcanzar eco dentro de escasísimos círculos de "enseñadores rutinarios, que llegan a llamarse a sí mismos cuerdos y prudentes" (Martí, 1953, p. 923).

Semejantes "complacientes" afirmaciones, incluso ante un conocimiento elemental, o primitivo del Marxismo se caen por su propio peso, pues la supuesta divisoria ciencia -sujetos de la actividad y construcción científica, ya de una sociedad alternativa al capitalismo, o del tipo que sea, no puede producirse más que en sus esclerosadas y afiebradas cabezas. Por eso,

La ignorancia mata a los pueblos, y es preciso matar a la ignorancia. El fanatismo contribuye al enervamiento, y es preciso extinguir el fanatismo. La creencia ciega en verdades no probadas, y que no tienen medio humano de probarse, destruye la dignidad de la inteligencia y la del carácter. Es preciso fomentar el estudio de las ciencias como vía única para el conocimiento de las verdades. (Martí, 1953, p. 923)

¿Qué hacer hoy desde el estado real -no imaginario- del país?, a dónde va Cuba y los cubanos todos, pues, los fragmentos están por doquier, son connatura del sistema cultural mundialmente hegemónico, algo así a como expusiera Eduardo Galeano, en El libro de los abrazos, "Un sistema de desvínculos: para que los callados no se hagan preguntones, para que los opinados no se vuelvan opinadores. Para que no se junten los solos, ni junte el alma sus pedazos" (Galeano, 2000, p. 50). A su vera y asumiendo diversos rostros se esparcen por el mundo, se desintegran y llegan a perecer en una lógica aislacionista profundamente antihumana. Allí, también se encuentran, originales en su originalidad propia, los de Cuba y los de cada cubano en sus heterogéneas y controvertidas transiciones.
"Al imán", es el clamor -consciente o inconsciente- de todos los que experimentan el aislacionismo típico de la civilización contemporánea. De aquellos, que marchan con un poco de luz en la frente, que se proponen rescatar, en azarosa marcha resplandeces, desde una identidad que pugna que frunce el ceño a fuerza de quebrarse cada día, ante un porvenir que se cuece desde fuera, a despecho de nosotros mismos y además, fraguado por nosotros mismos, dado que se asienta en componendas históricas colectivas, donde lo inaudito pulula como cotidianidad en una búsqueda por sobrevivir a toda costa y a todo costo.

¿Qué elementos constitutivos en crecimiento perdurable conforman el imán cubano hoy? ¿Qué conexiones, pueden brindar la textura y consistencia articulativa que tanto impelen las circunstancias de ahora? Sí de porvenir transitable construible hablamos, y no solamente de un presente por un presente, de un imaginario por un imaginario, que puede generar -y que genera a ritmo de tumbadora por doquier- vaciamientos, empobrecimiento espiritual, crisis de credibilidad, hasta de las potencias vitales que nos pueblan; desde una identidad que se niega a la vitrina, que se autoniega en las formas en que ha sido asimilada, pues busca asidero, intervincularidad en cada partícula humana presente en la experiencia en sus mixturas hibridas simbólicas y populares18.

Al imán, retorna a la identidad -no puede ser de otra manera- , la rescata en su originalidad y simultaneidad fecundante. Religa los análisis producidos por los anales y la actualidad del pensamiento cubano, incluyendo su producción literaria que generalmente queda fuera del análisis científico natural, social, y viceversa.

Encontrar nuestras formas y cauces a partir de las dinámicas existentes en conflicto y crecimiento -"continuidad que interroga" e "interrupción que responde"-, capaz de favorecer a su vez una creación propia, vinculante, incluyente; hábil en evadir ya por premura, desconocimiento o por modelos mentales de rechazo o reverencia absoluta a lo foráneo que se nos tamiza por hendeduras impensables, entre otras variantes que retroactúan -lo queramos o no-, he ahí el lance a dirimir hoy; ya que como sugería Fina García Marrúz en su célebre Dos cartas, "No fue con un discurso como la luz se hizo ni como se ordenaron las tinieblas".

 

REFERENCIAS BIBLIOGRÁFICAS:

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RECIBIDO: 16/05/2015
ACEPTADO: 11/11/2015

 

 

Dra. Dolores Vilá Blanco. Facultad de Filosofía e Historia. Universidad de La Habana. Correo electrónico: dvila@ffh.uh.cu

 

 

NOTAS ACLARATORIAS:

1 "Ese centro, ese lugar desde el que se piensa será el orden en la racionalidad moderna, el orden como dispositivo de clasificación y modo de control, que otorgan seguridad. (…) Ese orden basado en la clasificación era requerido por el rigor científico. El rigor empieza por definir de qué estábamos hablando, y esa definición fue llevando a la ciencia a la construcción de los casilleros en los que se subdivide el saber hasta una hiper-especialización, fragmentación y dispersión tal de los saberes hasta hoy que conduce a no poder pensar nada en términos de lo humano. La hiperespecialización de los saberes ejerce una fuerte violencia simbólica sobre los saberes de la experiencia social convergiendo sobre los otros modos de violencia que vivimos en el mundo". Bauman, Zigmun 1993, Modernidades y ambivalencia, Jorque Zahar ed., Rio de Janeiro, pág.5.
2 En un extenso análisis que se adentra en las herencias del pensamiento aristotélico hasta la actualidad, y los vicios que persisten por doquier en las culturas implicadas, Hawking y Modlinow puntualizaban: "Así, enfocó sus esfuerzos hacia las razones por las que las cosas ocurren e invirtió relativamente poca energía en detallar con exactitud lo que estaba ocurriendo. Aristóteles modificaba adecuadamente sus conclusiones cuando el desacuerdo de éstas con las observaciones era tan flagrante que no podía ser ignorado, pero sus ajustes eran a menudo ad hoc que hacían poco más que tapar las contradicciones. Así, por muy claramente que una teoría se desviara de lo que ocurre en la realidad, siempre podía alterarla lo suficiente para que pareciera que el conflicto había sido eliminado". Hawking, Stephen y Modlinow, Leonard, 2011, El gran diseño, http//:www.epubgratis.net/, pág. 13-14.
3 "En su actitud teórica, la metafísica y el dogmatismo se combinaban curiosamente con el positivismo. Esta suma teórica presentada como concepción del mundo y ciencia de las ciencias, podía tener aspectos atractivos para lectores noveles, quizá porque la razón parecía confirmar a la fe. Lo más dañino fue que constituyó un método, una práctica política para muchos convencidos, ni tan siquiera vencidos, incluidos algunos muy cultos. "Era un dogma intangible y, por tanto, no discutible". Martínez Heredia, Fernando, 2010, El ejercicio de pensar, Ruth Casa Editorial, Editorial Ciencias Sociales, La Habana, 2da edición, pág. 21-23
4 "A fin de cuentas, el error de "la falacia socrática" consiste en dar un poder excesivo al conocimiento del bien y del mal, como si éste viniera inculcado por aquel "árbol de la ciencia" que tentó a Adán y a Eva. No basta con conocer el bien, éste debe preocuparnos, interesarnos, emocionarnos, para que la voluntad lo quiera sin titubeos. Construir la ética sobre la base del conocimiento ha sido un error de la mayoría de las teorías de la moral, porque como dice Virginia Held, deja sin respuesta la pregunta "aun sabiendo lo que debo hacer, ¿Por qué debería hacerlo?" Da por supuesto que el conocimiento motiva la acción, pero en cuanto reconocemos la capacidad de la voluntad para desafiar los dictados de la razón o los consejos del conocimiento nos quedamos con el vacío entre el conocimiento y la acción, un vacío que no llenan las teorías que ven a la ética como una rama del conocimiento objetivo". Camps, Victoria, 2011, El gobierno de las emociones, Pensamiento Herder, S. L., Barcelona págs. 49-50
5 "Sin embargo, este hegemónico reconocimiento -para situarlo como problema- es un reconocimiento históricamente construido que obliga a ejercer la crítica sobre el concepto mismo de ciencia, como también sobre la noción de crítica, inscrita en la estructura explicativa y cuestionadora de la ciencia misma. (…) En ese sentido, hablar de cultura científica, exige hacer referencia a un conjunto de representaciones colectivas, creencias que penetran la matriz básica de una estructura de conocimiento, estilos cognitivos y giros semánticos y de lenguajes, que una comunidad científica institucionaliza como parte de su identidad. (…) En realidad, parte de la crisis de la ciencia no está solo, como dice Luria, en "las aplicaciones imprudentes del conocimiento científico", sino en la estructura del proceso del conocimiento mismo. Dicho de otra manera, no solo es una crisis de vínculos de la ciencia con la sociedad (interés), sino que es también una crisis desde adentro, de la propia estructura del conocimiento y que descansa en ese conjunto de creencias que hunden sus raíces en la matriz básica de la ciencia (conocimiento)". Adames Mayorga, Enoch, 2007, "Hegemonía y cultura científica: base para un debate entre ciencias", http://bibliotecavirtual.clacso.org.ar/Panama/cela/20120718101456/hegemonia.pdf, pág. 10-12.
6 "Tanto la tendencia hacia una distribución más equitativa de las riquezas entre la población, en favor de los sectores más pobres, como los importantes logros obtenidos en el desarrollo social, […] sustentaron la tesis sobre la erradicación de la pobreza en Cuba. […] El consenso en torno a ella limitó los estudios sobre el tema durante varios años, hasta que se configura un nuevo contexto durante la crisis económica de los noventa. […] Sin embargo, esta situación, aunque acentuada durante la crisis económica, tiene antecedentes más tempranos". Zabala, María Del Carmen, 2010, Familia y pobreza en Cuba. Estudios de casos, Publicaciones Acuario, La Habana, págs. 81, 85 (énfasis propio).
7 "En entrevistas y observaciones realizadas se ha podido listar un amplio conjunto de estrategias familiares, no exclusivas de este período, pero si novedosas por su extensión y legitimación social, hayan sido o no tradicionalmente consideradas correctas, desde el punto de vista político o moral. El repertorio incluye: migración interna y externa (definitiva o temporal y puede incluir, o no, establecer una cadena de migraciones familiares sucesivas.; casamiento con personas, nacionales o extranjeros, que pueden proporcionar ascenso económico; desempeño de actividades en el sector no estatal, legales o ilegales, y creación de pequeños negocios familiares; venta en el mercado negro de productos de orígenes y calidades variadas; empleos múltiples; utilización del trabajo estatal formal para apropiarse de recursos y venderlos en el mercado negro; trabajo doméstico; subcontratación ilegal en actividades estatales ventajosas, especialmente del turismo y la gastronomía; oferta ilegal de servicios a turistas y extranjeros en general; alquiler de casas, habitaciones y espacios en el hogar; servicios de transporte varios; utilización mercantil privada de bienes e instalaciones estatales". Espina Prieto, Mayra, 2008, "Desigualdad y política social en Cuba hoy", CIPS., Mayo 27-29, pág. 6 (énfasis propio).
8 En esa misma página afirmaba: "Cuando se habla en nombre del país, -o se dice lo que de veras dice el país, o se calla. (…) O se habla lo que está en el país, o se deja al país que hable". Martí, José, 1953, "Ciegos y desleales", Patria, New York, 28 de Enero 1893, Obras completas en 2 Tomos, Tomo 2, Editorial Lex, La Habana, pág. 400.
9 Zemmelman, Hugo, 2000, "Conocimiento social y conflicto en América Latina. Notas para una discusión", en OSAL (Buenos Aires), No. 1. Junio. Págs.111 y 118.
10 Véase la caracterización contenida en el poema de Dulce María Loynaz, "Criaturas de Islas".
11 "(…) quién es, qué es, y qué papel habrá de desempeñar, en absoluta identificación consigo mismo". Carpentier, Alejo, 2007, Razón de Ser, Editorial Letras Cubanas, pág. 10.
12 "Hay que distinguir, pues, entre aquellas situaciones que dañan y perjudican a otros y las situaciones que se rehúyen solo por miedo a ser contaminado por algo que sencillamente disgusta o que no dañan al individuo, sino a un dios, a una cultura, a una tradición o a una identidad que se venera por encima incluso del sentir de los individuos que pertenecen a ella. Tomar ese punto de vista como fundamento de la regla es, en efecto, aberrante. (…) La vergüenza a la que se refiere Nussbaun es una "vergüenza primitiva", un sentimiento de fracaso por no alcanzar el estado supuestamente ideal porque así lo establece la mayoría. Lo que hay que preguntarse es quien ha definido ese estado ideal -ese "florecimiento humano"- y con qué fines" Camps, Victoria, 2011, El gobierno de las emociones, Herder, S. L., Barcelona, pág. 115 y 117.
13 Vitier, Medardo, 2002, Las ideas en Cuba. La Filosofía en Cuba, Editorial Ciencias Sociales, la Habana, pág. 272. Dicha expresión aparece en más de un momento en la obra del ilustre pensador cubano, en especial en la pág. 245 cuando apunta: "Por eso escribí en el Prólogo a la Micelania, reeditada en 1944 por la Universidad de la Habana: "No entenderá al profesor del Seminario quien no vea que no se proponía solo enseñar, sino mostrar el método del pensamiento científico". Y después: "Un método para pensar (que fue en esencia el mensaje de Varela) afecta toda la estructura de una sociedad, de una época".
14 "No es suficiente enseñar a un hombre una especialidad. Aun cuando esto logre convertirlo en una especie de máquina útil no tendrá una personalidad desarrollada de manera armoniosa. (...) Tiene que alcanzar un vigoroso sentimiento de lo bello y de lo moralmente bueno. De lo contrario, la especialización de sus conocimientos lo asemejaran más a un perro adiestrado que a una persona de desarrollo culto y equilibrado. (…) Es asimismo vital para una educación fecunda que se desarrolle en el joven una capacidad de pensamiento crítico independiente, proceso que corre graves riesgos si se sobrecarga al educando con distintas y variadas disciplinas. La enseñanza debe ser de tal índole que lo que se ofrece se reciba como un don valioso y no como un penoso deber. Einstein, Albert, 1984, Mis creencias, http//:www.epubgratis.net/, pág. 44 y 45
15 "La primera libertad, base de todas, es la mente: el profesor no ha de ser un molde donde los alumnos echan su inteligencia y el carácter, para salir con sus lobanillos y jorobas, sino un guía honrado, que enseñe de buena fe lo que hay que ver, y explique su pro lo mismo que el de sus enemigos. Para que se le fortalezca el carácter de hombre al alumno. Que es la flor que no se ha de secar en el herbario de las universidades (...) En la que ninguna metafísica se ha de enseñar, ni de la de la ideología, ni la de la ciencia". Martí José, (1963-1973) Obras Escogidas en 28 Tomos, Tomo II, Editora Nacional de Cuba e Instituto del Libro La Habana, pág. 348.
16 "El problema de la independencia no era el cambio de formas, sino el cambio de espíritu", Martí, José, 1953, "Nuestra América", "El Partido Liberal", 30 de Enero de 1891, Editorial Lex, Edición del Centenario, pág. 109.
17 Para hacernos entender aún tenemos que explicar desde las polaridades o especialidades en que hemos existido y existimos, las cuales operan en este escrito como distinciones "metodológicas" de un pasado cognitivo que aún prevalece. (Nota de la autora).
18 "Los pueblos como los hombres, no se curan del mal que les roe el hueso con mejunjes de última hora, ni con parches que les muden el color de la piel. A la sangre hay que ir, para que se cure la llaga. O se mete la mano en lo verdadero, y se le quema el hueso al mal, o es la cura impotente, que apenas remienda el dolor de un día, y luego deja suelta la desesperación. (…) Hombre es el que le sale al frente al problema, y no deja que otros le ganen el suelo en que ha de vivir y la libertad de que ha de aprovechar. Hombre es quien estudia las raíces de las cosas. Lo otro es rebaño. (…) De nuestras esperanzas, de nuestros métodos, de nuestros compromisos, de nuestros propósitos, de eso, como del plan de las batallas, se habla después de haberlas dado". Martí, José, 1953, "A la Raíz", "Patria", N. Y. 26 de Agosto 1893, Obras Completas en 2 Tomos, Tomo I, Editorial, Lex La Habana, Edición del Centenario, pág. 667.

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