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Revista Estudios del Desarrollo Social: Cuba y América Latina

versión On-line ISSN 2308-0132

Estudios del Desarrollo Social vol.5 no.1 La Habana ene.-abr. 2017

 

ARTÍCULO ORIOGINAL

 

 

El turismo internacional en Cuba en el escenario de relaciones con Estados Unidos.

 

 

The International Tourism in Cuba in the Scenario of Relations with the United States.

 

 

 

Dr. José Luis Perelló Cabrera

Facultad de Turismo, Universidad de La Habana, Cuba

 

 

 


RESUMEN: El artículo aborda el comportamiento del turismo internacional en Cuba en los últimos veinte años, bajo un escenario de confrontación y restricciones de viajes desde Estados Unidos. Presenta una síntesis de los antecedentes desde la primera mitad del siglo veinte y del período revolucionario. Analiza el grupo de medidas para el restablecimiento de las relaciones diplomáticas entre Cuba y EE.UU. y cuál ha sido su repercusión reciente en el escenario del sector turístico cubano, incluyendo el desempeño a partir de los indicadores de llegada de visitantes internacionales en los últimos años y las posibles tendencias para un crecimiento acelerado.

PALABRAS CLAVE: turismo, desarrollo turístico, Estados Unidos, Cuba.


ABSTRACT: The article approach the behavior of international tourism in Cuba in the last twenty years, under a scenario of confrontation and travel restrictions from the United States. It presents a synthesis of the antecedents from the first half of the twentieth century and the revolutionary period. It analyzes the group of measures for the reestablishment of diplomatic relations between Cuba and the United States. And what has been its recent impact on the scenario of the Cuban tourism sector, including the performance from the indicators of arrival of international visitors in recent years and the possible trends for accelerated growth.

KEYWORDS: tourism, tourism development, United States, Cuba.


 

 

Las relaciones entre los Estados Unidos y Cuba, desde el punto de vista del turismo internacional, son de vieja data y merecen un recuento de su desempeño a lo largo de más de un siglo de coincidencias y desafueros.
La capital cubana al iniciar el siglo XX, mostraría todas las contradicciones de una época caracterizada por la guerra y la intervención extranjera. Desde finales del siglo XIX se observaba un flujo creciente de estadounidenses, llegando con fines de negocios, aunque alegaban ir a pasear y admirar la naturaleza.
Paulatinamente se reiniciaron las construcciones hoteleras en La Habana Vieja. Al mismo tiempo comenzó a diversificarse la construcción de hoteles hacia otras áreas de la capital, fundamentalmente en la barriada del Vedado. En 1928 se inauguró el hotel Presidente y dos años más tarde, abrió sus puertas el Hotel Nacional de Cuba, institución insignia de la hotelería habanera. Desde Estados Unidos viajaron especialmente para la inauguración del Hotel, directivos de empresas que habían invertido fuerte durante los últimos años en Cuba y otras áreas del Caribe; pero sobre todo, el National City Bank, clientes con los que poseían infladas carteras de negocios y sabían de sus posibilidades de encontrar en Cuba un territorio para la expansión (Báez, de la Hoz & Martínez, 2015).
Buscando fomentar nuevos atractivos para el turismo, los gobiernos de turno fueron aprobando legislaciones que facilitaran los juegos de todo tipo. Las leyes de Estados Unidos de aquella época, como la Ley Volstead prohibiendo el expendio de bebidas alcohólicas, y la erradicación de los casinos contribuyeron a la gran afluencia de turistas a La Habana, donde podían beber y jugar sin restricción alguna. Se añadían casinos y otros espacios de juegos y eran numerosas las llamadas zonas de tolerancia. El conjunto de todo lo anterior presentaba a La Habana como el paraíso del libertinaje.
La crisis económica mundial desatada a partir de octubre de 1929 y la derogación, en 1934, de la Ley Volstead, impactaron con fuerza la actividad turística en Cuba durante los años 30. Fue a mediados de 1934 que un informe de la Foreign Policy Association, reconocía el potencial del turismo cubano, pero recomendaba cambios en esta actividad, orientándola más hacia la naturaleza, las playas y otras zonas. En síntesis, cambiar el patrón hasta entonces reinante en el turismo, alejándolo de los vicios (Villalba, 1993).
Como consecuencia de la depresión económica general, la eliminación de la Ley Seca en Estados Unidos y el estallido de la Segunda Guerra Mundial; en los tres lustros siguientes a 1930 la actividad turística se mantuvo interrumpida. El flujo de turistas hacia Cuba no se recupera hasta finales de la década del 40, una vez finalizado el conflicto bélico, que produce un crecimiento paulatino de la demanda turística y los ingresos a ella asociados.
Durante la década de los años 50 un conjunto de decretos y leyes incentivan la construcción de hoteles y casinos. Nuevamente La Habana, experimentó un acelerado proceso de desarrollo turístico, con nuevos hoteles dotados de grandes y lujosos casinos. En este escenario, los grupos económicos ilícitos estadounidenses controlaban y operaban este conjunto de instalaciones de juegos y hoteles.

Finalizando los años 50, recorrer La Habana permitía observar, sobre todo de noche, los lujosos hoteles y casinos, los grandes anuncios lumínicos eran símbolos de una ciudad de gran atracción. Sus majestuosas instalaciones turísticas daban la apariencia de un desarrollo pleno. Desde una posición privilegiada, la capital cubana exhibía la mayor dinámica económica de la Isla, reflejando la típica estructura de país subdesarrollado con estatus neocolonial, concentrando lo principal de la actividad económica. En todos esos años, se desarrolló un importante proceso de financiamientos para alojamientos turísticos, de inversiones en transportes, aeropuertos, puertos y en obras públicas. Los escasos recursos de inversión de la nación fueron, en gran parte, utilizados para otorgarles créditos blandos a los inversionistas extranjeros, en su mayoría norteamericanos.

El turismo internacional en el período revolucionario

El triunfo revolucionario de enero de 1959, trazó un rumbo totalmente diferente del turismo con la eliminación de los casinos, los juegos y los negocios ilegales. En esta etapa, los flujos de turistas internacionales sufrieron un fuerte descenso, como consecuencia del agravamiento de las relaciones con el gobierno de los Estados Unidos. Las recomendaciones a sus ciudadanos para que no viajaran a Cuba, debido a un supuesto estado de violencia existente en la Isla, fueron seguidas por medidas que inhabilitaban el pasaporte corriente de Estados Unidos para estos viajes, requiriendo un permiso especial y una licencia específica para cada viaje.
Los operadores de viajes canadienses, cerraron sus operaciones debido a presiones desde Washington, en poco tiempo los touroperadores franceses, británicos y belgas se manifestaron de la misma manera; y más adelante, cancelaron sus operaciones los operadores españoles (Quintana et al, 2004).
La década de los años 60 se caracterizó por la consolidación del turismo nacional, al brindar facilidades para el uso de los hoteles, las playas y demás centros de esparcimiento y recreación. También se comenzaron a recibir turistas de excursiones y paquetes provenientes de los países socialistas, principalmente de Europa del Este. El turismo internacional por grupos, al comienzo de su desarrollo, se realizó por medio de programas vendidos en el extranjero que incluían todos los gastos principales de pasaje, hotel, transfer, alimentación, algunos espectáculos y excursiones.
A partir del año 1972 comienza una paulatina reapertura del turismo internacional hacia Cuba. El entorno internacional se hizo más favorable; la Revolución Cubana, había sobrevivido su primera etapa, el bloqueo económico, comercial y financiero estadounidense, no había logrado sus propósitos. El aislamiento diplomático impuesto a Cuba desde 1962, comenzaba a desmoronarse, restableciendo los vínculos diplomáticos con Cuba, muchas naciones de América Latina y el Caribe. Al mismo tiempo, un turismo motivado por el clima comenzaba a fluir desde Canadá y varios touroperadores de ese país introdujeron algunos destinos cubanos en sus ofertas, con programas vacacionales y contrataron vuelos charters para ello.
Durante la década de los años 80, los mercados emisores occidentales continuaron sus operaciones con Cuba, alcanzando la cifra de 270.000 turistas en 1987. Habían transcurrido 30 años para alcanzar de nuevo el mismo número de turistas de 1957. A diferencia de entonces, casi ninguno provenía de Estados Unidos.
Con la saturación de las habitaciones hoteleras, un turismo nacional creciente y el resurgimiento del turismo internacional, se reanudaron las construcciones turísticas. En el período se construyeron 29 nuevos hoteles con 4.000 habitaciones, distribuidos en las capitales provinciales y los principales polos turísticos que mostraban las mejores playas.
En 1989, la infraestructura de alojamiento del turismo cubano contaba con 17.600 habitaciones; no obstante, la mayor parte de los hoteles se clasificaban en las categorías de dos y tres estrellas. Del total de hoteles en explotación, solamente 17 clasificaban en los rangos de cuatro y cinco estrellas.
La década de los años 90 se presentó con nuevas contingencias marcadas por el derrumbe del socialismo en los países de Europa del Este que comenzó a mediados del año 1989 y concluyó en diciembre de 1991, con la desintegración de la Unión Soviética; con los cuales la Isla tenía relaciones de dependencia económica y comercial.
En los años siguientes, la crisis entró en su fase más cruda: el Producto Interno de Cuba descendió un 35%, las exportaciones bajaron un 50%, las importaciones se contrajeron a una cuarta parte del nivel logrado en 1989; y la disponibilidad de petróleo era menos de la mitad, de su nivel habitual.
Cientos de miles de hectáreas de tierras dejaron de cultivarse por falta de combustible, fertilizantes, insumos y equipos agrícolas. La mitad de la capacidad industrial se paralizó, el transporte mermó rápidamente y la generación de electricidad disminuyó un 27%, tornándose inseguro el servicio eléctrico en todo el país.
Junto a la crisis interna que vivía la Isla, se fortalecieron las leyes del embargo económico, comercial y financiero: la aprobación de la Enmienda Torricelli, restableciendo la lista negra a los barcos que tocasen puertos cubanos, borrando toda posibilidad de desarrollar el turismo de cruceros; la Crisis de los Balseros que generó una imagen de caos y emigración masiva ilegal; el incidente del derribo de las avionetas y la inmediata aprobación de la Ley Helms Burton, que acrecentaron los temores y ahuyentaron muchos potenciales inversionistas. A todo este escenario se agregaron las acciones terroristas en algunos hoteles habaneros y otras instalaciones turísticas, con el propósito de crear el pánico, y que provocó la muerte de un turista italiano en el Hotel Copacabana.
La compleja y adversa situación descrita hacía pensar como algo imposible el desarrollo exitoso del turismo internacional.
Sin embargo, contrario a todos los pronósticos, Cuba en el año 1990 recibió unos 300 mil turistas y diez años después ya superaba a Jamaica y Bahamas con más de un millón y medio de visitantes; pasando de la posición 23 en arribo de turistas en la región de las Américas, a la posición número 8 en el ranking, manteniendo un crecimiento sostenido en todos esos años (ver figura 2).

El modelo de desarrollo turístico, desde entonces, se había caracterizado por la construcción acelerada de grandes hoteles con categoría de cuatro y cinco estrellas, en polos de sol y playa, creándose empresas mixtas con capital extranjero y celebrándose contratos de gestión con cadenas hoteleras internacionales, principalmente españolas.
Este modelo de desarrollo turístico, basado en la construcción masiva de habitaciones hoteleras, presentaba como peligro la inmovilización de recursos, lo que significaba una capacidad creciente en habitaciones frente a una demanda que no crecía en la misma proporción.
En estos últimos 20 años, el turismo como actividad económica, se ha visto limitado en su desarrollo por problemas estructurales de la economía cubana de difícil solución. Entre los más relevantes están la insuficiencia del ahorro doméstico, la escasez crónica de divisas, las distorsiones en el sistema de precios relativos derivadas del uso de un tipo de cambio oficial sobrevaluado, los mercados segmentados y la dualidad monetaria y cambiaria, entre otros (Sánchez Egozcue, 2011). Este escenario agravado por la permanencia de las restricciones comerciales, económicas y financieras impuestas por el bloqueo de los sucesivos gobiernos estadounidenses, aún perduran.
También se han presentado distorsiones en los indicadores sobre los ingresos asociados al turismo, pues a partir del año 2010, con el auge del sector privado, los datos recogidos en las estadísticas no reflejan el comportamiento real de los ingresos del turismo de estancia. En este sentido, el indicador no incluye lo que el visitante foráneo gasta en los espacios privados, como los restaurantes, las cafeterías, los establecimientos de artesanía y el alojamiento en casas privadas.Esto resulta más evidente, al analizar el comportamiento de los ingresos asociados al turismo en su relación con el indicador llegada de visitantes, pues la segunda posición, después de los canadienses, la ocupa el segmento de los emigrados, residentes permanentes en el exterior. Los gastos en el país que ellos generan junto a sus familiares y amigos en actividades y en espacios informales, tampoco son recogidos en las estadísticas oficiales.
Lo anterior apunta a que los indicadores tenidos en cuenta se han centrado en las llegadas de visitantes internacionales y en la construcción de plazas hoteleras, subvalorando que el objetivo fundamental de la actividad turística, planteado en la Política para el Turismo, es la captación directa de divisas maximizando el ingreso medio por turista.
En los últimos 20 años el indicador llegada de visitantes ha mostrado una tasa de crecimiento promedio anual del 4,2% en que algo más de 43 millones de viajeros internacionales han visitado Cuba en todo este tiempo. Muchos son repitentes, en particular el turismo canadiense; que vuelven una y otra vez, pese a las dificultades en el servicio, que enfrenta el sector turístico cubano por causas exógenas y endógenas, ya señaladas.
Una de las razones conocidas, es que el desarrollo del turismo internacional en Cuba ha sido concebido a partir de un escenario de confrontación y restricciones de viajes que han caracterizado las relaciones entre Cuba y Estados Unidos desde hace más de medio siglo. Este proceder de la política estadounidense, desde el punto de vista del turismo internacional para Cuba, propició la consolidación del turismo desde Canadá y los principales emisores europeos, hacia el turismo masivo vacacional de sol y playa (ver tabla 1).

Como se puede observar en la tabla 1, en los últimos años casi el 80% de las llegadas se han concentrado en diez mercados principales, y de éstos los dos primeros segmentos contribuyen con el 50% del total de las llegadas de visitantes internacionales. En este escenario, el turismo desde Canadá ha mantenido los mayores crecimientos, lo cual provoca una marcada estacionalidad y la polarización de una demanda enfocada al turismo de sol y playa en la modalidad todo incluido.
En correspondencia con este desempeño, la oferta turística de la Isla está dirigida hacia las playas, tanto en la comercialización de paquetes turísticos, como en el alojamiento.
Al finalizar el año 2015, de las 64.231 habitaciones distribuidas en 371 instalaciones; el producto sol y playa contaba con el 72,5% de las habitaciones en el 45,6% de las instalaciones hoteleras existentes, en donde se ubican la mayoría de los hoteles de cuatro y cinco estrellas. (Ver tabla 2)

El turismo internacional en Cuba después del restablecimiento de las relaciones diplomáticas con Estados Unidos

El grupo de medidas anunciadas por los Presidentes de Cuba y Estados Unidos, a mediados del mes de diciembre de 2014, sobre el restablecimiento de las relaciones diplomáticas entre ambos países, representó la posibilidad de discutir varios temas que tienen incidencia sobre el turismo cubano. El turismo, es precisamente el sector que más puede favorecer el clima de normalización de las relaciones entre los dos países, así lo ha demostrado.
La ampliación en las categorías de licencias que otorga la OFAC para que los estadounidenses puedan viajar a Cuba, puestas en vigor a mediados de enero de 2015; prácticamente incluyen el abanico de motivaciones de viajes, por lo que cualquier viajero se desplaza desde su lugar de residencia hacia un destino para conocer nuevos espacios de vida. Los programas people to people se mantuvieron como licencias generales.
El turismo no está permitido, lo que hace imposible mezclar actividades educativas o religiosas con un día en la playa y las agencias de viajes no pueden vender paquetes turísticos. Quienes asistan a reuniones profesionales o de investigación deben tener credenciales para ello, no sólo un interés ocasional. Sin embargo, el académico Mesa-Lago (2015) comenta que, algunas de estas restricciones podrían saltarse en la práctica, por ejemplo, el guía de un grupo de estudio pudiera cerrar los ojos si alguien se escapa para irse un día a la playa, y varios especialistas organizan en complejos turísticos, seminarios y conferencias en las categorías aprobadas.
Este clima de distensión en las relaciones entre los dos países, incentivó los flujos de visitantes foráneos a Cuba procedentes de todos los países emisores de turismo; lo que provocó crecimientos significativos de turistas, en el año 2015, principalmente de Canadá, Alemania, Reino Unido, Francia, Italia, España y Estados Unidos, el primero continúa siendo el principal mercado turístico para Cuba con 1,3 millones de visitantes (tabla 3).


En el caso del mercado canadiense ?históricamente el principal emisor de turistas a Cuba?, muy sensible a los precios, presentó una desaceleración a partir de noviembre, comienzo de la temporada alta, y que se ha mantenido en el primer semestre de 2016, producto de la devaluación del dólar canadiense y el encarecimiento de los precios del paquete turístico. Esta tendencia a la desaceleración pudiera revertirse mediante una estrategia de segmentación, manteniendo precios preferen-ciales para los paquetes de sol y playa -todo incluido-, dirigidos al tradicional mercado turístico canadiense.
Al cierre del primer semestre de 2016, se presenta un crecimiento de 11,7% con relación a igual período del año anterior, como se observa en la tabla 4 donde aparecen los diez principales segmentos del mercado turístico.

Sin lugar a dudas, en la medida que paulatinamente se vayan eliminando restricciones para los viajes desde Estados Unidos, se impondrán nuevos desafíos al sector turístico cubano, a toda la cadena de valor y a los gobiernos locales.
Estos flujos de viajeros desde Estados Unidos se consolidaran e incluso deberán tener un crecimiento significativo, en la medida en que se normalizan las relaciones cubano-estadounidenses y se supriman limitaciones y restricciones que aún persisten. Esta tendencia incluso puede fortalecerse, debido al aumento de las corrientes migratorias desde Cuba hacia Estados Unidos y Canadá. Esto apunta a la circularidad de los flujos, que se consolida y atrae consigo una mayor demanda de servicios turísticos en un segmento que por naturaleza, debe ser fiel al destino, donde tiene identificadas sus raíces culturales y familiares. América del Norte acoge la mayor proporción de cubanos emigrados, con un 82,2%, compuesto por los cubanos que residen en Estados Unidos, Canadá y Puerto Rico; este último, sujeto a las leyes migratorias estadounidenses.
Como tendencia interesante, en el corto y mediano plazos, los destinos específicos dentro de Cuba, dejaran de ser los tradicionales polos de sol y playa; con sus grandes resorts todo incluido. Cobrarán importancia los sitios y las ciudades que, como La Habana, atesoran los recursos y atractivos que demandarán los nuevos visitantes, más motivados por la cultura, las costumbres y los espacios de vida, que por el sol y la playa. En estos espacios de convivencia y relaciones humanas, el sector privado está llamado a jugar un rol mucho más activo, que garantice el nuevo consumo turístico y se integre plenamente a la cadena de valor del turismo en sus dos eslabones fundamentales: el alojamiento y los espacios de ocio-restauración.
Este nuevo escenario turístico, revela una mayor incidencia de estadounidenses y otros visitantes alojados en casas privadas hacia el interior de los barrios y territorios, que al mismo tiempo revela la vinculación a espacios y actividades extrahoteleras del sector privado: paladares, cafeterías, renta de autos, guías locales, transportistas, artesanos, vendedores ambulantes, entre otros (legales o no).
Muchos lugares en la periferia de las mayores ciudades y capitales de provincias, se convertirán en zonas de atracción turística, debido a que en los barrios populares, es donde se manifiesta la autenticidad de la cultura cubana, costumbres, religiosidad y modos de actuar; es lo que se designa en diferentes países receptores de turismo, como "slumtourism". A pesar de representar lo opuesto a lo que usualmente concibe una estrategia comercial y promocional del turismo cultural, estos asentamientos populares son parte de las grandes ciudades de muchos lugares del mundo, y se han convertido en destinos que muchos turistas quieren visitar, en la búsqueda de una experiencia auténtica o quieren conocer la verdadera realidad del país o ciudad visitada.

CONCLUSIONES

Como conclusiones preliminares, se define que la activa gestión que desarrolla el sector turístico cubano, con su cartera de oportunidades para la inversión extranjera, vislumbra un panorama futuro amplio, aunque aún dependiente del levantamiento de muchas restricciones que entorpecen su mejor desempeño.
El sector turismo, es el mejor preparado para la inversión extranjera en el escenario cubano, muestra de ello es el hecho de que el 43% de la inversión extranjera, en la economía cubana, tiene que ver con este sector. Existen 26 empresas mixtas constituidas, de ellas trece están ejecutando inversiones y operando en 15 hoteles. Se encuentran aprobados 76 contratos de gestión con 17 cadenas hoteleras internacionales que incluyen unas 39.422 habitaciones que representan el 60% de las habitaciones existentes en el país.
Prestigiosas cadenas hoteleras americanas como Marriott, Hilton, Hyatt, HolidayInn y Best Western, esperan por las autorizaciones correspondientes para concretar sus negociaciones; mientras que Starwood Hotels & Resorts se convierte en la primera compañía hotelera estadounidense en establecer negocios de gestión hotelera con Cuba. Por otra parte, compañías de cruceros norteamericanas como Carnival Cruises, Royal Caribbean, Norwegian Cruise Line, Pearl Seas Cruises y Princess Cruises; han presentado sus programas de itinerarios de escala en La Habana y otros puertos cubanos.
Al mismo tiempo, las mayores aerolíneas estadounidenses, como American Airlines, JetBlue Airways, Delta, Silver Airways, Southwest, Eastern, Frontier y UnitedAirlines han obtenido las autorizaciones para vuelos comerciales a Cuba y las agencias de viaje ya están autorizadas, por lo cual aumentará la competencia y los precios de los boletos aéreos deberán bajar. Según las autorizaciones solicitadas por estas líneas aéreas comerciales para realizar vuelos directos a La Habana, se supone la disponibilidad de unos 50.250 asientos semanales.
Las nuevas regulaciones anunciadas recientemente por el gobierno del presidente Obama, eliminan parte de las trabas burocráticas; sin embargo, los viajes por motivos turísticos no han sido totalmente autorizados. Un mercado potencial en el turismo náutico está representado en las marinas y puertos deportivos de los 27 distritos de Florida donde se encuentran registradas más de 865 mil embarcaciones de recreo. La oportunidad de navegación a la isla, en una jornada náutica, resulta un incentivo para unos 16 mil yates con cuarenta pies o más de eslora (NMMA, 2015). Sin embargo, el yatismo, como modalidad turística, tendrá que esperar que las restricciones que impiden que los estadounidenses viajen por turismo, sean levantadas.
Las constantes visitas de empresarios, legisladores, líderes políticos y altos directivos; permiten comprender y discutir en detalles las estrategias de implementación de los cambios que se realizan en Cuba para actualizar su modelo económico. El actual proceso de reformas es una tarea en curso, en que Cuba seguirá demostrando su habilidad estratégica y flexibilidad táctica, mientras enfrenta nuevas dificultades y convierte las crisis en oportunidades.
Las políticas estadounidenses hacia la isla, están en condiciones de prestar mucha más atención a la evolución de las reformas económicas y sus vías de inserción a la economía global. En este sentido, el Tesoro y la Secretaría de Comercio de EE.UU. y sus agencias, deben entender las reformas progresivas de la economía cubana, como oportunidades de interés nacional para Estados Unidos, y el ejecutivo debe impulsar la revisión de los mandatos del Congreso.
La distensión en las relaciones políticas entre Cuba y Estados Unidos, reafirmadas con la visita del presidente Barack Obama, ha resultado en un reacomodo paulatino de los arribos de visitantes internacionales. Los resultados de los indicadores en 2015 y los primeros seis meses del actual año, mostraron crecimientos en la mayoría de los segmentos de viajeros, lo que revela el efecto "push" que representa la reanudación de las relaciones entre los dos países vecinos.
Este nuevo escenario turístico anuncia que la Isla dejará de ser un destino "económico" en cuanto a precios de paquetes turísticos se refiere; motivado por el hecho de que el incremento acelerado de los arribos de turistas estadounidenses y de otros países emisores, registrará un aumento de la demanda y esto limitará tanto la disponibilidad de habitaciones en los diferentes destinos específicos, como la competitividad de los precios. Mientras tanto, el sector turístico cubano espera el levantamiento de las restricciones que le impiden su desarrollo exitoso, confiando en la poderosa fuerza de gravedad de la geografía, del reclamo de la comunidad internacional y del irresistible flujo de la historia.

 

REFERENCIAS BIBLIOGRÁFICAS

Báez, L., de la Hoz, P. & Martínez, A. (2015). Hotel Nacional de Cuba. Revelaciones de una leyenda. La Habana: San Luis.

Mesa-Lago, C. (2015). Normalización de relaciones entre EEUU y Cuba: causas, prioridades, progresos, obstáculos, efectos y peligros. Documento de Trabajo 6/2015. Madrid: Real Instituto Elcano.

NMMA (2015). Recreational Boating Economic Study. Michigan: National Marine Manufacturers Association & Recreational Marine Research Center.

Perelló, J. L. (2015). U.S. Tourism to Cuba in the New Scenario of Bilateral Relations. Cuba Study Group. From the Island, 26, 1-5.

Perelló, J. L. (2015a). El sector privado y el turismo en Cuba ante un escenario de relaciones con Estados Unidos.En ASCE (Eds.) Proceedings of the Twenty-Fifth Annual Meeting of the Association for the Study of the Cuban Economy. Washington: ASCE.

Quintana, R.; Lima, D.; Figueras, M. & García, A. (2004). Efectos y futuro del turismo en la Economía Cubana. La Habana: INIE.

Sánchez Egozcue, J.M. (2011).La relación crecimiento económico y sector externo, una evaluación de la dinámica entre las presiones coyunturales y las distorsiones endémica. Ponencia presentada en el Seminario del Centro de Estudios de la Economía Cubana, 24 al 25 de junio. La Habana, Cuba.

Spadoni, P. (2015). El descongelamiento de las relaciones entre EEUU y Cuba: Impacto potencial en la economía cubana. Ponencia presentada en Conferencia Internacional: Cuba y la economía mundial; desafíos, oportunidades e implicaciones políticas, 17-18 de abril. La Habana, Cuba.

Villalba, E. (1993). Cuba y el Turismo. La Habana: Editorial Letras Cubanas.

 

 

 

RECIBIDO: 10/11/2016
APROBADO: 17/11/2016


 

 

Dr. José Luis Perelló Cabrera. Facultad de Turismo, Universidad de La Habana, Cuba. Correo electrónico: jose_perello@ftur.uh.cu

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